Un pastor en las UMAP

Foto: CCRD-C

El primer llamado del Servicio Militar Obligatorio (SMO), en 1965, estuvo acompañado del triste episodio de la creación de las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), concebidas como escuelas para reeducar a aquellos jóvenes que se negaban a tomar las armas, o eran considerados como lacras sociales (delincuentes, pre-delincuentes, religiosos, homosexuales, drogadictos, rockeros, etc). El segundo llamado ocurriría en junio de 1966. El tercero, por suerte, nunca se haría.

En trenes herméticamente cerrados y custodiados por guardias armados eran llevados para el norte de Camagüey donde pernoctaban en campamentos improvisados, totalmente incomunicados y protegidos por el secreto militar. En total hubo unos 25,000 alistados (35 batallones, de 3-4 compañías, con 120-150 hombres). Con el tiempo, la difusión paulatina de lo que allí ocurría provocó una fuerte repulsa interna y externa que se expresó de variadas formas y llevó a su cierre gradual, tras una existencia relativamente efímera, pero terrible.

Desde finales de 1966 una parte de los reclutas fueron desmovilizados; los últimos lo harían en junio de 1968. En total, duraron dos años y siete meses. El 1-9-2010 el Granma publicó la segunda parte de la entrevista de Fidel con Carmen Lira Saade, directora de La Jornada, donde al abordar la experiencia de las UMAP le confiesa: “fueron momentos de gran injusticia, ¡una gran injusticia! (…) Si alguien es responsable, soy yo”.

Aunque se han divulgado algunos testimonios de víctimas de las UMAP, aún es poco conocido que hubo reclutas que lucharon abiertamente desde dentro por reivindicar su honor pisoteado y el derecho inalienable a participar en la edificación de la nueva sociedad, sin tener que renunciar a sus valores y creencias personales. Ese es el caso del joven pastor bautista Raimundo García Franco[1] que nos presenta en toda su intensidad el libro testimonial Llanura de sombras. Diario de un pastor en las UMAP que el Departamento de Publicaciones del cardenense Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo−Cuba (CCRD-C) sacara a la luz a inicios de este 2019.

Lo más dramático del texto es que se trata de un diario y cada palabra que leemos fue escrita por entonces, en medio de los dolores, iras, dudas y temores de aquellos días. El lector podrá apreciar cómo, cuando parecía que el infierno se abría en la Tierra para aquellos creyentes, la fuerza de su fe y la aparición de personas justas y honestas entre aquella caterva de reclutas/presos y  combatientes/carceleros, daba fuerzas nuevas para sobrevivir y resistir las presiones más odiosas.

El diario se inicia en la noche del domingo 21 de noviembre de 1965, cuando el joven pastor se presenta el Departamento de Orden Público de Sagua de Tánamo a responder la citación del SMO y es llevado hacia aquel lugar de incertidumbre, sin que la familia conociera su paradero.

A partir de su relato de vida –donde los horrores del mundo físico provocan constantes dudas y meditaciones de índole teológica, social y política— desfilan ante nosotros los diferentes actores  de aquel circo humano. Los primeros son los hermanos de la iglesia bautista y de otras congregaciones evangélicas, unidos ante el rigor de los castigos. En particular se describen los choques entre el fundamentalismo de los Testigos de Jehová y el de los carceleros menos instruidos, y quizás por ello más soberbios.

A esto se agrega la creciente desesperación de las familias ante la falta de noticias y la resistencia callada y tenaz de padres, hermanos y novias/esposas ante el calvario de sus hombres jóvenes. Al paso, brotan también las evidencias del mundo aún más dramático y sórdido de los reclutas homosexuales y drogadictos, acosados hasta el paroxismo por guardias y otros reclusos, al punto siempre del resquebrajamiento psíquico.

En particular, abren nuevas perspectivas de análisis las observaciones sobre los distintos tipos de oficiales y guardias en las UMAP. Desde los más abusivos y extremistas, hasta los honestos y humanistas que luchaban por la justicia y la disciplina militar y salvan la imagen de las FAR aun en aquellos campos de trabajo forzado. A estos últimos se unen la poca gente del pueblo que se atrevió a comunicarse y ayudar, en la medida de sus posibilidades, a aquellos seres condenados. En el extremo opuesto, llama la atención la actitud apática por parte de la jerarquía de las iglesias que poco hicieron por presionar para que liberaran a los hermanos injustamente encarcelados.

