La Joven Cuba
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Yasvily Méndez Paz

Yasvily Méndez Paz

Investigadora, historiadora y profesora

comunista

Ser comunista

por Yasvily Méndez Paz 13 agosto 2019
escrito por Yasvily Méndez Paz

Cuando era niña, llamaba mi atención la molestia provocada a un hombre si le gritaban: ¡comunista! ¿Cómo sentirse ofendido —pensaba yo— si ser comunista es algo bueno? Pasó el tiempo y me convertí en una adolescente de 16 años a la que un día propusieron que ingresara a la UJC. En aquellos momentos sentí mucho orgullo; la educación ideopolítica que había recibido en mi familia, unida al mimetismo con que nos inculcaban en la escuela; la simpatía hacia esa ideología –¡pioneros por el comunismo, seremos como el Che!– influían en mis valoraciones. Llegué a la universidad siendo miembro de la Juventud y una vez en la vida laboral, ingresé a las filas del PCC. En aquel entonces, estaba convencida de que ser comunista y revolucionaria significaba pertenecer al Partido, pero paulatinamente mi visión adquiriría otros matices.

Compañeros de trabajo –algunos jóvenes, otros no tanto— han manifestado su decisión de no ingresar a las filas del PCC, a pesar de ser de los mejores profesores, comprometidos con la profesión que habían escogido. Historias personales, desencuentros pasados de familiares, entre otras razones que marcaron sus vidas para siempre, influyeron en sus decisiones. Muchos aluden que no necesitan ser integrantes del PCC para ser revolucionarios y defender las conquistas de su patria; otros hacen alusión a dogmatismos de la mencionada organización política. En efecto, cabildeos, injurias malsanas y componendas estériles de comunistas dogmáticos y extremistas, me hicieron cavilar largas horas.

«La libertad es el derecho que tienen las personas de actuar libremente, pensar y hablar sin hipocresía», decía nuestro Héroe Nacional. A ser consecuentes con nuestras ideas, pensamientos y decisiones, no dejarnos vitorear por cantos de sirenas o encasillamientos pusilánimes poco ajustados a nuestra realidad cubana y latinoamericana, nos anima Fernando Martínez Heredia. Eso ha pasado con la falta de visión política del PCC en diferentes coyunturas históricas. Me refiero a la línea dogmática, plagada de burocratismos y esquematismos, no a comunistas que dentro o fuera del Partido que han luchado por combatir equivocaciones.

Recuerda Martínez Heredia que Mariátegui fue considerado el diablo por el Partido Comunista, una desviación del marxismo, e incluso el Partido Comunista peruano fue felicitado al colocar en el centro de su lucha ideológica el enfrentamiento contra lo que denominaron «la desviación mariateguista». Algo similar ocurrió con Julio Antonio Mella, quien fue expulsado del PCC –del que había sido uno de sus fundadores— por aquella huelga de hambre que hiciera durante el gobierno de Machado al ser considerado un acto de indisciplina. Antonio Guiteras, cuyas posiciones marxistas y antiimperialistas denotaban un profundo conocimiento de la realidad cubana, fue un comunista convencido sin cartilla oficial. Coincido con Martínez Heredia al aseverar que el Programa de la Joven Cuba constituye uno de los «documentos políticos trascendentales del siglo XX en el país. En él se afirma que Cuba tendrá que asumir el socialismo para lograr completarse como nación. Guiteras se comporta como un comunista, aunque no se identifique como tal».

Como bien acierta el excelente intelectual cubano, por aquella época en Cuba ese apelativo sólo se aplicaba a los miembros del PCC, «la revolución socialista de liberación nacional […] convirtió en algo natural comprender qué es un comunista y cómo este proviene de una lucha y unas ideas comunistas, y no de una organización determinada, pero la cuestión volvió a oscurecerse en la ideología estructurada durante una etapa prolongada, y sus efectos se sienten todavía». A partir de la crisis socioeconómica e ideológica de los noventa, el proyecto revolucionario dejó de reinventarse a sí mismo. Varado en un punto ciego, estático e inamovible por varias décadas, hoy está sujeto a un grupo de cambios económicos, políticos y jurídicos que pudieran dar frutos certeros. Reconocer a sectores estratégicos de la sociedad cubana como los maestros, es una decisión inteligente y justa. Cuba tiene que fortalecerse culturalmente para sostener la batalla ideológica entre el capitalismo y el socialismo, que se extiende hasta en las representaciones sociales y la cuestión simbólica.

