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Mauricio De Miranda Parrondo

Mauricio De Miranda Parrondo

Economista cubano. Doctor en Economía Internacional y Desarrollo. Profesor Titular e Investigador de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Colombia.

mucho ruido

Mucho ruido y algunas nueces

por Mauricio De Miranda Parrondo 13 octubre 2020
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

La Mesa Redonda con el ministro de Economía y Planificación de Cuba, Alejandro Gil, era un acontecimiento de mucho ruido altamente esperado por la importancia crucial de medidas económicas que buscan sacar a la economía cubana de su actual crisis. Sin embargo, el tema más polémico y sobre el que más se ha especulado, el del “ordenamiento monetario”, quedó para la segunda de una serie de comparecencias de funcionarios gubernamentales durante la presente semana.

El ministro destacó los cinco aspectos principales de la “estrategia” de recuperación de la economía, a saber: 1) producción y comercialización de alimentos; 2) incentivos a las exportaciones; 3) transformación del sistema empresarial; 4) “perfeccionamiento” del trabajo por cuenta propia; y 5) “ordenamiento” monetario.

Todas estas cuestiones son de gran importancia para la recuperación de la economía cubana pero no solo por el impacto del Covid, sino que eran imprescindibles desde hace muchos años, y algunas quedaron consignadas en los Lineamientos de política económica y social del 6º Congreso del Partido Comunista de Cuba de 2011 y ratificadas en el 7º Congreso de 2016, pero no habían sido abordados. ¿En algún momento el gobierno rendirá cuentas para explicar por qué razones no se habían adoptado y se abordan ahora ante los imperativos de una crisis devastadora?

En la intervención del ministro Gil hubo una serie de anuncios positivos:

1) la sustitución de la lista de actividades por cuenta propia permitidas por una lista en la que se defina cuáles se prohíben y que “todo aquello que no se prohíba se permita.

2) la autorización de contratación de fuerza de trabajo temporal para la actividad agropecuaria

3) creación de un banco de fomento agrícola, pero, al parecer, no se crearía una institución financiera especializada, sino que operaría dentro del Banco de  Crédito y Comercio, con apoyo del presupuesto del Estado.

4) transformación de la comercialización de productos agrícolas y, aunque no se dijo claramente, se infiere que se permitiría la actividad privada de comercialización de alimentos.

5) eliminación de la función “balancista” del Grupo Empresarial Acopio (aunque no se precisa cuál será su papel en una “nueva concepción” del mercado de productos agropecuarios).

6) en el reordenamiento del sistema empresarial se concibe la posibilidad de crear empresas mixtas entre el Estado y el sector privado, aunque se esperaría que existan los mecanismos para evitar que este tipo de organizaciones empresariales no sean un nuevo foco de corrupción.

7) reconocimiento explícito de que se producirá la unificación monetaria y cambiaria (sobre lo que se hablaría en la segunda Mesa Redonda).

Por las palabras del ministro se asume el mantenimiento de una vocación de control estatal que ha caracterizado a la política económica de Cuba desde hace ya más de seis décadas. Una cosa es que el Estado realice una labor de regulación, que puede resultar deseable ante determinadas “fallas del mercado” y otra muy distinta es el control y la intervención que pueden afectar la eficiencia del mercado. Aquí radica un peligro que podría lastrar toda esta “estrategia” y que se manifiesta, por ahora, en tres cuestiones fundamentales:

1) la organización empresarial del sector estatal concibe la posibilidad de que se establezcan filiales de las actuales empresas, pero no se plantea la eliminación de las Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial (OSDE), que constituyen un nivel burocrático superior de la actividad de las empresas del Estado que limita su independencia operativa y financiera real, independencia que aun no es clara en las medidas de “perfeccionamiento” de las empresas estatales.

2) la decisión de que los productores privados y cooperativos accedan al comercio exterior sólo a través de empresas estatales de comercio exterior, que mantiene el monopolio del comercio exterior en manos del Estado.

3) la intención expresa de intervenir en los precios, porque, según el ministro, “el precio de oferta y demanda no siempre es justo, porque está a favor del vendedor”, lo cual es una afirmación lejana a la teoría económica demostrada por la práctica cotidiana.

