Los CDR en Cuba, del entusiasmo a la fe

Foto: Calixto N. Llanes / Juventud Rebelde

Siempre que pienso en mi niñez me sobrecoge una dualidad emocional: las remembranzas por un pasado feliz y el convencimiento de que muchos de los errores actuales tienen su raíz en aquel tiempo. Porque mi infancia —con uso de razón y memoria afectiva—, es de los setenta, una década que, lo sabría después, se caracterizó por la asunción de un modelo de socialismo brurocratizante, que estableció condicionamientos ideológicos y atropelló todo lo que no comulgara con sus normas: desde una ley económica hasta un pensamiento crítico.

Entre los recuerdos gratos están las actividades de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Los críticos acérrimos le negarán cualquier valor a esa organización y exagerarán su componente coercitivo de vigilancia. Los más jóvenes hoy, por lo general, solo escuchan de ella una vez al año, cuando se pide la cotización o en el caso de que necesiten un aval, o comprobaciones, para optar por ciertos empleos. Porque los CDR, como otras organizaciones, ha sufrido el mismo desgaste que el proceso revolucionario.

Fueron, sin embargo, mucho más que vigilar y cotizar. Los CDR implicaban a las personas con sincero entusiasmo en actividades que tenían que ver con el ornato y la higiene de los barrios, con campañas ciudadanas de bien público, como la recogida de materias primas y las donaciones de sangre, el apoyo a vecinos necesitados y festividades llenas de alegría.

Mi padre era cederista de corazón, y en mi cuadra de Jovellanos se tomaba muy en serio todo lo que proviniera de la organización. Y no era porque alguien viniera a arengar, o a exigir; el entusiasmo no se impone por decreto, a pesar de lo que puedan creer nuestros dirigentes.

Escucho la canción dedicada al aniversario sesenta de los CDR. Como ocurre en los últimos años es de Arnaldo y su Talismán, parece ser continuidad también. Su ritmo es muy parecido a las anteriores —¿continuidad ídem?— y su letra incita a «sembrar un pedacito de fe». La escucho y recuerdo la época en que los revolucionarios tenían confianza y entusiasmo, la palabra fe se relacionaba más con las creencias religiosas, que no eran populares por entonces.

Aun cuando a los CDR se entraba al cumplir los catorce años, los niños del barrio lo considerábamos cosa nuestra. No olvido los banquitos y las sillas que los vecinos llevaban para sentarse, porque la reunión mensual era muy nutrida. Ahí se chequeaba la guardia, cumplida con regularidad. Pocos ladrones se arriesgaban, sabían que se las verían con un dúo de vecinos que cuidaban cada cuadra.

Era un período en que los emergentes Órganos del Poder Popular (PP) —nacidos en 1974 como experimento en la provincia de Matanzas— se imbricaron con fuerza con la institución barrial, que era más antigua. Los delegados del PP recibían solicitudes de los CDR, acuerdos colectivos de los vecinos, para realizar obras de mejoramiento en las vecindades. Eso garantizaba materiales de construcción, mientras la mano de obra la ponían los cederistas con su trabajo voluntario.

De este modo vi fabricar las aceras y cementar una gran explanada polvorienta, bajo una gigantesca mata de mameyes, que sirvió de área de juegos infantiles y de zona de fiestas, sobre todo de la esperada en la noche del 27 de septiembre, vísperas del 28, día de fundación de la organización en 1960.

Los que no vivieron aquel momento, que incluye la década del ochenta, pensarán en la caldosa cederista como plato típico del 28 de septiembre. Una olla colectiva que surgió treinta años atrás y a la que los vecinos aportan cada vez menos ingredientes en la medida que la crisis del período especial se tornó endémica y más aguda por las erróneas estrategias de dirección del país.

Antes no era así. Antes, cada CDR de esta Isla disponía de una cantidad de cajas de cerveza y refrescos, un enorme cake y los ingredientes para que toda persona del barrio comiera una cajita con el típico congrí, yuca y carne de puerco asada. Ello se pagaba con el fondo reunido en la cotización. Incluso así, los vecinos tributaban especies y otros condimentos.

Desde el día anterior se nos surtía de periódicos y papel de colores, tijeras y goma de pegar. Y así, entre risas y anécdotas, y bajo el control de los adultos, los niños y jóvenes paríamos metros y metros de cadenetas, abanicos de papel y otros adornos. Junto con las banderitas, se llenaban los portales y las aceras y la cuadra amanecía engalanada. Era una competencia con otros barrios que todos deseábamos ganar.

