Siempre que leo un artículo o un escrito cualquiera de Che me maravillo como además de vislumbrar su profunda humanidad, su espíritu de luchador incansable por un mundo mejor, incluso su internacionalismo, uno se da cuenta que el Che era un pensador profundo, era una persona que tenía un gran entendimiento de su presente y del futuro de muchos. Sus palabras tienen una gran vigencia y sus ideas una enorme importancia.
Hace 45 años, el Che escribió, lo que creo una de sus reflexiones fundamentales, “El socialismo y el hombre en Cuba”, obra magna que expresa la concepción que tenía del proceso revolucionario cubano uno de sus protagonistas esenciales.
En este escrito el Che, define lo que serían para él los tres pilares generadores y constructores del proceso revolucionario y del camino al socialismo: la masa o el pueblo, elemento vital, por cuanto es el principal obrero de este proceso constructivo y por lo tanto su principal benefactor. La vanguardia revolucionaria, los líderes, elemento aglutinador, el cuál debe ser no solo un guía, sino además interpretador cabal de los anhelos y deseo del pueblo. Y por último y no menos importante, las instituciones revolucionarias o del Estado, que ejercen el papel de mecanismo organizador, cuyo bien comportamiento permite una mejor interrelación entre el pueblo y su vanguardia, debe ser además un elemento que permita la selección natural de los individuos “destinados a caminar en la vanguardia y que adjudiquen el premio o el castigo a los que cumplen o atenten en contra de la sociedad en construcción,” estas últimas, palabras del Che.
Estos tres pilares se interrelacionan entre sí, unidos sobre todo por el deber de interpretar los anhelos del pueblo.
Un análisis profundo de cómo se comportan estos tres elementos en el entramado social de nuestra Cuba actual, es un paso fundamental para saber hacia dónde vamos.
En este escrito el Che dijo: “El grupo de vanguardia es ideológicamente más avanzado que la masa; esta conoce los valores nuevos, pero insuficientemente. Mientras en los primeros se produce un cambio cualitativo que le permite ir al sacrificio en su función de avanzada, los segundos sólo ven a medias y deben ser sometidos a estímulos y presiones de cierta intensidad; es la dictadura del proletariado ejerciéndose no sólo sobre la clase derrotada, sino también individualmente, sobre la clase vencedora.”
El mensaje es claro. ¿Cuál es concepto que le permite a un hombre de vanguardia lograr ese elemento motivador y aglutinador que necesita todo proceso revolucionario y que alcanza su mayor expresión en el apoyo de las masas? Quizás no exista un único concepto, el carisma, la inteligencia y la trayectoria de seguro juegan un rol fundamental, pero hay uno que no puede faltar, cuya ausencia trae actitudes apáticas y de doble moral muy presentes hoy en nuestra sociedad, ese concepto del que hablamos es el sacrificio, es el compromiso que todo líder debe tener con el pueblo que representa y que debe demostrar con el ejemplo de sus acciones más que de sus palabras.
Muchas veces vemos a los dirigentes de nuestro Estado, pidiendo sacrificios al Pueblo, exigiendo actitudes altruistas por el bien de una entidad superior, la Revolución, olvidando que el Pueblo es parte indisoluble de esta y todo lo que no se haga por el bien de este y con su anuencia nunca será legítimo y más que motivar a seguir construyendo, se obtendrá el efecto contrario. El Che diría: “Sin embargo, el Estado se equivoca a veces. Cuando una de esas equivocaciones se produce, se nota una disminución del entusiasmo colectivo por efectos de una disminución cuantitativa de cada uno de los elementos que la forman, y el trabajo se paraliza hasta quedar reducido a magnitudes insignificantes; es el instante de rectificar.”
Y muchas veces estas equivocaciones son muy sutiles, equivocaciones de tipo conceptual, de cómo interpretamos el papel de las masas, así como el papel de los dirigentes y su relación con esta en el proceso de construcción del Socialismo. Quizás para explicarme mejor, sea necesario poner un ejemplo.
