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Género

Investigación social desde una perspectiva no androcéntrica y enfocada hacia la igualdad de género/entre los géneros

develando

Develando el género: un debate contemporáneo

por Consejo Editorial 23 septiembre 2018
escrito por Consejo Editorial

A lo largo de la historia, en las sociedades patriarcales se han establecido etiquetas sociales que limitan las potencialidades humanas en función de su adecuación de género. En la humanidad ha predominado el cacicazgo masculino; el hombre constituyó el sujeto histórico dominante y la mujer se convirtió en la dominada. Mediante la dicotomía de lo masculino-femenino se adjudican valores con significaciones antagónicas que, junto a otras categorías como estatus social, raza, nacionalidad, sexualidad, agudizan los niveles de discriminación presentes en las relaciones de poder.

En la red persisten criterios en torno a estos temas, pero han mostrado ambigüedades que suscitan las siguientes interrogantes; ¿cuáles son los orígenes de género y sexualidad? ¿Cuál es su utilidad para el logro de una sociedad más inclusiva? ¿Qué rol debe ocupar la familia, instituciones educativas y culturales, medios de comunicación, poder eclesiástico, el gobierno y la ciencia en la deconstrucción de patrones tradicionales de género y sexualidad?

Durante la segunda mitad del siglo XX ocurría un hecho sin precedentes; movimientos feministas anglosajones develaban los estudios de género. Estereotipos sociohistóricos asignados a hombres y mujeres -junto a roles, identidades y espacios de socialización- fueron planteados como construcciones culturales, desvirtuándose el carácter «natural» e «inamovible» con que se habían enmarcado hasta ese momento. Parafraseando a Simone de Beauvoir «No se nace mujer: se llega a serlo»; ser mujer/hombre y lo femenino/masculino no dependen de la biología per se, obedecen a patrones socioculturales y educativos que pueden cambiar bajo los efectos del ser humano.

Como expone Reina Fleitas «el género devino entonces un concepto que se refería a construcciones o pautas culturales que habían incidido en la formación de una identidad femenina subordinada, mientras el sexo quedaba para explicar los procesos biológicos diversos del ser mujer frente a los del hombre, los cuales atenido a su carácter natural no determinaban diferencias de posición social». No se trataba de ignorar las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, sino que el mal considerado «sexo débil» no continuara en condiciones de «utillaje».

A medida que se profundizaban los estudios de género, aparecían otros problemas que complejizaban las concepciones teóricas y la sexualidad mereció espacios diferenciados de análisis. La teoría queer– término cuyos significados que se ajustan a este particular «extraño», «raro», «invertido», «tarado», «desviado»- fue muy útil para que la comunidad LGBTI de los años 90 llamara la atención sobre la existencia de una sexualidad que había sido considerada «pecaminosa» o «criminal» al transgredir la visión social basada en la heteronormatividad (normas establecidas donde se impone un modelo hegemónico heterosexual). Siendo Judith Butler una de sus principales representantes, se partía del presupuesto que si el género y la sexualidad eran construcciones socio-históricas y culturales, la liberación sexual era posible.

En Cuba, si bien la familia, instituciones educativas y culturales, medios de comunicación, poder eclesiástico, el gobierno y la ciencia han representado canales expeditos para legitimar y reproducir visiones tradicionales al respecto; no se pueden obviar los cambios evidenciados en los últimos tiempos. Ello resulta plausible pues constituyen vías certeras en la aplicación de acciones educativas y culturales, fundamentales para influir en el imaginario social y que se adopten posiciones a favor de las denominadas «sexualidades periféricas».

En el caso del poder eclesiástico, las Iglesias de la Comunidad Metropolitana (ICM) han actuado como contraparte a posturas tradicionales adoptadas dentro de la Iglesia Católica y otros devotos de la fe cristiana. Un estudiante me comentaba las manifestaciones públicas adoptadas por algunos «extremistas», que utilizan a Dios como «fachada» para esconder posiciones homofóbicas. Le preocupa que esos hechos recientes sean analizados como estados de opinión y presionen a la sociedad cubana y el gobierno, cuando en realidad no todos los católicos y cristianos asumen actitudes tan «retrógradas».

