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"lo que un día fue"

Fallos

Fallos

por Jorge Fernández Era 11 septiembre 2022
escrito por Jorge Fernández Era

―¿Tampoco hay capacidades para ese ómnibus? ¡Desde ayer estoy en la Lista de Espera y la cola de fallos no camina!

―¿Acaso es culpa nuestra que la demanda supere la oferta?

―Es su deber atender las demandas a esa oferta.

―¿Qué pretende? ¿Inventar un fallo para que usted viaje?

―Que no haya invento. La guagua de Santiago vino con seis asientos vacíos y se fue llena.

―Tuvimos que priorizar un turno médico, dos empleados y tres más que alegaron ser técnicos que van a la Renté a echar a andar todas las unidades de esa termoeléctrica para que usted, yo y esta terminal no suframos más apagones.

―Otro fallo, y no precisamente a favor de los que estamos en la lista.

―¿Insinúa que somos un Estado fallido?

―¿Qué tiene que ver la Lista con el billete? Absténgase de cuestionamientos morales.

―A eso iba. ¿No escuchó el discurso de Morales Ojeda en el aniversario 65 de la sublevación de Cienfuegos, cuando fustigó a los que sueñan con otro alzamiento en Cuba?

―Dijo también que «tenemos dificultades, desabastecimientos y carencias innegables, dolorosas algunas, que constituyen cada día la principal preocupación y el desvelo de los que asumen responsabilidades en el Partido, el Estado, el Gobierno»… y la Lista de Espera de Ómnibus Nacionales.

―Nos encontramos, enfatizó, «ante un diseño de guerra económica concebido para generar carencias de todo tipo, que provoquen desesperación en el pueblo».

―Y en los que llevamos aquí más de un día.

―¿Ve como cae solito? El secretario de Organización y Política de Cuadros lo retrató cuando dijo que hay cínicos que «despliegan una feroz campaña mediática de descrédito hacia el socialismo» y «tildan de incapaz al Gobierno y de que no ha sabido encaminar el desarrollo del país, tratando de imponer la idea del Estado fallido».

―¿Cínico porque señalo los fallos de una lista de fallos que no da fallos?

―Pero arremete contra los que «tenemos la responsabilidad histórica de demostrar, en medio del bloqueo y las agresiones, que el socialismo, además de ser el sistema social más humano y justo, puede producir y prestar servicios con calidad y eficiencia». Lo dijo Ojeda.

―Para aceptar a continuación que «Es difícil». «Mi trabajo es usted» es una cantaleta que estamos oyendo hace décadas. Todavía quieren que entonemos «Nadie va a quererte como yo», un éxito de José Valladares de hace cuarenta años. Lo cantó Ojedita.

―Eso es lo que les duele a usted y a unos cuantos: los éxitos de un país que avanza.

―Y de una cola que no lo hace.

―Hay dificultades que, para su solución, necesitan de medidas que ya se tomaron, se toman y se tomarán, pero «requieren inevitablemente de un proceso escalonado y de tiempo para que sus resultados puedan apreciarse».

―¿Más tiempo del que llevo en este recinto?

―Más gente que se apriete el cinto… y menos odiadores. Usted demuestra ser uno de ellos.

―¿Porque reclamo mi derecho a reclamar?

―Porque se rebela y arrastra a sus congéneres a la subversión ideológica, habiendo mil lugares donde protestar, como asegura Con Filo.

―¿Y dónde están los otros novecientos noventa y nueve?

―Donde haya que estar para combatirlos a ustedes. Cualquier cosa les parece mal: ahora critican el duelo oficial por la muerte de la reina Isabel.

―Fue muy decente esa decisión, pero le confieso que me gusta el chiste de que «la calle Reina muere donde comienza Carlos III».

―Nada de extrañar en su persona. No crea que me pasó inadvertido que por la madrugada disfrutó en su celular a la Massiel: «Voy gritando libertad y no quieren oír», menudo llamamiento para otro 11 de julio; «Di que no, di tú también que no», a pocas semanas del referendo del Código de las Familias; «Toma la piedra, deja la flor», un llamado a prescindir de desfiles con rosas y asumir el acto vandálico como norma.

―Conoce bien a esa cantante española. ¿Se la copio?

―Mejor no. Capaz de que me dé una canción, luego haga un discurso sobre su derecho a hablar… y sabotee la Lista de Espera.

―El «sabiotaje» hace más daño, ese que nos imponen los sabios que se las saben todas, cometen errores una y otra vez, y no rinden cuentas de su larga lista… de fallos.

―«¡Vendrán mejores tiempos! ¡Se ha trabajado para eso! ¡A seguir!», ha exclamado el presidente.

―¿Seguir cometiendo fallos?

―Usted no tiene reservación ni reserva su odio para emprenderla contra todo. Regrese a su asiento si no quiere que lo elimine de la lista.

―¿Me impedirá viajar?

―Tómelo como desee. Me arrogo la potestad de regular la salida y entrada de pasajeros desde y hacia el territorio nacional.

―Vaya toque de democracia.

11 septiembre 2022 10 comentarios 1k vistas
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Maestro (1)

Lecciones para un maestro inmoral

por Raymar Aguado Hernández 7 enero 2022
escrito por Raymar Aguado Hernández

A mi madre y a Martí por ser mis mejores maestros.

***

«Instruir puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo».

José de La Luz y Caballero

-I-

Siempre he cargado con el sueño y la esperanza de llegar a ser maestro, un buen maestro. Tengo, desde que nací, la figura de mi madre quien hace más de cuarenta años ejerce el magisterio. Recuerdo su abnegación en el tiempo que impartió clases en la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, de donde salía caída la noche después de enseñar todo el día. Casi siempre yo la acompañaba.

La miraba como ejemplo de profesora, aún lo es. Encontraba el alba revisando trabajos para continuar el día siguiente impartiendo clases, siempre solidaria con los estudiantes y colegas. Esto, sin obviar su vida social y familiar, que nunca fue fácil, hostil más bien. Las precarias condiciones de vivienda que padecíamos, en un cuartucho inventado, sin baño, sin ventanas, sin privacidad, sin la mínima condición para poder ser llamado hogar; fueron momentos complejos.

Mi madre no es la mejor profesora, ni la más brillante, ni puede ser denominada una catedrática; pero sí es una excelente educadora, no solo por sus ansias de superación, que la llevaron a alcanzar el título de Master en Ciencias de la Educación en 2009 —por cuestiones de salud no ha emprendido la marcha para alcanzar el Doctorado—, sino por lo cercana, dedicada y generosa que es con sus alumnos, por el hecho de saberse constructora de parte del futuro. No se podía esperar menos de alguien que se formó leyendo a Martí y Varona.

Ojalá llegue a ser un educador del calibre de mi madre. Ojalá todos los maestros cubanos lleguen a tener el calibre de mi madre. Ojalá ese maestro de Matanzas hubiera conocido a mi madre.

Maestro (2)

Enrique José Varona

-II-

Recuerdo mi etapa de estudiante primario como un momento espléndido dentro de mi formación, potenciado por el influjo de los maravillosos profesores que tuve. Octavita Caboverde Tamayo, Lázaro Cáceres y Leonor Pérez Castillo — que vive orgullosa de llevar el nombre de la madre de Martí—, son los que más hondo calaron en mí y en cientos de muchachos que, por cursos y cursos, formaron.

Todos los años el 23 de octubre «la profe Leo», a quien desde su cansada voz se le nota todo el dinamismo que aún tiene, llama para felicitarme y hace más de diez años no soy su alumno. Y es que ser maestro va más allá de las asignaturas y la pedagogía, serlo requiere de humanismo y sensibilidad, de la máxima expresión de la bondad espiritual del ser, y de entrega, sobre todo eso, entrega y compromiso.

Nunca olvidaré el día que llegaron del municipio de educación buscando propuestas de «alumnos ejemplares» para entregarles la réplica del anillo de Martí. Octavita sabía que yo no era uno de esos «alumnos ejemplares», pues siempre tuve problemas con la asistencia y puntualidad, y un poco en la disciplina; pero me sabía merecedor de ese honor por encima de muchos de esos «ejemplares».

Enseguida se paró de su silla y con la voz y postura impositivas que la caracterizaban, planteó que no, que ese anillo le tocaba a los niños que realmente conocían, estudiaban y disfrutaban la obra del Apóstol, que en su clase, ese premio se le otorgaría no al más ejemplar, sino al más martiano; y así sucedió. El premio se discutió en concurso. No solo lo gané en mi escuela, sino en todo el municipio Playa. Eso fue en el 2009, si mal no recuerdo, actualmente llevo el anillo colgado a un hilo en mi cuello, y ahí estará.

Cursé el quinto y sexto grados en la UIE (Unión Internacional de Estudiantes, Calle 4 esquina 13, Vedado), escuela en la cual Lázaro, o mejor, Lachy, como le decíamos sus alumnos, fue mi profesor guía. En el grupo sexto C agruparon, luego de terminar el cuarto grado, a varios de los alumnos con problemas académicos para que compartieran aula con algunos de los mejores según sus resultados. Esta estrategia comúnmente se aplica en el sistema educacional cubano.

A mí, por llegar último a la escuela, me unieron a la lista de ese grupo que era el único con plazas libres. Ahí compartía docencia con «lo mejor y lo peor» de la escuela, como lo definían algunos de los profesores más recalcitrantes; solo sé que mis compañeros eran maravillosos y de todos me llevé una enseñanza y un recuerdo mágico.

