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Autor

Néster Núñez

Néster Núñez

Fotógrafo y escritor

Alma
Ciudadanía

Un pedazo de nuestra alma

por Néster Núñez 27 agosto 2022
escrito por Néster Núñez

Hace unos días, apenas se conoció el terrible suceso en el que diecisiete personas perdieron la vida en la Base de Super tanqueros, un reclamo de la ciudadanía matancera —y cubana, incluso allende a los mares—, se compartió y comentó decenas de veces en las redes sociales: erigir un monumento al valor de esos hombres que enfrentaron el incendio.

Propongo que, a los muchachos del servicio, y a los bomberos víctimas del incendio se les haga una tarja, u obelisco, con su nombre a la entrada de la zona industrial para el que todo el que lo desee les coloque flores. Mis condolencias a los familiares. He visto las fotos… eran niños.

Adrián Socorro (artista matancero), 9 de agosto

En la raíz de esa convocatoria espontánea estaban el sufrimiento, la admiración, la empatía hacia sus familiares; el agradecimiento. Sostenidas por esos mismos valores, más adelante nuevas voces se sumaron, pidiendo esta vez que el monumento a erigir fuera costeado por la ciudadanía, y que esta sea quien decida el diseño, seleccionado entre varias propuestas, así como su posible emplazamiento.

Sin querer ser demasiado riguroso con los datos y la historia, me atrevo a afirmar que una acción así no se lleva a cabo en la Isla desde hace décadas. En los tiempos de la República era común que benefactores e instancias de la sociedad civil financiaran proyectos, como bibliotecas públicas, casas de beneficencia, y otros relacionados con la salud y la cultura.

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José Tomás Ventusa, Benefactor de Matanzas (Foto: Néster Núñez)

Más relacionado con el tema, y como un simple ejemplo de lo que se pudiera hacer, en 1899, apenas concluida la Guerra de Independencia y aún bajo la ocupación norteamericana, el periódico literario y artístico El Fígaro, lanzaba una encuesta para conocer qué estatua debía ser alzada en el Parque Central de La Habana.

Alma

Para dar transparencia al escrutinio, la redacción de El Fígaro seleccionó un jurado integrado por distinguidas personalidades, entre los que incluyeron a Enrique José Varona y Diego Vicente Tejera. Los resultados de la votación fueron publicados en las páginas del periódico una vez cerrada la convocatoria al certamen.

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(Foto: Néster Núñez)

En 1906, un año después de inaugurada la estatua de José Martí en el referido Parque, el ilustre Dr. Ramón Luis Miranda Torres, con el apoyo de Gonzalo de Quesada y Aróstegui, encabezó también una suscripción popular para levantar un monumento al apóstol en el centro de su ciudad natal: Matanzas.

Alma

(Foto: Néster Núñez)

Ramón Luis Miranda Torres y Gonzalo de Quesada y Aróstegui habían sido muy cercanos a Martí. El primero fue su médico, mientras que Gonzalo fue considerado su hijo espiritual, y nombrado por el propio Martí como albacea de sus documentos literarios. En 1906 el Dr. Miranda y el escultor italiano Salvatore Bueni firmaban el contrato que daría inicio a la obra.

En Cuba se creó una comisión organizadora presidida por el Dr. Miranda, en la cual estaban incluidos también el propio Gonzalo de Quesada, Carlos Trelles, Enrique Barnet y Luis Rodolfo Miranda La Rúa, comandante del Ejército Libertador.

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(Foto: Néster Núñez)

Según consta en la enciclopedia cubana Ecured: «la comisión (creada para tal efecto) logró la autorización para realizar una cuestación popular, la cual, a pesar de la penuria y miseria del pueblo yumurino, fue exitosa, contribuyendo sobre todo los escolares quienes gustosos entregaron las pocas monedas que poseían».

