—¿Estás viendo el Clásico?
—El evento me ha recordado el «cambio de mentalidad de los cuadros y su capacidad para aprovechar la inteligencia colectiva en la búsqueda de soluciones a los problemas que estamos enfrentando». Lo ha dicho Marrero.
—No me referí a «los clásicos», solo hablé «del Clásico».
—Yo igual. Mientras oía la transmisión televisiva me preguntaba cuánto talento se desperdicia en responsabilidades que ponen tope, como en los precios, a esa inteligencia colectiva. Rodolfo, el narrador deportivo, no merece estar ahí, sino invitarlo a los encuentros que pululan en Paseo y Boyeros. No siempre contamos con la perspicacia de un tipo que sentencia, en medio de un juego y con devastadora sagacidad, algo que nadie fue capaz de predecir: «Italia quiere ganar».
—¡Qué bárbaro! Seguramente se contuvo con otra frase que hubiera sido el súmmum de los profetas: «Cuba anhela perder».
—¡Cómo no van a ser derrotados, si cada vez que los televisan parece que están en la cola de la papa y solo quedan de las chiquiticas!
—Es que el rendimiento ha estado tan bajo como el de la caña.
—Moncada, que debía ser «la chispa que prendiera la llama de la rebelión», no le ha dado ni los buenos días a la pelota.
—¿Y qué me dices de Luis Robert en segunda? Lo frieron en un momento en que no hay ni aceite.
—Porque no oyó al primer secretario: «Si no vamos a la base, no estamos resolviendo nada».
—Así es. Ese cátcher tenía la bola escondida, como hacen los… receptores. Robert no supo «comprobar que las acciones van por el camino correcto».
—De haber estado Gil como coach en tercera, le gritaba al doblar por segunda: «¡Tenemos que apretar el paso!».
—Es que no todos se entregan al equipo. «Seguir haciendo Revolución implica la subordinación de los intereses individuales a los colectivos».
—Hará falta otra… estrategia si pretendemos volver algún día a los planos estelares.
—Y otro salario. ¿Imaginas la depresión de los que juegan en casa cuando conversan o debaten con los de la Major League Baseball?
—«El debate sano, mientras se haga por los canales que para este existen, contribuye a mantener la cohesión que nos ha hecho sortear los momentos más difíciles».
—¿Podrá existir un momento más difícil?
—«Hay que guapear», dice el presidente. Fue mucho al Condado cuando estaba al frente del Partido en Villa Clara.
—Pero nuestros atletas están como idos. «Fuera de juego», diría Padilla.
—Los bardos de la prensa cantan a la visita del mandatario como diputado por Santa Clara: «Vibró el orgullo / rodó alguna lágrima inconforme / el amor a la patria y a la historia se puso la pañoleta al cuello y vistió de uniforme / la fuerza de un torrente de ideas contenidas esperaba su momento para tejer el voto por todos / porque todos los días, en cada pedazo de Cuba, hay una porción de futuro».
—«El futuro hecho pedazos», titularía yo ese poema.
—«La era del robot sapiens».
—¿Te place más ese título?
—No. Hablaste de la prensa y recordé un interesante artículo. Versa sobre la creación de robots humanoides con «la intersección de la inteligencia artificial y la robótica».
—Inteligencia artificial sobra. El Consejo Nacional de Innovación analizó «los retos, obstáculos y resultados de las entidades estatales reconocidas hoy como empresas de alta tecnología (EAT)».
—¿No es mejor invertir en empresas que se dediquen a resolver el problema más acuciante de los cubanos: «EAT»? «Vivir y morir con hambre» le llama el periódico Trabajadores.
—No se descuida la jama. Volvemos a una torta que está viva «desde la práctica de hombres y mujeres portadores de una herencia aborigen». Apostamos por el reconocimiento del casabe como patrimonio cultural inmaterial de la Unesco.
—«Unasco» le dicen en las redes. ¿No podrían proponer otra cosa más sustanciosa?
—«Mejor es posible». «Estamos ganando». «Vendrán tiempos mejores». El parte meteorológico es cada vez más conciso.
—Haría falta que la visita de Canel a Planta Mecánica haya tenido como fin «continuar identificando las trabas que aún limitan la aplicación de la ciencia y la innovación en el tejido empresarial cubano».
—Lo clásico. El campeonato está duro. No estaría mal que esa «fábrica de fábricas» ensamblara robots criollos que se reúnan todos los días y den respiro a nuestros dirigentes.
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