La manipulación mediática es un fenómeno tan antiguo como el surgimiento de los medios de comunicación, pero en los entornos contemporáneos, y particularmente en el cubano, adquiere características propias. En este texto se resumirán los principales elementos que pudieran alertar acerca de un contenido manipulador sobre Cuba, ejemplificado tanto con la prensa estatal como en la no estatal.
Los artículos se citan solo como casos de estudio. El señalamiento sobre un contenido manipulador no implica que toda la agenda periodística del medio comparta esas características.
Internet y manipulación mediática
Con la ampliación del Internet ha aumentado la pluralidad del discurso, en tanto entran en juego otros medios diferentes a los establecidos por los Estados o aquellos dependientes del gran capital. Asimismo, las plataformas digitales brindan amplias posibilidades para la producción comunicativa, pues abaratan los costos y permiten el trabajo a distancia. También se diversifican los modelos de gestión y financiamiento, que abarcan apoyos de organizaciones, publicidad, colaboración de los consumidores o voluntariado de los productores.
Sin embargo, dicha diversificación no está exenta de riesgos y contradicciones, como la desprofesionalización del ejercicio periodístico y la saturación de información de dudosa veracidad, al carecer del respaldo de una institución mediática que necesite cuidar su prestigio.
En el contexto cubano este fenómeno se complejiza. Desde 1965, el Estado ha mantenido el control absoluto sobre los medios de comunicación tradicionales. No fue hasta 2009, con el acceso autorizado a Internet, que empezó un proceso paulatino de diversificación en el panorama mediático en la Isla. Actores de diverso signo político e interés entraron a los entornos digitales con espacios como blogs, medios de comunicación o páginas en redes sociales.
Este escenario ha sido muy propicio para la polarización, pues desde el gobierno cubano se criminaliza cualquier ejercicio de prensa crítica fuera de las instituciones estatales, mientras su vecino del norte apoya con fondos dedicados al cambio de régimen a varios medios opositores, lo cual aumenta la sospecha sobre la independencia de sus agendas. Ambos luchan por ganar un público y han apelado en ocasiones a recursos manipuladores.
Editorialización de hechos poco relevantes con titulares sensacionalistas
Los textos periodísticos con tales fines buscan generar desde el titular un efecto directo en la audiencia, más allá de la relevancia de lo abordado. Aunque es válido el uso de rótulos atractivos, si estos no están acompañados de un análisis que justifique lo significativo del hecho, se puede estar en presencia de un acto de manipulación mediática.
En la prensa estatal se identifican ejemplos de triunfalismo para demostrar la eficiencia del modelo, con títulos como «Sobrecumplen campaña del mango en Conservas Granma», publicado en el órgano oficial del Partido Comunista. En el texto se evidencia que el «sobrecumplimiento» fue de un 5,1%, y no se analiza cuál es la demanda del producto y qué efectos reales tendrían los resultados para garantizar el abastecimiento del mercado.
Por su parte, en los medios de la oposición se encuentran cabezales como «“¡Descarados que son todos!“: Pinareña explota en una cola por escasez y acaparamiento». La única fuente de información es un video de menos de un minuto tomado en una cola, sin que se explique quién es la acusadora, ni si solicitó hacer pública la denuncia, si el medio intentó contactar con ella, si es algo recurrente en el lugar o se trata de un caso puntual.
Sin contraste de fuentes, criterios ni argumentos
El contraste de fuentes constituye una de las bases principales del periodismo riguroso. Teorías como la del encuadre niegan que sea posible la objetividad periodística absoluta, mas presentar solo parte de la verdad y omitir factores necesarios para la total comprensión, puede alertar sobre manipulación mediática. Es lógico que la mayoría de los medios inclinen la balanza hacia la postura con la que se sienten más identificados, pero un texto riguroso debe exponer la mayor diversidad posible de datos y argumentos.
Como ejemplo de esta forma de manipulación puede asumirse el artículo «Los sucesos del 11 de julio fueron gestados, organizados y financiados desde EE. UU.», publicado en Granma. El autor desconoce las causas internas del estallido social, como el aumento de la desigualdad o la desprotección de comunidades vulnerabilizadas, lo cual incluso tuvieron que reconocer las autoridades cubanas.
Desde el otro extremo, el texto de CiberCuba «OCDH: El 11J derrumbó la idea propagandística de que Cuba es el paraíso de los derechos sociales», desecha presiones externas como las sanciones norteamericanas y el trabajo de agencias de ese país para el cambio de régimen en la Isla.
Uso de elementos emocionales por encima de los racionales
El sentimiento por encima de la razón es una de las características más relevantes de la llamada posverdad. Más allá de exponer un hecho con sus matices y apego a la realidad, se busca generar sentimientos de empatía o antipatía hacia sus protagonistas. Habitualmente estos recursos emocionales solo refuerzan un estado de opinión preestablecido en las audiencias, aun cuando se contraponga a un acto o situación constatable en la realidad.
