En mayo, cuando la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) publicó algunas cifras provisionales de 2021, dediqué un post a la preocupante relación entre el elevado crecimiento de la tasa bruta de mortalidad (necrotendencia) y el despoblamiento del archipiélago. Aunque ambos fenómenos son negativos, el primero podría ser coyuntural; preocupa mucho más el segundo, por ser de carácter estructural, mediana data (2005), afecta a la totalidad de la nación y puede crecer en medio de tantos factores adversos.
Entre 1902-1958, la población cubana creció cinco veces: de 1,5 a 7 millones. Desde 1959 a 2022 lo hizo alrededor de +0,6 veces: de 7 a 11,1 millones; aunque la tendencia no se manifestó de igual forma en estos sesenta y tres años. En el período 1959-1970, creció a un ritmo del 2% (6, 977 200 a 8, 603 200), lo que se explica por el Baby Boom de 1959-1965, cuando se expandieron como nunca antes el empleo, los salarios y los gastos sociales. A partir de entonces, la tendencia ha sido a la disminución del crecimiento (1966-2004) y al despoblamiento (de 2005 a la actualidad).
Hasta el censo de 2012, la población solo descendió en un lapsus intercensal en 1887-1899, por el holocausto de la Guerra de Independencia (a razón de −0,2%, es decir; 36, 278 habitantes menos). En la década comprendida entre 2002-2012, el descenso fue de −0,1% (10, 418 habitantes menos). Y no podremos saber el de 2012-2022 porque el censo correspondiente a este año ha sido pospuesto.
En 2021 la población descendió a 11 113 215 habitantes; ello significa 54 110 menos que en 2012 y 68 380 respecto al año precedente (−6,1%). Al cierre de marzo pasado, el director del Centro de Estudios de Población y Desarrollo, Diego González, estimaba una población inferior: 11 105 814 habitantes. No obstante, decía sentirse optimista pues apreciaba en el primer trimestre: «cierta recuperación en las tendencias demográficas del país: hay más nacimientos, menos defunciones y las migraciones se mantienen con niveles un tanto estáticos».
Ante un torrente migratorio que fluye desenfrenadamente, inmigración casi nula, muertes que aumentan y nacimientos que disminuyen, me parecen sumamente optimistas tanto esas apreciaciones como las proyecciones de población que hace el Anuario Estadístico de Cuba 2021 (AEC) para los tres quinquenios próximos: 11 227 182 para 2025; 11 179 103 en 2030; y 11 098 477 en 2035. ¿Qué les hace pensar que en los próximos cuatro años cambiará la tendencia y aumentará la población, para luego volver a disminuir hasta caer por debajo de la actual en quince años?
Tres factores principales inciden hoy en el despoblamiento de la Perla del Caribe: el aumento de la necrotendencia, la disminución de la natalidad, y el creciente saldo migratorio negativo. Usemos las estadísticas oficiales públicas para analizarlos y repensar qué se podría hacer en pos de mitigarlos y contribuir a resolver tan aguda y compleja problemática.
Necrotendencia creciente
Durante el siglo XX, Cuba fue mejorando la correlación entre las tasas de natalidad y mortalidad y logró que su población siguiera creciendo de manera natural aún después de la crisis de 1929, cuando el elevado desempleo puso fin a la alta inmigración del período anterior. No obstante, a partir de 1970 las distancias comenzaron a disminuir.
Tasas de natalidad y mortalidad por 1 000 habitantes* |
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Años | 1902 | 1910 | 1920 | 1930 | 1940 | 1950 | 1960 | 1970 | 1980 | 1990 | 2000 |
Natalidad | 29 | 31 | 24 | 24 | 19 | 30 | 32 | 28 | 14 | 18 | 13 |
Mortalidad | 15 | 15 | 17 | 10 | 10 | 7 | 6 | 6.3 | 5.7 | 6.8 | 6.8 |
En el siglo XXI esta correlación se ha vuelto cada vez más negativa, al punto que en 2021 murieron 1,7 habitantes por cada uno que nació: 167 645 por 99 096.
