La Joven Cuba
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Autor

Miguel Alejandro Hayes

Miguel Alejandro Hayes

Articulista. Ensayista. Editor de La Trinchera

El Che no le conviene a algunos por ahí

por Miguel Alejandro Hayes 30 enero 2018
escrito por Miguel Alejandro Hayes

(Con motivo de la polémica sobre el artículo ¿Dónde están los textos del Che? La Joven Cuba publicará en los próximos días una serie de opiniones y aristas sobre el tema que esperamos sea de su interés)

¿Por qué será que el Che tiene esta peligrosa costumbre de seguir naciendo? Eduardo Galeano.

Me voy a atrever a especular. No sé si toda la obra del Che ha sido publicada, pero no me extrañaría si hubiera textos inéditos en algún buró. Si el Kremlin tuvo y tiene aún guardada una parte de la obra de Marx, salvando las distancias, ¿por qué no ocurriría lo mismo con el Che?

¿Qué lleva a ocultar obras de Marx dentro del socialismo? El carácter esencialmente subversivo de su pensamiento es la respuesta. Si Marx estuviese publicado, por ejemplo, no se defendieran tesis como la dictadura del proletariado. Aunque es natural que un marxista consagrado, como forma básica de su existencia, deba cuestionarse su realidad.

Che era igual, o incluso peor que Marx. No conviene mucho sacar a la luz al hombre que afirmaba que los comunistas deben luchar a toda costa contra  el formalismo. ¿Se imaginan a todos los jóvenes y adultos comunistas impulsados por el pensamiento del Che, atacando a lo burocracia y la gerentocracia?

Imagino lo complicado que sería andar por ahí repitiendo que el socialismo se hace con hombres libres, o sus luchas constantes por no fomentar una serie de privilegios en los dirigentes de la Revolución.

Él nos recordaría que no se debe ser dogmático. Que no importa que alguien crea en esto o aquello, que lo importante es que aporte con su trabajo a la sociedad (hay que recordar que uno de los viceministros del Che era un burgués que no vestía de verde olivo).

También  enseñó que aunque es muy de macho y lleno de adrenalina estar en el combate de fuego cruzado, eso eran cosas de un día y que un hombre lo puede en determinado contexto. Pero que lo verdaderamente revolucionario, era el esfuerzo constante. Esto según él, estaba en no detener bajo ningún concepto el proceso productivo en las fábricas y centros de trabajo.

Sus predicciones sobre la caída del campo socialista (en apenas años 60) y sus críticas intensas a los teóricos soviéticos, a Mao e incluso a Lenin, le valieron al Che un status complicado dentro del marxismo. Él era una voz disidente (en el mejor sentido de la palabra) donde quiera que estuviese, como dirigente o como teórico.

Por tales cosas, serían ofensivas a nuestra burocracia las ideas del Che. Sin embargo, hay otros actores detrás: el mercado capitalista se apoderó de su vida y ahora de su obra. Hace algún tiempo editoriales de izquierda están publicando obras del Che. Ahí están saliendo cartas inéditas y cositas sentimentales que idealizan y endulzan al guerrillero. Esta imagen cursi y utópica es la que vende.

Siendo así las cosas, y aunque se hayan publicado ya textos como los Apuntes Filosóficos o siete tomos sobre su obra, no me resisto a la duda de que debates sobre el socialismo (en sentido general), a algunos burócratas y otros que lucran les pudieran ser más inofensivos estando empolvados.

(Próximamente: “La pregunta debiera ser otra” por Disamis Arcia)

30 enero 2018 44 comentarios 410 vistas
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La fe de los políticos

por Miguel Alejandro Hayes 26 enero 2018
escrito por Miguel Alejandro Hayes

Estoy muy preocupado. Las prácticas y formas típicas de la religión se están apoderando de la política. Siento que lo que es considerado revolucionario en un cubano es transformado en fe, dogma. Es cierto que la fe mueve montañas, y no tengo una cruzada contra la religión, pero: ¿Y si después la fe se acaba? ¿Qué pasará con la montaña? ¿Qué se hace con la montaña que ha sido movida por la fe?

Este post es escrito para todo aquel que quiera leerlo, pero su mensaje está dirigido a esos jóvenes (algunos de los cuales son mis amigos), que tienen responsabilidades políticas en el país. Espero que la discriminación de algunos que aprovechan la institución para querellas personales, no impidan que llegue el mensaje.

¿Qué es esa fe política de la que escribo y  por qué es algo negativo? Me refiero  a esas ideas que se acostumbran a decir ahora de que esto o aquello no es vulnerable al paso del tiempo. No hablo de cosas abstractas, sino de todos esos discursos que anuncian lo eterno, invencible y  lo irreversible,  del partido, la Revolución y el proceso de construcción socialista.

Estas son temáticas muy delicadas en nuestra sociedad. El simple hecho de mencionarlas, generan la activación de los sensores de la izquierda oficial, de la izquierda verdadera, del centro (si es que existe) y de todos los tipos de derecha. No es necesario caer en ninguno de ellos en particular ahora, pero si son sensibles, lo son por su importancia, y si son importantes, no deben tirarse a un lado para evitar la polémica. Hay que discutir sobre lo que se tiene (mientras se esté en tiempo).

