―¡¿Cómo que otro Ministerio?! ¿No te basta con tu propuesta de principios de siglo de instituir el Ministerio de Ideas?
―Aquella a la larga fructificó cuando se creó la Empresa de la Batalla de Hídeas.
―Sí, y terminó como terminó: todo el mundo tronado. Esos tipos sí que luchaban.
―A ver: qué más da que lo propongamos. Un Ministerio de Medidas urge en las actuales circunstancias. La población va a volverse loca: que si 63 para la agricultura, 43 para fortalecer la empresa estatal socialista, ahora 75 para arreglar las calles…
―¿Arreglar las calles?
―Salir del bache quise decir.
―¿Te quedan dudas de que Cuba llegará al 2030 con un socialismo próspero y sostenible?
―Si la sostenibilidad sigue insostenible y la prosperidad no prospera…
―Lástima que no hayas podido ir a la última visita gubernamental. Había que ver la variedad de proteínas que emanaba del estiércol de la granja a donde nos llevaron: vacas, chivos, carneros, conejos, faisanes, curieles cruzados con jutías… En la casa de visitas, la comida inmejorable, y para evitar la picada de los mosquitos una consola de tres toneladas.
―¡Pero es que la mayoría de las 75 medidas son más de lo mismo! Cuando la gente lea que hay que «Estimular la concurrencia directa de las formas productivas al mercado, eliminando un poco la figura del intermediario», «Implementar un programa para la disminución gradual del déficit presupuestario y alcanzar el equilibrio financiero interno del país», «Implementar medidas para incrementar la captación de ingresos en los municipios»… va a preguntarse qué coño se estuvo haciendo hasta ahora.
―Esa medida de «implementar medidas» suena redundante, sí. Hace falta que quienes las implementen no dicten una que exponga: «Hacer mediciones para medir en qué grado las medidas…».
―¿Y qué me dices de «Exigir a los equipos de dirección de las entidades sobre la necesidad de una adecuada formación de precios»? ¿Qué, vamos a proponerle a Torres Iribar que vuelva con la trova de que el amor esto y el cariño lo otro? ¿Fomentaremos la rebaja de precios convirtiendo a las empresas en posadas donde los directivos se amen y procreen utilidades ideológicamente protegidas?
―Ni me lo recuerdes: desde que el presidente convocó al amor para combatir la inflación hay un viceministro que no me quita los ojos de encima. Debe estar esperando a que en septiembre se apruebe el Código de las Familias para irme con todo.
―Yo tú lo pensaba… lo de eliminar las medidas redundantes digo. Fíjate que si lees los Lineamientos del 2011 vas a encontrarte con algunos cuya redacción es casi idéntica a la de estas últimas 75.
―Te equivocas, cuadro. El pueblo tiene que sentir que la actualización se actualiza y la renovación se renueva. No podemos aferrarnos a proyecciones que hoy se convierten, por cansonas, en trigo para el olvido. Los Lineamientos y el Ordenamiento, sustantivos sin sustancia que para colmo terminan en «miento», debemos ir olvidándolos. Ya lo expresó Díaz-Canel en Cienfuegos: «Nos interesa impedir que el pasado vuelva. El futuro no puede ser el pasado».
—A mí lo que más me impresionó de su discurso fue la sensibilidad de confesar sus más entrañables sueños: «Quiero que los pobres dejen de ser pobres. La gente tiene que dejar de pensar que a los pobres les gustan las cosas de segunda mano y la carne de segunda calidad. No, nos gusta todo primero. La gente quiere y debe comer bien, vestirse bien, ganar bien, salir a caminar, ir a un restaurante…».
—Eso lo dijo Lula, mijito. No oigas más el noticiero desde la cocina. En nuestro país, la etapa primitiva de reformas agrarias, colectivización de la tierra, planes alimentarios y guaraperas cuadra por cuadra y barrio por barrio ha dado paso a la de polos productivos como fase superior en la agricultura. Acabamos de publicar en la Gaceta Oficial la Ley de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional, disposición primera de su tipo dada la ausencia…
—¿De carne?
—…en el ordenamiento jurídico cubano de normativas relacionadas con esta materia. Entrará en vigor en octubre próximo.
—¿En la primera o en la segunda novena?
—¿Cuál es el venenito? Ya quisieran los brasileños tener una ley como esa, que protege el derecho a una alimentación sana…
—Sin colesterol, sin azúcar, sin ácidos grasos, sin…
—…y poder fantasear con treinta libras de viandas y cinco kilogramos de carne por cabeza a todo lo largo del Amazonas.
—Ya lo tendrán si Lula gana y repatria a Betto.
—Mira, mejor termina de redactar las valoraciones sobre las medidas e incluye si te da la gana lo del Ministerio de Medidas, que ya los del Secretariado nos apuran.
―¿Tú crees que podría agregar otra propuesta?
―¡¿Más ministerios?!
―No, otra medida.
―El poder siempre puede poder. Suéltala.
―«Continuar continuando la continuidad».
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