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Desarrollo

Evaluación del bienestar y la calidad de vida de la nación para su desarrollo

Cuento

El cuento de nunca empezar

por Mario Valdés Navia 14 febrero 2023
escrito por Mario Valdés Navia

Por estos días se debate en torno a la decisión del Gobierno/Partido/Estado de crear un centro para preparar «transformaciones económicas en Cuba basadas en el desarrollo de la empresa privada». El equipo de Putin´s boys, que enseñará cómo hacerlo, incluirá expertos del Centro de investigación Estratégica, del lnstituto de Pronósticos Económicos y del influyente think tank que es el Instituto PA Stolypin de Economía del Crecimiento.

Aunque aun no se ha explicado oficialmente el alcance de este proceso privatizador y las formas que adoptará, su enunciación deja poco margen a la imaginación. El desmantelamiento del sector estatal tal y como lo hemos conocido durante seis décadas, está declarado. Sin embargo, lo cierto es que no será la primera vez que este gigantesco sistema empresarial estatizado sufra transformaciones profundas.

Lo novedoso es que ahora sea el propio Gobierno/Partido/Estado el que haga tabla rasa de sus mantras ideológicos supuestamente eternos, plasmados incluso en la reciente Constitución 2019 y abandone la idea de preservar la sacrosanta empresa estatal socialista para privatizarla al modo ruso. Si algún ciudadano  hubiera salido con un cartel pidiendo algo así hubiera sido acusado de sedición.

¿Cuántas veces en estas seis décadas se ha modificado el sistema empresarial con el  pretexto de que ahora sí vamos a construir el socialismo? ¿El desmontaje del sector socialista empezará ahora, o viene efectuándose desde tiempo atrás a la vista de todos? ¿Si el socialismo nunca se ha construido, entonces lo que hemos vivido los cubanos por cuatro generaciones es como El cuento de nunca empezar, de Joaquín Sabina?

Cuento

-I-

Desde que Lenin y los bolcheviques negaran los postulados marxistas sobre la revolución proletaria mundial y decidieran construir el socialismo en un solo país (por demás atrasado y aislado), se discutió si sería posible alcanzar esa quimera. Setenta años después, el derrumbe del sistema socialista mundial puso fin a la histórica controversia.

Por eso, soy de los que prefieren denominar a los estados que infructuosamente pretendieron abolir el capitalismo como de vocación socialista. Ninguno ha sido nunca verdaderamente socialista. El caso cubano es muestra fehaciente de ello.

Desde 1960 se intentó establecer un modo de producción no capitalista, que potenciara aun más el desarrollo de las fuerzas productivas y fomentara un nuevo tipo de relaciones sociales, más justas y equitativas. Inicialmente se intentó lograr esto último a través de la distribución; pero pronto la economía comenzó a caer en lugar de crecer.

Las carencias en la organización de la producción, la circulación y el consumo, unidas a los crecientes gastos de defensa por el conflicto Cuba-Estados Unidos, condenaron al ya proclamado socialismo en un mecanismo de redistribución y reproducción de la pobreza. Su talón de Aquiles era la falta de estímulos al productor directo y al propio aparato productivo, donde la competencia fue sustituida por un supuestamente inefable plan de producción, elaborado y controlado burocráticamente, de espaldas al mercado.

El primer gran equívoco fue considerar que la expropiación violenta y acelerada de las propiedades capitalistas y su traspaso al Estado, las convertían al instante en empresas socialistas y determinaban el triunfo del nuevo modo de producción. Cuando Fidel proclamó: «Los imperialistas no nos pueden perdonar que hayamos hecho una revolución, una revolución socialista, aquí, bajo las mismas narices de los Estados Unidos», parecía que el socialismo estaba implantado, pero sus raíces habían prendido en falso en el suelo cubano.

Rápidamente, los criterios de mercado fueron abandonados y la recién creada Junta Central de Planificación (JUCEPLAN), elaboró el Plan Cuatrienal de Desarrollo 1962-1965. Su fin era superar la condición de gran exportador mundial de azúcar y lograr la industrialización acelerada y la diversificación. Ambas tareas fracasaron.

A despecho de las visiones marxistas del socialismo como unión de productores libres, se crearon poderosas empresas monopolistas que centralizarían la producción como nunca antes, sin que ello se revirtiera en un incremento productivo. Ejemplo de ello fue la conformación de la Red Nacional de Acopio –entre 1962 y 1963‒, subordinada al Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA).

Las grandes empresas latifundistas del Ministerio de la Agricultura (MINAGRI), ejercieron total hegemonía sobre los demás sujetos económicos de su área de acción, tan desprotegidos ante sus desmanes que ni siquiera podían apelar a los tribunales para reclamar. El caos provocado en la producción agropecuaria por el voluntarismo y la soberbia burocrática sobre los productores, en particular los campesinos, destruyó una de las mejores agriculturas y ganaderías tropicales del mundo, cuya floreciente tradición databa de fines del siglo XVIII.

En la gestión empresarial se introdujeron elementos ideopolíticos de claro perfil idealista-voluntarista, enfocados en sustituir el papel del mercado y el interés económico de los diferentes actores por sucedáneos ineficaces: el plan, la conciencia y el trabajo voluntario. La tesis del Che de que «en tiempo relativamente corto el desarrollo de la conciencia hace más por el desarrollo de la producción que el estímulo material», pronto demostró su inoperancia y el crecimiento económico se derrumbó.

cuento

La tesis del Che de que «en tiempo relativamente corto el desarrollo de la conciencia hace más por el desarrollo de la producción que el estímulo material», pronto demostró su inoperancia. (Foto: Letras Libres)

La propuesta de solución para reanimar la producción y la productividad fue como echarle gasolina a un incendio: la Ofensiva Revolucionaria (1968). Fidel declaró: «De manera clara y terminante debemos decir que nos proponemos eliminar toda manifestación de comercio privado».

De súbito fueron expropiadas 57 600 pequeñas empresas privadas urbanas: tiendas de productos industriales, bodegas, bares, timbiriches*, servicios de consumo e industrias. Más de la mitad habían surgido después de 1961. El Estado, incapaz de sustituir la oferta de bienes y servicios de las pequeñas empresas, cerró la mitad de estas en tres meses. En lugar de solucionar, la nacionalización absoluta empeoró la escasez de bienes de consumo.

Tras integrarse en 1972 al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), se aplicó una copia tropicalizada del modelo soviético de gestión económica, que incluía espacios para el comercio privado y se abrió el Mercado Libre Campesino (1980). La adopción de un Sistema de Dirección y Planificación Económica (SDPE), basado en el cálculo económico, devolvió a la empresa cierta autonomía y se reutilizaron la planificación mercantil, contabilidad y auditoría al estilo soviético. Era la época de la «eterna amistad con la Unión Soviética» y todo lo que venía de Moscú era tenido por cosa divina e inefable.

-II-

Tres lustros después, el inicio de la Perestroika en1985 puso en alerta al grupo de poder hegemónico cubano, que comprendió el potencial destructivo de aquellas reformas para el modelo de socialismo estatizado. De ahí que Fidel arremetiera contra el SDPE por sus «fórmulas capitalistas», con el llamado Proceso de rectificación de errores y tendencias negativas.

Su objetivo era «reasumir el papel protagónico de la ideología revolucionaria, relegada por el falso criterio de la eficiencia espontánea de los mecanismos económicos». La consigna fungía como un déjà vu de los sesenta: «¡Ahora sí vamos a construir el socialismo!».

El sistema empresarial fue uno de los principales espacios de reformas centralizadoras que terminaron con la flexibilidad del SDPE. Los cambios principales fueron la aparición de los contingentes, como forma superior de organización del trabajo; la creación del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, paladín de la nueva empresa socialista de alta tecnología y la aplicación por el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR) de un Sistema de Perfeccionamiento Empresarial, basado en una  contabilidad confiable, autonomía en la administración de los recursos humanos y pago por resultados.

El desmantelamiento del SDPE y el fin de las subvenciones soviéticas (unos 6,000 millones de USD), resquebrajaron los ciclos económicos y debilitaron la economía en vísperas del inicio del Período Especial. No obstante, la crisis fue escenario propicio para que florecieran un puñado de empresas organizadas desde el Poder a la manera capitalista.

En 1993, se autorizó a la Corporación CIMEX, S.A. ‒creada por la inteligencia cubana en Panamá en 1978‒ para controlar las remesas crecientes. Con ese fin fue creada en 1984 la Financiera CIMEX, S.A. y American Internacional Services, S.A. en 1988.  Otra de sus empresas, HAVANATUR, SA, se encargaría de los viajes de  los exiliados a Cuba. A su vez, el mercado dolarizado –mayorista y minorista− también estaría controlado por sus comercializadoras.

Cuento

Un año después, para controlar todo ese naciente sector de capitalismo de Estado ligado al comercio en divisas, los servicios financieros y el turismo, fue creado  el super holding Grupo de Administración Empresarial S.A (GAESA), dirigido por el  general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, por entonces yerno de Raúl Castro.

Al cercenar al sistema empresarial socialista sus sectores más rentables, comenzó el proceso de desmantelamiento del sector estatizado y la subordinación de la economía nacional a los intereses de una supraentidad capitalista creada por la propia dirección del país. A partir de entonces las declaraciones pomposas a favor del lugar prioritario de la empresa estatal socialista sonaron como golpes de pecho.

Mientras, el leviatán GAESA se iba apoderando de más y variadas empresas importantes (CIMEX en 2006; Cubalse en 2009; ETECSA en 2011; BFI en 2016 y Habaguanex en 2017) y subordinando la política económica del Estado, en primer lugar la inversionista, a sus intereses particulares.

Desde finales de los noventas las principales medidas han estado en función de desplazar a las empresas cubanas y las asociaciones mixtas con extranjeros de los rubros económicos más rentables. La autorización para el fomento del llamado sector no estatal (TCP, cooperativas y mpymes) ha estado en función de resolver servicios perentorios de la población y servir de complemento a la actividad turística de GAESA, no de desarrollar la economía nacional en su conjunto.

La añorada eliminación de la doble moneda y la diversidad cambiaria solo se efectuó cuando corrieron peligro los ingresos de la supraentidad en las ramas comercial y turística y después de aprobarse el uso del MLC en tarjeta. Este invento, genial en su malevolencia, coloca al comprador como financista de las comercializadoras y dificulta la recepción y libre circulación de las divisas en el mercado interno, haciendo aun más difícil la gestión de los demás sujetos económicos, estatales o no.

A punto de llegar a los límites naturales de la expoliación de la economía nacional, en medio del despoblamiento del país, la reducción incesante de la oferta de bienes y servicios y tras plasmar en la Constitución 2019, la posibilidad de convertir empresas estatales en privadas, el Gobierno/Partido/Estado planea entregar el maltrecho sector estatal al capital privado, antes que a los colectivos de trabajadores o a los emprendedores nacionales.

Como se hará al estilo autoritario ruso, seguramente no habrá libres licitaciones de empresas, ni análisis pormenorizado de los orígenes de los capitales nacionales, que saldrán a la luz para comprar los restos del sector estatal y repartirlo entre la nueva oligarquía destapada.

La vocación socialista del grupo de poder hegemónico cayó en el olvido ante las aspiraciones de construir, no el socialismo, sino una sucursal del capitalismo atrasado y periférico ruso en El Caribe. Tanto nadar para venir a morir a la orilla, diría mi abuelo refranero.

***

*Esta palabra proviene del término mexicano puréhpecha tumbire, que significa racimo. Según el DRAE, en Cuba se llama timbiriche a un negocio pequeño de ventas al menudeo.

14 febrero 2023 36 comentarios 2,1K vistas
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Marcha

¿Hacia dónde marcha Cuba?

por Samuel Farber 13 febrero 2023
escrito por Samuel Farber

Cuba experimenta una crisis que se acerca a la del Período Especial de los noventa y que no sabemos cómo y cuándo va a terminar. Es concebible —aunque parece poco probable dada la situación a principios de 2023—, que la economía salga de la crisis, quizás con la ayuda de una exitosa industria turística (asumiendo un descenso notable de la tasa mundial de infección del Covid-19), posiblemente suplementada por los ingresos provenientes de un alza en el precio internacional del níquel y un aumento notable de los servicios médicos provistos a varios países, así como en la comercialización de la biotecnología y los fármacos producidos en la isla.

Esto favorecería a aquellas PYMES y cuentapropistas concentrados en la manufactura y el comercio de bienes y servicios destinados al consumo interno de la población. De ser así, los cubanos acabarían presenciando la creación de una nueva burguesía compuesta principalmente por una parte del sector militar-estatal de los capitalistas de estado uniformados de GAESA concentrados principalmente en el turismo internacional, y, por otra parte, de los nuevos propietarios privados de la industria mediana de los PYMES y de aquellos cuentapropistas exitosos, como por ejemplo los propietarios de casas y apartamentos alquilados a turistas a precios lucrativos.

Obviamente, cualquier normalización de las relaciones económicas con los Estados Unidos mejoraría significativamente estas posibilidades, dada la importancia que tendrían las inversiones estadounidenses, especialmente las del capital cubanoamericano dispuesto a invertir en Cuba.