A todos nos gusta que las cosas buenas que queremos nos duren. Por eso, hasta cierto punto es normal pensar que esas construcciones sociales, dígase  organizaciones, instituciones, o todo el proceso cubano no encontrarán un final. Pero no puede confundirse el deseo con la realidad.

¿Qué pasa si solo se sueña y no se conoce la realidad? Si las cosas durarán por los siglos de los siglos, ¿para que luchar? ¿Si de pronto por no luchar, el sueño se destruye sin darnos cuenta? No es esto un cuento de hadas. Se trata de afrontar la realidad tal y como es, para poder transformarla. La falta de realismo, creo que ya lo he dicho, es un crimen de lesa dirigencia. Hacer apología de la sociedad, nunca lleva a nada bueno: engaña a los verdaderos revolucionarios.

 Sería injusto comparar, pero mientras la URSS daba un discurso de solidaridad e internacionalismo al mundo, terribles realidades sociales azotaban al país. Afirmaban estar a un paso del comunismo, sin apenas haber salido del capitalismo. Su error, fue no enfrentar lo que verdaderamente ocurría, y me refiero a la máxima dirección del país. Insisto en que no estamos igual, pero se debe mirar siempre lo que está ocurriendo.

Nuestra sociedad atraviesa cambios importantes. La economía, la política y la población en general, están teniendo movimientos acelerados. Solo habría que mirar la distribución de la riqueza (la economía formal y la de debajo del tapete), los ascensos de la propiedad privada (y no digo que esto per se sea malo) o los cambios generacionales en la máxima dirección del país. Somos actualmente, un país, que pudiera estar pasando un proceso de reconfiguración de toda su estructura. Ante tal estado de las cosas, no se puede renegar de él.

No se puede por un lado,  reforzar los mecanismos de lucha contra ilegalidades y por el otro, que algunos digan en público que todo estamos, que llevamos mejor certeza en el rumbo que nunca. Uso este ejemplo porque si se refuerza la lucha contra las ilegalidades, es porque esta existe en dimensiones tales que hay que reforzar con lo que se cuenta para combatirla.

Nuestra convulsa realidad, puede convertirse en caos si se sigue creyendo, solo por fe, que nuestro partido, Revolución y proceso de construcción socialista estarán ahí para siempre. Me limito a no explicar aquí y ahora por qué casi nada es eterno, sé que cada lector tiene su propia explicación de por qué no lo son. Lo bueno, es lo que no es estático, es perfectible. Pensar que no es para siempre, nos mantiene luchando.

Solo espero que esos que se engañan a sí mismos y a los demás, no nos hagan a los revolucionarios bajar la guardia o centrarnos en falsos problemas, porque más que anunciar lo eterno y lo bueno que tenemos, serán ellos quienes lo destruyan. No tenemos nada eterno, por suerte, para poder seguir luchando.

26 enero 2018 7 comentarios 435 vistas
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Criticar o no criticar

por Miguel Alejandro Hayes 11 enero 2018
escrito por Miguel Alejandro Hayes

Algunos se pueden preguntar por qué hago esto. ¿Por qué escribo en un blog de dominio puntocom? ¿Por qué no uso las plataformas y medios tradicionales para expresar mis ideas? ¿Por qué cuestiono muchas cosas? ¿Si conozco el efecto que pudiera tener para el país? Son tantas las preguntas e intentos de cuestionamientos que llevarían todo un post exponerlas. Creo que estos, son los principales.

Lo primero que me gustaría decir, es mi ruptura con la idea de la fe ciega en la victoria. Mi fe, es en la lucha misma como proceso, como medio para la victoria. La lucha es la garantía, y solo con confianza en la primera se puede confiar en la segunda.  Es por eso, que mis inquietudes comienzan ahí, pensando en los medios de un revolucionario.

Me parece innecesaria la aclaración de que la lucha revolucionaria es por construir una sociedad más justa en Cuba (siempre puede ser más justa), una sociedad socialista (porque aún intentamos construirlo). Responder  las preguntas planteadas implica pensar con un poco de frialdad.

Escribir en un blog de dominio extranjero, como muchos piensan, no es nada malo. Es todo lo contrario, es la posibilidad de mayor visibilidad de las ideas expuestas, incluso con lectores cubanos. Y no se trata de egoísmo, es que todo el escribe algo y publica desea que muchos lo vean. La comunicación es una herramienta muy necesaria.

El uso de medios tradicionales y oficialistas: realmente no me niego a publicar ahí. Pero esas puertas no las tengo abiertas y para ser sincero, no creo que  un estudiante universitario (que no sea de periodismo) tenga muchas posibilidades ahí. No cuestiono tampoco la política editorial de nadie, pero mis cuestionamientos sobre el nuevo plan de estudios y la enseñanza del marxismo no son cosas que den las facilidades de presentarse (a lo mejor es que escribo muy mal). Y no es buscar en donde se abren las puertas a las ideas que se me ocurran, es mucho más que eso, es luchar por lo que creo, y eso incluye las vías en las que creo.

