1. Para encontrar y reunir a los que creen en lo que usted cree, tiene que ser capaz de decir en lo que cree claramente y sin desfallecer. Ellos, probablemente, no han tenido sus mismas experiencias, ni piensan igual a usted en distintas cuestiones, pero creen en lo mismo que cree.
2. Para lograr la atención de los que son o han sido siempre indiferentes a lo que cree, tienes que ser capaz de decir serenamente por qué cree en lo que cree. Nadie es absolutamente indiferente cuando se convierte en un espectador. A veces, basta con eso para lograr el cambio: la injusticia puede transformar al indiferente, pero la serenidad le hace respetar.
3. Para entender a los que adversan lo que cree, el porqué de su posicionamiento y argumentos, tiene que ponerse en el lugar de ellos. La empatía es el kilómetro cero del diálogo.
4. Para ofrecer respeto a quienes adversan a lo que cree, tiene que entender que las personas no son, ni acaban en la diferencia de opinión política que se tienen.
5. Para recibir el respeto de los que adversan, son indiferentes, o comparten lo que cree, debe lograr ser siempre consecuente y coherente con las ideas que defiende. No puede simplificar o hacer parecer vulgar y caprichoso su comportamiento y esperar a cambio respeto. Todo tejido es siempre un resultado de la constancia. Todo proceso expresa una voluntad –o muchas– sostenida en el tiempo.
6. El dramaturgo alemán Bertolt Brecht escribió: «El joven Alejandro conquistó la India. ¿Él solo?». Ser protagonista de algo no es lo mismo que alimentar su ego. Este suele ser realmente insaciable. No lo subestime, pues acabará haciendo únicamente eso y se quedará solo. Haga entonces su parte con humildad, después de todo, el placer es siempre íntimo.
7. Ser (parte de) una minoría (política) no es lo mismo que estar en minoría. Lo primero puede procurar una identidad, lo segundo es siempre una circunstancia. No lo olvide cuando logre alcanzar estar en mayoría. Tampoco olvide que una cosa y otra son muchas veces el resultado de sus propias prácticas: es posible escogerlas. Sea consciente de ello.
Por eso, absténgase de amenazar a otros con convertirlos en una minoría o de intentar proscribirlos y limitarlos en sus ejercicios ciudadanos cuando usted llegue a ser la mayoría. Si lo hace, no importa cuánto tiempo tarde, sus ideas dejarán de ser para hacer el bien y acabarán siendo ideas para hacer el poder.
Es conocido que el poder corrompe. También que el poder absoluto corrompe absolutamente. Pero es menos conocido que la ausencia de poder corrompe, y que la ausencia absoluta de este corrompe también absolutamente.
Un maestro le preguntó a sus alumnos, dibujando círculos en el talco que cubría el sendero: «No se trata de la mayoría sobre la minoría; menos, de la mayoría contra la minoría, ni viceversa. Se trata de la mayoría junto a la minoría. Se trata de la mayoría con la minoría y viceversa. ¿Hablo de la política, de la democracia, de ambas cosas, o de lo que es posible?».
8. Es imposible negociar si no se tiene un propósito y no se está dispuesto a ceder en todo lo superfluo e intrascendente a este. Relájate. Ciertos dogmas policiales afirman que no se negocia con terroristas, por eso es necesario distinguir entre los propósitos y las circunstancias del otro, y si se puede, cambiarlas. Sea paciente y perseverante.
9. Si no puede escoger o aplazar la batalla, haga su mejor esfuerzo antes de librarla, despliegue todos sus recursos, banderas y fuerzas. Nunca las divida o disperse, reúnalas. Si logra vencer en ello, vencerá en todo. Es posible que cuando llegue el día, encuentre abandonado y vacío el campo del desafío. Si así no fuera, es seguro que dará siempre una impresionante pelea. Ese será su prestigio, pero también una senda por la que sus ideas serán descubiertas por una nueva generación.
10. Ame, no se canse de amar. Es lo único que lo hará realmente libre. Cuando se quede solo o sea derrotado, amar lo hará volver a la pelea y, si no, será su paz. De todo lo que se pierde es lo único realmente importante.
11. No discrimine a sus aliados, pero sea firme y conozca sus propósitos. Nadie apoya un ejército en desbandada o vacilante, pero confundir a los enemigos con aliados es lo único peor a estar solo o a ser derrotado. Si lo hace, no será traicionado, se habrá traicionado usted mismo. Recuerde que lo único que fragua la unidad, al menos por un tiempo, es la victoria. Triunfe.
12. La unidad no es una exigencia, es una oportunidad, ofrézcala. Si tiene que exigirla es porque apenas logrará por un tiempo –alguna vez– la obediencia. Saber que solo se puede unir lo diferente o separado, es un buen dato para entender la unidad.
Es preciso rehacerla, renovarla, pues la unidad es dinámica y perecedera. Esto es peligroso y evitado por los que cultivan el poder adquirido, pero cualquier cosa que pueda ser dañada por el pétalo de una flor no debería recibir el nombre de unidad. Es, acaso, una coreografía o peor, una escenografía hueca.
13. El poeta José Luis Martín Descalzo escribió: «Llego, dolor, a donde tú no alcanzas. Yo decido mi sangre y su espesura. Yo soy el dueño de mis esperanzas». Es importante escoger. Insisto. Hágalo. Por eso ponga a un lado todo lo que le estorbe a su propósito, lo que le lastre: rencores, odios, heridas abiertas, humillaciones, las memorias desgraciadas. Decídalo. Luche.
Como afirmara un joven filósofo crítico del Derecho, desde México: «La visión de los vencedores sigue intacta, y no va a cambiar por la de los vencidos en un acto de reflexión o de compasión. Ni en un ejercicio ético o lingüístico. La visión de los vencedores prevalecerá hasta que sean vencidos».
Cada derecho conseguido es un paso hacia ello. Derróteles. Siempre se paga un precio, hágalo: no hay forma de conseguir o defender los derechos y las libertades mendigándolas, pero tampoco odiando.
Esto no es un dilema, es una cuestión de principios. El odio puede ser usado y convertido en casi cualquier cosa, incluso en un privilegio, incluso en un arma, pero no olvide que el odio es en realidad un detritus, nunca un derecho, menos una libertad.
Si usted lucha por los derechos y las libertades, lo hará para todos y tendrá que enfrentar siempre al odio, no lo olvide. Está advertido: el odio contagia y se reproduce. Es el precio que no podrá pagar: luchar por principios no es nunca, ni se trata en ningún caso, de una lucha entre los principios sin poder y el poder sin principios. Consérvelos.
Un hombre sabio dijo una vez: «Mientras más fuertes sean, más flexibles podrán ser con sus principios; mientras más débiles sean, más coherentes con ellos deberán ser». La flexibilidad es un arte; la coherencia, disciplina. Ninguna de las dos son posibles sin la constancia en el aprendizaje. Aprenda siempre. Regino Boti, el bardo oriental, confesaba: «Yo soy mi diamante, yo tallo mi diamante, yo hago arte en silencio».
14. Como escribiera Erich Fromm: «Tener esperanza significa estar listo en todo momento para lo que todavía no nace, pero sin llegar a desesperarse si el nacimiento no ocurre en el lapso de nuestra vida». Esté listo, no se desespere, pero dele sentido a la única vida que tiene. No dude. Es lo que cuenta al final.
9 comentarios
Los comentarios están cerrados.
Agregar comentario