Más abajo, la enciclopedia cubana agrega: «El Dr. Miranda, considerando no era posible alcanzar la cifra necesaria, le escribía preocupado a su hija y le pedía de ser necesario pusiera lo que pudiera faltar de su peculio personal (el cual no era amplio) con tal de ver su sueño cumplido».

Finalmente, el 24 de febrero de 1909, se inauguró en el parque, frente al Ayuntamiento, el conjunto escultórico que todos conocemos, el más importante de toda la provincia y valioso símbolo a la cultura, el patriotismo y la libertad.

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(Foto: Néster Núñez)

Aparte de este majestuoso monumento, en la ciudad de Matanzas son escasas las esculturas, estatuas u obeliscos que glorifiquen la memoria de los que fallecieron luchando por una causa noble y de provecho público. El Panteón de los Caídos por la Defensa, donde ahora reposan los restos de los valerosos bomberos, es una estructura rectangular de escasa carga simbólica y emotiva. Muy poco, o nada, dice su diseño del sentimiento del pueblo matancero hacia los que ahí yacen.

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(Foto: Néster Núñez)

La iniciativa cívica de construir en Matanzas un conjunto escultórico acorde a la altura de los cubanos fallecidos en el incendio de la Base de Super Tanqueros se dibuja mayúscula, más si se pretende que realmente sea desde las bases y con las bases, el pueblo simple. Seleccionar un comité gestor, convocar a que los profesionales del ramo presenten sus proyectos, convocar sufragios para elegir una de las opciones, recaudar los fondos y/o materiales determinados, elegir a los ejecutores, velar por la correcta realización de la obra, por el uso pertinente de los recursos…

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(Foto: Néster Núñez)

La sociedad cubana actual necesita un reto como este. Primero, porque son absolutamente sinceras la gratitud y estima del pueblo hacia quienes actuaron como un muro de contención entre una ciudad de 140 mil habitantes y el mayor incendio que ha afectado a la Isla en su historia; como sincera y profunda es también es la consternación por las vidas perdidas.

Segundo, porque siendo un proyecto de carácter magnánimo, más que político, sentaría las bases de algo que necesitamos con urgencia: ejercitar la participación real, masiva y democrática, tan dañada en estos tiempos de crisis, creando para ello mecanismos nuevos, independientes y efectivos, que lleven a buen término lo planeado.

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(Foto: Néster Núñez)

Tercero, porque sería un proyecto popular que nos recordaría a nosotros mismos, cubanos de la segunda década del siglo XX, y a las futuras generaciones, que nuestra alma nacional continua siendo sensible, solidaria, agradecida, valiente, pese a las críticas condiciones en que actualmente vivimos.

Ya sea esculpida en mármol o fundida en bronce, los cubanos queremos ver ese pedazo de nuestra alma representado en algún lugar de la ciudad de Matanzas.

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27 agosto 2022 16 comentarios
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cielo
Escenarios

El cielo sobre nosotros

por Néster Núñez 13 agosto 2022
escrito por Néster Núñez

Los cielos sobre Matanzas por fin se han despejado. Ya no está esa nube negra y, sin embargo, el panorama es aún surrealista para los cubanos. Quién sabe hasta cuándo.

Estos días de tragedia me han servido para abrir los ojos y mirar más cerca el alma cubana —humana— que se expone más transparente en medio de una situación así de extrema.

El día de más incertidumbre y miedo —por una «mala» información los pobladores de Versalles estaban evacuando el barrio— he visto a un padre, con su hijo recién nacido en brazos, alejarse del humo y del peligro caminando, mientras un taxi vacío le pasaba por el lado.

He visto la delicadeza y paciencia con que un hijo le explicaba, una y otra vez, a su anciana madre lo que sucedía, intentando mantenerla en calma; y los he visto regresar a casa, pasito a pasito, sin silla de ruedas, alejándose, en armonía consigo mismos, sobre un puente al que llaman La Concordia.

