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Teresa Díaz Canals

Teresa Díaz Canals

Ensayista y Profesora Titular. Doctora en Ciencias Filosóficas. Investigadora asociada a Cuido60.

Verdad que duele

La verdad que duele

por Teresa Díaz Canals 14 octubre 2022
escrito por Teresa Díaz Canals

Como consecuencia de la crisis económica, política y social que se vive en Cuba, se evidencia un desarraigo impresionante que compromete no solo el presente, sino  el futuro de la nación. Existen muchos testimonios y reflexiones sobre lo que nos pasa, pero, aun así, «tanto dolor no se puede comentar».

Muertes por la epidemia de dengue, por el pavoroso incendio sucedido en la ciudad de Matanzas, por innumerables accidentes de tráfico, por los enfermos que no reciben tratamientos adecuados debido a la falta de medicamentos. Construcciones de hoteles y, al mismo tiempo, derrumbes que estrujan la vida de mucha gente. Hace unos días, una niña perdió la vida porque la corriente de una inundación la arrastró al interior de un alcantarillado.

En ese sufrimiento infinito, también tenemos en cuenta los que han fallecido en el difícil camino del exilio, y las marcas que dejan en los que logran llegar a sus destinos. Paralelo a esta tragedia nacional se producen sorprendentes celebraciones: el Festival Habana World Music, una Feria Gourmet, la Fiesta Internacional del Vino.

La no-vida cubana está marcada por la desigualdad, el complejo acceso a los alimentos, que incluye demasiado tiempo perdido en filas, y los extensos apagones que azotan con mayor ensañamiento a las regiones del interior del país. Como resultado,  se han producido cacerolazos en disímiles provincias. El derecho a la protesta no está permitido, pero nuestro pueblo reclama al son del palo, del golpe y la blasfemia. Incluso niñas resultaron lesionadas en cuerpo y alma.

De nuevo fueron detenidos jóvenes —como en las manifestaciones del 11 de julio del 2021—, acusados por gente que no quiere saber de libertades, derechos y paz. Presencia notable de agrupaciones policiales para reducir la seguridad de la población e imponer un sacrificio no aceptado. Penosa incoherencia de una todavía denominada Revolución socialista.

Verdad que duele

Fueron detenidos jóvenes —como en las manifestaciones del 11 de julio del 2021—, acusados por gente que no quiere saber de libertades, derechos y paz. (Foto: ADN Cuba)

Tuve la oportunidad de leer con calma una propuesta de cambio estructural, ponderada y racional, publicada en Cuba Próxima. Hice un prólogo para sus creadores y recuerdo que insistí en que el programa no transpiraba odio implacable. Mi valoración fue objetada por una persona que conocí hace años, quien pidió eliminaran, pues nada aportaba al documento, el siguiente fragmento:

«En este programa encontrarán, además de las ansias de renovación en general, respeto, justicia sin venganza, visión de desarrollo sostenible, invitación a la reconstrucción física y moral de una sociedad devastada, acompañada al mismo tiempo de una feliz ausencia del atavío vulgar del odio».  

La colega, además de explicar la necesidad del odio, hizo una declaración sobre lo conveniente de utilizar malas palabras. Sobre estas dos cuestiones vale la pena meditar.

Diferentes personas sacan palabras diferentes de mí

Comenzaré con el tema de las malas palabras o vulgaridades. Hace unos años, en el barrio donde vivo, una vecina se me acercó y me advirtió: «aquí hay que decir malas palabras». Esa opinión se me quedó grabada como un arma que debería usar contra cualquier agresividad. Cuando comenzó la pandemia se desató mucha tensión ante la tragedia que se nos venía encima.

Se decía que el virus también se adquiría en el piso, en la calle, de ahí que indicaran quitarse los zapatos antes de entrar en los hogares. En mi cuadra algunas personas tiran agua, que llega al frente de mi casa y se estanca convertida en fango. En cierta ocasión le pedí a una vecina no exagerar en esa acción porque afectaba la entrada de mi pequeño portal. Una vez ya no pude más, me acordé del consejo y comencé con malas palabras, coj…., etc.

Los vecinos sonreían con socarronería. «¡Como está la “licenciada”!», dijo una con desprecio. A los dos días todavía continuaban los comentarios por mi manera explosiva de reaccionar. Fue entonces que comprendí que esa alternativa de defensa personal funciona en determinadas personas, no en todas. En mi caso no soy creíble, además de ser ya una anciana. Las máximas responsables del incidente no me saludaron más.

Pasados unos meses, la hija de la mujer con la que discutí me llamó una noche por la ventana, tenía un ataque de asma y necesitaba un spray de salbutamol. Enseguida la auxilié pues sé lo que significa ese padecimiento. Después lo he seguido haciendo. Ese gesto selló el distanciamiento que parecía irrevocable. Hoy me aprecian muchísimo, una vez la madre de la enferma me comentó: «lo que tú haces no lo hace aquí nadie, tenemos que pagar extra por adquirir un aparatico». 

Verdad que duele

Fila frente a una farmacia en Centro Habana. (Foto: 14ymedio)

Claro que estoy al tanto del uso de las malas palabras en el contexto político, esas expresiones se proyectan también en otros ámbitos de la vida, como el teatro, la música, la televisión. Sin embargo, ¿cuáles son las consecuencias de la vulgaridad instalada en las escuelas, de la naturalización de la charanga bullanguera? Una vez tuve que advertirle a un grupo de estudiantes universitarios: «aquí no quiero malas palabras». 

El hecho de que en lo más recóndito de los barrios humildes y desesperados se haya enarbolado la mala palabra para exigir justicia y proclamar la inconformidad con la vida que tenemos, es legítimo, es extremadamente auténtico; pero actuar con la máscara populista por parte de otro sector de la población, me parece caricaturesco. La parte verdaderamente valiosa de la sabiduría práctica que adquirimos en nuestras vidas no se puede expresar en términos generales, cada ser humano adquiere solo de primera mano, una especie de aprendizaje de la vida.

Si yo odiara a alguien, me odiaría por ello a mí mismo

Salomón Morel fue un judío que vio como los nazis obligaron a su madre a contemplar el asesinato de su esposo y de uno de sus tres hijos, antes de asesinarla a ella. Posteriormente ejecutaron a su hermano, mientras él fue enviado a Auschwitz.

Cuando culminó la guerra, Salomón fue nombrado comandante de la prisión de Katowice en Polonia, donde destinaron a cautivos alemanes. Allí torturó a los prisioneros por inanición, maltrato y ausencia de cuidados médicos elementales, que fueron técnicas aprendidas en el campo de concentración. Ese procedimiento vengativo lo hizo responsable del fallecimiento de más de mil personas. Muchos sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial quedaron aferrados al pasado mediante el rencor y el resentimiento.

Verdad que duele

Judíos en campo de concentración.

No todos reaccionaron de igual manera. El neurólogo y psiquiatra Viktor E. Frankl relató su experiencia en los campos de concentración en una obra que todo ser humano debiera leer: El hombre en busca de sentido. Él se aferró al recuerdo de su esposa, era lo único que lo mantenía en pie. Finalmente sobrevivió, y optó por aprender del dolor para crecer y poder ayudar.

Otros sobrevivientes al Holocausto, como el filósofo Emmanuel Lévinas y el psicoanalista Erich Fromm, entrevieron que un pasado doloroso no predetermina odio ni resentimiento. Recordemos el caso de la rusa Ana Ajmátova, una víctima del estalinismo. Después de la ejecución de su marido, del encarcelamiento de su hijo y de su propia condena, creó poesía.

Una madre cubana llamada Marta Perdomo tiene dos hijos en prisión por haber participado en las manifestaciones del 11 de julio. Podrán imaginar su agonía, su tristeza infinita. En un encuentro online, ella narró que en un interrogatorio que le hicieron a su hijo Nadir, la oficial que lo atendía le preguntó: «¿Tú no pensaste en tus hijos?». «La verdad es que por pensar en mis hijos estoy aquí, por pensar en Usted también, respondió el joven».

 Me impresionaron sus palabras profundamente, por ello recordé la frase de José Martí: «un perdón puede ser un error, pero una venganza es siempre una infelicidad». Nadir es amor, es luz, es poesía.  

14 octubre 2022 26 comentarios 2,K vistas
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Tiempo

El  tiempo de la dolorosa lucidez

por Teresa Díaz Canals 4 agosto 2022
escrito por Teresa Díaz Canals

Llevo muchos días intentando sentarme a escribir, mi estado de ánimo no es bueno. Nunca me interesó ser parte integrante de un grupo de manera absoluta, pero el hecho de haber pertenecido a algunas instituciones me otorgó cierto sentido de pertenencia a algo, aunque todo fue, al final, una ilusión. Los intelectuales por lo general cuestionan el mundo, pero pocos analizan al mundo intelectual.  