En una producción periodística de este tipo se acude a adjetivaciones excesivas y al uso de palabras con fuerte carga afectiva: amor, odio, dolor, fuerza, llanto, y es frecuente utilizar niños, madres o ancianos para conmover –más que informar o educar– a las audiencias, en vez de aplicar análisis complejos a variables que influyen en las problemáticas sociales.
En medios estatales cubanos puede verse como ejemplo la identificación del amor con quienes defienden el sistema político y el odio con quienes disienten, una generalización basada en sentimientos humanos no necesariamente identificables con una postura política. En medios de oposición es común el uso de las vicisitudes de las madres cubanas en contextos de precariedad, recreándose en sus problemas para proveer a los hijos de alimentos o aseo, como intento de capitalizar su dolor en contra del gobierno.
Demonización deshonrosa del oponente
La política contemporánea tiene entre sus características principales el enfrentamiento entre proyectos políticos. ingún medio de comunicación está exento de esta dinámica; sin embargo, la forma en que se aborda el conflicto con el oponente es clave para entender cómo dichos espacios pueden alentar un debate racional que señale de forma respetuosa los puntos débiles de las ideas del contrario o, en cambio, alimentar una polarización extremista, asentada en prejuicios sociales, burlas u ofensas para descalificar al otro.
En medios de comunicación afines al gobierno cubano suelen aparecer términos como gusano o lacayo para aludir a los opositores. En los de la oposición pueden encontrarse de forma recurrente chivato u oficialista para identificar a personas defensoras o vinculadas al sistema político de la Isla. En influencers de ambos bandos hay ejemplos de homofobia, gordofobia y sexismo para rebajar a las figuras que enfrentan.
Descontextualización
Como su nombre indica, se trata de extraerles el contexto a las narrativas mediáticas relativas a fenómenos sociales, testimonios o actitudes políticas. Intencional o no, es considerada una forma de desinformación porque mutila las circunstancias en que se desarrolló la información presentada y deja al consumidor del contenido sin suficientes nociones para una valoración crítica de lo ocurrido.
Durante la pandemia de Covid–19 en Cuba circularon varios audios con un mensaje alarmista, que fueron reenviados por plataformas de mensajería en línea. No informaban cómo, dónde y cuándo fueron grabados. Se trataba de mensajes que generalizaban situaciones a partir de pocos casos, exponiendo información pseudocientífica o cuestionando sin pruebas las cifras oficiales.
El más conocido fue el de una supuesta bióloga que llamaba «crimen colectivo» a las políticas sanitarias que aplicó el gobierno cubano y predecía una situación cuasi apocalíptica con la pandemia. Ejemplo de correlato mediático con dichas características fue un texto del medio opositor CiberCuba, el cual se hace eco de ese audio sin debatir su origen o intencionalidad.
También se ha evidenciado en medios estales la práctica de cortar testimonios de periodistas u opositores al gobierno, sin darles oportunidad de matizar o explicar sus palabras ni las circunstancias en que se realizaron las entrevistas. Así ocurrió recientemente en el reportaje especial trasmitido por la televisión cubana en relación con El Toque, cuyos colaboradores aparecieron en la pantalla reconociendo que habían cobrado por su trabajo para que luego, en el mismo espacio, fueran llamados mercenarios.
De medios, mediaciones y recepción activa
El teórico de la comunicación Jesús Martín Barbero, en la temprana fecha de 1987, anunciaba en su obra De los medios a las mediaciones un cambio de paradigma en la relación de la ciudadanía con los medios de comunicación. La preocupación teórica a finales del siglo pasado y al inicio del presente deja de centrarse en los emisores para volcarse en cómo las personas consumen y comparten la información proveniente de múltiples fuentes que trascienden el sistema de prensa tradicional.
Como bien apunta el profesor cubano José Ramón Vidal, la lucha contra la producción de contenido engañoso no dará muchos frutos en la nueva dinámica comunicacional del siglo xxi, pues siempre encontrará manera de salir a flote. La preocupación de quien pretenda promover la emancipación debe centrarse en el empoderamiento de sujetos críticos que puedan asumir una postura activa hacia ellos. Así afirma en un texto publicado en la revista académica Alcance:
«La calidad de estos contenidos va a depender sobre todo de las capacidades de quienes estén detrás de los dispositivos tecnológicos. Su visibilidad resultará más complicada en medio de una superabundancia de ofertas, pero hay maneras de lidiar con ese reto si se adquieren las destrezas necesarias y se logran aglutinar las comunidades interpretativas afines a esas propuestas».