Por: Julio César Pérez Verdecia. (julio.verdecia@umcc.cu)
Manolito Simonet y su Trabuco es uno de esos grupos que moviliza a miles de cubanos en cada presentación, quizás porque en su música late esa cubanía que es parte de nuestra identidad cultural; sin embargo, hoy no se gana el apologético discurso con que suele tratarlo el periodismo especializado, hoy se gana la crítica del pueblo.
Resulta que a raíz del esfuerzo constante del pueblo de Pilón, de la seriedad en el cumplimiento de las estrategias de desarrollo por parte del gobierno local (OPP), sus dependencias y organismos, y también por la dedicación de sus líderes políticos y administrativos, le fue otorgada la sede por el Acto Provincial del 26 de Julio.
Teniendo en cuenta esta circunstancias, las autoridades provinciales coordinaron, por vía del Centro Provincial y Nacional de la Música, la actuación de una orquesta de primer nivel en horas de la noche del día 24 de julio, día en que se desarrollaría en Pilón el Acto Provincial por el 26 de Julio en la provincia Granma.
La orquesta acordada sería la ya mencionada, la que de entrada llegó sobre las 8 pm, a pesar de que lo acordado era entre las 4 y las 5:30 de la tarde, para desarrollar el concierto convocado a las 10 de la noche.
A solicitud de la agrupación se le debía garantizar comida y un sitio para bañarse, para luego del concierto partir hacía Santiago de Cuba donde los esperaba otro compromiso de trabajo.
Llegaron y fueron atendidos en el Mirador del Caribe, unidad de lujo de la gastronomía pilonera, como merece una orquesta de primer nivel. Luego fueron llevados a la casa de visita del PCC la que tiene las condiciones necesarias y donde se dio un pequeño desliz con el avituallamiento, tema que quedó resuelto en sólo 20 minutos.
Este último detalle fue suficiente para que el representante del grupo y su director se sintieran ofendidos, no importaron las escusas de las autoridades locales, o que el pequeño detalle de la toallas quedará zanjado en minutos, no importaba que un pueblo entero estuviese esperando una noche de felicidad y baile después del duro trabajo de meses.
No importaba la impronta del Beni, el que siempre trabajó para el pueblo con entera devoción, el ejemplo decoroso de Silvio con sus conciertos en barrios con serias problemáticas sociales, o la ética de la buena música cubana de la que habla atinadamente Adalberto Álvarez y cuyo ejemplo es memorable.
La insensibilidad y la mediocridad humana se impusieron. El propio Manolito se dolió que trataran así a una orquesta de primer nivel, le daba pena pues traía una española junto a su elenco, la que en España pagaba 20 euros por escuchar su música.
Acaso el propio Manolito supondría que en horas de la noche la plaza del pueblo estaría llena como nunca, con miles de personas. ¿Cómo decirle a la gente de los intricados barrios de la Sierra que la actividad estaba suspendida? Sabiendo que alquilaron varios carros privados para bajar al pueblo a ver la majestuosa música del Trabuco.
¿Cómo decirle a un pueblo que sufre de las objetivas limitaciones de la crisis económica y el bloqueo, que un pequeño problema de avituallamiento fue suficiente para lastimar el ego de un “Dios de la Música” y que tal error lo pagarían con el silencio y la impotencia colectiva.
¿Acaso el acto de darse no está por encima de toda fama, arrogancia o gloria? ¿Acaso no es mejor servir que brillar como dijera el infinito Martí? ¿Será que de verdad es tan difícil salvar el alma del venenoso reflejo del dinero, la vanagloria y la prepotencia?
La música cubana nace del pueblo, sus músicos nacen del pueblo, el más alto reconocimiento de los que la defienden viene del pueblo; entonces como olvidar ese mágico y superior compromiso con el dueño de los aplausos.
Es lamentable que se tengan que vivir realidades como estas en un país de altos valores morales. Además, está no es la primera vez, ya en el año 2000 los piloneros vivieron una situación parecida con esta agrupación, esa vez se suspendió el concierto en el marco del carnaval ya que, a pesar de que los músicos estaban la técnica nunca llegó.
Sepa Manolito Simonet, que le considero músico de alto talento y formación, no lo creo un don nadie, pero a pesar de ello ya le debe dos conciertos a los piloneros y una gran disculpa. La música, incluso la mejor hecha y sonada, si carece de dignidad, de decoro, es un frío harapo que nadie puede respetar, aunque alguien pague 20 euros para escucharla.
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