Dado lo sucedido en muchos países que fueron «socialistas», así como en otras naciones, podemos suponer que estos cambios muy posiblemente acentuarían la desigualdad entre «ganadores» y «perdedores», habida la ausencia de movimientos sociales independientes que defiendan los intereses de los «perdedores». Las políticas estatales fomentarían a los «ganadores»: el turismo y las industrias que proveen a los hoteles y restaurantes sirviendo a los turistas; asimismo, biotecnología, tabaco, e industrias extractivas como el níquel.

Los «perdedores» serían descuidados e ignorados: las numerosas empresas manufactureras que no son «competitivas», lo que queda de la industria azucarera, y la agricultura en general. El estado de inversión y seguridad social, de por sí ya muy deteriorado y con presupuestos recortados, se deterioraría aún más. Esto movilizaría a las nuevas clases sociales, como la burguesía y la clase media, que descontentos con el progresivo deterioro de los servicios estatales médicos y educacionales, demandarían o presionarían por la privatización de estos.

1/5 El perfil sectorial de inversiones del 1er semestre de 2022 sigue estando desproporcionadamente orientado hacia “servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler” (incluye inversión relativa al turismo) que concentra un tercio de la inversión total del país pic.twitter.com/8AD2CUrFDM

— Pedro Monreal (@pmmonreal) September 18, 2022

Ello conllevaría, en el caso de la medicina, a la creación de un servicio tipo Medicaid, al estilo estadounidense —un servicio público muy pobremente mantenido— para atender a la mayoría de los cubanos pobres. Como ha sucedido en los Estados Unidos, esta división del servicio médico entre los pobres y las clases media y alta va a debilitar considerablemente cualquier apoyo político para construir y mantener un servicio médico público que atienda digna y competentemente no solo a los ricos y clase media, sino a todos los cubanos en la isla.

De forma similar, va a haber una gran presión política para permitir la educación privada a todos los niveles y, una vez sea permitida, va a crecer vertiginosamente. Las órdenes religiosas católicas, y quizás en menor grado las iglesias protestantes convencionales y los evangélicos, reclutarán a los mejores maestros y edificios para educar a los hijos e hijas de los exitosos propietarios, administradores y técnicos de los sectores «ganadores» de la economía.

En este contexto, hay que aclarar que la universalidad de la educación pública obligatoria no tiene por qué interferir con la libertad religiosa, dado que todas las religiones y credos sin excepción deberían tener la libertad de ofrecer instrucción religiosa siempre y cuando la impartan en sus propios planteles durante las horas libres de aquellos alumnos de las escuelas públicas que estén interesados en recibirla.

Después de todo, una escuela pública bien financiada por el estado y controlada democráticamente por el magisterio, las escuelas de pedagogía de las universidades cubanas, y el estudiantado, serían quizás las instituciones más importantes para fomentar la igualdad e integración social, racial y de género de la sociedad cubana.

Los más afectados por estos posibles cambios serían los cubanos negros, que han carecido hasta ahora de un programa efectivo de «acción afirmativa» para incorporarlos en todos los niveles importantes de la vida social, económica y política.

En ausencia de un sistema de planificación económica nacional plenamente democrático, regiones del país con una economía de «perdedores», como la región oriental, van a continuar sufriendo de manera desproporcionada, excepto en aquellas zonas relativamente pequeñas donde existe industria del níquel y algunos lugares de interés turístico. La desigualdad regional va a aumentar aún dentro de la misma área metropolitana de La Habana, dado que las inversiones turísticas y de bienes raíces seguirán concentrándose en los barrios relativamente más prósperos cerca del litoral costero, mientras que «La Habana Interior», lejos del mar y mucho más pobre, seguirá deteriorándose.

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La desigualdad regional va a aumentar aún dentro de la misma área metropolitana de La Habana. (Foto: Hypermedia Magazine)

El papel de los Estados Unidos

Sin duda alguna, el obstáculo principal para la normalización de relaciones entre los Estados Unidos y Cuba son las medidas unilaterales coercitivas que el país norteamericano ha impuesto desde hace más de sesenta años. A pesar de los argumentos del gobierno cubano, el bloqueo no es la causa principal de los problemas económicos que afectan a la isla. Ese lugar lo ocupa el sistema económico, responsable máximo de la gran ineficiencia, apatía de los trabajadores y falta de responsabilidad de jefes y administradores.

No hay duda de que el bloqueo ha causado graves daños a la economía cubana, especialmente durante los primeros años de la Revolución, cuando equipos y maquinarias de todo tipo tuvieron que ser importadas del bloque soviético para reemplazar las de manufactura estadounidense. Y sigue infligiendo perjuicios mediante las sanciones contra bancos internacionales que realizan transacciones con Cuba y la prohibición de inversiones y exportación de todo tipo de bienes y servicios desde los Estados Unidos.

Es cierto que desde hace más de veinte años se permite la exportación de alimentos y medicinas a la Isla, pero se requiere licencias especiales y el pago en efectivo por anticipado. Durante los últimos años, el gobierno estadounidense, basado en la ley Helms-Burton de 1996, ha interferido más con el comercio e inversiones europeas en Cuba, a tal grado que ha generado protestas de ese bloque regional.

Como sabemos, el 20 de julio de 2015 se restablecieron las relaciones diplomáticas de EE.UU. con Cuba. Lo que deterioró considerablemente las expectativas para una mejora de relaciones entre ambos, fue la elección de Donald Trump en 2016 y su éxito en dar marcha atrás a muchos de los cambios introducidos por Obama en su segundo período presidencial, y en cambiar el clima político en el sur de Florida, especialmente entre los cubanoamericanos.

Vale notar que tanto en las elecciones de 2012 cuando fue reelecto Obama, como en las de 2016 cuando fue derrotada Hillary Clinton, el voto cubanoamericano por los candidatos presidenciales del Partido Demócrata se incrementó considerablemente y se acercó a un empate con los republicanos. Las encuestas de la época mostraron que la inclinación por los demócratas era más pronunciada entre aquellos que habían llegado recientemente de Cuba.

Esto cambió del 2016 al 2020, cuando Trump restableció una clara hegemonía republicana entre los cubanoamericanos. Ello fue resultado de los grandes esfuerzos que hizo a través de visitas frecuentes al sur de la Florida para agitar los sentimientos «antisocialistas» de los cubanos (así como de venezolanos y nicaragüenses), mientras los demócratas hicieron muy poco para contrarrestarlo en el área.

Hay que tener en cuenta también el rol de los nuevos medios sociales y el papel de «influencers» como Alexander Otaola en «echarle leña al fuego» en apoyo a la política de Trump. Otro cambio importante ocurrió entre los recientes inmigrantes de Cuba.

Según el sociólogo cubano Guillermo Grenier, que publica el Cuba Poll (Encuesta sobre Cuba), la inmensa mayoría de los recién llegados se están registrando electoralmente como republicanos, en contraste con lo que sucedía antes. Sin embargo, hay que notar que un mínimo de seis años transcurre desde que los cubanos llegan a los Estados Unidos hasta que puedan ser ciudadanos y registrarse en un partido político. Ese intervalo es suficiente para que los nuevos cubanoamericanos se acostumbren y sean socializados por la cultura política del sur de Florida.  

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La inmensa mayoría de los recién llegados se están registrando electoralmente como republicanos. (Foto: EFE)

Algunos observadores razonan que la derrota aplastante de los demócratas en las elecciones parciales de 2022 en Florida va paradójicamente a mejorar las relaciones de Estados Unidos con Cuba, en el sentido de que los demócratas van a ser menos presionados a acomodarse a los cubanoamericanos en un estado que ya no consideran competitivo. Puede que haya algo de cierto en esto, pero creo que no es suficiente como para determinar que haya cambios importantes en suavizar o eliminar el bloqueo económico.

Esta pérdida de peso político de los demócratas en Florida, pudiera ser decisiva si se combinara con una actuación más activa de aquellos que han querido eliminar, o por lo menos modificar, el bloqueo entre varios sectores de la clase capitalista norteamericana.

Por ejemplo, ya hace bastante tiempo que la muy influyente US Chamber of Commerce (Cámara de Comercio Estadounidense) ha estado a favor de reanudar relaciones económicas con Cuba. De hecho Thomas Donahue, su presidente y ejecutivo principal desde 1997 hasta que se jubiló en 2019, visitó Cuba en varias ocasiones. Otros sectores importantes del capitalismo norteamericano, como son las grandes compañías agrícolas y la industria del transporte marítimo (tanto de carga como de turistas), han apoyado esas gestiones.

En el pasado, proyectos de leyes proponiendo un cambio en la política económica de EE.UU. hacia Cuba han obtenido muchos votos, tanto de republicanos como de demócratas en el Congreso estadounidense, y un buen número de esos congresistas ha visitado la Isla. El problema es que, para estos intereses poderosos, cambiar la política económica hacia Cuba no ha sido necesariamente una prioridad política, mientras que mantener el bloqueo sí es prioridad para la derecha cubana y sus aliados en el sur de Florida.

Mientras tanto, es muy poco probable que los Estados Unidos trate de invadir a Cuba, sea directamente o a través del uso de cubanos afines como en 1961; obviamente no por razones de principios políticos, sino porque con el fin de la Guerra Fría la importancia de Cuba para los Estados Unidos ha descendido rápidamente. Eso no quiere decir que el gobierno estadounidense vaya a cesar sus actividades hostiles contra el gobierno cubano, sea a través de órganos de propaganda como Radio y TV Martí, o a través de la continuación de las medidas unilaterales coercitivas.

Marcha   Las alternativas políticas para Cuba

Los líderes políticos de las transiciones del «socialismo» tradicional al capitalismo, incluyendo a los capitalismos de estado como China y Vietnam, no fueron autómatas que simplemente respondieron a las supuestas necesidades objetivas de dichas transiciones. Tuvieron que resolver diversos problemas, muchos de ellos críticos, pero sus percepciones de cómo hacerlo eran determinadas por ideas y concepciones políticas, fueran estas liberales, autoritarias, nacionalistas, conservadoras, o aun fascistas. Así sería también en Cuba.

Teniendo en cuenta eso, cuando se habla de transición en el contexto cubano la pregunta obvia es: ¿transición a qué? O sea, qué tipo de sistema político, social y económico reemplazaría el que existe ahora. No cabe duda de que la respuesta es diferente para la izquierda y la derecha. Al mismo tiempo, es sumamente lamentable que esos términos se hayan tornado poco claros con el surgimiento de sistemas «socialistas» y «comunistas» antidemocráticos que han reclamado el monopolio de la izquierda. Esto ha llevado a una situación muy confusa, que hace necesario redefinir lo que se considera como la izquierda.

Para propósitos de la presente discusión, propongo que «ser de izquierda» consiste, más que nada, en rechazar la concepción burocrática y capitalista que propone que la libertad es incompatible con la igualdad, y en afirmar que la democracia, tanto en los centros de trabajo como en todos los aspectos de la sociedad, lejos de ser un «extra» en el socialismo, es de hecho imprescindible y la única manera en que tal sistema debe y puede genuinamente representar la voluntad obrera y popular. Asimismo, es defender el derecho a la autodeterminación nacional tanto contra la política estadounidense en Cuba y América Latina, como contra la política de la Rusia de Vladimir Putin en Ucrania.

No cabe duda de que, si bien la izquierda crítica cubana ha crecido, por ejemplo, con varios grupos afrodescendientes y publicaciones como La Joven Cuba; es todavía débil. Esto se debe más que nada a que, hasta el momento, la clase trabajadora cubana no ha dado señales de resistencia en su condición de trabajadores, aunque seguramente muchos de ellos, especialmente los afrodescendientes, lo han hecho en su condición de cubanos pobres, cuando han participado en los actos de protesta callejera que han estado ocurriendo desde julio 11 de 2021.  

Tal parece que las opciones que los trabajadores cubanos perciben como factibles son la emigración y el trabajo por cuenta propia. Mientras tanto, muchos sobreviven con las remesas que sus familiares envían desde el extranjero —especialmente en el caso de las personas blancas—, dado el decreciente número de artículos subsidiados que pueden obtener a través de la libreta de racionamiento, o subsisten con el robo de la propiedad estatal, que debe ser considerado bajo las condiciones existentes en Cuba, como una forma o extensión de lo que el derecho romano llamó furtum famelicus (hurto famélico) basado en el proverbio latino necessitas non habit legem  (la necesidad no tiene [o reconoce] ley.)

Por otra parte, la derecha cubana es muy fuerte en el sur de la Florida, no por los numerosos grupitos políticos que abundan por esos lares, sino más bien por la hegemonía política y social lograda a través de publicaciones y periódicos como El Nuevo Herald, los programas radiales cubanoamericanos, las actividades notorias de «influencers» como Otaola, y obviamente el gran peso social logrado por el capital cubanoamericano en dicha zona.

Los tres congresistas cubanoamericanos que representan al área en Washington, así como los funcionarios estatales y municipales cubanoamericanos a todos los niveles, han sido sumamente importantes en establecer y propagar una amplia agenda ideológica y política de derecha.

Eso no quiere decir que el poder y la influencia que posee en Florida se pueda reproducir en Cuba tal cual. Es notable, por ejemplo, que durante las protestas en las calles que han tenido lugar desde el 11 de julio, casi nadie se haya hecho eco de las demandas políticas de la derecha cubana, como la propuesta del biólogo disidente cubano Ariel Ruiz Urquiola para que se realice una «intervención humanitaria» en la Isla, que todos sabemos sería en primera y última instancia una intervención guiada y realizada por fuerzas e intereses estadounidenses.   

