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Democracia

Mecanismos de participación que garantizan el poder popular sobre la toma de decisiones políticas en función de una democracia saludable

casillas

Dos casillas y cuatro oportunidades

por Consejo Editorial 19 febrero 2019
escrito por Consejo Editorial

Extraño la Unión Soviética. Soy muy crítico con ella, pero colecciono imágenes de su vida cotidiana y los países socialistas de la Europa del Este. Quizá por prohibidos, y por una rebeldía casi esquizofrénica, Enver Hoxha y Tito me parecen atractivos. La estética maoísta me es casi tan interesante como el constructivismo de la Rusia bolchevique. En mis tiempos libres me dedico a buscar partidos comunistas en lugares como Andorra o Palau; a propósito, en Swazilandia existe el Swaziland Communist Party (SWACOPA). No hay un revolucionario igual a otro.

Las multiplicidades de las izquierdas, de manera abierta, fueron ajenas a la práctica cubana durante años. Una uniformidad de bloque hacía que las otras banderas del 1ro. de Mayo en la Plaza de la Revolución solo fueran las de las organizaciones hermanas. Pero desde adentro, y hace años, aún más después de la Navidad de 1991, en la isla han cobrado fuerza criterios marxistas, no digamos disidentes (es un término que pendula desde lo trillado hasta lo peligroso) más bien autónomos, propios.

Criterios que el mismo Gobierno Revolucionario -aunque hace más de dos décadas que no publica El Capital-, ayudó a formar. Hoy, sería interesante ver qué sucedería si en el desfile del Día Internacional de los Trabajadores alguien sale con un cartel donde se lea: ¡Abajo la burguesía cubana y mundial! o ¡Comunismo sí! ¡Propiedad privada no! 

No es un marxismo, son varios.

Las elecciones para la nueva Constitución solo traen dos casillas y cuatro oportunidades. Pero detrás de ellas, hay intenciones que no precisamente convergen.

Por una mera cuestión de principios, yo debiera votar SÍ. Soy comunista y la Constitución reconoce al comunismo como la sociedad donde el ser humano alcanza su dignidad plena –no estoy de acuerdo en aceptar al socialismo dentro de esta realización: es un tránsito aún muy primitivo- y en su artículo 5to. se propone construirlo.

Sin embargo, por si no bastara que la burguesía como clase ya existe en Cuba, y empleando los instrumentos establecidos puede hacerse, no solo de puestos en el parlamento, sino también de la presidencia –somos una República-; por si esto no bastara, ahora se le reconoce, de manera constitucional, su propiedad privada. Un paso que la protege, al menos, mientras dure esta Carta Magna. Y si bien la propuesta de llegar al comunismo implica que en algún momento se les expropiarán sus medios de producción, no impide que esta nueva clase emergente crezca, se haga sólida, y puje con una fuerza hasta el momento no pensada. Amparada por la Constitución.

Esa reflexión crece en parte de la juventud que llegó al marxismo sin coincidir plenamente con el actual gobierno. Ambos se encuentran en Fidel, pero entre los primeros abundan quienes lo recuerdan más dentro de la intransigencia revolucionaria anticapitalista. Para Fidel las medidas que se hubo de tomar en los años noventa fueron “una vergüenza” y no dudó en frenarlas. Respetaba a China, pero no era su línea. Y eso se recuerda.

Quizá por ello un amigo y camarada de 25 años al dar a conocer su intención de voto para el 24 de febrero explica que porque es marxista, votará NO. Lo publica en Facebook junto a una foto del Comandante. Y es que los jóvenes comunistas ya no se encuentran todos en la UJC. Hoy, algunos que no dudan decirse rojos, lo asumen con posturas teóricas sólidas, en buena medida contrarias a las prácticas de gobierno.

En la joven militancia organizada, Marx es el gran ausente.

En el NO también hay una importante dosis de descontento. Es lo que se llama voto de castigo. No es teorizado ni organizado, es producto de una cotidianidad atravesada por la crisis del pan, del transporte, el 349 –aunque este es más de élite cultural-. Y otros tantos agobios cotidianos. Acumulados.

En lo personal no puedo ir en contra. Aunque sé muy bien que el NO tiene consigo un amplio espectro, donde no solo están las iglesias conservadoras y la débil extrema derecha organizada, el simple hecho de estar junto a ellas me impide hacerlo. Recuerdo las últimas elecciones de la Nicaragua aun sandinista, cuando todavía Ernesto Cardenal apoyaba un FSLN enfrentado a la Unión Nacional Opositora de Violeta Chamorro. Votar en contra era girar a la derecha. Y aquel Partido Comunista entró a la UNO. Además, de cierta manera, cae sobre mi voto el empoderamiento de la derecha latinoamericana y una Venezuela bajo amenaza de invasión gringa.

Aprovechar para decidir algo, aunque no lo creas.

La participación será alta. Por pura estimación calculo que quienes decidan quedarse en casa no pasarán del 5%. Y también por pura estimación me parece ver que no se ganará ni por encima del 90% y ni por debajo del 70%. Me arriesgo a hablar de un 80 a 86%, y más exacto, de 83 a 86. No hay encuestas oficiales –al menos no públicas- y ningún medio de prensa extranjero, serio, se atreve a hacer pronósticos. Solo la derecha cubana de Miami calcula, sin ninguna base, de un 35% a un 45% de voto negativo.

Es cierto que hemos vivido años con una Carta Magna que muy pocos leyeron, que no resuelve que la libra de frijoles negros esté a diez pesos, los colorados a veinte y la carne de cerdo a 45, 50 o 55 –al menos en La Habana-, pero sí hay ganas de decir. Aunque sea en una casilla cuadrada, con un lápiz chino que le mordisquearon el casquillo de la goma de borrar, y después sigas, como si nada, a buscar el pan que cierran a las doce.

19 febrero 2019 22 comentarios 539 vistas
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televisada

Revolución televisada

por Consejo Editorial 21 diciembre 2018
escrito por Consejo Editorial

Por estos días, el Gobierno Cubano, encabezado por Miguel Díaz-Canel, anuncia la próxima aparición de un programa de televisión, un canal de Youtube y un sitio web para estar en contacto con el pueblo. Esta es una noticia muy buena para los que de una u otra forma creemos que la revolución cubana necesita recuperar su brillo y energía.

Algunos pueden creer que regresar a la vieja dinámica de un líder que le habla a un pueblo es algo reaccionario, cuando lo que se necesita es una mayor participación de la gente desde abajo. Pero los que así argumentan pasan por alto que la revolución cubana fue desde su comienzo una revolución transmitida mediáticamente, principalmente por la televisión. La pantalla chica es su medio natural, y un bastión que no puede darse el lujo de perder.

Cuando se cuenta la historia de la lucha contra Batista, muchas veces se olvida un factor que resulta fundamental. La sociedad cubana era líder en el mundo en lo que se refiere a difusión de la radio y la televisión. Ese elemento condicionó todo el proceso revolucionario: desde la creación de Radio Rebelde, que contribuyó a la victoria tanto como cualquier éxito militar, hasta la retórica de Fidel televisada, la inmortalización de varias escenas suyas, que llegaron directamente a los hogares del país. Dicen los teóricos de la comunicación que el medio condiciona al mensaje. Se puede decir, entonces, que la revolución cubana por su propia estructura ideológica está hecha para vencer en el terreno televisivo.

