El Escambray digital reporta la visita de Machado Ventura a la asamblea de la ANAP en el espirituano municipio de Taguasco donde orientó: “echar pa`lante con lo que tengamos”. En realidad, es lo que siempre han hecho esos productivos campesinos para los que la agricultura sostenible no es una alternativa por la falta de recursos –como reiteran los visitantes una y otra vez—, sino su modo de producción habitual, de probadas eficacia y eficiencia.
En los comentarios al artículo, Rigo refleja el pensamiento de muchos:
Es una Asamblea con funcionarios importantes, no solo se trata de hablar de resultados y compromisos, se trata de brindarle apoyo al campesino. Como país garantizarles recursos materiales y financieros. Por ejemplo: donación, regalo, venta o simplemente renta de: tractores, arados, turbinas, forrajeras, ayudarlos con viviendas, micropresas, viales, facilitarles pies de cría para mejorar la ganadería, piensos, semillas mejoradas, petróleo, gasolina, abono, fertilizantes. Los campesinos piden poco y aportan mucho, hoy Cuba se alimenta gracias a ellos.[1]
La visita de dirigentes del primer nivel a la base es una práctica extendida, y muy publicitada, en el nuevo modelo de gobernanza que el presidente de la república ha promocionado. De tal forma se rescata una práctica habitual en los tiempos de Fidel. Tales recorridos se agradecen porque así se fortalece el vínculo de los dirigentes altos con el pueblo trabajador y pueden enriquecer saberes para perfeccionar sus labores ejecutivas. Pero hasta ahí, tampoco hay que exagerar.
Creer que la visita de un funcionario de alto rango va a provocar un efecto multiplicador en la gestión de un colectivo de trabajadores y actuar como pivote de los necesarios incrementos productivos es una quimera. Su fundamento está en la teoría del primer impulso, según la cual la inercia provocada por un buen empujón inicial bastaría para mover eternamente un objeto cualquiera. Sirvió de fundamento religioso para la física mecánica y su hipérbole: el mecanicismo, extendido al resto de las ciencias, la política y otras ramas del pensamiento desde fines del Medioevo.
Para el burocratismo el mecanicismo verticalista es un rasgo distintivo, pero querer aplicarlo como pivote en la economía intensiva actual es un desastre. La extensión de formas productivas medianas y pequeñas, la flexibilización de los procesos y el entorno cambiante de los mercados hace que el empoderamiento de las bases (municipios, empresas, cooperativas, campesinos, TCP) constituya una necesidad de la práctica productiva cubana contemporánea que ningún visitante puede suplir.
De hecho, su intromisión externa altera la marcha habitual de los procesos y, si no porta algún tipo de apoyo para los productores directos, puede afectar más que ayudar. Para reiterar que: “Hay que producir más”, “Es necesario aumentar las exportaciones” y “Hay que darle comida al pueblo”, podrían usarse otras vías más baratas y menos perturbadoras.
En los tiempos del liderazgo carismático de Fidel sus visitas tenían un componente emotivo que despertaba el entusiasmo de las mayorías, pero no solo eso. Por lo general, venían acompañadas del empleo del llamado Fondo del Comandante, cuyos aportes copiosos permitían resolver problemas acuciantes de una empresa, o territorio del país, más allá de las posibilidades locales.
No vale tratar de repetir el gesto en épocas de liderazgo institucional, donde los modos de gobernar son otros y los recursos extraordinarios brillan por su ausencia. Sería conveniente que los medios, además de reportar las visitas, lo hagan también con lo ocurrido en esos lugares un tiempo después. De tal manera podríamos constatar cuánto de mejoramiento productivo se obtuvo gracias al impulso provocado por la visita de alto nivel y cuánto a la práctica habitual, las inversiones ejecutadas en el ínterin y las iniciativas del colectivo de marras.
[1] José Camellón: “Machado Ventura: Hay que echar pa’lante con lo que tengamos”. Escambray, 30-1-2020.
31 comentarios
Los comentarios están cerrados.
Agregar comentario