No es la bandera de la crítica por la crítica. Pero considero que ahí está el primer paso en la construcción social. No se puede pensar que la salud y la educación  gratuita resolvieron todas las necesidades, de hecho, crearon nuevos problemas y necesidades.  Todos saben que una necesidad satisfecha abre paso a nuevas necesidades, y no hablo de consumismo.[1] Por lo que no se puede pensar en que todo está bien, hay nuevas contradicciones y soluciones que darle.

Al pensar esto, veo en encontrar esas contradicciones y problemas, un punto de partida de la búsqueda de cómo defender esta revolución, la que quiero (como muchos) y sé que es necesaria. Y no confundo defender la revolución con defender el estado actual de las cosas en el país. De hecho, lo considero casi como contrapuestos. Muchos revolucionarios y otros que dicen serlo y que viven en el seno de la institución,  creen defender lo correcto tapando  errores, haciendo apología de lo mal hecho. Más allá de estar equivocados, con eso solo hacen daño. Bastaría con pensar el efecto que puede causar que una madre permita a su hijo todas las malcriadeces. A la larga, aunque no lo quiera, le hace daño.

Si tapamos el error, crecerá con el tiempo, y terminará por ser fatal. Pensando en el profe Calvino: no es solo la fachada de la casa, también hay que arreglar la parte de atrás porque se puede derrumbar completa. Sería hacer, que todo como está, se mantenga. Por eso, prefiero apuntar a lo errores, a los que con un poco de voluntad y compromiso se pueden resolver.

¿Será que hay gente que piensa que el presente no es tan grave? Estoy casi seguro que no, todo cubano sabe cómo es que vivimos, los beneficios y carencias. Y si hay alguien que no lo sepa, debería revisarse seriamente. Entonces, si los dirigentes y altos funcionarios conocen la realidad del país, ¿Por qué pretenden tapar lo  defectuoso  y olvidarse de ello?

Responder a esto con que, decir los problemas es reconocerlos y que después el imperio se aprovecharía de eso, me parece burla. Creo que de todos modos la prensa anticubana y contrarrevolucionaria siempre está inventando cosas sobre Cuba. Además, hay que ser lo suficientemente revolucionario para reconocer los errores cometidos y los defectos del presente, y aun más revolucionario, para luchar contra ellos cuando se es quien lo comete.

¿Qué pretenden hacer todos los que intentan tapar esas deficiencias? ¿Cuidan la revolución? En realidad no, están dejando que el huequito, las malcriadeces del niño, la parte trasera de la casa, vayan destruyendo lo bueno. Esos son tan dañinos a la revolución como los que abiertamente se declaran contra ella. Porque si estos pretenden destruirla por confrontación, esos lo hacen igual por falta de movimiento.

¿Qué defiende entonces quien niega la crítica? Su respuesta es el agua tibia: defiende su estatus dentro de la sociedad. El que lucha por preservar todo como está, es porque le conviene. Por eso, hay dirigentes y funcionarios abogando por la conformidad, difundiendo el criterio de la imposibilidad de que se esté mejor. Eso los mantiene en su posición privilegiada.

Mientras juegan con hacer apologías del presente, afirmando cosas como que estamos tan cerca del hombre nuevo, y que solo dañan la imagen del proceso revolucionario, se fomentan las desigualdades sociales.[2] No recuerdo que muchas veces los esfuerzos movilizativos de organizaciones sociales de jóvenes, estudiantes, entre otras, se hayan hecho para resolver esa desigualdad  u otros problemas que nos aquejan. No es por resolver eso por lo que luchan, y por tanto la idea de no ejercer la crítica (la revolucionaria) no responde a resolver  problemas sociales.

Siendo el punto de cierre, me replanteo la cuestión: ¿Por qué no hacerlo? ¿Por qué dejar que el instinto de auto-conservación de ciertos grupos con poder sobre los demás que se manifiesta como el más extremo conservadurismo político predomine como practica revolucionaria? El compromiso revolucionario no está con la estructura actual sino con el perfeccionamiento de ella. La crítica revolucionaria es la expresión de ese compromiso desde el lado que no se tiene determinado poder político. Su ejercicio debe hacerse desde también desde el lado que se ejerce el poder. Es un arma que solo los verdaderos revolucionarios comprenden su importancia. ¡Por eso la uso!

[1] Aclaro que no es esa visión de las necesidades que establece el economicismo que dice que el que tiene una bicicleta despues quiere una moto, etc. Hablo de cosas tan simples, como que quien lee un libro y se queda satisfecho, puede necesitar leer otro después y sentirse feliz.

[2] Recuerdo que el Índice de desigualdad de Cuba (Indice de Gini) no es de conocimiento público.

11 enero 2018 48 comentarios 365 vistas
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La distribución

por Miguel Alejandro Hayes 5 diciembre 2017
escrito por Miguel Alejandro Hayes

Hace algunas publicaciones  había defendido la idea de que nuestros debates políticos se debían centrar en problemas reales. Que lo necesario estaba en torno a ello. Eso no niega el espacio a otros temas, pero delimita una tendencia. Intentando predicar con el ejemplo, voy a continuar sobre esa línea. Problemas reales.