Mucho ha llovido desde entonces. Hoy sabemos que la televisión tiene la desventaja de una menor participación de los receptores. También sabemos que por su capacidad de llegar a grandes audiencias es uno de los medios favoritos de la propaganda. Las redes sociales se presentan como una alternativa más democratizada, aunque también tengan sus deficiencias. Sin embargo, la experiencia de los procesos de izquierda en América Latina durante el siglo XXI muestra que la televisión también puede ser usada de un modo participativo, si se les facilita a las personas una forma de interacción y de participación en los programas.

En Venezuela Hugo Chávez creó el antológico programa Aló Presidente, que abrió una nueva época en la comunicación política. En Ecuador existió Enlace Ciudadano, de Rafael Correa, también en Venezuela Nicolás Maduro creó el programa Diálogo Bolivariano, y en Bolivia surgió el programa Democracia Directa, con vistas a difundir los puntos de vista del gobierno de Evo Morales. Los resultados de estas experiencias fueron muy positivos. ¿Qué no se podrá hacer en Cuba, con la cultura televisiva que tenemos los cubanos, y donde, además, la televisión sigue siendo el medio de comunicación más consumido?

Por supuesto, hay que tener en cuenta que la televisión cubana también se ha convertido por muchos años en pasto para la desidia y la falta de renovación, tanto técnica como comunicativamente. Muchas personas hoy identifican la televisión, sobre todo en lo que se refiere al sistema informativo, con un teque gastado. No obstante, eso es más razón para que se cree un programa en el que la ciudadanía pueda acceder directamente al presidente de la República. La gente podrá así sentir que se les toma en serio, y que pueden interactuar con los decisores fundamentales. Eso abre el camino para una reconstrucción del consenso, y un aumento de la movilización en aras de resolver los problemas del país.

Desde que no tenemos a Fidel en la primera línea, nos acostumbramos a los discursos leídos en fechas importantes. Se ha trabajado mucho en estos años para sostener el país, se han hecho cambios importantes, pero no se ha hablado lo suficiente sobre ello. Si se quiere avanzar por el camino correcto, la voz de los dirigentes revolucionarios debe oírse más a menudo, para que todos puedan ver con claridad hacia donde nos dirigimos y por qué. Amén de las redes sociales, que van en ascenso, la televisión puede volver a ser el modo fundamental de transmisión de la Revolución.

21 diciembre 2018 5 comentarios 602 vistas
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orientados

Orientados y gobernados

por Alina Bárbara López Hernández 25 octubre 2018
escrito por Alina Bárbara López Hernández

En las constantes apelaciones de la dirigencia cubana al pueblo se transmite la impresión de que es este quien no logra realizar las acciones cuasi épicas que se le demandan: cambiar de mentalidad, rescatar valores, ahorrar, ser eficiente y productivo, combatir las ilegalidades…; cuando en verdad son factores como: estructuras obsoletas, crecimiento de la pobreza, experimentos incompletos y extrema lentitud al cambio, entre otros, los que obstaculizan el desarrollo económico de nuestro país.

Entre los problemas estructurales más graves que tiene Cuba puede citarse el excesivo aparato de dirección de que dispone, el cual, dados los resultados a lo largo de décadas, pudiera considerarse inoperante. El actual Partido Comunista de Cuba (PCC) se fundó el 3 de octubre de 1965, con una estructura similar a la del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS):

  • Congreso: según sus estatutos es el organismo supremo del Partido. Define y ofrece las orientaciones políticas y de su actividad en general.
  • Comité Central: organismo superior del Partido entre congresos. Se encarga de aplicar las resoluciones, políticas y programas aprobados por el Congreso.
  • Buró Político: órgano de dirección superior del PCC y máxima instancia ideológica del país. Propone al Consejo de Estado las acciones políticas que deben ejecutar en materia de disposiciones legales y nombramientos.
  • Secretariado del Comité Central del Partido: auxilia al Buró Político en el trabajo con sus cuadros y militantes.

El PCC asumió una estructura territorial que se adaptó a la organización político-administrativa del país. En las provincias su máximo órgano es el Comité Provincial, dirigido por el Buró Provincial. En los municipios lo es el Comité Municipal. Esto también era una práctica en la antigua URSS, con la diferencia de que en aquel país de gran extensión, enormes recursos y que era una federación de 15 repúblicas, podía justificarse ese enorme aparato distribuido de manera uniforme, condición muy diferente a la de Cuba.

En 1959 existían en la Isla seis provincias y 126 municipios. Estas cifras se incrementaron sostenidamente hasta el punto que, en 1975, llegó a tener 407 municipios y 58 regionales (eslabón administrativo entre municipios y provincias), aunque mantuvo en 6 el número de provincias.

Durante los primeros 16 años se gobernó de modo provisional, y en ocasiones se mezclaban las funciones políticas y administrativas. En 1976 termina la provisionalidad, pues se crea el Poder Popular, encabezado por una Asamblea Nacional, y se aprueba una nueva Constitución, que en su artículo 5 dejaría establecido al PCC como “la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”. Ese mismo año se dicta la Ley 1304, que determinó una nueva división político-administrativa en 14 provincias y 169 municipios (en 2011 aumentó a 15 provincias).

A partir de 1976, desde el nivel nacional, pasando por las provincias y finalizando en los municipios, extendieron sus redes dos instancias de dirección, una política y otra gubernamental. Para diferenciarlas se haría un eslogan la frase: “el Partido no gobierna, solo orienta y dirige”. En la práctica, cada una de esas instancias generaría un enorme aparato burocrático con gran consumo de recursos y empleo de personas.

Esto hace que el Estado deba asumir al Partido no solo como una fuerza superior que lo orienta, sino como un gravamen económico sobre sus espaldas, pues ¿quién sino el Estado con sus recursos, dígase nuestros, sostiene al enorme aparato político que es el PCC?

Muchas estructuras partidistas deberían ser racionalizadas. Si el Buró Político del PCC es la máxima instancia ideológica del país, podría simplificar la descomunal presencia de la organización en cada provincia y municipio y concentrarla en una oficina que radicara en las propias instancias de los gobiernos provinciales y municipales, cuya función sería supervisar y orientar directamente y servir de intermediaria con la instancia nacional, que sí se mantendría independiente del gobierno.

Otro modo en que el Partido podría aportar al ahorro al que constantemente  nos exhorta sería reduciendo su estructura interna a nivel nacional. La única vez que lo intentó fue en 1991, en el IV Congreso del PCC. A este Congreso correspondió el análisis del período especial y las medidas implementadas por el proceso de rectificación, una de ellas fue la eliminación del Secretariado del Comité Central. Poco duró esta decisión, en el año 2006 ese órgano fue restablecido, y dos años después, en 2008, fueron creadas las Comisiones Permanentes del Comité Central, entidades que agrupan a los departamentos del Comité Central y cuyos máximos responsables son los integrantes del secretariado.

En la práctica, los dirigentes del Secretariado y de los departamentos constituyen un aparato político paralelo al Gobierno de la nación, que intervienen en el desarrollo y control de las políticas de los organismos de la administración central del Estado y de los gobiernos provinciales y municipales.

Un país empobrecido como el nuestro, cuya economía prácticamente no crece desde hace casi una década no puede mantener tal derroche de recursos materiales y humanos al sostener dos formas de dirección, una que orienta y otra que gobierna.