Tres de ellos, más de una vez, fueron atendidos por menores, como coloquialmente conocíamos a las personas encargadas de monitorear el  desarrollo de alumnos con problemas académicos y de disciplina, y más de una vez le propusieron a la directora del centro y a Lachy la opción de trasladarlos a una «escuela de conducta».

Él, firme en su posición, negó siempre esa posibilidad a pesar de las múltiples presiones, defendió constantemente la idea de que era su labor formar a esos muchachos a cualquier costo y que enviarlos a una escuela de conducta no haría más que potenciar las deformaciones que les ocasionaron su medio social y familiar. Pero sobre todo, supo mirar dentro de esos muchachos, conocer sus bondades, saberlos niños y futuros hombres, más que sus estudiantes.

Actualmente mantengo comunicación con dos de esos antiguos compañeros de aula, ambos lograron terminar su doce grado y enrumbar su vida laboral. Siento un total orgullo de saberlos mis amigos, todo gracias a que Lachy, el profesor calvo y loco que nos encendió el amor por la historia, la ciencias y el deporte, se supo responsable de nuestro futuro y bienestar. 

Maestro (3)

José de la Luz y Caballero

-III-

La historia de Cuba está estructurada en gran cuantía por el papel de constructores y formadores que asumieron muchos en su posición de maestros. No hubiera llegado Martí a ser nuestro Apóstol sin aquel «enamorado de la belleza» que fuera Mendive, ni este hubiera poseído su fervor patrio sin «el silencioso fundador» que fue Luz y Caballero; que tampoco pudiera haber llegado a convertirse en ese «noble anciano» sin la prédica y atenciones de su tío José Agustín. El maestro es savia y guía, tanto de la mente como del espíritu. Y cada alumno, para su maestro, debe ser tanto un tesoro como una responsabilidad.

Estremecieron a media Cuba las actuaciones de Osvaldo Doimeadiós (en Inocencia, de Alejandro Gil, 2018) y de Alina Rodríguez (en Conducta, de Ernesto Daranas, 2014) ejemplificando lo que es un maestro y cómo se debe a sus pupilos.

En el primer caso, el profesor intransigente defendió hasta el final la inocencia de sus alumnos y hasta se dispuso a compartir celda con ellos, de donde solo salió luego de la liberación de un grupo. Destrozado y valiente se manifestó ante la arbitrariedad militar que clamaba por la sangre de sus estudiantes. Derrumbado quedó al ver asesinados a ocho de ellos.

En el segundo caso nos encontramos con una experimentada gladiadora de las aulas de La Habana Vieja y su contexto social: la pobreza, la marginalidad, la desesperanza. Carmela, nombre de la protagonista, conoce tanto a sus alumnos como las condiciones de vida de estos. Sabe entenderlos, los estudia, la estremecen y la hacen llorar, pero con un brazo firme los educa y los encamina por la senda del bien. Ni menores, ni la policía, ni sus superiores, tienen más potestad que ella sobre lo que pasa en su clase, ella es maestra y sus alumnos son su responsabilidad; son parte de su vida, porque sabe que más de un futuro está en sus manos. Carmela lucha, porque sabe cuál es su deber.

Como mismo impactaron en las personas estas películas y sus escenas, inspiradas en nuestra realidad histórica y contextual, estremeció a Cuba hace algunos meses la noticia de que un niño de solo quince años había sido presuntamente entregado a las autoridades (órganos represivos más bien) por su propio profesor.

Cobarde es el calificativo más elegante que merece esa persona al que nunca más se le debería llamar maestro. ¿Cargos? Ni pregunté. ¿Culpabilidad? No me interesa. ¿Motivos? No los necesito. Ese adolescente fue detenido en un centro de menores por el simple hecho de portar ropa blanca el 15 de noviembre del año pasado, una arbitrariedad. Y lo peor, fue entregado por ese encargado de gran parte en su formación.

La peor bajeza ética que puede cometer un profesor es renegar de sus alumnos. El peor lastre moral que puede cargar un formador es eximirse de la responsabilidad para con sus estudiantes. Si el maestro cree que existe algo negativo en el actuar de sus alumnos, lo menos que puede hacer es mirarse a sí y tratar de encontrar los fallos que propiciaron que obviando su prédica, dicho estudiante tome un rumbo, a su criterio, errado.

La inmoralidad, la falta de entrega, el adoctrinamiento y la escasez ética en muchos de los nuevos encargados de las aulas cubanas, están convirtiendo el futuro de Cuba en una incertidumbre total, donde el miedo, el «cumplimiento», la aprobación de los superiores y el sálvese quien pueda pesan más que el derrotero hacia un porvenir digno.

Mestro (4)

La maestra Carmela, personaje de la película Conducta interpretado por Alina Rodríguez, conoce tanto a sus alumnos como las condiciones de vida de estos.

-IV-

Actualmente estudio el segundo año de la carrera de Psicología en La Universidad de La Habana, trabajo como gestor y productor artístico, me desempeño como crítico de arte y pretenciosamente como analista de temas sociales, público en varios medios; realmente parecería que voy encaminado en esa única vía. Pero cada día me paro frente a la nada a buscar los destellos de ese maestro que en un futuro pretendo ser. Cada día miro dentro de mí y encuentro los mil retazos de todos los que ayudaron en mi formación; a muchos los admiro, a otros los detesto, profesores inmorales y sin dignidad sobraron en mi devenir estudiantil.

Me pregunto si realmente seré yo digno de cargar el blasón de honor que lleva consigo el papel del maestro. Pero asumiré el reto, por eso me preparo, para desde mi posición contribuir a la formación ético-cultural del país que sueño. Porque al igual que Luz «antes quisiera, no digo yo que se desplomaran las instituciones de los hombres —reyes y emperadores—, los astros mismos del firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de justicia, ese sol del mundo moral».

Y como niño que aún me siento, pedí para este 6 de enero sentir a mi madre, esa que siempre fue mi Rey Mago, darme de sus manos la savia del buen maestro.

7 enero 2022 16 comentarios 2k vistas
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Cuarto trimestre (1)

Cuarto trimestre de 2021: deportistas a escape, la marcha que no fue y aplausos de la ANPP en un gris fin de año

por Redacción 30 diciembre 2021
escrito por Redacción

Octubre inició el cuarto trimestre de 2021 con memes. Si en mayo Cesar Prieto estableció récord de velocidad en su histórica fuga del Equipo Cuba, los muchachos del sub 23 marcaron hito por la masividad de su partida. La mitad de la representación cubana en tierra azteca para el Mundial de dicha categoría —doce jugadores— no regresó a la Isla. La noticia, a pesar de tener un trasfondo poco jocoso, acaparó titulares y fue blanco de burlas durante días.

Pero la chanza duró poco. A la espera de la «Marcha Cívica por el Cambio» convocada por la plataforma Archipiélago, octubre fue un mes oscuro para activistas, periodistas, intelectuales y artistas cubanos. En un intento desesperado por impedir la manifestación, la Seguridad de Estado citó, detuvo y amenazó a todo aquel que considerase simpatizante.

Durante semanas, las citaciones a interrogatorios fueron comunes y pulularon las denuncias en las redes. También hubo llamados de atención y alerta en los centros laborales. Dos de los coordinadores de Archipiélago, el ingeniero químico David Martínez Espinosa y el doctor Manuel Guerra, fueron expulsados de sus empleos, claras muestras de discriminación laboral por motivos políticos.

Las campañas mediáticas de descrédito se tornaron habituales. Varios espacios de la televisión nacional se enfocaron en satanizar a los organizadores de la marcha. Incluso llegaron a «quemar» a uno de sus agentes en el intento de probar el supuesto entrenamiento recibido por Yunior García Aguilera para generar un cambio de régimen en Cuba.

Cuarto trimestre (2)

En noviembre, en vísperas de la marcha, artistas, activistas y miembros de la sociedad civil reportaron acoso y represión por parte de la SE. La decisión de García Aguilera de caminar en solitario el 14 como «un acto de responsabilidad» fue impedido, y su domicilio estuvo rodeado durante toda la jornada.

«La calle donde vive Yunior García Aguilera ha sido cerrada. La policía cubana ha rodeado su bloque y un grupo de hombres acaba de colgar una gran bandera sobre su ventana», indicó en Twitter el corresponsal de CNN en La Habana, Patrick Oppmann. La imagen del dramaturgo ofreciendo una rosa por la ventana quedó como representación de lo ocurrido.

The street where Yunior García Aguilera lives has been closed off. Cuban police have surrounded his block and a group of men just hung a large flag over his window. He said earlier he would march by himself today but not clear if he will be allowed to leave. pic.twitter.com/CFvEUxroBl

— Patrick Oppmann CNN (@CNN_Oppmann) November 14, 2021

El propio día 15, ciudadanos vinculados a Archipiélago o identificados como opositores al gobierno amanecieron con sus viviendas rodeadas por policías y agentes. De esta forma se impedía su participación en la marcha, que fue desarticulada por medio de la intimidación.

Aunque no se produjeron manifestaciones importantes, sí se reportaron actos individuales de protesta. El descontento quedó principalmente recogido en las redes sociales, donde simpatizantes compartieron imágenes vestidos de blanco, portando rosas o con sábanas colgadas en lugares visibles de sus viviendas.   

El 17 de noviembre, de forma sorpresiva y después de estar desaparecido por varias horas, Yunior García, fundador y principal figura de Archipiélago, llegó a España. La noticia impactó a muchos y dio paso a no pocas interpretaciones. Para algunos, el dramaturgo había traicionado no solo la causa que inició, sino también a quienes confiaron en su liderazgo. Para otros, fue una ficha movida por el gobierno y la SE para canalizar el descontento popular. Algunos más, entendieron su decisión personal de retirarse ante una situación que lo superó.