Lo que sí ha tenido una creciente influencia cultural, y por lo tanto indirectamente política, es el mundo cubanoamericano en Cuba, ya sea transmitido por los contenidos del «paquete semanal», o por otras vías. Un ejemplo de eso es el video Patria y Vida, que constituye sin duda un gran logro artístico pero sumamente ambiguo dado su silencio total sobre sus alternativas políticas preferidas, por lo menos a grandes rasgos. Es esa ambigüedad precisamente la que permite que aun la derecha cubana más extrema del sur de Florida celebre al video y a sus protagonistas.

Esa influencia cultural, y sus consecuencias políticas, juegan un papel importante en el desarrollo del «sentido común» de muchos cubanos en el archipiélago; pero ese «sentido común» no es necesariamente un «buen sentido». Es el que llevó, por ejemplo, a la Dra. Ana María Polo, del popular programa de televisión Caso Cerrado, a proclamar más de una vez en el pasado que en realidad no existe el desempleo en los Estados Unidos, ya que «como todos sabemos y podemos ver», siempre se puede obtener trabajo si uno se esfuerza en conseguirlo, aunque sea limpiando casas o lavando automóviles.

Las estructuras y realidades económicas y sociales no existen, y todo lo que existe y cuenta es la voluntad individual. Según esta forma de razonar, no hay alternativa al individualismo y, por tanto, la competencia capitalista sería el eje principal de una nueva Cuba. Cada uno por su cuenta y «la peste el último», como decíamos en el barrio Los Quemados, del Marianao de mi niñez y adolescencia.

13 febrero 2023 18 comentarios 1,5K vistas
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Futuro de Cuba

El futuro de Cuba. Alternativas

por Samuel Farber 6 febrero 2023
escrito por Samuel Farber

La situación que atraviesa Cuba es sumamente difícil, y sería atrevido, y hasta imprudente, predecir su futuro. Lo que sí se hace posible, es analizar las maneras en que puede evolucionar si nos basamos en una serie de indicios que sugieren dónde estamos parados y hacia qué rumbo posiblemente vamos, para poder desarrollar una perspectiva y acción políticas más certeras y efectivas.

En cuanto a los indicios y criterios que pueden orientarnos, tenemos la ventaja de contar con un amplio y variado registro de las maneras en que los países del mal llamado «Campo Socialista» de Europa y Asia han evolucionado. Ello ofrece una variedad, aunque no exhaustiva, de alternativas posiblemente pertinentes para Cuba.

Europa del Este

El bloque soviético cayó en su mayor parte desde arriba por varias razones. La principal fue el agotamiento del modelo económico de la URSS y la impotencia y parálisis política del unipartidismo burocrático para resolverlo. Una excepción a esta tendencia «desde arriba» fue Polonia, donde se desarrolló un masivo movimiento obrero «desde abajo» que fue significativamente llamado Solidarnosc (Solidaridad). En sus inicios, este movimiento abogó por propuestas igualitarias, como mayores aumentos de salarios para los obreros peor pagados, y debatió cambios respecto a la organización del trabajo que apuntaban hacia la posibilidad de un control obrero.

Solidarnosc fue asesorado, especialmente durante sus primeros años, por un grupo significativo de académicos e intelectuales progresistas agrupados en la organización llamada KOR (Comité de Defensa de los Trabajadores). Uno de los lideres de KOR fue Jan Josef Lipski, que en 1985 publicó un libro donde detallaba la historia del grupo y que, como senador electo después de la caída del comunismo polaco, trató de reorganizar el antiguo Partido Socialista Polaco (PPS), aunque su temprana muerte en 1991 puso fin a esos esfuerzos.   

El golpe militar encabezado por el general Jaruzelski en 1981 significó un paso atrás para Solidarnosc, organización democrática y abierta, sin preparación para la clandestinidad. Estas difíciles circunstancias propiciaron un aumento considerable de la ayuda y asistencia de la Iglesia Católica a Solidarnosc, acontecimiento irónico sino paradójico, dado que la jerarquía católica conservadora, temerosa de perder mucha de la influencia y poder adquiridos bajo el comunismo polaco, fue renuente a apoyar al movimiento sindical cuando este comenzó en 1980.

Futuro de Cuba

Lech Walesa, líder de Solidarność, en uno de los actos de la federación sindical. (Foto: DW)

Al mismo tiempo, la federación sindical estadounidense AFL-CIO, bajo el liderazgo burocrático y conservador de George Meany —un ex plomero que se ufanaba de que nunca había participado en una huelga y se opuso a cualquier medida sancionadora a los sindicatos segregados racialmente del sur de los Estados Unidos—, también incrementó su ayuda al sindicato polaco, en contubernio con Washington.

Mientras tanto, los cuadros sindicales polacos fueron golpeados duramente por Jaruzelski y muchos tuvieron que abandonar sus centros de trabajo para evitar ser encarcelados. Todo este proceso tuvo un efecto de conservadurismo sobre el movimiento Solidarnosc y reforzaría, tras la toma pacífica del poder a finales de los ochenta, una democracia liberal sin mucha conciencia social ni impulsos hacia cambios estructurales en la sociedad polaca, así como el resurgimiento del nacionalismo. 

Esta tendencia política evolucionó a un autoritarismo conservador bajo el liderazgo actual de Jaroslaw Kaczynski. Por una parte, este tipo de nacionalismo favorece al capitalismo mientras es renuente a adoptar el neoliberalismo, que pudiera afectar aspectos de la asistencia económica estatal a la Polonia rural, que constituye la principal base social de los conservadores. Por otra, como en el caso de Hungría, se sigue atacando los derechos civiles y al sistema democrático en general, y en particular al derecho al aborto, que ha sido mermado en Hungría y casi eliminado en Polonia.  

En otros países del bloque soviético hubo disidencias significativas entre los intelectuales en los setenta y ochenta, como en Hungría, Alemania Oriental y Checoslovaquia (donde a diferencia de la gran mayoría de los países de Europa del Este, hubo un Partido Comunista de masas que con el apoyo político y militar de la URSS organizó un golpe de estado exitoso en 1948 y veinte años más tarde, un esfuerzo ampliamente apoyado por el pueblo para instalar un sistema democratico en el país, fue suprimido por los tanques soviéticos). Sin embargo, en ninguno de estos casos se extendió la disidencia a la clase obrera, a pesar de que anteriormente hubo rebeliones importantes de parte de los trabajadores, en Alemania oriental en 1953 y Hungría en la revolución de 1956.

Aparte de Checoslovaquia, el caso especial de Yugoslavia, y por supuesto Rusia, en ninguno de estos países el «socialismo» llegó al poder como resultado de movimientos y revoluciones autóctonas. Tampoco se puede decir —con la excepción de Polonia—, que el sistema fuera derribado desde abajo, aunque sí hubo en los últimos días del sistema soviético grandes manifestaciones que dieron el «empujón» final a dichos regímenes en varios países del este de Europa.  

China y Vietnam

En China y Vietnam el «socialismo» fue producto de revoluciones sociales autóctonas, y hasta cierto punto los partidos comunistas no han sido derrocados por esa razón (a pesar del enorme movimiento de protesta de alcance nacional en China en 1989 que fue violentamente reprimido). Estos «socialismos» han evolucionado hacia un modelo de capitalismo de estado con fuerte orientación al mercado mundial, especialmente a través de la exportación de productos, que en el caso de China han aumentado en su grado de complejidad y sofisticación.

La apertura al capitalismo interno y al mercado mundial han sido acompañados en ambos, particularmente en China, por la supresión de los más elementales derechos civiles y democráticos. Entre estos: ausencia de libertad sindical; frecuente despojo de tierras a los campesinos para utilizar sus tierras para otros propósitos, trato despótico y cruel a las minorías étnicas que no pertenecen a la etnia mayoritaria Han, y maltrato a las grandes masas de inmigrantes internos provenientes de zonas rurales (293 millones de personas en 2021) que no poseen el permiso de residencia (Hukou) indispensable para acceder a derechos sociales y económicos.

Tanto en Vietnam como en China, la pobreza ha disminuido mientras la desigualdad ha aumentado (después de Estados Unidos, China es el país con más personas que poseen más de mil millones de dólares). Aunque han tenido éxitos económicos indiscutibles (China ocupa el segundo lugar mundial en términos de su PIB), no cabe la menor duda de que los partidos comunistas en el poder usarán la fuerza necesaria para mantener sus monopolios políticos.

Futuro de Cuba

En 2021, el presidente Xi Jinping declaró el completo éxito en la lucha contra la pobreza en China. (Foto: XINHUA)

Rusia

Por su parte, el modelo ruso tiene cierto parecido con el modelo sino-vietnamita (sistema autoritario de partido único combinado con una economía abierta al capitalismo), pero es económicamente mucho menos prometedor dada su excesiva dependencia a la exportación de hidrocarburos.

Su sistema político y económico tiene aspectos mafiosos muy notables, tanto en el origen cleptocrático de su clase capitalista como en el comportamiento frecuentemente criminal de su poderoso grupo gobernante de silovikis, compuesto por gente asociada con los cuerpos de seguridad y represivos que son capaces de asesinar a críticos y oposicionistas, tanto en Moscú como en Londres. En realidad, Rusia se ha convertido en una potencia de segundo rango.

Recientemente, a través de un acuerdo con el gobierno cubano, Rusia estableció en La Habana un «Centro para la Transformación Económica», supuestamente para asistir en el desarrollo del sector privado en la Isla, compartir tecnologías digitales, así como desarrollar el comercio exterior en cooperación con la corporación estatal cubana CIMEX. Aunque esta iniciativa ha recibido bastante cobertura en la prensa extranjera, debe ser vista con escepticismo dado lo que se ha informado hasta ahora.

No sabemos nada respecto a las estrategias de ambos países con relación a dicho centro, ni respecto a las magnitudes de las posibles inversiones rusas o de los nuevos intercambios comerciales, o sobre cualquier otra iniciativa concreta que tendría un efecto significativo en mejorar la presente situación crítica de la economía cubana. Hay que tener en cuenta que, aunque la economía rusa todavía no ha sufrido tanto por la invasión imperialista a Ucrania como se había vaticinado, no cabe la menor duda que ha sido golpeada seriamente.

El caso mexicano

Si bien México nunca perteneció al «campo socialista», es pertinente analizar su evolución en este contexto, dado que es un país de nuestra América donde ocurrió una de las revoluciones más importantes del siglo veinte, y que durante décadas muchas industrias importantes fueron propiedad del estado bajo la égida de lo que se comportó en realidad, aunque no formalmente, como un partido único bajo el nombre de Partido Revolucionario Institucional o PRI, desde 1940.

Antes de 1930, la propiedad estatal predominaba en los sectores ferrocarrileros y bancarios. Bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas (1934-1940) se extendió a la industria rural, el petróleo y la fuerza eléctrica. Hasta 1970 continúo expandiéndose a los grandes molinos de acero y plantas de fertilizantes, fábricas de equipos ferroviarios y varios bancos.

Futuro de Cuba

Esto cambió durante la presidencia de Miguel Alemán (1946-1952), cuando la empresa privada comenzó a jugar un papel cada vez más importante e inició una dinámica de convivencia con lo que era todavía un poderoso capitalismo de estado, a la cabeza de un amplio sector de empresas nacionalizadas. Sin embargo, mientras a principio de los cuarenta el sector público representaba más del 50% de la formación bruta de capital, este porcentaje descendió a 30 en 1970.

No es coincidencia que para la década de los setenta comenzaran a desarrollarse grupos de tecnócratas (muchos entrenados en universidades norteamericanas, como Harvard y Yale), que proponían un curso diferente del de los viejos líderes nacionalistas del PRI que gobernaban un sistema político que distaba de ser democrático en la práctica, para acercarlo a las perspectivas e intereses del creciente sector privado.  

El programa de los tecnócratas se impuso cada vez más durante los periodos presidenciales de los priistas Miguel de la Madrid (1982-1988), Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y Ernesto Zedillo (1994-2000), en los que se registró un gran cambio en la política económica de México, con una masiva ola de privatizaciones de empresas estatales y la introducción de uno de los neoliberalismos más drásticos del hemisferio.

Este cambio radical afectó la política social del país, por ejemplo, en el caso de la baja de salarios obreros, la creciente informalidad del mercado de trabajo, con la consecuente falta de protecciones legales, atención médica y seguridad social para los obreros y empleados informales. Al mismo tiempo, un movimiento democrático importante se desarrolló en México comenzando con el gran movimiento estudiantil de la segunda mitad de los sesenta y principios de los setenta.

Los tecnócratas, que eventualmente desempeñaron un rol crítico en la victoria del neoliberalismo mexicano, no tuvieron nada que ver con el movimiento estudiantil y democrático, de hecho trataron de contenerlo y reprimirlo mientras que aun así se vieron forzados a dar concesiones políticas, algunas importantes, cuando llegaron a la presidencia del país en los ochenta y noventa. Como uno de los resultados de estos procesos, el monopolio político del PRI desapareció hace ya varios años.

