Conversando con Harold Cardenas

Harold Cárdenas conversa  sobre algunas interrogantes esenciales del presente cubano. Es analista político y ha sido fundador y editor de La Joven Cuba. Intenta encontrar el intríngulis de aquellos desafíos que no debemos postergar. La insatisfacción económica, la legitimidad del actual gobierno, la necesaria democracia, y la madurez para unas relaciones estables con Estados Unidos.

1) ¿Cuáles son las dificultades económicas fundamentales en Cuba? ¿Cómo afecta a la sociedad? ¿Cuánto daña la legitimidad social de las autoridades? ¿Crearía ello algún tipo de tensión social? ¿Prevé esto el gobierno?

La historia de dificultades económicas en Cuba es larga y se extiende más allá del período revolucionario. En los últimos 60 años podría destacarse el efecto del embargo estadounidense en la isla y la subordinación del presupuesto nacional a decisores políticos con poca experiencia económica. También las distintas tasas de cambio, una economía mayormente informal, el limitado acceso a divisas extranjeras y la pandemia de los últimos meses, complican la planificación y crecimiento económico en la isla. Pero quizás la mayor causa de frustración social no es el estado de la economía doméstica sino la postergación de las reformas económicas anunciadas hace más de una década.

El optimismo y relativo consenso alcanzado por Raúl Castro en sus primeros años de gobierno ha sido sucedido por un creciente escepticismo hacia la voluntad política para operar cambios profundos en el país. Esta situación de desaliento interno, alimentada por la política de máxima presión a la isla que aplica la administración Trump, tiene pocas posibilidades de provocar un levantamiento civil pero fácilmente puede multiplicar los episodios de confrontación entre sectores de la sociedad civil y la oposición cubana, con el uso de las fuerzas represivas.

Hasta ahora la evidencia indica que el Partido Comunista está delegando en el Ministerio del Interior el manejo de situaciones tensas con la ciudadanía que en décadas pasadas se resolvían por la vía política y el liderazgo del partido, de continuar esta tendencia se dañará aún más la legitimidad de las instituciones cubanas.

2) Las modificaciones que demanda el modelo social cubano requieren una sociedad civil activa. Sin embargo, esta no podría asumir dicho rol sin determinadas reformas previas que la empoderen. ¿Podría gestionar esta sociedad, con efectividad, dicho protagonismo sin acceso al derecho de asociación, a la esfera pública, a las instituciones de poder? ¿Qué concesiones de esta índole podría ofrecerle el gobierno, por iniciativa propia?

Dos factores pueden destacarse en los límites de la sociedad civil cubana: su uso por parte de sucesivas administraciones estadounidenses como herramienta para un cambio de régimen en la isla, y la animadversión gubernamental a todo tipo de organización que no se subordine a sus intereses. Un relajamiento o eliminación de las sanciones a Cuba ayudaría a ese contexto propicio en la relación sociedad civil-Estado, pero es un factor externo que depende de dinámicas internas de otra nación.

Un paso positivo que está en manos del gobierno cubano es crear incentivos para que las organizaciones que hoy operan en la ilegalidad (y la alegalidad) se inserten en la legalidad nacional, busquen formas de sustentabilidad que no estén vinculadas a fondos foráneos con objetivos políticos en Cuba, y participen con plenas garantías en su rol de actores sociales.

Otra señal necesaria que puede servir de incentivo a la sociedad civil y el país en general, es que el gobierno cubano explique su visión sobre cómo funcionaría una paz democrática en Cuba en la ausencia del embargo estadounidense, cómo insertarían a sectores políticos marginados y garantizarían el normal desenvolvimiento de la sociedad civil. La ausencia de incentivos como estos, que están totalmente al alcance de las autoridades cubanas, genera suspicacia y entorpece el diálogo nacional.

3) ¿La actual dinámica de las instituciones del Estado consiguen la relación debida con la sociedad? ¿El modo de ocupar sus cargos públicos (las autoridades) garantiza la debida legitimidad de estos? ¿Posee la ciudadanía instrumentos para convertir la voluntad social en voluntad política del Estado?