Martínez Heredia nos incita a no ser ingenuos políticamente; no hay nada intermedio, se trata de capitalismo o socialismo. Y sabemos por las experiencias históricas, que el capitalismo no es una solución viable para Cuba. Entender el significado de ser comunista, es una tarea necesaria para aumentar la cultura política en nuestro país. Ser comunista es mucho más que integrar el PCC, es ser consecuente con el marxismo ajustado a la realidad cubana y latinoamericana, en total simbiosis con la historia de liberación nacional, abogar por la construcción de una sociedad superior en los marcos del socialismo y utilizar las armas adecuadas desde nuestro campo de acción para perfeccionar la «Revolución Socialista de liberación nacional». No importa desde donde se escribe, sino la posición y los propósitos que se defienden. Ser consecuentes, orgánicos y transparentes con el compromiso de la patria, esa es la palabra de orden.

13 agosto 2019 25 comentarios 516 vistas
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sueños

La Revolución Cubana y los sueños

por Yasvily Méndez Paz 10 agosto 2019
escrito por Yasvily Méndez Paz

«Escribe tu sueño…gira las aspas», eslogan que llamaba la atención de transeúntes locales, nacionales y extranjeros cuando visitaban la Plaza de la Vigía en el marco de Ríos Intermitentes, Matanzas, Cuba. Me sorprendió cuántas personas —infantes, adultos y ancianos— entraban a la pintoresca casucha para dejar plasmados sueños, esperanzas e ilusiones.

Motivada por la curiosidad, entré al transitado recinto artesanal y mientras arreciaba un torrencial aguacero, revisé los escritos plasmados en un cuaderno habilitado con esos fines. No soy de las personas escépticas que ensombrecen esperanzas, pero lo que leí me preocupó demasiado. El contenido de aquellas páginas revelaba posiciones sociopolíticas de insoslayable envergadura.

¿Cuál será el rumbo de la Revolución Cubana?¿Adónde irán a parar los sueños? ¿Y la juventud? Enigmas, entresijos e interrogantes aún sin solución definitiva por la vía socialista.

Quizás esa encrucijada haya sido una de las motivaciones de Fernando Martínez Heredia para dedicar parte de su producción académica al estudio de la «Revolución socialista de liberación nacional», y a hacer propuestas que condujeran al desarrollo orgánico de su cauce. Hace alrededor de dos años presentó al Grupo de Estudios sobre la Revolución Cubana del Instituto Cubano de Investigación Cultural (ICIC) “Juan Marinello”, cinco problemas y seis necesidades básicas para investigar la Revolución Cubana. Comentaré algunas de sus reflexiones para incitar el debate en torno al tema.

Es preciso no «confundir el apoyo a la Revolución con el defensismo» porque «ocultar la verdad perjudica» y los «medios cubanos no hablan. Ahí está el problema grave». Fijémonos en la vigencia de estaspalabras del eminente intelectual cubano. Pongamos un ejemplo reciente.

Durante el mes de junio, medios oficiales cubanos afirmaron que todo estaba asegurado para que durante el verano no existieran apagones planificados por déficit de generación. ¿Qué ha pasado? Todo lo contrario. Y cuando comenzaron las críticas por las redes sociales que mostraban las molestias de la población cubana, el Ministro de Energía y Minas aseguraba: «su impacto llegó a algo más de tres horas como promedio y en algunos casos superiores».

Esa información es, además de imprecisa, incierta. ¿Cuántas personas han estado sin energía eléctrica durante toda la noche e, incluso, parte del día?

Si no somos capaces de enfrentar los problemas con transparencia, se acentúa el descrédito por el sistema político.

Martínez Heredia nos incita a que en el marco de la Revolución analicemos hechos, problemas y procesos fundamentales, teniendo en cuenta contradicciones y conflictos. No se es marxista, sin ser consecuente con la realidad a través de la verosimilitud de los hechos. Como él mismo refiere: «no es lo mismo ocultamiento que no acceso, pero el resultado es el mismo». En una época donde la información se transmite por varias vías, es imposible ocultar la verdad. No obviemos la compleja situación sociopolítica en que se encuentra inmerso el país en la actualidad, se deben generar estrategias certeras para salvar el proyecto socialista cubano.

Martínez Heredia resalta «la importancia simbólica, política e ideológica de la revolución», que obedece a contextos, coyunturas y sujetos históricos determinados. Ese simbolismo hizo al proyecto revolucionario cubano no perecer ante la crisis de los noventa porque, a pesar de los avatares, al menos tres generaciones la mantuvieron incólume.

Hubo éxodo, sí, pero muchos defendieron el proyecto socialista, algunos, por no tener más opciones o sentirse obligados por la autocensura, otros por confiar de corazón. Entre baobabs, serpientes y frutas prohibidas, quedaban quimeras, fantasías y expectativas que cumplir, al menos, como proyección futura.

El Che confió plenamente en la construcción del hombre nuevo, el hombre del siglo XXI en los marcos del socialismo. Consciente de que el camino era largo y lleno de dificultades, le daba un peso fundamental a los vínculos entre dirigentes y masas, quienes avanzarían más rápido si las alentaban con su ejemplo. Consideraba que los dirigentes de la Revolución debían tener una gran dosis de «humanidad, sentido de la justicia y verdad para no caer en extremos dogmáticos, escolasticismos fríos, aislamiento de las masas».

