En mi casa siempre se habló en la norma lingüística del proletariado. Crecí a un par de cuadras del lugar donde nació Blas Roca Calderío y de donde Casillas asesinó a Jesús Menéndez. Pasé mi niñez rodeado por aquellos timbalúes que se enfrentaron a Batista con tirapiedras, entre los que estaban mis abuelos. Aprendí a decir “chicote”, en vez de trozo; “seboruco” en vez de torpe; “sanaco” por bobo. Anduve alejado del buen decir de la academia y solo fui a dar a un Preuniversitario de Ciencias Exactas por, mi más o menos notable, habilidad para sacar cuentas y resolver ecuaciones.
La primera en hacerme notar mi pobreza intelectual fue Irina, aquella inolvidable profesora de idioma ruso, quien me obligó a leerme La Guerra y la Paz en la lengua de Tolstoi porque yo no daba pie con bola en su asignatura. Gracias a la “uchitel’ yazyka” aprendí a escribir reseñas, ensayos y artículos con caracteres eslavos antes de en mi idioma materno. Aquellas oraciones debieron expeler ajo. De tal modo, cuando el bloguero Asael Alonso llamó la atención sobre mi insignificancia en uno de los panfletos de su blog eljovencubano, no hizo más que repetir lo que yo mismo sé de sobra: “Somos enanos sobre hombros de gigantes”, así como le dice Guillermo de Baskerville a Adso de Melk.
Asael cumplía las orientaciones respecto a La Joven Cuba, y trataba de apegarse a cierta matriz que pretende mostrar a un Harold Cárdenas solitario, aislado, que tiene que echarle mano a un “intelectual mediocre y resentido”, o sea: yo. Mientras, en mi muro de Facebook, he intentado establecer un debate serio y respetuoso con Enrique Ubieta, funcionario del Departamento Ideológico del CC del PCC, técnicamente, un superior de Asael. En aras de mantener la comunicación pasé por alto la descalificación –o por bajo, mejor por bajo— y tomé como un chiste la aseveración de Ubieta de que: sin una obra que mostrar, viajo de polizonte en el barco de artistas reconocidos.
De polizonte, sí, en el fórum de Segunda Cita por el respeto y la admiración que siento por Silvio Rodríguez y cada uno de los que allí opinan. Y por todo lo que aprendo. De polizonte en la guagua de Buena Fe cuando he necesitado regresar de La Habana a mi Manzanillo, y ellos vienen a Oriente. Porque el Estado –o sea, el pueblo—, no me paga los megas de mi teléfono, ni mi conexión a Internet, y porque me cerraron todos los contratos en Radio Granma después de 22 años de trabajo y 29 premios nacionales en festivales de la radio, y de ser el secretario del sindicato, y dirigir 11 programas de los 37 que tenía entonces la programación de esa emisora, sin un solo señalamiento de calidad.
Porque me expulsaron de la UNEAC por insistencia de a quienes les molestó que escribiera “no soy Fidel”. Me expulsaron sin tener el valor y la decencia de enfrentarme en un debate cara a cara, en franca violación del Reglamento de la organización que plantea que solo se expulsa a un miembro después de agotar todas las posibilidades de que se defienda. A mí no me dieron ni una.
Desde mi escasez intelectual y mis carreras universitarias inconclusas, he sido polizonte, y seré, de todo barco desde el cual se bogue por la Cuba de mis sueños. Pero nunca he sido ni seré trompetica sobre falsete desde la platea, ni cotorrita pueril, ni perrito “sí señor”. En fin, mi pequeño aprendiz de Lavrenti Beria que cita a Allan Dulles, incapaz de elaborar sus propios argumentos: soy un ciudadano consciente de mis limitaciones. También de mis derechos.
Unión de Jóvenes Comunistas presenta el blog eljovencubano varios meses antes de que comience la campaña contra el “centrismo”
Pero no se debe ante ningún verduguillo ideológico pasar por alto –o por bajo, decididamente por bajo—, las diatribas que lanza Asael Alonso contra La Joven Cuba en su blog eljovencubano. Porque en este barco de LJC me he montado de acompañante de la formación académica, la coherencia y la hondura intelectual de sus escritores habituales. Este barco de LJC me ha permitido decir lo que pienso, equivocarme en las apreciaciones, discrepar, debatir, soñar y hasta expresarme como el hijo de proletarios que soy cuando alguien me ha sacado de mis casillas. En este barco he podido ser “políticamente incorrecto” sin tratar de adivinar lo que el secretario quiere oír, o aquello con lo cual el girovagante de turno quiere endulzar sus oídos en la tribuna después de una noche en la que su esposa no quiso cumplir con “sus deberes”.
No se puede permitir pasen, por bajos, con esas diatribas de Asael Alonso aunque su panfleto en eljovencubano no pueda demostrar ni una sola. Aunque nadie pueda enseñar una sola prueba de que este blog sirve a los intereses de los enemigos de Cuba, o de la Revolución, acaso del gobierno. Porque, no nos hace contrarrevolucionarios poner en evidencia la invalidez dialogante y la insolvencia argumental que tienen Asael Alonso y quienes le aupan, le orientan, le indican. Que el coro de vodevil al que pertenece Asael Alonso no pueda desmentir uno solo de los hechos que expone mi artículo “Descifrando al PCC”, no significa que este blog esté pagado por la USAID. Que Asael se duela, gima, chille, al preguntarse a quién le sirve mi crítica descarnada al Partido, no pone a este blog a favor de los enemigos de la Revolución. Que Asael haga el ridículo al asegurar que el Partido Comunista de Cuba, el actual, es el mismo que el Partido Revolucionario Cubano fundado por un José Martí que no conoció el Marxismo, ni supo jamás de la dictadura del proletariado, no argumenta que este blog ni quienes aquí escribimos estemos en contra de nuestra Patria. Que Asael intente ponerme en una posición contraria a Cuba porque llamo compatriota a Ariel Ruiz Urquiola, no demuestra que este blog sea apátrida. Porque de Martí aprendí que amar la Patria, también, es tratar de agotar todas las posibilidades y empeños en atraer para su seno a todos sus hijos, estén de acuerdo o no con los métodos o ideas propias. De tal modo, si Asael se anima a salir de su escondrijo nominal, y se decide a debatir conmigo cualquier tema que le apreste, de frente y mirándonos a los ojos: en Manzanillo, de Cuba, me puede encontrar. Yo no tengo muchas luces intelectuales, como me ha recordado Asael, pero me sobra… Aun cuando al leerle estas líneas a mi hija, me diga: “Paz y amor, papá, paz y amor”.
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