Se anunció que la próxima Mesa Redonda abordará el tema de la unificación monetaria y cambiaria. Esta es una medida imprescindible que corrige un grave error que se adoptó en los años noventa, pero se va a producir en uno de los peores momentos posibles, debido a varios factores, entre los que podrían mencionarse la gran incertidumbre que persiste en la población, la gravísima situación económica y el hecho de que es sabido que existen criterios razonables para esperar una fuerte inflación que puede manifestarse tanto en una subida generalizada de precios como en una inmensa escasez de bienes y en una explosión del mercado negro.

En las condiciones actuales, el principal respaldo del sistema monetario de cualquier país radica en su producción de bienes y servicios, además de las reservas monetarias internacionales. Como no se dispone de cifras sobre estas últimas, se puede suponer que su magnitud está muy por debajo de lo que podría constituir un nivel sano. Si a esto le añadimos la evidente parálisis de la economía cubana, ¿cuál será el respaldo de la cantidad de pesos que será necesario emitir para responder a las necesidades de las transacciones impuestas por una reforma de precios, de salarios y una eventual devaluación de la moneda nacional?

Ninguno, si no se adoptan las medidas necesarias para que florezcan el emprendimiento empresarial y las actividades productivas, poniendo fin a todas las trabas que en la actualidad los frenan. Solo de esta forma, el crecimiento de la producción de bienes y servicios podría evitar que el exceso de dinero en circulación conduzca a una inflación galopante que podría conducir a una crisis de mayores proporciones. Ésta, además de una cuestión económica, es una cuestión política de primer orden.

13 octubre 2020 29 comentarios 715 vistas
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unification

Monetary and Exchange Unification

por Mauricio De Miranda Parrondo 12 septiembre 2020
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

For several days now, arguments about the need to proceed to monetary and exchange unification have started to appear in various Cuban news media outlets, with an emphasis on the negative consequences of having established a dual monetary system in the 1990s.

This is joined by unconfirmed rumors, which would indicate the possibility that in a short time the circulation of the Convertible Peso will be eliminated and that there will be a unification of prices in Cuban Pesos for goods and services offered by state-run commercial networks, as well as the creation of a new single exchange rate that would considerably devaluate the current official exchange rate of 1 USD = 1 CUP, which only works for state-run companies, but that, apparently, would revalue the also official current market rate of 1 USD = 24 and 25 CUP (depending on the exchange rate used when buying or selling foreign currency).

In addition to these rumors, there’s the existence of a supposedly new salary scale that would work for the state-run sector and that would multiply several times all the current salary levels (with nothing being said about the old retirement pensions).

What’s curious is that this would all happen a few months after the Cuban government decided to open retail stores which would sell a number of products considered “top of the range”, but which were later expanded to staple items, requiring the use of bank cards backed by deposits in US dollars or other Freely Convertible Currencies (FCC). This has brought about, in practice, a new segmentation of the market into products sold in foreign currencies and products sold in the national currencies and that, eventually, would be sold in a single one, as a result of the ‘unification’. In this scenario, it’s worth clarifying that as long as several currencies circulate in a market, even through the existence of instant access accounts, we’re not in the presence of real monetary unification.

One of the problems of the existing dual monetary system has been the multiple exchange rates, but especially the persistence, for 60 years, of a fixed exchange rate, artificially overvalued, for the Cuban Peso in relation to the US dollar, which does not reflect the real conditions of the national economy with regard to the international economy and which has seriously distorted competitiveness in the Cuban business sector.

A new exchange rate may be established, prices may be modified and salaries and pensions may be reformed, but that would only bring momentary order to the country’s monetary relations and its pricing and salary systems; it wouldn’t necessarily end the distortions of the Cuban economic system or specifically the ones in the monetary system.

The existence of a market, however limited, in which the Cuban Peso does not perform its functions as money will generate additional demand for foreign currencies in the informal market, generating options for extraordinary benefits for those who operate in that informal market. If, as it is customary, those economic actors are confronted with punitive measures, that would only manage to increase the gap between the exchange rates in the formal and informal markets. Therefore, it would be prudent to anticipate this type of scenario with the adoption of appropriate economic measures.

What would these measures be?