Es justo que se solicite de la ciudadanía un aporte constante en los destinos del país, pero igualmente los ciudadanos tenemos el derecho de cuestionar la excesiva burocracia política que, junto a la administrativa, ahoga las finanzas de la nación y no permite su despegue. El cambio de mentalidad nos compete a todos, el ahorro y la eficiencia también.

25 octubre 2018 60 comentarios 450 vistas
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legalidad

Retos de la legalidad y la justicia

por Daniel Rafuls Pineda 13 octubre 2018
escrito por Daniel Rafuls Pineda

Para entender la complejidad de este asunto y la necesidad real de crear un Tribunal de Garantías Constitucionales y Sociales en Cuba, independiente del TSP, que, además de controlar la constitucionalidad de las nuevas leyes o decretos-leyes que se emitan, se dedique a comprobar cómo las instituciones del Estado (incluyendo los órganos judiciales), a los distintos niveles, cumplen las normas establecidas para garantizar los derechos ciudadanos, basta recurrir a las siguientes dos pruebas[1]:

  • Caso de Carlos Martínez Sullivan (C.M.S.):

A principios de 2002, C.M.S. fue acusado por delito de “robo con violencia”, por supuestamente arrebatarle un anillo de oro a una menor de edad. Pero a pesar de la gestión de su abogada y de las decenas de cartas de la Familia, del núcleo zonal, el CDR y del delegado de circunscripción (tras profunda investigación barrial), al Partido Municipal y Provincial, a la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos de la ANPP y al Presidente de la ANPP (LA MAYORÍA DE LAS CUALES NO BRINDÓ RESPUESTAS O DIO PARCAS RESPUESTAS), donde se denunció las irregularidades técnicas del caso, así como las características de la supuesta víctima y su modus operandi, el TPP emitió su Sentencia No. 454, del 23 de agosto de 2002, donde declaró culpable a C. M. S. y lo condenó a 7 años de privación de libertad. Esto fue ratificado por la Sentencia No. 5310 del 24 de diciembre de 2002, del TSP, que declaró: “sin lugar” el recurso de Casación interpuesto, por C.M.S, contra demanda No. 454 del TSP.

Luego de la solicitud de Revisión ante TSP, por parte de la familia, y tras cumplir un (1) año de privación de libertad, de los siete (7) a que fue condenado, C.M.S. fue liberado. PERO NADIE LO REIVINDICÓ NI LE PIDIÓ DISCULPAS, TAMPOCO LE PAGARON SU SALARIO DE UN AÑO POR HABER ESTADO, INJUSTAMENTE, EN PRISIÓN. Solo los vecinos de su comunidad, mediante acto público, le dieron la bienvenida.

  • Caso del matrimonio Vladimir Rafuls y Dianelis Felipe

En el año 2015, la Dirección Provincial de la Vivienda (DPV), por indicaciones de la Fiscalía Provincial (FP), emitió la Resolución No.1252, para anular el Derecho Perpetuo de Superficie otorgado a esta familia (por la Dirección Municipal de la Vivienda, como autorizo de la construcción de su casa, en el área de Peñas Altas, Playas del Este), por supuestamente violar el Acuerdo No. 3499/ 1999, del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, que prohibía la construcción de viviendas en “zonas de alto interés para el turismo”.

A pesar de la demanda establecida (profundamente argumentada) por la abogada del caso (ante el Tribunal Provincial Popular y el Tribunal Supremo Popular en Recurso de Casación y Revisión), contra la Resolución emitida por la DPV, y de las decenas y repetidas cartas de la familia (tras profunda investigación), al Tribunal Supremo Popular, la Fiscalía General de la República, el Consejo de Estado, la Asamblea Nacional de Poder Popular, el Partido Provincial y el Comité Central (sin respuestas o con respuestas demoradas y poco profundas por la mayoría de las instituciones), donde denunciaba los malos procedimientos seguidos, así como la omisión y manipulación de importantes legislaciones cubanas, para declarar “ocupantes ilegales” a la familia Rafuls-Felipe, el TPP de la Habana emitió su Sentencia No.207/ julio/ 2016 declarando “sin lugar” la demanda de la familia, lo que fue ratificado por el TSP, mediante Sentencia No. 1142/ Dic/ 2016.

Estas resoluciones de la Fiscalía y sentencias de los Tribunales de Justicia, sin embargo, que, junto a sus respuestas a las cartas de la familia, mostraban la conformidad de esas instituciones con los procedimientos utilizados y con el empleo dado a las leyes cubanas, soslayaban que:

1-El Acuerdo No. 3499/ 1999 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, además de no haber estado físicamente en el expediente judicial del caso (lo que formalmente viola los procedimientos), no prohibía la construcción de viviendas, por esfuerzo propio, en “zonas de alto interés para el turismo”, lo que entonces estaba avalado por la Ley Gral de la Vivienda, No.65 de 23 de diciembre de 1988.

2-Como consecuencia del propio Acuerdo No. 3499, y tras indicación concreta (en 2001) de la Dirección Provincial de Planificación Física, la Asamblea Municipal del Poder Popular de Habana del Este aprobó el 3 de Octubre de 2004, mediante Acuerdo XI-119, ocho (8) Zonas de interés turística “Playas del Este”[2], ninguna de las cuales era Peñas Altas.

3-Ningún órgano o instancia judicial debió haber vinculado el art. 109 de la Ley Gral de las Vivienda y el referido Acuerdo 3499, con la Resolución Conjunta MINTUR-Instituto Nacional de la Vivienda/ junio/ 2012, como ejemplo de “violación de los procedimientos establecidos”, primero porque esta última regulación no tiene carácter retroactivo y, sobre todo, porque no tiene que ver con la construcción de casas `por esfuerzo propio. Se limita, solo, a los procesos de rehabilitación, división, ampliación o remodelación de viviendas.

4-Ningún órgano o instancia judicial debió haber resaltado el Acuerdo S/N del MININT y el Comité Ejecutivo del Poder Popular de Ciudad de la Habana/ mayo/ 1982, para acreditar la supuesta violación, porque de lo que trata el enunciado Acuerdo es de la asignación de viviendas ya construidas a particulares, no de inmuebles construidos por esfuerzo propio con la anuencia del Estado.

5-De acuerdo al apartado No.2 del art. 666 de la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo, Laboral y Económico, “las consecuencias lesivas de una resolución administrativa”, deben ser declaradas “dentro del plazo de tres meses a contar de la fecha en que hubiese sido dictada”, lo que invalida la acción de la FP y de la DPV 15 años después de cometida la supuesta violación.

6- En correspondencia con el apartado No.1 del Art. 122, del Decreto-Ley No. 322/ 2014 que, en su Disposición Final Sexta, anula disposiciones legales anteriores (incluyendo la que haya podido establecer el Decreto-Ley 233/ 2003 que justificó la competencia de la DPV para tomar determinadas decisiones), las reclamaciones de los derechos de propiedad de la vivienda y los litigios en torno a esta, “son competencia de las Direcciones Municipales de la Vivienda”, no de la DPV.

Estos dos ejemplos muestran la necesidad en Cuba de un Tribunal de Garantías Constitucionales y Sociales.