Si la base de un estado moderno es la solidez de sus instituciones, Cuba tiene mucho de qué preocuparse. Más allá de los imperativos que genera administrar un país sancionado, en la isla se han mezclado costumbres heredadas del período colonial y la república de inicios del siglo XX, con mecanismos y prácticas importadas de la Unión Soviética, ninguno de los dos es un elogio.

Un país con una herencia autoritaria difícil de admitir socialmente, con rasgos de corrupción y problemas de administración alimentados durante siglos, debe esforzarse mucho en construir instituciones sólidas independientemente del gobierno y la ideología imperante. No ha sido el caso. Los siglos de coloniaje, las décadas de dictadura y gobiernos corruptos (con notables excepciones) seguidas por el modelo de liderazgo carismático de Fidel Castro, impidieron que se aprecie el valor de las instituciones cubanas y se fomente una burocracia competente en el país. Como resultado, tenemos un gobierno donde la rendición de cuentas es algo excepcional y la opinión pública no tiene cómo chequear el trabajo de sus instituciones. La relación funcionario-ciudadano sigue siendo vertical y la legalidad protege más al primero que el segundo.

El electorado cubano también tiene una capacidad muy limitada para imponer su voluntad o sus preferencias respecto a sus gobernantes y la forma de gestionar las instituciones. Cualquier modelo de una Cuba futura debe contemplar no sólo la participación de todos los actores políticos en el país sino una reestructuración profunda de la institucionalidad nacional y su relación con los ciudadanos.

4) Cuba necesita la plena inserción en el “sistema mundo”. Para ello, evidentemente, será fundamental una relación positiva con Estados Unidos. Sin embargo, al parecer las posibilidades para ello correrán sobre la lógica de que Estados Unidos podría estar dispuesto, pero solo en la medida en que la Isla ofrezca realidades de algún modo compatibles con sus intereses y/o visiones. Esto exigiría que Cuba realice grandes transformaciones para que sea realista un arreglo concreto con el vecino del norte. ¿Cuáles serían estos cambios? ¿Cómo actuaría el gobierno cubano ante esto? ¿Qué sería posible al respecto?

Cuba tiene dos opciones básicas en su relación asimétrica con Estados Unidos: aliarse con otra nación que proteja sus intereses o alinearse con Estados Unidos reconociendo su debilidad respecto a la potencia regional. Esto último resulta particularmente difícil para una isla traumatizada por la historia de injerencia e intervención militar norteamericana en sus asuntos domésticos, con un modelo de partido comunista único, con una política exterior forjada en la Guerra Fría con alianzas radicalmente opuestas a Estados Unidos, un exilio presto a recuperar propiedades que hace seis décadas pasaron al patrimonio público y un plan de transición estadounidense que incluye la marginación política del gobierno y el partido actual.

La primera opción ha sido la norma en la relación bilateral, buscando alianzas primero con la Unión Soviética y luego más modestamente con la República Bolivariana de Venezuela, ambas han sido experiencias imperfectas y llenas de riesgos. Estas dos opciones, definidas en la teoría de equilibrio de poder de Stephen Walt como “balancing” and “bandwagoning” respectivamente, no brindan muchas opciones a la isla si la relación bilateral actual mantiene su rumbo. Sin embargo, hay una luz en ese túnel. Independientemente de las preferencias políticas e ideológicas de los decisores cubanos, una relación hostil con Estados Unidos no es sostenible a largo plazo y no beneficia el interés nacional, y esto último también se aplica al país norteño.

Para que Cuba cambie de estrategia y construya una nueva relación con Estados Unidos, son necesarios incentivos y concesiones de ambas partes, evitando posiciones irreconciliables. Exigirle cambios internos a Cuba en un contexto de emergencia sin que Estados Unidos comience a eliminar el sistema de sanciones a la isla, no sólo sería moralmente criticable sino sería interpretado como otra violación a su soberanía nacional.

El primer paso podría ser restablecer el proceso de normalización iniciado por los expresidentes Barack Obama y Raúl Castro, luego avanzar el acercamiento hacia un escenario en el que se elimine el embargo mientras se exigen garantías democráticas sobre la participación política de los ciudadanos y otras deudas que preceden el período revolucionario. Ambos gobiernos pueden explorar zonas de colaboración conjunta, comenzando por el manejo de la pandemia global y luego avanzando hacia convenios que garanticen la prosperidad y estabilidad regional.