Hace meses me llamaron por teléfono para ser parte de un equipo que acompañará con sus comentarios la exhibición de una miniserie, prevista para estrenar en el período vacacional de verano. Los capítulos tratan acerca del feminismo en EE.UU. durante los años setenta del siglo XX, su nombre: Mrs. América.

En una primera reunión de preparación, me asignaron comentar el 2do y el 7mo episodios del serial televisivo. Para que estuviéramos comunicados, fue conformado ese día un grupo de WhatsApp por donde recibiríamos las informaciones de la Directora, que coordinaría los días en que nos tocaría grabar. Pasó un tiempo y comentan por esa vía que ya las personas implicadas conocían la fecha de su grabación, pues recibieron el cronograma de trabajo.

Resulta que, sin yo saberlo, fui excluida de la futura presentación, cosa que no me molestó, al contrario, significó un alivio. Lo que resulta bochornoso es la manera insultante del procedimiento que se utilizó para cancelar la invitación. Como mismo me molestaron, pues vinieron a mi casa para que revisara el material completo y me hicieron perder una tarde en una reunión de coordinación, pudieron haberme llamado por teléfono y explicarme. Eso se llama respeto, ética profesional, decencia.

Ante la pregunta que le hice a la directora del programa, el pretexto fue que sobraban personas, lo que me pareció una argumentación burda pues por mí pusieron a otra especialista que no había sido invitada inicialmente. ¿Por qué no explicarme la verdadera causa de la exclusión?

Hay algunas cuestiones que me gustaría analizar sobre el tema de la censura. En primer lugar, le diría a la dirección del programa que deberían haber realizado un trabajo previo de invitación selectiva (y de rechazo). Según el sociólogo Pierre Bourdieu, «la peor censura es la ausencia; las palabras de los ausentes se excluyen de manera invisible».

Tiempo

La noche oscura de lo humano

Haber firmado el Manifiesto contra el silencio, por la justicia, con el objetivo de pedir la liberación de presos políticos, y que mi nombre apareciera en una lista por la televisión, no es motivo —o no debiera serlo—  para invalidar una participación en un medio de comunicación. Si me lo piden hoy, y aún dentro de diez años si viviera, lo volvería a rubricar. Ignoro si esa fue la razón del descarte, tal vez. También puede que ya no me consideren feminista pues no pertenezco al grupo donde sus integrantes siempre se ven la cara en cada encuentro, quizá por ello aplicaron el desdén de las compuertas.

La mexicana Marta Lamas utiliza la palabra feministómetro para considerar quién es y quién no es feminista, lo cual tiene que ver más que con cuestiones políticas e ideológicas, con cuestiones personales. Es el instrumento ideal para ser parte del «barullo» feminista. Escuché una intervención de esta antropóloga a propósito de su libro Dolor y Política. A ella misma una vez, en un aula de la UNAM, le prohibieron entrar cuando iba a impartir una conferencia, pues la acusaron de ser integrante del neo-patriarcado.

En esta exposición, que podemos encontrar en Youtube, utiliza la frase «razón arrogante» para denominar esas actitudes violentas, que se encuentran muy lejos de la sororidad que propone un pensamiento partidario de la equidad y la justicia. Además, la teórica confirma la propuesta de algunas autoras que hablan de la necesidad de un feminismo crítico en continúo aprendizaje y en estado de alerta.

Me pregunto si todo ese grupo que me excluyó está consciente, no solo en abstracto, de que no existe un solo feminismo, que este, si es coherente con su historia, debe respetar la diferencia y lo político está dentro de esa divergencia. Lo importante es estimular el disenso, el debate, la discrepancia y no practicar, cuando les conviene, la política del silencio.

Cito algunos versos de la escritora española Ángela Figuera Aymerich.

No quiero

que la tierra se parta en porciones,

que en el mar se establezcan dominios,

que en el aire se agiten banderas

que en los trajes se pongan señales.

 

No quiero

que mi hijo desfile,

que los hijos de madre desfilen

con fusil y con muerte en el hombro;

que jamás se disparen fusiles

que jamás se fabriquen fusiles

 

No quiero

que me manden Fulano y Mengano,

que me fisgue el vecino de enfrente,

que me pongan carteles y sellos

que decreten lo que es poesía.

 

No quiero amar en secreto,

llorar en secreto

cantar en secreto

 

No quiero

que me tapen la boca

cuando digo NO QUIERO

Tiempo

Ángela Figuera Aymerich

Los académicos y académicas se la pasan impartiendo conferencias, hacen intervenciones en múltiples eventos, pero no se exponen mucho. Sin embargo, hay algunos que hacen escandaloso algo que ya sabemos acerca de las cosas de la vida, de la cotidianidad, de la cruda realidad. Cuando a alguien se le ocurre discrepar así, desentonar, se convierte en un sujeto inoportuno y, por ello, se rompe la relación de connivencia.

Una de las frases más tristes de la historia la dijo Baruch de Spinoza: «no hay fuerza intrínseca de la idea verdadera», ello significa que la verdad es muy débil, muy frágil.  Los que nos dedicamos a hablar, enseñar, escribir, tenemos una tarea esencial en esos quehaceres: el deber de comunicar la verdad.

Hay un texto que para mí ha resultado de importancia capital, se trata de una biografía de Hannah Arendt. Esta filósofa alemana tenía una noción muy elevada de la amistad, sin embargo, colocaba a un lado a aquellas personas que solo se preocupaban de sí mismas. Durante la etapa de la Segunda Guerra Mundial, en la autora de la obra maestra Los orígenes del totalitarismo se fraguó una fuerte aversión hacia los intelectuales elitistas y oportunistas. Sus amigos eran considerados outsiders, al margen, extraños, a veces por elección y otras por destino. Arendt consideraba que el inconformismo social era condición sine qua non del logro intelectual.  

En estos días se presenta una telenovela cubana (Tan lejos y tan cerca) que es digna de ver, pues recrea la primera etapa de la pandemia en el país, entre otras sub-tramas. Solo algo me incomodó en ella, es la parte donde algunos personajes hablan de las colas, incluso colocan a dos parejas escondidas en árboles de madrugada, pues en ese tiempo a quien encontraban en la calle a esa hora era multado por la policía, aunque el motivo fuera adquirir en la mañana algún producto alimenticio. Lo sorprendente es la manera jocosa, cordial, alegre incluso, en que los actores presentan la terrible realidad actual.       

Es obvio que si la guionista explicitara tal cual la terrible situación que se vive, la novela no hubiera salido al aire. No se trata de reflejar en la pantalla un realismo chismoso, pero otra cosa es suavizarlo de manera que hacer fila para lo más mínimo, resulte un hecho pintoresco. Claro que el arte no puede, ni debe, reproducir fotográficamente lo cotidiano, eso se sabe; pero el mensaje que llega a los espectadores es la naturalización de algo cruel para una gran parte de la sociedad.

Flor Loynaz desplegó una clase magistral de vínculo entre arte y realidad con sentido crítico cuando escribió estos versos en los que aludía a la escasez: A una hoja de papel que me regaló Dulce María,// regalo inconcebible en estos tiempos.

El 18 de mayo pasado falleció en Medellín, Colombia, el ensayista y profesor cubano Esteban Morales Domínguez. Muchas personas e instituciones en el país reaccionaron a este lamentable hecho por la rica trayectoria del destacado investigador, quien fuera miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), director por muchos años del Centro de Estudios sobre Estados Unidos (CESEU), profesor titular de la Universidad de La Habana, etc.

Tiempo

Esteban Morales Domínguez

No obstante, fui testigo del severo silencio y aislamiento al que fuera sometido durante un tiempo por atreverse a decir lo que pensaba acerca de la corrupción presente a altos niveles en Cuba. Por eso me sorprendió tanto el desbordamiento de pesar ante la muerte del eminente intelectual.

Como he abordado el tema de la muerte, menciono también la del querido investigador Jorge Lozano, especialista en la obra martiana. El día antes de que falleciera, mucha gente lo pudo escuchar en el programa televisivo Mesa Redonda dedicado al Apóstol. Al día siguiente, en camino hacia una cafetería cercana a su casa, sufrió un infarto y cayó fulminado en la calle. Allí permaneció tirado largo rato, hasta que apareció el transporte adecuado para trasladarlo.

