«Palabras» no solo a los intelectuales

Primera Declaración de La Habana (Foto: Raúl Corrales)

En el primer lunes de la primavera de 1959, el periódico Revolución circuló un suplemento que, en sus dos años y siete meses de existencia, se convirtió en una de las publicaciones culturales más vanguardistas de América Latina.  Codirigido por los escritores Guillermo Cabrera Infante y Pablo Armando Fernández, junto al pintor Raúl Martínez, desde su primera edición Lunes de Revolución visibilizó la diversidad [y las contradicciones] política, ideológica y estética existente en los diferentes actores y grupos del campo cultural comprometidos con la revolución triunfante.

El semanario acogió académicos, escritores y artistas que, si bien apoyaron el proceso, no ocultaban sus críticas a determinados aspectos de la construcción del socialismo en la Unión Soviética y sus satélites europeos. Buena parte de sus «dardos» fueron dirigidos especialmente a la política cultural de Moscú, para disgusto de la dirección del veterano Partido Socialista Popular (PSP), embajador informal del Kremlin en Cuba.

La diversidad de concepciones sobre el arte y la cultura que convergieron en Lunes, sus críticas al dogmático marxismo soviético y algunos textos considerados anticomunistas, provocaron tensiones entre diferentes segmentos de la intelectualidad insular.

Lunes de Revolución, sin embargo, continuó navegando en turbulentas aguas hasta encallar en la polémica generada por el estreno de un documental de apenas trece minutos —número maldito—, que cometió el «desatino» de registrar el desparpajo nocturno en los alrededores del puerto habanero. Sus escenas en blanco y negro, según los censores, contrariaban la imagen que debía proyectar un país en revolución.

Dirigido por Sabá Cabrera Infante y Orlando Jiménez Leal, el cortometraje PM se exhibió en la TV Revolución, que junto a Ediciones R, fue otro de los emprendimientos mediáticos concebidos por Carlos Franqui, director del periódico Revolución. En mayo de 1961, la comisión que analizaba y clasificaba los filmes producidos e importados al país, prohibió la exhibición del cortometraje tras determinar que atacaba los intereses del pueblo y de la Revolución.

Desde su columna en el periódico Hoy, la intelectual comunista Mirta Aguirre expuso que la interdicción del corto se justificaba ya que este le hacía el juego a la contrarrevolución. Por su parte, Alfredo Guevara, director-fundador del ICAIC, consideró que el filme mostraba el peor de los mundos (prostitución, alcoholismo, drogas, etc.), algo incompatible con aquellos tiempos del naciente cine revolucionario, financiado por el Estado para más señas.

La agitación generada por tal fallo se prolongó durante semanas. Además de numerosos artículos a favor y en contra, alrededor de doscientos intelectuales y artistas firmaron una declaración colectiva pidiendo el levantamiento de la censura.

La polémica sobre cuáles deberían ser los principios rectores de la política cultural de la Revolución Cubana alcanzó un nivel tan alto que, a ojos del gobierno, amenazaba la unidad del campo cultural. El 30 de junio de 1961, en un intento por contener las desavenencias, Fidel Castro pronunció, en la tercera y última de una serie de reuniones en la Biblioteca Nacional, el discurso que pasó a la posteridad como Palabras a los intelectuales.

A pocas semanas de la victoria en Playa Girón, y en momentos en que la unidad era garantía de resistencia y continuidad de la Revolución, Fidel trazó los límites de las libertades de creación y expresión. De acuerdo con el dirigente cubano, el grado de libertad del que artistas e intelectuales gozarían, dependería de su identificación y apoyo a los principios, la ideología y las políticas implementadas por el Gobierno Revolucionario en las más diversas áreas.

Así las cosas, los incondicionales al proceso percibirían mayores posibilidades para desarrollar su trabajo creativo, mientras que los no dispuestos a entregarlo todo en favor de la construcción socialista, verían aparecer, y se preocuparían, por las restricciones impuestas a la libertad de creación y expresión.

