Nada nuevo bajo el Sol, el Papa lo adelantó y la oligarquía miamense y la oligarquía partidista intentaron poner una cortina de humo sobre lo importante: en algún lugar del planeta, Cuba y Estados Unidos compartían un café. El temor de ambas oligarquías es que se van del juego, como se fueron durante las negociaciones entre Raúl y Obama. Por eso llevan años azuzando el combate, el alzamiento popular desde allá; y de este lado, la represión y la criminalización del disenso. Ni los oligarcas del Norte son tan católicos, ni los oligarcas de Paseo y Boyeros son tan liberales.
Las recientes medidas económicas anunciadas por Gil están en consonancia con la nueva realidad, obviamente porque el café le gustó a las dos partes de la mesa. ¿Fue Cubita o Bustelo? ¿Fue una mezcla de los dos? ¿Y si fue una mezcla, en qué proporción uno más que otro? Esas son mis primeras preocupaciones. No las únicas.
Posiblemente vengan nuevas liberaciones de presos y algún delirante que desde el norte de La Habana los califique de traidores por aceptar respirar aire puro. El spanglish comienza a reemplazar el lenguaje inclusivo.
Bienvenidas sean todas las conversaciones que detengan la violencia y traigan paz y bienestar para nuestro país. Un país, un pueblo, que ha recibido los más deshonestos insultos desde el sofá-cama de una parte del exilio que vio, en la sangre y la muerte de los humildes marginados, el triunfo de su mediocre revancha.
Ahora bien, aunque se llenen los anaqueles y el transporte mejore, y las aspirinas y condones se regalen en las farmacias, Cuba necesita DEMOCRATIZARSE. Abolir el poder absoluto del partido único sobre la Constitución refrendada por nosotros, el pueblo. Exhibir en la televisión los debates entre diputados y entre diputados y gobierno. Permitir el disenso de jóvenes criminalizados desde el 27 de noviembre del 2020 y maltratados por las fuerzas represivas. Y establecer el derecho a réplica cuando un medio oficial utiliza lo que es del pueblo para ofender, manipular y mentir sobre la realidad que golpea a ese pueblo.
La Contraloría debe transparentar los resultados de investigaciones sobre el capital mal habido y rendirle cuentas al parlamento, para que se termine de una vez la suspicacia o el ocultamiento de oportunidades solo reservadas para castas y grupos políticos. El pueblo tiene derecho a conocer cómo se ganan y utilizan los dineros que sobre su espalda crecen.
Y que el fruto del crecimiento económico personal o del Estado, sirva para acortar las diferencias entre marginados y niños bien. Que los negros pasen de la puerta al salón y reciban mucho más que educación y salud gratuitas, además de soñar y hacer posibles sus sueños. Porque no existirá paz en las diferencias, sino en el fruto del aporte solidario de todos.
Y la prensa independiente y oficial a no mentir, a no fomentar el enfrentamiento sino el entendimiento y la convivencia. A no pedirle peras al olmo. El gobierno es mediocre y la contrarrevolución también. De esa pareja de adversarios solo espero sus nombres publicados en la revista Hola, hablando mal del café.
Los cubanos de aquí, a pensar en Cuba y exigir el fin del monopolio partidista y de la llamada al combate desde un salón con aire acondicionado. Los cubanos de cualquier parte, a pensar en sus familias y exigir que Cuba sea borrada de la lista de países terroristas y apoyar la flexibilización del injusto embargo o bloqueo, como quieran llamarle.
Porque si ganan las dos oligarquías, nadie podrá impedir que ni el Papa pueda mediar cuando Dios le diga: Les mandé el bote tres veces. ¿Qué quieres, que se lo explique en persona?.
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