En ese lapso, alguien fue a buscar una sábana al policlínico más cercano, ningún muerto merece estar al descubierto como espectáculo público. El centro sanitario se negó a entregarla para cumplir un acto de respeto, pues era «medio básico» de esa instalación. ¡Qué ironía! Esa indiferencia fue una forma, específica y burocrática, de mancillar el cadáver de quien fuera un profundo estudioso de la figura de Martí.

Max Weber, el conocido sociólogo alemán, se irritaba cuando constataba una tendencia en algunos profesores a elegir colegas mediocres para nombramientos académicos. También aborreció el servilismo político y la timidez que obstaculizaban la candidatura de sabios con convicciones socialdemócratas. Por esta razón, apoyó a Robert Michels, quien fuera rechazado por las universidades alemanas y no tuvo más remedio que buscar trabajo en el extranjero. Después, el discípulo de Weber se colocaría al lado del fascismo, pero hay algo digno de atender en su obra: todo partido político se convierte en un fin en sí mismo.

Cuando elogia el cuaderno Metralla, de la escritora holguinera Zulema Gutiérrez, dice el poeta Ghabriel Pérez, también oriundo de esa ciudad, que estamos ante la generación cubana de mayor paz interior, pues ha sido la menos cómplice, la más cívica.

Otro hecho significativo, digno de reflexión, es la palabra gritada al unísono por los espectadores presentes en un concierto celebrado en el Coliseo de la Ciudad Deportiva durante la celebración del Festival Habana World Music: ¡Libertad! Los científicos sociales deben concientizar que esto constituyó un mensaje que, aclamado de manera espontánea, tuvo poder vivificante, porque tan solo su anhelo refresca, sana e ilumina todo. Como dijera José Martí: ¡Libertad, es tu hora de llegada! […] Ese ruido es el del triunfo que descansa. Hay que vivir con los tiempos y no contra ellos.

Un conocido comunicador y abogado exhibió una muestra de cárceles cubanas donde algunos privados de libertad expusieron las maravillosas posibilidades de estos establecimientos. En Cuba se sabe muy bien que esa caracterización del sistema carcelario es en su mayoría falsa. Un ejemplo de tal fingimiento: nada más que trasladar a un presidiario de una provincia a otra del país, es ya un inmenso castigo a él y su familia, por las condiciones deplorables del transporte en Cuba. Todas estas cuestiones deben estar en la agenda de los intelectuales.

Tiempo

En Cuba se sabe muy bien que esa caracterización del sistema carcelario es en su mayoría falsa.

En una ocasión tuve la oportunidad de asistir a una de las reuniones de la UNEAC en la sección de escritores. Quedé sorprendida al escuchar a ese grupo defender con mucha energía sus intereses, como lo poco que se paga por derecho de autor, también criticaron el funcionamiento de la organización; cualquiera expresaba abiertamente el malestar que sentían por situaciones que les preocupaban dentro del ámbito de su sección.

Sin embargo, no me ha llegado que como colectivo asuman un compromiso con la nación (que no sean arengas revolucionarias), así como con la pobreza, las desigualdades, la injusticia. No pido inmolación, pero es una vergüenza la aparente neutralidad hipócrita. Ante este mundo de deshonestos, oportunistas, de los neuróticos del figurar, del pretendido éxito; ante el afán de sentirse ganador, opto por la esperanza.

Hace poco asistí al acto de graduación de los estudiantes que culminaron su carrera en el Instituto de Estudios Eclesiásticos Padre Félix Varela. A mi lado se sentó una muchacha que fue mi alumna, ahora es profesora de la institución en que estudió y hace su doctorado actualmente en Italia. No tuvimos esa cercanía estrecha que a veces se establece entre profesor-alumno. Pero en ese momento fue muy especial conmigo. Le comenté que no sabía si continuaría en la docencia, pues ya me sentía cansada. Con seguridad objetó: Profe, usted nunca se va a ir de aquí. Aunque no imparta más clases, usted siempre va a ser de aquí.

Llegó el momento de la foto conjunta. Ella se levantó para ubicarse donde ya se congregaban los graduados, los profesores y la dirección del Instituto. Quise evadir ese momento, no soy nada fotogénica. «Pues si Ud. no va, yo tampoco me retrato», expresó de manera categórica. Quedé tan sorprendida que acepté. Lo que no sabe la talentosa profesora, es que con su luz, su dulzura, su prudencia, salí con mucha paz de ese recinto.  

Sabe muy bien que la grandeza no viene del espectáculo, sino de la profundidad insondable de los vastos pensamientos, y de la levedad inmensa de un gesto. Ya me puedo alejar definitivamente, ese día ha pasado a formar una parte importante del premio mayor que determinadas personas me han otorgado.

4 agosto 2022 12 comentarios 1,7K vistas
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Tiempos

Vulnerables en tiempos de oscuridad

por Teresa Díaz Canals 14 julio 2022
escrito por Teresa Díaz Canals

…ya hablé demasiado en otros tiempos para no decir nada.

Ahora mi discurso tiene una finalidad.

Albert Camus,  La caída

***

Pensar en voz baja

Leí en estos días El cuidado al adulto mayor en escenarios cubanos. Lecturas en clave sociológica, cuya coordinadora es Ángela Peña Farías, destacada profesora del Departamento de Sociología de la Universidad de La Habana. En el plano metodológico la investigación resulta impecable. La mirada social está presente, elaborada en su mayoría por especialistas experimentados. Hay maestría en la distribución de los temas e importantes aristas que rozan a este sector de la población. Imagino que reciba algún premio por el impacto que el estudio supone.

Ese análisis colectivo, publicado recientemente, hace un recorrido por varias instituciones que se dedican a esta imprescindible actividad, incluso, aparece un artículo dedicado al sector privado, otro donde se destaca la labor de las agencias de cooperación, es decir, lo que se puede lograr con el apoyo internacional como es el caso del Convento de Belén y la sociedad civil en general; asimismo, se resalta la labor tremenda que despliega la iglesia católica a través de la Orden de las Carmelitas Descalzas en el hogar de San Francisco de Paula.

Algo que preocupa respecto a la ancianidad —dadas las actuales circunstancias que vivimos—, es la tibieza extrema con que es valorado el papel del Estado en el tratamiento a esta cuestión, mientras se le enseña a  los estudiantes que la Sociología es «una ciencia que incomoda».  Comprendo que es complicado sostener una posición diferente a la que exponen, y que una crítica bien fundamentada al mal desempeño oficialista en tales asuntos conllevaría la posibilidad de la no publicación, además de hacer peligrar incluso la estabilidad laboral, etc. Sin embargo, una cosa es el tema y otra el contenido de verdad de una obra. Ojalá estuviesen unidos, pero no siempre es así.

Mi objetivo no consiste en hacer trizas un texto porque sí, o recrearme en su simple detracción, estoy muy lejos de ese «enfrentamiento» inútil; al contrario, honrar honra, por ello saludo el trabajo de un grupo dedicado a reflexionar sobre la vejez. Concuerdo con Gilles Delauze, quien explicó que el tipo de crítica abierta y despiadada hacia determinados libros convertía a estos autores que juzgan a otros seres con un aire de superioridad a fuerza de ser tontos, pues lo importante es encontrar un tipo de bibliografía que llegáramos a amar.

Tuvo mucha razón el filósofo francés. José Martí, que no era amigo de murmuraciones implacables, escribió sobre ello en la Revista Universal de México el 29 de junio de 1875: «La crítica es siempre difícil y solo una vez noble: cuando […] censura las ideas esenciales con alteza de miras, e imparcialidad y serenidad de juicio». Lo que más deseo es que estos juicios míos sean serenos a la manera martiana. La verdad no requiere trompetas ni altavoces. Pero pensar en voz baja es una manera de mentir.

Esta afirmación contundente del mencionado libro parece describir otro contexto: «(…) se diseñan estudios y políticas de carácter general o enfocados en las diferentes etapas de la vida. Dentro de estos, se otorga particular atención al alcance de una longevidad satisfactoria, con calidad de vida para los ancianos». Es muy contradictorio afirmar algo así en un país donde resulta estremecedor constatar que ni los ancianos ni la población en general pueden acceder a medicamentos específicos para preservar la salud, y por tanto, la calidad de vida de los adultos mayores está deteriorada.