Años | 2005 | 2010 | 2015 | 2016 | 2017 | 2018 | 2019 | 2020 | 2021 |
Tasa de Natalidad | 10.7 | 11.4 | 11.1 | 10.4 | 10.2 | 10.4 | 9.8 | 9.4 | 8.9 |
Tasa de Mortalidad | 7.5 | 8.1 | 8.9 | 8.8 | 9.5 | 9.4 | 9.7 | 10 | 15 |
Lo primero que salta a la vista en el despoblamiento cubano es el gran salto en la necrotendencia del año 2021 (+55 196 defunciones). En mi texto antes citado afirmé:
«Aunque en este informe parcial no aparecen las causas de muerte, salta a la vista que el incremento de fallecidos supera 6,7 veces la cifra de 8 177, declarada oficialmente como muertes totales por Covid-19 en 2021 […] ¿Será tenida en cuenta la categoría de Razones indirectas del exceso de mortalidad por la Covid-19 en las estadísticas cubanas? Si bien en Cuba no se habla de él, es importante tener en cuenta que a nivel internacional se presenta lo que la OMS ha denominado Exceso de mortalidad por la Covid-19».
Un vistazo preliminar a las cinco causas principales de muerte en 2021 del AEC, nos dice a las claras que Cuba clasifica como un caso típico de Exceso de mortalidad por la Covid-19 aunque esta categoría no se incluya en las estadísticas oficiales:
Causas | 2019 | 2020 | 2021 |
Enfermedades del corazón | 27 054 | 29 956 | 43 052 |
Tumores malignos | 25 307 | 26 289 | 26 791 |
Influenza y neumonía | 8 413 | 6 654 | 25 620 |
Enfermedades cerebrovasculares | 10 152 | 10 980 | 12 759 |
COVID-19 | – | 143 | 8 091 |
Nótese que la pandemia fue apenas la quinta causa de muerte; pero las cuatro primeras aumentaron su letalidad, dos de ellas de manera extraordinaria: «Enfermedades del corazón» (+13 096), e «Influenza y neumonía» (+18 966). Si murieron 3,8 veces más personas por estas causas que el año anterior, y cuatro veces más que por COVID-19, entonces puede haber ocurrido una de estas dos cosas, o ambas: se incluyeron entre ellas muertes por la pandemia, o murieron muchas más personas por estas causas debido a la concentración de los recursos en el combate anti-covid.
Si se revisan las Tasas de las principales causas de muerte, se apreciará mejor la mayor incidencia de las dos antes mencionadas frente a la COVID-19.
Causas | 2019 | 2020 | 2021 |
Enfermedades del corazón | 241.0 | 267.4 | 384.9 (+117.5) |
Influenza y neumonía | 74.9 | 59.4 | 229.0 (+169.6) |
COVID-19 | – | 1.3 | 72.3 (+71) |
Con perdón de los médicos que certificaron esas defunciones y de los estadísticos que acopiaron y clasificaron esos datos; a partir de las evidencias estadísticas y testimoniales que acumulé desde que se inició la pandemia puedo asegurar que se emitieron miles de certificados de muerte por otras causas que correspondían realmente a casos de COVID-19.
La prestigiosa publicación británica The Economist aplicó a diferentes países un modelo estadístico rastreador del exceso de mortandad por la covid-19 y concluyó que hasta 62 000 cubanos pueden haber muerto por la pandemia; esta es una tasa de 550 por cada 100 000 habitantes, que colocaría a Cuba entre los veinte peores países del mundo en la gestión de la pandemia. Las causas de esta sobremortandad las hallan en: pruebas inadecuadas, falta de medios de diagnóstico, subestimación de las muertes, falsa documentación y reportes no precisos.
Los factores que inciden en tal descalabro los encuentran en: envejecimiento poblacional (+37 919 más muertes de mayores de 70 años que en 2020); recortes presupuestarios; escasez de suministros médicos y lento ritmo de la vacunación, al no aceptar ayuda internacional. Me llama la atención no haber conocido de ningún desmentido en medios cubanos, tanto oficiales como científicos, a afirmaciones tan fuertes.
Además de la pandemia, aunque asociada a ella directa o indirectamente, otros factores incrementaron la necrotendencia en 2021. Entre ellos, el crecimiento en +4,4 veces de la tasa de mortalidad materna en comparación con la tendencia precedente:
2019 | 2020 | 2021 |
37.4 | 40.0 | 176.6 |
A esto se añade la enorme varianza entre la provincia de menor tasa (Holguín, 44) y la de mayor, su vecina Guantánamo (312,7), donde las mujeres mueren de parto con una frecuencia 7 veces mayor.