En Cuba, estos vínculos han fallado durante los últimos tiempos, motivación suficiente para el cambio de estrategia en cuanto a ejercicio de liderazgo y contacto más directo con las personas y con los problemasen la nueva administración presidencial, métodos que han llenado de esperanzas a los que confían en la construcción de una sociedad superior en los marcos del socialismo.

Ojalá podamos mantener esos sueños y hacerlos atractivos para la juventud cubana, esa que el Che denominó «la arcilla maleable con que se puede construir al hombre nuevo». A concebir nuevos sueños estamos abocados todos…Una luz al final del horizonte, esperanzas de cimentar una sociedad superior.

10 agosto 2019 6 comentarios 479 vistas
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femicide

Femicide in Cuba?

por Yasvily Méndez Paz 21 julio 2019
escrito por Yasvily Méndez Paz

The femicide of young Leidy Maura Pacheco Mur in Cienfuegos in September 2017 still causes shock in the population of that Cuban province. “My girl was kidnapped on Tuesday, raped on Tuesday and killed on Tuesday”, maintains her father with infinite sorrow for the loss of her daughter. Back then, the local media followed up on the case, even though that’s not the usual modus operandi of official news outlets; in fact, the incident had greater national resonance through social and alternate media. The death of this young girl of only 18 years of age is not an isolated episode; other cases reported in Havana, Matanzas, Camagüey and Cienfuegos indicate so. Is there femicide in Cuba or not? The issue has caused controversy in the social networks. Although there are very few official statistics, news of the cases spread in the population through word-of-mouth or are recorded by unofficial news outlets.

From the beginning of this century, femicide has become a matter of international interest. The very word “femicide” is in dispute, but there’s consensus in that the term refers to a specific type of homicide where a male murders his victim for reasons of gender or for the fact of her being a woman. Because of its characteristics and the connotation it acquires, the issue has had differences in its treatment from the legal, sociological and journalistic points of view, among others. Authors such as Diana E. H. Russell have proposed a number of designations for different instances of femicide, taking into account the causes which generate the crime and the types of relationships between the perpetrator and the victim.

The figures of femicides reported in Latin America in the present year are not encouraging; however, some progress in the region with regard to the issue is indisputable. Several Latin American countries have classified femicide or aggravated murder for reasons of gender as a specific crime. Faced with the gravity of the problem, the UN has insisted on the need that countries in the region give priority to public policies oriented towards preventing, penalizing and eradicating this scourge.

Since the 1990s, Cuba has paid differentiated attention to gender-motivated violence. However, the same has not happened with femicide, and it is not considered a legal-penal category. The Cuban Penal Code sanctions with imprisonment from fifteen to thirty years, or with the death penalty, any person who kills another in a number of defined circumstances, which include “acting on impulses of sadism or of brutal depravity”, but its wording does not devote special treatment to the issue at hand. The subject has become invisible, which has brought about much criticism in the social networks and the media. Classifying femicide as a crime is not enough for its eradication, but not having official and specialized outlets where the Cuban population may access annual femicide rates is a problem that has led to speculation in the levels of information.

Recently, national and international news media have shown themselves hopeful about the issue. For the first time, Cuba has acknowledged the existence of femicide in the Informe Nacional sobre la implementación de la Agenda 2030 (National Report on the Implementation of Agenda 2030). In the document –presented in April during the meeting of the Latin American and Caribbean Forum on Sustainable Development– it is stated that “in the case of femicides, the number of deaths caused by the partner or ex-partner has dropped between 2013 and 2016 by 33.0 percent. In this last year, the femicide rate was 0.99 per 100 000 female inhabitants of 15 years or older”. It is curious that those years are taken as a reference and that updated statistics are not included. If we compare the data provided with other sources, we are able to corroborate that, for 2016, the femicide rate in Cuba was low in comparison with countries such as El Salvador, Honduras, Guatemala, Mexico or Brazil, and high if compared to that of Peru, Chile or Panama. Cuba has concealed the femicide rates so as not to endanger the credibility of the Cuban political system. Nevertheless, people want to know and to make their own decisions, in an era when it is impossible to hide the information, for it can reach us in multiple ways.

As E. H. Russell said, “the purpose of detailing such atrocities is not to horrify the reader, but to try to make our resistance advance by acknowledging that women are currently living in a time of growing and brutal femicides; a time when the myth persists among many young women, privileged students, that the feminist revolution has been fulfilled and that they have the same options and opportunities as men”. Acknowledging the existence of the problem makes it a public issue which requires the attention of governments and specialized institutions and, at the same time, it allows to analyze the subject specifically and to find solutions which target the causes that generate it. It is something worth thinking about.