Tiempos

(Foto: Invasor)

La situación es extremadamente tensa, se carece de muchas condiciones de vida con el riesgo a la salud que ello implica, lo que convierte en vulnerables a millones de personas que viven en territorio cubano. Es reciente el reclamo en las redes de la única sobreviviente del accidente de aviación ocurrido en mayo de 2018 en La Habana, en el que fallecieron 112 personas, para continuar con su tratamiento de cuadriplejia. A partir de él, se ha suscitado un debate entre defensores y críticos que la tildan de malagradecida. La joven bastante tiene ya con lo que sufrió y sus circunstancias actuales.

Es un hecho evidente que la alimentación es en extremo precaria y requiere largas filas y horas de espera enajenante; que impera una inflación monetaria, pensiones y salarios de miseria, el transporte continúa muy ineficiente, muchas edificaciones en ruina, una impactante falta de higiene en las ciudades acompañada de imágenes decadentes, apagones por tiempos prolongados que enervan a la población afectada, realización de juicios ejemplarizantes debido a las protestas del 11 de julio del 2021, destierros, emigración galopante de una gran parte de la sociedad eminentemente joven… Esas razones convierten a Cuba en un pueblo vulnerable en toda la extensión de la palabra.

Llamó mi atención sobremanera un artículo del texto que describe una residencia destinada a cuidar ancianos con excelencia como ejercicio privado.  Esta noticia resulta alentadora. No obstante, aunque aparecen en el estudio bajo anonimato, se conoce que están destinados a personas cuyas familias pueden pagar precios prohibitivos para un sector mayoritario de la población. En el momento en que se realizan las entrevistas, en el 2017, las familias pagaban mediante remesas en ese entonces 100, 200 y 300 CUC.

Ahora sería esa cantidad en dólares o euros. Me pregunto, ¿por qué tanto secretismo en ese análisis meramente descriptivo y ambiguo? ¿Dónde radica ese maravilloso lugar? En el reparto Kohly existe una residencia de ancianos que pertenece a una clínica exclusiva para la élite cubana.  

La Sociología como moral

Un hecho que me impactó en el artículo mencionado fue la respuesta de una cuidadora familiar a la socióloga que la entrevistó. La pregunta expresaba un distanciamiento con el objeto de estudio, hasta ahí es normal. Es necesario un no involucramiento con las personas que se estudian, eso los especialistas lo tienen muy claro, como mismo un médico no puede permitirse llorar cada vez que atiende a un paciente grave. Pero la valoración de la entrevistada demuestra que este tipo de aseveraciones e interrogatorios requiere una meditación pausada. El automatismo metodológico no debe impedir una pedagogía del testimonio. A continuación transcribo el párrafo:

 «Fueron pocas las entrevistadas que expresaron encontrar ventajas en dedicarse a esta labor; algunas hasta cuestionaron la veracidad de la interrogante cuando se les formuló: “¿En serio, después de todo lo que te he contado me preguntas por las ventajas que tiene mi situación?”. Reacciones como esta y otras asociadas a silencios profundos, actitudes pensativas o simplemente el no contestar reflejaron las encrucijadas que experimentan estas mujeres».

Tiempos

(Foto: ADN Cuba)

Fíjense de nuevo en esta llamada de atención de la entrevistada, a mí me parece muy significativa: «¿En serio, después de todo lo que te he contado me preguntas por las ventajas que tiene mi situación?». Lo que intenta esta persona es transmitir una única experiencia, su dura realidad. La experta no fue capaz de bajar de su tarea y enterarse que el discernimiento también es sensibilidad.

La filósofa María Zambrano destacó que «ver con el corazón» es una forma primordial del conocimiento. Los sociólogos se desentienden muchas veces y solo se enfocan en el aspecto técnico de esta ciencia, van a los meros datos. Pretender encontrar en la labor estoica y resiliente de una cuidadora de un familiar enfermo una «ventaja» es intentar encontrar otros datos, lo que demuestra la ausencia de una reflexión ética que mida con otros parámetros la realidad. Salvador Giner, el español que era y ya es por siempre un grande de la Sociología, lo afirma de manera contundente en el prólogo a una publicación mía: El momento del agua. Papeles de Civismo (2011): «La sociología es la ética de la modernidad».

Lo que no ve

Otro aspecto digno de tener en cuenta es la situación de los indigentes, que ya tuve ocasión de explicar hace unos meses y que son los grandes ausentes en el mencionado estudio. ¿Quién cuida a estos seres humanos sin techo, sin SAF (Sistema de Atención a la Familia) y sin nada? Una cosa es el decir y otra el mostrar, son dos formas expresivas donde la  primera es lenguaje y la segunda silencio; esta última tiene  ruidos.

Hace pocos días se efectuó un encuentro entre varias instituciones estatales y no estatales con el objetivo de coordinar y ejecutar en La Habana la conversión del Municipio Plaza en una «ciudad amigable» ¡Por Dios! ¿De qué estamos hablando? Con solo caminar algunas calles palpamos el peligro de alguna caída, algo fatal en estos tiempos de oscuridad, cuando no se dispone ni del material requerido para inmovilizar un hueso. ¿Con cuántos ómnibus se cuenta para adaptarlos a las necesidades y peculiaridades de la gente envejecida físicamente? ¿Una ciudad amigable con seres humanos comiendo de la basura?  

Encontré en Internet una foto en la que se veía a un señor estaba acostado en una acera bebiendo directamente de un charco de agua que se encontraba en un cantero con fango. Preocupa que la mayor parte de los comentarios sobre esta estremecedora foto fueran burlas; es decir, se aprecia una indolencia total que manifiesta el estado moral en que nos encontramos.

Una cosa es el choteo como modo de sobrevivencia, típico de la identidad cubana; otra el abandono de la preocupación por el Otro, la ausencia de la más mínima solidaridad por el sufrimiento ajeno; precisamente la manera en que nos relacionamos con los demás es lo que nos hace ser mejores o peores. La responsabilidad por esos otros, que solo pueden expresarse desde su silencio, desde su grito, desde el dolor, es lo que nos hace seres humanos o monstruos.

Las Ciencias Sociales en Cuba deben vivir con los tiempos, ejercer su derecho a la crítica. Algo que daña su ejercicio es la hipocresía de ese derecho.

14 julio 2022 12 comentarios 1,5K vistas
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Casa en familia

Casa en Familia

por Teresa Díaz Canals 20 mayo 2022
escrito por Teresa Díaz Canals

¿Y qué se puede hallar en una casa vacía

 sino el ansia de no serlo más tiempo?

Dulce María Loynaz  

Últimos días de una casa

***

En febrero del presente año fui invitada a participar como oponente en un  tribunal de tesis de Licenciatura en el ámbito de las Ciencias Sociales. El hecho en sí tiene una significación, pues culmina una etapa de la vida del estudiante que defiende su investigación. Para los profesores que acompañan el ejercicio, este es parte de su rutina en el mundo académico, amén de la satisfacción de ver graduarse a sus discípulos, felices, con un título obtenido como resultado de sus estudios. No obstante, ese día tuvo una connotación especial para mí en dos aspectos:

— Ejercité una manera de hacer, de educar, que durante años fue una constante de mi vida laboral como profesora universitaria. Privada de esta posibilidad cuando comenzó la pandemia, rememoré mis viejos tiempos. Lo más difícil no es ascender, sino descender. Me reconfortan las palabras de María Zambrano en su libro Filosofía y Poesía: «he descubierto que el condescendimiento  es lo que otorga legitimidad, más que la búsqueda de las alturas […] vale más condescender ante la imposibilidad, que andar errante, perdido, en los infiernos de la luz».

— En el Instituto de Estudios Eclesiásticos Padre Félix Varela, renuevo ahora esta peculiar actividad docente. Cada vez que entro en el antiguo Seminario de San Carlos, siento algo muy especial en mi interior. Camino por los mismos lugares habitados un día por ese sacerdote nuestro, que escribió, en fecha ya lejana, en su obra cimera Cartas a Elpidio: «No hay patria sin virtud, ni virtud con impiedad».

— En la tesis Envejecimiento poblacional y espiritualidad cristiana, del estudiante Roberto Páez Vento, encontré algo que llamó mucho mi atención. En su disertación mencionó una iniciativa denominada Casa para ancianos en Familia, cuyo objetivo es ayudar a ancianos vulnerables Me pareció espectacular y novedoso que reflejara esta nueva práctica en su indagación científica.

¿Cómo dar a los cuidados caseros una actividad creadora?

