La Joven Cuba
opinión política cubana
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto

Desarrollo

Evaluación del bienestar y la calidad de vida de la nación para su desarrollo

Necrotendencia

Necrotendencia y despoblamiento en Cuba (2021-2022)

por Mario Valdés Navia 19 mayo 2022
escrito por Mario Valdés Navia

En agosto de 2021 dediqué un post al análisis de las variaciones de la Tasa Bruta de Mortalidad (TBM) —cantidad de fallecidos por cada mil habitantes en un año—, o necrotendencia. Allí demostré que, tras descender de 8,83 en 1960 hasta menos de 7 en 1990, esta «comenzó a subir y se estabilizó entre 7,0-7,3 en una larga fase de meseta que persistió casi dos décadas. Esto cambiaría en 2008 (7,7), cuando nuevamente empezó a ascender».  En 2015 la TBM, con 8,9, sobrepasaba ya la de 1960 y persistió en un crecimiento sostenido hasta llegar a 10 en el año 2020.  

Teniendo en cuenta que según la Organización Nacional de Estadística e Información (ONEI), el resultado del 2020 no fue debido a la pandemia, ya que la cifra de muertes por enfermedades de las vías respiratorias se había contraído  respecto al 2019, apunté entonces en el referido artículo: «es de presumir que este 2021 llegue a ser muy superior por la elevada cantidad de muertes asociadas a la covid-19 y la incidencia perjudicial de las afectaciones al sistema de Salud en el tratamiento de otras enfermedades».

Sin embargo, los resultados que arrojan las estadísticas de salud recién publicadas por la ONEI superan cualquier expectativa nefasta: fallecieron 55 204 cubanos y cubanas por encima de los del año anterior. Analicemos estas cifras en su relación con la problemática del despoblamiento insular y el contexto actual del país.

-I-

De acuerdo con los Indicadores demográficos de Cuba y sus territorios 2021, en ese año ocurrieron 167 645 muertes, que al compararse con las 112 441 acaecidas en 2020, significaron 15 fallecidos por cada mil habitantes, es decir, un salto del 50% en la TBM. Esta cifra es muy superior al 9,3 del año precedente y a la tendencia histórica, ascendente desde 2008. Falta poco para que sea duplicada la TBM del año 1960 (8,8), cuando se iniciaba la etapa socialista de la Revolución.

Aunque en este informe parcial no aparecen las causas de muerte, es evidente que el incremento de fallecidos supera en 6,7 veces la cifra de 8 177, declarada oficialmente como muertes totales por Covid-19 en 2021. Hallo que existen dos factores fundamentales que pueden incidir en esta incongruencia: no declarar como víctimas de la Covid-19 a muchos de los fallecidos por ella, y el incremento notable de otras causas de muerte; aunque a la vista del ciudadano común no parezca que esto haya ocurrido de manera notoria.

Si bien en Cuba no se habla de él, es importante tener en cuenta que a nivel internacional se presenta lo que la OMS ha denominado Exceso de mortalidad por la Covid-19. A partir de la diferencia en el número global de fallecidos entre enero de 2020 y diciembre de 2021, y el que se esperaba en ausencia de la pandemia, la OMS estimó unos 15 millones de muertes relacionadas con la covid-19 por razones directas e indirectas. Esto representa el triple de los informados oficialmente en los países encuestados; siendo India, Rusia, Indonesia y EE.UU. los de mayor mortandad.

Según el estimado de la OMS, seis de cada diez víctimas de la Covid a nivel mundial no fueron informadas como tales en los balances oficiales. La diferencia se imputa a las llamadas causas indirectas, aquellas afecciones que no pudieron ser tratadas debidamente ante la congestión de los sistemas de salud por la pandemia. Países como México utilizan una metodología similar a la OMS para acercar las estadísticas oficiales a la realidad.

¿Es esta la causa principal del crecimiento galopante de la necrotendencia en Cuba en el 2021? ¿Será tenida en cuenta la categoría Razones indirectas del exceso de mortalidad por la Covid-19 en las estadísticas cubanas? A falta de datos oficiales de la ONEI sobre las causas de muerte en 2021, no creo correcto especular ahora con posibles respuestas. La salida del Anuario Estadístico de Salud 2022 traerá las estadísticas oficiales; mientras, analicemos otros datos interesantes de los indicadores recién publicados, más allá de la necrotendencia.

Necrotendencia

(Foto: Reuters)

-II-

Llama la atención que la TBM es mayor en las provincias de alto nivel de desarrollo relativo en el país, pero donde la población está más envejecida: Villaclara (18,3), Cienfuegos (17), Ciego de Ávila (16,7) y La Habana (16). Mientras, en las provincias orientales y la Isla de la Juventud se mantienen entre diez y quince.

Esto se debe también a la combinación de dos factores adversos que reducen la variable población total. El primero es la disminución de la natalidad debido al crecimiento de la edad media y mediana a niveles muy altos: 41,2 y 42,3 y, peor aún, su elevación por encima de la media en las mujeres a 42,2 y 44 respectivamente, edades en que aumentan los factores de riesgo para un embarazo.

El otro factor es la decisión de muchas parejas jóvenes de no tener hijos, o no tenerlos en Cuba. En 2021, nacieron vivos 93 093 bebés; estos fueron 5 945 menos que el año anterior. Así, los que no nacen no aparecerán nunca en el cálculo de la mortalidad, pero deben ser tenidos en cuenta como aquellos que jamás llegaron a engrosar la cantidad de población que debimos tener en condiciones de paz, y que no tuvimos por un conjunto de razones socioeconómicas y políticas.

En el contexto actual, responder la pregunta de si nacerán más o menos cubanos en el año 2022 se torna agónico. Si no se superan, o al menos se atenúan, las causas principales que llevan a las parejas a evitar reproducirse (crisis económica, ingresos insuficientes, falta de vivienda propia, alto costo de la canastilla y manutención del bebé, falta de posibilidades para la realización personal a través del trabajo honesto, derechos civiles y políticos conculcados, desconfianza en el Gobierno/Partido/Estado) es muy difícil que logremos elevar la cantidad de nacimientos.

A las razones que explican el incremento de la TBM, se suma el incremento de la Tasa de Mortalidad Infantil (TMI) en 2021 a 7,6 por mil nacidos vivos, la más alta de los últimos veinte años y un 55% mayor que la de 2020. El MINSAP expresó que detrás de este aumento se encuentra el «complejo panorama epidemiológico» que vivió la Isla. Su ministro reconoció que, pese al esfuerzo del personal de salud durante la pandemia, los resultados estaban por debajo de los esperados.

Necrotendencia

(Foto: Alexandre Meneghini / Reuters)

En medio de tantos factores adversos, los estadísticos calculan para Cuba una población de 11 113 215 habitantes al cierre de 2021. Esto representa 68 380 personas menos (−6.1%) respecto a la cifra del 31/12/2020, que era de 11 181 595. Es lógico valorar como muy optimista este cálculo si se tienen en cuenta que, según datos del US Customs and border Protection, solo entre mayo de 2021 y el mismo mes del 2022 arribaron a EE.UU. 102, 142 cubanos (42,142 el año anterior y 60 000 en lo que va de este).

¿Y los que se largaron al resto del mundo, en qué estadística cuentan? Es preciso que la ONEI incluya los datos de emigración externa como una variable indispensable en sus estadísticas y estudios; de lo contrario, investigadores y público en general estaremos haciendo análisis incompletos y sesgados.

¿Qué pasará con la población cubana en 2022? Si ya la pandemia no está en su clímax, pero ahora los EE.UU. abren las puertas a la emigración legal (20 000 del 2022 y 100 000 de los cinco años anteriores), de no introducirse reformas en el actual entorno desfavorable del país en lo económico, social y político, sería ilusorio considerar como una posibilidad real el compensar de manera natural la población que podría perderse en el resto del año por el flujo migratorio que se avecina.

Es preciso que el Gobierno tome medidas concretas y eficaces para incentivar a las parejas jóvenes a tener hijos, ayudándolas a paliar sus necesidades materiales perentorias; pero, además: ¿por qué no ir más allá de autorizar la repatriación de cubanos emigrados y sus inversiones en Cuba, y se les brindan a estos igualmente condiciones preferenciales, más amplias que las concedidas a los inversores extranjeros, similar a lo que hicieron China y Vietnam con gran éxito?

Por otra parte, ¿acaso Cuba ha renunciado definitivamente a estimular la inmigración de trabajadores extranjeros y sus familias, reconocida universalmente como vía expedita para aumentar la población en países envejecidos y en vías de despoblamiento?  Fuimos un ajiaco de pueblos de cuatro continentes, hoy somos un organismo humano envejecido y necesitado también de sangre fresca y gente emprendedora de otras latitudes. Sean o no de origen cubano.

La salida de la situación crítica que reflejan las estadísticas demográficas parciales del 2021 y las esperadas para 2022, pasa por el debate nacional, libre y abierto, del ¿Quo vadis Cuba? La Isla se va despoblando aceleradamente, no solo por el crecimiento de la necrotendencia, sino por la falta de expectativa de futuro en el país, lo cual conduce a la salida de muchos de sus hijos, en particular los jóvenes, para trabajar, vivir y procrear en otros lugares del mundo.

Estos temas pueden plantearse desde la demografía, sociología o economía, pero su solución es política. Mejor emprenderla cuando aún quedamos suficientes cubanos y cubanas dispuestos a levantar el país; pero cuidado con el tiempo: cada año somos menos y más envejecidos.  

19 mayo 2022 15 comentarios 1.013 vistas
11 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Extremismo

La agonía del extremismo económico estatal

por Mario Valdés Navia 22 abril 2022
escrito por Mario Valdés Navia

Cuando los bolcheviques tomaron el poder en Rusia en 1917, su objetivo no era la estatización inmediata de una economía que solo en los grandes núcleos urbanos mostraba algunas empresas con alto nivel de concentración capitalista. Fue la política coyuntural del Comunismo de Guerra (1918-1921), implantada a consecuencia de la guerra civil y la invasión extranjera, la que condujo al dogma de la absoluta centralización económica. Después, ya todo fue aplicar la «experiencia victoriosa de la Unión Soviética» en cualquier lugar del mundo donde los comunistas conquistaron el gobierno.

Tras la aparición del campo socialista se llegaron a establecer supuestas regularidades de la construcción del socialismo (1957), encabezadas por el establecimiento de la propiedad social socialista sobre los medios fundamentales de producción. En la práctica, se trataba de la imposición plena del dominio estatal sobre la inmensa mayoría de los medios de producción.

¿Es similar el caso cubano a lo acontecido en las economías socialistas europeas y la URSS? ¿Qué consecuencias trajo para la Isla estatizar al extremo la vida económica? ¿Cuál es el estado actual de la gestión económica estatal centralizada y su tendencia manifiesta?

Extremismo

-I-

La revolución democrática que en 1959 derrocó a la tiranía de Batista, inició el tránsito al socialismo con la adopción de medidas favorables a las mayorías que tenían un carácter redistributivo, o de ampliación de la pequeña y mediana propiedad a cuenta de los grandes propietarios nacionales y extranjeros.

Entre las primeras estuvieron: confiscación en beneficio público de bienes malversados, reducción de las tarifas eléctrica y telefónica, planes de becas, incremento de presupuestos e inversiones en salud y educación. Entre las segundas: leyes de reforma urbana y agraria, acordes con la Constitución del 40. Nada que ver aún con la nacionalización socialista al estilo soviético.

La afectación a los monopolios estadounidenses y los oligarcas cubanos originó los primeros choques con los Estados Unidos, que fueron in crescendo en la medida en que se incrementaba el apoyo del Norte a acciones terroristas y alzamientos contra la reforma agraria. El inicio de ese conflicto, en plena Guerra Fría, abrió las puertas a la alianza y colaboración geopolítica con la otra antagonista: la URSS.