Lo cierto es que su partida lo dejó sin el capital político que había ganado y desarticuló Archipiélago, que de a poco fue perdiendo a otros de sus coordinadores.

Ante las tensiones y descontentos, el poder recurrió a una vieja táctica. El 22 de noviembre Nicaragua anunció que eliminaría la visa necesaria para que los cubanos entraran a aquel país. La decisión del gobierno de Daniel Ortega se debía, según nota del Ministerio de Gobernación, a «la cantidad de solicitudes de hermanos ciudadanos cubanos con familiares en Nicaragua» y para promover el intercambio comercial, el turismo y la «relación familiar humanitaria».

Desde el anuncio, cientos de cubanos depositaron esperanzas y ahorros en los boletos de avión hacia la nación sandinista. La válvula de escape se abrió nuevamente en un país donde la emigración deviene forma de prosperidad económica y libertad individual.

Casi para cerrar el año, el reportaje «Cinco denuncias de abusos sexuales contra Fernando Bécquer», publicado en El Estornudo, lanzó una especie de #MeToo insular. Al conocerse de los abusos del trovador, mujeres de dentro y fuera de Cuba decidieron compartir sus experiencias y colocaron en la palestra pública un tema harto sensible.

Cuarto trimestre (3)

Fernando Bécquer (Foto: Facebook)

Al mismo tiempo, se evidenció la necesidad de una Ley Integral contra la Violencia de Género, que ha sido exigida por feministas durante años, debido a la ausencia de una legislación que defienda a las mujeres de los diferentes tipos de maltrato a que pueden ser sometidas.

En el mes de diciembre se efectuó el octavo período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el cual fue analizado el comportamiento de la economía durante 2021 y se debatieron cuatro proyectos de leyes, entre ellos el Código de Familia que debe refrendarse en 2022.

Nuevamente quedaron sin habilitación legal el derecho a manifestación o el establecimiento de un tribunal constitucional para la protección de los derechos ciudadanos. Marino Murillo, la cabeza más visible de la «Tarea Ordenamiento», fue movido a otras funciones. La Asamblea Nacional no cuestionó su informe e incluso lo despidió con un fuerte e inexplicable aplauso.

Cada día de diciembre son conocidas por la opinión pública, mediante las redes sociales, nuevas condenas de prisión a los manifestantes del 11-J. Muchos hogares no tendrán motivos ni medios de celebración en este fin de año gris y triste para cubanas y cubanos.

30 diciembre 2021 15 comentarios 1k vistas
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Armando Hart

Hart, Fidel y algunas aristas de la política cultural: el todo en una pieza

por Raymar Aguado Hernández 21 enero 2023
escrito por Raymar Aguado Hernández

Armando Hart fue uno de los principales artífices del dogma histórico que representa Fidel Castro dentro de la cultura cubana. Se dio a la tarea de enmarcarlo como salvaguarda principal de esta última y lo reconoció como estandarte de una realidad que comenzó en enero de 1959 y en la que se sintetizaron las transformaciones sociales propuestas por el proceso revolucionario con las pretensiones ideológicas de sus líderes.

Sin dudar, Hart comulgó estrictamente con los planteamientos y políticas llevadas a cabo por Fidel hasta el día de su muerte, a lo que llamaría: «la Cultura de hacer política de Fidel Castro». Es importante destacar que Hart sirvió en el cargo de ministro de Cultura desde 1976 hasta 1997, y el vínculo estrecho entre las políticas del Comandante y él, son claves para entender disimiles posicionamientos y directrices culturales de esos años y los posteriores.

Declarado martiano, Hart sostuvo la idea de la continuidad histórica de Martí a través de Fidel, instaurando un patrón conceptual que denominó la «política fidelista de fundamentación martiana»,1 un intento de instaurar el nexo entre ambas figuras, que distan tanto en tiempo como en modelos de pensamiento, con un fin de significación mesiánica y redentora.

La comparación entre sus respectivas posturas antiimperialistas, debe hacerse desde el análisis de su antagonismo, enfocado en las propuestas de estructura social que perseguían, no desde la torpeza y el intento oportunista de equiparación. Sintetizar el estudio del pensamiento cubano y la cultura nacional en el arquetipo Martí-Fidel, es ignorar la contribución de un sinfín de ilustres pensadores y creadores a esta labor, así como la de las clases populares, fuente principal de lo que hoy se denomina «cubanidad».

Desde la caída del Apóstol, en 1895, su imagen y pensamiento se trabajaron desde el uso obsesivo de la exaltación, construida como idea del bien, como el derrotero más limpio. Luego de enero del 1959, la instauración de similitudes entre Fidel y Martí se volvió práctica recurrente, y Hart, una de las figuras que más comulgó con este intento. Al mismo tiempo, el propio Fidel utilizó el símbolo Martí, su nombre y sus palabras, para llevar a cabo su labor de dirigencia, muchas veces llegando a reducir la política y la cultura cubanas a un patrón de concepción estrictamente martiano, o lo que él consideró como tal.  

Partiendo de incongruencias en la forma de relacionar ideología, ética y política con la realidad contextual cubana, Hart posicionó al Comandante como non plus ultra de la política cultural del siglo XX, ignorando aportes sustanciales de figuras precedentes que abonaron su acción y desarrollo intelectual. Asimismo, se desentendió de la sintomatología sectaria en la propuesta cultural del líder, que devino ponderación abusiva a su imagen y discurso. Incluso antes del 59, este fue presentado como imperfectible por las virtudes que se le atribuyeron. El tratamiento de hombre intachable, paradigmático y ejemplar que recibió, y aún recibe, sustrajo el derecho al cuestionamiento.

Desde los primeros años de la Revolución esto representó una traba importante en el esquema político-cultural cubano, dado que cualquier postura tangencial a la del entonces Primer Ministro, significaba una afrenta al proceso y, por tanto, al pueblo. De esta forma, se redujo el ideario renovador a la doctrina fidelista. Suponer que la Revolución Cubana fue obra y gracia de Fidel Castro, es ignorar el resto de líneas de pensamiento y toda la sangre derramada en la lucha contra la dictadura de Batista y gobiernos precedentes.

Tal idealización fue acogida por muchas personalidades del gremio intelectual involucradas en la estructura de gobierno, donde Fidel fue colocado como figura concluyente en materia de programas en pos de la justicia social. Así, la instrumentalización de la imagen del Primer Ministro pasó a planos donde fue y es presentado como ser omnisciente y, en casos de mayor reserva, brillante.

Esto trajo como consecuencia la invisibilización de la condición humana de Fidel, quien se convirtió en un emblema de victoria: el «invicto Comandante». Al volverse el símbolo Pop de la izquierda revolucionaria, el emblema patriarcal de un proceso antiimperialista, el histriónico vocero de un sueño de justicia, en fin, la figura histórica; los diversos estratos sociales, políticos y culturales cubanos fueron saturados de sus imposiciones ideológicas, sus programas de uniformización de pensamiento, y su doctrina y entendimiento cultural.

Armando Hart

Luego de enero del 1959, la instauración de similitudes entre Fidel y Martí se volvió práctica recurrente, y Hart, una de las figuras que más comulgó con este intento.

Fidel Castro instauró un enfoque dogmático en las formas en que se debía asumir el ámbito cultural en Cuba, al punto de esquematizar qué era y qué no parte de la cultura; qué aportaba y qué no al nuevo proceso. De este modo, centralizar y segregar fueron tareas de orden dentro de las políticas culturales de los primeros años. Lo anterior queda claro en el documento conocido como Palabras a los Intelectuales, intervención de Fidel el 30 de junio de 1961, como conclusión a una serie de intercambios que tuvieron lugar en la Biblioteca Nacional entre dirigentes políticos y diversos académicos y creadores.

Palabras a los intelectuales, según Hart, constituyó el texto programático y fundador de la política cultural de la Revolución. En ellas, Fidel puntualizó cuáles eran las dinámicas culturales que perseguía el gobierno, caracterizadas principalmente por procesos de segregación y negación de concepciones ajenas a las del nuevo poder político. Apuntó Hart que el ideario fidelista de «unir para vencer» significó la característica primera en su esquema de pensamiento. Esto constituye una falacia inmensa, pues la característica primera de la política revolucionaria fue el divisionismo.

En ese texto se dejó claro el carácter inamovible de la política del gobierno, al expresar que la libertad creativa debería, inequívocamente, estar en consonancia con los designios del proceso. De tal forma, el tono desacreditador ante las demandas de los presentes, la negación a priori de la legitimidad de estas, así como la excesiva demagogia al referirse a un supuesto trato horizontal, no sirvieron más que como modos de instrumentalizar esta serie de quejas con el argumento de que todos los esfuerzos y prioridades deberían centrarse únicamente en la Revolución, descreyendo estas solicitudes como parte de la acción constructiva de la dinámica a la que se aspiraba.

La concepción esquemática que otorgó Fidel al término Revolución, dista desde esos momentos de su sentido más abarcador, condicionando su uso —principalmente en materia de creación—, al mero compromiso de exponer la realidad revolucionaria, así como integrarse a esta desde el ánimo de asentir a todos los dictámenes del poder político. Todo lo que no constituyese una apología, una exaltación de la virtud revolucionaria, era antagónico al orden programático de la Revolución y a Fidel. Desde aquella reunión se normalizó el rechazo directo y sin escalas a cualquier creador que, de acuerdo al Primer Ministro, fuera «más artista que revolucionario».