Así, en medio de casos muy complejos como estos, denunciados por malos procedimientos y violaciones de la legalidad (no siempre reconocidos de manera oficial por parte de las referidas instituciones judiciales), que ilustran la barrera que existe entre resoluciones y sentencias emitidas, respectivamente, por la Fiscalía y los Tribunales de justicia, y la casi nula posibilidad de establecer un control popular real sobre estas para enmendarlas, es evidente que, en menesteres de justicia y legalidad, tampoco se puede ser juez y parte. Es una de las reglas de lo que debe ser un verdadero “Estado de Derecho”, máxime dentro de los marcos de un proceso en construcción del socialismo.

En todo este contexto, donde los cubanos discutimos sobre una nueva Constitución y coexistimos con otras experiencias de gobierno (muchas de las cuales ni siquiera son de izquierda) que han creado las llamadas “Defensorías del Pueblo”, independientes de los tribunales, o los “Tribunales Constitucionales”, para fortalecer la legalidad y la justicia, no parece coherente que solo los Tribunales de Justicia y la Fiscalía General de la República, o la Comisión Permanente de Trabajo de Asuntos Constitucionales y Jurídicos de la ANPP, tengan la prerrogativa de determinar, respectivamente, que es justo o injusto, que es legal o ilegal y qué constitucional o no. Sigamos confiando en el pueblo. Démosle más poder. Será otra manera de contribuir al fortalecimiento de los acuerdos de nuestro máximo órgano de poder del Estado, en sus sesiones de diciembre de 2017, cuando destacó “La necesidad de continuar trabajando por imprimir mayor calidad” al trabajo de la Fiscalía General de la República y del Tribunal Supremo Popular.

[1]Por su envergadura, pueden ser asumidas como pruebas, más que simples evidencias, porque son resultado de dos investigadas realizadas por este autor, y contrastadas con las legislaciones cubanas, durante los últimos 18 años.

[2]Ver art. 247, de documento citado de la referida Asamblea Municipal. Allí se establece que: “A los efectos de estas regulaciones urbanísticas, zona de interés turísticas “Playas del Este” quedará dividida en los sectores No.1 Villa Bacuranao, No.2 Litoral Celimar, No.3 Celimar, No.4 Base de Campismo, antigua Celimarina, No.5 Tarará, No.6 Mégano-Sta María- Sta María Loma, No.7 Boca Ciega- Guanabo y No.8 Playa Veneciana-Brisas del Mar.

13 octubre 2018 20 comentarios 593 vistas
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universidad

¿Para quién es la universidad?

por Consejo Editorial 21 abril 2017
escrito por Consejo Editorial

Los sucesos de la suspensión de una estudiante y una profesora de la Universidad Central de Las Villas han puesto a dicha institución en el centro de la atención mediática. Como sucede en la inmensa mayoría de los casos, se ejerce la opinión sin tomarse el tiempo para indagar acerca de las causas de una u otra decisión.

Cada cual parte de sus elementos a priori respectivos y defiende los principios de que parte. Yo no puedo hacer mucho más, puesto que la información es poca, pero creo necesario intervenir ya que la avalancha adquiere apariencia de bombardeo y se requiere mirar también desde otros ángulos.

Para expresar mi opinión sobre el asunto, expongo mis elementos a priori:

1) no me agrada reprimir a nadie por sus ideas

2) aprendí a distinguir hace tiempo cuándo se trata de ideas y cuándo de política

3) en la lucha dispareja a nivel internacional, la idea burguesa lleva ventaja porque el liberalismo sigue siendo dominante

4) para colmo, no le basta esa ventaja ideológica y la pretende subversivamente cuando siente que la va perdiendo

5) para remontar esa ventaja y la acción subversiva, la idea contraria no puede caer en la ingenuidad del “derecho a la libre expresión”

6) la lógica burocrática sigue siendo torpe para plantear sus argumentos y no resulta creíble.

Mi época de juventud coincidió con la “perestroika” (reestructuración) soviética; yo estudié en la URSS y regresé imbuido de aquellas ideas que representaban para mí y para muchos la rectificación de un rumbo en extremo impopular, de desconexión de una dirigencia burocrática respecto del pueblo, de superación de la indolencia en el trabajo, de la mentira como norma informativa; en resumen, veíamos en la “perestroika” la esperanza de que el socialismo tomara fuerza y lograra superar definitivamente al capitalismo como régimen verdaderamente humano.

La “perestroika” tuvo su política ideológica en la “glásnost” (transparencia) y por la “glásnost” me formé en la idea de que el comunista debía ser transparente en sus acciones: si no quieres que te censuren, no hagas nada censurable; la transparencia debía regir la política informativa, la política cultural, la vida del partido, en fin, la vida en la sociedad.

Por eso conozco la libertad de pensamiento y la defiendo con todas mis fuerzas. De regreso a Cuba encontré frenos en varias instancias que no pensaban como yo; fui apartado de la vida política por unos años, sin llegar a conocer una represión abierta, pero sé lo que es el aislamiento por tener ideas diferentes.

Por eso no es de mi agrado si alguien sufre por una razón análoga. A la estudiante separada de su carrera no la llegué a conocer; a la profesora, sí, fue mi alumna hace algunos años y siempre tuve buena opinión de ella, de su educación esmerada, de su inteligencia.

Sabía de sus ideas religiosas, pero hace ya rato que en este país no es un problema la profesión de fe. Como la nota fue demasiado parca en detalles, no sé si algo de eso tuvo que ver con la decisión. Por lo pronto, mi opinión no puede más que apoyarse en lo poco que he leído en los mensajes que he recibido de amigos que han tenido acceso a la red.

Con el tiempo y madurando pude convencerme de una las cuestiones básicas para comprender la política y la ideología: una cosa son las ideas y otra la acción política. Retrospectivamente comprendí que mis ideas de la época “perestroika” eran puras ideas liberales y que la Revolución se trataba de otra cosa. Las ideas liberales son las que dan vida al sistema burgués.

Tienen, además, un efecto de encantamiento sobre las mentes jóvenes y no tan jóvenes, pues el punto de mira del liberalismo es el individuo. Cada individuo se siente halagado por las bondades que proclama el liberalismo: libertad para pensar, hacer, y sobre todo, poseer. Libertad de empresa, de palabra, de prensa, de asociación. ¿Quién estaría en contra de un régimen tal? La cuestión comienza a enredarse cuando se plantea a nivel social y no individual: ¿se les garantiza a todos por igual esas libertades?

El liberal ni se hace esa pregunta, y si se la hace trata de autoengañarse, pues la respuesta será negativa y él prefiriera saber que el régimen que le da tanto placer, también lo causa a todos los demás. No hago más que describir la forma en que pensaba yo en aquel tiempo en que fui liberal sin saberlo. Maduré con el estudio y la investigación; todavía lo hago.

En medio de estas lides y analizando las mías propias, fue que comprendí que cada cual tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión, pero a la vez tiene una responsabilidad política, tiene obligaciones con una masa de gente o con un grupo de personas que pueden ser cautivadas por el verbo de alguien que no precisamente tenga la razón.

Y aquí está también la historia de la demagogia que desde los tiempos de los sofistas era un fenómeno bien localizado y no ha dejado de existir, a pesar de la beligerancia con que la han tratado las más destacadas corrientes filosóficas. Por eso se acostumbra a distinguir entre la idea y la acción política. Nadie tiene derecho a castigar una idea, sería estúpido y no se lograría otra cosa que la doble moral tan extendida.