(Translated from the original)

21 julio 2019 0 comentario 672 vistas
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feminicidio

¿Feminicidios en Cuba?

por Yasvily Méndez Paz 18 julio 2019
escrito por Yasvily Méndez Paz

El asesinato/feminicidio de la joven Leidy Maura Pacheco Mur, ocurrido en Cienfuegos en septiembre de 2017, aun causa estremecimiento en la población de esa provincia cubana. “A mi niña la secuestraron el martes, la violaron el martes y la mataron el martes”, asegura el padre con infinito dolor ante la pérdida de su hija.

En aquel entonces, la prensa local dio seguimiento al caso, a pesar de no constituir el modus operandi de los medios oficiales; de hecho, el suceso tuvo mayor resonancia en el país a través de las redes sociales y los medios alternativos. La muerte de esta joven de apenas 18 años no constituye un hecho aislado; otros casos reportados en La Habana, Matanzas, Camagüey y Cienfuegos así lo demuestran.

¿Existen o no feminicidios en Cuba?

El tema ha causado polémica en las redes sociales. Se cuenta con muy pocas cifras oficiales y los casos se divulgan en la población por transmisión oral o se registran por medios de prensa alternativos.

Desde inicios de esta centuria, los feminicidios han sido de interés internacional. La palabra «feminicidio» está en disputa, pero existe un consenso en que el término hace referencia a un tipo de homicidio específico donde un varón asesina a su víctima por razones de género o por el hecho de ser mujer.

Debido a sus características y la connotación que adquiere, el tema ha tenido un tratamiento diferenciado desde el punto de vista jurídico, sociológico, periodístico, entre otros. Autores como Diana E. H. Russell han propuesto varias denominaciones para los diferentes ejemplos de feminicidio, atendiendo a las causas que generan el crimen y los tipos de relaciones que involucran al victimario y la víctima.

Las cifras de feminicidios reportadas en América Latina durante el año en curso no son alentadoras; no obstante, los logros en la región para visibilizar el tema resultan insoslayables. Varios países latinoamericanos los han tipificado como delito: feminicidio u homicidio agravado por razones de género. Ante la gravedad del problema, la ONU ha insistido en la necesidad de que los países de la región den prioridad a las políticas públicas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar ese flagelo.

Desde la década de 1990, Cuba ha brindado atención diferenciada a la violencia de género. En cambio, no ha ocurrido de manera similar con los feminicidios, y no se contempla como una categoría jurídico-penal. El Código Penal cubano sanciona con privación de libertad de quince a treinta años o muerte al que mate a otro concurriendo en varias circunstancias, dentro de las que incluye “obrar por impulsos sádicos o de brutal perversidad”, pero en su articulado no dedica un tratamiento especial a esta problemática.

El tema se ha invisibilizado, lo que genera críticas a través de las redes sociales y medios de comunicación. Tipificar el feminicidio como delito no resulta suficiente para su erradicación, pero no contar con medios oficiales y especializados donde la población cubana pueda acceder a las tasas de feminicidios anuales, es un problema que ha conducido a la especulación en los niveles de información.

Recientemente, medios de prensa nacionales e internacionales se han mostrado esperanzados con este tema. Por primera vez, Cuba reconoce la existencia de feminicidios en el Informe Nacional sobre la implementación de la Agenda 2030. En el documento —presentado en abril durante la reunión del Foro de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible— se afirma que «en feminicidios, el número de muertes ocasionadas por la pareja o expareja ha disminuido entre el 2013 y 2016 en un 33%.

En este último año la tasa de feminicidios fue de 0,99 por 100 000 habitantes de la población femenina de 15 años y más». Llama la atención que se tomen como referencia esos años y no se incluyan estadísticas actualizadas. Si comparamos los datos proporcionados con otras fuentes podemos corroborar que para el 2016 la tasa de feminicidios en Cuba fue baja en relación con países como: El Salvador, Honduras, Guatemala, México o Brasil, y alta en correspondencia con Perú, Chile o Panamá.

Cuba ha ocultado las tasas de feminicidios para no poner en riesgo la credibilidad del sistema político.

Aun así, las personas quieren conocer y tomar sus propias decisiones, en una era donde es imposible ocultar la información porque llega desde varias fuentes.

Como decía E. H. Rusell, «el objetivo de detallar tales atrocidades no es horrorizar al lector, sino tratar de avanzar en la resistencia a reconocer que las mujeres están viviendo actualmente en una época de crecientes y brutales feminicidios; en la cual el mito persiste entre muchas jóvenes, estudiantes privilegiadas, de que la revolución feminista ha sido cumplida y que tienen las mismas opciones y oportunidades que los hombres».

Reconocer la existencia del problema lo convierte en un asunto público que requiere la atención de los gobiernos e instituciones especializadas y, a la vez, permite analizar el tema de manera particular y buscar soluciones que se ajusten a las causas que lo generan. Vale la pena reflexionar al respecto.