De este modo se cuestionó la confianza de los creadores en su obra y en el proceso. Fidel llegó incluso a referirse a algunos de los presentes como «escritores y artistas revolucionarios», estableciendo privilegios respecto a otros que, para la óptica del Comandante, no merecían tal categoría. La tajante sentencia «Dentro de la Revolución todo; fuera de la Revolución ningún derecho», es de las tantas evidencias del encuadre segregacionista de las políticas del gobierno. En la mencionada, Fidel suscribe la postura excluyente y punitiva de la política cultural revolucionaria ante cualquier persona/creador/artista que no estuviera en consonancia con los designios y líneas de pensamiento de los que él denominó los «hombres de gobierno» y Hart los «legítimos dirigentes» del país.

Armando Hart

La tajante sentencia «Dentro de la Revolución todo; fuera de la Revolución ningún derecho», es de las tantas evidencias del encuadre segregacionista de las políticas del gobierno.

Al mismo tiempo, el tratamiento a quien mantuviera una ideología opuesta al sistema, desde esos años, se convirtió en una constante vejatoria. Bajo la terminología de contrarrevolucionario, gusano, lumpen o mercenario, fue encasillada toda persona opuesta al gobierno, o incluso a determinadas decisiones de este. El rechazo lo dejó explícito Fidel muchas veces, como por ejemplo, en el discurso que pronunciara en la clausura del acto por el VI aniversario del Asalto al Palacio Presidencial, celebrado en la escalinata de la Universidad de la Habana el 13 de marzo de 1963. Ahí enfatizó:

«Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos (RISAS); algunos de ellos con una guitarrita en actitudes “elvispreslianas”, y que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre.

Que no confundan la serenidad de la Revolución y la ecuanimidad de la Revolución con debilidades de la Revolución. Porque nuestra sociedad no puede darles cabida a esas degeneraciones (APLAUSOS). La sociedad socialista no puede permitir ese tipo de degeneraciones.

¿Jovencitos aspirantes a eso?  ¡No!  “Arbol que creció torcido…”, ya el remedio no es tan fácil.  No voy a decir que vayamos a aplicar medidas drásticas contra esos árboles torcidos, pero jovencitos aspirantes, ¡no! (…) Entonces, consideramos que nuestra agricultura necesita brazos (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”); y que esa gusanera lumpeniana, y la otra gusanera, no confundan La Habana con Miami».

Harto sabido es que muchos de esos «elvispreslianos», «pepillos», «feminoides», «burgueses», «torcidos», «lumpen», sufrieron los horrores de las UMAP, la expulsión de sus centros educacionales y laborales, así como la marca moralista de no ser aceptados en la sociedad revolucionaria y socialista que comandaba el que ya era líder supremo; el mismo que el 1ro de mayo de 1980, en la Plaza de la Revolución, mientras transcurría el éxodo del Mariel, fue capaz de decir que para esas personas no había lugar en Cuba, que se fueran, demostrando así la omnipotencia política y el carácter narcisista de la que denominaría Hart «Revolución de Fidel».

Volviendo a la mencionada intervención de 1961, el político afirmó entonces que «La Revolución significa más Cultura y más arte». No obstante lo que ocurrió desde entonces fue la normalización del revisionismo y la censura bajo el argumento de que era derecho de las autoridades culturales velar por un arte cuya función radicara en la educación del pueblo. Tal perspectiva sería cuna de arbitrariedades, adoctrinamiento y de la supresión de libertades creativas.

Ese discurso transitó por zonas oscuras en el tratamiento al futuro cultural cubano, al punto de que Fidel declaró que él trabajaba para el presente, no para el futuro; para luego, más avanzadas sus palabras, buscar la validación en el compromiso de la Revolución con vistas al porvenir. Anuló así el derecho de los presentes a reclamar sobre la actualidad cultural. Asimismo, resulta curiosísimo que a la par que se desarrollaba una campaña de alfabetización bajo el lema «la cultura es lo primero que hay que salvar», Fidel aludía en el mencionado encuentro a prioridades por encima de la dinámica cultural nacional.

Desde los inicios, el Comandante propuso una «revolución cultural» como divisa principal del nuevo proceso, sustentada en las ideas de justicia social y del hombre nuevo. Sin embargo, estas intenciones no tenían cabida más allá de las interpretaciones y re-conceptualizaciones de sus líderes, y de su narrativa. Ello se evidencia desde 1959 en documentos como la Ley 169 (inciso A), firmada en marzo, donde quedaba explícito que toda creación cinematográfica tenía que responder a los «fines de la Revolución que la hace posible y garantiza el actual clima de libertad creadora»; o en los plenos poderes otorgados a Fidel como Primer Ministro para aprobar o derogar leyes culturales e instituciones.

Armando Hart

toda creación cinematográfica tenía que responder a los «fines de la Revolución que la hace posible y garantiza el actual clima de libertad creadora». (Foto: Alfredo Guevara, a su la derecha Héctor García Mesa, a su izquierda Saúl Yelín, todos fundadores del ICAIC. Foto Agnes Varda)

De este modo, presentado como estandarte representativo de una nueva dinámica cultural, el Comandante absorbió todos los derroteros estéticos y discursivos que pudo traer consigo el triunfo de enero. Esta forma de asumir la Revolución como feudo, propiedad de una minoría victoriosa, representó desde los primeros años un síntoma agudo de lo que luego sería un sistema totalitario y vertical.

Armando Hart obró como subordinado fiel de las ideas del Comandante, sin cuestionar ni un milímetro de su política, tanto en materia cultural como educacional. Eso lo llevó a señalar a Palabras a los intelectuales como inicio de un proceso trascendental dentro de la dinámica creativa cubana, bajo el criterio de que luego de instaurada esta política, llegó la cultura nacional a su máximo esplendor.

Hart ignoró el desarrollo intelectual y artístico anterior a la Revolución, y dejó claro en su discurso por los treinta años de Palabras a los intelectuales, que las inquietudes de las generaciones se remedian con trabajo ideológico-cultural; una evidencia más de su simpatía con la hermeticidad y el adoctrinamiento. Sobre este tema, le había comentado en una carta Ernesto Che Guevara:

«Mi querido Secretario: Te felicito por la oportunidad que te han dado de ser Dios; tienes seis días para ello. Antes de que acabes y te sientes a descansar como hizo tu predecesor, quiero exponerte algunas ideíllas sobre la cultura de nuestra vanguardia y de nuestro pueblo en general.

En este largo período de vacaciones le metí la nariz a la filosofía, cosa que hace tiempo pensaba hacer. Me encontré con la primera dificultad: en Cuba no hay nada publicado, si excluimos los ladrillos soviéticos que tienen el inconveniente de no dejarte pensar; ya el Partido lo hizo por ti y tú debes digerir. Como método, es lo más antimarxista, pero, además, suelen ser muy malos, la segunda, y no menos importante, fue mi desconocimiento del lenguaje filosófico (he luchado duramente con el maestro Hegel y en el primer round me dio dos caídas). Por ello hice un plan de estudio para mí que, creo, puede ser estudiado y mejorado mucho para constituir la base de una verdadera escuela de pensamiento; ya hemos hecho mucho, pero algún día tendremos también que pensar (…)

Es un trabajo gigantesco, pero Cuba lo merece y creo que lo pudiera intentar. No te canso más con esta cháchara. Te escribí a ti porque mi conocimiento de los actuales responsables de la orientación ideológica es pobre y, tal vez, no fuera prudente hacerlo por otras consideraciones (no sólo la del seguidismo, que también cuenta).

Bueno, ilustre colega (por lo de filósofo), te deseo éxito. Espero que nos veamos en el séptimo día. Un abrazo a los abrazables, incluyéndome de parada, a tu cara y belicosa mitad».

En múltiples ocasiones Hart planteó que la Revolución necesitaba superar baches del pasado que se manifestaban en el incipiente proceso, tales como el «dogmatismo anticultural», la «irracionalidad», el «pensamiento tecnocrático»; pero, al unísono, celebraba el talante autoritario e imponente de la doctrina fidelista y su afán caudillista. Su postura colocaba a la crítica como medio fundamental para el crecimiento cultural del proceso, solo que pasó por alto que esta debe estar acompañada de libertades y garantías creativas, cuestiones que en muchos sentidos la Revolución usurpó desde aquellas infaustas Palabras.

Estas simplificaciones del arte y la cultura, enmascaradas de discursos críticos, comenzaron a ser herramientas al servicio del poder político, así como medios para intrumentalizaciones moralistas. A su vez, el tratamiento concedido a la institucionalización como método más viable para el desarrollo cultural, significó maquillar el fin centralizador al que se aspiraba, que potenció la mediocridad, los privilegios de militancia, la burocracia, el nepotismo y la corrupción, así como hermetizar la tarea creativa. Esto se dejó claro desde que Fidel sentenció, en 1961, que era tarea del Consejo Nacional de Cultura orientar el devenir creativo y el desarrollo de los intelectuales y artistas. A día de hoy no son necesarias más evidencias del fracaso de las instituciones culturales en Cuba.

La Revolución cubana significó un suceso cultural por excelencia, al decir de Hart. Aquella estrella de enero del 59 representó, efectivamente, para un amplísimo sector poblacional un despertar, tanto en calidad de vida como en devenir profesional y creativo. Los aportes de la Revolución al entramado histórico de la cultura cubana son innumerables; no obstante, las usurpaciones conceptuales y los atropellos ideológicos fueron infames, al punto de ser, ya en nuestros tiempos, uno de los mayores atentados contra nuestra realidad cultural y nuestra historia.