Pero sí existe el derecho de castigar una acción política contraria al régimen establecido, que intente cambiar las bases en que se sustente dicho régimen. En el ejercicio de ese derecho es que se pueden acometer acciones que si no se argumentan adecuadamente, tienden a confundirse con la represión por motivos de conciencia.

La separación de una estudiante o una profesora de una Universidad cubana es un hecho que debe estar contemplado en un reglamento y discutir su procedencia o no, se puede hacer sobre la base del derecho que le asiste a quien decide de hacer cumplir ese reglamento. Y no creo que hacer política dentro de las universidades cubanas en contra del sistema establecido en el país, sea algo que algún reglamento acepte.

Cuando digo que en el plano internacional aún prevalece la idea burguesa con mucha ventaja por sobre la comunista, no estoy diciendo nada que no se entienda. Hubo un tiempo en que no era tan clara esta ventaja. Mi generación se crió sin que nos visitara la peregrina idea de tener que estudiar para montar un negocio y con ello ganarnos la vida, no lo hacían así los soviéticos con quienes estudié, ni los checos ni los alemanes orientales.

En nuestros países la propiedad privada estaba limitada y las ideas relacionadas con ella también. La vida, en cambio, estaba garantizada; los lujos, no. Hoy ha cambiado algo el panorama ideológico, y vemos con qué esfuerzo se tienen que abrir paso entre los jóvenes ideas que promuevan soluciones colectivas, trabajo voluntario, internacionalismo no remunerado y otras de aquella índole.

Con facilidad se encuentran hoy ideas que antes se habían desterrado y nuestras universidades albergan estudiantes con pretensiones distintas a las de años atrás. Si la Universidad ha tenido que adaptarse a la forma que va tomando el país, con la permisividad de formas de propiedad que no son únicamente la forma socialista y mucho menos estatal, es perfectamente lógico que se toleren las ideas que defiendan la propiedad privada y lo que de ello se deriva.

Pero de ahí a tolerar la acción política, la militancia en organizaciones que tengan por objetivo cambiar el régimen de propiedad y el régimen político del país es ya otra cosa.

Por otro lado, está la subversión, que, como siempre ocurre, de tanto mencionarse tiende a convertirse en el famoso cuento de “ahí viene el lobo”; llega a aburrir tanto discurso sin una experiencia real en nuestro medio.  Pero ahí están los casos de la USAID y otros que se conocen públicamente. Subversión es invertir fondos para crear situaciones políticas inmanejables por las autoridades, es aprovechar situaciones difíciles de escasez material, que de por sí fomentan descontentos en las masas, para canalizarlas políticamente.

Eso es real, y eso lo hace el gobierno de una potencia que ha presentado y mantiene un aval de enemiga, habiendo alentado la agresión y manteniendo un bloqueo contra el país. Eso es así con el gobierno “malo” y con el gobierno “bueno”, pues ese gobierno “bueno” capitalizó las simpatías de un pueblo harto ya de una política de hostilidad y que está presto a celebrar como su héroe a quien levante el bloqueo y elimine las tensiones políticas en pos de una verdadera normalización de las relaciones entre dos pueblos que no tienen hasta hoy ni rastro de odio entre ellos.

La subversión existe y es real; la he sentido en carne y mente propia y en la mi familia, cuando recibía la propaganda de la programación radial que entraba libremente a mi casa a través de un sinfín de emisoras transmitiendo desde Miami. En mi radio entraban La Cubanísima, Radio Fe, La Voz del CID (Cuba Independiente y Democrática) y, por último, Radio Martí.

Mi familia, educada en los valores individualistas de un sistema mercantil, aún sin ser burgueses ni pequeñoburgueses, sin tener la más mínima propiedad, aceptaba de buen grado la crítica que desde allá se le hacía al régimen de propiedad social, a la democracia socialista, a la ideología marxista, se oían con beneplácito esas emisoras.

El punto de divorcio de mi familia con aquellas transmisiones fue el caso Elián; la grosera manipulación política con el niño desde las emisoras de Miami hizo que se destapara el cinismo de aquella propaganda. Yo, desde mi convicción comunista, cedía por momentos a las ideas liberales y aceptaba que el socialismo había fracasado porque no contaba con las riquezas que mostraba el capitalismo, porque no se podía votar directamente por el Presidente de tu país, porque no había pluripartidismo; en fin, el socialismo había fracasado porque no había podido “construir” el capitalismo.

Conozco de la experiencia de la subversión y supe superarla por mi propia cuenta. Sé que otros pueden tomar otro camino y no son más que víctimas de esas cuantiosas inversiones, y ellos lo saben. Incluso cuando se interesan más que nada por la conectividad a Internet, por encima de otras vitales necesidades más apremiantes.

Hegemonía liberal por un lado y subversión por el otro: la tiene bien difícil la idea socialista si no sabe defenderse con todas las que le permite la ley. No es costumbre por estos tiempos una noticia como la que nos sorprendió la semana pasada. Primero porque se han democratizado y diversificado las vías de acceso a la Universidad cubana.

En mis tiempos habían carreras como las de Filosofía, Psicología, la misma de Periodismo y otras que tuviesen que ver con el trabajo ideológico, con muy marcadas condiciones de ingreso que impedían que pudiese entrar a estudiar alguien que estuviese al margen de la Revolución.

Además, la libre circulación de ideas en la sociedad ha hecho que se tome como un hecho normal la diversidad ideológica de la Universidad, que ha llevado a excepciones las expulsiones por razones políticas. Pero la Universidad cubana no es una universidad burguesa que tiene otros mecanismos de control menos evidentes que la universidad revolucionaria.

La universidad revolucionaria no tiene otro recurso que hablar claro del tema clasista, de los intereses que se traza la Revolución con el desarrollo amplísimo de la educación superior. Y esos intereses no son los de una minoría, esos intereses son los de toda la sociedad, los de desarrollar la potencialidad de un país interesado en resolver los problemas para todos y no solo para la minoría que va concentrando la propiedad y teniendo solvencia económica.

Si esa Revolución no defiende el régimen socialista con todos los medios a su alcance, si esa Revolución no se ocupa de formar especialistas comprometidos con un régimen social que le dé garantías a toda la población, si le llega a ser indiferente el tipo de profesional que esté formando, esa Universidad no tiene diferencia alguna con la del capitalismo y comenzará a dictar las condiciones de ingreso y egreso el capital que puedan aportar los propietarios y no el trabajo de los proletarios.

Son cosas difíciles de entender si no se toman los principios por base para el análisis. Que yo sepa, el lema que nos enseñó Fidel en el fragor del proceso que se bautizó con el nombre de “profundización de la conciencia revolucionaria”, en el curso 1979-1980: “La Universidad es para los revolucionarios”, por encima de su apariencia discriminatoria, guarda vigencia y está orientado a impedir que se establezca la verdadera discriminación social, racial, de género.

Ese lema no es excluyente para los que no son revolucionarios, nunca lo ha sido; pero sí pone en su lugar al contrarrevolucionario, que también puede ingresar a la universidad, estudiar en ella, pero respetando sus proyecciones revolucionarias. Ese lema simplemente sienta las bases de la hegemonía revolucionaria en la Universidad como una de las conquistas históricas de la Revolución.