Seguidamente definió, de forma ambigua, los criterios de inclusión-exclusión que rigen hasta hoy, no solo las políticas cultural y de comunicación social en el país, sino también las relaciones entre el Partido-Estado-Gobierno, la sociedad civil y los ciudadanos:

«(…) dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada. Contra la Revolución nada, porque la Revolución tiene también sus derechos y el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir y frente al derecho de Ia Revolución de ser y de existir, nadie. Por cuanto la Revolución comprende los intereses del pueblo, por cuanto la Revolución significa los intereses de la Nación entera, nadie puede alegar con razón un derecho contra ella».

En un solo párrafo, tan breve como potente, se estableció la primacía de los derechos de la Revolución —el Estado— sobre el ejercicio de los derechos civiles y políticos de los ciudadanos.

Es muy probable que las decenas de personas que tuvieron el privilegio de escuchar directamente al líder de la Revolución, no percibieran la relación entre las palabras pronunciadas aquella tarde de junio y la conferencia impartida por Blas Roca en el programa Universidad Popular, transmitido el 11 de septiembre de 1960.[1]

Blas Roca

Durante poco más de una hora, el secretario general del PSP explicó a la teleaudiencia la forma en que el marxismo soviético definía el concepto de libertad, su alcance y funciones en el socialismo. Después de remontarse a la Constitución francesa de 1791, para criticar el carácter abstracto de los derechos civiles y políticos allí reconocidos, Roca argumentó que la sintonía entre los intereses individuales y la actividad de cada ciudadano en defensa de la Revolución era necesaria para sentirse libre en la nueva sociedad que se construía.

En el intento de potabilizar uno de los principales dogmas del marxismo soviético, el dirigente comunista expuso la necesidad del dominio adecuado de las leyes que regían el desarrollo histórico, lo que sugeriría la limitación de los derechos civiles y políticos —burgueses— que pudieran retardar el inevitable triunfo del socialismo en el mundo.

Los dogmas defendidos por Blas Roca justificaban la subordinación de los derechos ciudadanos, de la actividad científica, la educación y la producción de bienes simbólicos, a los objetivos definidos por la vanguardia revolucionaria. De la aceptación y sometimiento a las leyes del desarrollo histórico dependería la libertad que percibiesen los ciudadanos. De esta forma, la libertad estaba asociada a la concordancia con la ideología de la Revolución, la disciplina y la participación en las tareas encomendadas por la dirección del país.

El profesor e investigador Fernando Martínez Heredia expresó en 2016 que la primacía de la Revolución implicó el derecho a controlar la actividad intelectual y la libertad de expresión siempre que fuera necesario. En su análisis consideraba un contexto específico, caracterizado por amenazas reales y constantes de detener y destruir el proceso, inclusive, por medio del magnicidio de sus dirigentes.[2]

No obstante, las limitaciones de los derechos ciudadanos dejaron de ser una cuestión coyuntural para convertirse en una práctica inherente al régimen político cubano, lo que fue codificado en la Constitución de 1976.

Esas restricciones responderían, entre otros factores, a la necesidad de preservación del Estado, a una cultura política secular que pondera la beligerancia en lugar del diálogo y la intolerancia en detrimento del respeto a la diversidad de ideas; a la adopción del marxismo-leninismo como ideología de Estado y al denominado síndrome de plaza sitiada, generado por el diferendo Estados Unidos-Cuba.

Uno de los fragmentos más interesantes del referido discurso de Fidel Castro es donde se acuña la legitimidad de la censura por parte de las autoridades revolucionarias. Para Fidel, la importancia del cine y la televisión para la educación y la formación ideológica del pueblo ameritaba que el gobierno regulara, revisara y fiscalizara las películas que serían exhibidas.

En una época en que los procesos de comunicación se concebían desde la óptica de los modelos transmisivos —para los cuales los receptores eran pasivos, acríticos y manipulables por los mensajes difundidos desde los medios—, el dirigente cubano concebía al pueblo, al menos en aquel discurso, no como sujeto de la Revolución, sino como objeto de la misma, y advirtió que los que no actuaran pensando en «la gran masa explotada» que esperaba ser redimida, carecían de «actitud revolucionaria».

La reivindicación del control estatal sobre los medios de comunicación, la defensa de la censura y la necesidad de que los artistas e intelectuales — incluyendo a los periodistas—, se convirtieran en militantes de la Revolución; se asientan en una concepción instrumentalista del arte, la literatura, la educación y la comunicación social. Una perspectiva que si bien era afín a las prioridades inmediatas del proyecto revolucionario, nunca ha contribuido a la necesaria autorregulación de los medios de prensa cubanos ni a elevar la calidad del periodismo, como reconoció el periodista y profesor Julio García Luis.

