El escritor Gore Vidal describió en su novela histórica “The Golden Age” cómo transcurrió en Washington el pulso final entre los últimos aislacionistas estadounidenses y la facción globalizadora, dispuesta a entrar en la Segunda Guerra Mundial.
A finales del siglo XVIII, el general que dio nombre a la capital de los EE.UU. pidió en su discurso de despedida aprovechar “nuestra posición separada y distante” para no involucrarse en las controversias o guerras en Europa, ese lugar al otro lado del Atlántico, donde por entonces pasaba casi todo lo que ahora llamamos “política internacional”.
Por cierto, América Latina tuvo menos suerte dentro de esta perspectiva; ni separación, ni distancia.
Donald Trump pareció retomar la bandera del aislacionismo autóctono estadounidense, aunque renegaba la etiqueta. Durante la campaña, en los debates y hasta como Presidente, daba señales de despreciar setenta años de hegemonía global.
“América (Estados Unidos) respeta el derecho de todas las naciones a trazar su propio camino. Mi trabajo no es representar al mundo. Mi trabajo es representa a los Estados Unidos de América” anunció en su primer mensaje al Congreso de EE.UU., en línea con su declarada intención de enfocarse a los asuntos internos de los Estados Unidos.
Como candidato, Trump mostró poco interés, desconocimiento y una interpretación simplista en cuestiones de política exterior. “No podemos ser el policía del mundo” dijo en su primer debate televisado contra la entonces candidata demócrata Hillary Clinton, que si tenía bien aprendida una agenda de participación activa en cada rincón del planeta.
Ya en el poder, con sus palabras y algunos gestos, Trump y varios miembros de su equipo se expresaban y actúan más como los aislacionistas descritos por Gore Vidal, no como los halcones republicanos con el dedo en el gatillo. Bombardear una base aérea en Siria con misiles sería la reacción propia de un presidente republicano convencional. Un Nixon, un Reagan, un Bush (padre o junior).
¿Le está tomando el magnate neoyorkino el sentido de su cargo? Recientemente, Trump sacó de su Consejo de Seguridad Nacional a su asesor Steve Bannon, uno de sus más cercanos confidentes y una especie de líder de la llamada derecha alternativa, un tanto disidente de la línea maestra (mainstream) del conservadurismo republicano.
El aislacionismo marca Trump ha muerto. El 16 de marzo de 2017, el 45° presidente de EE.UU. presentó un proyecto de presupuesto federal con un recorte a los fondos a los diplomáticos del Departamento de Estado y un aumento generoso a los uniformados del Pentágono…. El 6 de Abril del mismo año, se fue a la guerra.
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