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opinión política cubana
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Autor

Rodolfo Alpízar Castillo

Rodolfo Alpízar Castillo

Escritor, lingüista y traductor cubano

Estado de derecho 1

Meditaciones: Derechos constitucionales, ¿sí, pero no?

por Rodolfo Alpízar Castillo 29 marzo 2021
escrito por Rodolfo Alpízar Castillo

Cinco verdades de Perogrullo:

  1. Ninguna constitución es tan perfecta que no tenga detractores, pero todas valen por igual tanto para quienes disienten y para quienes las aprueben.
  2. Nada que se legisle en un país puede contradecir lo estipulado en su constitución, pues carece de legitimidad, y el parlamento, una de cuyas funciones principales es velar por la constitucionalidad de las normas emitidas, lo declara nulo.
  3. En el articulado de la actual constitución cubana hay carencias y elementos contradictorios evidentes. No obstante, fue aprobada por mayoría mediante referendo en el cual se garantizaron el conocimiento previo del texto y la privacidad del voto. Se concuerde o no con los procedimientos utilizados, es innegable que la mayoría de los ciudadanos la aprobó, y todos debemos acatarla, nos satisfaga o no. Así funciona la democracia.

Cuba: Constitución, represión y ciudadanía

  1. Sin importar la ideología que se sostenga ni el lugar que se ocupe en la escala social, en cualquier país es obligatorio cumplir al pie de la letra lo estipulado en la constitución: presidente de la república, empresario, mendigo, general, ministro, profesor, barrendero, policía, delincuente, por igual son sujetos de los derechos y deberes consagrados en la ley de leyes. En consecuencia, quien viola un mandato constitucional, encumbrado o no, debe enfrentar las consecuencias de sus actos. Eso es democracia.
  2. Los funcionarios gubernamentales están obligados, en razón de su cargo, a velar por el acatamiento de lo estipulado por la constitución en el área donde desarrollan sus funciones. Quienes no cumplan con ese requisito, además de las sanciones penales a que se hagan acreedores, quedan inhabilitados para continuar ejerciendo el puesto. Eso también es democracia.

Cuba, Estado de derecho y ciudadanía

El artículo 1 de la Constitución vigente afirma que «Cuba es un Estado socialista de derecho y justicia social, democrático, independiente y soberano». Más allá de las posibles lecturas a que pueda dar lugar la expresión «Estado socialista de derecho» –por ejemplo, que se puede ser Estado socialista sin ser Estado de derecho, o que se puede ser Estado de derecho sin ser socialista–, la consecuencia del enunciado es clara: Cuba es un Estado cuyo poder y actividad están regulados y garantizados por la ley. En consecuencia, todos los ciudadanos están obligados por igual a cumplir la ley; ello incluye, sin duda, a los funcionarios del Estado.

El artículo 33 de la Constitución cubana establece: «La ciudadanía cubana se adquiere por nacimiento o por naturalización». El artículo 36 esclarece al respecto que «La adquisición de otra ciudadanía no implica la pérdida de la ciudadanía cubana».

El talón de Aquiles

En otras palabras: se es cubano por nacimiento, y ni siquiera el adquirir otra ciudadanía limita esa condición. Por si hubiera dudas, en el artículo 38 se establece que «Los cubanos no pueden ser privados de su ciudadanía salvo por causas legítimamente establecidas». En el propio artículo se aclara que la ley establece el procedimiento para la renuncia o la pérdida de la ciudadanía y las autoridades facultadas para decidir al respecto.

Más adelante, en el artículo 128, inciso m, se expresa que el presidente decide «en los casos que corresponda, el otorgamiento de la ciudadanía, aceptar las renuncias y dispone sobre la privación de esta».

Más claro: Nadie tiene potestad para privar a un cubano de su ciudadanía; existe un proceso para ello, y el propio presidente de la república, que tiene potestad para decidir, solo puede hacerlo una vez concluido el proceso.

Por otra parte, el artículo 94, en su inciso e, establece que toda persona goza de la prerrogativa a «no ser privada de sus derechos sino por resolución fundamentada de autoridad competente o sentencia firme de tribunal». Eso es lo normal en un Estado de derecho, de justicia social y democrático.

Derechos, ¿sí o no? Dos ejemplos

a) Semanas atrás, un grupo de personas invadió la propiedad de una ciudadana, pintó mensajes en sus paredes y le gritó ofensas. El pretexto para la invasión fue que la ciudadana había escrito en la pared de su vivienda un mensaje considerado opositor al gobierno. Pareció el renacer de los tristemente célebres «mítines de repudio» de décadas atrás que todos pensábamos, o queríamos pensar, que habían quedado en el pasado.

Derechos

Semanas atrás, un grupo de personas invadió la propiedad de una ciudadana, pintó mensajes en sus paredes y le gritó ofensas. (Foto: Yander Zamora/Efe.)

Según el artículo 49 de la Constitución: «El domicilio es inviolable. No se puede penetrar en morada ajena sin permiso de quien la habita, salvo por orden expresa de la autoridad competente, con las formalidades legales y por motivo previamente definido en la ley». En ningún lugar del texto constitucional se afirma que se excluye de ese derecho a los opositores al gobierno.