El libro termina el  jueves 23 de noviembre de 1967 cuando, en medio de la mayor crisis existencial y tras más de una semana de escaparse de su unidad, el pastor escribe sus meditaciones finales. De ellas extraigo este fragmento que sigue vibrando hoy:

Ya las UMAP son monstruosas. Han durado demasiado. Aquello es algo kafkiano, enajenado y enajenante, que aplasta debido a sus absurdos. La única esperanza que existe allí es la de salir. No se puede permitir que en este siglo una revolución viva de espaldas al ser humano. No solo de pan vive el hombre, hay que cuidarlo en toda la extensión de su personalidad, para no sumirlo en la angustia, para no anonadarlo. Una revolución debe cuidar que surjan personas íntegras y no seres en los cuales se haya castrado la sensibilidad humana.

Un inédito testimonio gráfico acompaña al texto con fotocopias del diario, documentos y objetos de la época y fotos del autor, reclutas, oficiales, guardias y otras personas. Gracias al Rev. Raimundo, a su hija Ritica, actual directora del CCRD-C, por escribir, publicar y poner al alcance de los lectores de LJC este libro cardinal. Una visión desde dentro, honesta y comprometida, escrita para hacer reflexionar sobre el sentido, el valor, el contenido de la vida y los derechos de cada individuo. Un texto imprescindible para entender esta página tan olvidada y manipulada de la historia de la Revolución Cubana.

[1] Actualmente es Reverendo jubilado de la Iglesia Presbiteriana-Reformada. En 1992 creo el CCRD-C en Cárdenas. Ha ocupado cargos en el Consejo de iglesias de Cuba y el Fondo del Primado de la Iglesia Anglicana de Canadá. En Cuba y otros países ha promovido la reconciliación y la paz.

