A J. Fernández Era, Maestro.
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Estoy que no quepo en mí. Otra vez a la marcha. El regocijo me desborda y solo pienso en la próxima fecha, esa que, para más dicha, cae domingo, un domingo en que el enemigo sabrá definitivamente, cuál es el calibre moral de nuestras ideas.
Esta mañana, como viene sucediéndome en las últimas mañanas de los últimos años, en las últimas décadas; no tuve leche para desayunar. Ni jugo de frutas. Ni refresco Piñata. Pero no me faltó el pan de la bodega, ese compañero fiel que ahora cuesta un peso, y el milordo, munga, o como quiera llamársele —Ecured mediante— a la suspensión oral de azúcar prieta.
Sin embargo, recordé las palabras de Ulises Guilarte, el secretario general de la gloriosa Central de Trabajadores de Cuba (CTC), cuando convocaba hace unas semanas, desde Sancti Spiritus, a «colmar las plazas del país este Primero de Mayo» y «asegurar un desfile colorido y bello que demuestre la unidad mayoritaria del pueblo cubano al proyecto social que hemos construido».
Antes de que apretara el sol fuerte del mediodía caminé hasta la farmacia. Cuando pregunté por los medicamentos del tarjetón —los regulados, los de enfermedades crónicas—, la muchacha, la única muchacha que estaba atendiendo al público mientras otros empleados conversaban alegremente, me miró con cara de lástima y me dijo «que no, que no habían entrado, que lo sentía, pero estaban perdidos, mi padre».
En ese instante destelló en mi memoria el «Movimiento Sembrando Victorias», de la CTC en Las Tunas, en virtud del cual: «a los campos de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) San Miguel, del municipio de Puerto Padre, llegaron integrantes de centros que ostentan la condición de Vanguardia Nacional como la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa), la Unidad Empresarial de Base Desmonte y Construcción, la División Territorial Copextel y Cuba Taxi…».
Qué hermosas palabras pronunciadas allí por Manuel Rodríguez Reyes, jefe de producción cañera de esa UBPC, quien aseguró: «tenemos el compromiso y la necesidad de sellar la totalidad de las mil 126,6 hectáreas que dedicamos a este cultivo». Y esto, cuenta el periódico, lo dijo «sin apartar la vista de los surcos que acogen las simientes».
En el almuerzo comimos huevo hervido. No había aceite para freírlo, ni puré de tomate para una salsita. Felizmente nos quedaba arroz, del que compramos en el Mercado Agropecuario a treinta y cinco pesos la libra. En la sobremesa conversé con mi esposa sobre la oportunidad magnífica que tendrán unos 3 mil turistas nacionales e internacionales alojados en Varadero de participar, junto a nuestra gente, en la gran fiesta proletaria.
¡A colmar las plazas del país este Primero de Mayo! (Foto: Oscar Alfonso Sosa)
Este año, incluso, les pondrán transporte gratuito. Y, según Ivis Fernández Peña, delegada del Ministerio de Turismo en tierra matancera, esta «multitudinaria celebración se considerará la primera actividad de la XL Feria Internacional del Turismo, FITCuba 2022».
Por la tarde, el albañil me avisó que la semana próxima, por fin, vendrá a arreglarme el desconchado feísimo que tiene la pared de la cocina. Ya me resolvió, por la izquierda, un saquito de cemento que hacía falta. «Son 1300 pesos, Puro», me dijo. Le agradecí, porque de todas maneras, las cosas de construcción están más caras en otros lugares.
Este es un buen albañil, pero un poco ignorante. No sabía, por ejemplo, que se espera que «unos 650 santiagueros se den cita en los escenarios de las marchas en los nueve municipios, y en el acto central, en la plaza Antonio Maceo, alrededor de 320 mil», como informó René Berenguer, máxima autoridad de la CTC en Santiago de Cuba.
Por suerte hoy no tuve que cargar agua para bañarnos, pues la delegada del Poder Popular, que es una fiera, gestionó una pipa para el barrio y nos llenaron el tanque metálico de cincuenta y cinco galones. Ahorrándola, esa nos da también para mañana, pensé de inmediato.
Qué importa el agua cuando uno conoce que «a los jóvenes, continuidad segura de la inmensa obra de equidad y justicia social de la Revolución y quienes han tenido un aporte trascendental a la recuperación económica del país […] tocará abrir o cerrar los desfiles»; y que, según declaró Nislay Molina Nápoles, miembro del Buró Nacional de la UJC, en la Plaza de la Revolución José Martí, el bloque juvenil que cierra, «estará integrado por 50 000 muchachas y muchachos, y será un fiel reflejo de su protagonismo en el estudio, el trabajo y la defensa. Llevarán —dijo—, cientos de banderas cubanas, del 26 de Julio, de nuestras organizaciones y afiches alegóricos a la efeméride».
Como les decía, no quepo en mí del contento. Es verdad que llevamos casi tres horas dándonos sillón a oscuras en el balcón; no obstante, ya debe estar al venir la electricidad, porque la Termoeléctrica Antonio Guiteras logró sincronizar y, además, no se han planificado interrupciones de más de cuatro horas esta semana.
Qué emocionante volver a marchar. Cuánta razón le asiste a Susely Morfa, la primera secretaria del Partido en Matanzas —joven comunista de pasiones cumbres— cuando enfatizó: «El enemigo se esfuerza por desacreditar cada uno de nuestros logros, pero a pesar de las dificultades tenemos motivaciones para resistir y avanzar».
No digo yo.
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