Siendo Cuba un Estado de derecho, y en aplicación de la ley, los participantes en el «mitin» debieron ser procesados por autoridad competente y sancionados por su actuar ilícito, incluso sin que hubiera existido denuncia formal de la agraviada, pues el hecho implicó desorden público, lo cual exige a la policía actuar de inmediato, sin esperar denuncia.

Los órganos de difusión debieron denunciar el hecho y divulgar la sanción impuesta por los tribunales, para que semejantes violaciones no se repitan, y dejar claro el mensaje de que en un Estado de derecho la constitución se respeta, sin importar la ideología que se profese.

No hubo denuncia por los medios oficiales (sí por los no oficiales), y los comisores del delito no fueron juzgados. Esto es: los encargados de hacerlo no cumplieron su obligación de proteger el Estado de derecho, a pesar de que se había cometido un delito descrito en el código penal vigente:

«Artículo 287.1. El que, fuera de los casos autorizados en la ley, penetre en domicilio ajeno sin la voluntad, expresa o tácita, del morador, o permanezca en él contra su voluntad manifiesta, incurre en sanción de privación de libertad de tres meses a un año o multa de cien a trescientas cuotas o ambas. // 2. Si el delito se ejecuta de noche, o en despoblado, o empleando violencia o intimidación en las personas, o fuerza en las cosas, o usando armas o con el concurso de dos o más personas, la sanción es de privación de libertad de dos a cinco años».

En el delito participaron varias personas; todas debieron ser procesadas y condenadas a penas entre dos y cinco años, como indica el Código Penal. A pesar de ello, ni las autoridades (policía, fiscalía) ni los medios oficiales de difusión defendieron algo que constituye interés superior de la nación y el Estado: la salvaguarda de los derechos de sus ciudadanos.

Invitación a un espacio de palabra contra la desmentida

Quien afirme que aquello fue un «hecho menor», sobredimensionado por «periodistas a sueldo del enemigo» comete un error. O presta conscientemente un servicio al «enemigo».

Si, como se afirma en los medios oficiales, el enemigo está a la caza de «cualquier pretexto para armar un espectáculo contra el gobierno», es absurdo regalarle los elementos para que lo haga. Es un regalo a ese enemigo dejar sin castigo la reedición de los vergonzosos «mítines de repudio» que nunca debieron ocurrir y constituyen, mientras no haya una petición pública de disculpa de las autoridades al respecto, una mancha en la historia del país.

No se exculpa a un violador porque la violada vestía de tal o cual manera; que la ciudadana pusiera en su casa un cartel pretendidamente «ofensivo contra el gobierno» tampoco exculpa de la comisión de un delito contra ella. Con enemigo o sin enemigo, con espectáculo o sin espectáculo, es un proceder impropio de un Estado de derecho, y afecta el prestigio y la moral del país ante la opinión pública internacional. Con ello, es un potencial riesgo para la seguridad nacional, porque seguridad nacional pasa por la defensa de la legalidad.

b) Algunos habíamos oído que una joven cubana estaba «varada» en Panamá, porque no se le permitía entrar en su país. Cuando por televisión anunciaron que habría una declaración del Minrex, esperé oír un desmentido, pues, según el constitucional artículo 52, a ningún ciudadano cubano se le niega la entrada a la patria: «Todas las personas tienen libertad de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio nacional, cambiar de domicilio o residencia, sin más limitaciones que las establecidas por la ley».

Desterrada

Para mi sorpresa, la funcionaria del Minrex no usó de la palabra (algo confusamente, por cierto) para destrozar una «patraña enemiga», ¡sino para validarla! En lugar de desmentir la noticia, confirmó su veracidad. No mencionó ninguna resolución de tribunal o autoridad competente que fundamentara la prohibición. En cambio, habló en extenso del «espectáculo mediático» frente al Minrex de algunos periodistas de medios no oficiales.

Hasta ahora, los trámites migratorios han sido ocupación de la Dirección de Inmigración y Extranjería del Ministerio del Interior, no del Minrex. No siendo este un asunto de relaciones diplomáticas, no me quedó claro por qué el Minrex debió referirse a él. Agradecería que me lo aclararan.

Si la afectada fuera extranjera y, por alguna razón (solicitud de la cancillería de su país, por ejemplo), hubiera un caso diplomático con ella, se entendería la participación del Minrex. Pero se indicó que es cubana. Entonces, la funcionaria  debió  explicar si la afectada renunció a su ciudadanía, o si esta le fue retirada por resolución de autoridad competente, firmada por el presidente de la república. No lo hizo. Se limitó a afirmar que el Estado socialista de derecho cubano, tal cual afirman los medios enemigos, priva a una ciudadana cubana del goce de un derecho claramente reconocido en los artículos 33 y 38, además del 128 m, antes citados, de la Constitución vigente.

En esencia, la funcionaria del Minrex ha confesado en público la existencia de una acción inconstitucional que, además, constituye un delito previsto en el código penal de la República de Cuba:

«Artículo 141.1. El funcionario público que aplique o disponga la aplicación de una medida de seguridad sin orden del tribunal competente, incurre en sanción de privación de libertad de seis meses a dos años, siempre que el hecho no constituya un delito de mayor entidad».