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12 comentarios

Tony 16 agosto 2019 - 8:15 AM
Interesante que ya se comience a publicar en Cuba, los horrores que sufrió la juventud cubana en esas décadas tristes del estalinismo a raja tabla, hasta ahora, esas injusticias siempre estuvieron silenciadas en la isla y las únicas voces que gritaban por ¨justicia histórica¨ provenían de los exiliados cubanos. ;) Saludos
Pepito 16 agosto 2019 - 8:27 AM
¿Cómo obtengo el libro? Está también Dios no entra en mi oficina, de Alberto González.
Silvio Rodríguez Domínguez 16 agosto 2019 - 8:32 AM
Con todo respeto, el primer llamado al Servicio Militar Obligatorio no fue en 1965 sino en abril de 1964. Lo digo con conocimiento de causa porque yo integré aquel primer grupo de miles de jóvenes. Otro error, evidentemente porque quien escribe es un joven que no vivió aquellos años, es afirmar que el SMO y las UMAP fueron creados simultáneamente. Eso no es cierto. Las UMAP existían desde antes; inicialmente fueron unidades de trabajo a donde se enviaban a soldados y oficiales de las FAR que habían cometido indisciplinas. Algún tiempo después de existir fue que empezaron a enviar civiles. También es correcto aclarar que, después del primero, hubo muchos llamados al SMO. Sólo durante los tres años y tres meses que duró mi servicio militar (1964-1967) hubo 4 llamados.
Mike L Palomino 18 agosto 2019 - 2:17 PM
Chencho Cedeño, en la clase de Matemática, le señalaba a la Dra. Casadevals, formada con todo el rigor de la enseñanza republicana, y con el pizarrón lleno de símbolos y números de una difícil demostración, Doctora, le falta la tilde a esa T...
Carlos 16 agosto 2019 - 11:05 AM
Triste pero real. Las UMAP fueron muy dañinas, destruyeron muchas vidas y cometieron crímenes de lesa humanidad
mariojuanvaldes 16 agosto 2019 - 11:53 AM
Querido Silvio. Gracias por los comentarios. El primero parte de una redacción incorrecta del párrafo porque me refería a llamados a las UMAP, no al SMO. Estos últimos fueron muchos mas. Lo verificare todo con otras fuentes y escribiré una precuela sobre los antecedentes de las UMAP y una secuela, porque aún tras su desmontaje continuó la represión a los jóvenes considerados diferentes inadmisibles. Salud y èxitos en todos sus proyectos
mariojuanvaldes 16 agosto 2019 - 12:20 PM
Estimado Pepito El libro puedes descargarlo al instante desde el link que pusimos en el post. Disfrútalo y después intercambiamos. Salud y éxitos
Pepito 16 agosto 2019 - 2:15 PM
Gracias
elberrao 16 agosto 2019 - 2:33 PM
Es este libro el primer paso que se da oficialmente(de otra forma no se permitiría su públicacion) para levantar la censura de tantos años de abusos e ilegalidades cometidos por y en nombre de la revolución....hoy en el mundo civilizado se reclaman recompensas para los desendientes de los esclavos negros arrancados de su nativa Africa.....a quien podrán reclamar en Cuba las victimas de esos campos de concentración....que según el dr Castro ”fue un error y una injusticia”....ignorada pero no negada hasta ahora...
Carlos Manuel Estefanía Aulet 17 agosto 2019 - 1:20 AM
Un libro sobre la UMAP, eso si son signos de cambios en Cuba, comparo la noticia en https://www.facebook.com/CubanuestralaprimeradeEscandinavia/
Mike L Palomino 17 agosto 2019 - 11:57 AM
Mario Juan; Parece que por esa época hubo la práctica de engañar a la gente. El 15 de noviembre yo iba en una guagua con otros ciento y pico supuestamente hacia La Habana para becarnos en una Secundaria Rural, como decía un folletín del Mined. En Bayamo nos desviaron hacia lo que había sido una especie de reformatorio juvenil. Era una escuela secundaria agropecuaria con una disciplina militar. Yo tenía 14 años y no podía explicarme aquello. Algunos padres recobraron sus hijos pero yo no tuve suerte porque los míos eran fidelistas. El abuso era tal que el director, que vivía en una especie de hacienda, mereció el apodo de fuhrer. Nos mudaron un año después para la hacienda del fuhrer, llamada La Cachanga. Allí hicimos una huelga por la explotación y los atropellos. Todo lo que producíamos se lo llevaban funcionarios del gobierno y del flamante partido. Vino un capitán del ejército, nos aleccionó sobre el hecho de que los huelgas eran para la república mediatizada y nos castigó a trabajos forzados. Nos cambiaban de campamento en la región de Bayamo constantemente y a cualquier hora. Una vez llegamos a un corral de vacas abandonado donde el fango seco guardaba las huellas de los cascos. A las 10 de la noche nos trajeron sacos vacíos de azúcar que sacudimos para acostarnos en el suelo. Otra vez que estábamos cortando marabú mi hermano fue a verme y al vernos tan flacos, convenció a mis padres de que me sacaran de allí.
Armando G. Munoz 27 agosto 2019 - 3:05 PM