18 julio 2019 13 comentarios 615 vistas
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inclusivo

Lenguaje inclusivo a debate

por Yasvily Méndez Paz 16 julio 2019
escrito por Yasvily Méndez Paz

El lenguaje ha sido un componente fundamental para el desarrollo de la humanidad. El uso de palabras, símbolos, imágenes, gestos, expresiones y conceptos es reflejo de nuestro pensamiento, moldeado por la realidad social que nos embarga. Lenguaje, poder y saber están estrechamente vinculados, y constituyen expresión de la ideología. Como plantea la Dra. C. Rosa Cobo Bedia: «El lenguaje no es una realidad neutra y ajena a las relaciones que existen en cada sociedad […]». De ahí que la polémica actual sobre el lenguaje inclusivo de género haya fomentado posiciones divergentes en varios espacios de discusión.

¿Qué se entiende por lenguaje inclusivo de género? Benvenides, estimades lectores. No es broma, los que defienden el lenguaje inclusivo de género –también denominado lenguaje no sexista— proponen nuevos estilos de comunicación que sustituyan el masculino genérico y el binarismo de género. Todo comenzó con los movimientos feministas de la segunda mitad del siglo XX, y las denuncias a las «marcas masculinas» de la lengua hispana.

A medida que se ha tomado conciencia sobre este tema, el debate ha ido intensificándose a nivel internacional. En varios países de habla hispana los jóvenes comienzan a repetir estos «modismos» en el lenguaje, y la comunidad académica no puede estar ajena a esta realidad.

Lingüistas, politólogos, feministas y cientistas sociales han centrado su atención, grosso modo, en dos direcciones: lo puramente gramatical, y la significación política del asunto en cuestión. No pocos especialistas se han mostrado escépticos e incluso, han realizado críticas a los manuales donde se promueve el uso de prácticas comunicológicas y lingüísticas inclusivas.

Buscando la inclusión, las propuestas han ido variando. Primero se reemplazaba el masculino genérico por las formas femenina y masculina –conocido como desdoblamiento de género— (ej. todos y todas), pero ello no permitía incluir otras identidades de género. De manera que se han realizado otras proposiciones –como el uso de la x, @, e— que han provocado conmociones en la comunidad hispanohablante. Estas propuestas han coexistido en paralelo y sus usos dependen de efectos discursivos para quienes apuestan por su incorporación en las prácticas comunicológicas.

Lenguaje inclusivo

¿Reproduce esquemas machistas el lenguaje? (Ilustración: El Gato y la Caja)

Los adeptos de estos nuevos estilos consideran que el lenguaje convencional –cuyas reglas son aprobadas por la Real Academia Española (RAE)— es machista y como tal debe ser ajustado a la nueva realidad social. Aunque reconocen que el masculino genérico se impuso por el carácter patriarcal de la sociedad –algo que ha sido denominado «patriarcado ancestral de la especie»— asumen que ya es hora de generar transformaciones en este sentido.

Los detractores han esgrimido varias razones para censurar dichas prácticas. Algunos se oponen a la utilización de las formas femenina y masculina porque consideran que desvirtúa el principio de la «economía de palabras» en la Lengua de Cervantes; otros no creen correcto que el lenguaje inclusivo se permita en los colegios e, incluso, se ha llegado al extremo de despedir a profesores por enseñarlo a sus educandos.

El debate actual sobre el lenguaje inclusivo ha sobrepasado las fronteras de lo meramente gramatical y lingüístico.

No seamos ingenuos, el tema se ha convertido en el hándicap de sectores conservadores. Mario Vargas Llosa, afamado escritor peruano y Premio Nobel de Literatura, reconoció públicamente en una entrevista dedicada exclusivamente al tema que «el llamado lenguaje inclusivo era una especie de aberración dentro del lenguaje». ¿Casualidad?, no lo creo. No pocos lingüistas y especialistas de otras ramas del saber han reconocido el trasfondo ideopolítico de la temática. Santiago Kalinowski, lingüista y lexicógrafo de la Academia Argentina de Letras, considera que el lenguaje inclusivo obedece más a un fenómeno político que lingüístico.

A su juicio es una intervención, una manera de impactar a nivel de la conciencia social sobre la injusticia de una sociedad donde persiste el patriarcado, incluso, a nivel del lenguaje. El neutro se propone para intervenir y demostrar esta idea, y precisamente estos «modismos» se utilizan fuera de las reglas aceptadas socialmente para generar un efecto de protesta con carácter político en el auditorio. Ha sido una manera de intervenir para crear un consenso, a lo que el experimentado académico denomina la «configuración discursiva de una lucha política».

