La calificación de Cuba como «Estado fallido» ha causado una significativa polémica en redes sociales y medios de comunicación. Los sectores más radicales en la oposición alegan la incapacidad del Estado para garantizar servicios mínimos y bienestar social, mientras el extremo pro-gobierno saca a relucir las presuntas conquistas del sistema político.
Con frecuencia el término se reduce a una herramienta de agitación política y propaganda, en lugar de profundizar en el concepto y distinguir entre fracasos del Estado, ineficiencias de la gestión gubernamental o crisis del modelo sociopolítico.
El presente análisis definirá qué es un Estado fallido, aplicará estándares internacionales para medir la fragilidad del Estado cubano y comparará sus deficiencias con otros países de la región.
Argumentos a favor y en contra
El origen del debate se remonta a los días siguientes al 11J, que evidenciaron de manera masiva un conflicto entre el Estado cubano y parte de su ciudadanía. El presidente norteamericano Joseph Biden, durante una conferencia de prensa con la entonces canciller alemana, Ángela Merkel, afirmó: «Cuba es, lamentablemente, un Estado fallido que reprime a sus ciudadanos».
A partir de este concepto, justificó el mantenimiento de las sanciones unilaterales coercitivas de su país contra la Isla: «Hay una serie de cosas que consideraríamos hacer para ayudar al pueblo de Cuba, pero requeriría una circunstancia diferente o una garantía de que el gobierno no se aprovecharía de ellos […]. Por ejemplo, la capacidad de enviar remesas a Cuba. No haríamos eso ahora porque es muy probable que el régimen confisque esas remesas o grandes porciones».
Principalmente a partir del citado discurso, la prensa opositora ha publicado varios textos apoyando la idea de Estado fallido. El Observatorio sobre la polarización y el extremismo político realizó una búsqueda en CiberCuba, Cubanet, Diario de Cuba y Cubanos por el Mundo, y entre los argumentos que más se repiten para defender este concepto se encuentran:
- Bajos salarios e inflación
- Desabastecimiento
- Emigración masiva
- Mal funcionamiento de las instituciones y los servicios públicos (como salud, educación, electricidad, transporte)
- Represión a la población civil
- Alto número de muertes por COVID-19 (con un cuestionamiento a las cifras oficiales)
- Decrecimiento en renglones productivos históricos (como el azúcar)
- Falta degarantías de derechos laborales en varios sectores (como las empresas extranjeras o las misiones médicas)
- Incapacidad para solucionar la crisis
- Escasatransparencia institucional y libertades políticas
Por otro lado, en redes sociales también se ha posicionado el hashtag #CubaEstadoFallido, sobre todo, en momentos de descontento y protesta civil. Una revisión a los últimos 2000 mensajes que utilizaron la etiqueta en Twitter, evidencia el predominio de recursos emocionales como historias de precariedad extrema en la Isla, el agotamiento del pueblo y sus reclamos de libertad.
Por lo general, las publicaciones incluyeron otros hashtags, como #cubapalacalle, #cubaestadoterrorista, #pccterrorista, #abajoladictaduracastrocanel, #cubaesunadictadura, #libertadparalospresospoliticos, #abajoladictaduracomunista, entre otras.
Nube de etiquetas realizada con los hashtags que más acompañan el de #CubaEstadoFallido
Ante el discurso de Biden y la utilización de este término para calificar al Estado cubano, funcionarios como Carlos Fernández de Cossío o Roberto Morales Ojeda y medios oficiales como Granma, Cubadebate o Radio Cadena Agramonte han respondido en defensa de la postura contraria. Los argumentos más frecuentes son:
- Mantención de servicios públicos gratuitos y universales (salud y educación).
- Apoyo masivo al Estado por parte de un sector importante de la población.
- Colaboración médica internacional.
- Capacidad para el desarrollo científico-técnico propio (creación de vacunas para enfrentar el Covid19).
- Control efectivo de la pandemia.
- Articulación de la ayuda internacional con los recursos internos para el enfrentamiento de crisis.
- Protección de precios para servicios básicos como electricidad o la canasta familiar normada.
- Acompañamiento como garante al proceso de paz en Colombia.
- Respeto y protección del Estado a la diversidad religiosa, racial y de género.
- Organización de un proceso legislativo exitoso para la aprobación del Código de las Familias.
Estado fallido, Estados autoritarios y Estados de bienestar
Como se ha señalado, para demostrar la existencia de un Estado fallido en la Isla, tanto la oposición como el gobierno cubano utilizan principalmente dos elementos:
- La capacidad/incapacidad de garantizar servicios básicos a la población.
- La gobernabilidad a través de un sistema autoritario/participativo.
