Por Eduardo
Cuando estaba en tercer grado de la Escuela Primaria, mi maestra Bertica nos leía unos libritos editados por la Editorial Pueblo y Educación. Aquella colección se llamaba “La vida de mi Patria”. Cuando mi hijo comenzó a ir a la Escuela, me dediqué a la tarea de reunir y recopilar aquellos textos, en la casa de amigos queridos, en puestos de vendedores de libros viejos, en la librería comisionista del centro de la ciudad, llamada el Pensamiento, y en muchos lugares disímiles. Hasta que un día, una amiga me donó un cajón de libros que tenía repetidos, y dentro de ellos, la colección casi completa de “La vida de mi Patria”.
Uno de los tomitos se denomina “Bayamo la Ciudad Antorcha”. Lo he releído millones de veces, evocando la figura de mi vieja maestra normalista; y a pesar de ello, no deja de emocionarme el relato escrito en un lenguaje sencillo, como correspondería a un texto escolar. Me conmoverá por siempre, la descripción de aquellos días gloriosos en que aquel bardo guerrero, que compuso junto a su amigo Fornaris, la primera Bayamesa, la canción de amor dedicada a Luz Vázquez, El Padre del Patria, el bayamés Carlos Manuel de Céspedes, nos lanzó como pueblo a la redención o al martirio.
Hay un pasaje que algunos historiadores ahora cuestionan, pero que yo prefiero creer, que ocurrió de la manera en que me lo aprendí en mi infancia. Es el día sublime en que el Ejército Libertador toma la ciudad de Bayamo. El inmortal Perucho Figueredo entra cabalgando a su corcel Pajarito, en la Plaza, que hoy los bayameses denominan del Himno. El pueblo tararea la melodía de una marcha de aires marciales que compuso el antes mencionado y que es de amplio conocimiento popular. Se rumora que es la Marsellesa Cubana, es decir, la Bayamesa (la segunda en nuestra historia musical). Meses atrás se tocó en un Tedeum en la Catedral de Bayamo, y al oírla, el Gobernador Español de la Plaza, el Coronel Urdaneta, que de bobo no tenía un pelo, e imaginaba que era lo que se cocinaba en las Logias Masónicas de la ciudad, mencionó por lo bajo a sus ayudantes. – A mí me parece un himno de guerra, más que un himno dedicado al Señor.
Al divisar los heroicos bayameses al bravo mambí, según cuenta la leyenda, empezaron a gritar, – ¡La letra Perucho, la letra! Y rodeado de sus enardecidos compatriotas, aquel patriota que entregó toda su fortuna, y su vida misma a la causa de la independencia, doblando su pierna sobre el arzón de la montura, escribió la letra de nuestro Himno Nacional, aquel que nos dice que “morir por la Patria es vivir” y que “en cadenas vivir, es vivir, en afrenta y oprobio sumidos”. Era el 20 de octubre de 1868. Ese día en que ocurrió la Toma de Bayamo, y la creación de la letra del Himno de la Patria, fue escogido por los cubanos, como el Día de la Cultura Nacional.
Cuando la caída del campo socialista europeo, alentó las ansias revanchistas de los enemigos de la Revolución, encabezados por los imperialistas yanquis, Fidel llamó a los artistas e intelectuales cubanos, así como al pueblo todo, a que lo primero que había que salvar era nuestra cultura. Ella es la que nos singulariza en un mundo en que la frivolidad, y los estereotipos de la comercialización de casi todo, han impuesto modelos en que se trata de destruir todo lo auténtico de las culturas nacionales, en función de las estrategias de dominación de la Nueva Roma. Pero en el caso de nuestra Patria, la cuestión no es tan sencilla, porque la Revolución en si misma es el suceso de mayor importancia cultural en la Cuba de los Siglos XX y XXI.
Hasta ese momento, nada hubo en este lado del mundo comparado con la Campaña de Alfabetización, que permitió que los hijos de los obreros, los campesinos, y los más desposeídos, pudieran acceder no solo a la instrucción elemental y básica, sino a la cara, elitista y altamente especializada Educación Artística. Pero justo es decir que Cuba ha sido pródiga en talento artístico, desde que su semilla nacional iba cuajando en el vivero de la historia. En ese sentido no existe pueblo más prolífico en grandes artistas, intelectuales, escritores, poetas, pintores, escultores, y músicos, que el nuestro a pesar de sus escasos años de vida como nación, tanto en el período colonial, en la seudo república y en la etapa de la Revolución Socialista.
