Por: Osmany Sánchez
Mi esposa pensó que estaba loco y hablando solo cuando me escuchó decir un “al fin!!! durante el primer juego del equipo Cuba en el Tercer Clásico Mundial de Béisbol frente al equipo de Brasil. ¿Qué lo motivó? Pues escuchar a Modesto Agüero referirse al jugador del equipo sudamericano Juan Carlos Muñiz como un “cubano formado en la escuela cubana de béisbol que jugó con el equipo de Industriales…”
Hace algunos años durante un juego de voleibol femenino los comentaristas se referían a una cubana que jugaba con Italia por su número, jamás mencionaron su nombre. No he escuchado a alguien que se refiera a ese hecho con un calificativo diferente: todos coinciden en que fue una ridiculez.
Ver a un atleta cubano competir en un campeonato mundial o una olimpiada por un país con más desarrollo que el nuestro en lugar como una derrota debe verse como una victoria pues es un reconocimiento a nuestro sistema deportivo. Por supuesto que me gustaría que se quedaran en Cuba pero si por algún motivo decidieron emigrar, no debemos “borrarlos” de nuestra memoria. Quizás si la prensa cubana lo entrevistara sus declaraciones sean mucho más positivas de lo que pensamos.
Con la cultura hemos visto que funciona diferente. Actores, cantantes, bailarines…aparecen con total normalidad en los espacios televisivos de mayor visibilidad y nos cuentan de los años que estuvieron cumpliendo “compromisos de trabajo” en otro país. Muchos de los que alguna vez “se fueron” ahora regresan, llenan plazas en Cuba y hasta ganan premios en la televisión.
El país está cambiando. Las transformaciones en la política migratoria permiten que artistas, deportistas, médicos y científicos que emigraron, regresen a su país de manera normal. Como primer paso está bien pero debemos ir más allá y si tenemos dudas entonces consultemos al pueblo. Un funcionario puede equivocarse y hacer un mal pensando que está haciendo un bien pero el pueblo en este tipo de decisiones no se equivoca y quien lo dude que revise el proceso de consulta de los lineamientos.
Hace algunas semanas le preguntaron al comisionado nacional de Voleibol si se estaba valorando la posibilidad de que jugadores cubanos que abandonaron el país y juegan en ligas foráneas, vistan de nuevo el uniforme de las cuatro letras. Su respuesta aunque quizás sincera, no me pareció seria. Según sus palabras eso ni siquiera está en discusión pues no se ha recibido alguna solicitud. Si decimos que se puede hacer, estoy seguro de que serán muchas las solicitudes.
Algunos prefieren no ceder y seguir viendo a los que emigraron como traidores o desertores. Creo que en esto se impone un momento de reflexión para preguntarnos si podemos afirmar categóricamente que los que se quedaron y vivieron –y viven- al margen de la ley merecen más que los que se fueron. A los primeros les damos la oportunidad de integrarse a la sociedad y de aportar en la construcción de un país cada día mejor, creo que los segundos merecen ser tenidos en cuenta.
Como este es un tema complejo y se presta a las malas interpretaciones quiero dejar claro que en esto incluyo a TODOS los cubanos emigrados, desde el simple emigrante económico hasta al que como integrante de grupos terroristas haya cometido actos violentos contra su país. A estos últimos no les niego la posibilidad de regresar y enfrentar un juicio con todas las garantías procesales. Si son inocentes no tendrán nada que temer.
Porqué negar a los cubanos la posibilidad de bailar con Celia Cruz o de reír con Trespatines. Esto no constituye un asunto de seguridad nacional o algo así. Ellos y muchos otros artistas cubanos forman parte de la historia de la cultura cubana y marginarlos sería entonces dar espacio a los que tratan de construir una Cuba paralela, detenida en la década de los cincuenta y edulcorada con una imagen de bienestar y prosperidad.
Conozco muchos buenos profesionales que emigraron y lograron encontrar trabajo en su ramo. Es cierto que no será nada fácil convencerlos para que regresen y trabajen en Cuba, aunque sí pueden aportar conocimientos en conferencias e intercambios con científicos y estudiantes cubanos. El objetivo debe ser tratar de que regresen y aporten a su país pero de todas formas, les confieso que no son ellos en los que primero pienso, sino en esa mayoría que se dejó llevar por los cantos de sirena y terminaron trabajando en empleos que aunque muy dignos están por debajo de su calificación.
Permitir que los deportistas de manera ordenada se inserten en ligas profesionales y además de mejorar su economía personal le aporten al estado. Dar espacio a los profesionales que emigraron y que deseen regresar al país. Recuperar el patrimonio cultural de la nación y que algunos han pretendido endosar al “exilio”, son pasos que tenemos que dar para alcanzar un país en el que tengan espacio todos los cubanos.
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