Quise averiguar en qué consistía exactamente esa experiencia de la comunidad Sant Egidio. Después de terminado el acto de defensa, me acerqué a dos integrantes de la mencionada Casa que estaban presentes allí. No podía perder la oportunidad de conversar con los mismos protagonistas. Uno de ellos, Elio Amador Ricardo, comenzó a narrar la siguiente historia:

Evelio Cuesta Mustelier, un señor de elevada estatura, muy delgado, asistía a la iglesia radicada en Compostela no. 663, e/ Luz y Acosta, cerca de la plaza de Belén. Vivía solo, sin familia, en pésimas condiciones en el reparto Camilo Cienfuegos, edificio 319, apto 206. Su residencia se encuentra bastante lejos de la parroquia.

Casa de familia
La casa de Evelio cuando vivía solo.
Casa de familia

 

Un día enfermó gravemente y un grupo de feligreses de su Iglesia comenzaron a prestarle ayuda en el hospital. La oración, los pobres y la paz, son los referentes fundamentales de esta organización religiosa. Después de su lenta recuperación, había que hacer algo para cuidarlo. Coordinaron con el sacerdote y el responsable de atención a los ancianos en la comunidad, cómo auxiliar al enfermo de manera permanente.

Le propusieron entonces restaurar su deteriorado apartamento, que poseía inicialmente dos habitaciones. La propuesta que le hicieron fue que permitiera residir allí —para ayudarlos también— a dos ancianos igualmente necesitados.

La casa, que posibilitaba la habilitación de otro pequeño cuarto, fue completamente reparada al acceder Evelio a la generosa iniciativa. A partir de ese momento, él disfruta de una atención especial, acompañado, atendido, bien alimentado.

Después de la conversación que tuve con Elio, una señora se presentó como una de las personas que en la actualidad se acoge a esta posibilidad de nueva convivencia. Su nombre es Manuela Rodríguez Rodríguez, vivía en un albergue desde hace años y todavía espera que le reparen su casa inhabitable. Expresó que allí se siente feliz como nunca antes, satisfacción que se reflejaba en su rostro.

Elio, un hombre extraordinario, encontró cerca del edificio de Evelio un pequeño terreno abandonado. Allí sembró un huerto y, gracias a su perseverante trabajo, cosecha las hortalizas que se suministran en la mesa de la Casa en Familia. Esos tres ancianos son atendidos por una señora que tiene el encargo de prepararles la comida. Si un residente falleciera, sería sustituido por otro adulto mayor vulnerable.

Solucionar pequeños problemas puede ser el inicio de un aprendizaje para resolver los grandes. Claro que es imposible la solución definitiva de los vulnerables en Cuba si tomamos un solo modelo. No obstante, las imágenes habitan, al observar las fotos de este caso sentí la formación de una concha en ese espacio salvador, aquí se siente lo grande que existe dentro de lo pequeño.

Casa de Familia
Evelio Cuesta Mustelier
Casa de Familia
Elio Amador Ricardo
Casa de FamiliaCasa de Familia
Elio y Manuela Rodríguez

 

El detalle de esta manera de vivir la soledad, puede ser el signo de un mundo nuevo para un número significativo de seres humanos. En el trabajo científico que cualquier especialista despliega sobre el complejo tema que hoy nos atraviesa, es preciso primero digerir las sorpresas. Haber tomado una lupa como señal de atención y observar este aparente acto de pequeñez, es llegar a la tremenda conclusión del potencial que encierra un grupo de personas con un secreto de amor y alegría.   

Hace pocos días, el viernes 6 de mayo, precisamente en el momento que explotó el hotel Saratoga, me encontraba muy cerca del lugar del triste acontecimiento en medio de un panel que expuso acerca de la temática de la vejez. Me llamó la atención el que una joven se refiriera a la educación de los adultos mayores en sentido muy general, pues apuntó que los adultos de edad avanzada debían aprender a desarrollar un pensamiento crítico.

Recordé que cuando comencé a trabajar, en  los años ochenta del pasado siglo, los profesores de más experiencia nos advertían con insistencia sobre la necesidad de «enseñar a pensar» a los estudiantes. Tal exigencia me molestaba. Los estudiantes son seres que piensan, al igual que los ancianos. La educación se ejerce siempre en dos sentidos. Percibí en el evento que ciertos expertos conciben a este segmento de la población como una masa indiferenciada.

Esas personas, que decidieron por sí mismas unirse un día en un recinto de paz y armonía, y que se sienten felices compartiendo el pan y la esperanza, fueron muy capaces de pensar. Saben bien que no existen formas únicas de vivir, de existir; porque los seres humanos pasamos la vida inventándonos a nosotros mismos. Ellos demuestran con su convivencia que una ética de la compasión está relacionada con la libertad, porque jamás estamos del todo atados a un lugar, a una idea. La ética es una aporía.

20 mayo 2022 12 comentarios 1,8K vistas
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Política

Defiéndame mi vida. Civismo y política

por Teresa Díaz Canals 31 marzo 2022
escrito por Teresa Díaz Canals

Yo firmo todo lo que pienso.

A la Iberia, José Martí

***

¿Qué pasa? ¿Qué nos está pasando?

Todavía no pasa la consternación, la indignación, la tristeza. En algún artículo escribí sobre la falta de ética presente en el hecho de divulgar por la televisión cubana nombres de personas a quienes se acusa de mercenarios, odiadores, genízaros, traidores, fascistas, contrarrevolucionarios; sin que tengan derecho a réplica por esa misma vía.

Este mes me tocó a mí misma por haber firmado, junto a un grupo de artistas e intelectuales, el Manifiesto contra el silencio, por la justicia. Los presentadores de ese programa, todos jóvenes, pudieran haber sido estudiantes míos. Me da mucha pena verlos decir tales improperios dirigidos a seres humanos que solo aspiran a contribuir al mejoramiento de esta nación.

Nuestro dolor no es artístico, no sale de maniquíes, no se encuentra sujeto a reglas rigurosas; sale del alma, de lo más profundo del pueblo. No somos una casta por encima del que sufre. Practicamos la ética de la deferencia que significa el respeto al Otro no desde la superioridad, sino a partir de la cordialidad.  

En mi caso particular, no es que defienda al pueblo, es que soy pueblo. A veces me pregunto por qué el humanismo es tan frágil frente a la frialdad y la bestialidad de la política, por qué las palabras nos han protegido tan poco de lo inhumano.

Ojalá algún día se ofrezca una disculpa por esas ofensas que solo demuestran lo alejados que están de José Martí, de su pensamiento democrático, de aquel que escribió en El presidio político en Cuba que «el dolor del presidio es el más rudo, el más devastador de los dolores, el que mata la inteligencia, y seca el alma, y deja en ella huellas que no se borrarán jamás», y afirmó: «si yo odiara a alguien, me odiaría por ello a mí mismo».

A esos jóvenes que se prestan para semejante violencia verbal, les pidiera que se acerquen también a la ética en tanto teoría, que indaguen acerca de la esencia del civismo, que no es más que el arte de la convivencia,  el cual no se puede enseñar como una asignatura más porque se fundamenta en normas no escritas, costumbres y maneras que nadie desconoce, pero que son fácilmente ignoradas en la vida cotidiana, como es vuestro caso. Vivir es convivir. Si hay violencia en las redes, ataques y odio, jamás se podrá responder con la misma moneda. Solo en cuanto diálogo la palabra es esencial.

Al hablar discursivo le pertenecen las posibilidades del escuchar y del callar. También me hubiera gustado que los que redactaron la infausta respuesta de la UNEAC hubieran escuchado la demanda justa, el pedido noble, libres de esa soberbia y prepotencia que manifestaron hacia el «grupo fascista y contrarrevolucionario de artistas e intelectuales» que firmó el Manifiesto, como si hubiéramos hablado en nombre de la mayoría.

Allí donde el «nosotros» sea una especie de comunidad fusional, donde la responsabilidad se ahoga, veo un peligro… Llamaría aceptable a un «nosotros» hecho de interrupciones, donde los que dicen esa palabra sepan que son singularidades que entran en una relación interrumpida, porque la distancia infinita permanece.

Ahora recuerdo esa idea de Hannah Arendt: el espacio entre dos, referida a la existencia de una cierta separación de los seres humanos, tan unidos y tan lejanos. Decimos «nosotros» y es una promesa, una esperanza, un pedido.

Considero una vergüenza el mutismo de una parte de la intelectualidad que se muestra incapaz de exigir la construcción de un hogar común por mediación de la compasión. No solo se van cuerpos de cubanos al exilio; a la palabra también la exilian. En su lugar, bombardean los noticieros con explicaciones de jueces acerca de la transparencia con que actuaron en esos penosos juicios a las personas encarceladas por los acontecimientos del 11 de julio del 2021.  