Si yo quisiera nombrar los principales artistas cubanos de todas las épocas no me alcanzaría un post de 40 páginas, y creo que me quedaría corto. Sin embargo hay algo que si quisiera señalar. Muchos de los verdaderamente grandes hombres de nuestra historia, fueron a la vez, grandes intelectuales. Saco, Arango y Parreño, Luz y Caballero, El Padre Varela, Mendive, Céspedes, Agramonte, Sanguily, Mella, Pablo, Roa, Marinello, Fidel, el Che, y sobre todo Martí.
El pensamiento revolucionario cubano, tiene por tanto un sustento teórico propio, de raíces autóctonas, que aunque los alabarderos de la reacción quieran tergiversar en su esencia, son el principal asidero de los valores patrióticos e internacionalistas del pueblo cubano. No se contrapone a la teoría marxista leninista, la complementa, y esa es nuestra principal diferencia con el resto de los procesos revolucionarios y socialistas del resto del mundo. Los intentos de algunos extremistas de implantar en Cuba, experiencias culturales ajenas a nuestra idiosincrasia e historia, no fructificaron porque chocaron con esa gran fortaleza que constituye el tronco cultural de la nación cubana. Como ya he dicho en otras ocasiones, antes que marxistas, que no dejamos de serlo, los comunistas cubanos, somos martianos, guiteristas, y fidelistas.
Es justo recordar en un día como hoy, que el bloqueo también golpea el esfuerzo del Estado de poner la cultura al servicio de las masas. El país encuentra dificultades para comprar instrumentos musicales, accesorios teatrales, papel pautado, pinturas, lienzo, equipos de audio, luces, y muchas cosas más. Pero a pesar de todo, la voluntad de los artistas cubanos, y su inmenso talento, los ayuda a sobresalir en un mundo, donde los mecanismos del mercado no siempre promueven lo que más calidad tiene, sino lo que más vende. De nada vale que cada vez que un artista cubano es nominado para un Grammy, el Departamento de Estado niegue las visas para participar en la ceremonia de entrega de los Premios, decía un amigo mío que el diamante brilla aunque le pongan arriba toneladas de fango.
Como casi siempre que abordo un tema, saldrán los defensores de los que ellos llaman cultura cubana del exilio, pero que ya no es cubana realmente, sino cubano americana, porque Cuba no radica en la Florida, sino aquí, en esta isla invicta, la tierra más hermosa que ojos humanos viesen al decir de Colón. Muchos de lo que sonaban cubano 100% cuando abandonaron el suelo en que se formaron como artistas, hoy o se dedican al puro astracán, o del arte que hacían en Cuba, solo queda una guachipupa insípida, conformada por los patrones estéticos de la mafia disquera de los Estefan, que de arte cubano no tiene ya casi nada. Un timbero de altura como Carlos Manuel, bailando en frac, y sin tirarse en plancha como hacía en Cuba, por quedar bien con los productores, da pena y lástima. En fin, que si no fuera por las escuelas de arte cubanas, formadas por la Revolución, formadora de muchos de los que han emigrado, por razones puramente económicas, no tendrían en Miami, ni siquiera una idea lejana de la cultura cubana actual. Para hacer cultura cubana, hay que vivir en Cuba, o por lo menos no perder el vínculo con la isla.
Para terminar, leo las noticias en la prensa y se reporta que en saludo a la fecha, la Asociación Hermanos Saíz ha premiado con su Premio Maestro de Juventudes a Omara Portuondo, Verónica Lynn, Eusebio Leal, Frank Fernández, Ambrosio Fornet, Alberto Luberta y Ramón Silverio. La Universidad Central de las Villas, otorgará el Doctorado Honoris Causa a Alfredo Guevara, apunta otra noticia. Se recuerda este año al moro Fayad Jamis en sus 80 cumpleaños, y su poema “Por esta libertad”, que sigue llamando al pueblo de Cuba a la lucha. Se anuncia un homenaje a la “Novia de Matanzas”, Carilda Oliver Labra, en la Moderna Poesía, emblemática librería habanera. En fin, todo son celebraciones en este nuevo Día de la Cultura Nacional. En esta jornada, importante para todos los cubanos, llegue a todos nuestros artistas e intelectuales un abrazo de los que desde esta trinchera de la Joven Cuba, también defienden, la esencia de la cultura cubana, que sigue siendo espada y escudo de la nación.
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