En resumen, la construcción de una paz democrática en Cuba es imposible sin el respeto a su soberanía por parte de Estados Unidos y la superación de una mentalidad de Guerra Fría en el liderazgo cubano. Este proceso debe ser simultáneo.

Tomado de: El Poder de las Ideas

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25 comentarios

franklin 29 septiembre 2020 - 8:22 AM
La respuesta a la politica de Obama hacia Cuba, de la Junta Militar y Politica Cubana, petrificados y negados a dar siquiera un paso, los desnuda por si mismo, demuestra hasta el cansancio, quienes son, como piensan y que es lo que estan dispuestos a hacer. Nada nuevo para los que conocemos y sabemos que es este un asunto de voluntad politica, y de la cual no hay el mas minimo interes en realizar los cambios dramaticos y urgentes que exige la sociedad cubana de este ya siglo XXI. Un falso ropaje ideologico, pretende y de hecho lo logra, cubrir con un manto represivo, el dia a dia de los cubanos de a pie, mientras la clase politica difruta de las mieles del poder del capitalismo de estado constituido.
tony antigua. 29 septiembre 2020 - 10:59 AM
La necesaria voluntad política de Cuba precisa de un ambiente propicio. La politica de Obama duró muy poco para dar frutos. Los que defienden que USA siga con una política de agresion que en 60 años no les ha dado mas fruto que el sufrimiento del pueblo de Cuba, lo hacen pensando que el Gobierno de Raul Castro se deberia haber bajado los pantalones ante Obama, aun en vida de Fidel. Denle al deshielo una quinta parte del tiempo que han persistido en la agresion y entonces veremos si Cuba cambia o no.
Nilda Bouzo 29 septiembre 2020 - 9:33 AM
Muy interesantes reflexiones, Harold.
dario45666 29 septiembre 2020 - 10:12 AM
pues sencillamente,no pienso lo mismo que el entrevistado en cuanto a las relaciones Cuba-EEUU.definitivamente pienso que el problema reside mas bien en las relaciones de Gobierno cubano {el mismo hace 62 anos } y el pueblo de cuba.Tener un gobierno que sea representativo del pueblo cubano,avalado por la consulta al soberano,seria un paso incial para recomponer estas relaciones.Dar opciones al pueblo cubano para que el,decida que quiere y confiera legitimitad al gobierno electo.Si el pueblo y gobierno electo por el ,enrumban un destino,quien lo puede impedir ??Claro,siempre quedaran huellas que habran que borrar,pero al menos,seria un magnifico comienzo para comenzar.Con independencia de teorias y escuelas,la verdad es que el gobierno de cuba actualmente no cumple los requisitos para ser interprete de la voluntad popular y por consiguiente,para ser interlocutor creible.Ahi esta el detalle !!! Como diria Cantinflas !!!
Nelson García Valdes 29 septiembre 2020 - 10:15 AM
Sólo una cosa. La guerra fría es un problema mental del liderazgo cubano o es el resultado de la prepotente e injerente política de EU hacía Cuba y el mundo. Con Obama se establecieron relaciones y se veía una luz en el camino hacia la normalización. Pero con el presidente Trump y su mentalidad invasora se apagó la luz.
Franklin 29 septiembre 2020 - 10:54 AM
Y que hicieron para que esa luz se fortaleciera se incrementara, etc. ? Nada, absolutamente nada. La respuesta fue, una paralisis total en todo, manteniendo la confrontacion, aumentando el sentir de plaza citiada, y la verborrea caracteristica.
Giordan Rodríguez Milanes 29 septiembre 2020 - 12:07 PM
Nelson García, en mi opinión -la mía, no sé la de Harold y la del resto del equipo-, es un problema mental de la dirigencia cubana provocado por la presión adicional que significa años y años de enfrentamiento al hostigamiento imperialista, y agudizado por la no superación del referente ideológico soviético. No estoy equiparando con esto a nuestra dirigencia con la agresividad de los gobiernos americanos, ni los estoy subordinando totalmente a la desaparecida ideopolítica soviética.
Alexei 29 septiembre 2020 - 2:54 PM
La desaparecida fue la URSS. La ideopolítica marxista-leninista sigue muy presente, aunque lo que veamos sea una versión adaptada y más pragmática de ella.
Ivette García 30 septiembre 2020 - 9:41 AM