Los acontecimientos se precipitaron y la inicial «revolución democrática y socialista» se radicalizó, al punto de tornarse más papista que el Papa. Apenas un lustro después, a partir del nivel de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas en el capitalismo republicano, Fidel planteaba la posibilidad de pasar directamente al comunismo a través del entusiasmo productivo y el desarrollo de la conciencia de las masas populares.

Para ello sería preciso establecer el dominio absoluto de la propiedad estatal y poner toda la mano de obra a su disposición, con o sin retribución, lo cual exigía  liquidar abruptamente las demás formas de propiedad mediante diversas vías. Una de ellas fue la Ofensiva Revolucionaria en 1968, que estatizó 57.600 pequeñas propiedades en la ciudad y el campo; pero incluía también la estatización forzosa de fincas privadas, una ley contra la Vagancia (1965) y la creación de asentamientos semiurbanos de campesinos enajenados de sus tierras. De esa forma, Cuba sobrepasaría al resto de los países socialistas, incluyendo a la URSS, en la extensión de la propiedad bajo control del Estado.

A partir de entonces, el Gobierno/Partido/Estado pudo emplear todas las potencialidades del país en realizar cuanto experimento se le ocurría, muchos de ellos descabellados. La guinda del pastel fue la Zafra de los Diez Millones (1969-1970). En función de ese designio colosal se tensaron todas las fuerzas durante dos años. Su fracaso daría al traste con el proyecto de un socialismo/comunismo cubano independiente de la URSS.

Extremismo

En consecuencia, desde 1971 se estableció en la Isla una versión extremista del modelo soviético de socialismo de Estado. Este se presentó como monopolio único —patrono, comerciante y empleador— en manos de un grupo burocrático-militar que hegemoniza la economía, la sociedad y la política mediante una planificación verticalista centralizada y con el empleo de todos los aparatos de control, físico y simbólico, de que dispone.

-II-

Medio siglo después, los resultados catastróficos de la estatización extrema saltan a la vista. Más allá de las consecuencias perniciosas del bloqueo estadounidense y los efectos de la situación pandémica, la economía insular sufre una crisis estructural y de gestión debido a sucesivas decisiones erróneas en política económica. Muchas de ellas no tienen que ver con el modelo tradicional del socialismo de Estado soviético, sino con medidas ineficaces aplicadas en las últimas dos décadas.

Desde 1994, en plena crisis del Período Especial, se adoptaron medidas descentralizadoras que incluían una elevada autonomía empresarial, autorización del uso del USD en el mercado interno, fomento de la inversión extranjera asociada al Estado y promoción del trabajo por cuenta propia (TCP). Sin embargo, no se fue más allá en pos de conservar —o retornar en cuanto se pudiera— el tradicional modelo socialista estatizado, ya desaparecido en Europa y que aquí hacía aguas desde mediados de los años ochenta.

Tras el establecimiento de la Venezuela bolivariana y la creación del ALBA, con la propensión del gobierno de Chávez a canalizar petrodólares hacia Cuba, la mayoría de aquellas medidas flexibilizadoras fueron eliminadas y sustituidas por la centralización absoluta de los ingresos en divisas y su utilización desde una cuenta única del Estado.

Poco duró esta nueva gallina de los huevos de oro. La crisis mundial de 2008, la enfermedad y muerte de Chávez y los problemas socio-económicos y políticos de la era Maduro, frustraron la aspiración de convertir a Cuba en un exportador de derivados del petróleo e impidieron seguir disfrutando de los ingresos millonarios provenientes de las Misiones Sociales de profesionales cubanos en Venezuela.  La crisis del progresismo latinoamericano y la sustitución por gobiernos derechistas, acabaron por hundir los ingresos devenidos mediante convenios gubernamentales.

Extremismo

Con la propensión del gobierno de Chávez a canalizar petrodólares hacia Cuba, la mayoría de las medidas flexibilizadoras fueron eliminadas. (Foto: Radio Ángulo)

El incremento de fondos públicos durante la referida bonanza, lejos de canalizarse hacia una fuerte inversión en sectores productivos internos (agro, industria, minería, transporte, infraestructura, ciencia y tecnología), se dilapidó en los proyectos ilusorios, inconexos y voluntaristas de la denominada Batalla de Ideas.

La quimera de una economía de servicios llegó a tal punto que se desmontaron sectores claves de la economía y se vendieron como chatarra, entre ellos la agroindustria azucarera —uno de los pilares de la identidad nacional—, y las flotas mercante y de pesca. Al unísono, dejó de respetarse la paridad CUC/USD y se fomentó la voluntad importadora mediante una falsa tasa de convertibilidad de 1×1, que arruinaba a los productores nacionales y beneficiaba a las empresas monopólicas de comercio exterior.

Las reformas iniciadas por Raúl Castro en 2008 disminuyeron los gastos sociales del Estado en beneficio de la inversión inmobiliaria para GAESA, y el subsidio a irrentables empresas estatales y sus sacrosantas burocracias. Al unísono, ampliaron con reticencias y vaivenes el sector no estatal, pero siempre preservando asideros con empresas estatales que garanticen la subordinación de los nuevos actores mediante el plan nacional y contratos obligatorios. 

No es en el discurso oficial, sino en la competencia con los demás sectores económicos —privado, cooperativo, inversión extranjera y mixta—, donde el sistema empresarial estatal tiene que demostrar que es «la forma de gestión dominante en la economía». La broma pesada, y divisa del super-monopolio ETECSA: «¡Gracias por elegirnos!», ha de ceder paso a un mercado de bienes y servicios libre y competitivo, en el que cada sector despliegue su potencial en las áreas donde sea idóneo.

Después del trienio terrible 2019-2021, con su espiral descendente de  Coyuntura/Pandemia/Ordenamiento, las opciones de salida a la agonía del modelo estatizado-burocrático parecen confiarse a milagros futuros: crecimiento de la producción sin inversión, nuevos gobiernos izquierdistas en Latinoamérica con la bolsa abierta, o un cambio de actitud de Biden que nos regrese a la época de Obama.

Las conocidas reformas liberalizadoras, que se recomiendan desde hace décadas por investigadores y productores, se sustituyen sistemáticamente por nuevas formas de control de GAESA, devenida especie de senescal del Gobierno/Partido/Estado para atender todo lo relacionado con los ingresos en divisas; mientras, el resto de la economía y la sociedad yacen en la inopia.

Lástima que en esta agonía los que menos sufran sean precisamente los que durante años se hicieron pasar por los que saben. Ahora, cuando la renta nacional —fuente principal de su enriquecimiento ilícito—, disminuye a niveles mínimos, también sus familiares y acólitos invierten en el sector no estatal y/o abandonan el país. Pero no para fomentar emprendimientos internos, o buscarse la vida en otros lugares y ayudar a los viejos que dejaron atrás, sino para abrir negocios familiares trasnacionales donde lavar sus fondos mal habidos y garantizar la continuidad de su buen vivir, dentro y fuera del país.

A decir verdad, cosas como las que sufre Cuba actualmente no pueden achacarse a influencias de Lenin, Stalin o Breznhev. La falsa utopía insular de la estatización absoluta para llegar más rápido al comunismo, está terminando en la estafa de la reconversión de propiedades públicas y fondos enajenados al erario público en negocios de familias de la burocracia y sus prestanombres.

Aún existen posibilidades en Cuba para un diálogo nacional inclusivo que impulse las reformas necesarias a fin de encauzar sus destinos de manera próspera y sostenible. Los intereses mezquinos, que lucran con las dificultades y carencias del momento actual, no pueden ser más fuertes que la voluntad general del pueblo. No serán los oligarcas y demagogos los que prevalezcan cuando obreros, campesinos, intelectuales, estudiantes, artistas, militares, empresarios, empleados y TCP alcen su voz y decidan hacer cumplir sus más caros derechos y aspiraciones. 

22 abril 2022 40 comentarios 1.543 vistas
5 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Descentralización

¿Habrá descentralización esta vez en Cuba?

por Ivette García González 21 abril 2022
escrito por Ivette García González

La sociedad cubana está presenciando el tercer impulso de las últimas décadas a la descentralización. Según proyectan el Partido/Gobierno/Estado y los medios oficiales, esta vez sí va en firme. Conviene evaluar antecedentes y desafíos, porque depende de cómo se conduzca y hasta dónde esté dispuesta a llevarla la actual dirigencia.

En tanto ejercicio pleno de la autonomía municipal, la descentralización  es condición de gobernabilidad e implica democratizar el Estado y la sociedad. Supone un reparto de autoridad, es clave para enfrentar la pobreza y las brechas sociales y territoriales, desplegar la participación ciudadana en todos los ámbitos y promover el desarrollo local. 

Al parecer, existe más en el diseño y el discurso que en la realidad, a pesar de la elogiosa y triunfalista cobertura mediática. Según Granma, «el 2022 es un año decisivo para los municipios». De los principales dirigentes del país trascienden expresiones como estas: «la autonomía municipal avanza de forma paulatina, pero a paso firme», las dificultades se resolverán con la «planificación del 2023», «hay que crear capacidades» o «hace falta que el municipio use de verdad la autonomía (…) y que se empiecen a resolver los problemas (…)».

Conviene no perder de vista en esta nueva etapa descentralizadora que: 1) igualmente transcurre en momentos de crisis —ya sistémica—, cuando el Estado necesita liberarse de responsabilidades y desplaza la crisis hacia abajo, delegando así obligaciones a los municipios sin que estos tengan capacidades reales para cumplirlas; 2) las razones que frustraron impulsos anteriores se mantienen y 3) incluye los riesgos de que se ignore su carácter democratizador y se emplee como instrumento de reducción del Estado, sin transferencia de recursos y sin contenidos de cambio social sostenibles.

-I-

Cuba contaba con una larga tradición municipalista que comenzó a subvertirse desde 1959, al considerarse excesivas las funciones municipales. Durante las siguientes décadas se fueron creando estructuras correspondientes a un modelo estatista, burocrático y sumamente centralizado en todos los órdenes.  

Con la profunda crisis de los años noventa se dispensaron ciertas posibilidades de autonomía a los municipios, pero el impulso se frustró en cuanto la economía empezó a recuperarse. Con la siguiente (2008-2010) y la Actualización se volvió al tema. Sucesivas y puntuales experiencias derivaron fracasos, pero también hubo resultados positivos que no se aprovecharon ni replicaron. 

Prevalecieron la improvisación y burocratización del proceso, indefinición de la autonomía y competencias, cultura de la espera y excesivo centralismo en la toma de decisiones, administración de recursos y elaboración de políticas. También existieron falta de financiamiento e incapacidad real de gestionarlo; insuficiente capacitación, limitada participación ciudadana y del sector no estatal, así como superposición de estructuras administrativas y partidarias.

Descentralización

Algunas causas y limitaciones pueden mencionarse:

1. Excesivo peso de lo estatal, partidario y gubernamental y de la amplísima burocracia que lo sostiene. Con ello se duplican y superponen estructuras, se desangra el presupuesto nacional y se reproduce una lógica de tutelaje que impide el real empoderamiento de los municipios y los ciudadanos.

2. Persistencia de la economía centralmente planificada —que no genera un sistema productivo eficaz— y de un estilo de trabajo verticalista en ministerios, organismos y empresas nacionales.

3. Inexistencia de una filosofía y un imaginario de lo local. El dominio del esquema centralista durante tantas décadas, derivó en una mentalidad desfavorable a la descentralización en todas las esferas y niveles. Ello explica la insuficiente conciencia respecto a su importancia y urgencia en decisoresy algunos  (1) Muchos son los mismos que han sostenido el modelo centralizador que nos trajo hasta aquí.

4. Lentitud, dispersión y carencia de visión estratégica del ordenamiento jurídico que se requiere. La intención de descentralizar se puede verificar en documentos rectores y diversas normas jurídicas (2). Sin embargo, están más en función de la burocracia, mantienen indefiniciones, no sitúan adecuadamente la participación y control ciudadanos y el sujeto popular sigue siendo pasivo. Sin contar que la Ley 136 (2020), por ejemplo, la contradice.   