En el centro de la lucha de cada uno, está construir una mejor sociedad. Cada cual le pondrá al nombre de esta el ‘’ismo’’ que quiera, sin importar esto, se habla de de algo mejor por construir o en construcción (dependiendo del punto de vista). Esa sociedad, no pocos estarán de acuerdo, que lleva una justa distribución de la riqueza. Todos crecimos bajo ese precepto, de dar una distribución justa de la riqueza (aclaro que no se habla aquí de igualitarismo).

Habrá quien salga al paso para decir que para distribuir hay que crear. Pero algo creado ya hay, hay poco en Cuba, pero hay. Si tenemos, entonces hay qué  distribuir, hay bienes materiales y servicios para ello. No se puede esperar a que todo sobre, para entonces comenzar a hacer la repartición justa. Se va aprendiendo sobre el proceso de construcción social, y con esto ir encontrando la mejor manera de hacerla. No hablo del cómo hacer lo correcto, solo planteo, reflexionar sobre si (lo que se supone poco de la renta nacional), tiene una correcta distribución en el país.

Para comenzar, hay que ver qué importancia tiene, el proceso en cuestión.  Para ello hay que saber que por distribución se habla aquí de todas aquellas formas directas e indirectas (en sentido amplio de distribución y redistribución) en que nos llegan bienes y servicios, a través de salarios y vías indirectas como subsidios. Evidentemente, la forma en que ese proceso ocurre  es más que importante. Es, parte del ciclo económico, que si no se cierra trae la crisis, en un sentido muy amplio. Garantiza  que llegue a cada sector social lo necesario para su subsistencia. A partir de cómo se haga, se estimulan o desestimulan determinadas ramas de la producción social. Se logra un equilibrio o desequilibrio en la sociedad (igualdad o desigualdad en los ingresos), es decir, llevándolo al extremo, polarización con riqueza a un lado y pobreza al otro. Su correcta aplicación, genera inclinaciones, hacia lo positivo o negativo.

Viendo lo anterior, un punto de mira para mejorar la sociedad, es sin dudas qué pasa con la distribución de la renta nacional. Así, problemas como salarios, impuestos, subsidios, pensiones y asistencia social en todos los sentidos pasan a la primera plana. En como hagamos esto, va el futuro de la sociedad cubana. ¿Y si nuestro sistema, tal y como está, no estimula el florecimiento de la mejora de vida de las clases trabajadoras? ¿Y si se estimula actualmente la desigualdad con las políticas económicas y sociales? ¿Y si los ingresos se están direccionando a estimular a sectores no necesarios o desviando la atención de los que deben ser prioridad? Esto sería un crimen, pero corregible en la medida que se encuentre y difundan sus deficiencias.

De seguro, seguiré, y no solo yo, escribiendo sobre este tema, porque es muy rico, polémico y sobre todo, necesario. Solo propongo pensar en lo nefasto de no manejar eficientemente la riqueza nacional, y con ello, incluso sin quererlo, destruir o empujar a la destrucción de parte de lo ya construido. En ella está en juego, la gestación de crisis, el devenir de las mejoras sociales y el impulso de la economía. Una correcta distribución, es también crear, construir  una mejor sociedad. Abrir su debate, podría ser parte de su mejora.

5 diciembre 2017 72 comentarios 298 vistas
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Totalitarismo o libertad

por Miguel Alejandro Hayes 28 noviembre 2017
escrito por Miguel Alejandro Hayes

Quizá una de las críticas más fuertes hecha a los representantes del llamado “socialismo real” (y por qué no, al nuestro) fue la presencia de un fuerte totalitarismo. Se dice que en nuestros sistemas predominan las faltas de libertades para los ciudadanos. Que la sociedad era y es dirigida arbitrariamente desde arriba.

Claro, esta crítica es una mera guerra política. Todas las sociedades conocidas (hasta ahora) desde el surgimiento del excedente han sido dirigidas desde arriba por un grupo entendido como el que debe guiarla. Por supuesto, según los gurús del neoliberalismo, tienen el Mercado, donde los hombres son verdaderamente libres (libres porque compran y venden).

En Cuba, evidentemente no existe tal ‘’libre mercado’’[1]. ¿Será entonces nuestra sociedad totalitaria…incapaz de reproducir hombres libres? Lo cierto es que en determinados niveles de decisión se llegó a aceptar que sí.  Una de las más duras críticas al totalitarismo, la obra “1984” de George Orwell, estuvo censurada, no sé de ley, pero sí de hechos.  Parece que hubo cubanos que se sintieron identificados.

Si tuviera complejo de mi estatura, me molestaría que me la recordaran, probablemente eso pasó en tiempos de censuras. Son prácticas que cometemos a veces los revolucionarios. Decir que algo está o no,  es decir que existe. Decir que no se cree en Dios, es reconocer que existe, solo que se prefiere ignorarlo. Prohibir hablar de totalitarismo, que se hable de totalitarismo en Cuba, es molestia porque duele (se acepta) que existe.

En realidad era solo desconocimiento aceptar semejantes cosas. ¿Cómo alguien puede pensar que un pueblo instruido no tiene libertad?, al menos un cubano que haya crecido bajo la difusión de máximas martianas. Nuestro pueblo tiene libertad, o al menos su potencialidad.