Es indudable que estamos ante la necesidad de un cambio. Una época social nueva requiere una nueva época jurídica. El comportamiento institucional de ninguna manera puede ser salir con palos y tropas especiales a defender la desesperación de una sociedad carente de lo más elemental.

Lo que usualmente permanece intacto en las épocas de petrificación y ruina, es la facultad de la libertad en sí misma, la pura capacidad de comenzar, que anima e inspira muchas actividades humanas y constituye la fuente oculta de la producción de acciones grandes y bellas. No es casualidad que la reacción de muchos de los que leyeron posteriormente el documento mencionado, fuera la de suscribirlo, la de apoyarlo.

Mujeres y hombres, a lo largo de la historia, son ejemplos de esta conducta cuya plenitud la resume José Martí cuando fue injustamente acusado en el periódico habanero La Lucha de que lo más probable, cuando recomenzara la guerra, sería su ausencia en territorio cubano, pues afirmaban que él se mantendría en EE.UU., dando lecciones de patriotismo a los emigrados. Su respuesta fue: «Si mi vida me defiende nada puedo alegar que me ampare más que ella. Y si mi vida me acusa, nada podré decir que la abone. Defiéndame mi vida».

El concepto de civismo tiene una afinidad muy estrecha con el de ciudadanía. Las circunstancias de la Cuba actual nos condujeron a una situación límite. En medio de este complejo contexto nacional e internacional, es importante tener en cuenta una de las virtudes sociales fundamentales: la templanza, la cual nos inclina a conducirnos con mesura. El poder en manos de unos pocos, demasiada miseria, militarismo, burocracia, corrupción, sanciones, multas; son ejemplos de desmesura.

Cuando el mal tiene futuro, en este momento no puedo maldecir, pero tampoco alegrarme. He permanecido por mucho tiempo triste, expulsada, decepcionada, impaciente, preocupada, desesperada. Sin embargo, cómo expresar algo esperanzador que no sea un interés apasionado por la literatura, por la filosofía, por otra cosa que la posibilidad de decir a este grupo que piensa, como lo hago aquí otra vez: yo firmo.

31 marzo 2022 22 comentarios 2,2K vistas
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Hijo de la Patria

El hijo de la Patria

por Teresa Díaz Canals 25 marzo 2022
escrito por Teresa Díaz Canals

Más bella que la luz del sol sobre la tierra

 es la de una buena acción sobre el rostro del bueno.

 La luz de las buenas acciones

 se parece a la luz de las estrellas.  

José Martí  

***

Hacer algo

Aracely Rodríguez Malagón, integrante del Proyecto Hormiga, me hizo una llamada. Quería que me interesara por un hombre de 89 años que vive en el conocido reparto Náutico, para nada parecido a los populares suburbios de algunas zonas de la ciudad que se caracterizan por sus pésimas condiciones de vida. Me informó que el señor estaba ciego, pues padece de cataratas, y que tanto ella como algunos vecinos aspiran a buscar soluciones para las múltiples penurias del anciano.  

Acordé con mi amiga en conocerlo. Cuando llegué a la casa de esta inquieta activista social, conversamos sobre la compleja situación de Luis Rafael Peñalver Soa, vecino de Ave. 1ra A e/ calle 154 y 156, Playa. Aracelys me condujo a la vivienda en cuestión. En el trayecto hacia ella, otras personas que también me acompañaron —Maritza y su esposo—  me informaron que Luis es un «Hijo de la Patria»; es decir, a lo que ahora es un «niño sin amparo filial», en aquel entonces le otorgaron ese estatus «revolucionario».

Hijo de la Patria

Luis Rafael Peñalver Soa (Foto: Teresa Díaz Canals)

La primera Casa Cuna fue fundada en 1687 por el obispo Diego Evelino de Compostela, en la calle que hoy lleva su nombre e/ Teniente Rey y Muralla. A su fallecimiento, en 1704, lo sustituyó en esta empresa caritativa fray Gerónimo Valdés. Con el nuevo director, el inmueble de acogida a niños desamparados radicó en Oficios esquina Muralla. Este sucesor, además, ofreció su apellido a las criaturas. Para 1830, la habanera Antonia María Menocal dejó como legado cierta cantidad de dinero con el cual fue fundada la Casa de Maternidad.

Por su parte, a finales del siglo XVIII un grupo de vecinos de la Capital —entre ellos Luis María Ignacio de Peñalver y de Cárdenas, obispo de Nueva Orleans; la condesa de San Juan de Jaruco y el marqués de Casa Peñalver— apoyaron la creación de una Casa de Beneficencia y un lugar donde acoger también a los ancianos desvalidos. Para lograr ese objetivo se dirigieron al gobernador Luis de las Casas, y solicitaron un terreno ubicado en la caleta de San Lázaro.

En el período de 1822 a 1832, esta institución fue apoyada por el gobernador español Francisco Dionisio Vives (mitad militar, mitad bandido) quien manejó los vicios de la sociedad criolla: juegos, bandolerismo, apego a la disipación; como modo de desviarla de toda actividad política.  

Partidario del gobierno de las tres b —baile, baraja y botella—, mantuvo para su propio esparcimiento un garito y una valla de gallos en el Castillo de la Fuerza. Es muy significativo que este representante de la Corona ordenara un impuesto sobre los billetes de lotería y para jugar en la valla de gallos que poseía en el Castillo de la Real Fuerza, con el fin de beneficiar a la Casa de Beneficencia. A esta contribución se unieron sistemáticamente los filántropos que continuaron aportando al bienestar de los niños abandonados.

Hijo de la Patria

Dormitorio de Luis Rafael. (Foto: Teresa Díaz Canals)

Cuando Luis Rafael nació, en 1932, fue depositado en un torno situado en la antigua Casa de Beneficencia. Las personas que me recibieron en esa visita,  me explicaron que su segundo apellido quiere decir Sin Otro Apellido. El primero es Peñalver, pero no conocían su historia. Me llamó la atención que no fuera Valdés, como es tradicional encontrar entre las personas que tuvieron esa peculiaridad de vida.

Parece que se debe al obispo Luis de Peñalver, quien había donado un cuarto de caballería de terreno para construir  ese  edificio, ubicado en la calle San Lázaro, frente al actual parque Antonio Maceo y muy cerca del mar, con el objetivo de agrupar algunas dependencias de la Casa de Beneficencia de La Habana. Algunos autores afirman que a las niñas las apellidaban como Rodríguez y que en los años cincuenta del pasado siglo se escogía al azar para ambos sexos.  

En aquel lugar el niño Luis creció bajo el cuidado de las monjas, allí aprendió a tocar la corneta. Después, ya adulto, trabajó como chófer para la misma institución. Ese tiempo fue el más feliz de toda su vida, me confesó. Cuando tenía veintisiete años se produjo otro cambio importante que dio un vuelco a su destino.

La Revolución lo sacó de la protección de la institución religiosa, que desapareció en 1961. Las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, dedicadas a esta noble actividad, tuvieron que abandonar el país. El edificio donde creció fue destruido. El gobierno planificó construir el Banco Nacional, para ello se erigieron grandes bóvedas, pero no fue concluido. Años después se levantó en el terreno el Hospital Hermanos Almejeiras.

Así fue como Rafael se transformó en «Hijo de la Patria». Hasta ese momento no poseía familia ni vivienda propias. El Estado trasladó al grupo de niños y jóvenes que habitaban ese establecimiento, primero a Varadero por unos días, después lo ubicó en Ceiba del Agua, un lugar amplio que sería denominado «Hogar Granma».

Hijo de la Patria

La casa de Luis Rafael carece de servicio de agua. (Foto: Teresa Díaz Canals)

Al transcurrir el tiempo, fueron siendo utilizadas algunas casas de diferentes municipios para acoger a los niños sin amparo filial. Luis Rafael recibió una pequeña vivienda ubicada en los bajos de una residencia en el reparto Náutico. Trabajó en varios oficios y, en ese período, el jefe de sector de la Policía Nacional Revolucionaria del reparto lo convenció para que le prestara o cediera la parte más amplia de su casita con el objetivo de convertirla en una oficina para él trabajar.

Por tal motivo, Luis fue confinado para siempre al último cuarto de su propiedad. El jefe de sector se fue definitivamente de allí pero, lejos de devolverle lo que le pertenecía, introdujo a una mujer que ahora es su vecina.

Dentro de pocos meses, Luis Rafael cumplirá noventa años. No tiene agua potable en su habitación porque las tuberías colapsaron; por tanto, tampoco tiene higiene. Carece de cocina y de refrigerador. Gracias a Mariana, una vecina, almuerza diariamente.  Por las tardes, otro «Hijo de la Patria» que tuvo la suerte de crear una familia, lo lleva al portal de su casa para conversar.

