La necesidad de una democratización de la política y la sociedad cubanas pasa necesariamente por un proceso similar de la esfera comunicacional. En su texto «Retos para una política pública de comunicación en Cuba», el doctor José Ramón Vidal Valdez, profesor titular de la Universidad de la Habana, considera como rasgos esenciales en el sistema comunicacional cubano a 1) la propaganda en defensa de la Revolución [gobierno] como función primera y esencial de los medios y 2) el secretismo como mecanismo de defensa ante situaciones realmente excepcionales.
Este autor demuestra que en Cuba fue penetrando hasta consolidarse el modelo de prensa soviético, en el cual se intensifica la intromisión del aparato auxiliar del Partido en la conducción cotidiana de la prensa. Como resultado, considera que: «Se produce una hipertrofia de la función propagandística, con tintes apologéticos de la obra de la Revolución, en detrimento de la función informativa, de la crítica oportuna y necesaria para cualquier proyecto político y del uso de los medios como plataformas de participación democrática de la ciudadanía en los asuntos públicos».
Por su parte, el investigador Alexei Padilla Herrera, en «Doutrinas, normas jurídicas e políticas que regem o exercício do direito à comunicação em Cuba», explica que la versión más reciente de la política de comunicación, aprobada en enero del 2018, reafirma el papel hegemónico del Partido y es guiada por el principio «dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada», enunciado por Fidel Castro en 1961. Argumenta en tal sentido, que dicho principio reproduce la noción de libertad de expresión defendida por el marxismo soviético, que refuerza el carácter instrumental atribuido a los medios y en la cual los líderes políticos tienen el poder de decidir discrecionalmente cuáles declaraciones o actos son o no subversivos o inconvenientes.
Tanto en la Constitución de 1976 (art. 53), como en la de 2019 (art. 55), «la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada»; sin embargo, a lo largo de la historia del socialismo, tanto del implosionado bloque socialista europeo como del cubano, ha quedado claro que no basta con declarar la propiedad estatal o social sobre los medios como garantía de que estos estén verdadera y totalmente al servicio del «interés de la sociedad».
La demostración más evidente de que el sistema comunicacional en general y el ejercicio profesional de los medios de comunicación no contribuyen con efectividad al interés social ni a la continuidad del proyecto revolucionario original, es la explosión de la sociedad civil cubana en medios digitales, reconocidos como alternativos a los oficiales. Ellos son la consecuencia visible de la llegada de internet a Cuba y el crecimiento del acceso a la red de redes, amén de su altísimo costo; pero también el resultado evidente de las deudas del proyecto cubano, acumuladas por décadas de inmovilismo y desconocimiento de las necesidades y exigencias de la ciudadanía.
El Partido/Gobierno no reconoce a estos nuevos actores mediáticos y los acusa en pleno de ser financiados desde el exterior en función de una agenda subversiva para derrotar al socialismo. Hay en este tema algunos aspectos a dilucidar:
¿Es coherente reprochar a medios que no son admitidos por la legislación cubana ni reconocidos por esta, que reciban financiamiento del exterior?
En mi criterio —más allá de la postura oficial, siempre prohibitiva—, se impone aquí una cuestión ética, que tiene que ver con el hecho de que algunos de esos medios se debilitan ante la propia opinión pública nacional porque reciben fondos de un gobierno que ejerce constantes e ilegales presiones extraterritoriales sobre Cuba y que fomenta vías para subvertir el sistema político, atribución que no le corresponde legítimamente.
Pero habría que sumar a esta ecuación otro elemento: que al no reconocer a esos medios en Cuba, se los aparta de poder recibir fondos por caminos internos más transparentes y autónomos, como donaciones, anunciantes del patio u otras vías tradicionales y legales para sostenerse.
¿El financiamiento en sí mismo es reprobable?
En la historia de la prensa republicana en Cuba, raros son los casos de medios que no acudieran a financiamiento desde su génesis. Según el investigador Pedro Cubas, solo la revista Social (1916-33 y 1935-38) funcionaba como una empresa con sólidos resultados y generación de ganancias. Dado el peculio personal de su creador, Conrado Massaguer,[i] este realizó inversiones para introducir el método de la fotolitografía —que convirtió a Cuba en el primer país de América Latina en disponer de esa tecnología—, unido a la utilización de buen papel, una visualidad poco común y el diseño interior y de cubiertas, donde primaba la tendencia art decó. Aun así, en sus páginas también se incluían anuncios.[ii]
La mayoría de los medios debió buscar fuentes de financiamiento para sostenerse. Cuando estas fallaron fue su fin, como ocurrió con la revista Cuba Contemporánea (1913-27).