Se debe conocer muy bien qué es un pueblo libre, para no caer en esas trampas donde por negación aceptamos una crítica. Lo primero que se debe entender es que la libertad no está en la libertad de comprar y vender, esa  no es más que una realidad  ya prefabricada a la que el hombre llega, por lo que el centro de nuestra sociedad no está pensado ahí con toda la intencionalidad. Necesitamos al mercado, y Marx enseñó que el mercado reproduce las relaciones sociales imperantes, pero ahí no está la esencia de la libertad, sino solo una ilusión, una de sus manifestaciones mínimas. Tampoco está en la clásica idea de cada cierto tiempo participar y elegir a representantes a diferentes niveles para que tomen decisiones por sus electores (modelo de la democracia tradicional). Esta última puede ser cuando más, una expresión mínima de la libertad alcanzada por el hombre de elegir sus gobernantes. De hecho el término gobernante lacera la idea de libertad. ¿Dónde está la verdadera libertad?

Para hallar la respuesta no se debe ir muy lejos, tenemos a Martí. Ser culto para ser libres no es solo la frase que ponían nuestros Atec-Panda al ser encendidos (no podemos haberlo olvidado tan rápido), fue una idea martiana que guió el suceso más bello de Cuba en Revolución, la Campaña de Alfabetización. No es retórica de Martí, el conocimiento permite saber elegir, trazar los propios caminos, es decir, libertad. Ya lo decía Engels, que el hombre pasa del reino de la necesidad a la libertad cuando aprende a dominar las leyes objetivas que rigen el desarrollo social. Justo eso fue lo que se intentó sembrar en Cuba. Esa es nuestra concepción de libertad, la de conocer para poder dominar nuestra realidad (sus leyes) y mejorarla, o al menos esa es la que debería ser.

Ya construimos las bases y seguimos construyendo el conocimiento requerido. Es evidente entonces, que el pueblo cubano cuenta con la capacidad de ser un pueblo libre. Ese conocimiento más que poder[2], es responsabilidad, libertad de pensamiento y por ende de decisión, en aras no de crear alborotos individualistas, sino para contribuir al progreso social. No tiene que venir  ningún molde exterior a imponer modos y modas, se tiene la capacidad de crear.

Esa capacitación, ese conocimiento adquirido se va inclinando hacia ejercerlo, hacia su consumo, la práctica. Ahí se condiciona nuestra libertad. Esto se canaliza en la iniciativa revolucionaria,  la primera expresión de esa libertad.

Cerrando la pregunta inicial, resulta que somos un pueblo con condiciones para ser libre, y que en realidad lo es, pero que puede ser frenado en muchas ocasiones. Hoy esa capacidad de transformar, en determinados contextos (para no ser absoluto)  puede verse  amenazada. La razón puede ser saboteada por el dogma, el compromiso por el fanatismo y la lucha revolucionaria por el conservadurismo. Estas trabas estimulan generar un efecto en la mente de revolucionarios y de los que no también, de una sociedad sin libertades para los ciudadanos. Son justo esas trabas lo que se deben combatir y laceran esa libertad que en potencia tenemos.

Se dan los casos mencionados en algunas estructuras burocráticas que  entorpecen esa libertad, es decir, la expresión de esta. ¿Será que sus  mecanismos y reglas no se ajustan con el desarrollo y madurez de nuestro pueblo? No se trata de destruir esto o aquello, o dejar todo por los siglos de los siglos, es aprovechar la educación de la que con orgullo presumimos. Ser un pueblo culto no va solo en el conocimiento, sino en la sociedad que se construye con él.

Usémoslo para hacer de Cuba un país más cercano al socialismo, porque se luchó por crear y tener un hombre libre de hecho y de pensamiento, y nada de eso puede perderse. No es solo para a ir al mercado (al nuestro) y a las elecciones, sino para esencialmente en el día a día proponer conscientemente (y con respeto) ideas, propuestas, reflexiones, acciones, pulir cualquier aspecto de la realidad y construir nuestra propia sociedad, escoger el tipo de vinculo que existirá entre sus miembros.

Si en  nuestra iniciativa revolucionaria, va la expresión de nuestra libertad conquistada, el devenir de esta, su acogida dentro de las estructuras de dirección, encierra en sí, la medida de cuan libres somos como pueblo. Su estado actual, es el termómetro de nuestra libertad. Pensemos en ello.

[1] Mercado en ese sentido estricto, porque el mercado es algo mucho más abarcador que eso.

[2] Idea del filósofo y político inglés Francis Bacon.

28 noviembre 2017 58 comentarios 306 vistas
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Pensando en Fidel

por Miguel Alejandro Hayes 25 noviembre 2017
escrito por Miguel Alejandro Hayes

No creo que esté pasando desapercibido. Sé que son muchos los que ya advierten que está ya está ahí el 25 de noviembre. Incluso el más distante, al más indiferente, lo sabe. De una forma u otra… de rojo o de azul, no se puede escapar.

Mucho será el material que se difundirá con motivo de la fecha. Intento no ser parte de esa saturación, y en medio de la tormenta, la leyenda y el oportunismo que pueden girar en torno a su figura, me pregunto: ¿cómo  recordamos los cubanos a Fidel? ¿Lo estaremos haciendo cómo él lo quería?