-III-

Según algunos expertos y fuentes oficiales ahora existe una visión diferente sobre la descentralización. Se basan en que está en todos los documentos, se entiende como base del desarrollo humano local y es uno de los pilares fundamentales del modelo económico.  

Sin embargo, preocupa cuán viable puede ser —económicamente hablando— cuando la planificación centralizada es la norma, los municipios están limitados en recursos, no existe un sistema productivo que la respalde y las reformas económicas actuales mantienen viejos lastres del propio modelo.  

Desde las ciencias sociales y actores internacionales se han hecho recomendaciones en diferentes momentos. Hoy la situación es muy compleja. Si realmente se quiere asegurar la descentralización, sería vital:

1.- Definir una estrategia nacional con enfoque amplio y democratizador que contemple: importancia de reformas del Estado central; principios y lineamientos de política con objetivos medibles y significado de políticas para enfrentar desequilibrios regionales y entre zonas rurales y urbanas. De ahí debería derivarse una Ley de Municipios que delimite claramente su autonomía y competencias, e integre, preferiblemente, o ampare a otras normas jurídicas asociadas y pase por consulta popular.

2.- Reformar al Estado al eliminar la duplicidad y expansión burocrática del modelo social, fortalecer una cultura de servicio público y de control popular  sobre la gestión gubernamental. Asimismo, articular los diferentes niveles del Estado, los intereses públicos, privados y de sectores, así como un equilibrio entre centralización-descentralización.

3.- La creación de capacidades propias en los municipios y el cambio de paradigma son necesarios, pero no se logran a corto plazo, no existe imaginario o cultura política que lo favorezca. En lo inmediato, de acuerdo con Juan Valdés Paz, deberían transferirse cuadros competentes de los organismos centrales a los municipios. 

4.- Debe tener al menos lo político, administrativo y fiscal como componentes básicos y junto con competencias —que deberían incluir posibilidades de cooperación internacional—, es vital transferir recursos y presupuestarse atendiendo a la realidad del contexto. Entre otras cosas, debería considerarse al menos un 5% y no el irrisorio 1% como aporte al desarrollo local.

5.- La descentralización y la autonomía deben medirse sistemáticamente con instrumentos e indicadores. Ello supone contrastar diseño y ejecución de políticas públicas con resultados, evaluar su calidad e impacto en la transformación social, la gestión gubernamental y con ello los avances y retos.

Descentralización

La creación de capacidades propias en los municipios y el cambio de paradigma son necesarios, pero no se logran a corto plazo.

-IV-

Hace sesenta y tres años Cuba era, muy probablemente, el país latinoamericano más municipalista; sin embargo, como afirmó Valdés Paz, «Hemos liquidado jerarquías, lugares, los poderes locales. Hay que reconstruir todo eso… una obra inmensa».

La raíz del problema, como de otros muchos, es la misma: persistencia durante más de medio siglo de un modelo de sociedad anacrónico, políticamente autoritario y económicamente inviable. A juzgar por la práctica, la descentralización es incongruente con el proyecto de país del cual el gobierno se dice «continuidad». 

El Partido/Gobierno/Estado tendrá que dispensar reservas, apatías y escepticismos que existen fuera de poses para cámaras televisivas. Son muchos años de crisis, experimentos, fracasos y promesas de «ahora sí». Tendrá que demostrar voluntad política real, e impedir a toda costa la repetición del tradicional ciclo «crisis-reforma-represión de las reformas». Como los cubanos somos tan dados al desafío, veremos si con este tercer impulso, por fin, toca el turno a los municipios.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

***

(1) Algunos todavía consideran que el problema no era el esquema centralizado, sino «la pasividad de los territorios y la carencia de interacciones entre ellos y los niveles centrales». Por otro lado, es interesante que la revista Temas dejara recientemente constancia de que, de veintisiete especialistas consultados, solo cuatro plantearían al gobierno entre las prioridades a atender, el tema de la descentralización, la autonomía y el desarrollo local.  

(2) Leyes 132 (de organización y funcionamiento de las asambleas municipales y los consejos populares) de 2019; las 138 (organización y funcionamiento del gobierno provincial del Poder Popular) y 139 (organización y funcionamiento del Consejo de la Administración Municipal) del 2021. También el Decreto No.33 (2021) para la gestión estratégica del desarrollo territorial.

21 abril 2022 28 comentarios 1.258 vistas
4 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Instituciones

Instituciones no inclusivas y subdesarrollo en Cuba

por Mauricio De Miranda Parrondo 8 abril 2022
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

La teoría económica y la experiencia histórica demuestran que las instituciones importan y que su calidad constituye uno de los principales factores que impulsan o frenan el proceso de desarrollo. El estudio del papel de las instituciones en el proceso económico ha sido el objetivo de la llamada Escuela Institucionalista y de su versión más reciente Neo-institucionalista del pensamiento económico.

En 1859, en su Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, Marx había definido la relación entre lo que denominó la estructura económica de cualquier sociedad, esto es, las relaciones sociales de producción, que constituyen «la base real sobre la que se alza el edificio jurídico y político, y a la cual corresponden determinadas formas de conciencia social».

Respecto a esta relación apuntó: «No es la conciencia social la que determina su ser, sino por el contrario, es su existencia social lo que determina su conciencia», algo sobre lo que también había escrito junto a Engels en La Ideología Alemana. Este excesivo determinismo les impidió considerar los posibles efectos de las instituciones jurídicas y políticas, e incluso religiosas, en las relaciones económicas.

Para Douglass C. North, Premio Nobel de Economía, «las instituciones son las reglas de juego en una sociedad, o más formalmente, son las limitaciones ideadas por el hombre que da forma a la interacción humana. Por consiguiente, estructuran incentivos en el intercambio humano, ya sea político, social o económico». Más adelante afirma que el cambio institucional «conforma el modo en que las sociedades evolucionan a lo largo del tiempo, por lo cual es la clave para entender el cambio histórico».

En el establecimiento de esas reglas influyen los valores, las tradiciones culturales y religiosas y, en general, las convenciones sociales existentes. Para que ese conjunto de reglas se convierta en instituciones, resulta necesario que sean conocidas y aceptadas por la sociedad de forma voluntaria, a través de un determinado contrato social o por imposición del Estado. Pero evidentemente existe una notable diferencia entre una y otra forma de establecer determinado orden institucional.

Los economistas Daron Acemoglu y James A. Robinson han analizado durante años el carácter inclusivo o extractivo de las instituciones y la medida en que las primeras contribuyen al progreso económico mientras las segundas lo frenan. Las instituciones inclusivas son aquellas que promueven sociedades plurales, que facilitan la participación soberana de los ciudadanos en la vida económica, social y política de un país, con poderes distribuidos y existencia de contrapesos entre ellos. En contraposición, las extractivas son las que favorecen a una parte de la sociedad que ejerce el poder y a través de él extrae rentas al resto de la sociedad.

En la lógica de estos autores, las instituciones políticas inclusivas crean condiciones para que se desarrollen instituciones económicas también inclusivas. Existe consenso en la escuela institucionalista en el sentido de que la garantía de los derechos de propiedad, el imperio de la ley y el orden, la libertad y facilidades para la creación de empresas, el buen funcionamiento y transparencia de los mercados, el cumplimiento de los contratos y la igualdad de oportunidades para el desarrollo de los negocios; crean un clima adecuado que se traduce en progreso económico.

En oposición a las visiones neoliberales que apuestan a la existencia de mercados desregulados «libres», Dani Rodrik afirma: «esas instituciones son necesarias porque los mercados no se crean, regulan, estabilizan ni legitiman a sí mismos».

Instituciones

Dani Rodrik

Instituciones políticas y jurídicas no inclusivas de Cuba

Cuba tiene severos problemas estructurales que limitan su desarrollo y ahora mismo agravan la más profunda crisis económica de las últimas tres décadas. A ello se une el efecto nocivo del recrudecimiento de las sanciones económicas que estableció el gobierno de Donald Trump y que Joseph Biden no ha desmontado. Estas últimas no son modificables por Cuba, solo las autoridades estadounidenses pueden realizar cambios en el sentido de una normalización de relaciones entre ambos países. Mientras tanto, las autoridades cubanas sí están en la capacidad de adoptar medidas de política económica que contribuyan a remontar la crisis.

No obstante, incluso en el caso de que sean adoptadas políticas económicas que corrijan los errores más recientes y apunten a la solución de los problemas estructurales, ello no sería suficiente porque el sistema de instituciones políticas y económicas de Cuba no es incluyente.

Aunque es necesario reconocer que la Constitución de 2019 fue ratificada por una innegable mayoría de votantes, el proceso de debate previo no permitió una pedagogía del NO en los medios de comunicación a los que accede toda la población. Adicionalmente, la elaboración del proyecto constitucional no fue resultado de una Asamblea Constituyente elegida democráticamente, sino de una comisión designada por las autoridades y de la que hacían parte los principales dirigentes del país.

En consecuencia, el texto constitucional adoptado refleja los intereses del grupo de poder y está lejos de constituir un esfuerzo integrador del amplio espectro político real del país que, por demás, no es reconocido por las autoridades que insisten en una visión totalitaria y monolítica del sistema político. Esto queda demostrado claramente en los artículos 4 y 5, que establecen la irrevocabilidad del llamado sistema socialista y el carácter del Partido Comunista como único y fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado.

Es decir, esta Constitución, elaborada desde el centro del poder, impone el modelo político y de Estado no solo a toda la sociedad cubana actual, excluyendo a la parte de ella que no apoya el sistema dominante; sino que prohíbe a las generaciones venideras decidir soberanamente sobre el sistema político y la organización estatal que consideren convenientes.

Una vez más, vale la pena resaltar que el ejercicio democrático no resulta del simple voto, sino de un proceso en el que se pueda construir un contrato social desde el proceso mismo de su concepción. En la elaboración de ese «nuevo» contrato social se excluyó una parte considerable de la Nación, sobre todo porque no se permitió el voto de los cubanos no residentes en la Isla, a pesar de que como ciudadanos están obligados a cumplir los deberes que les impone la ley fundamental pero no gozan de todos los derechos. A partir de aquí, toda la arquitectura del sistema institucional cubano resulta no inclusiva.

Los rasgos no inclusivos de este sistema de instituciones políticas y jurídicas son los siguientes:

1. Las reglas de juego no se han establecido como resultado de un contrato social alcanzado democráticamente, sino impuestas por el centro del poder.

2. El sistema institucional no garantiza la pluralidad y reprime toda participación económica, política o social que no se acomode al «modelo» diseñado desde el poder.

3. No existe un equilibrio de poderes independientes que permita el contrapeso entre ellos, sino que todos están sometidos a la autoridad de un Partido que pareciera estar por encima de la Constitución.

4. El pueblo, en el que supuestamente recae toda la soberanía y del que dimana todo el poder del Estado (artículo 3), carece de los mecanismos para hacer valer esa soberanía: no puede elegir directamente a las máximas autoridades del país; nies libre de crear movimientos sociales, políticos o profesionales que no estén bajo el control del Partido Comunista.

Asimismo, carece de los medios reales para hacer valer incluso una serie de libertades que la Constitución reconoce, tales como las de pensamiento, conciencia y expresión, de reunión, manifestación o asociación, o una supuesta libertad de prensa que no es posible ejercer porque los medios de comunicación se definen como «propiedad socialista de todo el pueblo», eufemismo con que se alude a la propiedad estatal.

Instituciones

5. La Asamblea Nacional está formada por diputados elegidos en listas únicas cerradas, conformadas en cada territorio por comités de candidatura, por lo que la sociedad carece del derecho a elegir verdaderamente a sus representantes entre alternativas diferentes. La obediencia de los diputados, manifiesta en la unanimidad y el escaso debate real de informes y proyectos de leyes, impide a este órgano ejercer su función como órgano supremo del poder del Estado (artículo 102).

