En los últimos meses, el debate en torno al plebiscito para aprobar un nuevo Código de las Familias ha acaparado la atención mediática en Cuba con una consecuente polarización de la opinión pública. Aunque reconocemos el análisis político, que transversaliza cualquier consulta popular y que ha formado parte indiscutible de cómo la ciudadanía, los medios, organizaciones gubernamentales y sectores religiosos han asumido la propuesta; consideramos asimismo que impulsar una codificación legal coherente con las dinámicas familiares que hoy vivimos constituye una necesidad incuestionable.
El colectivo de La Joven Cuba ha promovido la vocación democrática e inclusiva y visibilizado la labor científica e investigativa de profesionales que, desde sus ámbitos de actuación, analizan y proponen alternativas para el diseño efectivo de políticas públicas orientadas al bien común.
Es en consonancia con este principio, que defendemos la igualdad de derechos para todos los ciudadanos, con independencia de su religión, origen étnico, estrato social, forma de pensar, identidad de género o preferencia sexual, tal y como expresa la Declaración de los Derechos Humanos y la Constitución de la República de Cuba.
El Código de las Familias constituye un proyecto necesario y justo, en tanto supone una actualización de conceptos y esquemas coherentes con la realidad de hace más de cuarenta años, pero que en el panorama actual reproducen una cultura patriarcal, autoritaria, machista y heteronormativa, que las sociedades modernas están llamadas a superar.
En ese sentido, apoyamos también la voluntad del nuevo Código de reivindicar a colectivos que demandan políticas de atención integral, como los ancianos, por demás, en un país con alarmantes índices de envejecimiento poblacional. Es el Código, asimismo, una garantía para la preservación de los derechos de las niñas, niños y adolescentes, al dotarlos de autonomía progresiva en cuestiones relativas a su formación y crecimiento, protegerlos del abuso y prohibir el matrimonio infantil.
En un período en que parece resurgir el fundamentalismo religioso, así como manifestaciones de radicalización y extremismo político; el Código se presenta como oportunidad para avanzar en el respeto al derecho del otro, algo consustancial a cualquier sociedad que aspire a la democracia y la justicia. Es por ello que invitamos a los cubanos a asumirlo como lo que es: un ejercicio cívico, cuyo fin será que los derechos se conviertan en garantías comunes a todos, y no en privilegios de determinados sectores.
Mucho queda por hacer, pero el Código de las Familias es un paso muy acertado. La Joven Cuba expresa su respaldo al texto e invita a la ciudadanía a votar Sí el próximo domingo 25 de septiembre.
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