Foto: Néster Núñez/LJC

Foto: Néster Núñez/LJC

Foto: Néster Núñez/LJC

Asimismo, supe de ciudadanos que llevaban a la zona del desastre, en sus autos particulares, comida elaborada en negocios privados. Y escuché aquella mujer en el barrio Los Mangos —que un día después también sería amenazado por los humos del incendio—, decir que su casa era humilde, pero que la ofrecía a una familia que la necesitara, porque ella sabía lo que era ser madre. Y entonces tapó mi lente con la mano y soltó palabrotas y oprobios por la muerte de aquellos bomberos jóvenes. Muestras de solidaridad y de empatía a montones. Y también mucho de todo lo contrario.

Foto: Néster Núñez/LJC

Sentí, por ejemplo, la extrema confianza y seguridad de los que ostentan un pedazo de poder, cuando en el Parque de la Libertad, vaya paradoja, me preguntaron qué y para qué estaba filmando. Sentí impotencia cuando el humo blanco invadió una parte grande de la ciudad y las personas seguían por las calles, en sus centros de trabajo, desinformadas…

Vi a los religiosos, por muy distinta fe que profesaran, pedir, orar por la vida y el regreso a la normalidad. Sus oraciones fueron escuchadas. Y ahora que esa nube negra ya no está, que hace mucho quedaron atrás en el tiempo los días del Saratoga, del tornado aquel en La Habana… ¿a qué normalidad regresaremos? ¿Se acabó hacer lo justo, ser solidario?

Foto: Néster Núñez/LJC

Siete comidas gratis que ofreciera cada restaurante de una ciudad, ¿cuánta hambre de anciano aplacaría? Siete personas que cada auto particular traslade gratis, ¿a cuántas familias reuniría más temprano? Siete minutos que cada joven destine a mostrarle videos de internet a uno de esos ancianos, que se sientan solos en los parques y ni teléfonos móviles tienen, ¿cuánta risa y alegría?

Siete veces que una madre diga a otra que no le pegue a su hijo, que esa no es forma de educarlo… Siete veces que se denuncie el maltrato animal. Siete veces que le des un abrazo a una pareja del mismo sexo que se case. Siete veces que cada cubano diga Yo necesito expresar lo que pienso sin tener miedo a las consecuencias… Siete veces que cada cubano exija saber qué hace el municipio, la provincia, el país, con el dinero de los impuestos…

Foto: Néster Núñez/LJC

Foto: Néster Núñez/LJC

Siete veces, digo, porque he comenzado a contar los días a partir del rayo. Hoy, 13 de agosto, es el séptimo día Después Del Rayo. Ya no se percibe una nube negra, real, en el cielo de Matanzas. Pero permanece ahí, sobre todos, y para despejarla será necesaria una gran explosión de acciones justas en la vida cotidiana. Hay que intentar ser valientes y no mirar hacia el otro lado.

13 agosto 2022 6 comentarios
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Matanzas
Ciudadanía

Matanzas está herida

por Néster Núñez 7 agosto 2022
escrito por Néster Núñez

Matanzas está herida, sus hijos, su geografía; también está herida en su orgullo. Esos tanques de petróleo, junto a la zona industrial y la bahía, son para la ciudad un símbolo visual, económico, algo profundamente identitario. Por eso duele de modo tan íntimo. Por eso agradecemos y admiramos la valentía de los que arriesgan la vida intentando detener este colosal desastre.

Matanzas

(Foto: Néster Núñez/LJC)

El resto de los matanceros, impedidos de hacer otra cosa —desde las casas, desde la ribera opuesta, en la TV o las redes sociales— vemos arder los tanques. Nunca imaginamos que algo así fuera posible. Es casi como ver a El Morro de La Habana desmoronarse lentamente, piedra a piedra, envuelto en llamas.

Muchos no hablan. Solo han salido a contemplar lo que probablemente sea el espectáculo más impresionante y triste de sus vidas. Otros se comunican con sus familiares en el extranjero, les explican… Mejor, transmiten en vivo. Es difícil expresar con palabras lo que sienten.