6. El Banco Central de Cuba hace parte de el gobierno, por lo que debe cumplir sus directrices, a diferencia de las mejores experiencias internacionales que sugieren su necesaria independencia como órgano técnico responsable de la política monetaria y el control de la inflación.

7. Tanto los Tribunales de Justicia como la Contraloría General de la República carecen de independencia, pues ambas rinden cuenta ante la Asamblea Nacional y al Partido que ejerce el poder pareciera que por derecho divino, lo que afecta su credibilidad y transparencia, sobre todo cuando se trata de litigios en los que se involucra al gobierno como una parte en el caso del sistema jurídico, o cuando se constata la existencia de cotos cerrados en los que el órgano de control y auditoría del Estado carece de competencias.

En semejante arquitectura institucional, las garantías de los derechos ciudadanos dependen de la «buena voluntad» del centro de poder y no de un sistema legal con pesos y contrapesos, que evite que el gobierno desconozca las leyes cuando se trata de reprimir opciones políticas disidentes.

Instituciones económicas no inclusivas y extractivas en Cuba

El sistema de relaciones sociales de producción predominante en Cuba padece de una contradicción estructural que conduce a la conformación de instituciones económicas no inclusivas, e incluso extractivas; y es la no realización de la propiedad sobre los medios de producción a través de la propiedad estatal.

La propiedad social solo puede realizarse como tal si los supuestos propietarios colectivos, esto es, los miembros de la sociedad, recibieran la rendición de cuentas y tuvieran la capacidad de ejercer, al menos, un control sobre la gestión del gobierno o sus representantes, y de revocarlos si fuera necesario. Sin embargo, la sociedad cubana carece de esas posibilidades y, en consecuencia, la propiedad estatal está muy lejos de tener un verdadero carácter socialista.

Esta contradicción económica está relacionada con la inexistencia de un sistema democrático en el que existan mecanismos que aseguren tanto la soberanía del pueblo, sus libertades, así como su carácter de propietario colectivo de los medios de producción fundamentales.

En la historia del socialismo «realmente existente» se ha demostrado que la no realización de la propiedad social sobre los medios de producción ha impedido que se supere la enajenación de los trabajadores típica de los sistemas basados en la propiedad privada, que para Marx significaba una contradicción con el carácter cada vez más social de la producción.

Instituciones

(Imagen: Filip Hellman)

Esa enajenación desincentiva la producción y afecta la productividad y calidad del trabajo. En consecuencia, el modelo de socialismo real se ha caracterizado por la estatización y no por la socialización de los medios de producción y por la conformación de un sistema burocrático que, en ausencia de democracia, ha permitido la conversión de la burocracia de una «clase en sí» en una «clase para sí». Y su existencia y conservación solo son posibles mediante instituciones no inclusivas y a través de mecanismos de extracción de rentas procedentes del resto de la sociedad.

En el caso de Cuba, los mecanismos de extracción de rentas se evidenciaron desde el programa de «nacionalizaciones», a través de expropiaciones y confiscaciones que, al estatizar sin socializar, han permitido a la naciente burocracia usufructuar dichos recursos sin que ello se traduzca en un mayor desarrollo económico del país y, por tanto, en un mayor bienestar material para la sociedad. La llamada «Ofensiva Revolucionaria» terminó por destruir lo que quedaba de emprendimiento e iniciativa empresarial y ello se tradujo en un notable retroceso en la satisfacción de las necesidades materiales de la sociedad.

A partir de estos procesos originarios, la dirigencia política cubana ha impuesto su visión de un modelo de desarrollo encerrado en una serie de dogmas que la historia se ha encargado de refutar. No existe experiencia alguna que demuestre que la empresa estatal debe ser el actor principal del modelo económico en el socialismo, y sí existen evidencias de la ineficacia de tal estructura productiva, sobre todo cuando estas empresas están sometidas a un entramado burocrático que frena su autonomía económica y financiera y su capacidad de gestión.

Por otra parte, no por controlada centralmente una economía es realmente planificada. Desde los años sesenta del siglo pasado hubo serios cuestionamientos a los sistemas de planificación centralizada en los países europeos con economías centralmente dirigidas, que llevaron a reformas fracasadas porque fueron incapaces de superar los dogmas que resultan del modelo burocrático más que de la teoría económica del socialismo.

En realidad, la supuesta planificación centralizada se ha manifestado como administración centralizada de la economía, en la que el centro de poder pretende decidir la asignación de recursos y factores de producción a nivel microeconómico, en lo cual no es eficiente pero además cercena la iniciativa empresarial y el emprendimiento.

La concepción dogmática es la que propicia que cada medida de «reforma» que se adopte tenga tantas restricciones que limitan considerablemente sus posibilidades de transformación positiva de la realidad. Tales son los casos de los decretos leyes que permiten la creación de micros, pequeñas y medianas empresas privadas y cooperativas no agropecuarias, o de los errores conceptuales y de diseño de la llamada «Tarea Ordenamiento».

Finalmente, el enfrentamiento de las crisis recientes de la economía cubana se ha producido en lo fundamental a partir de medidas que producen transferencia de rentas desde la sociedad hacia el Estado, que resulta rentista toda vez que percibe esas transferencias pero no logra traducirlas en mejoramiento del bienestar, a pesar de que ese es su supuesto argumento para captarlas.

Es la lógica que determina medidas como: el establecimiento de tiendas en monedas libremente convertibles; la obligación de los pequeños y medianos empresarios de operar en el comercio exterior solo a través de empresas estatales, pagando por los servicios de intermediación tarifas establecidas en condiciones de monopolio; o las altísimas tarifas que el Estado cobra por servicios consulares, expedición de pasaportes y diversos trámites que soportan la existencia de una densa e improductiva burocracia.

La transición desde instituciones no inclusivas y extractivas a instituciones inclusivas para superar el subdesarrollo, solo puede producirse a partir de la construcción democrática de un nuevo contrato social que favorezca el desarrollo pleno de las libertades políticas, económicas y sociales, reconozca la pluralidad de la sociedad y la aproveche como un bien colectivo.

8 abril 2022 37 comentarios 1.441 vistas
5 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Agricultura-Cuba

De agricultura, azúcar, ganadería y otros temas

por Domingo Amuchastegui 6 abril 2022
escrito por Domingo Amuchastegui

Recién he leído un par de análisis excelentemente documentados del Dr. en Ciencias Juan Triana Cordoví, uno de los mejores economistas de Cuba según mi criterio. Al aludir a la industria azucarera y su situación actual, escribe: «Escuchar que hoy, muchos años después, vamos a “recuperar”, “salvar”, la industria de la caña de azúcar, me produjo sentimientos encontrados: Vergüenza y rabia, rabia y vergüenza». ¡Cuánta razón le asiste! Y tales reacciones se extienden por igual si analizamos la agricultura, la ganadería y otros temas.

No pretendo incursionar en los ángulos técnico-científicos de estos asuntos, sino en el complejo de relaciones económico-sociales y políticas que, a mi modo de ver frustraron, una y otra vez, década tras década, las inversiones, innovaciones y empeños que pretendían la mayor prosperidad posible y que desembocaron, una y otra vez, en sonados fracasos. Examinemos ese complejo de relaciones que pueden ayudar en alguna medida a comprender mejor los análisis de Triana.

1. La Primera Ley de reforma agraria se basaba —fuera de aquellos campesinos que optaron por el cultivo individual de sus parcelas— en un ordenamiento de cooperativas con amplísimas facultades y poderes (Véanse la referida ley y la obra de Lisandro Otero: Zona de Desarrollo Agrario) cuyos éxitos iniciales ratificaban el atinado curso de semejante disposición. Los cooperativistas (un caso fue el de la cooperativa Hermanos Saíz) percibían ganancias como nunca antes.

Muy pronto se frustraría este proyecto. Un año más tarde —segunda mitad de 1960— se produjo una estatización abrumadora que borraba el modelo positivo del año anterior. Se implantaron dos instrumentos que significaron un desastre mayúsculo: La suplantación de las cooperativas por Granjas del Pueblo (propiedad estatal total), y la anulación casi completa de las relaciones de mercado por ese engendro monstruoso conocido como ACOPIO.

Un argumento esgrimido con insistencia por parte de casi todos los dirigentes del viejo Partido Socialista Popular (PSP), era que los campesinos de las cooperativas iban en camino a convertirse en los kulaks (campesinos ricos) de nuestra realidad y constituirían la base social de la contrarrevolución que ya surgía por todas las provincias.

Este giro a la estatización autoritaria contribuyó en no poca medida a nutrir la base social de la contrarrevolución. Baste señalar un par de ejemplos: a. Los alzados del Escambray estaban inseparablemente condicionados a los abusos y extremismos del Comandante Félix Torres (filiación PSP); y b. La más numerosa evidencia de alzados se observa en Matanzas y tuvo su eco más sonado en el estallido social ocurrido en Cárdenas; en lo cual tuvieron particular responsabilidad los abusos y extremismos de Julio Suárez (Restano) y Calderío (El Abuelo), los dos miembros del PSP.

En 1963, la Segunda Ley de reforma agraria —más allá de algunos beneficios en materia de asignación de nuevas tierras a las Granjas del pueblo y agricultores pequeños—, reforzaba dichos mecanismos de estatización absolutista.

Agricultura-Cuba

(Foto: Fidel, soldado de las ideas)

2. A fines de los años sesenta del siglo pasado, se instauró un proyecto bautizado como «Cordón de La Habana» en referencia a la creación de una zona de cultivos —incluido el café Caturra—, con la que se pretendió garantizar la alimentación más estable de la Capital. Fue un enorme fracaso que culminó en el primer gran escándalo —en voz baja— de corrupción organizada por parte de los dirigentes encargados del proyecto.

3. El esquema antes descrito prevaleció durante treinta años, momento en que se produjo el abandono del modelo de Granjas de pueblo por otro conocido como Unidades Básicas de Producción Agro-Pecuaria (UBPC).

Todos los que trabajaron en este nuevo modelo —que supuestamente regresaba a las cooperativas—, propusieron la entrega de la propiedad de la tierra a las nuevas UBPC; sin embargo, Fidel se negó rotundamente y dejó sobre las mismas no solo el endeudamiento que adquirieron (nacían con una pesada carga), sino todas las injerencias y controles de los tiempos en que eran granjas estatales. A tenor con ello, el resultado fue igualmente un sonado fiasco (con particular impacto en la producción de caña de azúcar, alimentos y producción pecuaria).

Más de veinte años después se introdujo un paquete de reformas encaminadas a remodelar el funcionamiento de las UBPC. ¿Sirvió de algo? Evidentemente no, pues todavía están repensando qué hacer con las UBPC.

4. Por otro lado, el sector minoritario de agricultores privados agrupados en verdaderas cooperativas, denominadas de Créditos y Servicios (CCS), siempre demostró ser el único sector agropecuario realmente productivo del país. Si bien representaba apenas el veinte por ciento de los agricultores, eran los únicos en generar dos tercios del total de la producción agrícola anual… Si el criterio valorativo de la verdad es la práctica, ¿cuál debería ser la conclusión después de más de sesenta años?

5. El propio Raúl Castro se refirió hace algún tiempo a un ejemplo en extremo elocuente: Vietnam no producía café y Cuba le aportó técnicos y experiencias. Años más tarde, Vietnam era ya un importante productor-exportador de café a escala mundial, en tanto en Cuba el aromático grano está casi desaparecido. Raúl Castro prometió leche y ¿dónde está si no es importada? La famosa proposición: «Vamos a tomarnos un café a la esquina», desapareció ya del vocabulario cubano… para no hablar de la carne de puerco y las viandas más habituales de nuestra restringida dieta. El propio Triana reflejaba claramente tales escaseces en su artículo «Mi reino por un boniato».

