El mundo arde, fuegos en el Amazonas, Australia y hasta en California destruyen ecosistemas, viviendas y recursos naturales finitos. Del otro lado del globo terráqueo, inundaciones en India, Bangladesh y China dejan miles de muertos en solo este mes de agosto. Intensos huracanes o sequías infernales acechan sin piedad. Las temperaturas altas durante el verano alcanzan records históricos cada año y ya casi no cae nieve durante el invierno de New York. La biblia narra el Apocalipsis, Hollywood el fin del mundo y nosotros vivimos el horrible rostro del Cambio Climático.
En 2018, una joven sueca comenzó su activismo al faltar a clases por tres semanas consecutivas. En lugar de la escuela, se sentó frente al parlamento de su país con un cartel de “Huelga Escolar por el Clima”. Hoy Greta Thunberg es una de las 100 personalidades más influyentes del mundo, según la revista Time. Impulsado por una pequeña iniciativa, el efecto bola de nieve ha empezado.
Este 25 de septiembre, se suponía que el mundo celebraría por segundo año consecutivo el Día Global por la Acción Climática.
En 2019, más de 1000 ciudades, con una participación de alrededor de 4 millones de personas, protestaron por el cuidado del medio ambiente. Se suponía que el 2020 iba a ser “el año de la acción climática”, pero por cuestiones del destino ha sido el año de la pandemia del covid-19. Castigo de la naturaleza, o evolución cíclica, la covid-19 ha cambiado nuestras vidas, pero no puede distraernos de problemas que también son inminentes.
El impacto de la pandemia no puede subestimarse, y la recuperación llevará tiempo. Hoy el mundo prioriza la situación global del coronavirus, cuando cerca de 1 millón de personas han perdido la vida a causa de la enfermedad. Pero la existencia del planeta tierra como la conocemos, está en juego. Del coronavirus saldremos airosos, del cambio climático todavía no queda claro.
La Antártica registra récord de día más caluroso en medio del mes de Febrero. Todavía hoy, cuando sobran los ejemplos y señales de que el planeta anda mal, en muchos países abundan los negadores. Para colmo de males, el presidente de la segunda nación más contaminante del mundo, Estados Unidos, es el Commander in Chief de la negación. Este país genera alrededor del 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero, según la Agencia para la Protección del Medio Ambiente de EE.UU. Para completar su plan contra el cambio climático, en noviembre de este año se hará efectiva la salida de USA del Acuerdo de París.
Para países en desarrollo el cambio climático puede parecer un asunto elitista. No lo es.
¿Por qué preocuparse por un problema causado en gran medida, por las principales potencias económicas del mundo? Como consecuencia directa del aumento del nivel del mar en Cuba, en solo 30 años, unos 14 poblados cubanos desaparecerían, lo que podría significar el desplazamiento de más de 40,000 personas a causa de la pérdida de sus viviendas, según un estudio publicado por la revista Cubana de Meteorología.
Pero los negadores no son solo cosa de los países desarrollados, en Cuba muchas personas recuerdan que el cambio climático existe con cada ciclón tropical que golpea la isla, y quizás ni siquiera así.
Algunos le llamarían cultura cívica, otros conciencia ambiental, la realidad es que hay acciones que están a la mano de cualquier ciudadano, no importa el nivel económico del país. El cubano se ha acostumbrado a vivir entre la basura, bota el papel en la calle, echa la basura fuera del contenedor, deja la lata en la playa.
El plan del Estado para el enfrentamiento al cambio climático, conocido como Tarea Vida, no puede ser solo asunto del gobierno. En un plan que tiene como objetivo el 2050 la acción directa de los ciudadanos también tienen que estar contemplada. Cada personas debe estar inmersa y necesita construir su propia iniciativa de respuesta.
Aunque según el sitio web DatosMacro, Cuba ocupa el puesto 107 entre los países emisores de CO2, el parque automovilístico del país contrasta con la posición que ocupa la isla. Con carros rondando que fueron construidos hace más de 70 años, muchos de ellos en pésimo estado de conservación, el país no puede aspirar a continuar reduciendo la huella de carbono. Por otra parte, apuntar a desarrollar las energías renovables tiene que ser objetivo principal para los próximos años.
Buenas iniciativas han surgido en Cuba en los últimos años, como los grupos de bicicleteros o los activistas animalistas ya son una realidad entre la ciudadanía cubana. Unido a los derechos de los animales, también está el derecho del planeta a seguir existiendo.
El cambio climático se ha convertido en un tema de derechos humanos.
El derecho a la vida está en riesgo si no dedicamos tiempo a preocuparnos por el futuro del planeta que habitamos. Ciudadanos del mundo, uníos antes de que el reloj llegue a la hora irreversible.
Quizás usted no sea del estilo de Greta Thunberg, pero si le preocupa el futuro de la humanidad y con ello el suyo propio, comience por educarse a sí mismo y a los suyos. Las acciones son muchas y dependen de la personalidad de cada persona. Lo primero es interiorizar que si queremos un mundo más limpio, tenemos que empezar por un país de hombres y mujeres ecologistas. Las llamas del infierno se acercan cada vez más, mantenga a mano el extintor.
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