Revista de Avance (1927-30), líder del vanguardismo en Cuba, puso en práctica un novedoso sistema de atracción de fondos que le permitiera la mayor independencia económica posible, apelando a varias vías: suscripción, propaganda y patrocinios. A pesar de ello, a lo largo de sus páginas se observan comentarios que indican que tales fondos siempre resultaban insuficientes.[iii]
Ningún medio, sin embargo, fue tan ingenioso y tuvo tanto éxito en lograr fuentes de financiamiento como Noticias de Hoy, órgano oficial de los comunistas cubanos en su período legal (1938-1953). Junto al de Chile, serían los únicos de su ideología en llegar a un senado y una cámara burgueses en América, instancias en las que se mantuvo, a diferencia de su par suramericano, inclusive en el período de Guerra Fría que potenció el anticomunismo en la región.
Habiendo entrado tarde a los cauces legales de la política, se puso al día muy pronto. Tenía que lidiar con medios de ideología diversa y debía ser competitivo. Por ello no incurrió en la puritana costumbre implementada tras 1959, que consideró una blasfemia mezclar ideología y publicidad. El periódico comunista publicó, desde el primero hasta el último día de su existencia, anuncios de productos y servicios, especialmente de empresarios y profesionales cubanos, que fueron fieles y no les retiraron su apoyo a pesar de que el comunismo fue satanizado por la política macarthista luego de la Segunda Guerra Mundial.
Aquí podrán observar estos anuncios, uno corresponde al primer número de Noticias de Hoy —fue una edición de propaganda del 30 de abril de 1938, en saludo al 1ro. de mayo, pues la salida oficial sería el 16 de mayo de 1938— y el otro es el último número, del domingo 26 de julio de 1953, día en que fueron clausurados.
Véanse estas solicitudes: a los anunciantes para que utilizaran las páginas de Noticias de Hoy, y a los lectores para que consumieran los referidos productos y servicios.
También fue importante, aunque en menor medida, la suscripción popular. Con el fin de motivar a los lectores se celebraban concursos, en los que se entregaban premios costeados por los propios anunciantes.
No obstante, su más importante conquista fue conseguir unos modernos talleres propios. Con ese objetivo se concibió la campaña nacional «Pro talleres para Hoy», en la que demandaron la colaboración del pueblo, de intelectuales y artistas. La suma necesaria era 30 mil pesos, cantidad enorme en aquella época. En la primera plana se publicaba todas las semanas el estado de la colecta, que fue completada finalmente.
El nuevo taller se ubicó en Desagüe números 108 y 110, apartado no. 2422, dirección telegráfica: NOTI–HOY. Noticias de Hoy salió sistemáticamente con dos ediciones y una paginación de entre ocho y doce páginas; tuvieron un suplemento dominical y, en 1940, se agregó el Magazine de Hoy.
Estas fuentes de financiamiento eran legales en una sociedad en que la prensa no era controlada férreamente por un partido político. Se puede afirmar entonces —con una terminología al uso—, que Noticias de Hoy fue una publicación «próspera y sostenible». Y lo fue sin dejar de defender su ideología y de enfrentarse y criticar a sus contendientes.
¿Y el financiamiento de los sucesores?
En mi artículo «Lo novedoso» el pasado año, me referí a los pronunciamientos del presidente Miguel Díaz-Canel en el Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), donde mencionó la necesidad de financiación de los medios, para lo que recomendó alternativas generadoras de ingresos por vía de la publicidad y el patrocinio, sin que ello significara la retirada del presupuesto estatal.
Al respecto manifesté:
[…] La situación de la prensa cubana es incoherente en muchos aspectos. Nuestra Constitución norma la existencia del PCC como Partido único; sin embargo, dada la enorme cantidad de órganos oficiales de prensa que posee el mismo, tal parece que coexistiera en un escenario interno de extrema hostilidad ideológica, lo que es desmentido a su vez por las declaraciones de los dirigentes que patentizan su confianza en el apoyo del pueblo a la Revolución. Además del periódico Granma, existe un órgano oficial del Partido en cada provincia, para un total de quince, y prefiero ser cautelosa pues ignoro si en las provincias experimentales de Artemisa y Mayabeque también se establecieron.