En este caso, la mayor entidad estriba en que se ha violado el mandato constitucional y se ha puesto en entredicho ante las demás naciones la existencia de un Estado de derecho en Cuba, lo cual pudiera tener implicaciones para la seguridad nacional. Es, por tanto, un delito grave.

Un enfoque socialista de la libertad de expresión

La razón para este abuso de poder sancionable según el artículo 141 del Código Penal es, repitió la funcionaria del Minrex, la supuesta «peligrosidad» de la ciudadana. Para rebatir ese argumento no hay que aducir que es joven, o sin antecedentes penales, como se ha intentado, porque lo contrario tampoco es válido: impedir la entrada al país a una ciudadana es inconstitucional, sea joven o vieja, buena o mala persona.

Es ilegal conculcar los derechos de una persona decente, y es ilegal conculcarlos a un perfecto sinvergüenza: la ley es para todos. Eso es Estado de derecho, eso es democracia. Si se permite violar derechos, no hay ni uno ni otra.

Si la ciudadana fuera capaz por sí sola (al estilo de una película de la peor clasificación) de destruir el Estado y llevar la república a la anarquía y la fragmentación, como se ha pretendido demostrar, tampoco se explica que le impidan entrar, pues se pierde la oportunidad de ponerla tras las rejas y neutralizarla. El argumento es, como se mire, ridículo. Tontos serían los enemigos del gobierno si no aprovecharan esta oportunidad de hacer campaña que se les regala.

Atrincherarse en un falso concepto de «defensa del país» para justificar la actitud anticonstitucional y constitutiva de delito de un organismo o un grupo de funcionarios no sirve a los intereses de la nación, ni siquiera conviene al gobierno que supuestamente se pretende «defender».

Todo, menos derechos humanos: las sanciones de EEUU contra Cuba

Significa, en cambio, poner en solfa el Estado de derecho proclamado por el texto constitucional. Significa además echar en el olvido los afanes constitucionalistas de nuestros próceres, y lanzar a la cloaca los sacrificios realizados por el pueblo cubano desde hace más de siglo y medio, en busca de la construcción de una república con todos y para el bien de todos.

Para finalizar

Lo que la defensa del país exige, exige la constitución y exige la decencia, es que el Minrex refute a su funcionaria, y la Fiscalía General de la República abra un proceso investigativo para dilucidar quién violó la legalidad, los tribunales apliquen las sanciones pertinentes, y se restablezcan a la ciudadana los derechos que le fueron vulnerados, como corresponde a un Estado de derecho.

Interesa al país, ante todo, que los diputados de la Asamblea Nacional recuerden que su juramento es a una constitución, no a un organismo o un funcionario, y exijan a las autoridades gubernamentales el irrestricto respeto a lo establecido en esa constitución.

Con ello defienden al gobierno y a su propio prestigio.

29 marzo 2021 37 comentarios 2341 vistas
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La sorpresa boliviana

por Rodolfo Alpízar Castillo 27 octubre 2020
escrito por Rodolfo Alpízar Castillo

Confieso que el día de las elecciones en Bolivia no puse los noticieros: estaba persuadido de que el Movimiento al Socialismo (MAS) no ganaría y no quería oírlo a cuentagotas. Evidentemente, los analistas de política internacional del país estaban convencidos de lo mismo, pues a eso apuntaban sus comentarios.

Coincidía con la idea general de sus señalamientos, pero la encontraba incompleta: pasaban por alto las verdaderas causas que posibilitaron el golpe de Estado, hijo de múltiples errores propios, no solo de la agresividad de los oponentes nacionales y extranjeros. El más señalado, aunque no el único: la decisión de Evo Morales de presentarse a reelección, a sabiendas de que una parte del pueblo no la apoyaba y de la campaña de descrédito a que se enfrentaría.

Para mí la decisión indicaba pérdida de la noción de la realidad política del país, consecuencia a su vez del enajenamiento entre dirigencia y base. Acaso también simple y llana embriaguez del poder. Hubieran buscado otro pretexto para el golpe, me sugieren amigos. Cierto. Pero encontrar pretextos es tarea del contrario, uno no los regala. El intento de reelección fue regalarlo y servirlo, como dice la expresión popular, en bandeja de plata. Supongo que muchos opositores saltaron de alegría al enterarse.

En realidad, era la culminación de un desarrollo negativo interno del MAS que nuestros analistas no mencionan: endiosamiento del líder y alejamiento de las bases. Aplausos y plazas llenas de flores o banderitas pueden mostrar poder de convocatoria, pero no significan real contacto con el pueblo.

Quienes simpatizamos con el pueblo boliviano, pero no somos comentaristas de prensa ni tenemos lugar donde expresarnos, veíamos el peligro. En cambio, los que podían no lo mencionaban -tampoco nunca oí señalar cualquier error del gobierno de Evo, por cierto, o de otro gobierno aliado; supongo que hacerlo es “dar armas al enemigo”.