«Estamos bien, estamos bien», dice una muchacha para calmar a la que está del lado de allá de la línea, y de momento tapa el micrófono del teléfono hasta que se aleja la sirena de la ambulancia. «Te decía que estamos bien, vinimos para casa de tía en La Playa hasta que todo pase. De verdad, no te preocupes». Su interlocutora estará a muchos kilómetros de distancia, pero muy cercana en el tormento. ¿Será de Matanzas, de Cuba? Es humana.

Cuando se reúne un pequeño grupo surgen las anécdotas: el que trabajó en la instalación de los pararrayos hace diez o doce años, según dice; el que especula sobre el riesgo de que el incendio avance por las tuberías soterradas hacia los tanques de nafta, de gasolina, incluso le preocupa el oleoducto que une Supertanqueros con la refinería de Cienfuegos. A ese pronto lo obvian, por exagerar demasiado, y después del breve silencio, alguien dice que tiene un pariente, o un conocido o un vecino que está allá fajado con la caliente.

Incendio en Matanzas

No es necesidad de protagonismo, pienso, sino esa urgencia de querer aportar algún elemento valioso porque no es fácil permanecer a la espera, sin poder ayudar. Vuelve a haber un silencio, esta vez más prolongado, más oscuro. Después alguien dice, bajando la cabeza y casi en un susurro: «Carajo, es que la cosa está tan mala… yo sabía que por algún lado tenía que explotar».

Y luego están aquellos que juegan fútbol, que se bañan en la playa. Quiero pensar que sí, que les duele, pero que aún no toman conciencia del daño humano, material y ecológico que este siniestro representa.

Serán, supongo, los primeros en ir a donar sangre si se necesita, por ejemplo. O han terminado de trabajar en esos restaurantes privados que ofrecen comida gratis a los médicos y bomberos. Quizá sean de los que piensan que la cosa está tan, pero tan mala, que es imprescindible salir a despejar para que no sean sus propias cabezas las que terminen reventando.

Matanzas está herida. Y con ella, Cuba. Pero tenemos fuerza.

Matanzas

7 agosto 2022 14 comentarios
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Alcancía
Ciudadanía

Una alcancía para Cuba

por Néster Núñez 30 julio 2022
escrito por Néster Núñez

Cuando la ciudad de Matanzas se fundó, de este a oeste solo tenía tres calles. La segunda se llamó Ricla, pero por su posición entre la primera y la tercera, otro nombre se le quedó: la calle del Medio. Igual que sucede con el patio de mi casa según la popular canción, la calle del Medio si llueve, se moja como las demás. Y si hay cortes de electricidad, pues se queda sin luz. Si en los barrios hay apagones —y también si no los hay—, los matanceros dicen: «Me voy para la calle del Medio», que no es lo mismo que decir: «Me voy para el medio de la calle».  

Alcancía

Calle del Medio

Díganme nostálgico, pero su nombre me recuerda aquella monedita que alguna vez existió y con la cual compraba el matahambre, el polvorón o el pañuelito, que vendían en la merienda de mi escuela primaria en los años 80. Por esa época, recuerdo, con un medio pagabas la guagua. Yo caminaba para ahorrar y porque me encantaba el sonido del medio al caer en la barriga cada vez más llena de mi cochinito alcancía.

Cuando por fin le rompí de un martillazo la cabeza de yeso, había muchísimo dinero: casi alcanzaba para comprarme un trencito eléctrico. Mi mamá hizo una tremenda cola para comprar ese juguete y otro dos que vendían, pero cuando le llegó el turno solo pude alcanzar una linterna soviética, como de lata.  

Mi mamá, que siempre ha sido muy buena y comprensiva conmigo, para compensar mi ilusión de niño, me convenció de gastar el resto del dinero en confituras, y nos fuimos para La Habana porque en la calle del Medio, donde siempre han estado los comercios de Matanzas, no vendían ninguna.

