Las declaraciones del profesor e historiador Fabio Fernández en el programa de análisis político Mesa Redonda el día 13 del presente mes han generado reacciones ambivalentes. Por un lado, las palabras del académico se llevaron los aplausos de buena parte de los usuarios en redes sociales, mientras que también hubo manifestaciones de indignación o rechazo.
En las siguientes líneas se resumen las afirmaciones objeto de la polémica y se analizan las matrices de opinión al respecto. Además, se contrastan los puntos de vista más radicales con estudios científicos y datos estadísticos acerca de los valores identitarios en Cuba.
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Dedicado al tema del patriotismo, el citado programa televisivo tuvo como invitados al profesor de la Universidad de La Habana, Fabio Fernández, la profesora de la Universidad de Ciencias Pedagógicas, Nancy Chacón; el periodista de Juventud Rebelde, José Alejandro Rodríguez, y Lil María Pich, especialista del Programa Martiano.
El fragmento viralizado en redes sociales y causante de la controversia comenzaba con la siguiente afirmación: «El patriotismo cubano hoy está siendo impugnado tremendamente por la realidad».
El profesor afirmó, asimismo, que los sentimientos alejados del patriotismo estaban creciendo en la población cubana, en especial entre los jóvenes, y apuntó que era un problema que había sido ya identificado por el fallecido intelectual Fernando Martínez Heredia.
Para argumentar su punto de vista, puso como ejemplo los estados de WhatsApp de sus estudiantes, en los que «en tono de chiste […] la matriz central es “qué terrible haber nacido en Cuba, y qué feliz voy a ser cuando no esté en Cuba”, y eso es una matriz cultural conectada con un escenario real concreto que explica que ahora mismo pueda haber gente cruzando el río Bravo», precisó. Las expresiones anteriores aluden a la crisis migratoria que vive el país, la más grande de su historia, según las cifras de nacionales que ingresaron ilegalmente a Estados Unidos en los últimos dos años.
La intervención de Fernández también resumió aquellos elementos que, a su juicio, resultan medulares para superar la crisis de valores patrióticos en Cuba. En ese sentido, advirtió: «La combinación respecto a cómo construir un patriotismo que nos permita verdaderamente llegar a un futuro mejor parte por diseñar un proyecto de país exitoso, próspero para sus ciudadanos, capaz de entender la pluralidad y la diversidad que marca la realidad que es Cuba, al mismo tiempo, un proyecto que sea capaz de modelarse comunicativamente de forma atractiva».
Sus reflexiones presenta otros aspectos dignos de analizar desde el punto de vista discursivo y que pueden sintetizarse de la siguiente manera:
- Rechazo de una visión del patriotismo subordinada únicamente a lo geográfico: «hay gente que vivió la vida entera en Cuba y son menos patriotas que José Martí, y hay gente que ahora mismo está en Miami que son más patriotas que algunos que nos podemos encontrar en una calle de Matanzas».
- Influencia de la cultura globalizada —a la que Cuba cada vez está más expuesta— en la configuración de valores patrióticos: «[al patriotismo] lo impugna esa cultura global hegemónica que viene de los centros de poder».
- Reconocimiento de la «crisis profunda» que vive la Isla, a diferencia de lo habitual en medios estatales que evitanel término al referirse a Cuba: «ese patriotismo está impugnado por la profunda crisis que ahora mismo marca la realidad del país».
- Rol del presente y de las proyecciones de bienestar social para el futuro en los imaginarios sociales: «no podemos conectarlo exclusivamente a la idea de la resistencia […] eso es patriotismo, pero la patria también es construcción de futuro, cristalización de sueños, realizaciones colectivas».