Algo parecido pudiera decirse de una isla rodeada de mar, donde comerse un pescado es algo olvidado y hoy prácticamente imposible dada la nueva ley que restringe al máximo la actividad pesquera. Cabe destacar que en su momento, el Ministerio de la Pesca —y su ministro de entonces Rodríguez Romay— fue escenario de un espectacular caso de corrupción. ¿Resultado? En la actualidad Cuba, la mayor de las Antillas, no posee un Ministerio de la Pesca ni pescado que comer.

Agricultura-Cuba

Orlando Rodríguez Romay había sido capitán de navío de la Marina de Guerra Revolucionaria (MGR) ymcomandante del buque escuela José Martí, jefe de la base nacal de Cabañas y viceministro primero de Transportes.

6. La industria azucarera fue declinando paralelamente a los reveses descritos. El primer desastre fue la Zafra de los Diez Millones, concebida de manera improvisada y sin la base industrial necesaria. Orlando Borrego, ministro del Azúcar, le razonó a Fidel la imposibilidad de alcanzar semejante meta por los problemas con los centrales azucareros. La solución de Fidel fue despedir («tronar») a Borrego, pero con él o sin él, no se alcanzó la ansiada meta.

Con la incorporación de Cuba al CAME se intentó suplir, en muy poca medida, las múltiples necesidades de la industria azucarera (vale anotar que un episodio similar tuvo lugar con la industria del níquel a mediados de los ochenta) sin que se lograran los niveles de modernización necesarios. El gobierno cubano realizó ingentes esfuerzos que permitieron, en un breve período alcanzar la cifra de ocho millones de toneladas, para de inmediato iniciar un proceso acelerado de declinación que se prolonga hasta hoy, con una producción que apenas alcanza el medio millón de toneladas.

Cuba, la llamada azucarera del mundo como pilar de su modelo agroexportador, discute hoy, de manera desesperada cómo salvar la industria azucarera. Atrás ha quedado otra frase: «Vamos a tomarnos un guarapo bien frío»… Hoy, el agricultor y el indispensable machetero que cultiva y corta la caña, ¿cuánto reciben por una arroba cortada? Muy poco. En consecuencia, prefieren dedicarse a la producción de alimentos que le reportan mayores ingresos.

7. En el transcurso de los años sesenta, e insistentemente, trató el Estado cubano de promover la cría de ganado. Millones fueron gastados en comprar sementales y vacas lecheras en Canadá y se alentó la crianza de ganado menor. Para fines de esa década todo había fracasado.

En esos años, una y otra vez, científicos y especialistas canadienses, franceses y británicos trataron de aconsejar un cambio de dirección en los planes de la ganadería. Otros —como Charles Bettelheim— intentaron razonar y hacer sugerencias encauzadas a remodelar el sistema estatista-absolutista dominante en la economía insular. A la larga o la corta, todas esas asesorías fueron desestimadas. Prevalecían la rigidez y el verticalismo por doquier. Como resultado, cada una de las iniciativas se paralizaba, hundía y fracasaba.

8. ¿Por qué esta interminable cadena de fracasos? Porque por muchas inversiones, tecnologías, innovaciones y esfuerzos acometidos, el marco de relaciones de producción en que las mismas debían insertarse (estatización-absolutista, verticalismo, improvisaciones, ausencia total de sistematicidad, negación de las relaciones de mercado, giros impensados por parte de Fidel y otros directivos); hicieron imposible cualquier proyecto sostenible.

La dirigencia cubana se empecinó en la conservación de semejantes prácticas en un marco de relaciones de producción probadamente inoperantes —desde las experiencias soviéticas pasando por las comunas populares de China—, hasta el día de hoy. De ahí el estallido social y político del 11 de julio del 2021.

Y quién sabe mañana. Un conocido refrán asevera: «Rectificar es de sabios», mas, al parecer no abundan los sabios, al menos hasta ahora…

6 abril 2022 31 comentarios 1.744 vistas
9 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Cenicienta

Cenicienta (s) de Cuba

por Ivette García González 28 febrero 2022
escrito por Ivette García González

Cenicienta de Cuba le decían a Pinar del Río por su pobreza. En el siglo XIX Baracutey —un pajarillo que vuela triste en solitario— aludía a Baracoa. Tales extremos dan cuenta de una grave y vieja problemática en la Isla y Latinoamérica: los desequilibrios regionales y su relación con la pobreza, marginalización, formas de exclusión y vulnerabilidad.

A fines de los años cincuenta existía una fuerte disparidad entre la capital —donde también había barrios pobres—, las sedes provinciales y los municipios con sus zonas rurales. Al triunfar la Revolución de 1959 se trazó una estrategia para equilibrar el territorio nacional. Varios planes especiales beneficiaron, por ejemplo, a Ciénaga de Zapata, Moa, Isla de Pinos, Baracoa y Pinar del Río.

Sin embargo, durante los años setenta y ochenta las regiones centrales y orientales solo tuvieron el 29 y 30% respectivamente de las nuevas industrias, mientras occidente concentró casi el 41 %. Así, el país fue retornando a su tendencia histórica. Eso explica que la irrupción, impacto y salida del llamado Período Especial —si es que alguna región consiguió esto último— fueron muy diferentes. Hasta 2010 se registró que las dos Habanas acumularon más del 50% de las inversiones ejecutadas a nivel nacional. Como sostiene la Dra. Luisa Íñiguez, desde aquella década se ampliaron «las desigualdades inter e intraterritoriales en el país».

Los efectos son acumulativos, hemos vivido de crisis en crisis y ya retornamos a la situación extrema de aquellos años. A nivel regional y local se pueden visualizar las brechas sociales asociadas también al entorno, porque de los recursos y potencialidades de los territorios depende que los ciudadanos puedan incorporarse a los cambios y desarrollarse.

Cenicienta (2)

Familia en situación de pobreza en una zona rural de la provincia de Matanzas (Foto: Néster Núñez)

-I-

No han faltado estudios, propuestas, estrategias, programas, plataformas y documentos rectores relacionados con el desarrollo local y las desigualdades. Se ha dicho que siempre fue importante, que desde la «actualización del modelo» (2009) y la Constitución (2019) se ha afianzado.   

Lo cierto es que desventajas, nuevas exclusiones y brechas territoriales son más notorias y evidencian incluso retrocesos. Más allá de factores externos —política de sanciones de los EE.UU., pérdida de relaciones preferenciales con la antigua URSS y crisis mundiales—, algunas causas internas son:

1.- El verticalismo y la planificación centralizada como pilar del modelo asumido desde los setenta, que ha marcado la ruta y lanzado por la borda la tradición municipalista de Cuba. El espacio a los municipios solo se ha abierto en coyunturas críticas para el Estado.

2.- Dilación y traumático proceso de reformas económicas, que en la práctica no ha contemplado el fenómeno desde una estrategia democrática, integral y sostenible.

3.- El desmontaje entre 2002 y 2005 de casi toda la industria azucarera, que fuera parte de la vida de 146 de los 169 municipios del país (algo más del 72 %) y de la nacionalidad cubana. Sobre la debacle, frente a medidas compensatorias que no pasaron de discursos y planes, recomiendo el  del economista Juan Triana.

Sugiero valorar las siguientes condiciones actuales:  

1.- Las nuevas 707 mipymes y cooperativas no agropecuarias (CNA), que facilitarán 26.129 nuevos puestos de trabajo, se concentran en occidente. La brecha es enorme, La Habana con el 40% seguida por Granma con el 10 %; luego Villa Clara, Holguín, Matanzas y Santiago de Cuba. Varias localidades donde no se han aprobado mipymes, en Camagüey y Ciego de Ávila, por ejemplo, están entre las diez con menor Índice de Desarrollo Humano (IDH) en el país. 

2.- La mayor parte de la Isla está en un nivel bajo del IDH—según el Informe más reciente— en su dimensión económica; las provincias más rezagadas son Camagüey y cuatro de las cinco orientales. Los municipios mejor evaluados están asociados al turismo y los peores a su ausencia o al desmontaje del azúcar.(1) Igualmente, en cuanto a empleo —que desciende desde 2011— y salarios medios mensuales, la brecha entre La Habana y el resto de las provincias es alarmante.

3.- Incremento de los procesos migratorios internos desde el oriente y las provincias más cercanas a la capital y pérdida de población en municipios, sumado al saldo migratorio externo en negativo. En 1981 el 45 % de los municipios del país estaba en esa condición, y en 2002 era el 60%.

4.- Desventaja sobre todo de Oriente en los montos de las pensiones, que dependen de los salarios medios. La pensión media en La Habana está por encima del promedio nacional, mientras en Guantánamo, Las Tunas y Granma está por debajo.

5.- Mayor incidencia de problemáticas sociales en regiones desfavorecidas. Por ejemplo, incremento más acentuado de la brecha de género y más mujeres adolescentes con hijos en Isla de Pinos, Camagüey, Las Tunas, Holguín, Granma y Guantánamo.

Cenicienta (3)

Vivienda periférica del reparto Rosa la Bayamesa, en Guantánamo (Foto: Marelys Fonseca Viltres / Cubanet)

–II–

Aquella vocación de los sesenta respecto al tema de los desequilibrios regionales pareció esfumarse. La respuesta del gobierno ha pasado de la nulidad y el silencio informativo durante décadas, al diseño de una nueva estrategia de descentralización y medidas emergentes —luego del estallido social del 11J— hacia barrios marginales.

Diagnósticos, alertas y propuestas no han faltado. Hace siete años se volvió a llamar la atención sobre los tipos de brechas y ámbitos donde se manifiestan las inequidades. Entre ellas las territoriales, con expresiones en la pobreza, servicios, seguridad, selectividad de inversiones, problemas ambientales, conectividad, identidad, inserción social, viviendas, recursos comunicacionales y tecnológicos.

El tema requiere más visibilidad y voluntad política. En las investigaciones científicas se ha priorizado a La Habana, en tanto regiones donde existen numerosas brechas y empobrecimiento —Camagüey, Ciego de Ávila, Granma, Las Tunas y Guantánamo, por ejemplo— han quedado afuera.

Recientemente reparé en que solo cuatro de los veintisiete especialistas a quienes la revista Temas preguntó qué le recomendarían priorizar al presidente y al primer ministro si tuvieran tres minutos para hablarles, hicieron alusión a los desequilibrios regionales relacionados con las brechas sociales, la autonomía municipal y la importancia de los liderazgos locales.

La profundización de tales desequilibrios, con sus consecuencias para los ciudadanos y el país, van de la mano con las transformaciones de los últimos treinta años. Estas han ido a destiempo, carentes de integralidad  y con más contramarchas que marchas, abandonando cada vez más las salvaguardas de política social y retrocediendo en materia de desarrollo local.

No estoy segura de que Pinar del Río —como se afirma—  haya pasado de Cenicienta a «princesa», pero sí de que hoy tenemos muchas Cenicientas de Cuba.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com 

***

Participe en nuestro proyecto «Desigualdad, pobreza y sectores vulnerables en Cuba», enviándonos recomendaciones, testimonios, etc. al  correo jovencuba@gmail.com, asunto: Cartas al Proyecto.

***

(1) En el Informe reciente sobre el IDH mencionado antes, se reconoce que no ha sido posible construir un Índice de Desarrollo Humano Municipal que parta de un análisis integral y posibilite las comparaciones entre todos los municipios de Cuba.

Los indicadores empleados no incluyen el estudio de todos los municipios del país, carecen —en muchos casos— de indicadores básicos sobre la dimensión económica y la dimensión ambiental, centrándose en aspectos de orden social o en temas específicos del municipio, y no son comparables entre municipios o provincias. Los Anuarios Estadísticos Municipales comenzaron a elaborarse por la ONEI solo a partir de 2008-2009, por lo que no es posible obtener información oficial sistemática anterior a esa fecha que sirva de base para comparaciones en el tiempo.