Como los comentaristas no mencionaban más que los logros del gobierno del MAS y la agresividad de sus enemigos, apoyados por intereses extranjeros, mucha gente en Cuba se quedó boquiabierta al seguir por la prensa los acontecimientos de entonces: un gobierno que había sacado de la miseria a millones de personas, que había convertido a uno de los pueblos más pobres del mundo en la economía de más desarrollo sostenido en América, que había hecho crecer una hasta entonces casi inexistente clase media en su país, fue derribado -se podría decir: sin pena ni gloria-, por una maniobra dirigida por la OEA, a la cual se sumaron sectores opositores, los uniformados y hasta ciudadanos que habían sido beneficiados por ese mismo gobierno.

Inexplicable.

Antes de seguir, una aclaración: los enemigos de las fuerzas progresistas insisten en la perpetuación en el poder como sinónimo de “gobierno de izquierda”, y el caso de Evo sería un ejemplo. Pero Evo fue presidente de Bolivia desde 2006 hasta 2019; en cambio, Ángela Merkel es canciller de Alemania desde 2005.

Evo, con trece años de gobernante, se convertiría en un dictador, si era elegido; Ángela, ya con quince, es un bastión de la democracia y a nadie se le ocurriría reclamar revisión de los votos por los cuales triunfó, ni acusarla de afán desmedido de poder, o de fraude electoral.

Ello es así porque Ángela es europea, blanca, alemana, política profesional, con títulos universitarios. Raza y clase superiores, nacidas para gobernar. En cambio, Evo es aimara, obrero…, ¡un indio! Raza y clase inferiores. Nacidas para ser gobernadas. Lo que en un blanco europeo es un don, en un obrero indígena americano es un irrespeto a la moral y las buenas costumbres, y debe ser castigado.

En su momento imaginé que la sabiduría ancestral que había aplicado hasta entonces, y que le había permitido sortear con éxito situaciones complicadas, llevaría a Evo a acudir al proceso electoral de 2019 con una jugada a la altura de las circunstancias -había varias posibilidades para ello. Pero hizo lo opuesto: aplicó la única cuyo fracaso era previsible.

¿Se dejó convencer por asesores desconocedores de la realidad boliviana?, ¿se consideró, o lo hicieron considerarse, imprescindible?, ¿lo ganó la embriaguez del poder?

Hubo de todo, y lo tercero no es de poco peso: nadie escapa a esa droga llamada poder, salvo que se llame Nelson Mandela. Por buenas intenciones que un líder tenga, a su alrededor crea muros de “entusiastas” -en su mayoría, oportunistas- que se encargan de que vea solo lo que gusta de ver. Con el paso del tiempo, él mismo se enmascara la realidad.

En  el fondo de todo radica la ruptura de la relación con las bases, el atender más al círculo de intereses tejidos alrededor del líder que a la gente que lo llevó al gobierno, y a ver la hojarasca en lugar de la tierra que está bajo ella. Tal es el fatum de quien se mantiene varios períodos en el poder, sobre todo si sus primeros tiempos se caracterizan por éxitos indiscutibles, como ocurrió con el MAS y ha ocurrido en otros procesos en América.

Si en su momento de gloria los pueblos suelen ponerse en un hombre, como  afirmó Martí, la historia americana ha demostrado demasiado que, por lo general, esos elegidos suelen convencerse de que son todo el pueblo. Dejan de oírlo para oírse a sí mismos o a sus alabarderos. Terminan por sentirse los intérpretes privilegiados del sentir de la masa, sus dioses.

Alguien puede oponer a lo anterior, “¿y por qué no sucede lo mismo en Alemania, cuya gobernante lleva más tiempo que Evo en el poder, como acabas de afirmar?”. Cierto, no ocurre lo mismo…, al menos hasta donde sabemos. Pero las condiciones son distintas.

Desconozco las interioridades del funcionamiento democrático en Alemania, pero algo es evidente: la solidez de sus instituciones. La historia de Bolivia, y de casi toda América, está llena de golpes militares, dictaduras y otros vicios que hacen débiles las suyas. Precisamente, uno de los méritos del MAS fue gobernar a pesar de esa debilidad estructural, que incluye el carácter poco profesional de los cuerpos armados, siempre prestos a meterse donde no deben.

En fin, llegado el día de las nuevas elecciones, todos esperábamos que en la segunda vuelta electoral una coalición de derecha tomaría el poder por la vía democrática y desmontaría la obra del MAS.

Era lo previsible.

Y ocurrió lo inesperado, la sorpresa boliviana: el MAS ganó en primera vuelta con holgura tal que no deja margen a interpretaciones. Hasta la OEA admitió el triunfo.

Con independencia de una autocrítica (que no ha de producirse) de nuestros comentaristas internacionales acerca de su rigor profesional y la necesidad de ir más allá de los lugares comunes en los análisis políticos, para amigos y enemigos de ese pueblo el resultado de las elecciones en Bolivia resulta un hecho trascendental.

Sin ruido, a su estilo, el quechua, el aimara, ¡el indio boliviano!, ha dado una lección de civilidad al resto del continente. No solo porque en las urnas ha deshecho el entuerto de sus dirigentes, que no es poco. También porque el porcentaje de participación en las urnas, cercano al 90%, es posiblemente el más elevado en lo que va de siglo en toda América. Eso se llama civismo. Debería imitarse.