  1. It would be necessary to define what type of exchange system will be established. A currency board like the one that determined the equivalence of the Cuban Peso to the US dollar before 1959 or like the one that brought the creation of the so-called CUC? This would mean a nominal pegging of the peso to the dollar, in the defined amount, and the variation of the exchange rate with the other currencies, following the course of the dollar. This measure wouldn’t keep the country from facing an exchange crisis when a new crisis in the balance of payments occurs, which may be likely in the case of Cuba if structural problems aren’t solved, a greater rate of economic growth isn’t reached and a better international insertion of the economy isn’t achieved. A flexible exchange rate? It might turn out to be the most logical path so that the exchange rate would be the one to absorb external shocks and the macro-economic policy wouldn’t depend on the preservation of a set exchange equivalence. However, in this scenario, one would have to be prepared for a sustained depreciation of the Cuban Peso as conditions in the production of goods and services don’t improve, with the ensuing inflationary pressures.
  2. Reality indicates that the Cuban Peso and the Convertible Peso are overvalued, both in the exchange rate for the former and for the latter, which means that both are worth more than they should. The official exchange rate that companies work with is absurd and holds no relation to reality. The exchange rate of the CADECA (Cuban government-run bureaus de change), which has held stable for a long time, seems to show signs of overvaluation in light of the reappearance of an informal market with values that have recently been fluctuating between 1.30 and 1.80 CUC for 1 US dollar. This is the result of two concrete phenomena: a) the breaking of the ‘currency board’ that sustained the convertibility condition of the CUC in equivalence of 1 USD = 1 CUC, and by which CUCs would only be issued if there were USDs to back them and b) the reappearance of a market that only operates in FCC, which makes the demand for foreign currency rise considerably. The overvaluation of a national currency discourages exports because it makes them more expensive and stimulates imports because it relatively cheapens them. If there’s an administrative adoption of an initial exchange rate that doesn’t reflect the real conditions of the economy, the current distortions would be reproduced, because the exchange rate is the relative price which enables the connection of any country’s economy to the international economy. For that reason, instead of adopting administrative measures, it would be much better to bear in mind the signals being sent by the market. In that scenario, the CUP could be exchanged 25×1 with the current CUC for internal purposes, but the exchange rate between the USD and the CUP that’s initially established should consider those market signals and, therefore, be devaluated rather than revalued.
  3. For the Cuban Peso (CUP) to be really convertible, it must ensure its full internal convertibility, guaranteeing the adequate functioning of the exchange market and allowing the national currency to operate fully, with unlimited debt-clearing power and obligatory legal tender in the entire national territory, which brings into question the functioning of the new FCC stores, strongly criticized by the population with good reason.
  4. None of this makes sense if the necessary economic measures aren’t adopted in order to promote the production of goods and services. If measures aren’t adopted to increase the offer of goods and services, one runs the risk of an inflationary spiral that, should one try to prevent it artificially with rationing or capped prices, will manifest itself in the already known form of a ‘repressed inflation’, which is nothing else than shortages, long lines, and stimulation of the underground market. In these conditions, the most appropriate thing to do would be to eliminate all the restrictions that have prevented development in the production of goods and services by private and cooperative producers, along with the operational and financial autonomy of state-run companies. For that purpose, it’s indispensable to adopt the right sequence, and that means the first thing would be to eliminate the current restrictions to the functioning of private and cooperative small and medium-sized enterprises (SMEs), which, in an appropriate climate, could absorb the workforce that’s currently in excess in the state-run sector and could generate the goods and services that it’s shown itself unable to produce. To that end, it’s necessary to create an adequate institutional climate that will promote internal savings and investment, both foreign and domestic, without restrictions on the types of property. This should be joined by a modification of the recently adopted norms for regulating the participation of the private and cooperative sectors in foreign trade, which are, by any reckoning, inadequate.

The economic and political cost of continuing to disregard economic laws may be very serious for the country. Economic policy should be oriented toward the adoption of measures allowing an exit from the crisis and incorporation into a path of sustained growth with a positive effect on the levels of economic and social development, getting past ideological barriers derived from dogmatic conceptions.

*Cuban economist. Professor, Department of Economy, Pontifical Xavierian University in Cali, Colombia, with a doctorate in International Economy and Development by the Complutense University of Madrid.

Translated from the original

12 septiembre 2020 1 comentario 703 vistas
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unificacion

¿Unificación monetaria y cambiaria en condiciones de re-dolarización?

por Mauricio De Miranda Parrondo 8 septiembre 2020
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

Desde hace varios días en diversos medios de prensa cubanos han comenzado a aparecer argumentos sobre la necesidad de proceder a la unificación monetaria y cambiaria, haciendo énfasis en las consecuencias negativas del establecimiento de una dualidad monetaria en los años 90 del siglo XX.