El caso de Cuba 

En Cuba el liderazgo político parece estar inclinado, pero a un grado muy limitado, a adoptar aspectos del modelo sino-vietnamita. Tanto la vieja guardia de los líderes históricos —cuyos exponentes máximos ya se encuentran en su décima década de vida—, como la nueva guardia nacida tras 1959, se han mostrado renuentes a las reformas económicas que reducirían el poder económico del estado.

Esto lo demuestran las concesiones hechas a regañadientes a cuentapropistas urbanos y usufructuarios rurales; concesiones que han sido menos generosas que las aprobadas en Vietnam y China a esos mismos sectores. Aun así —quizás debido a presiones generadas por las repetidas crisis económicas desde el colapso del bloque soviético—, el gobierno cubano adoptó en el año 2021 medidas como la legalización de pequeñas y medianas empresas privadas (PYMES), que pueden emplear hasta cien trabajadores y potencialmente abren la economía a la empresa capitalista a grados sin precedentes.

Si bien los líderes cubanos son herederos de una revolución autóctona que en gran parte les ha permitido sobrevivir en el poder por muchas décadas, su renuencia a adoptar reformas económicas refleja el temor a perder el inmenso control económico y político que poseen bajo el sistema unipartidista, notablemente policíaco y carcelario, con cientos de presos políticos, que incluye a los muchos sentenciados por las protestas del 11-12 de julio de 2021.

Al mismo tiempo el gobierno tiene razón —desde su punto de vista—, para temerle al poder político y económico del creciente número de cubanos en el sur de la Florida. En lo que constituye una importante contradicción del régimen, ese mismo gobierno ha estimulado la emigración, dado su evidente acuerdo con Nicaragua para que los cubanos puedan entrar libremente en ese país.

Futuro de Cuba

Los presidentes Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega. (Foto: PL)

A su vez, depende en grado apreciable de la emigración para reducir, por un lado, la presión que tiene encima por la crisis económica, y por otro, se beneficia por la entrada de dólares enviados por los emigrados a sus familias, usados no solamente para sostener un gran número de cubanos, sino también para renovar residencias en mal estado y aun para crear pequeñas empresas en Cuba.

Vale notar en este contexto la diferencia entre Cuba y China. En el caso del país asiático, el gobierno ha podido contar con el apoyo político y económico de sectores amplios de sus emigrados, especialmente en el sureste asiático (entre otros: Indonesia, Vietnam, Malasia y Filipinas). En los países mencionados, el gobierno chino en varias ocasiones actuó como protector de sus minorías (que incluían a comerciantes e industriales) contra las agresiones de mayorías étnicas que resentían el poder económico de personas de origen chino. Hay que señalar que muchos capitalistas emigrados chinos han invertido cuantiosas sumas en su país de origen.

Otro factor que ha afectado la política económica del régimen cubano, sobre todo bajo Raúl Castro, es el temor a que la introducción de cambios mayores en la economía provoque escisiones en la cúpula gobernante, tanto por razones ideológicas y políticas como por haberle pisado el callo a intereses creados dentro de las esferas gubernamentales.

Los líderes han tomado en serio las consecuencias de las divisiones que hundieron a los amigos del gobierno cubano, como el golpe de estado contra el argelino Ben Bella en 1965; el derrocamiento del gobierno de Granada en 1983 (con el asesinato de su principal dirigente, Maurice Bishop); lo mismo que las divisiones que dañaron a varios movimientos de guerrilla en América Latina, por ejemplo, en Guatemala.

Quizás aún más importante en términos geopolíticos fue el conflicto que tuvo lugar en Angola en 1977, entre el liderazgo oficial del MPLA y la facción disidente dentro de ese partido, encabezada por el líder Nito Alves en 1977. El gobierno cubano intervino, tanto política como militarmente, para apoyar a su aliado contra Alves, poniendo en duda su supuesto compromiso de no intervenir en los asuntos internos de Angola y del MPLA.

Futuro de Cuba

Nito Alves

Sea en el caso de Argelia, Angola, Granada, o Guatemala, el gobierno cubano ha confrontado este tipo de divisiones varias veces y seguirá haciendo todo lo posible para evitar tal peligro en Cuba, lo que incluye medidas represivas de todo tipo que refuerzan el carácter monolítico del sistema.

De hecho, las facciones que dividieron a países y movimientos cercanos al gobierno cubano reforzaron la alergia de Fidel Castro a lo que siempre consideró, aún antes de tomar el poder, faccionalismos divisionistas, lo cual constituye un obstáculo muy serio a la democratización. En su definición clásica de una situación revolucionaria, V.I. Lenin señaló que una de sus características es la división dentro de la clase gobernante; precisamente el tipo de división que se ha evitado a toda costa en Cuba.

 A la luz de estas dificultades, actuales y potenciales, no es de sorprender que, en términos generales, el gobierno prefiera abrirse al capitalismo internacional a través de GAESA, la gigante empresa de negocios originada en las fuerzas armadas, en vez de dejar paso abierto a un sector de la empresa privada no controlada directamente por el régimen. Aun así, como vimos anteriormente, las presiones creadas por las repetidas crisis han forzado al gobierno a permitir la apertura de medianas empresas capitalistas, incluidas en la categoría de PYMES.

No obstante, el hecho de que ocurra un cambio económico a favor del sector no estatal de la economía no necesariamente implica una democratización del país. Eso no quiere decir que los gobernantes cubanos no estarían dispuestos, bajo ciertas circunstancias, a simular la introducción de reformas democráticas, como ha hecho Vladimir Putin en la Federación Rusa con su desacreditada pseudodemocracia electoral.

En el caso cubano, tal pretensión pudiera ser necesaria para tratar, probablemente de manera infructuosa, que el congreso estadounidense derogue la Ley Helms-Burton, que establece la indispensabilidad de «elecciones libres» para que cese el bloqueo. Siguiendo el ejemplo de China, el Partido Comunista Cubano (PCC) mantendría su monopolio para presidir y controlar cualquier proceso de cambio desde arriba. O sea, que ni siquiera podemos esperar que dicho sistema introduzca el tan anhelado «estado de derecho en Cuba».

El hecho de que un partido único siga dictando «orientaciones» a la gran mayoría de instituciones cubanas, es incompatible con un estado de derecho. En la ausencia de una verdadera democratización, ¿sería posible lograr que el sistema judicial, la policía, las fuerzas armadas, y el mismo Ministerio del Interior estuvieran exentos de recibir «orientaciones» del partido único?  Por supuesto, la imposibilidad de dicha meta no quiere decir que no debamos seguir demandando, como mínimo, que sean las leyes democráticamente adoptadas e implementadas, más un poder judicial independiente del régimen, que rijan en el país, y no la arbitrariedad y el poder sin límites de los líderes del PCC.

6 febrero 2023 32 comentarios 1,8K vistas
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Autoritarismo y capitalismo mafioso. La experiencia rusa

por Mauricio De Miranda Parrondo 31 enero 2023
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

El modelo de «socialismo realmente existente» se construyó sobre el andamiaje de un sistema político autoritario y totalitario. A él se refirió sabiamente Rosa Luxemburgo en su texto «La Revolución Rusa»:

«(…) Sin elecciones generales, sin una irrestricta libertad de prensa y de reunión, sin un debate libre, la vida muere en toda institución pública, se convierte en una mera apariencia de vida, y solo la burocracia permanece como elemento activo. La vida pública se adormece gradualmente, y el Gobierno queda en manos de unas pocas docenas de líderes de partido que poseen una energía inagotable y una experiencia ilimitada.

En realidad, no dirigen esas docenas de líderes, sino que lo hacen unos cuantos cabecillas, y de vez en cuando se invita a una élite de la clase obrera a las reuniones, para que aplaudan los discursos de los dirigentes y aprueben unánimemente las mociones propuestas. En el fondo, pues, se trata de un asunto de camarillas. Es una dictadura, pero no la dictadura del proletariado, sino la de un puñado de políticos, es decir, una dictadura en el sentido burgués, en el sentido de los jacobinos».

La historia política del socialismo real es la historia del poder de esas camarillas en detrimento de una verdadera democracia popular. Ese modelo político impuesto en la Rusia bolchevique se consolidó en la Unión Soviética bajo la égida de Stalin y posteriormente se adoptó —en esencia— por todos los países que, tras la Segunda Guerra Mundial, se auto-catalogaron socialistas, bien por la imposición de las armas del Ejército Rojo o por revoluciones propias.

La transformación económica para supuestamente alcanzar el socialismo sin haber desarrollado plenamente el capitalismo, también se llevó a cabo por la imposición de un poder incuestionado. Este decidía autoritariamente las formas expeditas a través de las cuales se lograría la socialización acelerada de los medios de producción, expropiando y confiscando la propiedad privada en el caso de la industria, el comercio y la gran propiedad de la tierra, y forzando en algunos casos, presionando ideológicamente en otros, a los pequeños campesinos a formar cooperativas agropecuarias.

Ello permitió el establecimiento de un sistema de planificación centralizada que reemplazó al mercado en la asignación de factores productivos y precisamente por ello dejó de considerar la demanda, y al someter la oferta a los planes de producción y los precios a decisiones burocráticas, terminó siendo en realidad un mecanismo de administración centralizada de la economía, más que de planificación.

La estatización y la colectivización no aseguraron una verdadera socialización de la propiedad sobre los medios de producción, debido a que los trabajadores de las empresas estatales y los cooperativistas no ejercían en verdad su condición de propietarios.

No podían fiscalizar de forma directa la gestión de su supuesta propiedad; no tenían la capacidad real de planificar, por el carácter directivo y centralizado de esta actividad; no decidían la política inversionista, ni los salarios, ni los precios; ni la política de contratación laboral y, salvo una representación formal de la dirigencia sindical que en realidad respondía a la línea del Partido, tampoco tenían influencia en las decisiones de los consejos de dirección o administración de las empresas.

En cambio, la burocracia a todos los niveles dispuso de esa propiedad como si fuera privada o de grupo, sin asumir los riesgos que asumen los empresarios cuando invierten su propio capital. Adicionalmente, ha disfrutado de forma privada de una serie de beneficios relacionados con su posición en la escala de poder y, al decir de Milovan Djilas, se convirtió en una «nueva clase» que «no llegó al poder para completar un nuevo orden económico, sino para establecer el suyo propio, y, al hacer eso, imponer su poder a la sociedad».

autoritarismo

Milovan Djilas

En consecuencia, en el «socialismo real» la propiedad social no se realizó como tal, y la supuesta democracia popular no fue otra cosa que un régimen autoritario vertical, con un centro de poder incuestionado y totalitario y un sistema de asambleas o consejos que ratificaban unánimemente, o por inmensa mayoría, lo decidido por el centro. En tal sentido, la deformación respecto al ideal se produjo desde los orígenes, aunque luego se consolidó.

Tras la necesidad de «defender al socialismo» se crearon en realidad los mecanismos para asegurar la perpetuación de la clase burocrática, convertida en «clase en sí y para sí»; la defensa de la propiedad social se trocó en defensa de su utilización por parte de la burocracia, como si fuera privada o de grupo, y cada vez más la propaganda se alejó de la realidad.

Sin embargo, en la medida que la «satisfacción creciente de las necesidades», formulada cual ley económica fundamental del socialismo, se alejaba de la cotidianidad de los ciudadanos, se deterioraba entre gran parte de la sociedad la credibilidad en el socialismo como sistema capaz de producir bienestar.

Ello, sin dudas se debe a que el sistema nació deformado, impuesto como opción política sin que existieran las condiciones económicas y sociales objetivas para asegurar una transición exitosa desde el capitalismo. A eso debe añadirse que en varios países capitalistas desarrollados se produjeron transformaciones económicas y sociales que conllevaron un mejoramiento sustancial del nivel de vida.

En tiempos de la Perestroika, la Glasnost y la democratización, en el fragor de la lucha política desatada entre las facciones reformista y conservadora dentro del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), la última acusaba a la primera de pretender la «finlandización» de la sociedad soviética. De haber ocurrido, ello habría sido un gran avance, no solo desde el punto de vista económico, sino también político y social.

En cambio la sociedad soviética, que históricamente había vivido bajo un régimen autoritario, no fue capaz de lograr una transición hacia la democracia. Los cambios institucionales promovidos por Gorbachov no vencieron al autoritarismo porque fueron impuestos con los métodos autoritarios tradicionales. Al desaparecer la URSS, Rusia y la mayor parte de las repúblicas herederas mantuvieron el autoritarismo como mecanismo de toma de decisiones.

La transición hacia el capitalismo mafioso

Si bien es cierto que durante los años noventa, se respiraron en Rusia ciertos grados de libertad, proliferaron diversos partidos políticos y hubo elecciones relativamente libres en los diversos niveles de la administración del Estado; la debacle económica por el derrumbe del viejo sistema de administración centralizada sin que el país estuviera preparado para uno nuevo basado en un mercado transparente y con reglas claras, llevó a que muchas personas asociaran esa escasa e imperfecta democracia con el derrumbe de la economía y el empeoramiento del nivel de vida.

Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), el comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB) de Rusia en 1993 fue de -8,7%, y en 1994 de -12,7%. En el período 1993-1999 se contrajo a un ritmo promedio anual de -4,0%.1 La inflación promedio anual para ese mismo período fue de 141,2%, con años críticos en 1992 (874,3%), 1993 (307,5%) y 1994 (197,3%). Se desplomó la inversión durante cuatro años consecutivos (entre 1990 y 1994) y el desempleo creció sostenidamente desde 5,2% en 1992 a 13,0% en 1999.

Bajo el gobierno de Borís Yeltsin, no se planteó en Rusia una transición desde una economía centralmente dirigida a una de mercado que conservara los beneficios sociales alcanzados por la sociedad soviética, sino una transición rápida al capitalismo que favoreció abiertamente a ciertos grupos económicos surgidos de las ruinas de la Perestroika.

En ellos participaron antiguos dirigentes del PCUS y del Estado, miembros del Comité Estatal de Seguridad (KGB), de la policía, directores de empresas estatales, y criminales que durante la etapa soviética acumularon inmensas cantidades de dinero provenientes de diversas actividades ilegales, incluso tráfico de drogas, y que en tiempos del derrumbe del sistema político contaron con el apoyo y protección, a cambio de sobornos, de la policía y la seguridad del Estado.

Estos grupos fueron los grandes beneficiarios del proceso de privatización ocurrido en los noventa del siglo pasado. El carácter mafioso de los mismos pudo acomodarse bien a las prácticas del KGB desde tiempos de Stalin, que con métodos mafiosos pretendían enfrentar la contrarrevolución, y terminaron haciéndola.

El sistema establecido por personajes como Genrij Yágoda, Nikolai Yezhov y Lavrenti Beria, permeó negativamente la práctica de las instituciones de seguridad soviéticas que, más que proteger la seguridad del país de enemigos externos, se dedicó a proteger al liderazgo estalinista y su grupo de poder de la oposición interna y de la aparición paulatina de la disidencia política. Tras el fin del estalinismo, el KGB debió someterse a las estructuras partidistas, pero también continuó actuando con cierto grado de libertad en lo que atañe a la persecución de la disidencia política.

¿Cómo ocurrió la privatización en Rusia durante los noventa?

En los últimos años de la Perestroika, varios funcionarios del Partido, del Komsomol y del Estado a diversos niveles, se apropiaron ilegalmente de empresas ante el colapso de las estructuras del Estado soviético, o se quedaron con el dinero de la venta de activos de dichas organizaciones. Así, en el momento en que se decretó la privatización generalizada de las empresas estatales, ya existía un sector de funcionarios del Estado y el Partido, junto a quienes se habían dedicado a actividades delictivas, que tenían recursos provenientes de una «acumulación originaria» con base en la corrupción y el latrocinio.

Para la privatización, decretada en 1992, se aplicó el sistema de otorgar a cada ciudadano un bono de 10.000 rublos, con el que podría adquirir acciones de las empresas privatizadas u operar en el mercado secundario de valores vendiendo dichos bonos para adquirir bienes y servicios imprescindibles. En realidad, muchos ciudadanos sencillos vendieron sus bonos para obtener dinero en efectivo con el que obtener bienes y servicios imprescindibles y los compradores fueron sociedades de inversión o nacientes capitalistas que disponían de recursos «originarios» y estaban en condiciones de conseguir el control de empresas del Estado con importancia estratégica.

A tenor con ello, empresas mineras, petroleras, metal-mecánicas, de aviación y otras, pasaron a pocas manos; sobre todo después que el viceprimer ministro y ministro de Privatización, Anatoli Chubáis, «otorgara garantías a los directores de empresas del Estado, con la anuencia de Yeltsin, para aplicar de forma flexible la legislación sobre privatizaciones, de forma que pudieran controlar el proceso y alcanzar cuotas mayores de participación y control en las empresas privatizadas».

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Anatoly Chubáis (Foto: Forbes)

Así y todo, durante la primera etapa del proceso de privatizaciones no se logró recaudar suficientes recursos. Entre tanto, se deterioraba sustancialmente el nivel de vida de buena parte de la población rusa, en especial de los pensionados.

En las elecciones de 1996 Yeltsin anunció la intención de buscar la reelección, pero esa posibilidad era amenazada por la candidatura de Guennadi Ziugánov, máximo dirigente del nuevo Partido Comunista de la Federación Rusa. Esto llevó al presidente en ejercicio a pactar con los oligarcas el apoyo económico y propagandístico a cambio de ventajas en la adquisición de bienes del Estado.

Yeltsin se impuso en la segunda vuelta a Ziugánov, y empresarios como Borís Berezovski, Vladimir Gussinsky y Mijaíl Chernoi —rivales por el control del pastel empresarial que se feriaba a precios de ganga—, se aliaron para compartir el control de la mayor parte de las empresas estatales vendidas en aquella época. En breve tiempo, los oligarcas adquirieron empresas industriales y de servicios estratégicas, bancos y medios de comunicación.

Lo anterior fue posible precisamente por la existencia de una democracia débil, permeada por la tradición de autoritarismo, que permitiera la colusión entre los nuevos grupos económicos y las estructuras del poder estatal. Esto se facilitó por las ambiciones y características personales de Yeltsin, unidas al apoyo de los círculos de poder del capitalismo mundial, dispuestos a aceptar cualquier tipo de transición al capitalismo en Rusia, no importa si reproducía relaciones mafiosas.

Las mafias empresariales intervenían sistemáticamente en política, presionaban a ministros, accedían a puestos decisivos en la administración del Estado e incluso en los órganos de seguridad, y todo ello cuando el país entraba en bancarrota económica a fines de la década, mientras los oligarcas incrementaban notablemente su patrimonio aprovechando las relaciones corruptas con el poder del Estado. En esas circunstancias, Rusia entró en cese de pagos de su deuda en 1998 y la economía entró en una nueva crisis.

El «putinismo» y la transformación del capitalismo ruso

El ascenso de Vladimir Putin al poder a partir del año 2000, ha significado una nueva etapa en el desarrollo del capitalismo mafioso ruso. A diferencia de la etapa anterior, se aplicó un férreo control a la actividad de los oligarcas a cambio de fortalecer la posición política y económica del Estado, y permitir la actividad económica privada siempre que responda a los intereses del centro de poder. Algo muy parecido caracterizó la relación entre el régimen nazi y los grandes capitanes de la industria alemana en los años treinta y cuarenta del siglo XX.

Putin entró en cintura a los oligarcas de la época de Yeltsin, debido a que muchos de ellos aspiraron a acceder al poder político para utilizarlo en función de intereses personales y de grupo. Sin embargo, ha permitido la aparición de una nueva oligarquía, que se desarrolla a la sombra de su poder sin cuestionarlo.

Entre 2000 y 2021, la economía rusa creció a un ritmo promedio anual de 3,5%, que sin ser espectacular ha remontado la debacle de la última década del siglo XX. El PIB per cápita, a precios constantes de 2015, pasó de 5.331 dólares estadounidenses en 2000 a 10.217 en 2021. La inflación bajó, de dos dígitos al comienzo de la década, a solo uno en 2021; aunque volvió a alcanzar dos dígitos en 2022 (13,8%). El pasado año, debido a la agresión a Ucrania y las sanciones económicas de Estados Unidos y los países de la Unión Europa, la variación del PIB fue de -3,4%.

La guerra contra Ucrania ha demostrado las debilidades de Rusia en sus aspiraciones de recuperar una posición de gran potencia. La imposibilidad de ganar una guerra relámpago, los reveses en el campo de batalla y el impacto de las sanciones económicas, evidencian las debilidades estructurales de su economía, altamente dependiente de la exportación de materias primas, estratégicas pero materias primas al fin, y de las importaciones de tecnología.

Incluso, siendo potencia militar de primer orden, ha debido importar tecnología militar de Irán. Todo ello pone en entredicho las aspiraciones de Putin de lograr una posición como potencia geopolítica, pues carece del poderío económico para sostener tal pretensión. Con ello Rusia reproduce un escenario parecido al que definió su posición internacional en los años previos a la Primera Guerra Mundial.

El escenario de la Rusia actual es el de un país con instituciones democráticas formales, supuesta pluralidad de partidos políticos y «elecciones» regulares en las que el poder logra reproducir su dominio con mayorías parecidas a las de la época soviética, pero en el que se persigue a la oposición real al nuevo autócrata.

Los principales opositores políticos de Putin son asesinados y sus muertes jamás esclarecidas, así ocurrió con Anna Politovskaya y Borís Nemtsov; o se les intenta asesinar, como el caso de Alexey Navalny, y al no lograrlo, lo sometieron a procesos judiciales viciados y condenas excesivas, con evidente violación de sus derechos ciudadanos. Tal situación demuestra prácticas mafiosas con la connivencia de tribunales y organismos de la seguridad del Estado.

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Alexei Navalny (Foto: Yuri Kozyrev / Noor / Redux)

Desde el punto de vista económico, Rusia es un país capitalista con altos niveles de desigualdad social, que hasta el estallido de la guerra permitió el desarrollo no solo de los multimillonarios asociados al poder, sino de una pujante clase media y profesional que solía aceptar el autoritarismo y la falta de libertades políticas a cambio de un relativo bienestar económico.

¿Resulta deseable el «modelo» ruso para Cuba?

En Rusia se ha producido una transición del socialismo burocrático a un capitalismo mafioso, y de este a una especie de «capitalismo neopatrimonial», para utilizar la definición de Christopher Claphan que a su vez se basó en el término «patrimonialismo» de Max Weber y el «neopatrimonialismo» de Shmuel Eisenstadt, y que sugiere considerar el politólogo cubano Armando Chaguaceda al caracterizar el sistema político y económico ruso y la posible copia que algunos podrían intentar en el caso cubano.

Dicho sistema combina las estructuras políticas típicas del autoritarismo y la autocracia con el acceso ventajoso de los grupos económicos asociados al poder político, y gozan del apoyo de este siempre que no lo reten o pretendan acceder a él.  

Un sistema parecido caracteriza la evolución de la mayor parte de las repúblicas ex soviéticas, quizás con la excepción de las bálticas que se incorporaron a la Unión Europea y asumieron sus exigencias en materia política e institucional, además de económica.

Ello fue posible debido a un contexto internacional favorable, pues las grandes potencias capitalistas estaban más interesadas en el derrumbe del supuesto socialismo en esos países, que en asegurar su transición real a la democracia y a economías de mercado con justicia social. Para derrotar al sistema que se les oponía en la Guerra Fría, dio igual cuál sistema lo heredara, siempre que se basara en las reglas del capitalismo y la economía de mercado. Luego fue demasiado tarde.

¿Es este el modelo que debe tomar el proceso de cambios estructurales en Cuba? Para algunos la respuesta podría ser afirmativa, siempre que garantice la «tranquilidad» y un relativo bienestar económico. A fin de cuentas, sistemas parecidos existen en la actualidad en países como Nicaragua y Venezuela, aunque el bienestar allí es cuestionable y la tranquilidad es la que impone la represión.

No obstante, en Cuba se agotaron los tiempos para transitar a una reforma económica en el marco de instituciones autoritarias. A diferencia de Rusia, la Isla no ha tenido una experiencia democrática reciente a la que vincular con el desastre económico, sino que este se vincula precisamente al sistema autoritario vigente, que sigue coartando libertades, persiguiendo la disidencia y reprimiendo las voces críticas, incluso las que oponen al actual estado de cosas una opción socialista diferente. Además, resulta incapaz de producir una reforma económica que permita la recuperación del crecimiento y contribuya al mejoramiento del bienestar.

Los cambios económicos necesarios en la Isla son de un inmenso calado y naturaleza estructural, pero no tendrán los efectos positivos deseados de potenciar crecimiento y desarrollo con justicia social, si no se impulsan desde instituciones y políticas democráticas. En consecuencia, Rusia no es un modelo deseable para Cuba si el objetivo fundamental es iniciar una senda de desarrollo económico y social en condiciones de democracia política real, y no conservar el autoritarismo a toda costa.

***

1. Cálculos del autor con base a estadísticas del FMI.

31 enero 2023 21 comentarios 1,9K vistas
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Solución rusa

De la ayuda soviética a la solución rusa: ¿la misma historia?

por Mario Valdés Navia 30 enero 2023
escrito por Mario Valdés Navia

Aunque en los sesenta y dos años que hoy cumplo creí haberme preparado para casi todo, confieso que nunca espere ver al primer secretario del PCC reunido con una delegación de empresarios extranjeros donde se adoptara la decisión de fundar un centro para preparar: «transformaciones económicas en Cuba basadas en el desarrollo de la empresa privada».

El proyecto incluirá, por la parte cubana, a representantes del BCC y de ministerios clave, y seguramente de GAESA aunque la fuente no lo menciona. Por la parte rusa, a expertos del Centro de investigación Estratégica, el lnstituto de Pronósticos Económicos y el influyente think tank Instituto de Economía del Crecimiento, P.A. Stolypin.

¿A qué vendrán a Cuba estos expertos en desmantelamiento de economías socialistas estatizadas y creación de economías capitalistas autoritarias de carácter periférico? ¿Si durante treinta años el Gobierno/Partido/Estado se ha mostrado reacio a transformar el obsoleto y criticado modelo de socialismo de Estado y aplicar las reformas propuestas por economistas cubanos, a que viene ahora esta decisión súbita de privatizar a lo ruso? ¿Volverán cual deja vú los tiempos de la «entrañable y eterna amistad con la URSS», representada ahora por la Rusia imperial de Putin?

