La Joven Cuba
  • Inicio
  • Nosotros
  • Historia
  • Equipo
La Joven Cuba

opinión política cubana

  • Inicio
  • Nosotros
  • Historia
  • Equipo
Autor

Rafael Rojas

Rafael Rojas

Profesor de El Colegio de México. Director de la revista Historia Mexicana.

Rutas del nuevo conservadurismo

por Rafael Rojas 1 febrero 2021
escrito por Rafael Rojas

Con el conservadurismo latinoamericano, lo mismo que con el liberalismo, sucede desde fines del siglo XX un disenso semántico cuyos orígenes se remontan al tramo final de la Guerra Fría. No pocos socialistas, al identificar el liberalismo con el capitalismo, establecen una sinonimia entre lo liberal y lo conservador que actúa en detrimento de ambos términos, pero sobre todo del segundo, que queda virtualmente vaciado de contenido. Si el anti-progresismo o la contrarrevolución son liberales o, incluso, neoliberales, poco sentido tiene llamarlos también conservadores.

En otras latitudes como Estados Unidos y Europa, el conservadurismo ha preservado su propio campo semántico, aunque redirigido a fenómenos concretos como el papel de la moral y la religión en la limitación de derechos civiles promovidos por el nuevo constitucionalismo. En Estados Unidos durante el gobierno de Ronald Reagan y en Gran Bretaña durante el de Margaret Thatcher, se hablaba con precisión de neoliberalismo para referir la gran estrategia de privatización, desregulación, monetarismo y achicamiento del sector público de la economía; y de neoconservadurismo para revertir el avance de la agenda liberal radical de los años sesenta y setenta —liberación sexual, feminismo, pacifismo, antirracismo, hippismo, neomarxismo…— en las instituciones culturales y educativas. Neoliberales eran Milton Friedman y Arnold Harberger; neoconservadores eran Irving Kristol y Nathan Glazer.

En América Latina se produjo, especialmente en círculos de la izquierda más retórica, una automática y equívoca asociación entre neoliberalismo y neoconservadurismo que todavía escamotea tensiones. En buena parte de la región, empezando en el Chile de Augusto Pinochet y terminando en el Brasil de Fernando Collor de Mello y la Argentina de Carlos Saúl Menem, la Iglesia católica hizo reparos a la opción neoliberal. En el último tramo del pontificado de Juan Pablo II, la reformulación de la doctrina social católica —que algunos llamaron «Teología de la Cultura» para contraponerla a la Teología de la Liberación de los sesenta y setenta—, convocó a no conceder al mercado la iniciativa de la política económica porque se pondría en riesgo la justicia social.

Ninguno de los grandes proyectos neoliberales latinoamericanos de fines del siglo XX contó con pleno apoyo de la Iglesia católica. En Perú, la corriente fujimorista que encabezaba el arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, se vio siempre refutada por buena parte de la Conferencia Episcopal, dentro de la que destacó la voz crítica del jesuita Luis Bambarén. En México, durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, la administración más comprometida con la tesis neoliberal, se restablecieron las relaciones diplomáticas con el Vaticano, pero todo el discurso de la curia mexicana, reforzado en las cinco visitas de Wojtyla, fue contrario al «capitalismo salvaje». En los noventa, la Iglesia católica latinoamericana fue más neoconservadora que neoliberal.

En vísperas del nuevo siglo, había dos rutas paralelas hacia el conservadurismo en América Latina que aportaban sus propios énfasis. De un lado el neoliberalismo, defendido por la clase gerencial y política, que se oponía al avance de la igualdad y al combate eficaz a la pobreza. Del otro el catolicismo post-conciliar, sostenido por la jerarquía eclesiástica —aunque cuestionado en amplios sectores de las bases sacerdotales y laicas—, con sus grandes acentos morales: homofobia, machismo, penalización del aborto, familia tradicional, «rescate de valores».

Durante las dos últimas décadas esas rutas han seguido abiertas, pero han surgido nuevas. La primera, o más perceptible, es la que introduce el ascenso de un nuevo evangelismo en toda la región, especialmente en Brasil, México, Centroamérica y el Caribe. Como señalan Julio Córdoba Villazón y Alejandro Frigerio, en Nueva Sociedad, esos nuevos cultos han desplegado una intensa persuasión neoconservadora que se propone cortar el paso a las comunidades LGTBIQ, los colectivos feministas, las asociaciones ambientalistas y todas las organizaciones civiles que cuestionan las premisas pro-vida, en defensa de la familia tradicional y de la estructura patriarcal de la sociedad.

