El 19 de diciembre de 2018 ocurrió un hecho sin precedentes en la historia del deporte nacional: la Federación Cubana de Béisbol (FCB) y la Major League Baseboll (MLB) firmaban un acuerdo que permitiría establecer la regularización de peloteros cubanos en cualquiera de los treinta equipos de la Gran Carpa. Sin embargo, solo unos meses más tarde el gobierno de Estados Unidos dejó en pausa indefinida la posibilidad de hacer realidad el convenio.
¿Cuáles fueron los principales acontecimientos que hicieron posible la firma entre ambas entidades deportivas y los factores que motivaron su no aplicación, a partir de la negativa del expresidente Donald Trump?
Jonrón conjunto entre MLB y FCB
En 2016, con una licencia otorgada por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), del Departamento del Tesoro, conferida a la MLB, las Grandes Ligas de Estados Unidos consiguieron por fin luz verde para establecer vínculos oficiales con las autoridades deportivas cubanas en esa disciplina.
La rúbrica del convenio implicaría un conjunto de beneficios mutuos en un terreno altamente politizado. Mientras muchos peloteros cubanos desertaban de las selecciones nacionales, impulsados mayormente por motivos económicos; ejecutivos de la MLB eran acusados de incurrir en el tráfico de atletas antillanos, muchos de los cuales ponían en peligro sus vidas para llegar a suelo estadounidense e insertarse en el circuito profesional beisbolero más reconocido a nivel mundial.
Como afirmó el consultor deportivo y ex agente de béisbol, Joe Kehoskie, al referirse a las ventajas del acuerdo: «Cuba obtendría una ganancia financiera inesperada, mientras que MLB terminará con los titulares relacionados con el contrabando, así como con un proceso de firma mucho más estructurado y controles de costos adicionales».
Joe Kehoskie
La era Trump y el fin de un sueño
Como era de esperar, voces del ámbito político estadounidense, con marcado interés en la hostilidad con Cuba, se opusieron al acercamiento entre la MLB y la Isla. Uno de los oponentes más férreos fue el senador de origen cubano Marco Rubio, quien lanzó amenazas en Twitter. A él se unió el entonces asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, que expresó abiertamente su intención de revertir el acuerdo.
«Cuba quiere usar a los jugadores de béisbol como peones económicos, vender sus derechos a las Grandes Ligas de Béisbol. El gobierno de Estados Unidos no debe permitir el apoyo del régimen cubano a Maduro en Venezuela», dijo Bolton.
El fin de lo que fuera un sueño para muchos ejecutivos, deportistas y aficionados de uno y otro lado llegó con la anulación del trato por parte del gobierno de Estados Unidos en abril de 2019. Cuatro meses después de que fuese pública la noticia y tan solo días más tarde de que la FCB anunciara los jugadores elegibles para la MLB; el Departamento del Tesoro envió una carta a los directivos de la MLB para echar atrás el proceso.
La coalición Engage Cuba, en voz de su titular, James Williams, se refirió a la medida de la Casa Blanca como «un acto cínico, cruel y gratuito que apunta a apaciguar a una banda vocal de obstruccionistas empeñados en continuar una política fallida de aislamiento de 60 años».
«Es solo una victoria para los de línea dura de intereses especiales en Florida y para los traficantes de personas y extorsionistas», subrayó Williams.
Últimos acontecimientos
Tres años después de la cancelación del acuerdo, el deporte cubano atraviesa un momento complejo, estimulado en gran medida por la crisis económica y políticas internas de la dirección del deporte en Cuba, que han generado no pocas divergencias entre atletas y federativos. El éxodo de deportistas, incluidas consagradas figuras —entre los que se ubican más de 400 peloteros en los últimos años, según cifras oficiales— acapara titulares en la prensa.
En efecto, entre las polémicas más recientes en torno al pasatiempo nacional y que vuelve a traer a la palestra pública las tensiones políticas entre Cuba y Estados Unidos, destaca el intento de crear la denominada Asociación de Peloteros Cubanos Profesionales (ACPBP), iniciativa promovida a inicios de 2022 en Miami con vistas a la participación de un equipo Cuba independiente en el Clásico Mundial de marzo del próximo año.
Para poner fin al revuelo causado desde Florida, el comisionado de las Grandes Ligas de Béisbol, Ron Manfred, aclaró que la MLB solo reconoce la autoridad de la FCB para decidir la plantilla que representaría a la Isla en el citado evento.
«Las competiciones internacionales tienen sus reglas como el Clásico Mundial para que sean avaladas. Una de esas reglas es que la Federación Cubana selecciona a los integrantes de su equipo», afirmó recientemente el máximo directivo de la MLB.
Por su parte, Juan Reinaldo Pérez Pardo, presidente de la FCB, denunció la intención de la ACPBP de usurpar el rol de la Federación Cubana y crear un show mediático con las mismas figuras que se opusieron al acuerdo de 2018 y que luego apoyaron la inhabilitación del convenio por parte del expresidente Donald Trump.
Juan Reinaldo Pérez Pardo (Foto: Granma)
¿Existen posibilidades de retomar el acuerdo?
Al asumir como presidente de la FCB en marzo de este año, Pérez Pardo, reafirmó la voluntad de las autoridades beisboleras cubanas de continuar con el acercamiento «respetuoso, ético y profesional logrado con la MLB».
En palabras del presidente, la no politización del asunto y el flujo regular de jugadores cubanos entre ligas extranjeras y convocatorias nacionales figura como una de las metas propuestas por la FCB. A poco más de un mes para que comience la serie nacional, sus esfuerzos se orientan en elevar la calidad del evento y evitar la posible salida de jugadores.
Si bien la MLB no se ha manifestado en la etapa reciente acerca de negociar un nuevo acuerdo con Cuba, las posibilidades que brinda un convenio legítimo y legal entre ambas partes hace necesario volver a poner la mirada en el asunto.
Luego de la decisión de Donald Trump de derogar el eventual diálogo regular y sistemático entre la MLB y la FCB, los peloteros cubanos ven anuladas sus posibilidades de recibir mejores beneficios económicos o competir al más alto nivel, considerada la gloria para cualquier deportista.
Los atletas antillanos vuelven a ser víctimas de discriminación por parte del gobierno de Estados Unidos. ¿El costo hacia la soñada cima? Romper cualquier vínculo con el deporte cubano, renunciar a su residencia en la Isla y poner su vida y la de sus familiares en manos de traficantes y coyotes.
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