Otro factor fue la subida de la mortalidad infantil en 2021 a 7,6 por mil nacidos vivos, la más alta de los últimos veinte años y un 55% mayor que la de 2020. El ministro de Salud reconoció que, pese al esfuerzo del personal durante la pandemia, los resultados estaban por debajo de lo esperado.
Un tercer factor es la disminución drástica del número de operaciones quirúrgicas. En un país que en 2020 reportaba un marcado envejecimiento poblacional —1228 ancianos por cada 1000 niños—, postergar una operación significa muchas veces la muerte o la postración del necesitado. En 2020 se realizaron apenas 785 293 operaciones, 417 000 menos que en 2019. En 2021, la disminución tuvo que ser mucho mayor por la pandemia, pero no disponemos de los datos del aún no publicado Anuario de Salud 2021.
La prestigiosa publicación británica The Economist aplicó a diferentes países un modelo estadístico rastreador del exceso de mortandad por la covid-19 y concluyó que hasta 62 000 cubanos pueden haber muerto por la pandemia. (Foto: OnCuba)
Natalidad decreciente
Por primera vez después de 1970, Cuba reportaría en 2021 una cifra de nacimientos inferior a los seis dígitos: 99 096, 5 942 menos que en 2020. Esto se debe a dos factores concomitantes. El primero es el envejecimiento poblacional (21,6% del total), que trae consigo el crecimiento de la edad media y mediana a niveles muy altos: 41,2 y 42,3 y, peor aún, su elevación todavía mayor en las mujeres (42,2 y 44 respectivamente), edades en que aumentan peligrosamente los factores de riesgo para un embarazo.
Por ello, la tasa de fecundidad descendió hasta 1,45 hijos por mujer —lo mínimo para el reemplazo poblacional es dos—; mientras que la tasa de natalidad es de solo 8,9 por mil habitantes, casi la mitad de la de mortalidad (15).
El segundo factor es la decisión de muchas parejas jóvenes de no tener hijos, o no tenerlos en Cuba. Así, los que no nacen, o lo hacen en otro país, nunca llegan a engrosar la población que debimos tener en condiciones de paz y no llegamos a alcanzar por razones socioeconómicas y políticas.
Saldo migratorio crecientemente negativo
Aunque en este acápite el AEC no trae cifras absolutas, sino solamente las tasas, quedé atónito ante el saldo migratorio externo que se informa para el 2021: ¡¿positivo en 169 personas, para una tasa de migración de +0,02?! No puedo creer que hablemos del mismo país. El meollo de esta cuestión es político, pero se presenta como un asunto conceptual. ¿Los cubanos que salen y/o viven en el exterior qué son: turistas, residentes externos, o emigrantes?
Desde 1959 el saldo migratorio de Cuba había sido negativo, pero todo cambió en 2013, al entrar en vigor el Decreto-Ley 302, modificativo de la ley de migración de 1976. Según esa norma: «un ciudadano cubano ha emigrado, cuando viaja al exterior por asuntos particulares y permanece de forma ininterrumpida por un término superior a los 24 meses sin la autorización correspondiente».
En otras palabras, el que toma un avión para irse a vivir a España, o una balsa para llegar a La Florida, no es un emigrante, sino un turista que visita esos países y continúa siendo residente en Cuba durante dos años. Siguiendo con este razonamiento, resulta que los cientos de miles que desde 2019 han salido de la Isla de manera creciente y aparecen en las estadísticas de otros países como inmigrantes, solo se reconocerán como emigrados para el AEC si permanecen más de dos años sin regresar.
Si lo hacen, seguirán contándose aquí como residentes externos, aunque solo los veamos en las pantallas de los celulares. Esa sui generis estadística migratoria tributa a organismos internacionales donde se contradicen con las de los países receptores, que informan cifras cada vez más elevadas de inmigrantes criollos.
Volvamos a la realidad de los números. Aunque la emigración cubana a EE.UU. es un fenómeno perenne desde 1959, hay momentos topes: 1959-1962 (+200 000), 1980 (125 000), 1994 (+50 000), 2021 (42 142); sin embargo, ninguno supera a la sangría migratoria de 2022, que ya va por 175 000 hasta agosto, unos 600 por día. A ellos hay que sumar los que se marchan al resto del mundo y se establecen en otros países (España, México, Canadá, etc.).