Lo recordaremos este día (hay que hacerlo siempre) haciendo quizá lo que muchos creen que es su mejor legado: la oratoria. Parecerá  irónico, pero se puede creer  que Fidel era solo político, y como político era un gran orador, y que su poder de orador fue lo que guió al pueblo. En momentos lo he aceptado y afirmado. ¿Cómo no pensarlo con tan hermoso cúmulo de conmovedores discursos? Los  discursos de Fidel son tan buenos que pueden llegar a opacar a Fidel.

! Pero no! Fidel no es solo un político, es un hacedor de caminos, de futuros, un arquitecto de una sociedad más justa. Su mejor legado está ahí, en la unidad, en su práctica revolucionaria que unió a un pueblo. Es el hombre de apenas pocas horas de sueño, el atento a todo, el que siente cristales molidos, el primero en llegar y el ultimo en irse. Eso es Fidel,  práctica revolucionaria. No podemos confundir al orador con el revolucionario, el primero es una extensión del segundo. El revolucionario es el que más importa, ese fue el que dio origen al gran orador.

Su verbo era necesario, era necesario para llevar a las masas los mensajes de la revolución y romper con la desinformación. Él sabía que la educación no era solo leer y escribir, el debía educar a un pueblo, y para eso, conversarle. No era un hombre de discursos per se, decir eso sería condenarlo a la jaula de la retórica. Tenía la necesidad de dirigirse al pueblo constantemente. Eran tiempos donde los discursos eran práctica revolucionaria, educaban al pueblo pero siempre impulsaban la acción transformadora.

Y logró su labor de educador. El pueblo cubano se creció como tal  dentro de los caminos de la revolución. Prueba de eso es más de un millón de profesionales, y un país sin analfabetismo.

 ¿Por qué lo hizo? Como todo martiano, sabía la importancia del saber en la obtención de la libertad, y que para lograr la acción transformadora de la realidad de la que hablaba Marx (porque Fidel era marxista de hechos), se debía empezar por educar.

Ya sabemos cuál era el objetivo. La obra parece que se pudo construir. Fidel luchó para que el pueblo tuviera el arma más importante, el conocimiento, para que pudiera construir su camino. Sabía que solo así seremos cada uno un comandante multiplicado.

Resulta muy claro qué nos toca como pueblo. Nos toca continuar lo que inició. Seguir con la práctica revolucionaria y no centrarnos en  discursos en cada ocasión, ni venerar a nuestros mártires como dioses. Ellos no lo son, ni quisieron serlos, si lo fueran sabemos donde estarían: en la trinchera, y no en la tribuna.

Fidel nos acompañó en los primeros pasos del camino. Ahora debemos continuar solos, y cuidarnos de aquellos que se adjudicarán ser sus continuadores. Muchos tratarán de usar su nombre como llave, y lo llevaran de bandera para obtener sus fines. Pero se pueden identificar esos peligros y conocemos el fin del proyecto que él quería, toca que construyamos los medios con lo aprendido y con esto trasformar la realidad en la misma medida que nos transformamos nosotros. Así hay que recordarlo, para eso nos preparó. Ese sería su verdadero legado, no un dios de piedra intocable, sino un camino de practica revolucionaria, transformadora (con hechos no con palabras)  para mejor de la realidad.

25 noviembre 2017 3 comentarios 277 vistas
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Por un marxismo joven

por Miguel Alejandro Hayes 23 noviembre 2017
escrito por Miguel Alejandro Hayes

Confieso que fue un post publicado en LJC lo que me sirvió de pie a escribir este comentario. Sinceramente me sorprendió, y aún más, me dio mucha alegría, ver una publicación que abogaba por la necesidad  de un “marxismo joven’”, quizá esto, con un deseo de rescate o sentimiento de nostalgia. He visto  comentarios en otros blogs, y para un seguidor de las ideas de Marx, es reconfortante saber que entre la juventud está presente ese tema. No me referiré a los mismos factores que he leído. Voy en otra dirección.

Lo primero que debemos preguntarnos si deseamos un resurgimiento del marxismo en Cuba es: ¿Hay condiciones para crear un ‘’marxismo joven’’? (pensando en la juventud  como la única vía de obtenerlo). La respuesta a la interrogante, a pesar de que la evidencia empírica indicaría una negativa, no me atrevo a decirla aún.

Prefiero hacerme otra pregunta que me ayudará a contestar la anterior: ¿Cómo se enseña el marxismo en  Cuba? Para ello, se debe ver primero lo más general, en el elemento de última instancia (en el sentido marxista)[1], en cómo está llegando a los jóvenes de forma regular. Por eso, hay que ir a cómo se enseña en nuestros centros de educación.

La educación superior, que es sobre la que recae el peso de trasmitir el pensamiento de Marx, posee muchas deficiencias en este proceso. En ella, este llega a través de 3 asignaturas diferentes: la economía política, la filosofía y la teoría sociopolítica. Cada una se descompone en uno o varios semestres dependiendo de la carrera. No se trata de herir sentimientos, pero para resolver un problema lo primero debe ser identificado son sus causas, y para esto no se puede andar con tapujos. Considero un hecho la falta de articulación entre las asignaturas como partes de un todo, por ahí hay que empezar.