Solución rusa

Piotr Arkádievich Stolypin en 1908, cuando era primer ministro y ministro del Interior del zar Nicolás II de Rusia. (Foto: Pinterest)

-I-

Cuando empecé mi vida laboral, a inicios de los ochenta del pasado siglo, los asesores soviéticos campeaban por su respeto en cuanta entidad económica y social importante existía en Cuba. Aunque no las dirigían abiertamente, sus consejos debían ser escuchados y puestos en práctica por los cuadros de los centros, que respondían ante sus jefes por ser receptivos y complacientes con los representantes del big brother.

Así fue hasta que Gorbachov dijo que aquello nunca había sido un verdadero socialismo y que eran precisas la reestructuración (perestroika) y la transparencia informativa (glásnost). Cuando los asesores soviéticos empezaron a repetir los mantras perestroikos y a inundarnos con publicaciones críticas, sus días en Cuba estuvieron contados.

El Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas (1985-1990) intentó blindar el modelo estatizado al apelar a la retórica voluntarista inicial de la Revolución. La exhortación a la conciencia y al trabajo voluntario, así como la negación de las relaciones mercantiles y de la incipiente iniciativa privada, trajeron como resultado la paralización del crecimiento y el debilitamiento del país casi en vísperas de la terrible crisis del Período Especial, que comenzaría en 1991.  

Al menos desde 1993, economistas cubanos vienen proponiendo reformas endógenas para devolver el país a los derroteros del crecimiento y el desarrollo a partir de una economía mixta, donde los diferentes sectores de propiedad compitieran y se complementaran a través del mercado y la planificación indicativa. Nunca sus opiniones han sido tomadas en serio por los decisores como proyecto integral, sino seleccionando a cuentagotas cuáles, a qué ritmo y hasta cuándo deciden aplicarlas.

Desde que la crisis de los noventa eclosionó, se efectuaron procesos de debate colectivo encaminados a que la ciudadanía ofreciera criterios sobre qué hacer para «Salvar la Patria, la Revolución y el Socialismo». El análisis del «Llamamiento al IV Congreso» en 1991, la reforma del 92 a la Constitución, las medidas de reestructuración económica  de 1993, los «parlamentos obreros» de 1994 y la llegada al poder de Carlos Lage y un grupo de jóvenes dirigentes; hicieron creer que existía una voluntad de cambio en la dirección del país. No obstante, el carácter no vinculante, sino propositivo/consultivo de los procesos, dejó la toma de decisiones en manos de los históricos.

En la segunda mitad de los noventa, el agravamiento de las contradicciones con EE.UU. y la quimera de la Revolución Bolivariana retrotrajeron el país a los cauces tradicionales del centralismo y la conducción voluntarista. Ello se concretaría en la Batalla de Ideas y el Juramento de Baraguá. Desde 1999, las asociaciones mixtas y las empresas autorizadas a realizar operaciones directas de comercio exterior fueron reducidas, eliminados los negocios inmobiliarios extranjeros, y revivida la animosidad hacia el trabajo privado. El colmo de los horrores fue la decisión de  desmantelar la agroindustria azucarera, pilar de la nación.

Cuando Raúl fue nombrado presidente (2008), en su discurso inaugural se refirió a la necesidad de iniciar reformas para: «encontrar los mecanismos y vías que permitan eliminar cualquier traba al desarrollo de las fuerzas productivas». Con este fin se enviaron delegaciones a estudiar los procesos de reforma en diferentes países, sobre todo en China y Vietnam.

Sin embargo, los modelos de socialismo de mercado que hicieron prosperar a esos países debieron parecer muy liberales al Gobierno/Partido/Estado, siempre renuente a estimular otras formas de propiedad, permitir el retorno de los exiliados y debilitar su control absoluto. Una vez más, la mirada de los decisores se dirigiría hacia los grandes poderes mundiales en busca de apoyo.

Desde entonces las preferencias del grupo de poder hegemónico estaban claras. Entre las conversaciones secretas con EE.UU. para restablecer relaciones, y los nexos crecientes con la Rusia imperial de Putin, no había mucho interés en experimentar nuevos caminos, sino en salvaguardar sus fortunas y posiciones de privilegio confiados al cuidado de su fuerza de tarea de élite: los tecnócratas militares del holding GAESA.

Solución rusa

El grupo de poder en Cuba tiene nexos crecientes con la Rusia imperial de Putin. (Foto: Monarquías.com)

-II-

La crisis del modelo y la inopia, enajenación y desesperanza de la población son tan grandes actualmente, que el anuncio de estos pasos anticonstitucionales en el ámbito económico, político y social, no solo ha sido ignorado por los medios oficiales hasta nueva orden, sino que asimismo fue eludido en los núcleos del PCC, universidades, instancias intelectuales e instituciones.

Tal parece que la idea imperante en la mayoría es: si aparece una manera de echar a andar la economía y salir del marasmo actual, bienvenida sea; poco importa si es el capitalismo periférico, atrasado y autoritario de Putin, o una invasión alienígena. Ya una vez fuimos aliados de la antigua URSS y no la pasamos tan mal como estamos ahora.

Esta manera de pensar, además de la cobardía política y vergüenza intelectual que simboliza, encierra no pocos errores históricos y de concepto que valdría la pena tener en cuenta. Lo fundamental es el contexto histórico: las Cubas de 1960, 1971 y 2023 son muy diferentes.

Al empezar las transformaciones revolucionarias y agudizarse el conflicto con EE.UU. a punto de una inminente agresión militar (1959-1960), existía una superpotencia rival interesada en sostener la rebeldía cubana frente al poderío estadounidense, algo inédito en este hemisferio. Tener que adoptar a rajatabla el socialismo de Estado soviético no era exactamente algo coyuntural, motivado por el escenario de hostilidad norteamericana; desde 1959 quedaba claro que el modelo autoritario-militar implantado no venía del Kremlin sino de la Sierra Maestra.  

Diez años después, el fracaso de la Zafra de los Diez Millones fue realmente el hecho, entre todo el experimento de idealismo voluntarista, que agotó el patrimonio de la nación y condujo al grupo de poder a decidir que solo podría salir del embrollo atravesando las horcas caudinas del campo socialista y aceptando su modelo sin muchas condiciones. Desde 1971, los asesores soviéticos de marras se encargarían de supervisar que Cuba, beneficiada con los subsidios soviéticos, hiciera las modificaciones necesarias en todos los campos para ser un miembro pleno del CAME y aliado privilegiado de la URSS en su puja con EE.UU. por el dominio mundial.

Otra es la situación en 2023. Aunque a los históricos se han sumado los continuistas, por razones biológicas, el Poder continúa monopolizado por el mismo grupo militar-burocrático y sus descendientes. Sus proyectos para preservar y reestructurar la hegemonía del grupo, pasan por lograr una reanimación de la economía sin que pierdan los privilegios acumulados. Y es aquí donde entronca el debate de los modelos a aplicar y las necesarias reformas por hacer en el país.

Ni el fomento del sector no estatal, ni las experiencias de transición al capitalismo globalizado en países ex socialistas de Europa del Este, ni el socialismo de mercado chino-vietnamita garantizan la estabilidad de los privilegios de ese grupo. En países de Asia y África ha ganado difusión el denominado Modelo Birmano, donde los jerarcas militares se han distribuido las riquezas nacionales en forma de propiedades agrarias e industriales, compartiendo el poder con señores de la Guerra, oligarquías locales y capitalistas nacionales y extranjeros; pero eso tampoco parece ser aceptado por el alto mando cubano.

Durante años, sus capitales de riesgo han sido colocados a una carta ganadora: la reanudación de relaciones con EE.UU. y la afluencia masiva del turismo estadounidense. Sin embargo, esto puede demorar, porque sus enemigos acérrimos en el poderoso país parecen tener más poder que el propio Biden y los sectores demócratas y republicanos que favorecen la normalización. De ahí la opción aparentemente inusitada de una solución rusa.

No obstante, Cuba se parece poco al País de las Nieves y sus satélites ex soviéticos, y la economía insular tiene poco que ofrecer a un modelo que requiere grandes ingresos nacionales. Para privatizar hay muchos sectores y empresas, pero mientras en Rusia la poderosa mafia local asumió, junto a los inversores extranjeros, el rol de grandes emprendedores y sacaron a la luz sus capitales mal habidos para la compra de empresas y financiar a presta nombres provenientes de la alta burocracia partidista y estatal; en Cuba no creo que pueda hacerse otro tanto.

Por demás, en momentos en que la guerra de Ucrania amenaza con llevar a la ruina al régimen de Putin, paréceme muy arriesgado que Cuba se asocie con la oligarquía rusa en un proyecto a largo plazo como este. ¿Acaso se trata de un gesto de presión hacia la administración Biden, especie de remedo y recordatorio de lo que ocurrió en 1960? ¿Serán los asesores del Instituto Stolypin los nuevos compañeros de viaje solo hasta que el grupo de poder hegemónico pueda integrarse plenamente en los circuitos del capitalismo globalizado?

Lo más importante en la solución de este problema es la posible reacción del sufrido y sobre-explotado pueblo ante el paquete de medidas draconianas que acompañará irremediablemente una transformación de ese tipo. ¿Acaso no son suficientes las que se han venido tomando desde hace décadas para aligerar al Estado de sus cargas?

Si ya los miembros del grupo de poder y sus descendientes ostentan abiertamente sus fortunas mal habidas, ¿cuánto más soportará el pueblo que un puñado de familias enajene hacia su peculio la propiedad pública, supuestamente administrada por el Estado? Entre los que mueren, envejecen, no nacen, o se van, ¿quiénes van a quedar para trabajarle a la nueva clase capitalista cubana, asesorada por los flamantes especialistas rusos?

30 enero 2023 32 comentarios 2,1K vistas
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2023

Mirando a Cuba en el 2023

por Domingo Amuchastegui 23 enero 2023
escrito por Domingo Amuchastegui

¿Qué puede esperarse para el año 2023 cuando examinamos la situación de Cuba? Al abordar este tema los dirigentes cubanos echan mano, una y otra vez, al término «compleja situación», que ni remotamente alcanza a calificar bien las características y proporciones de la monumental crisis por la que atraviesa la Isla desde hace décadas.

Dicha crisis es resultado de un modelo económico probadamente inoperante, agudizado por más de sesenta años de guerra económica de EE.UU., el derrumbe de su principal sustento externo, la Unión Soviética, y de sus aliados europeos. A ellos se unen, más recientemente, las desastrosas consecuencias de la pandemia de Covid-19, el impacto del huracán Ian, y hechos muy costosos como la epidemia de dengue, la explosión en el habanero Hotel Saratoga y el gran incendio de los enormes tanques de petróleo sitos en la Base de Supertanqueros de la bahía de Matanzas.

Pasemos detallada revista a los elementos de la «compleja situación»:

Sector interno

1. Agricultura, ganadería e industria azucarera —en otros tiempos Cuba era conocida como «la azucarera del mundo»— han tocado fondo; sobre todo esta última, al tener los niveles más bajos de su historia, lo que compromete no sólo el consumo interno, sino también sus compromisos internacionales, en especial el mercado chino. Frase gráfica de un analista cubano: «Nos tomó 400 años crear la industria azucarera y solo dos años destruirla».

La agricultura y la ganadería son componentes decisivos para la alimentación de las población, y sus bajísimos niveles actuales tienen un triple efecto: a. Deteriora los niveles de salud de las personas; b. Impulsa la inflación desbocada, con sus consecuencias directas sobre salarios y pensiones; c. Anula los potenciales que pudieran desempeñar un papel crucial en aumentar las exportaciones productivas. El gobierno se obstina en mantener el control, la injerencia burocrática y obstáculos de todo tipo sobre campesinos, arrendatarios (grupo importante de productores que el gobierno viene frenando desde hace años) y cooperativistas.

2. Industria del níquel (más su componente de cobalto) continúa estancada en sus niveles más bajos, sin que las prometidas inversiones de Sherritt se hayan materializado e impulsado una modernización y ampliación capaces de incrementar sus niveles de producción y exportación.

2023

3. Agricultura no azucarera. La producción de tubérculos, granos y vegetales, desde arroz hasta papas, boniatos, ajos, cebollas y otros, alcanza sus cifras más bajas, con repercusión desastrosa en la escasez, inflación y niveles de nutricionales de la población. Frase de un conocido economista cubano: «Mi reino por un boniato».

4. Ganadería y pesca. No es ocioso recordar las inversiones multimillonarias que se hicieron en los años sesenta del siglo pasado. Ahora se propone un proyecto de ley para el fomento de la ganadería, cuando hay que admitir que no existe carne que ofrecer al consumidor, ni roja ni blanca. La carne de cerdo —indispensable en la dieta en otros tiempos— cae a sus niveles más bajos, y los precios son exorbitantes (de 45 pesos la libra pocos años atrás, a 450-500 pesos en la actualidad, cuando aparece).