Si bien ambos son importantes para definir cuán fallido es un Estado, circunscribir el concepto a los criterios anteriores resulta reduccionista e inexacto. Dentro de la bibliografía especializada en español pueden encontrarse autores como Raúl Zepeda Gil, John Sebastián Zapata Callejas o Juan Gabriel Tokatlian que sirven como referentes al análisis que se esgrime a continuación.
Estos autores coinciden en que lo primero que debe tenerse en cuenta es identificar cuáles son las funciones principales de un Estado, un punto en que destacan dos tendencias: el Estado como controlador de la violencia política y como protector de la ciudadanía.
A partir de ahí, existen múltiples definiciones de Estado fallido. Entre los elementos que se toman en cuenta figuran: incapacidad para controlar el poder político (ante grupos paramilitares y guerrillas internas), existencia de luchas étnicas y religiosas, imposibilidad de hacer cumplir la ley y el orden, altos niveles de corrupción e impunidad, conflictos que afectan a países vecinos (guerras regionales, tráfico de drogas, armas, y/o personas) y problemas humanitarios permanentes (altos índices de pobreza y violencia delincuencial).
Por lo tanto, si bien la participación ciudadana, el respeto a los derechos humanos y el bienestar social inciden directa o indirectamente sobre el funcionamiento estatal, un Estado autoritario o sin bienestar no debe entenderse como un Estado fallido si los mecanismos de control mantienen la estabilidad y la seguridad interna y externa.
Fragilidad estatal, Fondo para la Paz y el lugar de Cuba
A partir de los tópicos mencionados, el concepto de Estado fallido se vincula con la fragilidad estatal, entendida como la capacidad/incapacidad de un Estado para cumplir sus funciones. Existen varias organizaciones y metodologías para medir esto, y una de las más reconocidas es la del Fondo para la Paz, ONG estadounidense que declara dedicarse a la investigación y a la educación en favor de la seguridad y el desarrollo sostenible.
Dicha organización publica anualmente un ranking de fragilidad estatal teniendo en cuenta datos obtenidos por varias fuentes como medios de prensa, investigaciones científicas y organismos internacionales (Naciones Unidas, Banco Mundial y Organización Mundial de la Salud). Para definir la puntuación de cada país, analizan doce indicadores agrupados en cuatro categorías: cohesión, economía, política y sociedad.
Aunque se han hecho cuestionamientos a estos medidores por estar basados en parámetros de la democracia occidental liberal, a menudo se asumen como una guía básica para determinar cuán fallido es un Estado.
(Fuente: Fondo para la Paz)
En su último reporte del 2022 con datos del 2021 identifican a Somalia y Yemen como países en alerta máxima, y en alerta alta a Myanmar, Chad, Afganistán, Sudán, la República Democrática del Congo, la República Centroafricana, Sudán del Sur y Siria. En América Latina y el Caribe puede apreciarse que los Estados con mayor fragilidad son Haití, Venezuela y Honduras, y los menos frágiles Uruguay, Costa Rica y Chile. Cuba ocupa el lugar 117 de 179 en el mundo y el 19 de 29 en la región, entendiendo el 1 como el más frágil y el último como el más fuerte.
Gráfico elaborado a partir de los datos ofrecidos por el Fondo de la Paz.
Dentro de los indicadores más perjudicados en la Isla están la legitimidad estatal (representatividad y apertura del gobierno), el fraccionamiento de las élites (sistema electoral, reconciliación nacional, relación con la oposición y legitimidad de los medios de comunicación) y los derechos humanos.
Entre los menos afectados, las quejas grupales (principalmente violencia contra grupos por razones de etnia, género, religión o territorialidad), refugiados y desplazados (a diferencia de los migrantes, estos deben huir porque su vida corre peligro y no pueden regresar a su lugar de origen), y el aparato de seguridad (violencia delincuencial, distribución de armas y atentados). Por otro lado, la debilidad de sus servicios públicos es considerablemente menor al promedio de la región.
Gráfico elaborado a partir de los datos ofrecidos por el Fondo de la Paz.
Que la fragilidad estatal de Cuba no sea suficiente para considerarla un Estado fallido no niega la existencia de problemas con mayor o menor gravedad en su modelo sociopolítico, pero estos deben ser abordados sobre la base de un análisis racional y no de la propaganda emocional.
Para sustentar una acusación a Cuba como Estado fallido, si se tiene en cuenta el ranking mencionado, habría que señalar antes a 116 países en el mundo y 18 en su área geográfica. Si bien existen fuertes contradicciones entre un sector ciudadano difícil de cuantificar y el Estado, estas deben ser resueltas por los cubanos en sus propios términos.
El Estado cubano posee control sobre el territorio, instituciones en funcionamiento y el monopolio sobre el uso de la violencia. La conversación poco informada sobre su fracaso solo desvía la atención de una más necesaria sobre la factibilidad del modelo actual para garantizar un desarrollo democrático.
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