28 febrero 2022 39 comentarios 1.970 vistas
6 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Verdad (2)

El tiempo que pasa

por Teresa Díaz Canals 14 enero 2022
escrito por Teresa Díaz Canals

El dolor no genera verdades, pero quizás haga nacer ojos para verlas.

Ludwig Marcuse  Pesimismo. Un estado de madurez

***

El filósofo danés Søren Kierkegaard escribió en su libro La enfermedad mortal: «la desesperación es la total ausencia de esperanzas». A esta condición de no esperar nada positivo nos ha llevado el escenario cubano actual. Como la canción de la película Casablanca: As time goes by (El tiempo pasa, o mejor A medida que pasa el tiempo), nuestro tiempo ha pasado. Mi generación creció con lo que se llama en la historia de la nación Revolución, somos literalmente sus hijos.

Existe un proyecto de atención a los adultos mayores, desatado con mayor fuerza a partir de la declaración por las Naciones Unidas de esta década como la del «envejecimiento saludable». Pude observar uno de los programas de la televisión cubana Sigo Aquí, que se transmite por el Canal Educativo los domingos a las 4:00 p.m. Una televidente formuló una pregunta a Teresa Oroza, directora de la Cátedra de la Mujer: «se habla de «brecha digital» en los adultos mayores en la actualidad: ¿qué quiere decir eso?».

En ese momento no hubo una respuesta clara sobre tal limitación en los ancianos. Pero hacen muy bien en ocuparse del tema, es válido reflexionar en esas cuestiones. Pienso, sin embargo, que en las condiciones en que se encuentra Cuba, ello solo favorecerá a un pequeño grupo de personas de la tercera edad, mientras el resto seguirá en una situación muy precaria con respecto a la tecnología.

Una amiga que reside en otra provincia me comentó que una adulta mayor fue a hacer las gestiones correspondientes como cuentapropista, para un pequeño negocio de venta de café. En la Oficina Nacional de Administración Tributaria, por falta de papel, en estos momentos no pueden imprimir las planillas para cumplimentar el pago de los impuestos. Entonces exigen a los requeridos de ese trámite que lleven una memoria flash para que copien el modelo requerido. La anciana preguntó: —¿Qué es una memoria flash?

Los especialistas deberían atender las situaciones reales de brecha digital de los ancianos en la actualidad. Es importante contabilizar cuántas de las personas mayores que viven solas pueden pagar los servicios de agua, electricidad, teléfono o gas por la plataforma digital transfermóvil, incluso ¿cuántas de ellas tienen móviles?

También se ha convertido en un problema la extracción de dinero por los pensionistas en los cajeros automáticos. Generalmente piden ayuda a cualquiera que esté cerca, lo que constituye un peligro para su seguridad.  Me comentó una conocida el caso de dos señoras, también adultas mayores, que fueron víctimas de robo de dinero depositado en una tarjeta bancaria.

A una de ellas la estafaron en el mismo banco; la otra confió la tarjeta a una vecina para que le extrajera algo de dinero y resulta que cuando fue al banco se enteró de que la amable vecina había sustraído lo que le quedaba; salió llorando del lugar. Esa solidaridad que se enarbola constantemente como parte del ser cubano, hace tiempo dejó de existir en un país que sobrevive en medio de una gran crisis.

Hace unos días regresé a la Isla desde Madrid. Cuando estaba en el aeropuerto español quise comprar una botella de agua para el viaje. Los pomos del preciado líquido estaban en máquinas expendedoras. Ni intenté acercarme para no hacer el ridículo, no domino el intrascendente procedimiento para una cosa tan sencilla.  Después, en el avión, pasaron ofreciendo café, que había que comprar. Pedí uno a la aeromoza. —¿Capucchino?, preguntó la muchacha. —Sí, contesté muy segura. La joven me lo sirvió y seguidamente me dijo el precio. Saqué un billete de 10 euros para pagarle. —No, es por tarjeta. Y ya tenía en la mano el aparatico para cobrar de manera digital. —No tengo tarjeta, le dije y comencé a sentirme muy mal delante de extranjeros y cubanos residentes en otros países. Quería que el cielo me elevara por los aires, ya que no estaba en la tierra para desear que me tragara.

—Llévese el café, no tengo tarjeta. —No, ya tómeselo, no puedo tocar el dinero  (evidentemente por la pandemia, aunque el avión estaba atestado) respondió en forma despectiva. Para ella, estaba tratando con una ciudadana de segunda, tercera o quizá quinta clase; aunque yo haya trabajado durante cuarenta años como profesora en la considerada mejor universidad de mi país y tenga varios libros publicados. No pude decirle que era una cubana cuyo gobierno ha sometido a su ciudadanía a un implacable feudalismo, a un atraso de espanto. Fue el café más amargo de mi vida.

Tiempo (3)

Escultura en las afueras de la Catedral de Almudena, en España.

Viajar requiere en Cuba trámites estresantes para cualquiera, mucho más para una persona de avanzada edad. Dos veces tuve que ir al médico de la familia, al policlínico y a la Dirección Provincial de Salud Pública para poner cuños a un certificado. Ello me permitiría sacar un aparato de aerosol, porque soy asmática, y un blíster de enalapril, pues soy hipertensa. Colas y más colas para un documento absurdo, con amenazas de que sin él no podría salir del país. Después de tanta angustia, nadie se acordó de pedirme el certificado con cuños de tres lugares diferentes.  

En nuestra historia existen ejemplos fehacientes de las importaciones de tecnologías que entraron al país desde tiempos decimonónicos para bien de toda la sociedad. Todavía recordamos los lavaderos instalados por Marta Abreu en la ciudad de Santa Clara para facilitar que las mujeres lavaran allí y no en el río. El teléfono y el tren, fueron muestra del proceso de modernización que tuvo lugar en pleno siglo XIX.

Sería muy pertinente que los que organizan la actividad de realizar los conocidos PCR y la aplicación de las necesarias vacunas que exige la pandemia del coronavirus hasta hoy, tengan en cuenta la espléndida organización de otros países capitalistas, donde hay colas pero se avanza en pocos minutos.

Para hacerme un PCR a tiempo en el lugar donde nací, necesité pasar una noche completa marcando en el policlínico del municipio donde resido, y otra noche para recoger el resultado. Ese desastre de servicio sanitario —con decenas de personas que se cuelan porque son conocidas de los médicos y del  personal de la salud en general—, se llama maltrato a la población y, en ese sentido, todos y todas nos convertimos en seres vulnerables ante tanto atropello.

Esos testimonios cotidianos constituyen una arbitrariedad más, de las tantas que padecemos, insignificante ante la atrocidad de condenar a un ser humano a treinta, veinte o diez años por expresar lo que piensa, exigir un cambio de vida y pronunciar la palabra libertad.

En las afueras de la Catedral de Almudena, en España, pude captar la imagen de una escultura que me impresionó: un indigente tapado en un banco. A un lado de esa inusual obra leí este escrito firmado por el Arzobispo de Madrid: «En tu camino encontrarás a muchos que están así. Tienes sitio en tu banco, dale tu mano, conversa con él, regálale el amor de Cristo con obras».

Tiempo (2)

Escena captada en el Vedado habanero.

El 10 de enero de 2022, en el Vedado habanero, pude captar esta imagen, semejante a la escultura que me estremeció. La exhibo y repito con el fotógrafo y documentalista brasileño Sebastião Salgado: «No hay razón para tomar una fotografía de un ser humano si esta no lo ennoblece». Ojalá que ella sirva para aliviar la vida de este señor y de otros tantos, que como él viven en la extrema miseria.

14 enero 2022 17 comentarios 2.114 vistas
9 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Crisis (1)

Cuba, razones de una crisis

por Alina Bárbara López Hernández 6 enero 2022
escrito por Alina Bárbara López Hernández

La pandemia de Covid-19 colocó al mundo ante una situación terrible. La crisis es global y sus consecuencias serán perdurables. Muchos argumentan, con razón, que las lecciones de esta época imprimirán cambios de toda índole a nivel mundial en las relaciones humanas, culturales, laborales y políticas.

Cuba no es una excepción. Soportar los embates de la pandemia ha tenido un costo altísimo para las personas, las familias y el Estado. Sin embargo, en nuestro caso, la epidemia encontró a la Isla en uno de sus peores momentos, tanto a nivel económico, como social y político.

En este texto examinaré los dos primeros ámbitos, en un próximo enfocaré la cuestión política. Me apoyaré para ello, sobre todo, en publicaciones del equipo de articulistas de LJC, que hemos acompañado desde nuestros análisis, con  objetividad, responsabilidad y civismo, a la sociedad cubana.

-I-

Mucho antes de que el virus apareciera, la situación en Cuba era en extremo complicada. El desgaste del modelo de socialismo burocrático es de vieja data, y —dado el más elemental sentido de discernimiento—, requería cambiarse desde que ocurrió el derrumbe del campo socialista. Tenemos treinta años de retraso. De hecho, las reformas anunciadas por Raúl Castro en julio de 2007, casi quince años atrás, ya estaban rezagadas. Por si fuera poco, su demora en aplicarse en unos casos, y su no implementación en la mayoría, generarían resultados fatales. Nuestra burocracia dirigente nunca imaginó que un murciélago pudiera ser su más implacable catalizador.

Crisis (3)

Raúl Castro en el acto por el 26 de julio en Camagüey, en el 2007.

Un artículo que escribí el último día del 2018 me permite recordar que no necesitábamos de la pandemia para ir cuesta abajo:

«Otro año concluye y con él las esperanzas de que la situación económica de los cubanos mejore. A mediados del 2017 el anterior presidente del Consejo de Estado y de Ministros explicó que la economía decrecería en el segundo semestre de ese año y aún para el primero del 2018, pero que después de esa fecha se apreciaría una recuperación en los suministros y una tendencia hacia la mejoría.

Nuestro gobierno, una vez más, ha sido incapaz de un vaticinio correcto en el corto plazo. Los pronósticos del 2018 fueron particularmente erróneos y pendulares. Si el verano comenzó con una campaña totalmente enajenada del contexto insular, donde se le pedía a la familia cubana que disfrutara Cuba con alegría; el año casi finaliza y sabemos que la economía apenas creció un 1%, y en las reuniones del presidente Díaz-Canel con el Consejo de Ministros se ha insistido en que van a disminuir todavía más las importaciones.

Diciembre, que debería ser un mes alegre, se torna sombrío. La escasez de harina ha reducido la producción de pan y existen largas colas en las panaderías; el precio de la carne de cerdo asciende por días en un mes de tradicional aumento de la demanda, y ya es exorbitante; el importe de los vegetales es tal, que parecen cosechados en invernaderos del ártico para ser vendidos en el trópico; el detergente y el aceite son acaparados, pues vox populi dice que los proveedores vietnamitas de detergente no garantizan el producto hasta que no se les pague lo adeudado, ¿será cierto?».

El 2019 no sería mucho mejor. Nuestros medios lo anunciaban, apenas comenzado, como un año «de grandes desafíos». Casi en los meses finales se produjo una semiparalización del país, denominada eufemísticamente «situación coyuntural» por el presidente Miguel Díaz-Canel. Todos sabíamos que era una crisis estructural y sistémica. 

Cuba no es ya una nación eminentemente agrícola, como fuimos durante casi toda nuestra historia, en la actualidad no logramos producir alimentos para el sustento de una población que, lejos de crecer, disminuye de manera constante; mucho menos para exportar. Aunque no éramos un país industrializado, al menos tuvimos una industria base como la azucarera, que generaba cadenas productivas, alimento para las personas y el ganado y energía renovable.

Como bien ha fundamentado el economista Juan Triana, investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana, la pérdida de esa industria afectó el desarrollo de diversos sectores asociados que se nutrían de ella:

«(…) además de azúcar, la industria de la caña puede producir energía, alcohol, CO2, levaduras —Torula forrajera y Saccharomyces, que nos permitiría sustituir la importación de alimento para pienso— tableros y composites de bagazo —ahora que necesitamos tanta madera para la construcción— sorbitol, bioestimulantes, productos químicos industriales, furfural y alcohol furfurílico, biofertilizantes, azospirillum, azotobacter y rizobium, compost, residuales líquidos, herbicidas, medicamentos de uso humano y animal, y alimento humano».

