Hace unos días, apenas se conoció el terrible suceso en el que diecisiete personas perdieron la vida en la Base de Super tanqueros, un reclamo de la ciudadanía matancera —y cubana, incluso allende a los mares—, se compartió y comentó decenas de veces en las redes sociales: erigir un monumento al valor de esos hombres que enfrentaron el incendio.
Propongo que, a los muchachos del servicio, y a los bomberos víctimas del incendio se les haga una tarja, u obelisco, con su nombre a la entrada de la zona industrial para el que todo el que lo desee les coloque flores. Mis condolencias a los familiares. He visto las fotos… eran niños.
Adrián Socorro (artista matancero), 9 de agosto
En la raíz de esa convocatoria espontánea estaban el sufrimiento, la admiración, la empatía hacia sus familiares; el agradecimiento. Sostenidas por esos mismos valores, más adelante nuevas voces se sumaron, pidiendo esta vez que el monumento a erigir fuera costeado por la ciudadanía, y que esta sea quien decida el diseño, seleccionado entre varias propuestas, así como su posible emplazamiento.
Sin querer ser demasiado riguroso con los datos y la historia, me atrevo a afirmar que una acción así no se lleva a cabo en la Isla desde hace décadas. En los tiempos de la República era común que benefactores e instancias de la sociedad civil financiaran proyectos, como bibliotecas públicas, casas de beneficencia, y otros relacionados con la salud y la cultura.

José Tomás Ventusa, Benefactor de Matanzas (Foto: Néster Núñez)
Más relacionado con el tema, y como un simple ejemplo de lo que se pudiera hacer, en 1899, apenas concluida la Guerra de Independencia y aún bajo la ocupación norteamericana, el periódico literario y artístico El Fígaro, lanzaba una encuesta para conocer qué estatua debía ser alzada en el Parque Central de La Habana.
Para dar transparencia al escrutinio, la redacción de El Fígaro seleccionó un jurado integrado por distinguidas personalidades, entre los que incluyeron a Enrique José Varona y Diego Vicente Tejera. Los resultados de la votación fueron publicados en las páginas del periódico una vez cerrada la convocatoria al certamen.

(Foto: Néster Núñez)
En 1906, un año después de inaugurada la estatua de José Martí en el referido Parque, el ilustre Dr. Ramón Luis Miranda Torres, con el apoyo de Gonzalo de Quesada y Aróstegui, encabezó también una suscripción popular para levantar un monumento al apóstol en el centro de su ciudad natal: Matanzas.

(Foto: Néster Núñez)
Ramón Luis Miranda Torres y Gonzalo de Quesada y Aróstegui habían sido muy cercanos a Martí. El primero fue su médico, mientras que Gonzalo fue considerado su hijo espiritual, y nombrado por el propio Martí como albacea de sus documentos literarios. En 1906 el Dr. Miranda y el escultor italiano Salvatore Bueni firmaban el contrato que daría inicio a la obra.
En Cuba se creó una comisión organizadora presidida por el Dr. Miranda, en la cual estaban incluidos también el propio Gonzalo de Quesada, Carlos Trelles, Enrique Barnet y Luis Rodolfo Miranda La Rúa, comandante del Ejército Libertador.

(Foto: Néster Núñez)
Según consta en la enciclopedia cubana Ecured: «la comisión (creada para tal efecto) logró la autorización para realizar una cuestación popular, la cual, a pesar de la penuria y miseria del pueblo yumurino, fue exitosa, contribuyendo sobre todo los escolares quienes gustosos entregaron las pocas monedas que poseían».
Más abajo, la enciclopedia cubana agrega: «El Dr. Miranda, considerando no era posible alcanzar la cifra necesaria, le escribía preocupado a su hija y le pedía de ser necesario pusiera lo que pudiera faltar de su peculio personal (el cual no era amplio) con tal de ver su sueño cumplido».
Finalmente, el 24 de febrero de 1909, se inauguró en el parque, frente al Ayuntamiento, el conjunto escultórico que todos conocemos, el más importante de toda la provincia y valioso símbolo a la cultura, el patriotismo y la libertad.

(Foto: Néster Núñez)
Aparte de este majestuoso monumento, en la ciudad de Matanzas son escasas las esculturas, estatuas u obeliscos que glorifiquen la memoria de los que fallecieron luchando por una causa noble y de provecho público. El Panteón de los Caídos por la Defensa, donde ahora reposan los restos de los valerosos bomberos, es una estructura rectangular de escasa carga simbólica y emotiva. Muy poco, o nada, dice su diseño del sentimiento del pueblo matancero hacia los que ahí yacen.

(Foto: Néster Núñez)
La iniciativa cívica de construir en Matanzas un conjunto escultórico acorde a la altura de los cubanos fallecidos en el incendio de la Base de Super Tanqueros se dibuja mayúscula, más si se pretende que realmente sea desde las bases y con las bases, el pueblo simple. Seleccionar un comité gestor, convocar a que los profesionales del ramo presenten sus proyectos, convocar sufragios para elegir una de las opciones, recaudar los fondos y/o materiales determinados, elegir a los ejecutores, velar por la correcta realización de la obra, por el uso pertinente de los recursos…

(Foto: Néster Núñez)
La sociedad cubana actual necesita un reto como este. Primero, porque son absolutamente sinceras la gratitud y estima del pueblo hacia quienes actuaron como un muro de contención entre una ciudad de 140 mil habitantes y el mayor incendio que ha afectado a la Isla en su historia; como sincera y profunda es también es la consternación por las vidas perdidas.
Segundo, porque siendo un proyecto de carácter magnánimo, más que político, sentaría las bases de algo que necesitamos con urgencia: ejercitar la participación real, masiva y democrática, tan dañada en estos tiempos de crisis, creando para ello mecanismos nuevos, independientes y efectivos, que lleven a buen término lo planeado.

(Foto: Néster Núñez)
Tercero, porque sería un proyecto popular que nos recordaría a nosotros mismos, cubanos de la segunda década del siglo XX, y a las futuras generaciones, que nuestra alma nacional continua siendo sensible, solidaria, agradecida, valiente, pese a las críticas condiciones en que actualmente vivimos.
Ya sea esculpida en mármol o fundida en bronce, los cubanos queremos ver ese pedazo de nuestra alma representado en algún lugar de la ciudad de Matanzas.