Los tenidos por salvajes, incultos, inciviles, han mostrado al mundo que saben usar, y usan si es necesario, las armas de la democracia para recuperarla.

Traicionados, discriminados, marginados, considerados como inferiores por sus propios connacionales, ninguneados durante siglos, los pueblos originarios de Bolivia sintieron, con su primer presidente indígena, que podían ocupar el espacio que históricamente les pertenece, y que podrían poner su sabiduría milenaria al servicio de esa misma humanidad que los ha despreciado, en momentos en que la vida en el planeta se ve amenazada por el divorcio de una civilización arrogante con la Madre de todos, con la Tierra.

La oportunidad les fue arrebatada por errores de sus dirigentes, pero supieron reponerse. Con su tenacidad silenciosa y resistente lo lograron. Ahora la dirección del MAS recibe una nueva oportunidad de mostrar fidelidad a su gente. Veremos qué pasa.

Espero que la dupla triunfadora -la que, de haberse presentado antes, hubiera ahorrado al pueblo cerca de un año de sufrimiento-, que seguramente debió negociar para ganar otros apoyos necesarios, no olvide, por los compromisos adquiridos, que fue allí, en los hombres y mujeres sencillos, en los hijos de la Pacha Mama, donde radicó la fuerza que los condujo de regreso al poder.

Que no vuelvan a confundir banderas, flores y mítines con contacto con la masa. Ni alabarderos con compañeros de lucha. Y que jamás olviden a quiénes deben el retorno.

Quisiera creer que los dirigentes que ya dieron lo que podían dar cederán el paso a las nuevas fuerzas. Que serán los ancianos consejeros de la comunidad, pero no pretenderán conducir al pueblo por los nuevos derroteros.

Voto por el renacimiento del Estado plurinacional, con espacio para todos, que rescate el saber de los ancestros y con su ejemplo contribuya a la salvación de la humanidad. Acaso todavía no sea demasiado tarde.

27 octubre 2020 34 comentarios 239 vistas
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Guillermo Jiménez Soler

Jimenito, otra vez ninguneado

por Rodolfo Alpízar Castillo 11 mayo 2020
escrito por Rodolfo Alpízar Castillo

Acaba de morir el comandante del Ejército Rebelde Guillermo Jiménez Soler, “Jimenito”, un hombre leyenda. El Noticiero Nacional de Televisión en sus emisiones dominicales no lo mencionó; busqué alguna nota necrológica en Cubadebate y en la versión digital de Juventud Rebelde, y no encontré ninguna referencia a esta pérdida. Nuestra “prensa” no se ha enterado de que ha fallecido, a los 83 años, uno de los hombres gracias  a los cuales fue posible el triunfo de enero de 1959 contra el régimen de Fulgencio Batista. Lo han ninguneado.

Cuando las tropas de la columna 8, comandadas por Ernesto Guevara, llegaron al territorio de la provincia entonces llamada Las Villas, estaban cansadas, hambrientas, con los pies llagados, con  la ropa destrozada, y algunos combatientes estaban enfermos. Faltaba mucho para llegar a La Habana, ¿podrían, en esa condiciones, enfrentar al ejército gubernamental? Aceptemos que tal vez sí, aceptemos que aún así hubieran podido combatir, e incluso ganar algunas escaramuzas. Pero, ¿tomar Santa Clara? No sé qué opinarán los especialistas militares, pero a mí me parece que hubiera sido realmente muy difícil, por no decir imposible, tomar Santa Clara y provocar el colapso del régimen con las tropas en aquellas condiciones.

Sin embargo se ganaron las batallas, se tomó Santa Clara, se desplomó el gobierno, y en enero de 1959 los rebeldes entraron en La Habana. ¿Ocurrió un  milagro? Milagro, sí. Si damos ese nombre a la existencia en las montañas del Escambray de una zona rebelde donde operaban algunos grupos guerrilleros con acciones más o menos limitadas, y un vasto territorio prácticamente liberado, donde estaban establecidas las tropas del Directorio Revolucionario 13 de Marzo.

Ese mismo Directorio Revolucionario que, destrozado el 13 de marzo de 1957, se organizó de nuevo en pocos días, en medio de la más feroz persecución policial; otra vez destrozado el 20 de abril, volvió a reorganizarse. Nunca se dio por vencido. Y terminó por abrir un frente guerrillero en las montañas del centro de la isla grande. Ese frente al que llegaron agotadas, las tropas de Ernesto Guevara.

En esas reorganizaciones, y en la apertura y la organización de ese frente guerrillero, estuvo, en primera línea, el comandante Guillermo Jiménez Soler, el hombre a cuyo fallecimiento nuestra prensa no dedicó una línea.

En el territorio donde operaba el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, prácticamente territorio libre, había una organización tal que se contaba con escuelas, servicios médicos (que incluían una ambulancia que llevaba el nombre de José Luis Gómez-Wangüemert) y hasta estación de radio. Las tropas de la columna 8 pudieron descansar y reponerse al llegar y, con posterioridad, gracias al apoyo de las tropas y las armas del Directorio, y la contribución de sus redes clandestinas en Santa Clara y otras poblaciones, emprender las batallas decisivas.

