Retomando el recuento del documental exhibido por el periodista Reinaldo Taladrid en su programa “Pasaje a lo Desconocido, relacionado con el increíble concepto de la “Obsolescencia programada”, abordo ahora algunos problemas que en la actualidad se están presentando con la aplicación del mismo a las computadoras, teléfonos celulares y otros productos electrónicos, desarrollados durante la que ya algunos autores han dado en llamar “La Segunda Revolución Industrial”.
En tal dirección resultó interesante la querella establecida por varios compradores de los Ipod de la Apple, la famosa compañía fundada por Steve Jobs y Stephen Wozniak. Pues resulta ser que los mencionados afectados, compraron Ipods con precios de entre 400 y 500 dólares, y en menos de un año la batería se encontraba fuera de servicio. Al dirigirse a la firma con vista a sustituir la misma, se encontraron conque el emporio electrónico ya no producía las baterías colocadas en ese modelo, a pesar de que no hacía un año que este se había ofertado en el mercado. La solución brindada por el Departamento Técnico de Apple a los afectados, fue que estos compraran el nuevo modelo desarrollado por la firma. Pero como algunas de estas personas no se resignaban a la idea de ser timados impunemente, establecieron una querella contra la firma, que no solo obligó a pagarles a los dolientes una gratificante indemnización, sino que además indujeron a Apple a mejorar la calidad de sus baterías.
En este punto de la narración fílmica, mi hijo, a quien yo hacía unos escasos dos meses le había comprado un Ipod se preocupó, y me inquirió, – Papi; ¿Entonces a mi Ipod puede fastidiársele la batería en cualquier momento? Yo le respondí planteándole que no se preocupara, que el no iba a ser tan desafortunado que le iba a tocar en suerte una batería mala, pero parece ser que por el mero hecho de comenzar a escribir estas líneas ayer,la Providenciame castigó. Hoy por la mañana, al tratar de arrancar su Ipod mi hijo me dice – Papi, el tarequito este no funciona. Pues ocurrió tal y como lo cuento. Al llevarle el Ipod a un técnico que lo revisó, este llegó a un dictamen técnico rápido y veraz; la batería estaba fuera de servicio, lo cual en buen cubano equivale a que “cantó el manisero”.
Como por las razones conocidas del diferendo Cuba – Estados Unidos, el bloqueo, y las demás Leyes Extraterritoriales e ilegales acorde a los principios del derecho internacional, como la Torricelly y la Helms Burton, encontrar una batería de Ipod barata en Cuba, equivale a que se cumpla la parábola bíblica de que “primero pasa un camello por el ojo de una aguja, antes que un rico entre en el Reino de los Cielos”; tengo solo dos opciones: o pagar los 16 CUC que cuesta la batería, o que el niño emplee el Ipod como una simple memoria flash, y que aproveche los 4 GB de capacidad de almacenamiento que todavía puede utilizar del dispositivo electrónico. La variante de establecerle una querella a la Apple, como los afectados e indemnizados, del caso anteriormente relatado ocurrido en territorio de los Estados Unidos, por las razones antes mencionadas, para un ciudadano cubano, más que un espejismo no pasa de ser un posible argumento para un filme de ciencia ficción.
Por suerte mi hijo, es de aquellos muchachos que sabe a su corta edad, que cosas son indispensables para vivir, y cuales no. Cuando regresé de casa del técnico con el dictamen de la rotura y el precio de la batería me comentó con una sonrisa, – Viejo, parece que nos mordió la obsolescencia programada. Agregando después: – No cojas lucha, que yo lo pasaré bien sin el Ipod. Acto seguido, partió con su primo para la playa como siempre lo hace, solo con un short, un pulóver y sin zapatos, cual si fuera un indígena de los que encontró Colón cuando llegó a estas tierras.
Después de este breve recuento familiar acerca, de cómo me está afectando personalmente la obsolescencia programada por estos días, les cuento que el nombre de Apple vuelve a aparecer nuevamente sumamente criticado en el documental que analizamos en este artículo. Pues resulta ser que los ricos de este mundo, están botando su basura electrónica en algunos países africanos, con el eufemístico pretexto de mediante “donaciones”, disminuir la brecha tecnológica que en materia de equipos informáticos existe entre los países desarrollados y los países africanos. Cientos de barcos parten desde puertos de Europa y Estados Unidos llevando contenedores repletos de computadoras obsoletas, y que en la mayoría de los casos ni siquiera funcionan, para arrojarlas en suelo africano.