A esto se suman rumores, no confirmados, que indicarían la posibilidad de que en poco tiempo se suprima la circulación del peso convertible y la unificación de precios en pesos cubanos de los bienes y servicios que se ofrecen en las redes comerciales estatales, así como una nueva tasa de cambio única que devaluaría considerablemente el tipo de cambio oficial actual de 1 USD = 1 CUP que solo funciona para las empresas del Estado, pero que, al parecer, revaluaría la actual tasa de mercado, también oficial, de 1 USD = 24 y 25 CUP (según se trate si es tipo de cambio de compra o venta de moneda extranjera).

A estos rumores se suma la existencia de una supuesta nueva escala salarial que funcionaría para el sector estatal y que multiplicaría en varias veces todos los niveles salariales actuales (sin que se diga nada de las pensiones de jubilación antiguas).

Lo curioso es que todo esto ocurra unos meses después que el gobierno cubano decidiera abrir tiendas minoristas en las que se venderían una serie de artículos, considerados de “alta gama”, pero que después se ampliaron a bienes de primera necesidad, usando tarjetas magnéticas, respaldadas por depósitos en dólares u otras monedas libremente convertibles (MLC). Esto ha significado, en la práctica, una nueva segmentación del mercado en productos que se venden en divisas extranjeras y productos que se venden en las monedas nacionales y que, eventualmente, se venderían en una sola, como resultado de la “unificación”.

Así las cosas, vale la pena aclarar que toda vez que circulen diversas monedas en un mercado, así sea a partir de la existencia de depósitos a la vista, no estamos en presencia de una real unificación monetaria.

Uno de los problemas de la dualidad monetaria existente ha sido la multiplicidad de tipos de cambio, pero sobre todo la persistencia, durante 60 años, de un tipo de cambio fijo, artificialmente sobrevaluado, del peso cubano respecto al dólar estadounidense, que no refleja las condiciones económicas reales de la economía nacional en relación con la economía internacional y que ha distorsionado seriamente la competitividad del sistema empresarial cubano.

Se puede establecer una nueva tasa de cambio, se pueden modificar los precios y se pueden reformar los salarios y jubilaciones, pero con ello solo se pondrá un orden momentáneo a las relaciones monetarias y a los sistemas de precio y de salarios en el país, pero no necesariamente se pondrá fin a las distorsiones del sistema económico cubano ni del sistema monetario en particular.

La existencia de un mercado, por limitado que pueda resultar, en el que el peso cubano no cumple sus funciones como dinero va a generar una demanda adicional de las divisas extranjeras en el mercado informal, generando opciones de beneficios extraordinarios para quienes operen este mercado informal. Si, como es usual, se persigue a estos actores económicos con medidas punitivas solo se conseguirá aumentar la brecha entre los tipos de cambio entre los mercados formales e informales. Por tanto, sería prudente adelantarse a este tipo de escenarios con la adopción de medidas económicas adecuadas.

¿Cuáles deberían ser este tipo de medidas?