Después del triunfo de enero de 1959, el comandante Guillermo Jiménez Soler ocupó responsabilidades en el Minint y el Minfar. Seguramente habría tenido una brillante carrera en cualquiera de las dos instituciones, pues cultura, inteligencia y capacidad de trabajo le sobraban, pero de repente le quitaron el uniforme y lo enviaron a dirigir una fábrica sin importancia durante diez años.

Fue el primer gran ninguneo a uno de los puntales de triunfo del movimiento revolucionario contra Batista. ¿Su pecado? El mismo de la combatiente Martha Jiménez: Realizar, contra viento y marea, las investigaciones que llevaron ante los tribunales a la persona que delató ante Esteban Ventura el escondite de los combatientes del Directorio Fructuoso Rodríguez, Joe Westbrook, José Machado y Juan Pedro Carbó.

¿Por qué eso fue un pecado? Cada cual que haga sus conclusiones, pero lo cierto es que se trata de un tema tabú de la historia reciente cubana: Quienes tienen información no la comparten. Recomiendo el documental “Los Amagos de Saturno”, de Rosario Alfonso Parodi (y sus respuestas a algunos periodistas que a raíz de su proyección la entrevistaron) a quien quiera hacerse una idea aproximada de la esencia del misterio.

Después de la fábrica, Guillermo Jiménez Soler ocupó algunos puestos en el Banco Nacional,  y realizó colaboraciones periodísticas sobre temas políticos y económicos.

Ninguneado el héroe, no se dejó vencer; se dedicó a estudiar, a recopilar información, a escribir. “Si no lo hacía me volvía loco”, me comentó en alguna ocasión. A su esfuerzo se deben dos títulos imprescindibles para los estudiosos de la historia de Cuba: “Las empresas en Cuba-1958” (Miami, 2000; La Habana, 2004, 2008, 2014) y “Los propietarios de Cuba-1958” (La Habana, 2006, 2007, 2008, 2014), Premio de la Crítica, 2007. Dos volúmenes que completarían esos estudios han quedado inéditos.

A pesar del manto de silencio sobre su existencia, “Jimenito” se convirtió  en un referente ético para sus antiguos compañeros y para quienes, en algún momento, tuvimos el honor de conocerlo. En varias ocasiones tuve oportunidad de comprobar con cuánto respeto lo trataban los excombatientes del Directorio. Al respecto, recuerdo que, cuando investigaba para mi novela “Empecinadamente vivos”, le expresé que deseaba hablar con cierto asaltante al Palacio, y me proporcionó la dirección. Al terminar la entrevista con ese combatiente, fue hacia el teléfono y me comentó: “Ahora voy a decirle al jefe que ya cumplí”. Le pregunté a qué se refería, y me contestó: “Es que yo no recibo a nadie, ni doy entrevistas; si hablé contigo es porque Jimenito me dijo que lo hiciera”.

Combatiente, intelectual, amigo, revolucionario en el sentido prístino de la palabra, ese hombre enamorado de la historia de Cuba, memoria viva del Directorio Revolucionario, Guillermo Jiménez Soler, ya no está entre nosotros. Pero ni siquiera con la muerte le han levantado el ostracismo. A nuestra prensa le ha cabido el deshonor de ningunearlo hasta después de muerto. Jimenito descansará en guerra, como vivió.

De todos los crímenes de que son capaces los seres humanos, ninguno es más contrario a las leyes de la naturaleza que la ingratitud, escribió un filósofo inglés. Parece que entre quienes deciden qué es historia y qué no es historia en Cuba hay mucha desmemoria…, o mucha ingratitud. No seamos tambien nosotros ingratos a su memoria.

11 mayo 2020 31 comentarios 511 vistas
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surprised

Why should we be surprised?

por Rodolfo Alpízar Castillo 12 octubre 2019
escrito por Rodolfo Alpízar Castillo

Electing, selecting, choosing. It means taking some elements from a larger set using certain value criteria (choosing an avocado for a salad, or a hotel for a vacation, or a president for the country, from among several possibilities).

The current system in Cuba is the one of indirect presidential elections. An indirect presidential election is that in which the Head of State is chosen by a parliament from a list of candidates with several proposals (at least two) submitted by political parties or other social powers represented in parliament. As much as many of us would prefer the direct election of the president, the indirect election is a model that is just as valid and respectable.

The indirect election of the president in Cuba first appeared with the Constitution of 1976. Since a referendum has never been held to ask the citizens which model they’d prefer, we must content ourselves for the moment with the one the rulers themselves have imposed. It’s not exactly what you’d call democratic, but we make do.

The opportunity for citizens to voice their opinions about that, and perhaps to earn for ourselves the right to have direct elections, did exist. It was the discussion of the draft of the Constitution. However, the occasion was wasted because, among other reasons:

a) a large number of people (including academics) deemed more interesting to stick up against the possibility of civil marriage between people of the same sex than to defend their rights as citizens, including the one to choose on the manner of electing those who’d run the country;

b) a significant number of Cuban intellectuals had their possibility to participate as a social group on the debates reduced by the refusal of the previous leadership of the National Union of Writers and Artists of Cuba, which branded as elitist and divisive all those who tried to discuss with their peers serious and though-out proposals that covered nearly the entire content of the draft.