¿Así se simple, un problema mental? La Guerra Fría rigió las relaciones internacionales básicamente desde el fin de la guerra hasta el derrumbe de la URSS, un sistema de ideas e instrumentos de todo tipo para implementarla, basada en la confrontación entre dos sistemas, el capitalismo y el socialismo, que exhibió un mundo polarizado en dos bloques, el capitalista con EEUU al frente, y el socialismo con la URSS. En rigor, acabó con la desintegración de la URSS. Lo que vino luego tiene tanto de GF, que se le ha llamado de diversas maneras, pero todas relacionadas de alguna forma con aquel escenario, porque la confrontación se mantiene, solo que con otros exponentes y otras prioridades del sistema capitalista mundial, es parte la lucha por su hegemonía y la imposición de un pensamiento único que emana de su centro más notable, los EEUU. ¿Cómo es posible que no dejara secuelas la GF si estructuralmente se mantuvo por más de 40 años a escala mundial? Pero ¿¿las confrontaciones entre EEUU y la Unión Europea, o de EEUU con China, o con Rusia, ¿es parte de la GF, es parte de de un estado mental provocado por ella? Cierto que dejó secuelas de todo tipo, incluidas las mentales, pero el mundo de hoy es mucho más complejo que eso. La sociedad cubana, como cualquiera otra, también es algo más complejo que eso. Lo único que le sirve de aquellos rasgos es que hoy es un reducto de aquel escenario, pero su relación conflictiva con los EEUU es parte de la formación de nuestra nacionalidad, fenómeno evidente desde el siglo XIX. Hoy EEUU es el principal obstáculo para que el mundo rebase el estado actual, aunque no precisa ni exclusivamente por la naturaleza de aquella política.Es el principal obstáculo desde el fin de la GF para que se consolide el multipolarismo y el respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos a escala mundial.
Ivette García 30 septiembre 2020 - 9:46 AM
Aclaración a mi comentario anterior, me refería a la segunda guerra mundial que termina en 1945, aunque la política de GF queda formulada en su totalidad dos años después.
Manuel* 29 septiembre 2020 - 12:42 PM
"la construcción de una paz democrática en Cuba es imposible sin el respeto a su soberanía por parte de Estados Unidos" Como tengamos que esperar a que los Estados Unidos respete la soberanía de Cuba para construir una paz democrática, estamos aviados.
Mike Palomino 29 septiembre 2020 - 2:07 PM
O sea, nunca habrá paz democrática en Cuba si la Yuma no respeta vuestra soberanía. Arreglados están ustedes.
Ivette García 30 septiembre 2020 - 9:19 AM
Entiendo que son dos conceptos relacionados aquí pero diferentes: paz y democracia. Coincido en que una paz democrática sin el respeto de EEUU a la soberanía cubana, ciertamente es imposible. Lo cual no impide la democracia en Cuba, aunque siempre sea en una relación hostil, o difícil como sería el mejor escenario para Cuba. EEUU no respeta ni siquiera a la mayoría de sus aliados, así que no vale la pena esperar ni apostar a eso.
Conversando con Harold Cardenas - CódigoAbierto360° | CódigoAbierto360° 29 septiembre 2020 - 12:47 PM
[…] Agrega el tuyo […]
Pepe Viera 29 septiembre 2020 - 1:15 PM
Las dos opciones para Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos que presenta el entrevistado conducen a conclusiones erradas y, de hecho, en las actuales circunstancias, nos condenarian a una subordinacion de nuestros intereses nacionales a los de los Estados Unidos incluidos los de los grupos mas conservadores entre los cubano-americanos. Ese error inicial en la respuesta del entrevistado conduce a una supuesta negociacion en la que Cuba hace conseciones en su sistema interno a cambio de la normalizacion en el conjunto de las relaciones entre ambos paises. La tercera opcion es que Cuba derrote el supuesto en la politica de la fruta madura que los cubanos somos incapaces de mantenernos por nosotros mismos. Y lo haga sin relaciones de alianza o dependencia con ninguna potencia externa. En el mundo actual, es posible. Para ello hay que aplicar consecuentemente las reformas a nuestro sistema que estan pendientes desde hace demasiado tiempo.
Diuber 30 septiembre 2020 - 6:31 AM
Totalmente de acuerdo con ud. También con Toni a las 10:59
Azul 29 septiembre 2020 - 2:21 PM