La cultura y la ideología encerradas y estrictamente regidas por el carácter otorgado desde la política gubernamental, más allá de una realidad contextual que solo era posible evidenciar desde el contacto con las masas, fue de los más lamentables procesos que la política cultural de la Revolución y Fidel pusieron en práctica, y de los cuales figuras como Armando Hart, fueron parte.

Es necesario desmontar muchos mitos, señalar quirúrgicamente los procesos, rebuscar en la historia; así podremos desaprender los dogmatismos que tanto laceran nuestra realidad y esencia como sujetos culturales activos en la actualidad cubana. Queda el futuro en nuestras manos.

***

1: Armando Hart: «La Cultura de Hacer Política en la Historia de Cuba», La Cultura de Hacer Política II, Oficina del Programa Martiano, Consejo de Estado, La Habana, Cuba, agosto 2010, p. 18.

21 enero 2023 11 comentarios 1k vistas
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El tiempo justo de un beso

por Jesús Arencibia Lorenzo 10 junio 2022
escrito por Jesús Arencibia Lorenzo

Era una batalla perdida. Como la vida misma, ese producto imposible de adquirir sin fecha de caducidad próxima. Pero en este caso, siendo aún más perecedero, más frágil el contenido precioso, uno aspiraba a que, por puro milagro, no se acabara tan rápido. Espejismos.

El pasado 4 de junio, apenas con treinta y seis años, falleció en La Habana Lázaro Quintero Bermúdez, el hijo de Omar, el cubano que ganó como apodo El pagador de promesas, luego de ir caminando de La Habana al Santuario de la Caridad del Cobre en Santiago de Cuba empujando, durante más de 870 kilómetros, un carrito artesanal con una escultura en calamina de la Virgen.

Más de una década llevaba Lázaro luchando con un cáncer en su pecho. La ciencia, tras una operación quirúrgica infructuosa, le había dado doce meses de existencia como pronóstico máximo. Increíblemente pudo ir más allá, tanto que hasta ilusionó en la idea de una mayor sobrevida.

En los días iniciales de recio combate con la enfermedad, cuando estuvo en la frontera imprecisa que separa lo vivo de su fin, su padre hizo la promesa por la que después sería admirado en toda la Isla. La Virgen, sintió Omar, había cumplido, y él debía honrar su parte. Con cincuenta y seis años, una hernia discal, secuelas de fumador desde la adolescencia y ninguna preparación física excepcional, se lanzó a la aventura. Por más vida para su hijo. Por más aire para los pulmones de su muchacho que ya casi no podían funcionar sin un acople de oxígeno.

El 15 de enero de 2022 arrancó la osadía y el 14 de marzo siguiente el hombre subió la cuesta final hasta la puerta del Santuario. Sesenta y dos días con sus noches. Un país recorrido. Miles de emociones a su paso. El pagador de promesas. Un padre en lucha por su retoño. Un héroe.

Ahora, menos de tres meses después de concluida la conmovedora hazaña, el irónico zarpazo. Ni la Virgen pudo más. Y el hombre de la voluntad inquebrantable volvió a ser noticia. Esta vez en el apartado terrible y monótono de los obituarios. Como para ratificarnos, con puño de hierro, que las victorias humanas son solo ínfimas ventajas que nos da la Parca, en un juego ganado de antemano por ella.

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(Fotos: RRSS)

«Solo resta decirle que gracias a Él, muchos fuimos mejores personas», escribió alguien para Lázaro en Facebook. Pero la hombrada de su padre tiene también, en mi sentir, muchos otros frutos.

En un país tan fragmentado y empobrecido, donde las heridas económicas y políticas han abierto abismos familiares, la historia de este hombre, su lucha quimérica por algo que es código sagrado de los buenos seres humanos: el amor a un hijo, fue un soplo de unidad y esperanza.

A su paso lo cuidaron médicos, lo protegieron policías, lo alimentaron amas de casa, lo besaron niños, lo animaron delincuentes, le regalaron dinero necesitados y magnates, le desearon salud menesterosos y atléticos; se retrataron con él feministas, machistas, responsables, indolentes; lo enaltecieron creyentes, medio creyentes y descreídos. La pequeña gran humanidad que somos, en su esplendor y su porquería, vio que era posible empujar y empujarnos hacia una meta, hacia una altura. Y que los odios, los cismas, la mierda, podían ceder un rato el protagonismo a las mejores fibras latentes. Y gozarnos en esa dicha.

La gesta de Omar también ratificó algo que, no por lugar común, deja de ser una verdad de templo: la familia y su cuidado son lo primero. La patria más firme y delicada. El altar diario. Todo lo demás, sin desdorarlo, es telón de fondo.

A su paso por las entrañas mismas de la nación, mucha gente se acercó a Omar con cartas para la Virgen cubana. ¿Qué dirían esas misivas, que acaso nadie jamás lea? ¿Cuántas historias? ¿Cuántos anhelos? La felicidad. La salud. Un viaje. Una casa. Una pareja. ¿Por qué y para qué pedir? ¿Cómo ilusionarse sin alzar los pies del suelo y seguir labrando la dura faena de cada día? ¿A quiénes se les habrá cumplido el ensueño? ¿Cuántos, luego de fantasear imposibles, se deprimieron irremediablemente?

¿Y si mañana otro pagador de promesas, en vez de recorrer Cuba, se diera a la tarea de enlazar todos los islotes cubanos en el mundo? ¿Y si, al menos en el sueño (ah Calderón de la Barca), las fronteras, los impedimentos, las aduanas, las regulaciones, las miserias de gobiernos y truhanes, cedieran al simple empuje de los padres y madres elevando a sus hijos?

Tantos deseos. Tantos dolores.

El día en que Omar llegó al poblado de El Cobre, Israel Rojas, del dúo Buena Fe, entonó para él, a capela entre la multitud, la canción Valientes. Cuando el cantante pronunciaba «vine a darle un beso al mundo y nada más»… el hombre que había abierto un trillo de fe con sus zapatos desde La Habana hasta el Oriente, se echó a llorar.

Eso acaso fue la efímera vida de su hijo. Un beso al mundo y nada más. Y sin embargo, de qué callada y eternizarte manera nos sacudió ese beso.

10 junio 2022 16 comentarios 1k vistas
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Causa (1)

Llamamiento a la solidaridad por la causa de los presos políticos del 11 de julio en Cuba. El caso del joven artista Abel Lescay

por Lisbeth Moya González 2 diciembre 2021
escrito por Lisbeth Moya González

Las manifestaciones del 11 de julio significaron para Cuba un gran cambio. Por primera vez, desde 1959, los cubanos salieron a manifestarse a las calles en diferentes provincias del país por muchas razones, pero sobre todo por el descontento popular que han generado la crisis económica y la gestión de la burocracia.

Si bien es cierto que las sanciones estadounidenses afectan la economía, al analizar Cuba no se puede pasar por alto el fenómeno burocracia y la falta de participación popular en la política. El disenso es castigado fuertemente y de eso dio muestras el gobierno el 11 de julio. Su reacción a todo tipo de disenso, incluso al de izquierda, es tildar a los ciudadanos de «contrarrevolucionarios», «políticamente confundidos» o «mercenarios pagados por el gobierno norteamericano».

El fenómeno Archipiélago fue ejemplo de ello. Se trata de una plataforma que tras los sucesos del 11-J buscaba establecer un diálogo nacional, más allá de condicionamientos ideológicos, y que convocó a una marcha pacífica para el 15 de noviembre. Este proyecto político fue dando muestras de un apoyo a la derecha mediante las proyecciones públicas y el posicionamiento de algunos de sus miembros.

Lo notable en sí, en el caso de este análisis, no es Archipiélago, sino el tratamiento que le dio el gobierno a este tipo de disenso. Nuevamente se usaron los medios de comunicación, sin derecho a réplica, para demeritar de todas las formas posibles a los principales organizadores e intentar probar sus vínculos con el gobierno norteamericano. La marcha fue desautorizada bajo la alegación de que el socialismo es irrevocable constitucionalmente y que las intenciones de esa protesta eran derrocarlo.

No obstante, una de las cuestiones más preocupantes es que en el fin de semana en que se realizaría la marcha, se repitió en Cuba de manera masiva uno de los capítulos más negros de su historia: volvieron los «actos de repudio», eventos organizados por el poder político para con gritos, improperios y todo tipo de violencia verbal, atacar el espacio más privado de los que disienten: la familia, el hogar.

Imagínese despertar con una turba de gente frente a su casa que le grita «contrarrevolucionario» y más, con un acto político organizado en su puerta, en su barrio, frente a sus hijos y padres. Eso fue algo habitual y bochornoso en la Cuba de los años 80, de lo que muchas veces se ha dialogado, algo de lo que muchos cubanos viven avergonzados, y que se repite hoy, con la estridencia de las redes sociales por medio. 

En este contexto el gobierno pretende evitar que sea denunciada una cuestión crucial: Cuba se abre a la liberalización de una economía estadocéntrica. El «ordenamiento monetario», medida anunciada para afrontar la crisis, que desde antes de la Covid-19 era notable, llegó en un momento de escasez y con matices nada ventajosos para el pueblo. Se trata, de hecho, de una segregación económica que ha llevado a los cubanos a la desesperación por la falta de productos básicos y la inflación.

El ordenamiento eliminó el CUC, la moneda fuerte que circulaba en Cuba desde 1994, pleno Período Especial, para dar paso a la Moneda Libremente Convertible (MLC), así como a cualquier divisa internacional altamente cotizada en el mercado negro.

