Por: Katherine Subiaut Azcanio
¿Puede usted imaginar vivir al mismo tiempo dos vidas? ¿Pudiera transformarse en un ser despreciable, opuesto a los principios que siempre habían alumbrado su camino, mientras en sus entrañas hierve la sangre ante la vergüenza y el oprobio? Así actuaron durante años Vladimir, Raúl y Emilio, que aunque tienen nombres reales, para su pueblo se inmortalizan con estos seudónimos. Los jóvenes de Matanzas tuvimos la oportunidad de conversar con ellos, de cubano a cubano. Las preguntas llovieron; no podíamos contener la admiración ante estos héroes, tan jóvenes, tan humanos, tan cercanos y sin embargo, con tantos años dentro de las asociaciones anticubanas, protegiendo nuestras vidas y nuestro sistema social. Nos sentíamos como aquellos jóvenes que tuvieron la oportunidad de conocer al Che, a Camilo Cienfuegos, a Almeida; aquellos que no encontraban palabras que expresaran su agradecimiento y su fidelidad a la Revolución, que se enmudecían ante la grandeza de Fidel y Raúl. Hoy siguen naciendo héroes de las entrañas de esta tierra: Vladimir, Raúl y Emilio son una muestra de la savia cubana y de nuestro amor a la libertad. Su patriotismo, su entrega, nos compromete a ser mejores, aunque estos paradigmas de revolucionarios sean una meta elevada. El calor del encuentro, los vivas a Fidel y a la Revolución, sus palabras emocionadas, se grabaron en los corazones de los presentes. Fueron inevitables las fotos, los besos de las chicas y los apretones de manos de los muchachos. Puedo asegurar que este día cambió la vida de muchos.
Antes de comenzar el encuentro se proyectó el documental "Muerte al Invasor" sobre la victoria de Playa Girón.
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