Ese flanco conservador en América Latina ha logrado alcanzar altos niveles de interlocución con algunos gobiernos, como el brasileño de Jair Bolsonaro, el boliviano de Jeanine Áñez, el salvadoreño de Nayib Bukele, el guatemalteco de Alejandro Giammattei, el nicaragüense de Daniel Ortega y Rosario Murillo y el mexicano de Andrés Manuel López Obrador. Como puede verse, el nuevo conservadurismo no requiere necesariamente de regímenes neoliberales o de derecha para reproducirse, ya que ha logrado importantes proyecciones políticas en gobiernos de la izquierda regional. Daniel Ortega invitó a Ralph Drolinguer, pastor protestante trumpista, a las manifestaciones sandinistas en Managua. Andrés Manuel López Obrador es aliado del Partido Encuentro Social, una formación evangélica que rechaza el matrimonio igualitario y la lucha feminista.

No se trata de coincidencias eventuales o azarosas. Hay un sector de la izquierda latinoamericana que ejerce una resistencia innegable a las causas del multiculturalismo y los derechos de tercera y cuarta generación, como las familias homoparentales, los colectivos feministas, la protección al medio ambiente, la regularización de las drogas, la sociabilidad juvenil, la propiedad comunal de los pueblos originarios y la autonomía de la sociedad civil. Esa es también una ruta hacia el nuevo conservadurismo latinoamericano: la que avanza a través del machismo y la homofobia, el desarrollismo y la estadolatría de algunos gobiernos de izquierda. Esos y otros lastres del socialismo real de la Guerra Fría, son arrastrados sin que exista siquiera un debate abierto sobre sus desventajas.

Por último, hay un punto de intersección entre el neoliberalismo, la vieja izquierda y el nuevo conservadurismo, que vale la pena comentar. Esas tres corrientes comparten un desprecio similar por el campo intelectual, específicamente por las humanidades académicas y las ciencias sociales. Desde sus orígenes en la contra-ilustración del siglo XVIII, como ha recordado recientemente Corey Robin en La mente reaccionaria (2019), el conservadurismo rechazó las ideologías en nombre del pragmatismo del hombre común. La bandera del anti-intelectualismo ha sido retomada por las izquierdas autoritarias y las derechas conservadoras en los últimos años, con saldos desastrosos para el presupuesto de gasto público de algunos países de la región.

Este breve recorrido por el ascenso del nuevo conservadurismo en América Latina y el Caribe persuade, una vez más, sobre la equivocada partición del continente en una izquierda socialista y una derecha neoliberal. Hay, en los gobiernos y las oposiciones latinoamericanas, derechas menos neoliberales que neoconservadoras e izquierdas más neoliberales que socialistas. Es importante reintroducir el tema del conservadurismo, relegado del debate latinoamericano por la pugna, a veces real y a veces ficticia, entre socialismo y neoliberalismo, con el fin de visualizar con mayor precisión las tendencias del cambio social y las fuerzas que lo obstruyen.

1 febrero 2021 5 comentarios 2203 vistas
3 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

Buscar

Estadísticas

  • 6.488.573 visitas

Comentarios recientes

Quino en Bienestar animal y ciudadano
Alain en El Grito de Oriente y la guerr…
Randy Perdomo: un de… en ¿Dónde está la Ley de Bienesta…
tony crespo en El Grito de Oriente y la guerr…
obinisa en El poder de las ideas hoy en C…

¿Quiénes Somos?

La Joven Cuba es un equipo de investigación y análisis político que trabaja por un país justo, democrático y sostenible. Con una plataforma digital y un equipo especializado en el análisis de la realidad cubana, aspiramos a ser punto de enlace entre la sociedad civil y los decisores, mediante la investigación y la generación de conocimiento sobre la aplicación de políticas públicas.

Podcast Nuestra América

10 años en línea

10 años en línea

@2021 - Todos los derechos reservados. Contenido exclusivo de La Joven Cuba


Regreso al inicio