In an evident display of lack of civic awareness, many citizens (some quite well-educated), failing to see the seriousness of their actions, allowed themselves to be tangled in the web of discussion of an article which seemed to be in the text only to divert attention from matters of utter importance, such as the presidential election system itself, the rights of Cuban citizens residing overseas (including the right to representation in parliament), the right to freely express ideas in the media, the death penalty, and even the right of citizens to propose motions to the National Assembly, which increased from 10,000 signatures as a condition for acceptance to 50,000, an impossible number to reach without the support of the government.

What if the government didn’t agree with the motion? Nobody asked.

Few were interested in those fundamental elements of the Constitution. Then, why should we be surprised now of what will happen on October 10?

That new and original way of electing the president and all the other officials with no previous popular election of those who’d do the choosing, a system only understood by those tasked with defending it in the media, is the result of many factors, but it is also a consequence of the lack of civic awareness that smothers us and of which the discussion process of the constitutional draft was an example.

Perhaps I am wrong, but that’s what I think, and I say it. I wish someone –with arguments, not with slogans for one side or the other– were able to make me change my mind. I really do.

I come back to what will happen next October 10:

In any indirect elections system, a new parliament must be elected (TO ELECT –see the definition in the first paragraph– is not to choose three out of three, or two out of two, as it is done in Cuba against all common sense), and then this ELECTED parliament (that is, selected by voters from a candidates list in which there are more candidates than positions to be filled) should choose, from SEVERAL CANDIDATES (at least two), the president. And so on with the other positions.

Since Cuba has a one-party system, in order to have an ELECTION one assumes a candidate should be put forward by the ruling party, plus a number of other candidates proposed by the social organizations represented in the National Assembly. Considering the possibility of alliances between organizations, one might expect a number of at least three candidates for the presidency next October 10, so that delegates may choose, from among them, the one who proposes a more attractive government program.

If we mean to show the world that Cuba has a system that’s different, but no less democratic for it, that would be an option, though there are better ones. If the intention is to do something else altogether, they could have spared us the show.

Because of the smoke blown in our eyes about the article on marriage, barely anyone was able to see that two special provisions were made in the Constitution’s draft, the first of which stated: ‘The delegates of the National Assembly of People’s Power in the 9th Legislature shall remain in office until the end of their term.’ That is, something as important as the possibility of electing those who, in turn, would elect our rulers for the next five years was excluded as a civil right, and millions of people agreed to that. Therefore, whatever happens on October 10 is endorsed by the new Constitution, and those who didn’t oppose it –which is the majority of citizens–, gave their approval. I repeat: there’s nothing to be surprised about.

Yes, of course. Homophobes are happy because the possibility of constitutional marriage between people of the same sex was eliminated, which is more important for them than electing the President of the Republic or than the death penalty.

The reactionary sectors within religious denominations (luckily not within all of them) are also happy, because they were allowed to campaign freely, without police interference, even when their actions were a threat against the normal development of children. The made a test of strength, and it turned out well for them. The death penalty wasn’t important for them; they did not campaign about that. They can glimpse on the horizon other battles to be fought and won, like the one against abortion. Am I exaggerating? We shall see.

What about civil liberties? Those, apparently, interest only a few. And if they interest only a few, I repeat: we should not be surprised by what will happen on October 10. It’s what we earned for ourselves.

(Translated from the original)

12 octubre 2019 1 comentario 186 vistas
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Meditaciones: ¿por qué asombrarse?

por Rodolfo Alpízar Castillo 9 octubre 2019
escrito por Rodolfo Alpízar Castillo

Elegir, seleccionar, escoger: Tomar algunos elementos de un conjunto mayor, a partir de determinados criterios de valor (elegir un aguacate para la ensalada, un hotel para las vacaciones, un presidente para el país, entre varios posibles).

En Cuba impera el sistema de elecciones presidenciales indirectas. Elección presidencial indirecta es aquella en la cual el jefe de Estado es elegido por el parlamento a partir de una candidatura con varias propuestas (cuando menos dos) presentadas por los partidos políticos u otras fuerzas sociales representados en el parlamento. Por más que muchos preferimos la elección directa del presidente, la indirecta es un modelo tan válido y respetable como otro cualquiera.

La elección del presidente la vía indirecta en Cuba aparece a partir de la Constitución de 1976. Como nunca se ha realizado un referéndum para preguntar a la ciudadanía cuál modelo prefiere, por el momento debemos conformarnos con el que los propios gobernantes han impuesto. No suena muy democrático que digamos, pero vamos andando.