Al anunciar la «Tarea ordenamiento», el ministro de Economía Alejandro Gil aseguró que a la par de los comercios en MLC, el resto de las tiendas continuaría comercializando todo tipo de productos necesarios en pesos cubanos, pues precisamente las nuevas tiendas tenían como finalidad recaudar divisas extranjeras para abastecer las ventas en pesos cubanos. En la práctica eso no ha ocurrido. Las tiendas a las que tienen acceso los cubanos que no poseen MLC están desabastecidas y cada día son menos. Conseguir productos básicos es una odisea y a pesar de la subida de salarios, el dinero no alcanza porque el proceso inflacionario es descomunal.

No sorprende entonces que ante semejante situación, agravada por la Covid-19, la imposibilidad de disenso y participación popular y el repetitivo discurso político que de manera burda manejan los dirigentes cubanos en los medios de comunicación para legitimar el proceso; la gente saliera a las calles.

La palabra izquierda es tabú en Cuba. Gran parte de la población asume como socialismo o izquierda al discurso y las prácticas que el gobierno sostiene. Se trata de una ciudadanía descontenta, con muy poca preparación política, pues los planes de estudio desde edades tempranas están centrados en el adoctrinamiento político a conveniencia del poder, y no en el desarrollo del conocimiento y el raciocinio en condiciones de libertad.

No es un accidente entonces que el 11 de julio la gente saliera a las calles. No eran mercenarios, no eran seres confundidos. Eran personas exhaustas respondiendo a contradicciones objetivas.

Causa (2)

No eran mercenarios, no eran seres confundidos. Eran personas exhaustas respondiendo a contradicciones objetivas. (Foto: Ramon Espinosa/AP)

Ese día salió a la calle gente contraria a las ideas de izquierda, sí, pero salió también el pueblo trabajador y marginado, la gente a la que la izquierda debe representar, las bases sociales a las que la izquierda debería llegar. Ese día salieron igualmente defensores del gobierno, jóvenes de la llamada «izquierda oficial», personas privilegiadas por el sistema en su mayoría.

En medio del caos, la violencia de ambas partes afloró. Eran manifestantes desarmados contra todos los cuerpos represivos del Estado y esos otros privilegiados o viejos defensores acríticos, armados con palos y respaldados por la policía.

El gobierno cubano afrontó una gran crisis de gobernabilidad, y sería injusto no tener en cuenta en este análisis la exhaustiva propaganda anticomunista norteamericana, que desde las redes sociales ha calado hondo en el imaginario del cubano. Pero las causas internas del estallido social están ahí, latentes en el devenir diario de las ciudadanas y ciudadanos de esta isla. Esas causas continúan sin resolverse y cada día se agravan más, debido a lo que significó para los manifestantes y sus familiares el 11 de julio.

Hasta el día de hoy, el grupo de trabajo sobre detenciones por motivos políticos de la plataforma de la sociedad civil cubana Justicia 11J, ha documentado 1271 detenciones en relación con el referido estallido social. De estas personas, al menos 659 siguen en detención. Se ha verificado que cuarenta y dos han sido condenadas a privación de libertad en juicios sumarios y ocho en juicios ordinarios. Ya se conoce la petición fiscal de 269 personas que esperan entre uno y treinta años de sanción.

La figura de «sedición» ha sido utilizada para imponer sanciones al menos a 122 personas, según informa dicha plataforma que se ha encargado de contabilizar y sacar a la luz la situación de los involucrados, debido a que no existen cifras oficiales disponibles.

El 11 de julio fue el punto más álgido de la represión al disenso en Cuba. Históricamente existía el acoso sistemático de los órganos de la Seguridad del Estado a quienes disentían a lo largo y ancho del espectro político; también se documentaban casos de expulsiones de centros de estudio o trabajo por cuestiones ideológicas y muchas otras evidencias por el estilo. No obstante, el 11 de julio la represión fue ejercida en el cuerpo de los manifestantes.

Tal es el caso del joven músico y poeta Abel Lescay, quien tras manifestarse en la ciudad de Bejucal fue arrestado esa noche en su casa. Este proceso es particular, porque fue conducido a la estación de policía desnudo y sufrió Covid-19 durante el arresto. Él actuó pacíficamente, no atentó contra ningún tipo de propiedad, a pesar de lo cual la Fiscalía le acusa de los siguientes cargos: desacato a la figura básica, desacato a la figura agravada y desorden público. Por todos ellos solicitan una condena de siete años de prisión.

Causa (3)

Al joven músico y poeta Abel Lescay le solicitan una condena de siete años de prisión.

Lescay es estudiante del Instituto Superior de Arte (ISA) y podría perder su carrera en caso de ser declarado culpable. Será juzgado el 5 y 6 de diciembre en el Tribunal Provincial de Mayabeque.

Casos como este acontecen en Cuba en estos días, situaciones absurdas e inconcebibles. Cuando hablo de estos temas con integrantes de la izquierda de otros países, resulta inaudito que a alguien le exijan semejantes condenas por salir a ejercer el derecho a manifestación. «Si es así estaríamos todos eternamente en la cárcel», me comentó un amigo argentino.

Escribo estas líneas llena de temor, aun sabiendo lo que significan en cuanto a repercusiones para una militante de la izquierda alternativa que vive y trabaja en Cuba. Escribo estas líneas porque la dicotomía principal de una militante de izquierda en Cuba es tener claro a quiénes se enfrenta y en qué contexto. Si bien tenemos como socialistas la misión de luchar contra el imperialismo en el mundo, si bien estas palabras podrían ser instrumentalizadas por otras causas, en Cuba ya no podemos callar, porque se trata de las vidas de muchas y muchos. Se trata del derecho a disentir y existir con dignidad.

Llamo a la militancia de izquierda internacional y a quienes lean este texto a no dudar en indagar y apoyar la causa de los presos políticos en Cuba. Convoco a la solidaridad internacional con Abel Lescay, porque solo así seremos escuchados. La izquierda, a pesar de sus matices y diferencias, debe pensarse como una en el mundo ante este tipo de atropellos. No podemos pensar al opresor solamente como un burgués, la burocracia también oprime. No me canso de decirlo: «Socialismo sí, Represión no».

2 diciembre 2021 31 comentarios 2k vistas
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Proyecto

Breve historia de un proyecto doctoral

por Leonardo Fernández Otaño 7 junio 2022
escrito por Leonardo Fernández Otaño

Luego de terminar mis estudios de maestría, y al asumir como opción personal permanecer en Cuba —aun contemplando cómo mis compañeros de universidad salían al extranjero a estudiar en becas—; he rechazado varias propuestas y decidí iniciar este proceso de formación en la Universidad de La Habana, en la cual me gradué como Licenciado en Historia en el año 2016.

En enero del 2020 discutí mi proyecto de investigación con fines de tesis doctoral, que fue aprobado de modo satisfactorio por el tribunal competente de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana. Para su elaboración había viajado a Italia entre los meses de febrero y abril del 2019, mediante una beca de la Compañía de Jesús. Allí pude acopiar información en el Archivo Secreto Vaticano y en el Archivo Romano de los jesuitas.

Proyecto

En el 2020 viajé también a España, donde permanecí diez meses investigando en los principales fondos documentales existentes sobre el tema. A lo largo de este período, la Universidad de La Habana reformuló su plan de formación doctoral y, como resultado, mi investigación y las de varios colegas quedaron en un limbo docente.

Enterado de esta situación, a lo largo de aquella etapa escribí a la Dra. Leidys Abreu, secretaria del Programa de doctorado, para expresarle mi preocupación por el asunto. La docente respondió en varias ocasiones que mi plaza estaba totalmente asegurada. Este proceso, que para nada interrumpió mi ritmo de investigación, se extendió entre los años 2020 y 2021, período de muchos ajustes docentes a todos los niveles en Cuba producto de la pandemia.

Proyecto

En septiembre del 2021 realicé la matrícula oficial del Doctorado en Ciencias Históricas en la Secretaría Docente de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana. Se me pidió entonces elaborar el plan de trabajo con la tutora y otros aspectos burocráticos.

La última comunicación que recibí por parte de la coordinación del programa de doctorado fue en noviembre del 2021, cuando se me orientó avanzar en el ejercicio final del módulo «Tendencias actuales de la investigación histórica». Después de esta fecha, me mantuve profundizando en mi tema de investigación doctoral, titulado: «La Compañía de Jesús y sus vínculos sociopolíticos con las élites habaneras y santiagueras mediante su espacio colegial (1901-1940)». Ello incluyó el acopio de información en el archivo de la Compañía de Jesús en La Habana y las lecturas encaminadas a la realización de mi ejercicio evaluativo.

A la par de mi labor académica y laboral, y sin menoscabo de ella, he desarrollado una activa participación cívica en la vida pública de la nación, en consonancia con mis derechos fundamentales. Con tal objetivo ejerzo la crítica ciudadana y exijo pacíficamente la democratización de las estructuras de poder en mi país, siempre respetando la otredad y en apego a la ética cristiana que mueve mi vida.

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Comunicación – Plan de Trabajo

Matrícula Doctorado en Historia aspirantes – La Habana

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Por tal razón, la Seguridad del Estado y sus ramificaciones en la Academia Cubana, que debería estar llamada a respetar la diversidad de pensamiento por su apego a las ciencias sociales y humanísticas, han desplegado un grupo de acciones encaminadas a excluir mi presencia en un espacio de formación doctoral al cuál accedí por méritos científicos y en conformidad con derechos ciudadanos. Su evidente intención es presionarme, mediante el acoso, la violencia y el chantaje emocional, con el fin de que un día marche al exilio, como han logrado con otros tantos amigos.