Quisiera referirme , nuevamente, a las declaraciones de Fidel Castro en Nueva York en el año 1959, a un periodista norteamericano. Dijo textualmente "..... elecciones en seis meses..." Y nunca sucedió. Ahora ,en estos momentos, tampoco tiene visos de que suceda. Y esto es justificación suficiente para cualquier ser pensante, sea amigo o enemigo, pueda descalificar a quienes nos gobiernan. Porque lo mínimo que están demostrando es miedo. Si se sintieran tan seguros del apoyo popular,las elecciones fueran realmente elecciones, no designaciones, y no habría Dios en este mundo que los pudiera acusar de totalitarios,dictatoriales y otras linduras. Giordan, espero sinceramente su familia esté totalmente recuperada. Saludos.
Alexei 29 septiembre 2020 - 3:08 PM
Lo del liderazgo cubano no se reduce a una mentalidad de guerra fría, sino a las características inherentes al modelo de socialismo escogido. A quien de verdad le interese entender la racionalidad del compartamiento, las concepciones y las prácticas de los modelos de corte soviético, les invito a leer El marxismo soviético, de Marcurse (The Soviet marxism: a critical analysis). Está en PDF. Como he defendido en otras ocasiones, la síndrome de plaza sitiada (factor externo), influye pero no determina en última instancias las dinámicas internas del sistema social cubano. Afirmar lo contrario significa un desconocimiento de nociones de libertad, derechos, democracia, ciudadanía, definiadas por la filosofía ética marxista-leninista. Esa nociones, que de entrada rechazan los principios de la democracia liberal (libertad individual, separación de poderes, isonomía, etc.) hacen parte del modelo cubano, y han sido muy efectivas para garantizar la estabilidad de la clase dirigente en el poder. Esas nociones, conciben una sociedad, un ciudadano subordinado a los objetivos políticos del Partido. Esas nociones, reconocen libertades y derechos siempre que estén en armonía con esos objetivos. La hostilidad de los EUA es innegable. También lo es que esta no creó las características del regímens político cubano, sino que las intensifica, cuando aumento el nivel de enfrentamiento.
MariaV 29 septiembre 2020 - 4:20 PM
Los problemas en Cuba hay que resolverlos sin pensar si le gustará o no a los gobernantes de EU. Deben resolverse porque es a los cubanos a los que no nos gusta como van las cosas. Una vez resueltos, entonces podremos preocuparnos de a quien le gusta o a quien no y después pensaremos como restaurar nuestras relaciones rotas, con todos las que estén dañadas...!!! Hagamos en nuestro país el bien sin vigilar al mundo. Quitense los mediocres, los burócratas, los complacientes y sumisos de sus superiores, los vagos, los incapaces, sean personas o instituciones.. Salvemos la iniciativa y con ella nuestro futuro. Cambiemos, "desconsignadamente" todo lo que hay que cambiar...!!!, pero YA...!!!!, si se siguen botando sofás.., seguiremos con los mismos problemas y sentados en el piso...!!!
Observador 2020 29 septiembre 2020 - 5:44 PM
El concepto irrebatible impuesto por autosuficiencia y prepotencia de la dirección política del país, de que el PCC y la Revolución es la propia nación cubana impiden cualquier debate y solución a la crisis e involucion institucional del pais. Delirio de poder y de mision historica, ya alertada por Monseñor Pedro Meurice a viva voz por cadena nacional de TV y radio en una misa papal en 1998 ( que provocó la ira y el rencor a sotto voce de quien todos imaginamos), que continua inamovible en la actualidad y que tranca todo posible camino de concordia y progreso, como lo tenia trancado en ese entonces y desde los tempranos 60’ cuando se le dio la patada definitiva al tablero institucional del pais. Un problema que consiste en la idea de una élite que se considera representante irremplazable de millones de compatriotas, heredera de una tergiversada unidad politica de nuestros gloriosos patricios y con la intención y la accion de perpetuarse en el poder. Portadores de ideales con envoltura nacional pero con contenidos ajenos e incompatibles con nuestras genuinas tradiciones ideologicas. Con la astucia de distraer la génesis del problema a un conflicto de