Si se quiere un país con futuro, hay que garantizar la formación de los especialistas que dirigirán los procesos sociales y técnicos al nivel que requiere la civilización.

Por eso, en la Universidad revolucionaria no puede estar ningún principio por encima de este. El derecho a la libre expresión, por el que luchan tantos en el mundo, está incluido en él pero no es su esencia, y no puede estar por encima del derecho de la Revolución a defenderse.

El principio de que en la Universidad la hegemonía esté del lado de la Revolución es el amplio campo donde caben todos los demás y la forma en que estudiantes y autoridades decidan defenderlo depende ya de la forma histórica en que se presente la confrontación política con las fuerzas que no son revolucionarias o son francamente contrarrevolucionarias.

Disidentes somos muchos. Lo dije en pleno teatro hace unas semanas en México cuando me preguntaron sobre la disidencia. Disiento a diario sobre muchas medidas, sobre políticas enteras de mi país, sobre procesos que van en marcha. Probablemente las jóvenes afectadas tienen más de cuatro razones para las críticas que hacen, porque no es secreto para nadie que problemas tenemos demasiados y personas que los promueven sin resolverlos son muchos.

Pero la cuestión radica en el espíritu con que se realice la crítica; unos la hacen para construir una solución, otros para destruir el sistema. Y aquí es que entra la política de lleno. Quien lo que pretende es destruir el sistema no va a entender de soluciones, ni va a llegar a acuerdo con nadie. No va a parar hasta que no vea la situación desestabilizada.

No sé si sean los casos de Karla y de Dalila; no conocí a la primera y no me imagino a la segunda en esas posiciones, pero igual las personas pueden sorprender en circunstancias determinadas. Solo apunto cuestiones generales ante criterios igualmente generales que expresan otras personas.

Las medidas tomadas en un caso por la FEU y en el otro por la dirección de la Universidad, me han sorprendido lejos de la Universidad y no dispongo de todos los elementos para formarme opinión sólida.

Sí tengo referencias del tipo de organización en que están involucradas y no me parece que sean de las que pueden convivir con una sociedad socialista. Otros que sepan más que yo pueden dar los detalles; yo me limito a sospechar que sus razones habrán tenido los que decidieron tomar esas medidas que nunca son agradables.

Por lo que se refiere a la forma de comunicar una decisión, si voy a ser totalmente sincero, debo decir que una vez más deja mucho que desear esa lógica propia de la burocracia, que parece decir todo con miedo y escondiendo los argumentos. Si es una razón policial lo que impide hablar abiertamente, era mejor haber esperado al momento en que completada la operación, se pudiera explicar todo de la manera adecuada.

He leído reacciones en blogs que simplemente parten de aquella situación histórica que vivimos en los setenta, de franca represión a ideas divergentes. No se conocían ahora las razones, lo que no fue óbice para lanzar campañas de solidaridad con las afectadas.

Y sí, estoy de acuerdo que en las actuales circunstancias el regreso a las políticas de los setenta es posible, y no es de desear de nuevo un ambiente de permanente sospecha y cuestionamiento por cosas triviales que no marcaban realmente posiciones políticas. Es necesario dejar bien claro la connotación política y no simplemente ideológica de la medida. El no decir claramente las cosas es lo que más daño hace a la posición revolucionaria.

Debe quedar claro el hecho, no la idea, por la cual se tomaron las medidas en los casos correspondientes. ¿Por qué hablar en general si debe haber cosas concretas que decir? Hay que llegar hasta el final en materia de información, pues así se formará mejor la nueva generación, conociendo concretamente la forma de actuar de la subversión.

Si la información no está clara, la credibilidad se afecta y la batalla política se pierde. Con la verdad, adelante, y así sabremos cuánta masa de estudiantes y profesores está realmente consciente de este momento histórico. Es mi opinión

21 abril 2017 110 comentarios 542 vistas
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ante

Ante la historia

por Consejo Editorial 5 septiembre 2016
escrito por Consejo Editorial

Este es el momento gramsciano que nos ha llegado a los cubanos, en el que hay cosas que están muriendo pero no acaban de morir y hay otras que están naciendo pero no terminan de nacer. Y en el debemos cuidarnos de los monstruos que pueden surgir.

El tema de los medios de comunicación ha sido tal vez el primero del ámbito nacional que ha llegado el más crítico estadio de ese trayecto.

Todos o casi todos estamos convencidos que la comunicación no puede seguir siendo manejada en la Cuba revolucionaria de la forma en que ha sido hasta ahora. Lo saben los periodistas, lo sabe el público, lo sabemos los socialistas, lo sabe la contrarrevolución y lo sabe el PCC. Que la forma actual de control sobre la información está comenzando a vivir sus últimos estertores.

Pero lo que no sabemos es cómo puede existir un esquema de comunicación pública distinto en un país socialista, que responda a los intereses de la Revolución Cubana y especialmente al poder revolucionario.

Elementos como la censura, la publicidad, la exclusiva propiedad estatal o la participación privada, la diferencia informativa entre medios estatales más y menos masivos, así como entre la prensa digital o impresa, están sobre la mesa.

Esta situación no es algo que nos haya surgido de este 2016, ni siquiera de la memoria vivencial que tengamos la mayoría de los que participamos en ella. El manejo de la información por la Revolución se remonta a la década del 60 cuando luego de una polarización ante ella de los periódicos de derecha y los pertenecientes a organizaciones revolucionarias. Los primeros desaparecieron, así como varios de los segundos y solo quedaron Hoy del Partido Socialista Popular y Revolución del Movimiento 26 de Julio. Finalmente ambos fueron fusionados en un solo diario: Granma, como órgano oficial del Partido Comunista de Cuba.

El argumento era que ambas organizaciones tenían supuestamente iguales intereses e iguales ideales, lo cual era en gran medida falso. Pero en aras de la unidad política y el ahorro de papel ese fue el resultado. Aquellas aguas trajeron estos lodos. Nadie se baña dos veces en las mismas aguas pero es en el mismo río en el que nos seguimos bañando.

La realidad de los años que ya son décadas, ha demostrado que las diferentes mentalidades y visiones dentro de una revolución no pueden convivir dentro de un solo sistema de información. Inevitablemente este va a estar dominado por la tendencia más empoderada y agresiva.

La idea de que un país en revolución para su funcionamiento ciudadano y revolucionario, solo necesita una voz, sigue afectándonos.

Nuevos elementos han entrado en el tablero, pues producto de la institucionalización y evolución de la Revolución, ha surgido por un lado una estructura partidista formada por cuadros de distintos niveles que no desean que exista una prensa que critique su funcionamiento político y por otro una tecnocracia administrativa a la que tampoco le conviene que esa prensa cuestione su manejo económico, su eficiencia para manejar los servicios y propiedades estatales y especialmente que devele su corrupción.

En la práctica estos dos nuevos elementos, producto lógico de una Revolución en el poder y un sistema de propiedad estatal avanzado en el tiempo, se complementan y cierran filas. Sus propias ramificaciones dentro del mismo sistema de comunicación estatal hacen que no les falten voces defensoras, acompañadas de la manipulación de nuestras coyunturas políticas y de manidos conceptos de lo que es y no es ¨revolucionario¨. Esas voces ante la transición gramsciana, viven una situación maquiavélica en la que no saben lo que pueden ganar con nuevas condiciones pero si saben lo que pueden perder.