Los intercambios de representantes del campo cultural cubano con la dirigencia de la Revolución, intentaron reducir las fricciones entre los artistas intelectuales nucleados en Lunes de Revolución (que recibieron el apoyo de Haydée Santamaría, presidenta de Casa de las Américas), el ICAIC y el Consejo Nacional de Cultura, con motivo de la censura del documental PM.

Alfredo Guevara y Haydee Santamaría (Foto: Fernando Lezcano/Granma)

No obstante, Palabras a los intelectuales también denotó los desafíos de los dirigentes cubanos para lidiar con la diversidad y el disenso ideológico, estético y político en una sociedad civil conformada por creadores que concebían el arte con y para la Revolución, pero sin subordinarla al poder político ni convertirla en mera propaganda partidista.

Artistas e intelectuales se veían a sí mismos como sujetos activos, dispuestos a contribuir con sus conocimientos al proceso de cambios, no por arrogancia o complejo de superioridad, sino porque entendían el arte, la Revolución y la relación entre ellas desde perspectivas que diferían con la de los políticos y militantes.

Sería deshonesto afirmar que Palabras a los intelectuales fue tan solo el anuncio-oda a la censura oficial y a la coerción de la libertad de expresión. Allí se presentaron las líneas generales de una política cultural que, entre otros aspectos, socializó el acceso a la cultura de la mayoría de los ciudadanos y regularizó la formación artística de miles de niños, adolescentes y jóvenes de origen humilde en las Escuelas Nacionales de Arte, conservatorios e instituciones culturales. Una generación formada por hijos de humildes trabajadores del campo y la ciudad, que en un par de décadas se integró a la vanguardia cultural de la Isla.

A pesar de la trascendencia del acontecimiento, en su momento la prensa revolucionaria no reprodujo ni reseñó la intervención de Fidel Castro. De acuerdo con la historiadora Ivette Villaescucia, por esos días los medios de comunicación destacaron la reunión de Fidel con periodistas extranjeros y de esa forma, la opinión pública nacional quedó al margen de lo discutido entre las vanguardias artísticas y políticas del país.[3]

Ese silencio, apunta Villaescucia, puede ser resultado de la presencia de militantes del PSP en el Consejo Nacional de Cultura y en la Comisión de Orientación Revolucionaria, dos de los órganos responsables del control de los medios de comunicación. Por mi parte, creo improbable que el silenciamiento de la prensa revolucionaria no contase con el aval de la dirección política del país.

Lo cierto es que la intervención de Fidel en la polémica garantizó la tregua que propició la creación de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), el 22 de agosto de 1961, como un espacio de convergencia y representación de las categorías intelectual y artística del país y un canal de comunicación entre el gremio y el poder político.

Amén de su carácter paraestatal, en el momento de su fundación la UNEAC fue un contrapeso al poder que venía acumulando el Consejo Nacional de Cultura, cooptado por cuadros del PSP que, como Edith Buchaca y Mirta Aguirre, eran entusiastas de la instrumentalización de la creación artística y literaria en función de los objetivos políticos del Estado.

Al mismo tiempo, la creación de la UNEAC afectaría la centralidad que Lunes de Revolución ganó en el campo cultural desde su fundación. Para la historiadora Silvia Miskulin, el cierre definitivo del seminario cultural fue resultado de las maniobras políticas ejecutadas por militantes del PSP desde el Consejo Nacional de Cultura y la Comisión de Orientación Revolucionaria. La independencia de sus editores y el carácter cosmopolita, ecléctico y antidogmático de Lunes…, afirma Miskulin, contravenían la política cultural que el Estado cubano comenzaba a implementar desde instituciones dirigidas por veteranos pesepistas.[4]

Mirta Aguirre (Foto: poesi.as / Archivo)

La publicación del último número de la reconocida publicación cultural, el 6 de noviembre de 1961, marcó el inicio del ocaso del ambiente de relativa apertura y pluralismo que caracterizó el primer trienio del proceso revolucionario en Cuba. En enero del año siguiente comenzaría a circular la revista Unión, que junto a La Gaceta de Cuba y la revista Casa de las Américas, compensaron el vacío dejado por el semanario.