¿Cuál será la posición acertada? O mejor, ¿existirá una posición acertada? El tiempo y la generalización de estas nuevas prácticas lingüísticas y comunicológicas en el lenguaje, nos dirá. No podemos obviar que la RAE tiene el deber de aprobar los cambios cuando se han afianzado en la lengua, y que se haya dedicado tanto debate a esta temática significa que la realidad ha cambiado. Mientras tanto, podemos mostrarnos escépticos o confiar en la idea quijotesca de luchar contra los molinos de viento. Escojamos el camino que nos parezca más adecuado.

16 julio 2019 4 comentarios 986 vistas
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homenaje

Homenaje a la Dra. C. Alina López Hernández

por Yasvily Méndez Paz 24 junio 2019
escrito por Yasvily Méndez Paz

Hace días me pidieron unas palabras dedicadas a la Dra. C. Alina Bárbara López Hernández para un merecido homenaje en la sede de Ediciones Matanzas. La afamada editorial realiza este tipo de homenajes a escritores, editores, artistas, en fin, a personalidades que se destacan en el mundo de la cultura. En esta ocasión, Alina fue homenajeada por sus resultados como editora, cientista social, y especialmente por haber sido seleccionada como miembro de la Academia de Historia.

El homenaje comenzó con las palabras de Alfredo Zaldívar, director de la editorial, quien resaltó la significación que tiene para Ediciones Matanzas contar con sus servicios, expuso sus principales resultados como editora y sus valores como profesional. Leymen Pérez, poeta y editor matancero, leyó una semblanza donde resaltó su rigor profesional, preparación como cientista social, los aportes de su obra a la historiografía e hizo énfasis en su labor como tutora y profesora de Antropología Sociocultural. La conducción de la entrevista estuvo a cargo de Maylan Álvarez, autora de La callada molienda.

Según testimonios de los presentes, fue una entrevista muy personal donde Alina habló de sus preferencias en la cocina, cómo organiza su tiempo y otros aspectos de su vida. Alicia García Santana, escritora e historiadora, habló sobre sus dotes excepcionales como editora, resaltando no solo que critica las cuestiones formales de la obra, sino que realiza análisis de conjunto con los autores. También habló de la sencillez y profesionalidad con que Alina asume su trabajo y expresó que daría mucho más de qué hablar en el futuro.

En el acto estuvieron presentes estudiantes de las carreras Estudios Socioculturales y Periodismo en la ciudad de Matanzas, a los que ella impartió clases. Además, intelectuales que se han vinculado al mundo de la blogosfera gracias a los post que escribe para LJC. Algunos sostuvieron que lo primero que hacían en la mañana era buscar algún trabajo de Alina antes de comenzar el día. Como en aquellos momentos no pude complacer la petición realizada, hoy cumplo mi cometido. Aquí mis palabras para una profesora, colega y amiga.

Conocí a Alina en el 2003, cuando era estudiante de tercer año en Estudios Socioculturales y ella era mi profesora de Antropología. Hasta ese momento había tenido muy buenos profesores, pero Alina tenía cualidades especiales. Su rigor académico, sapiencia, lógica expositiva, exigencia y buen tino pedagógico para orientar y formar a sus estudiantes, la hacían una profesora excepcional.

Algo llamaba nuestra atención durante el primer semestre de estudios: un porcentaje elevado del grupo no tenía una idea clara del perfil de la carrera. Recuerdo a algunas llorando, pero la mayoría aceptamos que aquel era nuestro destino y debíamos asumirlo. A medida que pasaba el tiempo, la carrera nos hechizaba. ¿A qué se debía? A la formación recibida por los profesores del departamento de Marxismo Leninismo de la Universidad de Matanzas. Sin ellos, no lo hubiéramos podido lograr. Una de ellas fue Alina, sin dudas de las mejores profesoras que tuvimos durante nuestros años de estudio.

Alina Bárbara López Hernández recibe en 2007 el premio de ciencias sociales que otorga la Revista Temas

Aunque en aquellos momentos ser profesora no formaba parte de mi proyecto de vida, Alina siempre fue un ejemplo a seguir. Recuerdo con agrado sus conferencias, las lecturas de Malinowski, Boas, Tylor, Ortiz, por sólo mencionar algunos, y los debates que se propiciaban en clase. Su exigencia para la preparación y entrega de los trabajos finales nos hizo esforzarnos y ser mejores estudiantes. Fue mi tutora en la tesis de diploma, y descubrió en mí la escritora que llevo dentro.

Alina me enseñó la significación que tiene la formación académica y la coherencia con que debe asumirse, enrumbar cualquier tarea hasta el final por difícil que sea, la importancia de la lealtad detrás de un amigo, el trabajo en equipo y que el verdadero valor de la justicia es dar a cada cual según sus actitudes y capacidades.

Recibe pues, estas palabras, para quien siempre será mi profesora, amiga y colega de trabajo. Un humilde regalo entre párrafos, frases y mensajes que la magia de la tecnología esparcirá por Internet cual polvo en vientos de cuaresma. Merecido homenaje de la LJC.