Desde el mes de enero había intentado contactar vía WhatsApp a la Dra.C Leidys Abreu, secretaria del Programa de formación doctoral, pero nunca obtuve respuesta. Ante la inefectividad de esta vía le escribí a sus dos emails e inclusive la llamé al teléfono de su casa, dejándole mensaje de mi intento por localizarla con el fin de enviar el ejercicio del módulo de la asignatura «Tendencias actuales de la investigación histórica»

Finalmente, el día 13 de febrero del 2022, recibí un email de la Dra. Abreu. A instancias de mis requerimientos confirmaba que en un último proceso de selección yo no había sido escogido para el Programa doctoral en Ciencias Históricas. Además, indicaba que concertara una cita con el Dr.C Sergio Guerra Vilaboy, coordinador del Programa.

Proyecto

El miércoles 16 de febrero me dirigí a la Universidad de La Habana para entrevistarme con el profesor Guerra. La entrevista se extendió por aproximadamente cuarenta y cinco minutos. El académico me comunicó dos cuestiones: 1) que la Dr. Yoana Hernández, quien se ocupaba de la tutoría de mi investigación, había renunciado a dicha función, y 2) algo que según él constituía el motivo principal de la decisión: que yo no poseía vinculación laboral en el sector estatal, lo que impedía que cursara estudios doctorales.

Mi respuesta al Dr. Guerra Vilaboy fue argumentar la falsedad de ambas cuestiones: pues en conversación con la Dra. Hernández, el día anterior, me había afirmado que no tenía conocimiento de dicha medida y que se mantenía como mi tutora; le aseguré asimismo al académico que conservaba mi vínculo laboral con la Academia de Ciencias de Cuba, lo que confirmaban los avales extendidos por esa institución para que yo efectuara la matrícula en el Programa de formación doctoral y que constaban archivados en mi expediente como doctorante en la Secretaría de la mencionada facultad de la Universidad.

Proyecto

Durante la conversación, el profesor Guerra expuso los verdaderos motivos de mi expulsión: mis ideas políticas. Según me dijo, le molestó mi exigencia a la revista Alma Mater (aunque alegó no haber visto el documento) de que se visibilizaran los criterios de los egresados de la Universidad de La Habana que estuvieron vinculados al estallido social del 11 de julio del 2021. Estas son algunas notas del intercambio que sostuvimos:

L.F: Profe, lo vengo a ver, porque me dicen que no estoy seleccionado para el doctorado. Y yo defendí el proyecto.

SG: Nosotros empezamos un proyecto de doctorado nuevo, que empezó de cero, pero cometimos el error de empezar a matricular y defender algunos proyectos sin aprobar el programa. A partir de que la rectora lo firma es que comienza el programa. En tu caso hubo dos dificultades: la primera que no teníamos tutor para ti.

LF: Yoana Hernández.

SG: Yoana Hernández no aceptó ser tu tutora, pero el motivo más complejo, es que tú no tenías una institución estatal que te amparará.

LF: Pero profesor, yo sí tengo una institución que me ampare: la Academia de Ciencias de Cuba, y ahí está la documentación en Secretaría Docente. A mí me parece que lo que está sucediendo conmigo, es que por mis ideas políticas se me está separando del programa. Me avergüenza que mis profesores se presten para esto. Porque yo hice la matrícula en la Universidad y aquí está la constancia, firmada por usted., donde dice que mi proyecto es de los más adelantados. Yo lamento mucho que un académico de su calibre se preste para esto, y sepa que voy a exigir hasta donde tenga que ir, porque esto es una injusticia, profesor, porque aquí lo que está sucediendo es que la Seguridad del Estado está obligando a mis profesores.

SG: Perdona, perdona, a mí nadie de la Seguridad del Estado vino a verme.

LF: Pero es lo que estoy viendo. Porque mire los correos que yo recibí firmados por usted, ¡mire! Esto es una injusticia, parece mentira que en una institución de pensamiento se sigan discriminando a las personas. Porque además hay personas en los listados que se encuentran fuera del país con carácter definitivo.

***

SG: Cuando comenzamos a revisar el caso tuyo, que ya habíamos aprobado un tutor, dijo que no aceptaba, pero eso no fue lo decisivo. Lo decisivo fue que Secretaría informa que no te podemos aceptar a ti porque no tienes una institución que te ampare y que, por tanto, tú no podías ser matrícula. Y por esa razón no estás en el programa doctoral.

LF: Yo solo le digo que ahí está la documentación, que yo entregué en Secretaría. Porque quien me conoce sabe de lo riguroso que soy con mi trabajo. Entregué el aval firmado por el presidente de la Academia de Ciencias. Le voy a escribir a la rectora, al ministro de Educación Superior y esto se va a saber en su momento. Porque es vergonzoso que la comunidad académica se preste para esto. Detrás de todo, lo que hay son profundos motivos políticos. Aquí tengo las capturas de pantalla de mis conversaciones con Leidy Abreu, donde a mí se me asegura que mi matrícula está garantizada.

SG: Yo no sabía eso.

LF: Estoy muy avergonzado. Porque Leidy Abreu tiene mi teléfono, me podía haber llamado o hubieran visto realmente la documentación que está en Secretaría.

SG: Se revisó.

LF: Pero ¿cuándo? Porque el 21 de septiembre hice la matrícula, a las 9.00 am., y Maira Vistel está de testigo.

SG: Entonces la información que me dieron está equivocada, porque a mí me dijeron que Yoana se había negado.

LF: Ayer hablé con ella. ¿Entonces, a quién creo?

SG: Te digo por la información que me baja Secretaría. Lo otro que te quería decir: a mí en lo personal, lo que no me gustó, que no tiene nada que ver en esta decisión, porque yo no tomé esa decisión; a mí lo que sí no me gustó, y te lo digo porque lo vi, fue un post tuyo en Facebook diciendo que eres estudiante del programa. Si tú quieres dar una opinión puedes darla a título personal, pero no arrastrando el programa contigo.

LF: Se refiere a la carta de Alma Mater.

SG: Yo lo vi en Facebook.

LF: Pero muéstreme el archivo. Yo le escribí una carta a Alma Mater, diciendo que soy estudiante de la Universidad, graduado de la Universidad, porque a mí me golpearon y me tiraron encima de un camión de basura el 11 de julio.

SG: Yo no te he golpeado, yo no te he amenazado.

LF: Pero me está excluyendo de un proceso formativo en el que llevo años trabajando.

SG: Yo no excluyo a nadie, porque a mí la facultad me pasa los listados y en tu caso es lo mismo.

LF: Yo lo invito a que revise mi muro, porque usar un elemento que se publica en mi muro…

SG: Yo soy un poco distraído.

Proyecto

Sergio Guerra Vilaboy

Después de concluido el encuentro con el profesor Guerra Vilaboy, me dirigí a la Secretaría Docente de la Facultad, donde verifiqué que toda la documentación se encontraba en regla. Entre los documentos existentes estaba el aval de mi centro laboral.

Debo precisar además, que al menos tres de los miembros del Consejo Académico del programa doctoral tenían mis contactos telefónicos y emails para contactarme, bastaba una simple llamada.

En el camino de la reclamación

El 17 de febrero, al siguiente día de la entrevista con el doctor Sergio Guerra, dirigí un expediente con todos los documentos que poseo a la Dra.C. Mirian Nicado, rectora de la Universidad de La Habana. Desde esa fecha han transcurrido los sesenta días reglamentarios para recibir respuesta sin que haya tenido contestación alguna. Igual expediente remití al ministro de Educación Superior José Ramón Saborido.

Los motivos para la expulsión del doctorado estaban claros: mis criterios políticos en el espacio público, la participación en la manifestación frente al ICRT el 11 de julio, mi papel como coordinador de la Plataforma Archipiélago y el acompañamiento que realizo a las familias de los presos políticos del 11 de julio.

Como parte del proceso de discriminación política en el ámbito académico, se han empleado contra mí todos los métodos posibles, que incluyen difamar en las redes sobre mi labor investigativa y exponerme en la televisión sin mi consentimiento. El acoso no solo se ha ceñido al plano intelectual, pues ha implicado asimismo siete interrogatorios policiales (desde junio del 2021 hasta la fecha), presiones sobre mi familia que abarcan el acoso sobre mi madre mediante visitas o llamadas de la Seguridad del Estado a su hogar, y el intento de dinamitar la relación con mi padre a través de llamadas anónimas a su celular y acoso en las redes sociales.

De igual modo, he recibido todo tipo de intimidación, que va desde cercos policiales en los bajos de mi edificio hasta amenazas contra mi integridad física por parte de agentes de la Seguridad del Estado en la puerta de mi domicilio a altas horas de la noche; interrogatorios a mi círculo de amigos e inclusive la detención exprés de un vecino en el mes de octubre de 2021. Asimismo, seis meses de prisión domiciliaria por mi participación en los sucesos del 11 de julio.

Este proceso es evidencia de lo vivido por un joven cubano que decide no emigrar y permanece en Cuba, exigiendo la democratización de los poderes públicos del Estado.

Nada importó a los censores y represores académicos el tiempo y esfuerzos que dediqué a mi proyecto doctoral. Lo que he experimentado en estos meses demuestra que en Cuba las posturas políticas y cívicas diferentes al canon dictado por el Partido Comunista son un signo de exclusión para el acceso a la Educación Superior, pues la Universidad sigue siendo para las personas que se abstienen de participar en la vida política de la nación, entiéndase para aquellas que no disienten de las políticas del Estado.

