16 de agosto del 2022
De Lela Sánchez Echeverría
Al Presidente del ICRT, Alfonso Noya Martínez
En el día de hoy cumplo con hacerle al presidente de esa institución, por tercera vez, una llamada de atención sobre un tema que me resulta imposible pasar por alto.
Soy hija de Aureliano Sánchez Arango y resido, desde mi nacimiento, hace ya bastantes años, en este país y pienso continuar haciéndolo hasta el día en que me toque, como a casi todos, mudarme para Zapata y 12. Pero no pienso hacerlo por el momento, sobre todo cuando su organismo logra mover mis neuronas y mi espíritu de justicia.
En el día de hoy, en el Noticiero del Mediodía, ha aparecido un reportaje sobre el aniversario del fallecimiento del Senador de la República, Eduardo Chibás Rivas, presentado por una reportera de nombre Arlen García Rosales.
Refiriéndose a la política de ese señor desde finales de los cuarenta hasta inicios de los años cincuenta, expresó que su último aldabonazo fue por luchar contra la política deshonesta del entonces ministro de Educación del Gobierno de Carlos Prío, Aureliano Sánchez Arango.
Esta alocución, según ella, fue para llamar a la acción y demostrar las corrupciones y desvíos de fondo del Ministro de Educación. Al no poder probarlas, a pesar de que eran popularmente conocidas, se disparó un tiro que se escucha en el reportaje.
Expresó asimismo que el Sr. Chibás había fundado su partido para luchar por una administración limpia, «Vergüenza contra dinero» y la escoba era su lema, para barrer con lo mal hecho.
Por la voz de la persona que narra infiero que es muy joven, pero en realidad eso no puedo demostrarlo, solo su grado de ignorancia sobre los hechos que narra. No sabe la periodista que el Senador había formado parte del Partido Auténtico y que solo fundó, con Milo Ochoa en Holguín, el Partido Ortodoxo cuando se pudo percatar, en una visita que ambos le hicieron al entonces presidente Ramón Grau San Martín, que Chibás no iba a ser el candidato por ese partido en las elecciones de 1948, sino Carlos Prío.
Tampoco conoce la periodista que el Senador era muy amigo de uno de los personajes más corruptos de la época de quien, por cierto, no se habla prácticamente en Cuba, José Manuel Alemán, entonces ex ministro de educación y presidente del Partido Auténtico.
Ni parece haberse enterado de que, una vez fundado el nuevo partido, propuso a Fico Fernández Casas, para atender los asuntos de su política agrícola. Como supongo que esa persona, espero que sea periodista, no conoce al personaje, me tomo el trabajo de aclararle que se trataba de uno de los latifundistas más conocidos de la entonces provincia de Oriente.
Discutible resulta también la posición anti imperialista de este señor pero no estoy dispuesta a darle una clase de historia a alguien que se lanza a hacer un reportaje sin estudiar profundamente lo que dice y sin tomar en cuenta que está cometiendo un delito, que es el difamar a una persona que ya ha fallecido y que no puede, por tanto, responderle adecuadamente. Si no se tratara de un asunto jurídico, sí lo es desde el punto de vista ético.
No sabe esa periodista, o no le pareció necesario decirlo, que ese disparo fue el resultado de una larga polémica pública que tuvo con mi padre, que había comenzado en el mes de junio. Tampoco parece conocer que en los últimos tiempos, por decir que tenía las pruebas de los robos de Aureliano en una maleta que golpeaba constantemente, cuando caminaba por las calles de la ciudad las personas se burlaban de él diciéndole que abriera la famosa maleta.
Ni se enteró de que los propios compañeros de la dirección de su partido, en una reunión en medio de la polémica con Papá, lo tildaron de mentiroso…
Aureliano Sánchez Arango, ministro de Estado, haciendo el discurso de clausura del acto de apertura de la XXV Conferencia anual y conmemoración de las bodas de plata de la Asociación de Técnicos Azucareros de Cuba. (Foto: Buendía)
Realmente, señor presidente del ICRT, estoy harta de tener que escuchar, más de setenta años después, a una persona irresponsable e ignorante, expresarse de esa manera sobre un acontecimiento histórico. Y más cansada estoy de tener que escribirle a quien dirige ese organismo para llamar su atención sobre hechos de esa naturaleza que forman parte de una política inconsciente que permite un análisis superficial de asuntos que competen a muchos, entre otros a mi padre y a mí.
No es admisible aceptar que una periodista se tome la atribución de publicar un acontecimiento con un enfoque errado de la realidad histórica y mucho menos admisible que se lo publiquen sin haber revisado previamente la veracidad de lo que pretende publicar.
Hace años me dediqué a estudiar estos hechos y escribí un libro que le adjunto para que alguien de su institución se tome el trabajo de leerlo a ver si se logra evitar que se repitan reportajes como este. Ahí podrá usted constatar que le advierto a uno de sus predecesores que de repetirse esto, me vería forzada a llevarlo a los tribunales. Lo mismo le repito a usted. Tómelo en cuenta porque la manera en que he vivido hasta el día de hoy no es más que una demostración de que cumplo lo que prometo.
Antes solo podía escribirles de manera personal a directores de periódicos, presidentes de instituciones, etc., y debía quedarme con las ganas de que algún día algún dirigente cualquiera tuviera la decencia de, si bien no publicara mi respuesta o planteara alguna duda pública sobre el contenido de los trabajos publicados, al menos impidiera la repetición de estos hechos.
Ahora, felizmente, existen los medios alternativos y las redes sociales y no pienso permitir que esta difamación se mantenga sin una respuesta adecuada. A estas también les estoy enviando una copia de la presente, con la esperanza de que alguien colabore con mi deseo de que, de una vez por todas, quede zanjada esta situación que afronto desde hace tanto con los órganos de prensa en cualquiera de sus manifestaciones, ya que resulta imposible modificar las versiones sectarias que han aparecido en los libros de historia desde hace no menos de cincuenta años, cuando mi hijo aún cursaba la enseñanza primaria.
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