¿Y el pescado en la Mayor de Las Antillas, rodeada de agua por todas partes? Desde hace cuarenta años se esfumó de la dieta del cubano y es casi un lujo. Sin embargo, medio siglo atrás la pesca representaba la segunda fuente de ingresos del país y se contaba con una importante flota que abastecía una red de pescaderías en toda La Habana. Ahora se aprueba una ley que anuncia el fomento de la pesca y la supresión de las mil restricciones que pesan sobre la pesca de particulares y cooperativas. Frase popular: «Es como descubrir el agua tibia».

5. Sector energético. Dependiente casi por completo de tecnologías que datan de las primeras décadas de colaboración con la Unión Soviética, y sin haber podido lograr hasta ahora ninguna modernización o renovación capital de las tecnologías in situ; su vulnerabilidad se materializó en los días del huracán Ian, cuando la totalidad del sistema electro-energético nacional (SEN) prácticamente colapsó.

Rusia sigue sin responder favorablemente a los muchos requerimientos de la Isla en esta esfera, en tanto que —de manera inexplicable—, las autoridades cubanas desestiman ofertas de importantes firmas occidentales, como Siemens y TOTAL. La producción petrolera continúa disminuyendo —cubre menos del 50% de las necesidades del país— y los proyectos de prospección por parte de empresas extranjeras brillan por su ausencia, debido en especial a los altos costos y complejidades de la prospección en aguas profundas de Cuba.

Mientras, las fuentes renovables —en particular la solar—, que fueron siempre desestimadas por el gobierno cubano, solo ahora comienzan a aportar algunas soluciones alternativas, pero todavía sin representar siquiera el 10% de las necesidades y siendo aún muy lento su desarrollo. Frase popular de otros tiempos: «Que prendan el mechón…», lo que indicaba una solución remedial; sin embargo, hoy no hay apenas luz brillante para alimentar el mechón.

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Hoy no hay apenas luz brillante para alimentar el mechón. (Foto: Directorio Cubano)

6. Sector privado (oficialmente llamado «no-estatal»). Ha tenido un crecimiento desde su aprobación oficial hace poco más de dos años —aunque venía estableciéndose con múltiples altibajos desde la década de los noventa, bajo la fórmula de «cuentapropistas». Hoy suman ya unas seis mil actividades como micro, pequeñas y medianas (MPYMES), que abarcan un grupo diverso de actividades productivas y de servicios, y generan miles de empleos.

Navegan todavía en medio de restricciones y limitaciones burocráticas —sobre todo relacionadas con el acceso y facilidades en materia de financiamientos estatales y de comercio exterior. No pocas continúan prohibidas, como el ejercicio de profesiones y servicios médicos, asistencia jurídica y otros; pero es la actividad financiera la más notable, aunque en la práctica esta se fortalece y hace visible en compras de viviendas y otros medios básicos, en emprendimientos como paladares (restoranes), B&Bs y préstamos diversos.

Los flujos de capital hacia esas actividades se originan mayormente en remesas, canalizadas mediante mecanismos informales pues suponen volúmenes considerables de efectivo. Este sector tiene un crecimiento muy limitado, concentrándose mayormente en La Habana, Santiago y Holguín.

Sector externo

1. Las obligaciones de Cuba hacia su pesada deuda externa con los países del Club de París se ha aplazado una vez más, pero a fines de este año deberá renegociarse un nuevo acuerdo, a lo que la Isla ha prometido iniciar el pago de sus diversas obligaciones. Con China y Rusia están presentes voluminosas deudas. En el caso de la primera, se han producido soluciones benignas de parte del gobierno chino luego de la visita del presidente Díaz-Canel en noviembre del pasado año. Con Rusia se desconoce que se hayan logrado arreglos similares.

Entretanto, las autoridades cubanas insisten de manera obtusa en negarse a incorporar, si no total al menos parcialmente al Banco Mundial y, eventualmente, al FMI. Cuba no puede, ni debe, continuar siendo un paria en el mundo de las finanzas internacionales, tratando de sobrevivir a espaldas de tales organismos.

Articular una relación de trabajo con el Banco Mundial —sin ser miembro del FMI—, es perfectamente posible como primer paso. Luego se valorarían los pros y contras de una membresía al FMI. La asociación con el Banco Mundial aportaría a la Isla una credibilidad que hoy no posee, siendo un importante incentivo para el potencial flujo de inversión extranjera (IE).

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2. Los volúmenes de importación (con un elevado por ciento en productos alimenticios, dado el agudo déficit en la producción del sector interno) y de exportación —principalmente de azúcar y níquel+cobalto—, se encuentran en sus niveles más bajos. Producciones que se mantienen estables, como tabaco y ron, continúan siendo fuentes de ingresos en moneda fuerte provenientes de mercados estables, que bordean casi un millar de millones de dólares. Un componente cada vez más importante que se viene sumando, ha sido el de la exportación de bio-farmacéuticos a mercados tercermundistas.

3. En materia de remesas de familiares en el extranjero —principalmente de EE.UU.— cualquier aproximación a las posibles cifras son pura especulación, dados los canales informales por los cuales fluye buena parte de las mismas. Las especulaciones en fuentes extranjeras manejan una cifra  que ronda por los 3 mil millones.

4. Industria turística. Los efectos de la pandemia redujeron a cero los ingresos por esta vía —caracterizada por el gobierno como su principal fuente de moneda fuerte y que llegó a bordear los cinco millones de visitantes hacia 2018, para colocarse en segundo lugar de los países del Caribe— y recién ha comenzado una muy lenta recuperación.

El plan para 2022 era de 2.5 millones, pero quedó muy por debajo (alrededor del millón 600 mil), en este resultado influyeron, de manera pronunciada, la reducción casi a cero de cruceros, las restricciones por parte de EE.UU. y las que frenan un potencial flujo masivo de turistas norteamericanos (que según estimados pudiera llegar en una fase inicial a más de tres millones).             

La guerra en que Rusia está comprometida ha restado un 20% del potencial turístico para el pasado año. En 2022 dicha industria realizó importantes inversiones en el sector hotelero, culminando varios hoteles en La Habana y otros centros turísticos. Por otro lado, decenas de aerolíneas (incluidas varias importantes de EE.UU.) han restablecido o iniciado regulares vuelos a Cuba. Seguimos sin estudios realistas respecto la correlación costo/beneficio en un sector que es sumamente dependiente de una pesada logística para sus operaciones, dadas las escasas ofertas que los mercados locales tienen que ofrecer.

5. Exportación de servicios médicos y productos bio-farmacéuticos. Continúa siendo un pilar importante del sector externo (imposible aportar cifras confiables pues el gobierno no las hace públicas) a países tercermundistas, en particular a países del Medio Oriente, África y América Latina. Si —como ha anunciado el presidente brasileño Lula—, Brasil reanuda su popular programa de Mais Medicos y retomara los niveles de cooperación en este campo con Cuba, ello introduciría un incremento significativo en esta área.

El hecho de que México contratara por primera vez dichos servicios el pasado año, así como la adquisición de cuatro millones de vacunas (Soberana 2), ha creado un importante y valioso precedente.

2023

6. Un discreto componente de alivio son las muchas donaciones y proyectos gratuitos de colaboración provenientes de algunos países europeos (Alemania, Italia y España entre los  más destacados), del mundo árabe, principalmente de parte de algunas de las monarquías mejor posicionadas en los mercados internacionales, como Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, cuyos aportes en mejorar la situación de hospitales y alcantarillados ha sido notable. Japón también ha continuado haciendo algunos aportes útiles al transporte y la sanidad pública.

7. Inversión Extranjera. Este renglón sigue siendo el talón de Aquiles de cualquier reordenamiento económico efectivo. Por años, las llamadas «carteras de oportunidades» que ofrece el gobierno cubano a potenciales inversionistas pasan, sin penas ni gloria, a las gavetas y mejores deseos de atraer significativos proyectos de IE.

Las autoridades cubanas se resisten a remodelar el marco legal, financiero y operacional y sus insuficientes variaciones posteriores para atraer grandes inversiones, limitándose a proyectos de medianas industrias de escaso impacto financiero y/o tecnológico, como sí fueron en su tiempo los proyectos con Sherritt, Pernod y otros.

Lo que en su momento apareció como potenciales acuerdos con Siemens y Total, quedaron en el camino sin una explicación satisfactoria de parte de las autoridades cubanas. Mientras, la Zona Especial de Desarrollo del Mariel languidece, con un perfil muy por debajo de las expectativas que animaron su fundación.

Nada relevante aparece en el horizonte de la IE para Cuba en este año. Los grandes proyectos con los cuales China y Rusia se comprometieron en su momento —desde la minería del níquel en San Felipe (provincia de Camagüey), el ferrocarril central y la prospección petrolera—, siguen engavetados, mientras ambos países realizan ambiciosos proyectos en naciones del Caribe y América Latina, lo que genera no pocos resentimientos y recelos entre autoridades cubanas.

No debe olvidarse el razonamiento debidamente fundamentado del economista Juan Triana hace años ante altos oficiales del Ministerio del Interior (MININT). Permítaseme parafrasear su enfoque: Si Cuba se propone un crecimiento anual del 5% de su PIB, resulta indispensable atraer una IE no menor de 2.5 a 3 mil millones por año. Semejante razonamiento no ha perdido un ápice de vigencia.

Tensiones y conflictos

1. Cuba alcanza sus más altos niveles de pobreza, carencias extremas y una inflación descontrolada y galopante que convierte salarios y pensiones en casi nada. Es hoy una sociedad de sobrevivencia miserable, carente de alternativas tangibles, donde una de las joyas de su corona del pasado, el sistema de salud, se desmorona estrepitosamente.

2. Uno de los pilares fundamentales de cualquier sociedad, el capital humano, sucumbe en medio de una mediocridad no menos extrema (con muy pocas excepciones) y una carencia total de alicientes. Resultado: en poco menos de un año, más de 240 000 cubanos —jóvenes en su mayoría—, han abandonado el país rumbo a EE.UU. Dígase lo que se diga, es un indicador inequívoco de la bancarrota definitiva del modelo y su «nuevo rumbo» (el Ordenamiento), cuyas secuelas son poco menos que imaginables.

3. El nivel de tensión social actual alcanza su más peligroso punto, y el fantasma del 11 de Julio del 2021 gravita en muchos estudios y propuestas. Los apagones que siguieron a Ian presagiaban algo parecido. Y un panorama así no es el más atractivo para la IE.

4. La corrupción y los privilegios desbordan hoy los patrones de conducta en los más altos niveles de la dirigencia del país, desde la gasolina, la comida, la electricidad, automóviles y otros que se hacen efectivos a familiares y amigotes. Incluye además el acceso a divisas, cuentas bancarias en el extranjero y vacaciones fuera de Cuba. Frase popular de hoy: «Fidel cuando viajaba, nunca se hizo acompañar de su esposa; tampoco lo hicieron Osvaldo Dorticós y Raúl Roa García, presidente y canciller respectivamente».

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Díaz-Canel se hace acompañar de su esposa en su extensa gira del pasado año. En la imagen, visita el mausoleo de Mustafa Kemal Atatür, Lis Cuesta viste de rojo. (Foto: Cubadebate)

Hoy Díaz-Canel se hace acompañar de su esposa en su extensa gira del pasado año, lo que supone un gasto adicional que no puede justificarse de manera alguna. Estas tendencias de privilegios exagerados y corrupción, ya se habían informado por la alta dirección de Seguridad del Estado a comienzos de los años noventa del siglo pasado. ¿Se hizo algo para frenarlas? Nada absolutamente.

5. Semejante nivel de crisis plantea además otra cuestión. Las muy contadas acciones de la administración Biden respecto a una posible aminoración de la enorme carga de acciones hostiles que pesan contra Cuba, ha servido a no pocos especialistas para considerar una vez más varios escenarios en una eventual normalización de relaciones con EE.UU. Se equivocan. Los tiempos de Kennedy (justo antes de su asesinato), Carter u Obama han quedado atrás definitivamente.

Lo que parece prevalecer hoy en los círculos de poder en Washington, tanto demócratas como republicanos, es que (ya que visualizan como nunca antes la hipotesis del colapso del gobierno cubano a corto plazo) nada debe hacerse que pueda representar un alivio a las tensiones y desafíos que enfrenta la dirigencia insular de hoy a fin de precipitar, finalmente, su tan deseado colapso por más por sesenta y tres años.

Anótese esto, detrás de la nueva política migratoria anunciada por el presidente norteamericano hay otro objetivo no declarado: con el cierre definitivo del fácil acceso de los cubanos por México o por balsa, la intención manifiesta de Biden y sus asesores es transformar el escapismo (la pira como opción más deseada) de muchos cubanos, en una fuerza que se agregue al potencial explosivo de una población ansiosa por emigrar y que ya no podrá hacerlo (pues muy pocos pueden contar con patrocinadores).

6. A la dirigencia cubana actual toca enfrentar estos conflictos y tensiones. Podrán tomar o desestimar la gran lección de chinos y vietnamitas, que llegados a un punto de crisis imposible de sortear con los viejos modelos, asumieron la noción del viraje total, integral, que hoy representan con éxito (más allá de las particularidades de cada cual).