Alcancía

Estación de Hersey.

El viaje lo hicimos en el tren de Hersey, uno eléctrico de verdad. Ese ferrocarril, después me enteré, lo mandó a construir un empresario del chocolate, de nombre Milton Hersey. En 1917, fundó un central azucarero con su pintoresco batey, y mandó a construir cerca de 140 km de vías férreas para transportar la caña al central y el azúcar hasta el puerto. Servía además para el transporte de los trabajadores. Una planta del mismo central quemaba el bagazo de la caña y producía la electricidad suficiente para abastecer al ferrocarril, las viviendas del batey y los poblados vecinos en un radio de 40 km. Incluso daba corriente a los tranvías de la ciudad de Matanzas.

Un mal día, el central de Hersey dejó de existir. Otro mal día, mucho más reciente en el tiempo, el tren de Hersey también desapareció. Los muchos medios que el empresario había invertido terminaron perdiéndose. Hoy quedan algunos cables y una estación vacía.

En La Habana compramos galletas de soda, bombones y una caja de queso crema, y tuvimos que regresar en guagua porque se aproximaba el ciclón Kate. Estuvimos varios días sin electricidad en el barrio, cargando el agua a cubos. Las tormentas y ciclones siempre han sido una fatalidad para el sistema eléctrico en esta islita del Caribe.

Alcancía

Piscina de Míster Claude.

En 1930 una tormenta también acabó con 2 km de tuberías que se arrastraban por el fondo marino, y que servían para convertir en energía eléctrica la diferencia de temperaturas entre la superficie cálida y las profundas y frías aguas de la bahía. Se trataba de la primera planta termomarítima del mundo, concebida, construida y puesta en explotación bajo el liderazgo del científico francés George Claude.

Su novedosa tecnología fue un experimento exitoso que generó electricidad durante tres meses consecutivos, y del que hoy solo queda la famosa «Piscina de Míster Claude». Muy cerca de ella queda la termoeléctrica más eficiente del país, la Antonio Guiteras, que se avería con frecuencia porque es de 1988 y ya empieza a ser vieja. Sin embargo, un niño con una alcancía debajo del brazo solo quiere jugar y comer dulces, no entiende la razón para tantos apagones.

Poco
Se puede afirmar que todas las termoeléctricas, que eran un montón de cacharros de viejas tecnologías ya en el momento de su instalación por la Unión Soviética, hoy están degradadas en extremo. (Foto: Néster Núñez)
Alcancía
Termoeléctrica Antonio Guiteras.
Alcancía

Ese niño, y todos sus familiares y hasta vecinos y parientes lejanos, que nunca han dejado de contar cada quilo ahorrado, no saben ya qué hacer. ¿Cómo hemos llegado a este punto? 

Alcancía

Mientras doblo por la del Medio hacia la calle Cuba, mirando hacia arriba, pienso que la solución no puede ser colgarnos de la tendedera una aciaga tarde.

Algunos habrá que conserven la fe en algo que está allá arriba, en Dios o en la energía universal… Que recen no viene mal, supongo.

Alcancía

Pienso en los otros, en los que ya no creen en nada, los que no pueden más con el calor, con la angustia… esos que rompieron la alcancía hace mucho, si alguna vez la tuvieron. Los imagino lanzándose, en masa, de cabeza al río, más que a refrescar, a nadar contra la corriente.

Alcancía

Absorto en mis preocupaciones me he desviado de la calle del Medio y ya estoy en esta que se llama Cuba. Cuando me percato de que Cuba también es una calle que sube, que me falta mucho por caminar… que no hay transporte público, los particulares cuestan más que todas las monedas que alguna vez reuní en aquella alcancía. Tengo que dejar de pensar para no entrar en cortocircuito, que no se me crucen los cables.  

Alcancía

Calle Cuba.

