―¿Qué pasa? Estás desconcentrado.
―No es por ti, mi amor. Son los factores objetivos y subjetivos los que hacen mella en mi infraestructura.
―Tengo miedo de que ya no te guste mi estructura.
―No digas eso. Fíjate que hace un rato, mientras veíamos «De la gran escena» y la Massiel cantaba eso de «Bailaremos un vals, tomaremos después una copa de más…», estribillo que le levanta el ánimo a cualquiera, me entraron deseos de abalanzarme sobre ti en el sofá.
―¿Y por qué no lo hiciste?
―¿Crees que alguien puede sostener la libido después que en medio de la melodía te ponen un cartelito que anuncia «Próximo programa: Farvisión»? Mira que le he dicho a Polanco que trate de suprimir el horario estelar de ese programa, que solo es capaz de elevar… la preparación combativa.
―Y lo logra. El otro día leí que en los últimos años se ha visto «una artillería de nuevas medidas que buscan otorgarle a las entidades del Estado la autonomía que merecen y necesitan».
―Precisamente eso es lo que me tiene así: la economía no avanza, a pesar de esas medidas y de que tenemos a ministros, viceministros, jefes y subjefes recorriendo el país, ya las casas de visita no dan abasto. A veces temo que Salvador y Lazo se pongan a hablar con sus respectivos choferes las mismas majomías que se les oye decir en el noticiero, se crucen en la Ocho Vías y se revienten uno contra otro.
―Sería muy bueno… que la economía avance. Yo tú me hago un despojo.
―En Regla me tiraron los caracoles y me aconsejaron que desista de la obsesión por el tres: 63 medidas para la agricultura, 43 para perfeccionar la empresa estatal socialista, 63 barrios vulnerables… No es buen augurio en el año del aniversario 63 de la Revolución, que antecede al 2023 del calendario gregoriano.
―Obviaste el decreto 53.
―Es una medida audaz y sin precedentes, cada uno de sus párrafos habla de novedades, de trabas que desaparecen, ya que faculta a las entidades para fijar el salario de sus empleados, no importa si están entre las casi 500 que generan pérdidas. Me habían informado que en 140 empresas estatales los resultados preliminares de su implementación son magníficos, y resulta que el salario medio es superior al resto en solo 128 pesos.
―Una frutabomba, aquí cerca en Jaimanitas, vale más que eso.
―Ni me hables de la agricultura, que ahorita me llamó Alejandro, alarmado por el informe que presentó Ydael en el balance de su ministerio. Vaya, que decir que el pasado año fue «uno de los peores de la última década», después que compareció en la Mesa Redonda a vociferar por las 40 000 toneladas de viandas y hortalizas que según él se produjeron de más en la etapa…
―Allí se expuso también que «estamos importando café cuando la mayoría de los países vecinos lo que hacen es exportar».
―Estoy pensando en hablar con el presidente haitiano a ver si le queda por allá algún colono francés.
―Tienes que ponerte duro, pipo.
―¡No me presiones, por favor!
―Me refería a ponerte duro con tus subordinados. Acabo de oír a Marrero en la televisión afirmando que la tarea más difícil que tenemos es que nuestro pueblo no pierda la confianza en la Revolución y en sus dirigentes. Mientras más analizo esa frase…
―No se toman el trabajo de pensar dos veces las cosas antes de decirlas.
―Hay un meme por ahí burlándose de un dirigente que adujo que hay que recordar que Guantánamo es la provincia más oriental del país.
―¡Lo dije yo, ¿qué hay con eso?!
―Ay, perdona. Así, con tanta presión sobre los hombros, cualquiera dice algo sin pensarlo una sola vez.
―A Lage sí se le fue la mano.
―¿El del piyama?
―No, Agustín, el hermano.
―¿Qué dijo?
―Publicó un artículo muy pretencioso donde habla de la Cuarta Revolución Industrial y el socialismo. Se trata de tecnologías 4.0 que generan otras tecnologías: la inteligencia artificial, el procesamiento de grandes masas de datos, la conexión de maquinarias a Internet a través de sensores, las nanotecnologías, la energía inteligente, la biología sintética… Tienen en común el uso intensivo de la informática y las telecomunicaciones en los procesos industriales.
―Más o menos el caudal de conocimientos concentrado en nuestro robot Palmiche.
―Poco más que eso. A Palmiche intentamos programarlo para transportar el almuerzo a más de un pabellón hospitalario y tuvo un cortocircuito. Hay una sentencia muy importante en ese artículo que lo explica todo: «Las leyes que conducen al desarrollo social socialista funcionarán si las hacemos funcionar».
―Qué sabiduría.
―Lazo no le perdonará a Lage, porque se quedará botao, que exprese que «El socialismo es el Poder Popular más las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial».
―¿Y él no sabe que Cuba va por…? ¿Por qué Revolución va Cuba, pipo?
―Déjame dormir, anda.
―Sí, descansa. Algún día funcionará… la economía.
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