24 junio 2019 20 comentarios 1k vistas
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infantes

Un SOS para infantes cubanos

por Yasvily Méndez Paz 20 abril 2019
escrito por Yasvily Méndez Paz

Para los que crecimos como infantes disfrutando los muñequitos cubanos de Elpidio Valdés, Chuncha o Cecilín y Coti, resultan inverosímiles estos programas infantiles de la TV cubana que conducen a la banalidad. Ahora que no somos niños y vemos las cosas de otra manera; comenzamos a reflexionar sobre los productos infantiles que consumen niños y niñas en hogares cubanos, y los modos de actuar y pensar que formamos a través de su puesta en práctica.

¿Quiénes conforman en la TV cubana la programación dirigida a niños y niñas? ¿Los programas infantiles pasan por los sistemas de control a los que estamos acostumbrados en otras áreas? De ser así, entonces, ¿cuentan con la preparación adecuada los especialistas, técnicos y funcionarios que se dedican a esta tarea? ¿Se hace una labor consciente para analizar las consecuencias generadas en la formación de los infantes mediante la asunción de patrones alejados de la sociedad cubana que queremos construir.

Debe prestarse más atención a los diferentes códigos comunicacionales, símbolos y mensajes que se transmiten mediante los medios de comunicación a nivel internacional, el andamiaje de la industria cultural y las necesidades que se generan en la sociedad de consumo. A través de sus discursos, los medios de comunicación instauran ejes temáticos y matrices culturales que reproducen el poder hegemónico.

Cuba no está exenta de esta realidad; numerosos especialistas han analizado las implicaciones ideológicas de la guerra no convencional, los códigos culturales impuestos por el capitalismo global y las enormes sumas de dinero que se invierten en la industria cultural por las utilidades que ello genera.

En los marcos de la globalización neoliberal, infantes y jóvenes se convierten en la población más vulnerable del armazón cultural en la sociedad consumista. El consumo de mercancías no necesarias para la supervivencia contiene una re-significación simbólica; el acto de consumir se convierte en el hándicap que genera necesidades en espiral e influye en la construcción de identidades individuales y colectivas para la conformación del denominado homo consumens.

El nuevo status quo de la sociedad consumista se basa en la cultura depredadora e individualista del tener, que incentiva el consumo irracional y desmedido de productos superfluos, a expensas de los daños al medio ambiente o la humanidad en general. El consumismo ha sido conformado como una necesidad que aliena al homo consumens, lo convierte en un ser pasivo, sin deseos de participación real, y estructura brechas cada vez más crecientes en la producción de bienes y servicios entre ricos y pobres.

El colonialismo neoliberal del siglo XXI remarca diferencias culturales, ideopolíticas y socioeconómicas que obedecen a la vieja polémica entre centro versus periferia, desarrollo versus subdesarrollo y civilización versus barbarie. En los actuales intereses geopolíticos, la industria cultural se ha convertido en un instrumento indispensable para someter a las sociedades subdesarrolladas o en vías de desarrollo; de ahí, que la aplicación de políticas culturales dirigidas a infantes y jóvenes ocupe espacios fundamentales.

«Lo esencial es invisible a los ojos», frase paradigmática de El Principito que encierra un halo de sabiduría de ineludible importancia para nuestros niños y niñas. En cambio, invertimos tiempo en transmitir muñes y programas infantiles rodeados de violencia, impregnados de fútiles alabanzas al uso banal de las redes sociales, o donde se resaltan símbolos y códigos importantes de otras culturas, desaprovechándose el potencial que representan valores históricos, culturales y simbólicos de la cultura nacional cubana.

¿Y qué podemos decir de aquellos programas infantiles que remarcan patrones tradicionales de género? Muñes que cosifican a las mujeres como objetos de belleza, reducen sus proyectos de vida al matrimonio mediado por intereses económicos, las legitima como el sexo débil que el hombre debe proteger, y reproduce una realidad ficcionada de princesas y príncipes «buenos», «honestos» y «altruistas», sobre la base de patrones de belleza y estatus económico, como modelos ideales de comportamiento a alcanzar.

La comunidad científica ha demostrado la falsa neutralidad de la ciencia y la tecnología; el uso de las TICs constituye una oportunidad útil para Cuba, si se dirige a la construcción de saberes y valores educativos para la sociedad, donde jóvenes, niños y niñas deben ser priorizados.

Los medios de comunicación constituyen vías certeras para la reproducción de juicios de valor y sistemas normativos, pero debemos aprovechar su papel socializador en la construcción de subjetividades para generar productos culturales que fortalezcan la cultura e identidad nacional, a través del reconocimiento de lo autóctono, en detrimento de imponer lo foráneo como cultura dominante.

Para su logro, se deben alcanzar los niveles de conocimiento en los implicados; sólo así podremos acudir al llamado del S.O.S. para los infantes cubanos. 