En filosofía no se aborda lo que es la dialéctica en sí, la teoría en sí. Se enuncian las 3 supuestas leyes de la filosofía marxista[2], pero no cómo utilizar la lógica dialéctica como método de análisis. Tal es así, que de seguro muchos que lean esto tendrán solo la idea de dialéctica como movimiento, como entender que todo está constante cambio. En filosofía ya es una tautología decir que el mundo está en movimiento. Lo cierto es que esa idea no aporta mucho al ejercicio del  pensar en nuestros tiempos, no forma un verdadero instrumento de análisis. No es culpa de los profesores, en realidad,  no está recogido en los manuales por  los que se enseña.

La economía política es un caso muy similar. Es de más peso y tomaría más tiempo abordarlo, pero se puede sintetizar. Ya a esta, se llega sin la base de lógica (la dialéctica, la de Hegel que asume Marx) para entender la dinámica  del capital y de El  Capital. La forma en que Marx expone el volumen primero, es la que utiliza Hegel en su texto La ciencia de la lógica[3]. Sin esto, las categorías mercancía, valor y capital tienden a quedar desconectadas en un sistema de pensamiento del estudiante (no se logra una aprehensión real del conocimiento). Además de estas, elementos como la ganancia y la teoría de la tierra quedan fuera de los programas de la asignatura por falta de tiempo. Conocimientos estos, que son básicos para entender el mundo y sobre todo, problemas concretos de la Cuba de hoy.

Por último se aprende teoría sociopolítica. Esta a veces resulta más atractiva. En ella, se hace un poco de historia sobre los sistemas políticos. Se hacen muchos debates sobre el acontecer actual. No se logra un entendimiento del movimiento social a partir de haber entendido la teoría de la reproducción de clases. Sin esto, la  comprensión de la lucha política pasa a depender de muchas especulaciones y verdades religiosas. Además, se deja de analizar la teoría del estado y el derecho de Marx como crítica a la teoría de Hegel y que son la base para entender nuestro debate con el exterior sobre la existencia o no de la sociedad civil en Cuba (algunos ya conocemos los errores políticos en los que se incurre al desconocer esto).

Como ya mencioné, no hay articulación. En filosofía se debe ilustrar la lógica del marxismo, cómo aplicarla a la ciencia social. Cómo hacer de ella una herramienta de análisis. En la economía política debe aplicarse esto para entender la base de la sociedad, su modo de producción. Para por último, entender cómo las formas específicas del modo de producción, la organización social de la producción(en el sentido de Marx)[4], se relacionan con elementos súper-estructurales como las diferentes tipos de estructuras política y jurídica,con  la teoría sociopolítica. Más o menos así debería cerrarse el ciclo del aprendizaje del marxismo. Si falta esto, no se logra un encadenamiento que termine por formar de manera general una visión que conciba la unidad material del mundo, una concepción verdaderamente marxista (siempre con sus limitaciones claro).

Visto de esta forma, me atrevo a concluir que no se enseña marxismo, entendiendo que hacerlo mal es lo mismo que no hacerlo. No digo que esta sea la totalidad, pero si la generalidad. La prueba de que se enseña mal está en su producto, su resultado: la mayoría de los jóvenes no utiliza como herramienta de análisis al marxismo. Quizá esto permite trazar una línea de cómo va este en la juventud cubana.

Se debería reflexionar más sobre esto e intentar cambiarlo. Los primeros pasos para encontrar algunas soluciones están a la mano. Los turnos de clases de estas asignaturas, por como están dispuestos, parecen estar puestos ahí por un compromiso político y no por el convencimiento real y conocimiento de su importancia científica. No puede ser  que sean turnos de ‘’reflexión y debate’’ que el estudiante agradece  porque adquiere un poco de la cultura que no le llegan por otras vías.

El marxismo es ciencia, eso es lo que debe expandirse en los espacios asignados para su enseñanza. Tiene que dejar de ser un escudo de dogmas ideológicos. Este es el primer paso para tener un ‘’marxismo joven’’: tener uno previo, y para ello, hay que enseñarlo cuando toca  y asumirlo. Ya sabemos entonces cómo empezar los caminos de un marxismo nuevo: conocer el viejo, para  después poder renovarlo.

Conocer marxismo, para hacer marxismo.

[1] En la tradicion marxista, la construcción última instancia adquiere otra connotación, diferente a la popularmente aceptada. Según Engels, el elemento de última instancia es el de más importancia, el de mayor peso, el factor que más influencia tiene y que termina por imponerse.

[2] Digo que son supuestas leyes ya que estas no fueron enunciadas por Marx, sino por Engels y recogidas en los manuales soviéticos. Muchas corrientes marxistas no las reconocen como tales, sobre todo a la 3ra ley.

[3]Lenin afirmó: ’’Es imposible comprender plenamente El Capital de Marx…si no se ha estudiado y comprendido la entera lógica de Hegel.’’ Lenin, Cuadernos filosóficos,loc,cit.,pág 99

[4] Para Marx producción, tiene la misma significación que para la filosofía clásica alemana. Con ello se refiere no a la producción en la fábrica, sino a la producción de la realidad, es decir, a toda la actividad del hombre.