30 julio 2022 10 comentarios
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Charcos
Ciudadanía

Charcos de paciencia

por Néster Núñez 16 julio 2022
escrito por Néster Núñez

Ahora que cada vez somos más los cubanos que caminamos mirando hacia abajo, como pensativos, como avergonzados, como cansados ya de tanto esperar y esperar y sin obtener casi nada, deberíamos aprender a observarnos más en esos espejos casi naturales que son los charcos.

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Según lo imagino, después que Colón terminó de decir: «Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos han visto», dio un paso para adentrarse en ella… y metió la pata en un charco, así que de nada vale culpar al sistema, al gobierno, a los funcionarios, a la pésima planificación urbanística, a la insuficiencia de sistemas de alcantarillado, a la falta de mantenimiento de las conductoras de agua potable, al terrible estado de las calles, los baches, los huecos, la desidia, la escasez de recursos, el exceso de lluvia en algunas temporadas, al bloqueo o al maldito clima, de la actual proliferación de charcos por todas partes; porque, en Cuba, el charco siempre estuvo ahí. Nunca se ha secado.

Charcos

Para mí, y díganme romántico o atontado, los charcos son una fuente inagotable de belleza y aprendizaje.

Los gusarapitos, por ejemplo. Y las larvas de mosquitos. Y los huevos de rana en las orillas, entre el limo y las hojas descompuestas. Y los mosquitos crecidos, y las ranas comiendo y croando de noche, y los gatos hambrientos que a su vez se las comen… Todo eso he visto y, a veces, frente a ese flaco espejo de agua, me da por recordar que nosotros los cubanos, en los ochenta comimos ancas de rana, y en los noventa gatos (y hasta ratas, sin saberlo) y los mosquitos continúan comiéndonos a nosotros, por lo que es evidente que formamos parte de esos ecosistemas cerrados que son los charcos.

Ecosistemas, por cierto, bastante autosustentables. Y ahí, todavía agachado, me pregunto cómo es posible que en este país jamás se haya logrado la tan cacareada sustentabilidad alimentaria, y si me levanto de un salto y sigo mi camino un tanto asustado es porque me acuerdo que alguna vez los charcos fueron conquistados por las horrorosas clarias, con las que hacían picadillo y hamburguesas; aunque ya ni eso.

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Cuando estoy cerca de un charco y veo que un niño lo atraviesa corriendo, o lanza un palo como jabalina, o lo utiliza para batear las aguas, pienso en la tranquilidad que en ese momento viven los padres porque sus hijos están creando anticuerpos, porque sus hijos están socializando con otros amiguitos, porque sus hijos no están perdiendo la vista y el tiempo y la salud frente a un Tablet o a una laptop mientras juegan a matar zombies inexistentes, a manejar carros fantásticos que en la realidad nunca tendrán.

Y cuando la madre pregunte: «¿Dónde andará el niño?, ya está oscureciendo…»,  pienso en la tranquilidad con que el padre le responda: «Dónde va a estar, mujer… ¿en el parque?, ¿en el área deportiva? Tú sabes que aquí en el barrio no hay nada de eso. El niño está bien, ahí, jugando en el charco de la esquina…». Lo que no sabe ninguno de esos padres es que en ese mismo charco sus hijos, quizás, estén aprendiendo a caminar sin hundirse, o a controlar a voluntad las aguas, a no temerles al menos, por si algún día deciden cruzar un río bravo o un charco realmente grande.

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Son como espejos los charcos, pero más baratos, y nunca se rompen, no te traen siete años de mala suerte aunque continuamente le metas la pata. Y ya que los charcos van a estar en esta tierra, al parecer eternamente, deberíamos dedicar todo el tiempo que sea necesario a mirar en ellos nuestros rostros diversos, nuestros pensamientos diversos, hasta aceptarnos; y luego levantar la cabeza y continuar el camino así, como orgullosos, como valientes y decididos, de frente a la realidad durísima, sabiendo cada cual qué cosa hará para alcanzar sus sueños.

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16 julio 2022 7 comentarios
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