Ante todo lo mencionado, el periodista Oliver Zamora, moderador del espacio, cuestionó: «…No hay un estudio que uno pueda hablar de mayorías, de minorías o de por cientos en ese sentido…». De igual manera, destacó que era imposible resistir los momentos actuales sin patriotismo, a lo que su interlocutor respondió: «Hay una columna vertebral de patriotismo que está ahí […] va más allá de esos grandes héroes, […] tiene que ver con el heroísmo cotidiano del ciudadano sin nombre, que está ahí en una cola resistiendo […] pero esa columna permanentemente ha de ser columna que se renueva, se fortalece y es plataforma para alcanzar nuevas metas».
Reacciones y matrices de opinión
A partir de la emisión del programa, la opinión del profesor empezó a ser citada, apoyada o refutada en el ciberespacio. En medios de la oposición se resaltó la idea de que la crisis política cubana era de tal magnitud que hasta los representantes de instituciones estatales se estaban viendo obligados a reconocerla, y ello se evidencia en titulares como «Un profesor cubano desestabiliza la Mesa Redonda con una lección de patriotismo», del periódico 14yMedio.
Activistas opositores como Alexander Otaola, José Raúl Gallego o Julio Llorente dudaron de la sinceridad de las declaraciones del profesor o afirmaron que se trataba de una estrategia del gobierno cubano para «limpiar su imagen» ante la comunidad internacional y que ello repercutiera positivamente en las relaciones con Estados Unidos. Además, le reprocharon haber tenido en momentos anteriores una actitud permisiva ante expulsiones por razones políticas en su facultad y firmado una declaración a favor del gobierno cubano sobre la cual alegaban contenido engañoso.
Las argumentaciones que deslegitimaban la intervención de Fabio Fernández en su mayoría parten de dos postulados: 1. La censura del gobierno cubano es cabal y constante ante cualquier criterio de naturaleza crítica. 2. Resulta imposible que un representante de una institución estatal sostenga una postura honesta ante las problemáticas del país.
Sin embargo, ambas miradas niegan las múltiples mediaciones que pueden existir en la construcción de relatos mediáticos aun en Estados autoritarios, como la coexistencia y contradicciones de diversas tendencias ideológicas dentro del aparato burocrático.
Por su parte, defensores del gobierno cubano como Rodrigo Huaimachi, Bernard Hernández, Ernesto Guerra, y perfiles anónimos como Tirador Cubano, también contradijeron las palabras de Fabio Fernández. En primer lugar, reforzaron la premisa de que no existían estadísticas que permitieran afirmar la pérdida de valores patrióticos entre los cubanos; en segundo, adujeron que era posible ver muchos jóvenes patriotas en la Isla, y en tercero, señalaron que la principal causa de cualquier dificultad en Cuba eran las agresiones externas.
Unido a esto, indicaron un presunto «peligro» de que personas influyentes dentro de las instituciones cubanas expusieran públicamente criterios como el del panelista, insinuaron que dicha actitud entraba en contradicción con las ideas «revolucionarias» o «de izquierdas» y llegaron hasta requerir que fuera «impugnado». Asimismo, llamaron a realizar una campaña en redes sociales para demostrar la falsedad de las citadas afirmaciones.
Ante la arremetida de ambos extremos, figuras públicas de diversas filiaciones ideológicas salieron en defensa del profesor. Por ejemplo, en la red social Facebook, la periodista Yaimara Torres se preguntó: «¿Quién dijo que para opinar hay que basarse siempre en la ciencia? No hay peores ciegos que los que no quieren ver. Pero así vamos, ciegos… Y de paso machucamos a quienes dicen las verdades…».
El traductor Arturo Mesa aseveró: «Manipular es también decir que Fabio apoyó las detenciones, las expulsiones y el régimen dictatorial y antidemocrático en Cuba. Yo también fui expulsado y a ninguno de mis colegas les recrimino si no me apoyaron públicamente».
Por su parte, Raúl Garcés, quien fuera decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, comentó: «Mientras más veo la intervención de Fabio Fernández, más me pregunto a qué tanto revuelo. ¿De veras todavía no sabemos que todo lo que dijo es cierto?».