Vinculada a otro proyecto que la asesoró, Aracelys dirigió una carta a la Oficina de Atención a la población de la Presidencia de la República. De allí derivaron el caso al Gobierno Municipal correspondiente. Esperaron un mes para ofrecer una respuesta negativa. No resolvieron nada en absoluto.

Ante casos semejantes no es ético guardar silencio institucional. Se requiere ir al encuentro de la verdad, de la singularidad y la biografía; de la pavorosidad de lo inmediato por parte de los organismos que deben interesarse por la situación planteada y brindar una solución.  

Esta persona requiere ser operada debido a la ceguera. Además, no se puede operar si no tiene a alguien que lo apoye en su convalecencia. Tuve la oportunidad de conversar con la médica de la familia que atiende a este Hijo de Nadie. La amable doctora me explicó que la alternativa de un asilo no es la solución para él. Tiene pavor a esa posibilidad. Es sorprendente —y comprensible—  que la palabra asilo estatal en Cuba no sea una opción de vida digna, y que, lejos de simbolizar la esperanza de un final apacible, genere rechazo, miedo y angustia.

Me llama la atención que determinadas acciones de algunos miembros de la comunidad mencionada estén colmadas de una sensibilidad exquisita, pero ellos solos muy poco pueden hacer. Se necesitan recursos para convertir en habitable el pequeño espacio donde vive Luis Rafael. Es imprescindible garantizarle la operación y una persona que sea su cuidador(a) permanente.

Hijo de la Patria

(Foto: Teresa Díaz Canals)

Me gustaría que alguien de la Red de Cuidados Cubana comentara algo que no sea promover la idea que aparece en cuartaedad.com: «Envejecer: una obra de arte al alcance de todos», cuando en el país no existe un desarrollo socioeconómico adecuado para un sector vulnerable que se encuentra dentro de ese 21,9% envejecido de nuestra población, ni tampoco un apoyo sustancial a sus problemas.

Asimismo, me pregunto de qué manera, ante situaciones lamentables como esta, se cumplirá el nuevo Código de la Familia que señala que todos y todas tenemos el derecho a gozar de una vida digna. ¿Cómo se materializará un entorno amigable para nuestra población envejecida? ¿Cuántas décadas habrá que esperar para la creación de las bases de un sistema nacional garante del cuidado integral de la vida?

Ojalá se restablezcan la alegría y la luz en su vida y desaparezca la tristeza indecible que lleva dentro este «Hijo de la Patria».  

25 marzo 2022 25 comentarios 2,4K vistas
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Ancianidad

Pobreza y ancianidad: la realidad que estremece

por Teresa Díaz Canals 9 marzo 2022
escrito por Teresa Díaz Canals

¿Y qué has aprendido después de tanto dolor, de tantas traiciones?

Entonces le respondí: Aprendí a siempre sonreír

Blaster 

 Delirios de un corazón roto

***

Hace unos días fui a visitar a una persona cerca de mi casa, en el barrio habanero del Vedado. Bajé por 26 hasta la calle 15 y busqué a una señora llamada María. No la encontré. Regresé al otro día por la mañana, la maltrecha puerta estaba entreabierta y allí pude observar a la que buscaba sentada en su cama conversando con una amiga. Lo correcto hubiera sido que me retirara pues estaba ocupada, pero no lo hice. Ella me invitó a pasar y me senté en algo que no era precisamente una silla.

Tras presentarme, empecé a explicarle el motivo de mi visita. Apenas me dejó terminar: «No se preocupe, pregunte todo lo que quiera». Sentí como si la conociera de toda la vida.

Enviudó hace un tiempo considerable y ahora enuncia su gran desafío: morir con dignidad, ya que no pudo vivir con ella. En algunas de las  cartas escritas por esta mujer de 74 años para pedir apoyo —pues fue clasificada como «asistenciada» de Seguridad Social—, entre ellas al mismo presidente de la República, destaca lo siguiente:

– Las condiciones de mi vida actual son «miserablemente indescriptibles».

– Al no poder sufragar los nuevos precios del comedor del Sistema de Atención a la Familia (SAF) y optar por comer en mi espacio, esto hace que necesite, además, una cocina y un refrigerador para la conservación de los alimentos.

– Vivo en un derrumbe, prácticamente en la intemperie ya que no tengo ni una puerta que cerrar cuando decido acostarme, carezco de privacidad,de agua potable, de higiene (me sobran las ratas y las cucarachas).

La habitación en que vive deja el alma helada. Como bien describió esta anciana, no tiene agua dentro de su casa, ni un mueble donde guardar absolutamente nada. En este encuentro me dijo que una Organización No Gubernamental que supo de sus graves condiciones de existencia, recién le hizo llegar un pequeño refrigerador. Confiesa que ese día no pudo dormir en toda la noche, porque le parecía mentira sentir el leve ruido que hace la nevera en el silencio nocturno.

Ancianidad (2)

(Foto: María Lucía Expósito)

Lo que debiera ser un hecho común y corriente —poseer un aparato eléctrico—, para esta persona de sonrisa amplia resultó un gran acontecimiento, pues lo anheló por mucho tiempo.

María Santiesteban Portuondo se cansó de pedir auxilio a las diferentes instancias correspondientes que debían haberla apoyado. Nunca obtuvo una respuesta satisfactoria. De la oficina de la Presidencia, pasaron el problema a la Fiscalía General para que resolviera —o mejor, analizara— el asunto.  Intentaron solucionarlo proponiéndole residir en un asilo, a lo que la solicitante se negó rotundamente, con todo su derecho y razones.

La Dirección Municipal de la Vivienda de Plaza asumió este «caso social». Se dirigieron a ella para pedirle paciencia, que esperara a las calendas griegas hasta que su situación fuera remediada, es decir, hasta nunca.

Cuando se conversa con esta lúcida mujer, es evidente que se expresa de manera excelente. Estudió la carrera de Medicina, que por algún motivo no pudo terminar. Frecuenta de manera sistemática una iglesia que radica en 41 y 42 en el Municipio Playa.  En la actualidad estudia idioma alemán y, sobre todo, la inunda eso que se denomina fe, y que le brinda una sabiduría que desborda la razón científica.

Ancianidad (3)

(Foto: María Lucía Expósito)

María se lamenta porque considera que no fue una mujer de «pelo en pecho», tuvo miedo de protestar con energía, pues no soportaría que la trataran de manera violenta en el plano físico. Sin embargo, su resiliencia, su estoicismo ante la adversidad, la desidia y el abandono de un sistema que se nombra socialista; la convierten en heredera del cimarronaje, de ese legado tremendo que nos transmitieron los seres humanos que fueron esclavizados en esta Isla.

La misma Organización No Gubernamental le acaba de enviar una cocina. Ojalá alguien con autoridad pueda acudir a Aguas de La Habana para que a esta adulta mayor le instalen el preciado líquido, imprescindible para sanear su espacio.

Además, requiere de atención especial en el ámbito de la salud, pues como resultado de una caída tiene afectada la cadera, estuvo por un tiempo imposibilitada de caminar y durante su convalecencia no podía asistir al comedor donde le vendían cierta alimentación. Me comentó que en ese período hizo una especie de huelga de hambre involuntaria.

Me pregunto qué nos está pasando, con algo que siempre ha significado un atributo inherente a la identidad cubana: la solidaridad. Durante décadas Cuba se jactaba de su defensa a los países más pobres, de la ayuda incondicional a cualquier nación del mundo ante un evento trágico. No obstante, no se puede disponer que un grupo de trabajadores le instale agua en el interior de su casita a una anciana enferma.

Eso constituye también una desgracia terrible y a nadie le importa. Disponer de materiales para mejorar una minúscula vivienda en condiciones deplorables, mientras se erigen ante nuestros ojos monumentales edificios para hoteles, sería otorgar un poco de justicia a tanta vergüenza y desigualdad.  

Fui testigo de la reparación constructiva  de una modesta casita donde vive la hija de un funcionario importante del Poder Popular. Ese señor se separó de la esposa y la misma retornó a su lugar de origen con la niña de ambos. Como mismo ese individuo revolucionario se preocupó por el bienestar de su hija, debería tener la decencia de enviar algunos camiones de materiales y monitorear la ejecución para mejorar la vida de las personas más desesperadas en su radio de acción.