Asar la carne al ritmo de la música, entregar las distinciones —mi padre siempre era vanguardia como donador de sangre—, organizar competencias infantiles para entretener a la enorme cantidad de niños del barrio (recordemos el boom de natalidad que tuvo lugar en los sesenta, que no permitía pensar en la posibilidad de extinción actual)… todas son imágenes que conservo.

En una vecindad donde coexistían casas de buena apariencia, otras más humildes e incluso una enorme ciudadela, que todavía existe; y en la que hubo, como es normal, desavenencias entre vecinos, tales costumbres se mantuvieron incluso durante 1980, cuando se utilizaron los CDR para realizar actos de repudio a las personas que salían por el puerto del Mariel. En mi cuadra nunca tuvimos que pasar por ello.

Quizás por eso las memorias que atesoro son positivas, e igualmente por eso la organización queda tan malparada cuando la comparo con su situación actual. Los CDR son, desde hace tiempo, una estructura formal, de las muchas que aún existen, muy lejos de la confianza y el optimismo que reinaba en aquella época. No creo que sea su culpa, es parte del deterioro de un modelo de socialismo en el cual el poder dejó de ser popular —si es que realmente lo fue alguna vez—, para tornarse abiertamente burocrático.

Se pasó de la confianza a la fe.

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17 comentarios

Manuel* 28 septiembre 2020 - 2:59 PM
Alina, Los CDR serán recordados por sus cosas malas, olvidándose la buenas, que seguro que serán muchas. Eso pasa cuando se mezclan virtudes con vicios imperdonables como el acoso, la vigilancia y el chivateo contra disidentes. Eso pasa por mezclar la ayuda con la propaganda. Hay que aprender a ayudar no solo sin mandar, sino sin hacer apostolado de ninguna idea. No vaya a ser que alguien piense que la ayuda no es desinteresada. Lo digo pensando, por ejemplo en la misiones médicas de Cuba, tan contaminadas con propaganda.
Joaquin Benavides 28 septiembre 2020 - 4:56 PM
Alina. Me gusta tu articulo. No coincido exactamente en todo, especialmente en tu apreciacion de la decada del 70, pero no importa. Es totalmente posible, pues las generaciones tienen el derecho, y quizas el deber de pensar distinto sobre realidades que han vivido en condiciones distintas. Para mi esa decada fue un avance. Depende del punto de partida y de que se esta comparando. Coincido contigo en el enorme error en haber involucrado a los CDR en los actos de repudio a los que salian por el Puerto de Mariel. Podia haberse enfrentado distinto. No se tuvo en cuenta la repercusion en los jovenes. No fue el espiritu conque nacieron los CDR. Defender a la Revolucion si, pero frente al enemigo que preparaba invasiones, ponia bombas o protegia a bandas de alzados como hubo muchas en mi provincia, que es la tuya tambien o en los alrededores de tu municipio. No contra los vecinos. Con los vecinos hay que discutir y tratar de convencer de su error y de que libremente decidan lo que hacer. De cualquier forma, pienso que al analizar cualquier error de los muchos que se cometieron, no se puede perder de vista ni de la memoria, la situacion de acoso que este pais ha tenido que soportar en 60 anos, por el principal delito de defender su independencia y soberania. Ahora mismo, se acaba de establecer por las autoridades norteamericanas, buscando objetivos puramente electorales, que a los cubanos que viven en los Estados Unidodos, se les dificulte enviar remesas a sus familiares en Cuba. Asi ha sido durante 60 anos, en dependencia de quien ha sido el gobernante. Y hoy, para luchar contra eso estamos completamente solos en el mundo. Amigos hay, pero no pueden resolverle al Pueblo ese problema. Hace falta confianza, fe en nosotros los cubanos y disposicion a luchar para vencer las dificultades, aunque sea por nosotros mismos.
Sebastian 28 septiembre 2020 - 5:02 PM
El camino del infierno, siempre empedrado de buenas intenciones.
Atanasio 28 septiembre 2020 - 5:50 PM