  1. Será necesario definir qué tipo de sistema cambiario va a establecerse. ¿Una caja de conversión como la que determinó la paridad del peso cubano con el dólar antes del 59 o como la que produjo el establecimiento del llamado CUC? Esto significaría un anclaje nominal del peso con el dólar, en la cantidad que se defina, y la variación del tipo de cambio con las demás divisas, siguiendo el curso del dólar. Esta medida, no evitaría que el país afronte una crisis cambiaria cuando se produzca una nueva crisis de balanza de pagos, lo cual puede ser algo previsible en el caso cubano, si no se solucionan los problemas estructurales, no se alcanza un mayor ritmo de crecimiento económico y no se logra una mejor inserción internacional de la economía. ¿Un tipo de cambio flexible? Podría resultar lo más lógico para que el tipo de cambio fuera el que absorbiera los choques externos y la política macroeconómica no quedara supeditada al sostenimiento de una determinada paridad cambiaria. Sin embargo, en este escenario habría que estar preparados para una depreciación sostenida del peso cubano en la medida en la que no mejoren las condiciones de producción de bienes y de servicios y con las consecuentes presiones inflacionarias.
  2. La realidad indica que tanto el peso cubano como el peso convertible están sobrevalorados, tanto en el tipo de cambio del primero como del segundo, lo cual significa que ambos valen más de lo que deberían valer. El tipo de cambio oficial con el que funcionan las empresas es absurdo y no guarda relación alguna con la realidad. El tipo de cambio de las CADECA, que durante mucho tiempo se ha mantenido estable, parece mostrar signos de sobrevaloración ante la reaparición de un mercado informal con valores que en estos momentos han estado oscilando entre 1,30 y 1,80 CUC por dólar. Esto es consecuencia de dos fenómenos concretos: a) la ruptura de la “caja de conversión” que sustentaba la condición de convertibilidad del CUC a una paridad de 1 USD = 1 CUC y según la cual solo se emitirían CUC como USD existieran para respaldarlos y b) la reaparición de un mercado en el que solo se opera en MLC, por lo que la demanda por las divisas foráneas aumenta considerablemente. La sobrevaloración de una moneda nacional desestimula las exportaciones porque las encarece y estimula las importaciones porque las abarata relativamente. Si se adopta un tipo de cambio de partida, de forma administrativa, que no refleje las condiciones reales de la economía, se reproducirán las distorsiones actuales, porque el tipo de cambio es el precio relativo que permite conectar la economía de cualquier país con la economía internacional. Por esa razón, en lugar de adoptar medidas administrativas sería mucho mejor tener en cuenta las señales que ofrece el mercado. Así las cosas, el CUP podría cambiarse a 25 por CUC actuales para efectos internos, pero el tipo de cambio del USD con el CUP que se establezca como nivel de partida, debería considerar esas señales del mercado y, por tanto, devaluarse en lugar de revaluarse.
  3. Para que el peso cubano (CUP) sea realmente convertible debe asegurar su plena convertibilidad interna, garantizando el funcionamiento adecuado del mercado cambiario y permitiendo que la moneda nacional opere de manera plena con fuerza liberatoria ilimitada y curso forzoso en todo el territorio nacional, lo cual cuestiona el funcionamiento de las nuevas tiendas en MLC, fuertemente criticadas por la población por justas razones.
  4. Nada de esto tiene sentido si no se adoptan las medidas económicas necesarias para impulsar la producción de bienes y de servicios. Si no se adoptan las medidas para aumentar la oferta de bienes y de servicios, se corre el riesgo de una espiral inflacionaria, que si se pretende impedir de forma artificial, con los racionamientos o con topes de precio, se manifestará en la forma ya conocida de “inflación reprimida”, que no es otra cosa que la escasez y las colas y la dinamización del mercado subterráneo. Así las cosas, lo más adecuado sería eliminar todas las cortapisas que han impedido el desarrollo de la producción de bienes y de servicios por parte de productores privados y cooperativos, junto a la autonomía operativa y financiera de las empresas estatales. En tal sentido, es imprescindible adoptar la secuencia adecuada y ello significa que lo primero sería eliminar las restricciones actuales al funcionamiento de las pequeñas y medianas empresas (PyMES) privadas y cooperativas, las cuales, en un clima adecuado podrían absorber la fuerza de trabajo que actualmente resulta excesiva en el sector estatal y podría producir bienes y servicios que el sector estatal se ha mostrado incapaz de producir. Para ello es necesario crear el clima institucional adecuado para promover el ahorro interno y la inversión tanto foránea como doméstica, sin restricciones de tipo de propiedad. Esto debería ir acompañado de la modificación de las normas adoptadas recientemente para regular la participación del sector privado y cooperativo en el comercio exterior que son, a todas luces, inadecuadas.

El costo económico y político de continuar despreciando las leyes económicas puede ser muy grave para el país. La política económica debería orientarse a la adopción de las medidas que permitan salir de la crisis y conducir a una ruta de crecimiento sostenido que tenga un efecto positivo en el mejoramiento del nivel de desarrollo económico y social, superando las barreras ideológicas derivadas de concepciones dogmáticas.

8 septiembre 2020 26 comentarios 804 vistas
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política económica

La “nueva” política económica

por Mauricio De Miranda Parrondo 18 julio 2020
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

El gobierno cubano ha anunciado una nueva política económica, con medidas que habíamos sugerido varios economistas desde hace mucho tiempo, pero como dice el dicho: “mejor tarde que nunca”. No obstante, no están todas las que son y algunas, en mi opinión, no son adecuadas. Las medidas se incluyen en lo que se ha denominado una “Estrategia económica y social para el impulso de la recuperación”.