La oportunidad para que los ciudadanos se pronunciaran al respecto, y tal vez ganáramos el derecho a la elección directa, existió. Fue la discusión del anteproyecto constitucional. Pero se desperdició, entre otros muchos factores, porque:

a) una gran cantidad de personas (incluidos académicos) consideró más interesante romper lanzas contra la posibilidad del matrimonio civil entre personas del mismo sexo, que defender sus derechos como ciudadanos, incluido el de decidir sobre la forma de elección de quienes dirijan el país;

b) una parte importante de la intelectualidad cubana vio cercenada su posibilidad de participar como gremio en los debates, por la negativa de la anterior directiva de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, que acusó de elitistas y divisionistas a quienes pretendieron discutir con sus pares propuestas serias, bien meditadas y que abarcaban prácticamente todo el articulado del anteproyecto.

En una evidente falta de conciencia cívica, muchos ciudadanos (algunos bastante cultos), sin ver la gravedad de sus actos, se dejaron enredar en la malla de la discusión de un artículo que pareciera haber estado en el texto solo para desviar la mirada de asuntos de máxima gravedad, como el propio sistema de elección presidencial, los derechos de los ciudadanos cubanos residentes en el exterior (entre ellos el de estar representado en el parlamento), el derecho a la libre expresión de las ideas en los medios de difusión, la pena de muerte, e incluso el derecho de los ciudadanos a presentar mociones a la Asamblea Nacional, que de diez mil firmas como condición para ser aceptadas, como planteaba la Constitución de 1976, pasó a 50 mil, cifra imposible de alcanzar si no es con el apoyo del gobierno.

¿Y si el gobierno no está de acuerdo con la moción? Nadie se lo preguntó.

A pocos interesaron esos elementos medulares de la Constitución. Entonces, ¿por qué asombrarse ahora de lo que va a ocurrir el diez de octubre?

Esa novedosísima forma de elección del presidente y los demás cargos sin previa elección popular de quienes han de elegirlos, forma que solo entienden los encargados de defenderla en los medios de difusión, es resultado de muchos factores, pero también es consecuencia de la falta de conciencia ciudadana que nos asfixia y de la cual fue muestra el proceso de discusión del proyecto de Constitución.

Tal vez esté equivocado, pero es lo que pienso, y lo expreso; ojalá alguien pueda, con argumentos, no con consignas de un color o del otro, hacerme cambiar de criterio. Lo agradecería.

Retomo la idea de lo que ocurrirá el próximo diez de octubre:

En todo sistema de elecciones indirectas, primero se ha de elegir (ELEGIR, ver la definición del primer párrafo, no es tomar tres de tres, ni dos de dos, como se hace en Cuba en contra del sentido común) un nuevo parlamento, y a continuación este parlamento ELEGIDO (es decir, seleccionado por los electores sobre la base de una candidatura en la cual aparece un número mayor de candidatos que el número de escaños a ocupar) deberá elegir entonces, entre VARIOS CANDIDATOS (al menos dos) al presidente. Así sucesivamente con los demás cargos.

Como en Cuba hay un régimen unipartidista, para que haya ELECCIÓN es de suponer que se presente un candidato por el partido gobernante, más un número equis propuestos por las organizaciones sociales representadas en la Asamblea Nacional. Vista la posibilidad de alianzas entre organizaciones, podría considerarse la cantidad de no menos de tres candidatos para presidente el próximo 10 de octubre, de modo que los diputados elijan, entre ellos, aquel que proponga un programa de gobierno más atractivo.

Si lo que se pretende es mostrar al mundo que en Cuba hay un sistema democrático diferente, pero no por ello menos democrático, esa sería una opción, aunque las hay mejores. Si lo que se procura es cualquier otra cosa, podrían habernos ahorrado el espectáculo.

Por la ceniza en los ojos del artículo sobre el matrimonio, casi nadie pudo ver que en el proyecto de Constitución estaban dos disposiciones especiales, la primera de las cuales declaraba: “Los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular de la IX Legislatura se mantienen en sus cargos hasta tanto concluya su mandato”. Es decir: Algo tan importante como la posibilidad de elegir a quienes elegirían a su vez a nuestros gobernantes durante los próximos cinco años quedó excluido como derecho ciudadano, y millones de personas estuvieron de acuerdo. De modo que lo que ocurra el 10 de octubre está refrendado por la nueva Constitución, y quienes no se opusieron a ella, la mayoría de los ciudadanos, le dieron su aprobación. Repito: No hay de qué asombrarse.

Eso sí: Los homófobos están felices, pues se eliminó la posibilidad constitucional de que haya matrimonio entre personas del mismo sexo, lo cual para ellos es más importante que elegir al presidente de la república o la pena de muerte.

Los sectores retrógrados dentro de las denominaciones religiosas (por suerte no son todas), están felices también, pues se les permitió hacer campaña libremente, sin interferencia policial, incluso cuando sus acciones atentaban contra el normal desarrollo de la niñez. Midieron fuerzas y vieron que les fue bien. La pena de muerte no era importante para ellos, no hicieron campaña al respecto. En el horizonte ya vislumbran otras batallas que ganar, como la lucha contra el aborto. ¿Exagero? Ya veremos.

¿Y las libertades cívicas? Esas, por lo visto, a pocos interesan. Y si a pocos interesan, repito: No hay que asombrarse por lo que ocurrirá el 10 de octubre. Es lo que nos ganamos.

9 octubre 2019 24 comentarios 211 vistas
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