Sus preocupaciones pueden tener fundamento, a juzgar por criterios que persisten en algunos «corrillos políticos». Al interior del Partido Comunista de Cuba (PCC) coexisten varias posiciones; algunos consideran a los integrantes de la comunidad LGBTI como personas de «dudosa moral»; otros reconocen la necesidad de respetar sus derechos, pero no creen que deban ser centro de atención del gobierno ante problemas más concretos; existen casos que deciden no expresar sus opiniones quizás como resultado de una «educación machista»; y otra posición aboga por el amparo jurídico de sus derechos y que expresen su sexualidad sin ser objeto de tabúes y manifestaciones de discriminación.

Esperemos que enfoques políticos anclados en el tiempo no se interpongan; remover construcciones sociohistóricas y culturales sobre género y sexualidad, aprehendidas y reproducidas socialmente, pudiera conducirnos a posiciones más acertadas en la sociedad cubana. Resulta insoslayable «tirar de los hilos» para motivar a una reflexión colectiva; ¿sojuzgar, limitar?… consensuar y tolerar, verdaderas claves para el debate contemporáneo.

23 septiembre 2018 9 comentarios 818 vistas
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sillones

La revolución y los sillones rotos

por Consejo Editorial 19 diciembre 2016
escrito por Consejo Editorial

Hoy no es el día de la mujer, ni siquiera es el día de las madres, pero quisiera escribir sobre la presencia femenina. También de cómo nos acostumbramos a estudiar en las escuelas solo los grandes acontecimientos históricos reduciendo un proceso tan complejo como la Revolución Cubana a un puñado de eventos como Girón o la Crisis de Octubre y ni siquiera estos son bien entendidos. No es algo privativo de nuestras escuelas, en todos los sistemas de enseñanza, la historia se reduce a un grupo de frases hechas ordenadas cronológicamente.

Ahora que se habla tanto de la inclusión de la mujer, que se hace contabilidad de cuantos miembros femeninos tiene el Buro Político o el Comité Central. Piensa uno en las mujeres, que si no las únicas si fueron las más conocidas en su participación en la Revolución Cubana: Celia Sánchez, Haydee Santamaría, Melba Hernández, Vilma Espín, Pastorita Nuñez, Teté Puebla, Tamara Tania Bunke.

Otras muchas estuvieron ahí de diversas maneras: Asela de los Santos, Elsa Castro, Lidia Doce, Clodomira Acosta, Zoila Ibarra, Elda Pérez , María Antonia Figueroa, Rebeca Chávez, Isabel Rielo, Mirta Rodríguez, Marcia Leiseca, Marta Rojas, Aleida March, Natalia Bolívar…

En su carta a Fidel el Che recuerda ¨cuando nos conocimos en casa de María Antonia¨

Tanto el Movimiento 26 de julio, como el Directorio Revolucionario y el Partido Socialista Popular, tenían participación femenina. Pero esta era limitada por la propia vida que llevaba la mujer de esa época. Las labores conspirativas eran mucho más fáciles para el hombre.

Los hombres trabajaban en la calle, se reunían en un bar a beber, llegaban tarde o pasaban la noche fuera del hogar familiar o matrimonial. Eso formaba parte de lo socialmente aceptado.

Incluso la participación durante el día en reuniones era complicada para las mujeres. Una mujer que anduviera con hombres sin tener un compromiso matrimonial con uno de ellos era vista con cuestionamiento.

Más difícil aún era en las cédulas clandestinas en los pueblos del interior, donde todo el mundo se conocía y se cumplía el dicho: ¨Pueblo chiquito, infierno grande¨.

Una de las propagandas que el régimen batistiano hizo contra los asaltantes del Moncada fue apelar a la mentalidad machista y discriminatoria de la sociedad cubana de la época para mancillar la imagen de las dos únicas mujeres participantes en el asalto.

Los prejuicios estaban tan profundamente arraigados que Silvia Gil, adolescente cuando el Moncada y luego trabajadora de la Casa de Las Américas junto a Haydeé , recuerda lo que pensó cuando escuchó en las noticias que había dos mujeres entre los asaltantes: ¨Deben ser dos prostitutas¨ No se concebía otra manera en que una mujer soltera podía andar lejos de su casa con un grupo de hombres. (1)

Haydee Santamaría decía que de todos los lugares donde se reunían los revolucionarios donde más sentía temor de ser capturada era en los moteles de mala muerte. Esos lugares eran ideales para los contactos cuando los cuadros eran hombre y mujer, pero ella sabía que sería explotado extensamente por la propaganda batistiana.