No hacerlo acerca, como nunca antes, la experiencia cubana a su total bancarrota. Es esta la principal responsabilidad del gobierno cubano, dejando a un lado curitas de mercuro-cromo o chapisteos puntuales. Si no lo hacen, la historia no los absolverá…

23 enero 2023 12 comentarios 1,7K vistas
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Western Union cuba

Cuba reaparece en el listado de la Western Union

por Redacción 11 enero 2023
escrito por Redacción

El día 5 de enero el Proyecto Inventario apuntó que la aplicación de Western Union reincorporaba la opción de mandar remesas a Cuba, aunque en la página web aún no estaba disponible.

En el sitio web de la agencia ya se encuentra Cuba como posible destino y se explican las condiciones y posibles destinatarios permitidos: familiares, proyectos humanitarios, negocios privados y personas sin vínculo familiar «que no sean miembros prohibidos del gobierno Cubano o del Partido Comunista de Cuba».

En respuesta a un mensaje enviado por un integrante del equipo de La Joven Cuba a Western Union para indagar sobre el servicio a la Isla, la empresa refirió: “Nos complace confirmarle que Western Union ha empezado una prueba inicial del servicio desde los Estados Unidos hacia Cuba. Los clientes que deseen enviar dinero pueden hacerlo a través de agencias seleccionadas en la zona de Miami, Estados Unidos a beneficiarios con cuentas bancarias en el Banco Popular de Ahorro, Banco Metropolitano S.A. y Banco de Credito y Comercio (Bandec) únicamente. En este momento, el servicio digital no está disponible temporalmente”.

Western Union dejó de operar en Cuba el 23 de noviembre de 2020 después de que la Administración Trump sancionara a la corporación Fincimex, contraparte estatal cubana de la firma estadounidense, por sus vínculos con órganos militares. Durante ese tiempo proliferaron maneras informales de enviar dinero hacia el país caribeño ante la imposibilidad de una agencia autorizada en ambos territorios.

En mayo de 2022, el gobierno de los Estados Unidos anunció la flexibilización de varias de las medidas coercitivas unilaterales hacia Cuba, entre ellas, el envío de remesas, aunque mantiene otras que afectan directamente la economía cubana. No obstante, en los últimos meses se han dado leves pasos en la normalización de relaciones entre ambos gobiernos como la reapertura de la embajada, los vuelos a todas las provincias y la restauración del programa de reunificación familiar.

Hasta el momento de redactar esta nota, ni los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, ni Western Union se han pronunciado para explicar cómo y bajo qué acuerdos funcionaría el servicio. De confirmarse esta posibilidad, muchas familias y negocios quedarían beneficiados en la Isla de una vía formal y segura para ser apoyados financieramente por personas en el exterior.

La Joven Cuba insta a los mencionados gobiernos a buscar alternativas, respetando sus diferencias, que se alejen del extremismo político y beneficien al pueblo cubano.

Actualización 12:55 p.m.

En el último contacto con la página de Western Union, la agencia afirmó que los envíos se reciben en USD.

11 enero 2023 21 comentarios 1,2K vistas
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Producto

Producto Nacional Bruto y servicios profesionales al exterior

por Mario Valdés Navia 26 noviembre 2022
escrito por Mario Valdés Navia

Cuando se trata la macroeconomía cubana casi nunca se habla del producto nacional bruto (PNB) —o ingreso nacional bruto—, solo del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, aún cuando estén indisolublemente interrelacionados, las diferencias entre ambos son significativas. Sobre todo, el PNB es importante cuando se trata de entender, analizar  y valorar los ingresos que recibe un país de economía abierta como Cuba.

Mientras el PIB expresa el valor final de la producción total de bienes y servicios llevada a cabo en un país durante un período de tiempo dado; el PNB incluye solo el valor final del conjunto de bienes y servicios finales producidos por los sujetos económicos residentes en el citado país, no de los extranjeros que trabajan en él.

Para calcular el PNB de un país, hay que sumarle al PIB las rentas de los sujetos económicos nacionales obtenidas en el extranjero (salarios, intereses, beneficios, etc.) (RRN por sus siglas en inglés). A su vez, es preciso restarle aquella parte de la renta nacional que los factores extranjeros han obtenido en el país (RRE por sus siglas en inglés). La fórmula para lograr esto sería: PNB=PIB+RRN−RRE.

El PNB indica la magnitud de los ingresos del PIB que empresas y trabajadores extranjeros presentes en Cuba extraen —cifra no publicada por las estadísticas nacionales y que sería pertinente conocer— y pasan a formar parte del PNB de sus países de origen. En cambio, se añaden al PNB los ingresos que empresas y trabajadores cubanos producen en otros lares y vienen a engrosar los de la Isla.

A tenor con ello, si un médico cubano trabaja en Venezuela hay que sumarle el total de los salarios percibidos en aquel país al PIB de Venezuela y al PNB de Cuba, pero no al PIB nuestro, al que sí iría el salario en CUP que le paga su centro de trabajo en la Isla. Si no se hiciera así y se sumara su salario en el PIB de los dos países, se comete un craso error estadístico que incrementa artificialmente el PIB insular.

En el caso cubano, sucede que la estadística asume los servicios en el exterior de nuestros profesionales como un rubro de exportación de una empresa isleña que alquila sus servicios a otra entidad foránea, pero esa no es la práctica del comercio y las estadísticas a nivel mundial.

¿Son esos servicios profesionales parte de nuestro PIB como exportaciones? ¿Forman parte del PNB cubano como salarios de los contratados en el exterior, pero no del PIB? ¿Es correcto contar esos ingresos en el PIB de la Isla como exportaciones y en el de los países de origen como salarios?

Producto

¿Son esos servicios profesionales parte de nuestro PIB como exportaciones? (Foto: EFE)

-I-

A nivel mundial, las tendencias actuales en la exportación de servicios muestran alta fluctuación aunque prima el crecimiento. Los servicios estrella son los viajes y el transporte. No obstante, nunca han rebasado el veinte por ciento del total de las exportaciones mundiales. Europa, Asia y Norteamérica son las regiones que dominan en la exportación e importación de servicios.

Los ingresos por concepto de servicios profesionales en el exterior son un rubro de exportación en muchos países, pero su peso específico suele ser muy inferior al que tienen en Cuba. En Latinoamérica, la Isla marchaba en el quinto puesto en 2017 (8,4% del total), por detrás de Brasil, México, Argentina y Chile. En ninguna de estas naciones los ingresos por servicios en el exterior superan a los de producción y exportación de bienes. 

El rubro de exportación de servicios profesionales se ha tornado una categoría fundamental para entender la economía insular, un componente vital de ella; pero también su talón de Aquiles. Hay que recordar que hasta la expulsión por Bolsonaro de los trabajadores sanitarios cubanos en Brasil, el pago por servicios de salud en el exterior era el principal ingreso en divisas del país. Sin embargo, englobar los servicios profesionales junto a otros servicios exportables, como el turismo, no es correcto.

La exportación de servicios profesionales no es por su naturaleza un bien exportable, sino un servicio que debía ser contratado directamente entre la empresa extranjera y los trabajadores cubanos, aunque mediara una entidad empleadora. Este tipo de institución no es un invento criollo, existen en muchos países y prestan valiosa asistencia a los trabajadores nacionales que laboran allende sus fronteras mediante la representación de sus intereses ante los sujetos económicos de otro Estado.

La diferencia sustancial es que aquellas cobran a sus representados alrededor del diez por ciento como comisión de servicios, mientras las entidades empleadoras cubanas se quedan con una suma que oscila entre el cincuenta y el noventa por ciento del salario. Al porciento restante que obtiene el colaborador se añade el salario que la correspondiente empresa cubana en la cual laboraba ha de pagarle mensualmente, mientras dure su contrato en el exterior.

Los ingresos provenientes de este tipo de servicios en el exterior de sujetos económicos nacionales  pueden entrar a formar parte del PNB en cualquiera de sus categorías, sean salarios, alquileres o beneficios. No tienen que ser solo los pagos a una empresa por el alquiler de los trabajadores, o una parte de sus salarios. De todas formas, en un país tan estatizado como Cuba, donde la mayor parte del comercio y los servicios pertenecen a empresas estatales, la mayoría de estos ingresos pasará casi de inmediato a manos del Estado, en forma de pagos por bienes y servicios comprados en el cautivo mercado interno.

La práctica de esquilmar a los trabajadores contratados, al dejarle un por ciento menor del pago por sus servicios, es un componente más de la política absolutamente centralizadora del Gobierno/Partido/Estado y no tiene parangón en la práctica internacional. El problema de esta práctica empresarial cubana está en que los trabajadores son obligados a firmar un contrato con la empresa empleadora donde se comprometen a entregarle un por ciento leonino de sus salarios. De lo contrario, no son seleccionados para estas misiones de colaboración.

Su antecedente histórico más cercano parece ser el alquiler de siervos que hacían los propietarios privados a la administración colonial para ejecutar obras públicas de infraestructura. Del ingreso recibido, una pequeña parte pasaba a los contratados como estímulo por el buen trabajo realizado para otros dueños. Los que tenían la dicha de ser contratados, solían dedicar el ingreso extra a comprar la libertad de sus hijos, a veces nonatos, o la suya.

Producto

La aparición de exportaciones de servicios profesionales se inició con el Período Especial. Una de las primeras empresas creadas con este fin fue Cubadeportes SA (1992).

-II-

La aparición de exportaciones de servicios profesionales se inició con el Período Especial. Una de las primeras empresas creadas con este fin fue Cubadeportes SA (1992). Desde entonces ha enviado alrededor de 150 000 especialistas de más de treinta disciplinas deportivas a más de sesenta países.

Entre 2011 y 2015, la venta de servicios profesionales mediante acuerdos gubernamentales, fundamentalmente de salud, aportó un promedio de 11 543 millones de pesos (MP) anuales, aproximadamente el setenta por ciento del valor total de las exportaciones cubanas. Los principales gobiernos que sustentaban estos contratos eran: Venezuela, Brasil, Ecuador y Bolivia. Mediante el Programa Integral de Salud, Cuba también ofreció servicios de salud gratuitos a países con menos recursos, como Haití, El Salvador, Guatemala,  Nicaragua, Honduras, Congo, Tanzania y Zimbawe.

Sin embargo, hace dos lustros, en pleno boom de la venta de tales servicios a Venezuela y otros países del llamado progresismo latinoamericano, un  joven y clarividente profesor de la Universidad de Oriente pronosticó su fracaso a largo plazo a partir de evidencias históricas, económicas y políticas que el Gobierno/Partido/Estado se negó a tener en cuenta y mucho menos afrontar con visión de futuro:

La retórica del discurso oficial de que Cuba tiene una imperiosa restricción en el sector externo, expresada por un severo déficit en la balanza de bienes de la cuenta corriente, de la que debe salir exportando servicios profesionales, es sumamente temeraria y preocupantemente cortoplacista.

Cuba es una nación con una fuerte e históricamente probada vocación agropecuaria, acreditada por sus ventajas comparativas y absolutas. Por ello, la solución a las elevadas erogaciones por concepto de compra de alimentos, no debe estar asentada en desarrollar el sector terciario sin solucionar los problemas estructurales asociados al sector primario.

Vender profesionales para comprar alimentos no constituye una estrategia feliz ni mucho menos sostenible en el tiempo, sobre todo si se comprende que la concentración en un mercado como Venezuela es un fenómeno político y coyuntural, al estilo del diferencial azucarero neocolonial o de los acuerdos mullidos del CAME.

La empresa Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos SA, es la encargada de gestionar la cartera de exportaciones de servicios de salud.  Según el Anuario Estadístico de Cuba 2020, dichos servicios generaron 3 997 948 millones de pesos (MP), el 58,1% de los 6 879 664 ingresados por servicios exportados en ese año.  No obstante, disminuyeron respecto a los 5 382 190 MP producidos en 2019, cuando el total alcanzó los 9 867 141 MP.

Cuando el reflujo de la izquierda trajo al poder gobiernos de derecha en casi todos los países, uno de sus primeros pasos fue cerrar los contratos de servicios profesionales con Cuba. Por su parte, Venezuela vivió en el último lustro un período de inestabilidad y controversia política, acompañado de sanciones económicas y del secuestro sus activos en el exterior, lo que hizo disminuir su producción petrolera y perjudicar los suministros a Cuba a cambio de los servicios profesionales exportados.

Actualmente, en que nuevos gobiernos de izquierda aparecen en el área y Venezuela parece haber reencontrado su lugar en la economía global, sería conveniente repensar la forma en que Cuba presta esos servicios, los cuantifica y presenta como indicadores macroeconómicos.

El PNB de Cuba en el exterior no lo produce el Gobierno/Partido/Estado, sino un sector altamente calificado de la fuerza de trabajo nacional: el de sus profesionales de la salud, educación superior, cultura, deportes, industria y agricultura. A ellos les corresponde recibir la mayor parte de los ingresos primarios  por estos servicios.

Poner a tono esta actividad económica con la práctica internacional, traería consigo mayores posibilidades de engrosar nuestro PNB, hacer transparentes las estadísticas nacionales y tornar sustentable, a mediano y largo plazo, un sector que, a pesar de la calidad y experticia laboral de los miles de profesionales que lo ejecutan en diferentes lugares del mundo, es blanco fácil de campañas de descrédito y sanciones por sus aberrantes y obsoletos modos de funcionamiento. 

26 noviembre 2022 7 comentarios 1,4K vistas
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