23 noviembre 2017 42 comentarios 333 vistas
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El trabajo voluntario: herramienta mal usada

por Miguel Alejandro Hayes 16 noviembre 2017
escrito por Miguel Alejandro Hayes

Es muy común en estos días escuchar en cualquier grupo de personas la idea de un trabajo voluntario. Bajo condiciones disímiles, amigos, jefes, compañeros, suelen convocarnos a participar en estos. Tal hecho hace parecer a primera vista que es algo positivo, que ha llegado a penetrar nuestra subjetividad su necesidad, que estamos un poco más cerca del hombre nuevo.

Ante tal estado de las cosas, es planteada la siguiente reflexión: ¿Realmente conocemos al trabajo voluntario, nos queda solo su caricatura  o su forma se ha adaptado a las necesidades de nuestros tiempos? Aclaro que no me refiero a la actividad en sí, sino a lo que se le llama por ese nombre.

Lo primero será mirar un poco en su origen. Desgraciadamente, no es un invento propiamente cubano, aunque si del llamado socialismo. Surgieron en Rusia en 1919 a partir de obreros que voluntariamente alargaban su jornada laboral sin remuneración. La práctica se extendió a los fines de semana, llegando a conocerse como ‘’sábados comunistas’’. Parecía ser, a decir de Lenin, el inicio de lo que sería algo así como ‘’trabajo libre comunista’’.

En Cuba, la cosa no fue muy diferente. Es muy conocido que fue Che quien impulsó el trabajo voluntario. Inicialmente respondía a las necesidades productivas del país. La necesidad inminente era producir. Con estas jornadas de trabajo voluntario: se cortaba caña, se construían casas, escuelas. El país creaba más riqueza sin el gasto de salarios. Eran momentos de aporte por entero a la patria, un verdadero trabajo voluntario.

Esto, era necesario y era parte del proyecto de socialismo de Che, donde concebía un hombre consciente de su realidad que  decidía transformar esta, y con ello transformarse a sí mismo: crear un hombre nuevo.  Para lograrlo, desde las condiciones de subdesarrollo, se necesitaba ese esfuerzo más allá del cotidiano remunerado.

El Ministro de Industrias de Cuba, Comandante Ernesto “Che” Guevara, durante un domingo de trabajo voluntario como estibador en los muelles de la Terminal Marítima Mambisa. La Habana, Cuba

El tiempo ha transcurrido,  pero hoy se hacen todavía ‘’trabajos voluntarios’’, o al menos a ciertas prácticas se le suele llamar así. En realidad, se le llama así  ahora, a las actividades de higienización, de recogida de hojas, yerbas y basura de los alrededores. El ‘’trabajo voluntario’’ de hoy, solo se limita a labores de comunales y áreas verdes. Reconozco la importancia de que esto se haga, lo cuestionado es la simplificación de algo tan bello, abarcador y necesario.

El trabajo voluntario adquirió significado en un contexto de respuestas  a determinadas necesidades del país. Hoy, este adquiere unas dimensiones muy reducidas. No se trata simplemente de si se realizan o no los esfuerzos para aumentar nuestro PIB con actividad no remunerada. ¿Será que ya el país no necesita un trabajo voluntario con las mismas características que proponía el Che y por eso hoy se ha reducido nuestra concepción sobre él, o será que el esfuerzo que se puede entregar voluntariamente no se emplea en construir una mejor realidad?

No intento darle respuesta a la interrogante anterior, sobre todo porque pienso que no se puede exigir, tan solo convencer, a un hombre que piense en producir más allá si ni siquiera tiene garantizada sus condiciones de reproducción (lo necesario para subsistir). Pero lo cierto es que hoy siguen existiendo condiciones no esencialmente diferentes a las originarias del trabajo voluntario.

El país sigue teniendo escaseces en determinadas ramas de la producción (entendida en el sentido amplio). Solo deben verse los productos de sello nacional o nuestras calles, casas, edificios o escuelas donde se hace necesaria la mano del hombre y donde evidentemente un sueldo no ha sabido llenar a alguien para que haga la actividad. No digo que los problemas del país se resuelvan con trabajo voluntario, solo que este, en su naturaleza, resolvía algunos  que persisten.

Lo más importante, la edificación del hombre nuevo: tampoco lo tenemos. Distamos mucho de él. No creo que lo que llamamos ‘’trabajo voluntario’’ tenga un fuerte resultado sobre la conciencia de los hombres, que sea una verdadera acción transformadora de la realidad y del individuo mismo.

Visto lo anterior, sin comprender sus verdaderas causas, resulta que el ‘’trabajo voluntario’’ dejó de ser un paradigma para la edificación de un sistema social y del hombre que este necesita.  A pesar de los espacios vacíos en la producción material y espiritual, este no los ha cubierto, terminando por reducir sus dimensiones a solo un subconjunto del original.

Es decir, el trabajo voluntario, tal y como lo pensó Che ya no existe.

Es decir, el trabajo voluntario, tal y como lo pensó Che ya no existe. Hoy solo nos llega una forma muy distorsionada y caricaturesca de este, que no cumple las expectativas del original.  No busco las raíces, solo sugiero, por no terminar de destruirlo, dejar de llamarle así a sus deformaciones en el presente, y solo aludir a él, para una verdadera transformación de la realidad.

16 noviembre 2017 34 comentarios 516 vistas
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