El machismo también estaba arraigado en las filas revolucionarias.

La propia Haydeé recordaba con frustración su época de combatiente clandestina cada vez que la presentaban a alguien: ¨Yo nunca era Haydeé, siempre era la hermana de Abel o la novia de Boris¨. (2)

En la organización de la caravana de autos que se dirigirían al Cuartel desde la Granja Siboney, Melba y Haydeé fueron peloteadas de un carro a otro, nadie las quería con ellos. Hasta que Fidel Castro logró imponerlas en el último carro.

Celia Sánchez escribió una carta exigiendo ser incluida en el yate Granma. Después de varias evasivas, Frank País terminó por darle la tarea de organizar el recibimiento de la expedición.

Muy pocos saben que Haydeé, con su experiencia del Moncada, logró que Frank cambiara el plan de alzamiento de Santiago incluyendo un esquema de evacuación de todas las fuerzas y evitar así que los revolucionarios se sacrificaran en puntos de la ciudad que se podían volver ratoneras como había pasado con el Hospital Saturnino Lora.

Muchos revolucionarios tenían la intención y convicción de inmolarse, fue ella la que tuvo una visión más lúcida y pragmática de cómo llevar a cabo las acciones revolucionarias. Lamentablemente, por desconocimiento, la mayoría de los cubanos de hoy cree que la participación de estas mujeres en la Revolución se redujo simplemente a sillones rotos, a ¨estar ahí¨.

El mayor peligro para la existencia del pelotón femenino en la Sierra Maestra no eran las tropas batistianas sino los numerosos capitanes y comandantes rebeldes que consideraban que aquello era un disparate. Otorgar grados a las mujeres no fue costumbre en el Ejército Rebelde. Tal vez no se hizo para evitar exabruptos entre la tropa masculina.

A muchos jóvenes revolucionarios, quienes estaban luchando con mayor o menor conciencia por un cambio social, les era difícil escapar de la dictadura de sus propias familias. Para unos incluso significó una ruptura con ellas. Tomar el camino de la revolución significaba abandonar el ideal burgués del hogar y el matrimonio. Paradójicamente siendo muchos revolucionarios en lo político, no lo eran en otros ámbitos.

El filme Clandestinos lo refleja cuando las mujeres del grupo tienen este diálogo: -¿Yo pensé que tú dormías con Piro? -No, él quiere pero yo no quiero hasta que nos casemos. Yo quiero hacer las cosas como deben ser.

Después del triunfo las responsabilidades otorgadas a las mujeres en la dirección del Gobierno Revolucionario siguieron siendo secundarias hasta muchos años después.

Pero habría que preguntarse: ¿Cuántas mujeres había entre los dirigentes de la Revolución Francesa, de la Revolución de Octubre, de la Revolución China o aquí mismo en la Revolución del 30? La Revolución Cubana comenzó a cambiar el panorama y ya la Revolución Sandinista si tuvo mujeres comandantes.

Personalmente no creo que una mujer sea especialmente mejor o peor que un hombre en labores de dirección u organización. Trato de pensar siempre en las personas como tales más allá de su sexo, así como de su raza, algo para lo que todavía lucho contra los prejuicios que me han sido legados.

Pienso que una mujer puede hacer las cosas tan bien o tal mal como un hombre. Que puede ser igual de eficiente y de honesta como tan inepta o corrupta como un hombre. He trabajado en lugares dirigidos por mujeres que han funcionado muy bien y en otros que han funcionado muy mal. En la misma proporción que si hubiesen estado dirigidos por hombres.

Las miserias y los errores humanos son universales. La virtud también.

En definitiva, estoy escribiendo esto un Día de los Padres.

(1) Haydeé Santamaría. Cuban Revoluctionary. She led by trasgression. Margaret Randall. Duke University Press. 2015

(2) Boris Luis Santa Coloma. Asaltante al Cuartel Moncada. Participó en la ocupación del Hospital Saturnino Lora. Fue torturado y asesinado junto a Abel Santamaría.

19 diciembre 2016 50 comentarios 806 vistas
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