Principios de la “Estrategia”

De acuerdo con el ministro de Economía, Alejandro Gil, los principios que guían esta estrategia son los siguientes:
1) Mantener la planificación centralizada (la cual, aclaró, no significa asignación centralizada de recursos)

2) Depender más de la producción nacional y desterrar la mentalidad importadora

3) Regulación del mercado por métodos principalmente indirectos

4) Complementariedad de los diferentes actores económicos (estatales y no estatales, todos juntos)

5) Papel dinamizador de la demanda interna

6) Dotar de mayor autonomía de gestión a las empresas estatales para que sean eficientes y establecer reglas de juego similares para todas las formas de gestión económica

7) Implementar “aspectos claves ya aprobados” sobre las diversas formas de propiedad (“redimensionamiento” del sector estatal, gestión no estatal, etc)

8) Incentivar la competitividad, el ahorro, el aumento de la eficiencia y la motivación para el trabajo, a través de incentivos

9) Mantenimiento de una política ambiental activa que se corresponda con el modelo social.

En lo fundamental, estos principios son correctos de acuerdo con el modelo económico del país pero el problema radica en su implementación, porque esos principios deben traducirse en medidas concretas que aseguren su cumplimiento o de lo contrario no pasarían de simples intenciones. Además, valdría la pena hacer algunas precisiones sobre esta política económica.

Resulta interesante la aclaración de que mantener la planificación centralizada no significa mantener la asignación centralizada de recursos porque varios economistas hemos llamado la atención acerca de que en Cuba pareciera que se realiza una asociación de identidad entre los verbos planificar y asignar. En mi opinión, en Cuba realmente no se ha logrado planificar centralmente sino asignar centralmente los recursos. La planificación de la economía nacional ha adolecido de muchísimas deficiencias, afectadas por fenómenos tales como el excesivo voluntarismo político, el desconocimiento de las realidades del mercado y la excesiva centralización de las decisiones que frena la iniciativa empresarial.

La planificación es algo mucho más complejo y requiere de una serie de condiciones técnicas y un preciso sistema de información con el que, en la actualidad, no se cuenta.

Resulta muy importante que se adopte una política económica necesaria para que el país dependa más de la producción nacional y menos de las importaciones. Pero al aludir a la necesidad de “desterrar la mentalidad importadora” pareciera que el problema es subjetivo, mientras que en realidad tiene factores objetivos determinantes. El problema no es de mentalidad sino de que Cuba ha sufrido una involución de su estructura productiva que se expresa, entre otras cuestiones, en la destrucción de la agroindustria azucarera, así como en el debilitamiento del tejido industrial que tenía el país en la producción de bienes tales como alimentos, textiles, confecciones, muebles, enseres y otros bienes de consumo.

A esto se le une la escasa producción agrícola, pesquera y ganadera y queda claro un cuadro que define una estructura productiva que está muy lejos de satisfacer las necesidades del mercado doméstico. Entonces, el problema no es de mentalidad, es de estructura del sistema productivo. Cuando se insiste en liberar las fuerzas productivas, justamente se está pidiendo que se adopten las medidas necesarias para facilitar que las empresas nacionales (con independencia de su tipo de propiedad) puedan dedicarse a esas y otras actividades productivas que, por una parte, generan empleo y por otra parte, crean bienes y servicios que cubren necesidades por largo tiempo insatisfechas.

La discusión sobre la necesidad de la existencia del mercado en el sistema que ha sido llamado “socialismo” es tan vieja como el mismo sistema. Pero ya desde los años 20’s del siglo pasado se hizo evidente que abolir el funcionamiento del mercado no solo era una utopía sino un grave error. Sin embargo, esta discusión ha estado presente en la historia el “socialismo realmente existente” de forma recurrente en todos los países y en diversas condiciones históricas. En aquellos países en los que se ha subvalorado el papel del mercado y se ha tratado de restringir su acción, el sistema se ha vuelto económicamente inviable y ello ha conducido a su inviabilidad política.

Si algo demuestran las experiencias exitosas, desde el punto de vista económico, de China y Vietnam, ha sido que sus liderazgos respectivos comprendieron que al estimular el desarrollo de los mercados y el emprendimiento se crean las condiciones para el incremento de la producción de bienes y servicios y también para el mejoramiento del bienestar de la población. No comprender esto es un dogma ideológico que debe ser superado si realmente se pretende adoptar una política económica que conduzca a un mayor bienestar de la sociedad.

Ahora bien, algo que incluso se hace en países con economías mixtas que funcionan adecuadamente es “regular el mercado”, lo cual se traduce en que el Estado debe adoptar reglas de juego estables, transparentes y claras que impidan, por ejemplo, la aparición de fenómenos indeseables tales como la formación de estructuras monopólicas u oligopólicas, o fenómenos de marcada desigualdad social, o una proliferación de la pobreza. Valdría la pena conocer cuáles son las medidas de “regulación indirecta” de las que habló el ministro porque hasta ahora lo que ha predominado es el control por asfixia.

