Si hay algo peor que un pueblo desinformado es un pueblo mal informado. Hace poco vimos los resultados de esto cuando en Venezuela algunas personas propagaron la noticia de que en los Centros de Diagnósticos Integrales (CDI) los médicos cubanos estaban escondiendo urnas electorales para materializar un supuesto fraude. Otros publicaron fotos antiguas diciendo que mostraban cómo se quemaban las boletas electorales para evitar el recuento. Los resultados los conocemos todos: varios CDI fueron atacados por grupos violentos y más de 10 personas fueron asesinadas en las calles.
Por todos son conocidas las limitaciones de nuestra prensa para informar al pueblo –la prensa, no los periodistas- y sobran los ejemplos de los temas que dejamos de tratar o los que tratamos a medias sin que existan razones para ello. No descubro el agua tibia si digo que eso solo se resolverá cuando se brinde toda la información y no solo las que son importantes según el juicio de los que deciden. Debemos ser eternos inconformes en este tema pero tener muy claro que no debemos buscar certificaciones de buena conducta desde fuera sino satisfacciones y reconocimientos desde dentro.
Hace unos días publiqué un post sobre la apertura de la Internet en Cuba y mencioné que “a mi juicio se impone una Ley de Medios en Cuba” lo que provocó críticas en ciertos medios, lo que no es para nada una sorpresa pues ellos aplican en su trabajo la misma metodología que los que antes mencionaba en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina y otras naciones que “casualmente” no son del agrado del gobierno de los Estados Unidos.
Me gustaría vivir en un país en el que el énfasis en leyes regulatorias y los agentes del orden público sean innecesarios. A las personas honradas no debe preocuparles que existan estos en la actualidad porque lo que se busca con ellos es la seguridad colectiva. Son los delincuentes quienes se sentirán preocupados y lo que generalmente hacen es tratar de crear un ambiente propicio para ellos tratando de confundir a los demás. Una de las vías sería crear en la población el ambiente de que las leyes y los agentes del orden público no están ahí para protegerlos sino reprimirlos.
En este caso lo que hicieron Diario de Cuba y otros medios fue tomar mi artículo y decir que yo estaba pidiendo censurar la Internet en Cuba. Dirigieron el mensaje sobre todo a los jóvenes blogueros que escriben sobre la realidad de la isla y de esa forma buscaron matar dos pájaros de un tiro: tratar de dividirnos y crear un estado de opinión favorable a sus intereses sobre el tema de la Internet.
A los blogueros que desde Cuba escribimos a favor de nuestro proyecto político nos llaman de muchas formas. De un lado nos dicen “oficialistas”, “castristas” o “esbirros”, del otro nos han llamado “inmaduros”, “hipercríticos” o “rebeldes sin causa”. Lo que nadie puede decir es que alguna vez hemos dicho mentira alguna en nuestros artículos, no nos podrán acusar de mentir o manipular un tema porque la verdad es nuestra arma principal y la verdad nunca será contrarrevolucionaria.
No nos debe preocupar entonces que exista una ley que se encargue de evitar que ocurra en nuestro país lo que pasa en otros lugares bajo el manto de una supuesta “libertad de expresión”, a la que se alude cuando conviene pero cuando esta es necesaria y verdadera en un país se omite conscientemente. Puedo poner decenas de ejemplos de las mentiras que propagan desde dentro de Cuba: “decenas de ahogados en una cárcel en Santiago de Cuba”, “hospitales abarrotados de heridos por un derrumbe”, “ataque con armas de fuego a un auto diplomático en plena calle”, “asesinatos”… yo los invito a que me pongan un solo ejemplo que muestre a algunos de los autores de estas “noticias” retractándose cuando se demuestra que no eran ciertas.
No propongo entonces una ley para censurar Internet, entre otras cosas porque no creo que sea necesario, ya di mi opinión sobre eso. Lo que sí quisiera es que cuando alguien se dedique impunemente a difamar o manipular la realidad cubana siguiendo orientaciones foráneas, se aplique la ley como mismo ocurre hasta en los propios países desarrollados. Creo que los cubanos, por el asedio mediático a que estamos sometidos, somos más que generosos con la contrarrevolución interna y les permitimos cosas que los propios Estados Unidos nunca admitirían.
En franca violación de nuestras propias leyes a menudo nos hacemos de la vista gorda con los supuestos “disidentes”. Estos dan una imagen falseada sobre nuestra realidad con completa impunidad. Recuerden que cuando en Washington se toman medidas contra Cuba mucho influye la imagen distorsionada que estos grupos dan de nuestro país y que los grandes medios propagan sin la debida autentificación de las fuentes.
La “libertad de prensa” es una quimera, basta con ver la actuación de los grandes medios ante los hechos que no son del agrado del establishment. Un ejemplo pudiera ser el caso de los Cinco que se desarrolló durante varios meses, con una acusación de conspiración para cometer espionaje y al que acudieron como testigos altos funcionarios de los Estados Unidos y sin embargo los periódicos no le dijeron al público norteamericano lo que sucedía. Tampoco los norteamericanos se han enterado de cómo el gobierno norteamericano violando sus propias leyes les pagó cientos de miles de dólares a algunos periodistas para crear un ambiente negativo en contra de los Cinco.
A mis amigos blogueros los invito a no dejarnos confundir con estas campañas, nuestro deber es contribuir a que en nuestro país exista una prensa que tenga como premisa la verdad y la objetividad y si contribuimos con la verdad no tenemos nada que temer. Sería ingenuo pensar que todos los funcionarios están preparados para enfrentar los cambios que se imponen en la política editorial y no serán pocas las veces que encontremos piedras en el camino pero lo que no debemos hacer es perder el camino. No podemos componer un error con otro, al final siempre se impondrá el sentido común.
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