Ivette Villasescucia apunta que la desaparición de Lunes de Revolución coincidió con un proceso de fusión de varios medios de prensa, condicionado por la búsqueda de unidad entre las fuerzas revolucionarias, el conflicto con los Estados Unidos y las características personales de los sujetos involucrados en la transformación del sistema mediático cubano.

En ese contexto, la clausura de Lunes de Revolución y de los diarios Prensa Libre, Combate y La Calle, y la posterior creación de nuevas publicaciones, fueron parte del esfuerzo para atenuar u ocultar las discrepancias ideológicas y políticas entre el Movimiento 26 de Julio, el Directorio Revolucionario y el PSP.

La unidad lograda entonces exige hasta hoy una disciplina casi militar, unanimidad política e ideológica y divorcio entre la agenda mediática y la agenda pública en los medios de comunicación. Todo ello se traduce en las dificultades de la prensa estatal para satisfacer las demandas informativas y expresivas de buena parte de la ciudadanía.

Seis décadas después del memorable discurso, no existe una definición clara y objetiva del significado y alcance de la expresión: «dentro de la Revolución todo, contra la Revolución, nada». Al recordar Palabras a los intelectuales no puedo dejar de señalar la ambigüedad —o precisión, según se vea— del párrafo frecuentemente evocado para legitimar la criminalización del disenso y, consecuentemente, la muerte civil, la violencia simbólica y física, y la exclusión de ciudadanos que por no entrar en los recios moldes del modelo revolucionario, son reducidos, contrariando la ley, a la categoría de no personas.

Comprendo que al triunfar, una Revolución —y la cubana no fue la excepción— no es un estado de derecho, pero su principal objetivo debe ser alcanzarlo. Y, una vez proclamado, gobernados y gobernantes deben atenerse a él.

***

[1] Blas Roca: «Los regímenes sociales y el concepto de libertad», Noticias de Hoy, 13 de septiembre de 1960, p. 2.

[2] Fernando Martínez Heredia: «Acerca de “Palabras a los intelectuales”, 55 años después», Tareas, no. 154, septiembre-diciembre, 2016, pp. 63-75.

[3] Ada Ivette Villascucia: «La prensa cubana en el primer decenio de la Revolución», Revista Mexicana de Ciencias Agrícolas, vol. 2, octubre, 2015, pp. 101-109.

[4] Silvia Miskulin: Os intelectuais cubanos e a política cultural da Revolução: 1961-1975. São Paulo, Alameda, 2009.