Reconozco, sin embargo, que este derecho que hoy reclamo es un privilegio, pues en las cárceles cubanas permanecen cientos de presos políticos. Por ende, si el costo de mi compromiso social y afectivo con sus familiares, la justicia y mi opción de fe fuera la limitación de este derecho fundamental y constitucionalmente reconocido, lo asumo con entereza, no sin que intente luchar asimismo por el derecho que tengo a cursar estudios doctorales en mi país.

7 junio 2022 22 comentarios 2k vistas
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Gabriel Boric (1)

¿Qué significa el triunfo de Gabriel Boric?

por Haroldo Dilla Alfonso 21 diciembre 2021
escrito por Haroldo Dilla Alfonso

La imagen que vi la noche del 19 de diciembre, de un Gabriel Boric hablándole del futuro a una muchedumbre que inundaba varias calles del centro de Santiago de Chile, era muy distante de otra que percibí dos años antes, cuando un grupo de ultraizquierdistas lo atacó físicamente, también en un lugar céntrico de la capital. En aquel entonces nadie hubiera apostado dos centavos por la suerte política del joven diputado: la coalición del Frente Amplio lo había desautorizado, sus militantes desertaron en masa y por doquier era denominado como un traidor «amarillo» a la causa popular. Los gamberros de la ultraizquierda sencillamente habían seguido, a su manera, el rumbo de las cosas.

¿Cómo llegamos hasta aquí?

Boric —junto a otras figuras como la comunista Camila Vallejo y el frenteamplista Giorgio Jackson, hoy dos compañeros cercanos— había sido una figura clave del brioso movimiento estudiantil de 2011, cuando los jóvenes universitarios paralizaron al país reclamando el derecho a la educación gratuita. De ahí surgió el Frente Amplio, que en las elecciones de 2017 consiguió elegir una docena de diputados y ganó el 20% de los votos presidenciales.

El 2019 fue un año sorprendente para todos. La crisis del modelo inaugurado tras la derrota política de la dictadura y la apertura democrática en 1990, se había expresado en huelgas, manifestaciones, ocupaciones de escuelas, entre otras acciones que no daban respiro a la clase política. Pero en octubre de 2019 la situación se salió de control cuando el gobierno decretó un incremento de treinta pesos al precio del metro, y sus funcionarios comenzaron a salpicar el panorama con chistes mordaces que expandieron la indignación.

Todo comenzó el 1ro de octubre, con un grupo de estudiantes secundarios saltando los torniquetes del metro. Pronto caló socialmente y el día 18 Santiago estaba en llamas. Con los días, aunque algunos actos violentos continuaron, predominó una modalidad de protestas pacíficas que fueron regularmente reprimidas por el gobierno y silenciadas por la prensa derechista, interesada en mostrar una imagen de caos cuando en realidad tenía lugar una recomposición.

En noviembre de 2019 la situación era insoportable: ocurría una auténtica crisis en que lo viejo se descomponía pero lo nuevo no nacía. Y fue entonces cuando —contra todas las opiniones y a contracorriente de la propia directiva de su partido—, Gabriel Boric impulsó un acuerdo nacional que obligaba a todas las fuerzas políticas firmantes y al gobierno a un itinerario constituyente. Fue también entonces cuando los gamberros lo atacaron en la vía pública, muchos de sus amigos lo abandonaron y el partido virtualmente se desmanteló.

Lo que vino después es conocido: la convocatoria a una nueva constitución (la vigente databa de la época de Pinochet) fue aprobada abrumadoramente en un plebiscito. Para formar la Asamblea Constituyente se convocó a elecciones que ganó con amplio margen la izquierda, pero sobre todo los grupos radicales no organizados partidariamente.

Desde principios de 2021 comenzó a moverse el tema de las elecciones generales que deberían celebrarse en noviembre, con una segunda vuelta presidencial en diciembre. La izquierda se organizó en dos grandes bloques. Uno, más moderado, reunió a la vieja concertación de la centroizquierda —cuyas fuerzas principales son el Partido Socialista y la Democracia Cristiana— y otro, más a la izquierda, nutrido por el Partido Comunista y el Frente Amplio. En esta última alianza aparecía como figura dominante un alcalde comunista, Daniel Jadue, que había realizado una meritoria gestión social en su comuna y que figuraba en liza desde 2018.

Gabriel Boric (2)

El comunista Daniel Jadue se sumó a la campaña presidencial de Gabriel Boric. (Foto: Twitter)

Hasta mayo de 2021 nadie apostaba por otra figura competitiva en el Frente Amplio, y el propio Boric había comenzado una anémica recolección de firmas que a par de semanas del deadline aún no había conseguido un tercio de las rubricas. Y entonces vino el milagro: una diputada populista y poco atenida a principios éticos comenzó a proferir burlas del Frente Amplio. La respuesta fue enérgica: en dos semanas se completaron las firmas, en otras más se armó un programa y, contra todos los pronósticos, ganó en las primarias al candidato comunista Daniel Jadue por veinte puntos de ventaja.

Era julio de 2021. En noviembre fueron las elecciones donde obtuvo el 28% de los votos, y hace unos días el 56% frente a un candidato de extrema derecha, misógino, homofóbico y neoliberal. Para conseguir este resultado —la mayor votación en la historia de Chile—, no solo logró atraer a toda la izquierda, sino también movilizar un voto progresista que usualmente no concurría a las urnas.

Fue una campaña casa a casa, que evitó los improperios y calumnias del opositor ultraderechista y se centró en explicar el programa y sus efectos a una población preterida en un contexto de muy alta desigualdad social. Su discurso cautivó a todos y todas pero en particular a mujeres y jóvenes. En los municipios más pobres y poblados de la capital, sencillamente arrasó con apoyos de hasta un 70%. Regiones que en noviembre habían votado por la derecha, ahora lo apoyaron.

Una persona fue clave en este giro: una mujer aimara, Izkia Siches, médica que había encabezado la oposición a las políticas anti-covid del gobierno en los primeros tiempos en que Chile aparecía como uno de los lugares más afectados del planeta. Izkia, con su bebé en brazos, recorrió el largo país en un bus, reafirmando aquello que decía Martí que sucedía cuando las causas justas enrolan los corazones de las mujeres.

Gabriel Boric (3)

Izkia Siches

¿Viene el comunismo?

Los cubanos residentes en Chile se hicieron visibles en las campañas del candidato ultraderechista, argumentando que Boric era comunista y que terminaría apoyando al gobierno de Díaz Canel. Esta también ha sido la opinión de buena parte de los articulistas, tuiteros, febusqueros, etc., que se oponen al gobierno cubano y que generalmente lo hacen desde conocidas posiciones de derecha, aun cuando acostumbran a decir que ya superaron la dicotomía izquierda/derecha. Desafortunadamente el discurso político opositor cubano —dentro y fuera de Cuba— es de un anticomunismo básico propio de la Guerra Fría.

Aunque Boric inició este periplo encabezando una alianza casi exclusivamente con el Partido Comunista, su programa mantuvo diferencias sustanciales con el que sustentaba el candidato Jadue. Nunca fue un programa anticapitalista —pero sí anti/neoliberal— que acercaba su propuesta al modelo europeo, en particular al de los países nórdicos. En términos políticos siempre propugnó el mantenimiento de las fórmulas democrático/liberales, acompañándolas con cuotas mayores de descentralización, respeto a la diversidad y la pluralidad, y fórmulas de participación comunitarias y laborales.

Incluso, cuando se procedió a la segunda vuelta moderó más su programa para dar entrada a la centroizquierda, menos radical, si bien conservando principios básicos de su programa. Debo anotar que cuenta con un equipo técnico de muy alto nivel, y paritario en término de géneros.

En este contexto, reitero, entraron a coalición —y con seguridad entrarán al gobierno— figuras políticas de la antigua concertación de centroizquierda, a la que ha reiterado llamamientos de cooperación. Y también lo hará el Partido Comunista lo que merece una breve aclaración. El PCCH ha sido un socio disciplinado y honorable de las coaliciones políticas en que ha entrado desde la década del 40 del pasado siglo. Por muy repugnantes que nos resulten sus apoyos a las dictaduras izquierdistas, como es el caso cubano, nada indica que actuarán de manera diferente a como hicieron cuando la Unidad Popular (1970-1973) o cuando fueron parte de la Nueva Mayoría que encabezó Michel Bachelet (2014-2018).

Respecto a Cuba, Venezuela y Nicaragua, la posición de Boric ha sido directa y clara, y desde hace mucho tiempo: condena absoluta a toda dictadura, no importan sus signos ideológicos. Y en este punto, para concluir, una breve anécdota.

Boric sobre Cuba: "Solidarizar con el pueblo que hoy día se levanta y no con el gobierno de Díaz Canel"

EN VIVO #DebateAprueboDignidad » https://t.co/tdFda9tz69 pic.twitter.com/0zzZQBruS4

— T13 (@T13) July 12, 2021

El debate final Boric/Jadue fue justamente el 11 de julio de 2021 y uno de los temas era política exterior. Ante la pregunta inevitable sobre Cuba, Jadue titubeó; Boric fue diáfano: una condena sin fisuras a la dictadura y a Díaz Canel. Todos los analistas coincidieron que fue fatal para Jadue, quien unos días después terminó perdiendo las primarias por unos 20 puntos porcentuales.  Probablemente muchos de los cubanos que se manifestaron ese día nunca conocerán que su valiente acción influyó en esta victoria chilena por la democracia y por la justicia social.

Chile ha ganado el derecho a un futuro mejor. Ahora viene lo más difícil: construirlo.  

21 diciembre 2021 31 comentarios 2k vistas
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