Las generaciones que han trascendido en la historia literaria o política, son aquellas que se percatan de que sus aspiraciones, intereses y necesidades son diferentes a los de las generaciones precedentes; y actúan en consecuencia. La frase diálogo generacional dibuja a los jóvenes cubanos como pasivos corredores de relevo que reciben, en lugar de un batón, la encomienda de salvaguardar un estado de cosas.
Una generación se visibiliza precisamente cuando transgrede ese estado de cosas; en el momento en que deja de ser convocada para convocar, en que no permite que se le fundamente para ser ella la que logre fundamentar. Cuando Martí se separó del plan Gómez-Maceo y se convirtió en el blanco de tantas críticas, estaba dando la espalda al modo de hacer de dos grandes revolucionarios y estableciendo otro estilo de organizar la guerra, a tono con la generación que había sido testigo del fracaso que costó una década de vidas y esfuerzos.
En el instante en que Rubén Martínez Villena interrumpía un acto oficial para protestar contra la corrupción del gobierno de Zayas nacía otra generación, literaria y política. La Generación del Centenario avizoró una manera muy diferente de recepcionar a Martí y rescatar una república secuestrada por el golpe de estado de Fulgencio Batista. En esos ejemplos primó más la ruptura que el diálogo, eso les confirió un carácter revolucionario.
La frase diálogo generacional dibuja a los jóvenes cubanos como pasivos corredores de relevo que deben salvaguardar un estado de cosas.
Según el viejo diccionario Aristos, diálogo es: “Plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas”. Entonces esa conversación debería ser en condiciones de igualdad que permitiera a los interlocutores ser capaces de exteriorizar y difundir sus puntos de vista.
Las generaciones que mencionamos tuvieron condiciones para esto: todas fundaron organizaciones, formales o informales; gestaron órganos o medios para propagar sus concepciones; mantuvieron una actitud muy crítica respecto a las generaciones que les antecedieron y encabezaron proyectos de cambio…
De acuerdo a lo anterior, la última generación visible en Cuba sería la que se nucleó alrededor de la revista Pensamiento Crítico, un grupo de jóvenes revolucionarios que alertaba sobre las vías para encauzar un socialismo diferente al soviético. Su clausura interrumpió por muchos años la expresión de varias generaciones que, llenas de inquietudes, quedaron sin medios viables para demostrarlas. Pero el tiempo ha pasado, y la revolución tecnológica en el ámbito de las comunicaciones modificó muchos factores de la ecuación generacional.
En diversos medios digitales se promueven hoy ideas interesantes y valiosas de jóvenes cubanos sobre nuestra sociedad. Paradójicamente, cualquier intento de exteriorizar una visión crítica y diferente sobre ese tema es descalificado, invisibilizado y catalogado con un amplio menú de etiquetas. ¿Es posible que con tales actitudes convoquemos a un diálogo generacional? ¿O se piensa ingenuamente que la generación joven está formada solamente por los líderes de organizaciones juveniles que se muestran combativos y eufóricos al hablar en nombre todos?
Cualquier intento de exteriorizar una visión crítica y diferente es descalificada, invisibilizada y catalogada con un amplio menú de etiquetas.
Decía Berthold Brecht que la juventud tiene un ímpetu a prueba de balas, pero un optimismo que no tolera desengaños; y las voces jóvenes de hoy no son las que en los ochenta pedían órdenes y solicitaban que les dijeran qué hacer. Tras tantas décadas de experimentos y retrocesos, en medio de un proceso que se considera de cambios, y a través de medios que ya no pueden ser controlados; ha emergido una generación que está proponiendo qué hacer, pero debe ser escuchada, sin prejuicios, en pie de igualdad, de lo contrario será un monólogo y no un diálogo lo que presenciaremos. Los que no somos cronológicamente sus coetáneos pero concordamos con sus ideas debemos apoyarlos.
No existen generaciones históricas, existen generaciones que hacen historia. El movimiento de una sociedad no está únicamente en las continuidades, también está en los cambios, y las generaciones nuevas son las encargadas de eso. Junto a ellas debemos estar. O mejor, debemos ser parte de ellas.
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