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Réquiem por Guiteras

21 comentarios

Jose Varela 23 junio 2021 - 6:23 AM
No hay manera de que los autores escriban textos mas cortos, mas afines con el medio en que SE desenvuelven? Con todo el respeto pero ha escrito ud un folletin tan extenso, que en un dia de verano, es imposible de digerir. Saludos
Alexei 23 junio 2021 - 5:00 PM
Amigo, los folletines eran aquellas novelas cortas como las de Corín Tellado. El texto aborda uno de hechos más polémicos de la Cuba revolucionaria. En un contexto caracterizado por la polarización extrema hay que darle más peso al dato. La idea, por eso la extensión, es familiarizar al lector con aspectos de los que no se habla tanto. Créema: mucha más información se quedó en el tintero. Me disculpo por la molestia que le cause.
Lupin 24 junio 2021 - 8:21 AM
No lo lea, no está obligado, no es un "deber de todo revolucionario" leer todo lo que se publican aquì. No faltarà la critica facil y desatinada. Enfin que siempre podrá leer otra cosa, como el Granma o el Juventud Rebelde que al fin es lo mismo, seguro que los encontrará Ud muy instructivos y refrescantes para un dia de verano sentado en la taza del baño.....
Eva 24 junio 2021 - 11:12 PM
ja, ja, ja Excelente para mi, que trato de hilvanar tanto la historia que no encuentro el principio de nada.Gracias al autor y a LJC Saludos
Orl 23 junio 2021 - 7:45 AM
El documental PM fue censurado. Lo que querían era tener a las mujeres haciendo guardias de 11 PM a 2 AM y luego los hombres hasta las 5 AM. Jajaja.
Manuel Figueredo 23 junio 2021 - 10:04 AM
Un poquito largo,pero siempre comprendiendo adonde nos quiere llevar el escritor.Voy a concluir diciendo que seguimos de mal en peor con una ideología marxista que no termina de cuajar y por ende una economía desastrosa que, al parecer, nos quiere llevar a una hambruna. Aquellos Intelectuales marxistas comprometidos con las altas esferas del gobierno-partido tienen la palabra. Gracias Alex por su escrito.
dario45666 23 junio 2021 - 10:10 AM
Bueno,en verdad,lo digeri,pues para mi,que lo vivi y lo vi resulta interesante el camino escabroso y tortuoso que tienen que recorrer los intelectuales "revolucionarios,fieles y leales,para tratar de describir ,dandole un tono epico, la conspiracion que un grupo de semidioses, apoyados por el Gran conspirador (el PSP y la URSS detras) desemboco en la tirania totalitaria que nos destrozo como pais como sabian y decian gran parte de los cubanos que veia avanzar la conspiracin,pero los intereses de gran parte de la poblacion,gozando con casa gratis,carne barata,becas,escuelas,promesas,promesas..... y los intelectuales revolucionarios que gozaban la papeleta pensando que se la sabian todas(comenzando por carlos franqui llevaron a la catastrofe.En fin,el discuso de 23 y M y las palabras a los intelectuales,solo marcaron el triunfo de la conspiracion comunista,ya no hacian faltas enganos y discuciones,lo demas ha sido comunismo puro y simple....como diria un amigo sabio y preso muchos anos y despues que cayo la noche...."no querian comunismo !!!!!,pues a joderse ".......
Orl 23 junio 2021 - 5:44 PM
!Que ridículo empacho de patrioterismo anti cubano! El famoso PM no le hacia el juego a la contrarrevolución ni mostraba el peor de los mundos (prostitución, alcoholismo, drogas, etc.), Jajaja. Solo gente pasándolo bien en bailes típicos, fumando cigarrillos, (? alguien vio algún porro de María) comiendo, tomándose unas cervezas, cantando y bailando
Jose Varela 23 junio 2021 - 10:18 AM
Y por favor,, entendamos de una vez ya que el proceso cubano nunca ha sido marxista
Wanda 23 junio 2021 - 11:19 AM
A mí no me pareció largo el artículo sino en la justa medida para comprender el contexto en el que se desarrolló el acontecimiento. Soy de una generación más joven por lo que me parecen valiosísimos este tipo de artículos, este en particular, me pareció muy ameno e instructivo, felicidades.
Manuel Figueredo 23 junio 2021 - 11:45 AM
Cierto,vale decir marxistas-stalinistas-castristas.
mepiamo 23 junio 2021 - 11:20 AM
Y allí dejó claro que no iba a ser dueño a medias, sino que aspiraba a todo, mente incluida.
Ivette 23 junio 2021 - 12:04 PM
Felicidades Alexei, excelente análisis. saludos
Orl 23 junio 2021 - 5:46 PM
Lo volví a ver !Que ridículo empacho de patrioterismo anti cubano censurar PM!
Observador 2021 23 junio 2021 - 9:36 PM
