Por: Harold Cárdenas Lema
“Es necesario también que los jóvenes que no han demostrado una actitud correcta ante sus estudios, en la disciplina del plantel, que muestren determinadas desviaciones que puedan expresar en ellos algún tipo de blandenguería pequeño burguesa (…) cumplan una tarea honrosa que tiene la juventud cubana actualmente, ingresar en el Servicio Militar Obligatorio (SMO), y que después, acorde con su comportamiento en nuestras gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias, puedan cubrir en sus expedientes las lagunas que hoy tienen, y que les impiden ingresar en nuestras Universidades”Secretario General de la UJC, Miguel Martín (1965)
Estas palabras no son más que el reclutamiento de los “enfermitos”, religiosos, rockeros y otros sectores realmente antisociales, para algo muy distinto al SMO: la UMAP. Las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (un eufemismo, sin duda) albergaron a religiosos, rockeros, homosexuales y verdaderos delincuentes, todos juntos debían “fortalecerse” a través del trabajo duro, irónicamente, allí estuvieron recluidas algunas de las grandes figuras de la cultura nacional, que sufrieron este período con resignación y como ya eran revolucionarios mucho antes de entrar allí, nunca se marcharon de la isla ni comprometieron sus ideas, como si ocurrió a menudo con muchos de los portavoces de la “mano dura”.
La UMAP tendría su primer llamado en 1965 y continuaría hasta 1968, sobre esta aún yace un manto de silencio bastante llamativo, producto seguramente de la vergüenza que representan para la historia nacional, pero este silencio termina siendo aún más dañino, pues se convierte en un arma en nuestra contra que fácilmente hubiéramos podido canalizar a través del diálogo o el debate. Las UMAP, con sede en Camagüey, no lograron crear revolucionario alguno en sus perímetros, en todo caso provocaron un lógico resentimiento entre las personas que allí estuvieron albergadas.
El propio concepto de la UMAP parece ilógico, más bien se asemeja a las familias burguesas que mandan a sus hijos a escuelas militares para “hacerse hombres”, una noción muy poco alejada de la Revolución pero que en la mente de muchos se parecía bastante a la moral revolucionaria que se exigía de los cubanos. Muchas figuras de la cultura nacional estuvieron allí, entre el cansancio y la marginación a que eran sometidos se encontraban Armando Suárez del Villar, Pablo Milanés, Félix Luis Viera y muchos más.
En las unidades de Monte Quemado, Anguila, y otras más, se destruía parte del orgullo nacional, se ensuciaba la política cultural revolucionaria, y mientras se convertía la cultura en patrimonio del pueblo, se excluía y reeducaba a una parte de este de manera obligatoria. Las palabras del Secretario General de la UJC en el año 1965, traen solapado un chantaje burdo: si quieres ingresar en la universidad, debes primero pasar a la UMAP y eliminar así tus desviaciones y blandenguerías.
En todo caso, la historia juzgará dónde se encontraba la desviación, si en un surco alguien pudo encontrar la Revolución, o si en realidad esta opinión se alejaba por completo de la idea revolucionaria, y sí realmente transformadora, del hombre nuevo.
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