Resulta muy importante que se reconozca la necesaria complementariedad de lo que se denominan diversas formas de gestión para diferenciar entre las estatales y “no estatales” (privadas y cooperativas). Al mencionar la frase “todos juntos” esperaríamos que, finalmente, se le ponga fin a la tan manida estigmatización de los trabajadores por cuenta propia, así como de los negocios privados y ésta sea reemplazada por el reconocimiento al positivo papel que todos podemos desempeñar en la superación de la crisis estructural actual, que ha sido agudizada por la pandemia pero que tiene raíces mucho más profundas que afectan la estructura misma del sistema económico.

En consecuencia, la regulación “por métodos indirectos” debería conducir a un nuevo sistema de impuestos que estimule el desarrollo de las diversas actividades de producción de bienes y de servicios.

La demanda interna juega un papel dinamizador en cualquier economía. Sin embargo, no debe confundirse el concepto de demanda con el de necesidad. En Cuba la escasez generalizada de bienes esenciales para la vida moderna se combina con una insuficiente demanda solvente de la mayor parte de la sociedad, sencillamente porque los ingresos de la mayoría de la población no son suficientes para asegurar el consumo de una canasta básica de bienes y de servicios adecuados para las condiciones de la vida moderna.

En cualquier sociedad, la demanda interna juega un rol fundamental en el crecimiento económico porque la oferta trata de satisfacer esa demanda y en ello, se combinan los intereses de los productores y de los consumidores. Pero Cuba está encerrada en un círculo vicioso, por una parte, la producción no es suficiente para satisfacer las necesidades de consumo y por otra, la capacidad de compra de la mayor parte de la población, a partir de sus ingresos relacionados con el trabajo, resulta insuficiente para que con esos ingresos se puedan adquirir dichos bienes a los precios existentes.

Este círculo vicioso no lo resuelven aumentos de salarios por decreto sino con una política económica en la que resulta imprescindible que los ingresos por el trabajo sean suficientes para asegurar la satisfacción de esas necesidades esenciales crecientes. El presidente de CIMEX dijo que las ventas de electrodomésticos y otros productos de “gama alta” habían superado las expectativas. Eso puede llevar a cuentas alegres equivocadas.

La demanda interna no puede depender de las remesas sino de los ingresos generados por la sociedad mediante el trabajo productivo. Lo otro sería construir una economía parasitaria que necesita permanentemente de los flujos externos para poder funcionar porque es incapaz de sostener su sistema productivo doméstico. Entonces, para que la demanda interna juegue un papel dinamizador en la economía es imprescindible que se creen las condiciones para que aumente el ingreso de la población mediante el trabajo.

La autonomía de las empresas estatales es una necesidad imperiosa en el reordenamiento económico del país y esto no tiene nada de coyuntural, es de la estructura misma del sistema económico. Esto está planteado en los “lineamientos”, en “la conceptualización del modelo” y en el “plan de desarrollo” pero no se ha traducido en medidas concretas. Todo lo contrario. Cuando se crearon las Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial (OSDE) se estableció un nuevo eslabón entre las empresas y los ministerios que complicó aun más el sistema de dirección de la economía.

Uno esperaría que esta autonomía se traduzca en aspectos tales como: a) facultades a la dirección de las empresas para la toma de las decisiones económicas, financieras, organizativas y operativas fundamentales de las mismas, b) participación directa y real de los trabajadores en las decisiones fundamentales de las empresas y en la elección de sus dirigentes, y c) asegurar la contribución económica de dichas empresas al presupuesto solo a través del sistema de impuestos.

No entiendo por qué un principio de una “estrategia” tiene que ser implementar lo que ya había sido decidido. Así las cosas, declarar que es necesario “implementar” cuestiones ya decididas hace tiempo, tales como el “redimensionamiento” del sector estatal, aspectos relacionados con las “formas de gestión no estatal”, etc, nos lleva a preguntarnos ¿por qué no se ha hecho a pesar de que estaba decidido? ¿cómo se va a hacer? La realidad es que en esto se ha avanzado muy poco y nuevamente se anuncia la intención pero no se precisa cómo se va a implementar.

Vale la pena mencionar que, en realidad, el llamado “redimensionamiento” del sector estatal (léase reducción de trabajadores, sobre todo en el sector presupuestario) se podría complementar con la potenciación de las formas no estatales de gestión, si es que se quiere evitar, como es de suponer, que miles de trabajadores se queden sin fuente de sustento.