De la novela inédita de mi autoría, "Cuando sangran los recuerdos", capítulo dedicado a los crímenes de la UMAP. ¿Dónde estamos? Nos preguntamos sin palabras. ¿Qué hacemos en aquel desconocido lugar? ¿Qué hicimos para merecer semejante castigo? ¿Cuál fue nuestro error? El error fue ser jóvenes, solo ser jóvenes y confiar en la revolución, ser jóvenes y nacer en el país, el momento y en una etapa de la historia equivocada. Callamos; las respuestas para tantas interrogantes no existen ni tienen cabida en nuestros atormentados cerebros. En la puerta de la alambrada nos recibe un cartel escrito apresuradamente sobre una madera: “El trabajo te hará hombre”. Recordé rápidamente el lugar donde había leído esta frase antes, del que había sido copiada, lo recordé, y el recuerdo me erizó la piel, la frase “El trabajo os hará libre” estaba escrito con letras de metal en la puerta del campo de concentración de Auschwitz, todos sabemos el final de cada uno de los judíos concentrados allí, ¿en Cuba, al no existir judíos para perseguir, se perseguían a los jóvenes por pensar diferente?, tener una “conducta impropia” nos convierte en una “non persona”. Sin dudas estamos en la puerta de un campo de concentración de nuevo tipo, de un campo de concentración copia de los alemanes, quizás de algunos más modernos, al estilo de los “gulags soviéticos” o de “los campos de trabajo forzado para homosexuales” de la Bulgaria de Todor Zhivkov, un campo de concentración y trabajos forzados de la revolución auto proclamada como la revolución de los “humildes y para los humildes”. Con solo atravesar la alambrada nuestros pies pesaban inmensamente, sintiendo la carga de las cadenas, hasta se puede escuchar su sonido mientras se arrastran sobre la tierra. Con los mismos pasos que se dirigen los condenados al patíbulo, continuamos hasta lo que sería a partir de ese momento el área de formación. Realizado un apresurado pase de lista los camiones se marchan, habían cumplido la tenebrosa misión de transportar a los marginados de la nueva época, quizás su prisa era por los viajes que aún les falta hacer, nuevos viajes para entregar su carga de lacras. Nos alumbran con mechones provenientes de latas de galón donde se queman pedazos de sacos empapados de petróleo, haciendo más lúgubre la noche. La danza incansable de las llamas reflejaba nuestras sombras en las paredes de las barracas haciéndonos lucir como fantasmas danzantes, como delirantes marionetas de un cruel destino. …-Soldados, ustedes han sido traídos a este lugar por orden expresa del partido, el alto mando del Ejército y el comandante en jefe, ustedes, con su decisión de querer abandonar la revolución e irse a vivir a la madriguera de la gusanera del norte, al imperio que por tantos años nos oprimió y limitó las libertades, declararon su traición a la revolución, no son merecedores de llevar el honroso uniforme verde olivo que tanta sangre y vidas dio por lograr lo que hoy tenemos, un país libre del la injerencia yanqui, un país que no es colonia del imperialismo. Ustedes dejan de ser aguerridos soldados listos para la batalla, la defensa de la revolución y pasan a formar parte de las fuerzas de apoyo a la producción, cambian sus fusiles, los que no son dignos de llevar, por el machete, la lima y la guataca, ustedes con su trabajo darán de comer al pueblo revolucionario y a los que están dispuestos a dar su vida por Cuba y Fidel, ustedes lo decidieron, ahora no podrán dar marcha atrás... ¿Cómo era posible tanta mentira?, nos habían engañado miserablemente, nos prometieron la baja del Ejército y ahora nos convertían en esclavos agrícolas, en esta revolución no se podía ser honesto, debías tener dos caras, una revolucionaria para enfrentar tanta estafa y humillación, y otra cuando te mirabas en el espejo, en la tranquilidad de los tuyos, ¿a dónde pretendían llevar al país?, un país donde no existen leyes, no se respeta la dignidad de los ciudadanos, donde la mentira se impone sobre la verdad, donde el Gobierno miente a diario en cada acto ante el pueblo, en cada decisión tomada a sus espaldas. Terminada la arenga pasamos a las barracas, el piso de cemento era un logro, estas al menos tenían piso. Recordé mi primera noche en el monte de Santa Lucía, los trabajos pasados, la construcción de la unidad, de los baños, de cada edificación, de cada lugar, aquí todo parecía estar hecho, aquí sólo vendríamos a ser esclavizados y vigilados como los peores delincuentes. Sin hamacas nos tiramos en el duro piso, algunos pusieron partes de sus exiguas pertenencias a manera de colchón, los maletines para almohada, la danza del fuego continuaba, dejando entrar alguna luz dentro de la barraca y el silencio de todos, nadie hablaba, las miradas perdidas en el oscuro techo buscando salvación. Alguien sollozó, se escucha un lamento, una pregunta. -¿Por qué Dios? ¿Qué hicimos, por qué nos castigas así? ¿Qué pasó en este país, se encamina hacia la destrucción, hacia el abismo de la desmoralización?- Nadie respondió, seguro en la mente de los cincuenta jóvenes hacinados sobre el duro piso, las preguntas siguieron martillando el cerebro de cada uno sin encontrar respuesta, sin saber la razón, sin saber si Dios se había olvidado de esta nación o nos dejaba a merced del libre albedrio de la revolución, “La gran estafa” de que hablaba Eudocio Ravines en el lejano año 1952.

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