En los últimos días se ha hecho visible una polémica entre integrantes del grupo de activismo político La Manigua, Revolución Pa’ Rato, con otros militantes autodenominados de izquierda, vinculados a instituciones en Cuba. El espacio comenzó atacando a la oposición y prosiguió con grupos, medios no estatales y artistas críticos hacia el gobierno cubano. Terminaría confrontando a otros colectivos y personas afines al Estado cubano, que respondieron a partir de la reciente arremetida contra el periodista Francisco Rodríguez Cruz, del periódico Trabajadores.
El presente texto explora la evolución del contenido de los mensajes de La Manigua y particularmente la de su líder, conocido como Rodrigo Huaimachi, con énfasis en las muestras de extremismo. Asimismo, aborda su relación con espacios institucionales y los criterios más relevantes publicados alrededor de la última polémica.
¿Qué es La Manigua?
Según un artículo publicado en la página de Facebook del blog Brújula Sur, a cargo de Roly Medina, su antiguo administrador, el surgimiento de La Manigua, Revolución Pa’ Rato data de 2021, a partir del espacio Blogueros Revolucionarios. Quien crea el canal y el grupo —por tanto, posee su control digital— es el activista político chileno, radicado en Cuba, Rodrigo Huaimachi. Sobre su liderazgo y la participación de varios miembros en ataques hacia otras personas plantea:
«Rodrigo Huaimachi no es solo un miembro de La Manigua: es el propietario de La Manigua según Telegram, es su representante ante el Foro de Juventudes Revolucionarias La Comuna, su vocero, su líder. […]. Los perfiles falsos que han sido sistemáticos en los ataques faltos de ética y vergüenza revolucionaria, tienen un rosario de “reacciones” en Facebook, de los cuales gran parte de su cuota son dispensados por estos administradores, moderadores, o perfiles destacados de La Manigua».
En su Declaración de Principios, el colectivo de La Manigua se identifica como «un espacio plural y diverso, respetuoso» que asume «la defensa de la Patria, la Revolución y el Socialismo como un deber y un derecho inalienable». Sobre su relación con el gobierno cubano expresa que «brindará su apoyo [al gobierno] siempre y cuando garantice la defensa de la patria y sea constructor del socialismo como sistema político». Afirma además que su trabajo «siempre se proyectará pensando en la unidad como arma estratégica».
Activismo y articulación
El espacio de La Manigua ganó notoriedad a partir de los debates organizados en su plataforma en Telegram, como los ocurridos entre el actor y dramaturgo, devenido activista opositor Yunior García Aguilera y Rodrigo Huaimachi, y el perfil anónimo Karlitos Marx.
(Tomada del perfil de Twitter de La Manigua)
Huaimachi fue una de las figuras en redes sociales más activas en la defensa de la postura del gobierno cubano ante la oposición, para cuyos fines asumió y legitimó formas de lucha como los mítines de repudio. También estuvo entre los participantes de la sentada «Los Pañuelos Rojos» en el Parque Central, que se organizó en 2021 con militantes a favor del gobierno cubano, coincidiendo con los días en que García Aguilera había anunciado una protesta antigubernamental.
El discurso de La Manigua no se circunscribió a la confrontación con marcados opositores, sino que también fue hacia medios no estatales y sus profesionales, artistas con una obra crítica o que consideraban que «atacaba a la Revolución cubana». Para esto se valieron de recursos como las descalificaciones, las acusaciones sin pruebas de estar financiados por el «enemigo», campañas de linchamiento. Algunas de estas las llegaron a organizar contra figuras públicas, incluso, por solo declinar debatir con ellos en su grupo de Telegram.
(Captura de pantalla de un post publicado por miembros de La Manigua)
Pese a la agresividad de su discurso, La Manigua ha obtenido la acogida de varias instituciones estatales cubanas para la organización de sus eventos, por ejemplo, participó en el encuentro La Comuna, respaldado por la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Dicha articulación entre «espacios emergentes revolucionarios» fue ampliamente celebrada por los medios de comunicación estatales cubanos. El órgano oficial de la UJC lo calificó como un «evento de juventudes heterogéneas trenzadas por el fin común de la unidad».
No obstante la heterogeneidad que puede existir en cualquier grupo humano, el mismo reporte aclara que «prevalece un discurso comunista y se busca extender a todos los espacios emergentes revolucionarios, con la UJC como guía, hacia la transformación política protagonista y creativa», dejando fuera, en consecuencia, a otras formas de militancia e ideas políticas —aun dentro del espectro de la izquierda— en la Isla.