Si, mientras celebraban fiestas y ponían adorno los vigilaban quién y cuando alguien entraba a tu casa y hasta algunos de vigilancia se atrevían a preguntar quién era esa persona ajena a la cuadra, mientras hacían caldosas entregaban reportes de posibles estudiantes universitarios, mucho de los cuales vieron frustrados sus sueños de seguir una carrera, mientras ponían blanquitos para los niños te tocaban a la puerta para aconsejarte participar en la discusión del último discurso de Fidel sobre los No Alineados bajo la solapada amenaza de hacerte un reporte negativo, mientras se bailaba celebrando un nuevo triunfo de la revolución chivateaban a cuánta persona tostara café o friera chicharrones en la casa, los CDR fueron los perfectos educadores de la doble moral que hoy inunda el país
Alina Lopez 28 septiembre 2020 - 11:40 PM
Atanasio, le pido separar sus testimonios de los míos, hable por usted, nunca admito que alguien lo haga por mí. En mi entorno no se manifestó algo como eso, aunque conozco casos. Para empezar, en mi cuadra el presidente de los CDR, Cuco, era un anciano negro, digno y muy serio que vivía en la ciudadela, un hombre con codigos que no le permitían hacer ninguna de las cosas que usted dice. Respecto a los discursos de Fidel de aquellos años, no había que obligar a nadie, la mayoría de la gente los escuchaba espontáneamente y sin presiones porque hubo una confianza que después iría disminuyendo a los de niveles de hoy, bueno ya hoy no se dan ni discursos. Y la doble moral responde a un conjunto de factores, no a los CDR de manera exclusiva.
Raul G. 28 septiembre 2020 - 6:20 PM
Muy de acuerdo con su comentario los CDR al igual que la FMC , la CTC y otras organizaciones se detuvieron en el tiempo y no fueron capaces de ir cambiando su discurso , sus consignas y sus métodos de trabajo. A partir del Periodo Especial de los años 90 las realidades fueron otras ya ni las viejas generaciones y mucho menos las nuevas generaciones fueron las mismas y estas organizaciones no fueron capaces de adaptarse a las nuevas realidades . Mientras persista la crisis económica actual si no rediseñan la estrategia de trabajo con las masas no lograran cumplir su objetivo. Súmele a esto que son una carga al presupuesto del estado con salarios , combustibles, gastos de electricidad , mantenimiento de inmuebles en Municipios y Provincias.
Onelio Nelson García 28 septiembre 2020 - 6:56 PM
Yo coincido con Ud. Dra. Alina en muchas cosas. Creo que Benavides tiene razón al considerar que a partir del desastre de la Zafra de los 10 millones en 1970, que él no menciona y mucho más después del XIII Congreso de la CTC, que tampoco menciona, pero que se sobrentiende por las fechas, se hicieron cosas muy buenas y otras no tanto. En la segunda mitad de esa década se comenzó a gestar el descalabro de nuestra economía que no se ha detenido hasta nuestros días.
Gilberto 28 septiembre 2020 - 7:08 PM
Muy bueno su escrito y real. También viví esa epoca, era uno de los días más festivos y entusiastas que teníamos. Pero, cómo mismismo explica, ya no hay ese entusiasmo, son muchos los problemas que a diario enfrentamos en esta vida de subsistencia de practicamente 20 años que creo que ya será muy difícil, por no decir imposible, volvamos a vivir como esa decada. Los 70.
MUTATIS MUTANDIS 28 septiembre 2020 - 7:11 PM
Árbol que crece torcido…se lo lleva la corriente. Las revoluciones verdaderas, y está lo ha sido, no pueden cometer el error de destruir los viejos cimientos sin antes diseñar y fortalecer nuevos cimientos capaces de resistir todo tipo de vendavales. Eso es muy fácil de decir, lo comprendo. Si bien es cierto que la «ayuda desinteresada» de la URSS apuntaló nuestra incipiente economía, no es menos cierto que fotocopiamos lo malo y lo peor del «socialismo real», el estalinismo, la economía supuestamente planificada, el voluntarismo y otros males. Otro de los vicios importados fue el de creer en la irrevocabilidad del sistema, y confiar siempre en un milagro salvador. Así iniciamos el largo y tortuoso camino hacia algo ignoto pero esperanzador. A sesenta años de andadura, en andrajos, famélicos y descalzos, hasta nuestros hijos y nietos nos abandonan, y lo hacen porque no creen en esta mierda. El otro gran error cometido fue, el de tratar de hacer la obra a imagen y semejanza de su «creador» sin ser Dios y mucho menos inmortal. Al fallecer el artífice de todo, se acaba la continuidad, por mucho que el mensaje propagandístico oficial lo niegue y se interrumpe todo haciéndose impostergable la necesidad imperiosa del cambio. Aplazarlo equivale a traicionar al pueblo, porque el pueblo solo no lo puede hacer, al menos en paz. Por eso: ¡MUTATIS MUTANDIS! CAMBIAR TODO LO QUE EL SOBERANO PUEBLO QUIERA CAMBIAR, PARA BIEN O PARA MAL, YA SE VERÁ.