Crisis (4)

La decisión de desmontar la industria del azúcar fue uno de los mayores desastres económicos de la historia nacional. Ruinas del Central Josefita. (Foto: José Manuel González Rubines)

La decisión de desmontar la industria del azúcar, anunciada hace dos décadas —en abril de 2002—, bajo la fórmula: «reestructuración azucarera», fue uno de los mayores desastres económicos de la historia nacional. Nos convertimos, de un país exportador, en importador de azúcar.

La industria nacional, como explica el economista cubano Mauricio de Miranda, profesor titular de la Universidad Javeriana de Cali, en «El “modelo” económico cubano y la persistencia del subdesarrollo», está colapsada: «Muestra de ello es que muchas empresas industriales estatales se encuentran paralizadas por obsolescencia tecnológica y/o escasez de materias primas, mientras las exiguas divisas en manos del Estado impiden las inversiones necesarias para relanzar el sector industrial».

Nuestros paisajes, llenos de cañaverales, devinieron terrenos desatendidos donde no se distinguían los sembrados ni el ganado. En un artículo aparecido en el periódico Granma en diciembre de 2002, el periodista Juan Varela Pérez informaba sobre una intervención de Ulises Rosales del Toro, entonces ministro de la Industria Azucarera, en el Parlamento:

«Varios diputados preguntaron sobre las perspectivas del MINAZ en el uso de las tierras liberadas de caña y la producción de alimentos. Para cumplir esta misión, puntualizó Rosales del Toro, se trabaja desde mayo último, junto a otros organismos e instituciones, en varios subprogramas y esperamos, dijo, emplear óptimamente los recursos disponibles en beneficio de la alimentación del pueblo».

Otra meta incumplida. La burocracia cifraría sus esperanzas en el desarrollo del turismo y en la exportación de servicios profesionales, dos rubros fluctuantes ante influencias geopolíticas y altibajos globales.

La pérdida de la preferencia electoral por algunos gobiernos de izquierda en Latinoamérica, la crisis en Venezuela y la consiguiente disminución del suministro de petróleo a Cuba, el arreciamiento de la hostilidad de los gobiernos norteamericanos y el aumento del bloqueo, junto a la pandemia de Covid-19; han demostrado que una economía eminentemente de servicios es un error garrafal para un país como el nuestro, tan dependiente de alianzas ideológicas.

En los últimos años, la estructura de inversiones en Cuba se tornó asimétrica. El turismo devoró sumas millonarias materializadas en más hoteles, ya no solo en playas sino en ciudades, cada vez más lujosos y confortables, destinados a un sector de turistas de alto nivel adquisitivo. Mientras tanto, se invertía menos en sectores claves como agricultura, salud, educación y ciencia. Se disminuían los gastos sociales y la industria de medicamentos era incapaz de sustentar las necesidades crecientes de sectores poblacionales envejecidos y estresados, en un país donde los hipertensos y los diabéticos proliferan.

Crisis (2)

(Gráfico: Pedro Monreal)

En su exhaustivo reportaje sobre la crisis de medicamentos en Cuba, el periodista José Manuel Pérez Rubines nos dice: «El Portafolio de Inversiones de BioCubaFarma 2018, último publicado, (…) propone una inversión en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel para erigir una planta con capacidad productora de 5 mil millones de unidades». No obstante, aclara que tales datos «tienen una antigüedad de tres años, por lo que habría que constatar si el proyecto de construcción de la planta productora de medicamentos se concretó».

Todo parece indicar que no se hicieron las inversiones comprometidas, pues, según cifras ofrecidas por el periodista: «en febrero de 2020, un mes antes de que se detectara el primer caso de Covid-19 en la Isla, el reporte arrojaba un faltante de 78 fármacos; en marzo, 86; en abril, 98; en mayo, 94; en junio, 85; en julio, 88; en agosto, 84; en septiembre, 93; y 80 en octubre, fecha de su última publicación».

Si bien Raúl Castro ocupó la presidencia interina del Consejo de Estado y de Ministros desde 2006 —cuando enfermara su hermano Fidel—, y lanzó su proyecto de reformas en el 2007, durante el primer acto por el 26 de julio en que fungiera como tal; no fue hasta su nombramiento/elección oficial como presidente del Consejo de Estado, en febrero de 2008, que empezó a enfatizar en la necesidad de recortar gastos y «gratuidades indebidas».

Tal proceso fue paulatino pero expedito. Si en casi todo el resto del paquete de reformas hubo pausas, aquí sí se actuó con prisas. Entre 2016 y 2020, la inversión en Salud y Asistencia social disminuiría en dos tercios: de 232,6 a 84,5 millones de pesos.

En consecuencia, aumentaron en esos años la pobreza y la desigualdad. Parámetros exitosos hasta los ochenta, como la «tasa de mortalidad», con tendencia a la disminución —aunque con un repunte durante la crisis de los noventa—, comenzaron a crecer nuevamente. En el análisis de la variación de ese parámetro en Cuba, Mario Valdés Navia explica que «entre 2007 y 2008 se produjo un salto de 4 496 fallecidos, al incrementarse de 81,927 a 86,423. Otro pico ocurrió desde 2016 al 2017, cuando la cifra de decesos escaló de 99,388 a 106,949, es decir, 7561 fallecimientos más».

A partir de entonces ha continuado en ascenso. En 2020 resultaron 112,441 muertes. Esto significó 32,779 más defunciones que en el peor año del Período Especial —1996—, cuando fallecieron 79,662 cubanos y cubanas.

Crisis (5)

Desde hace tres años mueren en Cuba más personas que las que nacen.

El investigador relaciona este aumento de la TM con dos aspectos: «por un lado, la falta de mantenimiento de los hospitales, reducción de servicios municipales en muchas provincias, y escasez de medicinas, insumos y equipamiento; por otra, el crecimiento de la desigualdad y pobreza en los sectores más vulnerables de la sociedad cubana».

Uno de los servicios hospitalarios afectados fue el de obstetricia. En marzo del 2019, a raíz de la celebración del X Congreso de la FMC, apunté que no se evidenció en las sesiones una preocupación real por las condiciones de las mujeres cubanas al no mencionarse siquiera:

«La desaparición de los programas de atención obstétrica en los municipios donde existían, al menos es lo que ha ocurrido en la provincia de Matanzas, y su concentración en el hospital de la cabecera provincial. Esto ha generado un gran hacinamiento, a pesar del traslado del centro para otro más amplio, y las familias que viven lejos de la ciudad deben desembolsar de la ya precaria economía doméstica para sufragar gastos de transporte».

Evidentemente en todas las provincias aconteció algo parecido, y aunque el aumento de la mortalidad infantil y maternas, dadas a conocer hace pocos días, se relacionó con muertes por Covid-19, habría que profundizar más. Las cifras muestran una mortalidad infantil de 7,6 por cada mil niños nacidos vivos. Esto indica un crecimiento de 55,1% en comparación con el año 2020 (4,9 por cada mil) y de 91,77% con el 2018 (3,9 por cada mil).

La mortalidad materna fue aún superior: 175 defunciones por cada 100 000 nacidos vivos, que significa un incremento del 341%. La pandemia influyó indudablemente, eso se conoce, pero ¿cuánto lo hizo el inicio inesperado de un parto complejo lejos de servicios especializados?, ¿cuánto se deben los niños de bajo peso al nacer o prematuridad, a la desnutrición en algunos casos y a la falta de tratamientos prenatales y vitaminas para las embarazadas?       

En el análisis de Mario Valdés, también se expone que el recorte en la inversión de salud ocurrió precisamente en etapas en que los ingresos por exportación de servicios médico-farmacéuticos fueron la principal fuente de divisas del país, por encima del turismo (2006-2018). Es lógico entonces que arribe a esta conclusión: «Todo indica que una parte sustancial de estos ingresos, lejos de consagrarse a modernizar el sector sanitario, fueron destinados a la inversión en el turismo, rama que apenas cubre sus ingresos por el alto índice de valor importado que tiene por peso de producción». 

Un sector vulnerable en todos estos años fueron los asistenciados. Así lo expresa el profundo reportaje «El ordenamiento de la resistencia», de la estudiante de periodismo Karla R. Albert. En él se cita a Carmelo Mesa-Lago, economista cubano y catedrático por la Universidad de Pittsburg, que apunta que el valor de las pensiones entre 1989 y 2018, respecto a los precios, había descendido a la mitad ajustado a la inflación. ¿Cuánto representará ese valor actualmente?

En Cuba es difícil acceder a datos estadísticos sobre la pobreza, pues no existen cifras oficiales. Pero la socióloga cubana Mayra Espina, especialista en el tema, afirma que en La Habana el índice de pobreza ascendió del 6 al 20% entre 1988 y el 2002. Podemos imaginar la situación actual.

Ante esto se debió ampliar la asistencia social para proteger a la población vulnerable, sin embargo, como sostiene Karla en su trabajo, «ocurrió lo contrario»: «Entre 2006 y 2018, el gasto del presupuesto asignado a la asistencia social se contrajo de 2.2% a 0.3%, mientras que el número de beneficiarios como proporción de la población decreció de 5,3% a 1,6%».

Ello se explica mayormente, según Mesa-Lago, «por el lineamiento aprobado en el VI Congreso del PCC en 2011 que terminó la asistencia social a los asistidos con una familia capaz de ayudarles».

La ley de presupuesto para 2011 evidenció el deterioro marcado de los indicadores asistenciales entre 2009 y 2010. El número de beneficiarios se redujo en un 61% en comparación con el 2005, y como porcentaje de la población total, pasó del 5,3% al 2,1%. En el propio 2010 se recortaron 237 millones de CUP por «depuración de beneficiarios».

Los jubilados constituyen otro sector vulnerable, que fue creciendo sostenidamente ante el envejecimiento poblacional. Actualmente existen alrededor de 1,7 millones de personas en esa condición. El economista Mauricio de Miranda dedicó su artículo «Los jubilados de la Revolución» a las medidas tomadas respecto a este sector. Demuestra ahí el desfase considerable del sistema pensional cubano frente al incremento sostenido del costo de la vida y concluye que las pensiones actuales son «insuficientes e injustas» y condenan a la pobreza.

¿Cómo entender estos inmensos recortes? Entre 2009 y 2017, la normalización de la deuda externa del país —declarada como «impagable» por Fidel durante años— tuvo un elevado costo, ya que su servicio alcanzó alrededor de 23,000 millones, lo que, como concluye Valdés, «limitó objetivamente la posibilidad de elevar el monto de las inversiones y el consumo con recursos públicos».

A ello se suma que a finales de 2015 Cuba renegoció su deuda con el Club de París, congelada desde hacía más de tres décadas. Se logró la condonación de 8.500 millones y el compromiso del gobierno de desembolsar 2.600 millones en dieciocho años para acceder a créditos.

Encaminados a cumplir estas obligaciones, desde el propio 2009 comenzó una política de ajustes que contrajo al sector estatal y redujo drásticamente su presupuesto de gastos e importaciones. A la par, disminuyó la oferta de bienes de consumo en el mercado interno, en particular los alimentos, al no realizarse en la secuencia lógica las reformas concebidas y prometidas, que debían estimular a los productores nacionales a sustituir importaciones.

Al unísono, se decidieron medidas que afectaron la alimentación pública. Una de las peores fue el cierre de los comedores obreros, iniciada en 2009 y generalizada al siguiente año. Solo en sectores específicos se sustituyó por el pago de un estipendio monetario.