intereses EU-Cuba, por supuesto incluido en el amplisimo contexto del asunto, pero que incluso pudiera derivar en un modus vivendi de convivencia si se lograran aunar intereses de ambas partes (sobre todo en segundos mandatos presidenciales) sin romperse el nudo gordiano del conflicto nacional. Sesenta años de permanencia en el poder requieren una astucia y un apoyo imposibles de lograr sin una falta de escrúpulos y de principios en la accion que por supuesto no figura en el dis curso oficial. Astucia que permita un soporte financiero para la supervivencia, logrado por incautaciones y nacionalizaciones, por alianzas interesadas con potencias o gobernantes afines, por aportes involuntarios de un exilio con vinculos familiares, por filantropos de izquierdas, ONG, por deudas no pagadas y por todo lo que sea necesario para salvar el sistema. 2
Joaquin Benavides 29 septiembre 2020 - 6:21 PM
Mi opinion es que hay que exigirle al Gobierno cubano y a las autoridades estatales que hay que aplicar totalmente, en todas sus partes, la Constitucion aprobada por el 80% de la poblacion, vigente desde 2019 y que se esta poniendo en vigor con extrema lentitud. Ademas implementar los cambios en el modelo economico aprobados tambien por la inmensa mayoria del Pueblo Cubano. Podremos individualmente no estar de acuerdo con partes de la Constitucion, pero esa es la que se aprobo mayoritaria y democraticamente, mediante plesbicito por el Pueblo. Y el deber ciudadano debe ser exigirle al Gobierno y al Estado que la aplique en todas sus partes. Si no lo hace, o se sigue demorando, entonces la discusion y el planteamiento si tiene que ser distinta. Las relaciones con Estados Unidos tienen que basarse, inexcusablemente sobre la base del respeto. Ellos son los grandes y poderosos y nosotros los pequenos. Si nos respetan creo que se puede discutir cualquier cosa y llegar a acuerdos. Por supuesto que tendrian que ser asimetricos, pues ellos son los grandes y poderosos y nosotros los pequenos. No se les puede dar jamas el derecho a que pretendan ponernos las reglas del juego.
Raul 3 octubre 2020 - 10:53 AM
Amigo mío, en mi opinión, la propia constitución del 2019 vino plagada de un falso velo de legalidad al aprobarse en una votación donde solo se permitió la propaganda activa de una opción, el Si, sin dar espacio a los que se oponían para explicar a la población sus argumentos y dejar que el pueblo tomase su propia decisión basado en los puntos planteados por ambas opciones en igualdad de condiciones. En fin, que en términos de legalidad internacional la última constitución así como la del 1976 no son consideradas realmente aprobadas por una mayoría de la población que solo tuvo una opción de donde escoger promovida por el gobierno.
Ivette García 30 septiembre 2020 - 10:13 AM
Excelente entrevista. La ponderación de los caminos para el cambio y la responsabilidad de cada cual expuesta en el enunciado final es muy importante: el respeto a la soberanía de Cuba por parte de de los EEUU y la superación de una mentalidad de Guerra Fría en el liderazgo cubano, lo que debería ser un proceso simultáneo para alcanzar la paz democrática en nuestro país. Pero en todo caso, agregaría yo, como no podemos decidir sobre lo primero porque es un factor externo, lo segundo debe avanzar para que la transformación de nuestra sociedad, que ocurrirá se quiera o no, transcurra a través de la lucha ideológica y política y la articulación de consensos, en un escenario de paz. Tensar la cuerda demasiado, esto es, seguir aferrándose y no dejar avanzar la transformación que requiere el país, podría consecuencias fatales, aplicaría la ley del resorte, que comprimes y comprimes un muelle y entonces cuando por fin se dispara, se va al otro extremo o hasta no se sabe dónde. Eso sería fatal para Cuba.
Alex Garcia 1 octubre 2020 - 12:12 PM
Errado. Cuando se trata de de resolver una ecuacion y se cometen uno o varios errores al trancribir los datos disponibles para la solucion de la misma, el resultado siempre sera erroneo.
Felix 1 octubre 2020 - 5:48 PM
interesantísima entrevista, para reflexionar cada argumento. Gracias Harold

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