Max 28 septiembre 2020 - 9:10 PM
Alina, usted escribe con un nivel de concision envidiable, ha hecho recordar una epoca con tremenda precision. Ese primer parrafo es electrizante y bien concluyente.
Ivette García 29 septiembre 2020 - 12:36 AM
Yo también tengo recuerdos hermosos de aquella época Alina, los 70 y los 80. Gracias. Me ha hecho bien leer tu experiencia. Durante mucho tiempo yo misma llevé los discursos de Fidel a los cederistas y lo hacía con orgullo. Los únicos malos recuerdos de aquello son los actos de repudio, lo recuerdo en mi cuadra y eran niños amigos nuestros. Me dio tristeza y francamente nunca asimilé esas tácticas de ponernos a maltratarnos y humillarnos entre cubanos. Siempre me enorgullezco de no haber participado en acciones violentas al menos. Se que también en aquellas décadas y antes hubo esa vigilancia y coerción a través de dicha organización, pero entonces no era consciente y no me afectó. Ya adulta me percaté de que de ahí nos viene también a los cubanos el síndrome de la sospecha y la sensación de vigilancia que uno experimenta, incluso a veces estando fuera del país. En definitiva creo que las instituciones y las asociaciones de cualquier tipo, como todo en esta vida, tienen su tiempo y el de los CDR ya pasó. Mas vale recordarlo por esas lindas vivencias y los objetivos que cumplió para ayudar a la seguridad de este país, que fue para lo que nacieron. Esa conciencia no la tienen nuestros dirigentes, lamentablemente. A pesar del descrédito y de que ya es una estructura formal en casi todas partes, en La Habana me sorprendió una pancarta inmensa (que debe haber costado muchísimo) con este mensaje: "Los CDR, una organización que nació para ser eterna". Me quedé estupefacta. Confirma el mal hábito de no escuchar el sentir de la gente, .También la tozudez y el predominio del pensamiento conservador en la máxima dirección política e ideológica del país.
Nilda Bouzo 29 septiembre 2020 - 11:48 AM
Alina, siempre es una satisfacción leerte. Tienes toda la razon. Al principio de fundarse los CDR y por largo tiempo fue exactamente como dices. También disfruté ese sentimiento de amor que nos renovaba cada dia y nos hacía sentir grandes por haber nacido en esta Isla justo en el momento que nos tocó vivir. Los CDR era la organización que nos unía para cualquier tarea en beneficio de un colectivo o de un cubano necesitado. También de cualquier pueblo hermano que precisara de nuestra colaboración. Era la fiesta familiar llevada a la cuadra y también donde todos contribuíamos incondicionalmente a cualquier necesidad de la Patria. Nada que propusiera el CDR nos parecía imposible, porque existía para unir, para ayudar, para trabajar juntos por el nuevo ideal. Y no sólo los CDR.. toda Cuba tuvo su larga etapa de gloria, su etapa de sentirnos privilegiados los que saludamos el triunfo sobre la sangrienta dictadura que imperaba en el país. Nunca olvidaré el clima de felicidad en que vivíamos los cubanos que preferimos quedarnos a trabajar junto a la Revolución para crear un pais más justo para todos por igual. Cosa que en estas seis décadas, por lo que sea, aún no hemos podido lograr. Ya en este siglo siento que tengo el derecho a hacer mi propio análisis de cómo y por qué, poco a poco, no sólo los CRD, sino todo, fue tomando otro giro. Eso tratan de explicárnoslo al pueblo y al gobierno consagrados economistas. Algunos de ellos ya se han hecho viejos en el intento. Desde hace años trabajan para que el gobierno, que es quien decide todo, les preste atención dando soluciones que no dañan la integridad de nuestro país, pero los oídos de la mayoría de los que históricamente han conformado el gobierno permanecen sordos a sus revolucionarios análisis, y eso claro que ha afectado la confianza de los cubanos que sufrimos nuestro día a día. Duele mucho a este pueblo comprobar que el gobierno continúa celebrando incompletas victorias sin modestia ni ánimo de aceptar los verdaderos enormes errores . Imagina a los de mi generación, ya sin esperanzas de disfrutar esa senectud digna por la que dimos nuestra juventud y nuestra vida. Ya hoy ni existimos por tantos errores de todas las partes que han participado en esta historia que no es aislada y que no se puede soslayar la responsabilidad de ninguna de las que intervinieron. Todo está ahí... todo transcrito... todo filmado... lo hermoso y hasta lo feo que no quisiéramos ver en muchos pasajes de este trayecto que conocemos tan bien. Están los aciertos y los errores, la felicidad y la tristeza, la confianza y la desilusión. Todo está ahí... y estará para siempre como parte de nuestra Historia.
