Como publiqué en un post, recientemente estuve en la provincia de Guantánamo. Cuando a las diez de la noche del primer día de estancia en aquella provincia pregunté a un compañero de la Universidad cómo se llegaba al centro de la ciudad, me orientó el lugar donde podía tomar un ómnibus y al decirle que quería ir caminando, me dijo: son más de dos kilómetros y me indicó el camino.
En ninguno de los países que he visitado -son tres- los profesores que han sido mis anfitriones me han dejado salir a la calle en horario nocturno: Me han dicho cosas como estas: “¡Solo en la calle en horario de la noche en la calle, Ud. Está loco! ¡No, no, tú no sabes a lo que te expones!”
Y en otro caso me lo han prohibido. Pero todas las noches me fui para el centro de Guantánamo y regresé al filo de la media noche y siempre muy tranquilamente, con el lógico calor guantanamero de esta etapa. Los más jóvenes fueron a centros recreativos y cabarets y al día siguiente solo tenían que lamentar las horas que habían dejado de dormir, digo, si eso se puede lamentar.
Desde Matanzas hasta Cajobabo, el último de los lugares visitado, hay más de mil kilómetros. Solo vi tres casas con techo de guano (claro que hay más, esas son las que vi), pero si no guardamos algunos bohíos en los museos, las nuevas generaciones no van a conocerlos.
En lugares tan lejanos de la capital del país como Cajobabo, Imías, San Antonio, puedes ver los consultorios del médico de la familia como los de La Habana o Matanzas, el restaurant del Sistema de Atención a la Familia donde por 25 CUP al mes, le dan alimentación a las personas de la tercera edad que no tienen a nadie más en la casa durante el horario del día, o una base de campismo como las del Litoral Norte de La Habana o de Matanzas.
Te pones a hablar con una persona de una imagen muy sencilla y en la conversación te percatas que es graduada de la universidad o un Dr. en Ciencias, como un joven profesor de Baracoa que expuso en mi comisión. O que la persona no es graduada en la universidad, pero tiene conocimientos de ramas importantes de las ciencias o que ha viajado por todo nuestro país.
Durante una conversación con una médica de la familia supe que “cogen la misma lucha” que las de aquí con las embarazadas, que cuando no vienen a la consulta las van a buscar a la casa, que cerca de la fecha del parto las ingresan en el hogar materno para evitar complicaciones y le exigen que lleven el niño a consulta mensualmente durante el primer año de vida.
Durante el viaje puedes comer por 25 o 30 CUP en diferentes lugares y sales satisfecho/a. Claro, no tienen la fama de La Guarida habanera, pero en la paladar de Marta en Taguasco se precian de darte a conocer las importantes personas que han tenido el gusto de atender.
También vi casas que están en mal estado constructivo, en la paladar de Claribel en Guáimaro los dependientes no tienen ninguna cultura gastronómica, faltaba la bandera en el monumento de Playita de Cajobabo, pero no pude ver ningún niño sin zapatos, ni deambulando por las calles en horario de clases y pregunté en varios lugares y no pude conseguir ningún analfabeto para conversar con él.
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