Supongamos que estamos reunidos con un dirigente del Partido Comunista, este dirigente está explicando, desde su punto de vista, cómo debemos responder a la población ante cuestionamientos de soluciones de problemas cotidianos, pero que tienen un efecto acumulativo de infelicidad en el Pueblo. Problemas que todos conocemos y que están relacionados con la escases, con la desorganización, con la negligencia e incluso con la burocracia, esa enemiga a muerte del desarrollo y que no es más que un pretexto para los perezosos y un medio para los mal intencionados. Se escuchan expresiones como: “… si la población viene y les pregunta por la fosa que se vota díganle que se está trabajando en eso, pero que el Municipio es el principal deudor de los equipo electrodomésticos que se entregaron, que el mosquito acabó, etc…,”. Ahora, la primera pregunta que le vendría a la mente a toda persona con un mínimo de vergüenza sería: “bueno y, ¿qué le digo a la persona que trabaja, que se esfuerza por salir a la calle día a día, no teniendo que comer en su casa, o no teniendo en calzado para su hijo? ¿Qué le digo a la persona que lucha cada día de su vida por un futuro mejor que no acaba de llegar? ¿Le digo que confíe ciegamente, que nuestra situación es difícil y no tenemos la capacidad suficiente para salir de ella, que nuestras palabras son solo eso, palabras y que los hechos solo viven en ellas? ¿Qué mecanismos les brindo para exigir la cuota de sacrificio que debe demostrar todo líder?
La fórmula ideal no existe, el proceso de construcción del Socialismo es complejo. El crecimiento de nuestra sociedad más que en línea recta debe ir en espiral, no permitiendo bajo ninguna circunstancia que esta espiral se convierta en un círculo vicioso sin fin. La forma de vivir que elegimos tiene enemigos poderosos y que ven en ella un obstáculo fundamental a sus ambiciones imperiales. Por lo que debemos estar conscientes que en estos momentos, el sacrificio de ningún dirigente está a la altura del sacrificio del Pueblo Cubano. Debemos estar convencidos, que vivir en Cuba, que soñar en Cuba, que trabajar y luchar cada día por el bien de nuestra patria buscando en esto nuestro bien personal es un sacrificio mayor y que el deber primero de todo líder que se considere tal, es pensar, pensar mucho y buscar mecanismos de solución, no de justificación. Buscar cada día más, los mecanismos de comunicación con las masas de manera tal que estas se sientan parte de la vanguardia dirigente, así como que sientan suyos e integrantes del Pueblo a cada uno de líderes revolucionarios.
Ahora, en esta integración y comunicación juegan un papel fundamental las Instituciones del Estado. Las organizaciones encargadas de guiar pero de proteger, de exigir pero de ser exigidas también, en la búsqueda de la perfección. La institucionalidad se pierde con la desorganización, con la burocracia, la negligencia, las actitudes conformistas y apáticas. Pero no debemos olvidar que los que trabajan en estas instituciones y organizaciones forman parte también de la masa, del proletariado y por lo tanto del protectorado del Gobierno, si su gestión no es la correcta y se cometen errores sin rectificar sucede esta disminución de la motivación, de la conciencia de masas de la que hablaba el Che y por lo tanto de los trabajadores de estas instituciones. Estaremos entrando en el círculo vicioso aborrecido.
Debemos recordar que el único camino es el Socialismo, pero la meta es lograr la calidad de vida necesaria que necesita nuestro pueblo bajo los estándares de una sociedad justa, de una sociedad con valores morales, éticos y humanos por encima de todo.
El Che, quizás, nos vislumbra un camino por dónde empezar: “La arcilla fundamental de nuestra obra es la juventud, en ella depositamos nuestra esperanza y la preparamos para tomar de nuestras manos la bandera.” Ojala sepamos verlo.
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