Primer Encuentro para la Articulación y Construcción Colectiva», en el que se plantea la creación del espacio La Comuna. (Foto: Agencia Cubana de Noticias)
De aliado a divisor
A finales de 2021, luego de la salida del país de varios opositores, Huaimachi y otros miembros de La Manigua, empezaron a confrontar espacios respaldados por instituciones estatales, que, según ellos, se alejaban de su concepción del «socialismo» o de la «Revolución». Uno de los enfrentamientos más visibles fue contra el antiguo equipo de la revista Alma Mater. En ocasiones afirmaron que la publicación se estaba desviando de sus objetivos, para luego celebrar la decisión de la UJC de destituir a su director.
Más adelante se suscitaron enfrentamientos con Luis Emilio Aybar e Iramís Rosique, integrantes de la revista La Tizza, ambos vinculados con la Asociación Hermanos Sainz, alegando «sus excesos de vanidad, sus egocentrismos, una agresividad desmedida contra sus propios compañeros, y reiteradas muestras de altanería». También fueron visibles las descalificaciones al profesor de la universidad habanera Fabio Fernández, por sus opiniones en torno el patriotismo en Cuba.
Cruce de línea y respuesta
Aunque los mencionados sucesos habían provocado respuestas de los implicados, la confrontación directa entre La Manigua y sus anteriores compañeros de militancia en La Comuna ocurre a partir de las andanadas contra el periodista y delegado del Poder Popular Francisco Rodríguez Cruz, recientemente elegido presidente de la delegación del ramal de la Prensa Escrita de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC). La motivación para los ataques —protagonizados principalmente por perfiles anónimos vinculados al grupo— fue una crítica del periodista a la gestión del Sistema Eléctrico Nacional.
Ante esto, varias de las organizaciones y activistas, que habían compartido espacio con La Manigua en La Comuna, empezaron a responder de forma frontal. La página El Necio, administrada por el periodista Pedro Jorge Velázquez —quien antes había participado en varios espacios de este grupo—, enumeró los miembros de La Manigua que habían realizado «linchamientos contra revolucionarios» y propiciado «un ambiente de sospecha, acusaciones, intolerancia y dogmatismo en el campo de la Revolución».
Al citado texto se sumaron otras declaraciones como la del blog Brújula Sur y un artículo publicado en La Tizza, el cual expresó: «el llamado “maniwerismo” (sic) se encuentra en el centro o los alrededores de muchas de las discusiones y polémicas más amargas, infértiles y dañinas de los últimos tiempos en las redes sociales. Convendría también separar a las personas que por una razón u otra han encontrado ahí cauce para su militancia, de un minúsculo grupo que de manera sistemática usa esa cobertura para campañas de descrédito y linchamiento».
Asimismo, el imputado periodista Rodríguez Cruz, en un post de Facebook sobre el auge del extremismo, aseveró: «Las personas extremistas son aquellas a quienes les resulta más fácil sospechar que confiar, por causas injustificadas, e incluso sin ningún motivo. […]. No dudemos entonces un segundo en oponernos a extremos y extremistas, en cualquier contexto donde ese malsano fenómeno aparezca. Nos puede ir la vida y el futuro en ello».
Por su parte, La Manigua, en su canal de Telegram, respondió a las críticas en un comunicado en el que alegaron: «¿Qué atacan cuando emplazan a La Manigua? Atacan a un espacio de resistencia mediática y de intransigencia revolucionaria. Atacan la frontalidad con que se apoya la Revolución y sus instituciones. Atacan a quienes no se identifican con las tendencias del activismo político en redes que dirigen su agenda a la fabricación de liderazgos individuales, sobre la base de vínculos y simpatías personales, descalificando a quienes piensan diferente y contribuyendo a la desmoralización pública de las formas de organización colectiva del pueblo cubano».
***
En las contestaciones a La Manigua surgidas en los últimos días sobresalen dos argumentos: el primero es el de la ética y el segundo es el del «fuego amigo». Con respecto al primero, cabe destacar que las conductas en el activismo alejadas de la ética no son novedad y han caracterizado al grupo desde sus inicios.
Algunos de estos métodos —como el uso de perfiles anónimos, con un discurso ofensivo hacia la oposición— se han naturalizado en el accionar político vinculado al gobierno cubano. Hasta ciertos «cibercombatientes» de esta orientación han sido entrevistados elogiosamente y citados como fuentes de información verídica en medios estatales. Mientras La Manigua empleaba formas de lucha alejadas de la ética —como las ofensas, campañas de linchamiento y actos de repudio— solo contra la oposición, el resto de las organizaciones y colectivos afines al Estado cubano no parecía alarmarse.
Entonces, quedaría como causa de la reacción actual el problema del «fuego amigo». Cabría preguntarse quién y cómo se define al amigo y al enemigo, si es viable y sostenible alimentar una corriente extremista y pretender que esta actúe eternamente de forma disciplinada, sin definir adversarios propios —más allá de los orientados—, ni utilizar para su combate los mecanismos amorales a los que está habituada.
23 comentarios
Los comentarios están cerrados.
Agregar comentario