La esencia de Palabras a los intelectuales se puede sintetizar en una imagen. Es la libertad que tenian cuando yo era niño mis periquitos en su jaula: podian dormir, mecerse en el columpio, comer, tomar agua, arrullarse cuando quisieran, con toda libertad. Ahora, pretender salir, eso si que ni pensarlo. Nuestra intelectualidad ha gozado plenamente de esa libertad y a diferencia de mis periquitos que no se lo que pensaban, muchos expresan su agradecimiento, apoyo y comprensión por su enjaulamiento revolucionario, como escuche en estos dias a renombrados escritores y artistas argumentando gozosos su condición de periquitos pletóricos de libertad. Que de todo sigue habiendo en la viña del Senor. Buen artículo, necesario y oportuno y de agradable lectura para mi gusto y para mi necesidad de conocer siempre más.
Orl 23 junio 2021 - 10:10 PM
Cubadebate contraataca mostraba las actividades nocturnas de divertimento en bares, clubes y cantinas , algo intrascendente si lo vemos a la luz de hoy, pero que en aquel contexto . Bla bla bla bla
El hombre nuevo 23 junio 2021 - 10:58 PM
Palabras a los intelectuales, se formuló a modo de testamento, que aún a día de hoy sigue marginando el pensamiento de artistas e intelectuales, discriminando qué se puede o no decir para no desagradar a los gobernantes o no ser tildado de disidente. No sólo la producción artística, sino la economía y la sociedad está signada por el contenido ideológico, así magníficos talentos se han perdido, o han sido excluidos por objetar los derroteros del país.
Manuel* 24 junio 2021 - 4:22 AM
El pasado no sirve de guía para el futuro, porque ni las personas ni las situaciones son las mismas. Me explico. Supongamos que se va a celebrar un partido de fútbol entre las selecciones nacionales de Honduras y Taiwan. Alguien recurrirá a la historia y dirá que ambas selecciones se enfrentaron en dos ocasiones anteriores en las que ganó Honduras, por tanto, Honduras es el equipo favorito. Ese razonamiento falla cuando ambos enfrentamientos anteriores se celebraron hace, por ejemplo, diez y veinte años. En un tiempo tan lejano se ha renovado la plantilla de ambos equipos. Se enfrentan distintos jugadores, por tanto no tiene sentido la predicción. La Cuba de hoy está formada por distintos cubanos que la Cuba con la revolución recién triunfante. Los jugadores son distintos. Además el mundo también es distinto. Por tanto, aquellos acontecimientos no nos sirven para predecir acontecimientos futuros. Eso de predecir el futuro está muy estudiado en el caso de la valoración de las acciones de empresas en las bolsas de valores. Quien lo haga bien se hace ultramillonario. Nos enfrentamos a la pregunta de miles de millones: ¿cómo influye el pasado de una empresa en su comportamiento futuro? Eso está muy estudiado usando miles de parámetros. Y todos los estudios llegan a la misma conclusión: el pasado mas allá de tres años de retroceso no influye prácticamente nada en el valor de las acciones futuras de una empresa.
Raúl Dacosta 24 junio 2021 - 3:24 PM
Excelente análisis de este tema, me quedé con ganas de leer más por lo que sugiero una segunda parte. Gracias Alexei. Solo dos erratas, García Buchaca y no Buchaca y seminario por semanario.
Dany 24 junio 2021 - 4:54 PM
Esa linea de pensamiento en la cual muchas veces se quiere mostrar a Fidel como el pobrecito e inocente cuyas palabras fueron manipuladas y usadas para causar el mal por los que estaban por debajo de él en la piramide del poder, a mi modo de ver, es cuando menos, muy pero que muy inocente....
MARLENE AZOR HERNÁNDEZ 26 junio 2021 - 8:46 AM
ABAJO "PALABRAS A LOS INTELECTUALES":EL INICIO DE LA JUNGLA TOTALITARIA. El amasijo de tonterías que dijo el dictador en ese momento, hay que acompañarlo con el dictador vestido de militar y según leí alguna vez en algún testimonio, el dictador se quitó la pistola que llevaba en el cinto y la colocó en la mesa que encabezaba la reunión. Si un tipo dirige un país sin control público alguno, resulta que el amasijo de tonterías que dijo se convierte en carta blanca para interpretarlo por el resto de las autoridades en función de mantener sus puestos, y como éstos tampoco tienen control público, pues se instala el desmadre nacional que vivimos. Lo mismo sucede con todas las leyes del país, sin precisiones, sin señalar qué son los delitos de manera concreta, ni cuales son las atribuciones concretas de las autoridades. Por eso cada Fiscal, instructor policial y tribunal en Cuba, hace su interpretación libérrima de la ley y aplica sanciones arbitrarias ilegales, las fabrica y toma del menú de cualquier infracción imprecisa, la que más le gusta y le conviene para castigar los derechos civiles de los ciudadanos. Ese es el desmadre hoy: la imprecisión de la ley, la ausencia de derechos ciudadanos todos, y unas autoridades que se rigen por un grupo de analfabetos funcionales y que en provecho propio reprimen y castigan a la ciudadanía como les da su gana, en fin, la jungla totalitaria, o el bayú de Bartolo que es lo que rige hoy en el gobierno cubano designado. Todo eso con la prensa secuestrada por el MININT y el PCC.

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