Ghana es el principal ejemplo abordado en el material. Un periodista ecologista ghanés, Mike Anane, muestra como un antiguo río caudaloso ha desaparecido de la geografía de su país, debido a que sus riveras se escogieron como basurero informático. Los niños pobres queman los componentes plásticos de manera indiscriminada, con el objetivo de recoger las partes metálicas, para venderlas como chatarra. Ellos mismos están siendo afectados además por intoxicación con los metales pesados que se encuentran en algunos componentes electrónicos desechados. El activista ghanés, muestra en su computadora los logos de algunas de las firmas que vierten sus desechos en suelo dela Repúblicade Ghana. Dentro de los acusados, nuevamente aparecela Apple. Unaabogada inglesa, Elizabeth Priztker, menciona la contradicción de que esta firma yanqui, se presenta habitualmente como una de las defensoras del cuidado del medio ambiente. Ya lo dijo Jesús, – Cuidaos de los fariseos.
La aplicación de la obsolescencia programada en el campo de la computación, y su efecto para las economías pobres, es sencillamente funesta. Para los países del Tercer Mundo, como Cuba, es muy difícil adquirir computadoras, impresoras, escáneres, y otros equipos de computación. Sin embargo, cuando muchas veces se logran adquirir por diferentes vías, los repuestos se vuelven una verdadera tragedia. En nuestra Universidad de Matanzas, computadoras con apenas 5 años de explotación ya no poseen piezas de recambio en el mercado nacional, porque sencillamente la tecnología cambió, y el país, aunque posea el dinero para adquirirlas directamente de los fabricantes, sencillamente no las encuentra. Por ejemplo, si antes los discos duros eran IDE, ahora la tecnología predominante es SATA, y así con todos los demás componentes, como memorias RAM, fuentes de alimentación, Motherboards, etc.
Los productores de software propietario, en inmoral alianza con los fabricantes del hardware, también contribuyen a la rápida obsolescencia del equipamiento informático. Una computadora como la que estoy empleando para escribir este artículo, una laptop Hewlett Packard con procesador Centrino a 1,4 Gigahertz, y con 224 Megabytes de memoria RAM, no podría soportar el sistema operativo Microsoft Windows 7, a pesar de que fue fabricada en 2004. En menos de 20 años, el usuario promedio en todo el mundo ha tenido que migrar 8 veces la versión de Windows de sus computadoras, lo que en la mayoría de los casos ha implicado necesariamente la actualización del soporte tecnológico.
¿Qué pasa cada vez que Microsoft, y los demás productores de software, elevan las exigencias tecnológicas de las computadoras en función de sus paquetes informáticos, en contubernio con IBM y otros grandes productores de hardware? Que se incurre en nuevos gastos de materias primas de todo tipo, en la fabricación de los ordenadores, con las consiguientes afectaciones al medio ambiente, y a los ecosistemas planetarios.
Alguno de los defensores a ultranza de que la bonanza de un sistema, en este caso, del capitalismo se mide por el nivel y volumen de las ventas de mercado, quizás no coincidan con la exposición de estas ideas. Me tildarán quizás de retrógrado o conservador, sin embargo, nada más lejos de mis intenciones, que negar los avances de la humanidad en el campo de la tecnología y las ciencias. Como profesor que ha dedicado más de 25 años a la enseñanza de la ingeniería, este pensamiento dogmático está bien lejos de mis convicciones personales.
Sin embargo, creo firmemente en la idea de que el desarrollo científico tecnológico debiera estar basado en la planificación económica científica bien estructurada, y la explotación racional de los recursos naturales. Es inmoral, antiético e injusto, que quienes controlan la economía mundial, disminuyan la durabilidad de todo y cuanto se produce en el planeta Tierra, en función de garantizar superiores ganancias. Para un trabajador dela Educación Cubana, que vive de su salario enla Cuba Socialistay Revolucionaria, no le cabe en la cabeza, que una persona como Bill Gates, cuya fortuna llegó a ser en 1990 según Forbes de 90 000 millones de dólares, cada vez necesite, aunque ya posea esa enorme fortuna personal, ganar más dinero en su opulenta vida.
En el documental, un científico francés, Serge Latouche, expresa una idea, que resume de manera magistral la visión aberrada de los capitalistas, que como único dios valoran al mercado. El investigador plantea: – “Los que defienden la idea inmoral del mercado todopoderoso e infalible, creen que se puede mantener este sistema de consumismo actual, en la peregrina idea de que las posibilidades del mercado son infinitas, sin tomar en consideración de que vivimos en un planeta finito”.
Con este pensamiento termino este largo artículo dividido en dos partes, en el cual, no pretendo dar recetas y mucho menos imponer patrones; simplemente he querido poner a disposición de los lectores un conjunto de hechos, que nos están afectando a todos los habitantes del planeta, aunque la mayoría de los seres humanos que acuden en masa a los centros comerciales en todo el mundo, ni siquiera reparen en ellos.
Enlaces relacionados:
http://www.rtve.es/television/documentales/comprar-tirar-comprar/
http://es.wikipedia.org/wiki/Obsolescencia_programada
Publicado originalmente en http://edumatanzas.blogspot.com/
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