Criollov 29 septiembre 2020 - 6:03 PM
Parece que los buenos recuerdos son de aquella generación. Suerte de vivirla. Ojalá se pueda recuperar lo valioso y positivo, que Alina certeramente relata, que se hacía y habría que rescatar, pero los ajustes para ello, no se si nuestros ideólogos actuales tienen la capacidad, voluntad y materia prima social para lograrlo. Nota: No me refiero a los actos de repudio!!!
Armando G. Muñoz 29 septiembre 2020 - 7:27 PM
Cuantos jóvenes vieron sus vidas frustradas por la información dada por el CDR en las verificaciones, muchos perdimos oportunidades, carreras y el futuro por la mala sangre del presidente o del vigilancia del comité, además de aquel informante del partido que nadie sabía quién era pero su información era vital para tronchar el futuro de cualquier ciudadano.
Armando García Hernández 29 septiembre 2020 - 8:59 PM
Un artículo estéticamente valioso y objetivo. Considero que la crítica que aquí se realiza es válida tanto para los CDR como para la sociedad cubana. Gracias a la autora por esta nueva creación. A pesar de que algunos intenten desacreditarla, considero que es una de aquellas personas que verdaderamente pueden ser considerados como «revolucionarios».
Rafael Perez 1 octubre 2020 - 11:29 AM
Este artículo prueba, una vez más, que el viejo dicho "Todo es según el color del cristal con que se mira"encierra una gran verdad. Quizá la autora no sepa que el objetivo con el que se fundaron los CDR fue el de establecer un "sistema de vigilancia revolucionaria", como lo anunció Fidel Castro, contra lo que él consideraba los enemigos de la Revolución, es decir, todo el que no se subordinó a su dictado. El objetivo de todas esas festividades,al parecer tan inocente, era el de unir alos vecinos bajo los principios e ideología del Partido Comunista. Recuérdese también que los CDR celebraban los famosos Círculos de Estudio donde se leían discursos de Castro u otros materiales afines con la ideología impuesta. En los años 70 inicié una relación con quien fuera mi primera esposa y me mudé a su apartamento. Pocos días después el presidente del CDR de aquella cuadra fue a verme para "aconsejarme" que no continuara aquella relación porque esa persona era "apática" (palabrita de moda entonces) a las tareas de la Revolución. Se habrá visto mayor falta de respeto y atrevimiento de entrometerse en la vida privada de la gente? Esos fueron los CDR. Una organización que nació viciada por su práctica de inmiscuirse en la vida de los vecinos y delatarlos a las autoridades , que ese fue ssu primer propósito. Ninguna gracia me hacía tener que andar recogiendo botellas y cartones, pintando la acera o tener que estar a las 2 de la mañana, con tremendo frío, haciendo la "guardia cederista" cuando al día siguiente tenía que irme a trabajar. La autora no debía preguntarse con tanta inocencia quién usó a los CDR para realizar los mítines de repudio a quienes se marchaban del país en el 80. Todo el mundo sabe que fue e,lmismo Máximo Líder el que dió esas  indicaciones, enfurecido ante la cantidad de personas que querían abandonar el "paraíso de los trabajadores", como una forma de desestimular la huída.En Corea del Norte y también en China existe un sistema de vigilancia barrial parecido y Chávez y Ortega los creraron en sus respectivos países. Es una táctica de aquellos regímenes que quieren coartar las libertades de sus ciudadanos y ejercer el máximo control sobre ellos. Aparecerse con este artículo edulcorado a estas alturas, después de todo lo que ha pasado en Cuba, es ofensivo para quienes tuvimos que sufrir bajo aquel régimen y sus órganos de control.
Lola 1 octubre 2020 - 7:15 PM
Parece ser que no ocurrió igual en toda la isla. Yo soy nacida en el 60,viví en varias provincias y no tuve esas lindas experiencias. Nunca vi la carne de puerco ni el congris. Siempre una caldosa, dulces y panes. La gente, unos con entusiasmo, otros obligados.

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