Los periodistas de la Cuba del 2016 tienen todos los ingredientes para vivir los tres días en la Biblioteca Nacional que vivieron los escritores en 1961. Su polémica tiene lo mismo de rencillas grupales y ojerizas personales que tuvo aquella.

Tiene también el mismo ingrediente, el principal , ese que fue mencionado en las ¨Palabras…¨ y que fue dejado como secundario cuando no lo era, para regodearse del mucho más trágico, morboso y contrarrevolucionariamente explotable: ¨Dentro de la Revolución todo, fuera la revolución nada¨

Ese ingrediente principal es el dilema de qué papel va a jugar cada cual ante la Historia. Y no ante una historia cualquiera, si no ante la historia de la Revolución. En la cual el único papel digno dentro de ella no es el maquiavélico, si no el verdaderamente revolucionario.

Los periodistas que no hacen el periodismo que la Revolución necesita, que Cuba necesita y que los cubanos esperan, porque no es el que les mandan o les permiten, tendrán en la historia el rol que quede impreso sobre el papel y el que quede grabado en los casetes, que es el que recibe el público y no el que quisieran por su criterio, que solo conocen sus allegados.

Un periodista que escribe en dos medios distintos con libertades distintas, uno estatal y otro no, al menos está utilizando ese espacio para decir lo que verdaderamente piensa y le está vedado a decir en uno de ellos. Los que ni siquiera hacen eso están reservándose un papel más triste. Y los que los persiguen uno muchísimo más triste aún.

La verdadera esencia de lo dicho al cierre de aquellos tres días hace ya 55 años fue: ¨Teman a los jueces de la posteridad. Teman a las generaciones futuras que serán las encargadas de decir la última palabra¨.

5 septiembre 2016 49 comentarios 404 vistas
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debate

El debate equivocado

por Consejo Editorial 31 agosto 2016
escrito por Consejo Editorial

Los últimos días han sido una vergüenza. Tanto hemos luchado por alcanzar espacios de pensamiento en el mundo físico y virtual que nos ayuden a construir un país mejor. Ahora que los vamos logrando, lo empleamos en rencillas y ajustes de cuentas ante un público que se polariza o divierte como en el Coliseo romano.

Si el mejor tema de conversación que tenemos los cubanos es la bandera que abraza un deportista o el derecho a publicar una opinión que de por sí es compartida por la mayoría, muy mal andamos. Podemos convertir las redes sociales, la blogosfera y los medios de prensa en una universidad colectiva donde se coincida y discrepe a fuerza de pensamiento. O podemos promover linchamientos mediáticos que no tardarán en llegar al mundo físico.

En lo personal me parece sana una esfera pública donde se discutan abiertamente asuntos de relevancia nacional, mucho mejor que dejarlo a desconocidos que lo hagan tras puertas cerradas. Pero el actual es el debate equivocado. Y lo que estamos viendo ahora es una radiografía de lo que vendrá en los próximos tiempos. Dicho esto, voy a dar mi opinión sobre varios de estos debates descarriados. De una sola vez y sin ganas de seguir en ello:

Tenemos el mismo derecho que cualquiera de irnos a vivir a otra parte y jurar lealtad a otra bandera. Lo que nos hace cubanos va más allá de las leyes y lo que nos hace buenas personas va más allá de las nacionalidades. Conozco compatriotas deleznables y extranjeros sublimes, y por supuesto que viceversa. Nadie deja de ser cubano al competir por otro país, siempre que se siga sintiendo así.

Ahora, cuando un cubano deja por el piso mi bandera y pide otra por encima de ella, el mambí que llevo por dentro se rebela. Y no diría que deja de ser de la isla pero ciertamente no lo es tanto como Mijaín López o cualquiera que bajo otra bandera, siga llevando la nuestra en el corazón.

karina marron

Karina Marrón es de las mejores periodistas de nuestra generación

Karina Marrón habló por muchos en el pleno de la UPEC que nos sentimos orgullosos al leerla. Nunca debieron ser secretas sus palabras porque están respaldadas por el sentido común, ese que todavía es impublicable en ningún periódico o noticiero. La contradicción era de raíz, empezaba por ahí y se extendió como un cáncer de efecto dominó.

No debemos seguir poniendo a nuestros profesionales en la disyuntiva de publicar o silenciar hechos de interés público por secretismos que hasta el presidente ha criticado.

Agradezco que hayan transcrito sus palabras porque sin ellas nunca hubiera comprobado cuán bien Karina representa a los revolucionarios de nuestra generación. Yo hubiera consultado con ella antes de publicarlas, no sé si la ética profesional lo exige o no, pero cuando se habla a camisa quitada a veces omitimos matices y esto puede ser usado por quienes están a la caza de cualquier desliz con potencial de escándalo.

El periodista que distribuyó la información en Holguín cometió ese error inicial de lanzarse aventuradamente a una acción que pronto escapó de su control. Y podemos suponerle mil defectos o virtudes pero no los sabemos así que debemos concentrarnos solo en hacer justicia. ¿La sanción impuesta sobre él es acorde al hecho? En realidad parece más ejemplarizante que justa y debería revisarse seriamente. Pero el mayor perdedor en este asunto es la Unión de Periodistas de Cuba.

Su imagen se ve enturbiada cuando en pleno proceso de reclamación de la medida, uno de sus principales funcionarios se expresa contra el periodista holguinero. Puede ser criticable el hecho de divulgar las palabras de Karina sin su consentimiento pero también son lamentables las palabras de Aixa Hevia, precisamente por su larga trayectoria profesional. La UPEC es una organización no gubernamental que tiene como primer objetivo “defender a los periodistas en el ejercicio legal y ético de su profesión, así como su derecho de acceso a las fuentes“. Y ciertamente dio la impresión de que la UPEC se lanzó con entusiasmo a la expulsión.

ravsberg

Conocí a Ravsverg hace años, desde entonces hemos coincidido y discrepado juntos, pero siempre buscando lo primero y respetando lo segundo

Quizás esto ocurrió al calor de otro debate alrededor del periodista uruguayo Fernando Ravsberg. Lo conozco desde hace 5 años, lo he visitado en su casa y viceversa, lo he entrevistado y viceversa. Hemos discrepado tanto como un periodista extranjero y un militante de la juventud comunista cubana pueden hacerlo. Cuando veo la polémica alrededor de su persona y su trabajo, me parece también que es la discusión equivocada.

Desde que conocí a Fernando lo veo dar informaciones que deberían estar en nuestros periódicos y no las veo. Análisis que deberían salir en televisión con una mirada de izquierda y están ausentes. Iniciativas que deberían venir de nuestras organizaciones y nunca nacieron. Críticas que deberían ser nuestras para mejorarnos, y nunca llegan.

A diferencia de sus detractores no le pido un periodismo militante con nuestra causa porque esa es nuestra función, si no la hacemos bien es culpa nuestra, no suya. Le pido que sea responsable con sus lectores, que no se sume a sembrar el desaliento y la incertidumbre que generan otros medios, que sea profesional con sus colegas, incluso en momentos de tensión.