A todas luces es innecesaria esa abundancia de órganos oficiales, pero lo peor es que cada uno de ellos lo financia el presupuesto del Estado, es decir todos y cada uno de nosotros. ¿Es justo que un país con una situación económica tan compleja como Cuba deba derrochar en proporción semejante, a pesar de que los requerimientos al ahorro son constantes en el discurso político? […]
Han transcurrido más de dos años y no se aprecian cambios en esa dirección. Todo lo contrario, en medio de la enorme crisis estructural de la economía cubana —que la pandemia ha agudizado pero que casi paralizó el país a finales del 2019—, los periódicos comenzaron a publicarse a colores, lo que los moderniza indudablemente pero a costa de mayores inversiones.
El aparato ideológico sigue preocupándose más por el financiamiento externo que tienen los medios alternativos, sin entender que debería justificar las fuentes internas que sustentan a la prensa oficial.
Cada día se promueve una separación mayor entre lo que refleja un periódico como Granma y las opiniones de la ciudadanía. Al respecto el periodista Ariel Montenegro publicó en su página de Facebook una respuesta contundente al autor del artículo «Revictimizada mil veces», divulgado en el referido órgano oficial del PCC, y rechazado de modo contundente por muchas personas:
[…] tu texto no es sobre el femenicidio en Cuba. Lo usas solo como el macabro set para uno de los temas preferidos por esa publicación: «La prensa pagada por el imperialismo». Pero de la enorme falta de carácter y amor propio que significa destinar líneas de un medio para desacreditar a otros, no voy a hablar ahora. Ese texto vendrá más adelante. Solo diré que lo que toda la prensa no estatal diga me preocupa menos que lo que diga la estatal, puesto que sus enormes edificios, sus computadoras, su papel, su internet, sus vehículos, su combustible y el salario de sus periodistas, los pagamos todos los cubanos con el dinero que no se usa para los baches de la calle, para arreglar los salideros de agua o para construir viviendas […]
En lugar de abrir sus anquilosadas páginas a la publicidad de los empresarios cubanos, como hizo su predecesor, el Granma las abre a Carlos Luque para que provoque roces innecesarios con las nuevas formas de gestión privadas.
Si la empresa privada en el capitalismo no opuso reparo en anunciarse en la prensa comunista, considero que la prensa actual, heredera de aquella, no debe oponerse a que los cuentapropistas utilicen sus espacios.
Esto debería instrumentarse tanto en el único órgano oficial, Granma, como en los periódicos de todas las provincias, que dejarían de identificarse como órganos oficiales del Partido. En todos los casos se podría mantener un apoyo del presupuesto estatal para los mensajes y campañas de bien público, pero la mayor parte de los egresos serían asumidos por las propias publicaciones.
Todos los medios precisan fuentes de financiamiento, los alternativos también. Es necesario sufragar los salarios de los periodistas, contratar editores y diseñadores, disponer de fondos para encargar textos a expertos en campos que merecen recibir una contribución adecuada a su nivel científico, y, por supuesto, costear los altísimos precios del acceso a internet.
Por tanto, no hay que satanizar a los medios que reciban donaciones o ingresos por publicidad. Lo ideal sería que los recibieran legalmente dentro de su país, que pudieran hacer campañas similares a las de Noticias de Hoy. Pero eso es obstaculizado en Cuba. Si el Partido los reconociera podría exigir de ellos una claridad en su financiamiento, para lo cual debería, antes, darles ejemplo.
[i] Pedro Cubas Hernández: Cuba 1922- 1930. Cuatro ensayos de indagación e interpretación de nuestra cultura, Centro de Información del Instituto de Investigación y Desarrollo de la Cultura Juan Marinello (Inédito)
[ii] Alina López Hernández: «La revista Social, la generación del veinticinco y la experiencia soviética», revista Matanzas, no. 3 de 2016.
[iii] Ana Suárez Díaz: Multimedia de Revista de Avance, Ediciones Cubarte.
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