«Más bien debiéramos vanagloriarnos de que la Mesa Redonda le haya dado voz, o de que Granma haya reproducido largos fragmentos de Fernando Martínez Heredia dedicados a un debate sobre el patriotismo».
El patriotismo en Cuba: ¿Qué dice la ciencia?
El argumento más frecuente para objetar la afirmación del profesor ha sido la no existencia de estudios que, desde una muestra probabilística y representativa, la respalden; sin embargo, no ha sido visible un cuestionamiento de quienes lo sostienen a la razón de su ausencia.
Cuba cuenta con un Centro de Estudios Sociopolíticos y de Opinión subordinado al Comité Central del Partido Comunista, cuyo objetivo es, precisamente, investigar la opinión política en el país; mas los resultados de sus análisis no se han hecho públicos hasta el momento. En el sitio web de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) tampoco es posible encontrar el procesamiento de ningún instrumento que ofrezca pistas sobre el tema.
Captura de pantalla del sitio web de la ONEI.
Una búsqueda en la literatura científica producida en Cuba y publicada en revistas académicas en los cinco últimos años arrojó dos textos que, si bien no utilizan muestras probabilísticas ni representativas del total de cubanos, abordan la identidad nacional desde medidores de identificación de los cubanos con su país.
En 2019 una investigación realizada por la facultad de Psicología de la Universidad habanera y publicada en la revista Estudios del Desarrollo Social, indicó que «el patriotismo y la solidaridad son valores sobresalientes en la autoimagen del cubano, cualidades socio-morales que hacen sentir orgullo de la pertenencia a esta nación». El estudio se hizo a partir de una consulta a cien estudiantes universitarios cubanos y la principal técnica de investigación fue el análisis de dibujos.
En contraste, una encuesta ejecutada por la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, cuyos resultados fueron publicados en la revista Integración Académica en Psicología, en 2022, con una pequeña muestra no probabilística de cien personas residentes en las provincias centrales, concluyó: «Se apreciaron bajos niveles de identificación y fusión de identidad con el país como tendencia».
El estudio evidenció altos porcentajes de desacuerdo con expresiones como «Soy fuerte porque mi país me hace fuerte» y «Mi país soy yo»; no obstante, los encuestados afirmaron como tendencia estar de acuerdo con tener «un vínculo emocional profundo» con su nación.
El más reciente artículo, a diferencia del primero, identifica el rechazo de los entrevistados a determinadas condiciones tradicionalmente entendidas como patrióticas como la fortaleza del país. Aunque el estudio no indaga en razones o justificaciones de las respuestas, bien pudiera inferirse que la actual crisis socioeconómica influye en la disparidad de los resultados. Sin embargo, la inexistencia pública de estudios con una muestra mayor y estadísticamente probabilística, impide probar o rechazar categóricamente esta hipótesis.
Una pesquisa de tal magnitud implicaría acceso autorizado a las fuentes y el procesamiento de grandes volúmenes de información, por lo cual, necesitaría apoyos institucionales y una voluntad de las máximas autoridades del país para realizarla y luego publicar sus resultados. Al no existir, ¿están condenados los analistas cubanos a desconocer aspectos de su realidad solo porque estos no se hayan podido, o no se les haya permitido, cuantificar?
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Aunque existe diversidad entre las diferentes opiniones que cuestionan la intervención de Fabio Fernández, estas presentan rasgos generalizables. Por un lado, es visible la asunción automática como enemigo peligroso de cualquier persona que emita un juicio crítico sobre la realidad nacional y el llamado a que esta sea anulada o retirada de sus espacios en las instituciones; por el otro, la cancelación de un argumento por la ideología política de su portador [Falacia ad hominem]. Dichas expresiones pueden entenderse como indicadores que muestran la manera en la que el extremismo y la polarización política lastran la cultura democrática en la Isla.
Un proceso de diálogo que resulte en una nación plural debe atender las causas y consecuencias del fortalecimiento de los mencionados extremos, y expandir la naturalización del debate respetuoso que busque llegar a acuerdos desde las diferencias.
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