La otra cara de la moneda es que, según datos del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS), entre 2000 y 2016, obtuvieron la residencia permanente en EE.UU. 604 108 cubanos; por su parte, 348 416 recibieron la nacionalidad del norteño país.
A ello se añade que Cuba es el tercer país extranjero con más ciudadanos españoles —después de UK y Francia— y primero de LATAM. De proclamarse la Ley de Nietos en España, ya aprobada por la Cámara de Diputados, unos tres millones más de criollos podrían optar por la nacionalidad hispana. Por tanto, hay en marcha un proceso, casi invisibilizado oficialmente pero en pleno desarrollo, de conversión de cubanos y cubanas en ciudadanos y/o residentes de otros países. Que sea beneficioso o perjudicial para Cuba es cuestión que urge analizar.
En el contexto cubano, la inmigración podría dividirse en dos grandes fuentes: el regreso permanente de residentes en el exterior —la mal llamada repatriación—, y el arribo de ciudadanos de otros países para instalarse en el país. Según la ONEI, 11 176 personas decidieron repatriarse en 2017, menos que los 14 000 que lo hicieron en 2016, y allí se paralizó el movimiento con la llegada de Trump.
Desde 1959 el saldo migratorio de Cuba había sido negativo, pero todo cambió en 2013, al entrar en vigor el Decreto-Ley 302, modificativo de la ley de migración de 1976. (Foto: Foto: Kako Escalona/El Estornudo)
Aunque el saldo migratorio externo del 2021 fuera positivo, según el AEC 2022 —a pesar de que no se muestran cifras absolutas, solo las tasas— es obvio que Cuba es uno de los países menos atractivos para los emigrantes, debido a sus dificultades económicas y las trabas internas. No obstante, tampoco pretende atraerlos y sus leyes están concebidas más bien para amilanarlos. Este es un factor que bien podría suplir el despoblamiento, pero habría que cambiar mucho para persuadir a individuos y familias de allende los mares a venir a la Isla y quedarse.
Ante las angustias del despoblamiento, una vez más la pregunta que agobia a la ciudadanía es: ¿Qué hacer? Lamentablemente, solo un pequeño grupo de decisores en el Gobierno/Partido/Estado tiene poder para responderla de manera efectiva y movilizar al país para actuar en consecuencia. Aunque mis propuestas vayan a sumarse a otras muchas hechas por expertos y ciudadanos comunes, ahí les dejo cinco que pueden aplicarse desde ahora:
- Incrementar la inversión en salud mediante el traspaso de parte del fondo de inversión que se despilfarra en nuevas capacidades hoteleras, absolutamente innecesarias a corto y mediano plazos.
- Elevar los gastos en salud destinados a comprar insumos, medicamentos del cuadro básico imprescindible para la sanidad pública y realizar progresivamente las cirugías pendientes de los años 2020-2021.
- Tomar medidas efectivas para incentivar a las parejas jóvenes a procrear, ayudándolas a paliar sus necesidades materiales perentorias de manera creciente e individualizada, según el número de hijos y el nivel de vida familiar.
- Autorizar las inversiones en Cuba de cubanos emigrados y/o residentes externos, brindándoles condiciones preferenciales más favorables que las concedidas a los extranjeros, de manera similar a lo que hicieran China y Vietnam con gran éxito en las últimas cuatro décadas.
- Fomentar la inmigración de trabajadores extranjeros y sus familias, sobre todo para trabajar en el agro y el comercio mayorista y minorista. Para ello habría que liberalizar estas actividades con normas similares para cubanos y extranjeros y favorecer el empleo y las asociaciones con los nacionales en esos emprendimientos.
A los decisores, que parecen no tener apuro en entrarle al problema del despoblamiento/extinción con la manga al codo, porque prefieren que cada vez más cubanos y cubanas emigren para que empiecen a enviar remesas y venir como turistas, les recuerdo las palabras del prócer José de San Martín: «Robar es un delito. Arruinar al país, es traición a la Patria».
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*Todas las tablas fueron tomadas del Anuario Estadístico de Cuba 2021.
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