Ancianidad (4)
Ancianidad (4)
Ancianidad (4)

Ahora mismo escucho a una artista muy reconocida expresar que en nuestro país existe gran solidaridad. Es lamentable lo distanciada que se encuentra de la extrema pobreza que hoy sufrimos. Dijo también que ella era un poco «chovinista» porque considera a Cuba como el mejor país del mundo.

Le recomendaría que camine un poco por la Cuba profunda y que recuerde la obra del sociólogo norteamericano Erving Goffman (1922-1982), ese representante de la Escuela de Chicago y creador de una teoría dramatúrgica, quien consideró que el teatro constituía una metáfora brillante  para arrojar luz sobre los procesos sociales de pequeña escala.  

Una nueva sensibilidad emergente sería un camino diferente y esperanzador para que María y muchos como ella puedan dormir tranquilos.

***

Este texto es parte del proyecto «Desigualdad, pobreza y sectores vulnerables en Cuba». Puede participar en él, enviándonos recomendaciones, testimonios, comentarios, al  correo jovencuba@gmail.com, con el asunto «Proyecto – desigualdad».

9 marzo 2022 25 comentarios 2,7K vistas
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Verdad (2)

El tiempo que pasa

por Teresa Díaz Canals 14 enero 2022
escrito por Teresa Díaz Canals

El dolor no genera verdades, pero quizás haga nacer ojos para verlas.

Ludwig Marcuse  Pesimismo. Un estado de madurez

***

El filósofo danés Søren Kierkegaard escribió en su libro La enfermedad mortal: «la desesperación es la total ausencia de esperanzas». A esta condición de no esperar nada positivo nos ha llevado el escenario cubano actual. Como la canción de la película Casablanca: As time goes by (El tiempo pasa, o mejor A medida que pasa el tiempo), nuestro tiempo ha pasado. Mi generación creció con lo que se llama en la historia de la nación Revolución, somos literalmente sus hijos.

Existe un proyecto de atención a los adultos mayores, desatado con mayor fuerza a partir de la declaración por las Naciones Unidas de esta década como la del «envejecimiento saludable». Pude observar uno de los programas de la televisión cubana Sigo Aquí, que se transmite por el Canal Educativo los domingos a las 4:00 p.m. Una televidente formuló una pregunta a Teresa Oroza, directora de la Cátedra de la Mujer: «se habla de «brecha digital» en los adultos mayores en la actualidad: ¿qué quiere decir eso?».

En ese momento no hubo una respuesta clara sobre tal limitación en los ancianos. Pero hacen muy bien en ocuparse del tema, es válido reflexionar en esas cuestiones. Pienso, sin embargo, que en las condiciones en que se encuentra Cuba, ello solo favorecerá a un pequeño grupo de personas de la tercera edad, mientras el resto seguirá en una situación muy precaria con respecto a la tecnología.

Una amiga que reside en otra provincia me comentó que una adulta mayor fue a hacer las gestiones correspondientes como cuentapropista, para un pequeño negocio de venta de café. En la Oficina Nacional de Administración Tributaria, por falta de papel, en estos momentos no pueden imprimir las planillas para cumplimentar el pago de los impuestos. Entonces exigen a los requeridos de ese trámite que lleven una memoria flash para que copien el modelo requerido. La anciana preguntó: —¿Qué es una memoria flash?

Los especialistas deberían atender las situaciones reales de brecha digital de los ancianos en la actualidad. Es importante contabilizar cuántas de las personas mayores que viven solas pueden pagar los servicios de agua, electricidad, teléfono o gas por la plataforma digital transfermóvil, incluso ¿cuántas de ellas tienen móviles?

También se ha convertido en un problema la extracción de dinero por los pensionistas en los cajeros automáticos. Generalmente piden ayuda a cualquiera que esté cerca, lo que constituye un peligro para su seguridad.  Me comentó una conocida el caso de dos señoras, también adultas mayores, que fueron víctimas de robo de dinero depositado en una tarjeta bancaria.

A una de ellas la estafaron en el mismo banco; la otra confió la tarjeta a una vecina para que le extrajera algo de dinero y resulta que cuando fue al banco se enteró de que la amable vecina había sustraído lo que le quedaba; salió llorando del lugar. Esa solidaridad que se enarbola constantemente como parte del ser cubano, hace tiempo dejó de existir en un país que sobrevive en medio de una gran crisis.

Hace unos días regresé a la Isla desde Madrid. Cuando estaba en el aeropuerto español quise comprar una botella de agua para el viaje. Los pomos del preciado líquido estaban en máquinas expendedoras. Ni intenté acercarme para no hacer el ridículo, no domino el intrascendente procedimiento para una cosa tan sencilla.  Después, en el avión, pasaron ofreciendo café, que había que comprar. Pedí uno a la aeromoza. —¿Capucchino?, preguntó la muchacha. —Sí, contesté muy segura. La joven me lo sirvió y seguidamente me dijo el precio. Saqué un billete de 10 euros para pagarle. —No, es por tarjeta. Y ya tenía en la mano el aparatico para cobrar de manera digital. —No tengo tarjeta, le dije y comencé a sentirme muy mal delante de extranjeros y cubanos residentes en otros países. Quería que el cielo me elevara por los aires, ya que no estaba en la tierra para desear que me tragara.

—Llévese el café, no tengo tarjeta. —No, ya tómeselo, no puedo tocar el dinero  (evidentemente por la pandemia, aunque el avión estaba atestado) respondió en forma despectiva. Para ella, estaba tratando con una ciudadana de segunda, tercera o quizá quinta clase; aunque yo haya trabajado durante cuarenta años como profesora en la considerada mejor universidad de mi país y tenga varios libros publicados. No pude decirle que era una cubana cuyo gobierno ha sometido a su ciudadanía a un implacable feudalismo, a un atraso de espanto. Fue el café más amargo de mi vida.

Tiempo (3)

Escultura en las afueras de la Catedral de Almudena, en España.

Viajar requiere en Cuba trámites estresantes para cualquiera, mucho más para una persona de avanzada edad. Dos veces tuve que ir al médico de la familia, al policlínico y a la Dirección Provincial de Salud Pública para poner cuños a un certificado. Ello me permitiría sacar un aparato de aerosol, porque soy asmática, y un blíster de enalapril, pues soy hipertensa. Colas y más colas para un documento absurdo, con amenazas de que sin él no podría salir del país. Después de tanta angustia, nadie se acordó de pedirme el certificado con cuños de tres lugares diferentes.  

En nuestra historia existen ejemplos fehacientes de las importaciones de tecnologías que entraron al país desde tiempos decimonónicos para bien de toda la sociedad. Todavía recordamos los lavaderos instalados por Marta Abreu en la ciudad de Santa Clara para facilitar que las mujeres lavaran allí y no en el río. El teléfono y el tren, fueron muestra del proceso de modernización que tuvo lugar en pleno siglo XIX.

Sería muy pertinente que los que organizan la actividad de realizar los conocidos PCR y la aplicación de las necesarias vacunas que exige la pandemia del coronavirus hasta hoy, tengan en cuenta la espléndida organización de otros países capitalistas, donde hay colas pero se avanza en pocos minutos.

Para hacerme un PCR a tiempo en el lugar donde nací, necesité pasar una noche completa marcando en el policlínico del municipio donde resido, y otra noche para recoger el resultado. Ese desastre de servicio sanitario —con decenas de personas que se cuelan porque son conocidas de los médicos y del  personal de la salud en general—, se llama maltrato a la población y, en ese sentido, todos y todas nos convertimos en seres vulnerables ante tanto atropello.

Esos testimonios cotidianos constituyen una arbitrariedad más, de las tantas que padecemos, insignificante ante la atrocidad de condenar a un ser humano a treinta, veinte o diez años por expresar lo que piensa, exigir un cambio de vida y pronunciar la palabra libertad.

En las afueras de la Catedral de Almudena, en España, pude captar la imagen de una escultura que me impresionó: un indigente tapado en un banco. A un lado de esa inusual obra leí este escrito firmado por el Arzobispo de Madrid: «En tu camino encontrarás a muchos que están así. Tienes sitio en tu banco, dale tu mano, conversa con él, regálale el amor de Cristo con obras».

Tiempo (2)

Escena captada en el Vedado habanero.

El 10 de enero de 2022, en el Vedado habanero, pude captar esta imagen, semejante a la escultura que me estremeció. La exhibo y repito con el fotógrafo y documentalista brasileño Sebastião Salgado: «No hay razón para tomar una fotografía de un ser humano si esta no lo ennoblece». Ojalá que ella sirva para aliviar la vida de este señor y de otros tantos, que como él viven en la extrema miseria.

14 enero 2022 17 comentarios 3,2K vistas
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