20 abril 2019 9 comentarios 554 vistas
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genero

Ciencia y enfoque de género

por Yasvily Méndez Paz 6 abril 2019
escrito por Yasvily Méndez Paz

Durante los años 70 y 80 del siglo XX confluyeron varios factores que posibilitaron el desarrollo de los estudios sobre Ciencia, Tecnología y Género (CTG). Considerados como parte del denominado «feminismo académico»- se fueron conformando en un campo de estudios con enfoque plural y diversificado, viéndose representados mediante las áreas de investigación, políticas públicas y educación.

Dentro de los aportes de los estudios CTG destacan aquellas investigaciones que han sido fundamentales para determinar los mecanismos formales o explícitos, institucionales e ideológicos, e informales o implícitos de exclusión femenina, presentes en la comunidad científica a lo largo de la historia.

En la actualidad, la existencia de barreras formales e institucionales que limiten la presencia de mujeres en academias e instituciones científicas son cada vez menos recurrentes; en cambio, los mecanismos informales o implícitos persisten ante su carácter de «sutileza» y  «aparente inexistencia», y se reflejan a través de las brechas y sesgos de género presentes en los sistemas científico-tecnológicos.

Una recolección piloto financiada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)- cuyos resultados han sido publicados en abril de 2018- reconoce que en América Latina se mantienen las brechas de género en ciencia, tecnología e innovación (CTI).

El estudio pone al descubierto la presencia limitada de las mujeres en disciplinasde ciencia, tecnología,  ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), en ocupaciones fuertemente masculinizadas, tales como: las tecnologías de la información y la comunicación [TIC], las dificultades para que las mujeres logren alcanzar puestos de alto liderazgo en sistemas nacionales de CTI, la fuerte presencia femenina en el trabajo no remunerado y las actividades domésticas, así como otros indicadores que denotan la pertinencia de este tipo de estudios.

En Cuba, los estudios CTG aún resultan insuficientes. A pesar de los aportes realizados por investigadoras como: Mayra García Quintana, Dayma Echevarría León, Lourdes Fernández Rius, entre otros, mucho queda por develar desde el punto de vista histórico, sociológico, pedagógico y epistemológico sobre el acceso de las mujeres a los sistemas de ciencia y tecnología y los sesgos de género en sus prácticas, procesos y productos.

Días atrás un colega me manifestaba que las mujeres no tienen capacidades similares a los hombres para dedicarse a las ciencias, pues sus preocupaciones por el cuidado de hijos, esposos y otros familiares, así como el tiempo que dedican a labores domésticas las limitan e inciden en su capacidad de concentración.

Parece irreal que a la luz de la contemporaneidad se esgriman criterios de esta índole; sin embargo, ¿será este un pensamiento aislado, o persisten en Cuba los roles de género en los espacios público y privado y mecanismos implícitos o informales de exclusión femenina que limitan la presencia de mujeres en determinadas áreas del ámbito científico-tecnológico?

Foto: EFE/ Yander Zamora

Hace meses se publicaron los resultados de la Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género, donde tuvo implicaciones el Centro de Estudios de la Mujer (CEM) de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y el Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE) de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), con la colaboración financiera y técnica de otros organismos internacionales.

Sus resultados denotan la fuerte creencia en el imaginario social de que determinadas actividades, oficios y profesiones no son consideradas «propias» de mujeres, como: electricista, albañil, mecánica, entre otros, y se manifiestan las brechas de género en la carga total del trabajo (CTT), pues las mujeres continúan asumiendo el peso en las labores domésticas y el trabajo no remunerado. Ello denota la importancia de generalizar este tipo de estudios en el entorno de las universidades, e incentivar políticas públicas y educativas para la solución de estas problemáticas.

Evaluar las brechas de género y sus limitaciones en América Latina y el Caribe (ALC) permite encauzar posibles soluciones para el logro de niveles superiores de equidad en el acceso a la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI). Si bien se han reducido las barreras explícitas que impiden el acceso de las mujeres a instituciones, academias y actividades científicas, todavía se manifiestan mecanismos informales de «feminización» y «masculinización» en las comunidades científicas, como en algunas carreras de ingenierías, que limitan el acceso de las mujeres a sus campos de acción.

El estudio de estas problemáticas y otras, su medición, evaluación y las propuestas de solución, constituyen tareas de investigación fundamentales para los actores sociales comprometidos con la aplicación de las políticas públicas de CTI en ALC. De igual manera, los Sistemas Nacionales de Educación deben tener en cuenta las propuestas de los estudios CTG en sus programas curriculares de pregrado y posgrado, y en la superación del personal y cuadros de dirección, para el logro de una sociedad más equitativa en las políticas de ciencia, tecnología e innovación dentro de la comunidad científica a nivel internacional.

6 abril 2019 3 comentarios 736 vistas
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