Tres millones y medio de personas fueron afectadas por el cierre de 24 mil comedores obreros. La mayor parte de los cubanos debió llevar sus alimentos al trabajo… si podían hacerlo. Un factor agravante fue que también en 2009 se echó por tierra una conquista obrera que había establecido la edad de jubilación laboral en 60 años para los hombres y 55 para las mujeres. Desde entonces fueron aumentados cinco años en cada categoría de género. Es decir, personas más envejecidas dejaron de contar con la seguridad de su almuerzo. 

Raúl Castro había dicho en agosto de 2009, ante los diputados al Parlamento: «Hay subsidios para prestaciones sociales que son poco eficaces o, peor aún, hacen que algunos no sientan la necesidad de trabajar». Imagino que lo aplaudieron.

Apenas dos meses después, el 9 de octubre de 2009, el periodista Lázaro Barredo publicó en Granma el artículo «Él es paternalista, tú eres paternalista, yo soy paternalista…». Allí se quejaba de que «la Revolución fue desde sus inicios un torrente de justicia, que no siempre ha sido correspondido», y adjudicaba a la sociedad cubana una serie de «vicios o costumbres» que impedían «que nuestro proyecto socialista salga adelante», uno de ellos era: «El síndrome del pichón: andamos con la boca abierta porque buena parte de los mecanismos que hemos diseñado están concebidos para que nos lo den todo (…)».

Iniciaba la tendencia, hoy en su clímax, de culpar al pueblo por los resultados de las políticas erróneas, las pésimas decisiones y la ineptitud de la burocracia dirigente.

Muchos de nuestros políticos, y también algunas personas de buena fe, recuerdan con nostalgia el trienio del deshielo con Obama, entre 2014 y 2016, y aseguran que si al menos se quitaran las más de 243 medidas tomadas por Trump y mantenidas por Biden, la economía cubana enrumbaría un sendero exitoso. Pero las estadísticas hablan de una década perdida para la economía cubana que se extiende desde 2010 a 2020 y de un deterioro del pacto social del Estado con la ciudadanía que viene de antes. Trump asumió el poder en 2017, sería injusto atribuirle toda la responsabilidad.

-II-

Puestos entonces entre la espada y la pared, y ya en medio de la pandemia, nuestra burocracia decidió agilizar las cosas. Se habían perdido catorce años. O en realidad veintinueve. En diciembre de 2020 fue anunciada la «Tarea Ordenamiento», a comenzar en enero de 2021.

En su fugaz alocución televisiva del 11 de diciembre, sentado al lado de un silencioso primer secretario del Partido que muy pronto entregaría el mando —dudoso honor ante lo que se avecinaba— el presidente resaltó que «este proceso se propone ofrecer a los cubanos mayor igualdad de oportunidades, a partir de promover el interés y la motivación por el trabajo».

Creo innecesario enjuiciar esa declaración a la altura de los resultados que el Ordenamiento ha ocasionado. Solo citaría lo dicho al respecto por el investigador Mario Valdés: «Es penoso constatar cuánto tiempo se perdió entre los años 2011 y 2018 para reposicionar al peso cubano como divisa nacional y en qué momento tan difícil se decidió ejecutar la “Tarea Ordenamiento”».

Si la extensión de la pobreza y la desigualdad eran innegables desde antes de Trump y la pandemia; la determinación de abrir, en medio de esta crisis, comercios donde únicamente pueden adquirir productos —muchos de ellos de fabricación nacional— los poseedores de dólares y divisas, en ausencia además de otros aseguramientos en moneda nacional, ha creado un abismo de penurias, injusticia y corrupción en la sociedad cubana.

Ya el Informe Central al VIII Congreso del PCC, celebrado en abril de 2021, develó con toda crudeza que los objetivos fundacionales de la Revolución socialista molestaban a los intereses reales de la burocracia. En el artículo «La despedida de Raúl Castro» cuestioné su discurso, que mostró irritación, inflexibilidad y sobre todo, una falta tremenda de empatía.

Según Raúl en el informe: «La economía cubana en los últimos cinco años ha mostrado capacidad de resistencia frente a los obstáculos que representa el recrudecido bloqueo»; cuando debió reconocer que son las cubanas y cubanos los que hemos mostrado una heroica capacidad de resistencia, no solo contra el bloqueo, sino contra los errores, la lentitud y el dogmatismo de los que determinan la política económica en Cuba.

Convocó también a «borrar de nuestras mentes prejuicios del pasado asociados a la inversión extranjera y asegurar una correcta preparación y diseño de nuevos negocios con la capacitación del capital extranjero». Tales prejuicios fueron impuestos por la misma clase burocrática que hoy nos pide un cambio de mentalidad. Seguramente piensa que debemos borrar otras cosas, como el rechazo —del que nos enorgullecíamos—, al crecimiento de la desigualdad social.

La crítica del anciano político a la «cierta confusión» de algunos cuadros que alertaron de la «supuesta desigualdad» creada por la comercialización dolarizada en Cuba, desconoció un problema de primera magnitud que ha generado lo que Mario Valdés denominó, con amarga ironía, «un malestar general».

El modelo cubano actual, como argumenta De Miranda en su artículo «El “modelo” económico cubano y la persistencia del subdesarrollo», solo conduce a la persistencia del subdesarrollo y al mantenimiento de la pobreza generalizada. Nada diferente a eso hemos tenido en las últimas tres décadas.

-III-

El principal eslogan del presidente Miguel Díaz-Canel desde su llegada al gobierno ha sido presentarse como «continuidad». Pero claramente no se trata de continuidad respecto a los objetivos sociales fundacionales de la Revolución, sino de una prolongación del proceso de ajustes que se apartó de esos objetivos. En el momento en que fue designado como presidente del país, le dediqué un artículo, «El verdadero cambio», en el cual lo exhortaba:

«(…) rechacemos tanto las gratuidades indebidas, que no sabemos a ciencia cierta cuáles son, y aboguemos por el control y la participación de los trabajadores en las decisiones y en la gestión de los planes de producción. Abandonemos los privilegios con que vive la casta burocrática, empresarial y política, para que sintiéndose más cerca del pueblo, y en condiciones similares, se apresure en lograr resultados. En fin, más prisa y menos pausas. Ese es el verdadero cambio que necesitamos».

En el año que acaba de concluir se cumplieron treinta y cinco del anuncio del Proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, veintisiete de la dualidad monetaria (en su primera temporada), veintiséis de la creación del holding Gaesa, catorce del estreno del Proceso de actualización de la economía cubana, diez de la puesta en marcha del experimento interminable de Artemisa y Mayabeque y ocho de que se aprobara el decreto de creación de la zona de desarrollo del Mariel.

Ahora será el año I de la indicación de Raúl Castro para la salvación de la industria azucarera. Nos movemos sí, pero en un enorme círculo de consignas, proyectos y planes incumplidos, en el cual se desgastan generaciones, se frustran proyectos vitales y se separan familias. Desde hace tres años mueren en Cuba más personas que las que nacen. El círculo ha devenido órbita de extinción y para ese mal no se crean vacunas, como para la Covid-19.

Como explica Mauricio de Miranda: «El caso cubano ejemplifica la persistencia de un modelo económico con pésimos resultados en términos de prosperidad y bienestar, al punto de mantener la vida de la mayor parte de la población en constante lucha por la subsistencia cotidiana».

Crisis (6)

Igual a lo acontecido en otras experiencias del «socialismo real», en las que un partido único y antidemocrático usurpó el poder popular, la burocracia en Cuba paulatinamente se ha convertido en una clase, con modo de vida muy diferente al de la mayor parte de la ciudadanía, lo que es evidente entre sus retoños más nuevos. Con razón Mario Valdés la denominó «la burocracia conquistadora».

Es una clase que no desea perder ningún privilegio político que le impida el derecho a administrar la propiedad que legalmente se reconoce como social, pero que no logra transitar felizmente caminos de reforma, todos se van cerrando al final sin conseguir los objetivos propuestos.

La existencia de una clase de burócratas debe ser considerada también teniendo en cuenta su actitud ante la agudización de la crisis económica. ¿Cuál es su propuesta concreta para sumarse a la austeridad y al ahorro que tanto le piden al pueblo?

Es muy cierto lo que afirma en su texto «Ellos y nosotros, sus hijos y los nuestros…» la doctora e investigadora cubana Ivette García: «Una clase que no rinde cuentas, que no declara su patrimonio personal, que tiene un enemigo externo al que puede culpar de todo, que controla los medios, mantiene oculta su vida privada y no precisa del voto popular; no siente compromiso más que con ella misma. Puede construir un capitalismo de la peor especie y vestirse con desfachatez de socialista para la escena pública».

En Cuba existe un enorme aparato de dirección, partidista y estatal, que lejos de disminuir tiende a incrementarse. Un país empobrecido como el nuestro, cuya economía prácticamente no crece desde hace casi una década, no puede mantener tal derroche de recursos materiales y humanos al sostener dos formas de dirección, una que orienta y otra que gobierna.

No necesitamos que la doctora Mariela Castro, directora del CENESEX, nos pida más sacrificio; ni que el presidente Díaz-Canel ofrezca construir un monumento al pueblo. Precisamos que los que dirigen este país se hagan responsables de sus errores, que rindan verdadera cuenta de las finanzas públicas, que informen con transparencia de las decisiones relativas, por ejemplo, al pago de la deuda externa; y sobre todo, exigimos que sea la ciudadanía la que decida si pueden permanecer en sus cargos mediante elecciones generales y secretas para todos los altos cargos públicos.

La intención explícita de los cambios en Cuba, es que «las transformaciones que prevén los Lineamientos y el Modelo son económico-sociales, no políticas».[1] Eso precisamente ha hecho inviable a las reformas. Necesitamos transformaciones políticas, y con urgencia.

En su artículo «La realidad cubana actual y las lecciones de la historia», Mauricio de Miranda analiza cómo el derrumbe del socialismo en Europa Oriental demostró que «(…) cuando el liderazgo no está a la altura de las circunstancias; no evalúa objetivamente la realidad económica, política y social; no interpreta adecuadamente el sentir de la sociedad o de una parte de ella, se producen fracturas que conducen a protestas sociales. La represión de las mismas solo genera un agravamiento de los conflictos y estimula acciones violentas».

Una revolución, y los sacrificios que ella impone, se aceptan para cambiar y mejorar la vida de las personas. Los plazos para lograrlo no pueden ser eternos. Lo ocurrido el 11 de julio no fue, como afirma el gobierno, un golpe blando de mercenarios pagados desde el exterior, fue la reacción tardía de una parte del pueblo que no puede sufrir más los rigores de la pobreza y los ajustes de un semi-neoliberalismo con maquillaje socialista.

Fue el alarido de una ciudadanía que necesita cambios y seguridad en el futuro y que no confía en la clase burocrática que nos dirige hace demasiado tiempo. Los gritos de Libertad significan, primero que todo, libertad para elegir y sustituir a los corruptos, los ineficientes y los ineptos.

***

[1] Martha Prieto (Profesora titular de Derecho Constitucional de la Universidad de La Habana),  en la sección Controversia ¿Qué pasa con las leyes? Legislación, política y reordenamiento, en Temas, nros 89-90, enero-junio de 2017.

6 enero 2022 78 comentarios 6.000 vistas
17 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
  • 1
  • 2
  • 3
  • …
  • 6

Ayúdanos a ser sostenibles

Somos una organización sin fines de lucro que se sostiene con donaciones de entidades e individuos, no gobiernos. Apoya nuestra independencia editorial.

11 años en línea

11 años en línea

¿Quiénes Somos?

La Joven Cuba es un equipo de investigación y análisis político que trabaja por un país justo, democrático y sostenible. Con una plataforma digital y un equipo especializado en el análisis de la realidad cubana, aspiramos a ser punto de enlace entre la sociedad civil y los decisores, mediante la investigación y la generación de conocimiento sobre la aplicación de políticas públicas.

@2021 - Todos los derechos reservados. Contenido exclusivo de La Joven Cuba


Regreso al inicio
La Joven Cuba
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto
 

Cargando comentarios...