«Al parecer, la palabra irrealizable es enemiga del tiempo». Eso escribí hace cuatro años en las páginas del semanario Trabajadores a propósito del acuerdo histórico entre la Federación Cubana de Béisbol (FCB) y la Mayor League Baseball (MLB). «Con más o menos tardanza sucesos que vemos muy distantes de nuestro contexto pueden llegar a materializarse», decía ingenuo pocos meses antes de que el pacto se rompiera.
Los fanáticos de la pelota tuvieron que sentarse en el dugout de la paciencia —quizá para esperar otro gobierno demócrata de Estados Unidos—, a ver si volvían a un Terreno de los sueños, que en vez de estrellas muertas (como en la clásica película) trajera a las que se habían mudado (escapado si les gusta) de nuestro estrecho firmamento. La intención de acercamiento, y su casi concreción en 2019, parecía indicar que las barreras mentales estaban superadas. Quedaba entonces esperar más voluntad y paciencia para derribar trabas objetivas.
La actuación del equipo Cuba en eventos internacionales lleva tiempo rozando lo lamentable. Con el talento que decidió no irse por su cuenta resultaba casi imposible hacer una nómina competitiva para el V Clásico Mundial de Béisbol. Entonces hubo conversaciones secretas, conversaciones de alto nivel entre gobiernos, conversaciones entre federativos cubanos y abogados extranjeros, entre peloteros que juegan en Cuba y que se desempeñan en otra región del mundo. Algunos atletas (incluso de MLB) comenzaron a decir que sí jugarían por la Isla en caso de que la Federación los llamase.
Meses antes se había creado la Asociación Cubana de Béisbol Independiente, que pretendía representar a Cuba en este evento deportivo en detrimento de la Federación Cubana. Los líderes de la Asociación, en sus primeras intervenciones, se permitieron la utopía (desde Miami): alegaban que su intención era contar con cualquier pelotero cubano (incluso los que actuaban en Serie Nacional) para conformar el mejor equipo posible.
Entre jugadores que estuvieron de acuerdo y otros en contra, con la oposición de la Federación Internacional de Béisbol y Softbol, y sin el respaldo que creían tener de MLB, la utopía se fue convirtiendo en distopía; luego en Etiopía, aunque más bien en Abisinia, un país que ya no existe, para volver al juego de palabras de Cabrera Infante. Sus intervenciones públicas fueron tan nefastas como las que a veces hace la propia FCB que tanto criticaban.
Si todo esto también condicionó un accionar más rápido de los directivos de las instituciones cubanas, no lo sé. Lo cierto es que, lejos aún del acuerdo, el 14 de noviembre pasado se informó a través de Jit, que Andy Ibáñez, Yoán López (MLB) y Elián Leyva (Liga mexicana) estaban en la preselección del equipo Cuba. Luego se sumaron otros nombres, entre declaraciones personales u oficiales.
Andy Ibáñez (Foto: New York Sports Hub)
Se caía el discurso que por años repitió la institucionalidad cubana, de que a los jugadores de MLB no se les permitía jugar por la Isla. Hasta que el gobierno de Estados respondió y prohibió —validando el discurso de ese gobierno que odia— primeramente otorgar permisos a estos atletas, decisión que revocaría a finales de diciembre con una licencia especial.
Así llegamos a la conferencia de prensa de este 6 de enero, convocada por Juan Reynaldo Pérez Pardo, presidente de la FCB. Se volvió a confirmar (como mismo en el acuerdo truncado) que no hay olvido de lo pasado. Utilizo este término y pienso en los acuerdos de paz que proponían los españoles a los mambises y llevaron al Pacto del Zanjón de la Guerra de los Diez Años, ya que el gobierno cubano extrapola a lo deportivo el tono bélico-militar.
A los jugadores que abandonaron delegaciones en eventos internacionales (hecho cuestionable también) los llama desertores, traidores, y les prohíbe regresar en ocho años al país. A estos atletas también les fue prohibido nuevamente formar parte de la preselección al clásico: los hermanos Gurriel, Odrisamer Despaigne, entre muchos otros que, ni pasados ocho años pudieran jugar de nuevo por su nación. ¿Cuándo podremos ser todos cubanos por igual y que no existan algunos más cubanos que otros?
¿Qué quiere la FCB, qué devuelvan el dinero que costó su pasaje, qué paguen una multa por los daños?, pues ¿qué otra justificación tiene esto ante una afición que, en su mayoría, desea conformar el mejor equipo posible con todos los cubanos que se desarrollen en cualquier país y bajo cualquier signo político? Después, cuando se dicen un ente independiente del gobierno cubano (para engañar no sé a quién), todos se burlan. El objetivo de la Federación deportiva de un país es armar el mejor equipo a toda costa. Aquí no ocurre así.
Y las justificaciones llegan al cinismo atroz, como las del manager del equipo Cuba, Armando Johnson, al ser inquirido en la ronda de preguntas de la conferencia de prensa —que la televisión nacional prefirió no transmitir en vivo, ni de ninguna forma, en una decisión que es otra metáfora de lo que se vive con la FCB: sí pero no— por la ausencia de Yasmany Tomás, líder de los bateadores de la liga Mexicana del Pacífico y jugador que puede desempeñarse en el cuadro y los jardines.
Su respuesta fue que Tomás se eliminó con Luis Robert (Chicago White Sox), el mejor pelotero que ha logrado aceptar los términos de la Federación y que tendremos en el clásico. ¿Cómo es posible que en una preselección de cincuenta hombres, el mejor jugador se elimine con otro de los mejores? En la prenomina de cincuenta peloteros finalmente fueron seleccionados doce jugadores cuyos contratos son independientes de la FCB.
Luis Robert (Foto: Jamie Schwaberow/Getty Images)
Además, volvieron a repetir que a la hora de conformar el equipo hay que respetar el esfuerzo de los jugadores de la Serie Nacional y la Liga elite, de esos que castiga el sol todas las tardes. Hay que premiarlos. Esta es una de las grandes metáforas que han marcado el subdesarrollo de Cuba en todas las áreas: se premia el esfuerzo y no el resultado, se premia el esfuerzo y no el resultado. Y así, infinitamente.
Pero hay una contradicción en estas declaraciones. El propio Pérez Pardo dijo a TeleRebelde que, por tema de calendario y negociaciones, no se podrá contar con peloteros de otras ligas (incluso los contratados bajo el auspicio de la Federación) en los juegos Centroamericanos y del Caribe y los Panamericanos que tendrán lugar este año. ¿No son esos los escenarios ideales para premiar el esfuerzo de los sacrificados? ¿Por qué sacrificar resultados? Como decía un amigo, ¿alguien quiso ahorcar al Chiqui Tapia (presidente de la AFA) porque llevó al Mundial de Qatar a un solo futbolista que participa en la liga profesional argentina?
Si bien existe un gran avance, y evidentemente llevaremos un equipo competitivo al Clásico Mundial, aún prevalecen la arbitrariedad y las exclusiones en el béisbol cubano. Falta tiempo para saber si estamos más cerca que nunca de retomar el acuerdo entre FCB y MLB. Ganará la pelota cubana el día que solo importe la pelota cubana por encima de cualquier otra cosa. Algo que parece lejano, irrealizable.
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