Si el tiempo que se emplea en criticar a otros se utilizara en mejorar la UPEC y terminar las mediaciones que aquejan a nuestra prensa, estaríamos mucho mejor.

iroel-sanchez

Se puede coincidir o discrepar con Iroel Sánchez pero marginarlo o silenciarlo sería injusto. Es callar la voz de un sector que él representa.

Para nadie es un secreto el debate que desde hace un tiempo viene teniendo lugar entre Iroel Sánchez y Fernando Ravsberg, desde sus respectivas plataformas. Que en ocasiones es productivo porque genera pensamiento y alternativas, en otras solo provoca ofensas y ataques personales. Iroel representa a un sector de Cuba que respeto y me recuerda a mis tíos, que quiero un montón pero discutimos cantidad, porque teniendo los mismos objetivos vemos caminos distintos. Quizás sea la diferencia generacional.

Ravsberg me parece un profesional que escribe lo que piensa con honestidad, no convertirá a nadie en algo que no sea ni mucho menos lo convertiremos a él. Como diría Diego en Fresa y Chocolate, este país sin Iroel y Ravsberg, quizás le faltaría un pedazo. Intentar deslegitimar a uno u otro resulta un intento vano e injusto, es atacar el mensajero cuando esto es un debate en el campo del pensamiento. Más que polemizar sobre proyectos o personas, discutamos sobre las ideas que cada uno propone.

Ojalá el efecto final de todo esto no sea botar el sofá una vez más. Con reuniones de la UPEC a puertas cerradas donde pidan juramento de sangre a los miembros de no comentar lo que ocurre en el recinto. Con una mayor polarización del debate en Internet centrado en las personas que lo sostienen y no en sus ideas concretas. Ojalá esta incipiente Internet cubana no siga tomando la costumbre de generar escaramuzas y crear grupos polarizados que se linchen unos a otros, sino que exista una noción de construcción común utilizando el pensamiento.

Todavía puede imponerse el sentido común y aplicarse una sanción menor al periodista holguinero, Aixa Hevia puede hacer buen periodismo sin que este episodio empañe su carrera profesional, Ravsberg puede seguir informando en su blog y los cubanos pueden ganar medallas que nos enorgullezcan sin importar la bandera que lleve al podio. Podemos dedicarle entonces el tiempo a discutir cuál será el país que viviremos y dejaremos a nuestros hijos. Porque reconozcámoslo, somos mejores que esto.

31 agosto 2016 168 comentarios 1,K vistas
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descalificar

Descalificar vs Debatir

por Consejo Editorial 27 junio 2016
escrito por Consejo Editorial

Les aseguro que me gustaría escribir sobre otra cosa. Utilizar mi tiempo y mis energías en ejercer la crítica hacia el sistema y sus estructuras. Señalar sus males y sugerir corregirlos. En fin a esas cosas que quisiéramos dedicarnos los que nos autodenominamos revolucionarios o al menos tenemos cierta vocación de serlo.

Escribir uno de esos textos neurálgicos y controversiales que tanto gustan a mis amigos.

Pero no puedo hacerlo ahora.

La apertura del debate sobre la Conceptualización del Modelo ha desatado una campaña que se veía venir desde que se anunció ese proceso. Publicación tras publicación, la campaña está dedicada a desestimar y descalificar el debate en Cuba.

Ni siquiera la discusión de ese texto específicamente, si no cualquier posibilidad de existencia real de espacios de debate serios y efectivos en la vida nacional.

Hay que notar que no se trata de un ataque directo al contenido de la Conceptualización, eso podría traerles un efecto boomerang y ser ellos los descalificados. Tampoco se dedican a criticar a ninguno de los puntos de la misma porque no les interesa precisamente entrar en un debate. Eso sería contrario a sus propósitos. Muchísimo menos se les ocurre sugerir lo mas mínimo para agregar o modificar en el texto, ni aunque se trate de lo más radical.

Habría que ver si estarían luego interesados en que se cumpla lo que ahí se diga.

No, su misión en este momento es exactamente esa: Descalificar.

Y por supuesto de esa manera desestimular, desprestigiar y fomentar la incredulidad.

Miren, el dichoso texto y su debate no es perfecto. Mucho menos algo completo o acabado que nos satisfaga a todos. Pero es lo más avanzado que hemos logrado en todos estos años de lo que puede el mejor de los casos, exploración del socialismo.

En él están las herramientas morales y legales para que se corrijan y que no se repitan tantas cosas terribles que hicieron de la Cuba reciente un lugar invivible. Que hicieron que tantos cubanos consideraran el socialismo con un sistema donde se limita por naturaleza la libertad de las personas, se les trata de hacer la vida lo más difícil posible y donde la única solución que se buscaba a los problemas era prohibir.

Nadie puede definirse como socialista o que apoya las ideas socialistas y ni siquiera que no pretende derribar el socialismo en Cuba si al mismo tiempo descalifica ese texto y especialmente si lo hace desde el gesto de ignorarlo.

Y aquí llama la atención una cosa: Son los mismos que siempre se han lamentado de la escasez de foros de debate, de tolerancia, de inclusión; los mismos que no dejan de tener razón cuando dicen que en Cuba hay ciertamente una cantidad de espacios de prensa, de discusión pública y de reflexión pero que son pocos los que están abiertos a tantos temas que afectan a nuestro país y que en los espacios oficiales están censurados. Espacios sin tabúes que ellos mismos han creado con un esfuerzo y dedicación que hay que reconocer.

Como es posible que ahora esos mismos, ante un llamado que todos los cubanos de buena voluntad queremos entender como sincero, sean los que se dediquen a mirar hacia otro lado. Y pretender que los demás miren también.

Porque que yo sepa una de las muestras de inteligencia que con frecuencia exhibe el ser humano y sobretodo en la política, es que cuando le abren una brecha la usa.

¿Entonces qué les pasa? Porque inteligencia tienen y altamente cultivada.

La respuesta es fácil: Intereses.

Porque es difícil ir a un debate sobre cómo mejorar el socialismo, o de cómo lograr un modelo propio de sociedad socialista, para un grupo al que le es incómodo pronunciar la mera palabra. Si acaso cuando la escriben es para defenderse diciendo que si son socialistas y hasta revolucionarios.

La Conceptualización del Modelo busca la consolidación del carácter socialista del sistema social y económico cubano. El mismo está recogido legalmente en el capítulo XV de la actual Constitución de la República. En su lectura se nota que está elaborado por la mejor de las mentalidades políticas que conviven en la dirección del Partido Comunista de Cuba. La más limpia, noble, lúcida y revolucionaria en la práctica.

Si podemos tener hoy en nuestras manos ese texto es porque en algún lugar, a puertas cerradas es cierto, hubo mucho, mucho debate. Y fuerte.

Las trasformaciones visibles en la política del gobierno cubano son producto de pequeños pero múltiples e incesantes empujones que juntos han hecho una presión tremenda. Dados por mucha gente que existe desde dentro de la Revolución y de sus ideas.

Como un ejército de hormigas.

Y entonces a estos cuando les dan un debate, no lo quieren. Mire, les diría yo, si usted no está en un núcleo del PCC o en lo que sea, escriba como ciudadano o como grupo una carta al Primer Secretario y deposítela. Y luego publíquela.

Así, si no le hacen caso, podrá llenarse la boca diciendo que el debate no sirve de nada.

Pero hay gente para todo en Cuba.

Para ellos no es posible.

27 junio 2016 111 comentarios 912 vistas
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