El sentido común sugiere que es necesario crear las condiciones para el desarrollo de la competitividad y la eficiencia y en ello la política económica puede jugar un rol fundamental a través del sistema de incentivos. Incentivar la motivación por el trabajo no se logra con consignas. Eso está más que demostrado pero en Cuba se ha persistido excesivamente en estos mecanismos de movilización social que se agotan muy rápidamente. La motivación principal para el trabajo, además de lo reconfortante que puede ser que resulte profesionalmente estimulante, reside en que mediante su desempeño se reciban ingresos que permitan satisfacer necesidades de consumo y de ocio, así como asegurar una vida digna.

Si el trabajo no permite desarrollar una vida digna no será motivante y, por tanto, se afectará su calidad y su productividad, salvo en el caso de las minorías abnegadas que también puede llegar el momento en que dejen de serlo.

Las medidas asociadas a los “Principios”:

Algunas medidas concretas fueron anunciadas en correspondencia con estos principios:

  1. Fomentar la producción nacional de alimentos. Algunos elementos que apoyarían esto serían: la creación de un Banco de Fomento Agrícola, la flexibilización de la comercialización de este tipo de productos, el impulso a la agroindustria azucarera, el cumplimiento de los sistemas de cobros y pagos y la transformación de las empresas estatales del sector. Mi observación en este punto es que resulta imprescindible crear todos los mecanismos posibles de estímulo a la producción de alimentos. Es inconcebible que el país no pueda asegurar con producción propia la mayor parte de los alimentos que consume. En esto el retroceso que muestra Cuba es inobjetable y se debe a decisiones económicas y políticas erradas que deben ser enmendadas. Nadie sabe mejor que los campesinos qué puede y debe producir. La política agraria debe estar orientada a incentivar la producción para que con la satisfacción de las necesidades de la sociedad los campesinos satisfagan su propio interés.
  2. Autonomía de la empresa estatal. Flexibilización de los objetos sociales de las empresas estatales. Eliminación de la tutela desde los ministerios. Esta medida aun no está suficientemente desarrollada y tendremos que ver cómo se plantea su implementación práctica
  3. Diseño de las Microempresas, Pequeñas y Medianas Empresas, no solo privadas y cooperativas sino también estatales. Finalmente se reconoce la necesidad de dar vía a una necesidad imperiosa del sistema productivo cubano. Se hizo mucho énfasis en que no solo serían formas no estatales sino también estatales e incluso mixtas. En diversas ocasiones varios economistas hemos escrito acerca de la necesidad de promulgar una Ley de Empresa que regule la creación de empresas con personalidad jurídica propia, con independencia del tipo de propiedad. Lo más importante es que tanto el marco legal como el sistema impositivo sean iguales y no privilegien a un tipo de propiedad sobre los otros.
  4. Las empresas no estatales podrán realizar actividades de comercio exterior (exportaciones e importaciones) mediante contratos con empresas estatales designadas para estos efectos. En mi opinión, esta es una medida inadecuada porque cualquier empresa, sea estatal, mixta, cooperativa o privada, debería tener la facultad de exportar e importar con toda libertad sin la necesidad de pasar por el “tamizaje” y mucho menos de pagar el “peaje” que significa el pago de servicios a la empresa del Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera que será la que realmente exporte o importe. En realidad, bajo estas condiciones, el Estado conserva el monopolio del comercio exterior que ha demostrado no ser eficaz. Aunque se diga que se desarrollarán estas tareas mediante contratos, es sabido que si solo se puede contratar con el Estado será éste el que impondrá las condiciones, por lo que los contratos no serán establecidos en pie de igualdad. En esos contratos se establece no solo el cobro de una comisión de servicio, además del cobro de trámites logísticos por parte de la empresa estatal, sino que, por ejemplo, para el caso de los exportadores implicará que una parte de sus ingresos en monedas libremente convertibles se consignará en las cuentas en divisas y la otra se cambiará a pesos cubanos (CUC o CUP). Las preguntas que surgen tras esta medida son: ¿a cuál tasa de cambio?, ¿cada dólar ingresado por exportaciones se cambiará por 24-25 pesos cubanos (CUP)?, ¿funcionará esto así para las empresas estatales que exporten? ¿cómo obtienen divisas los que necesiten realizar importaciones de insumos?, ¿podrán comprarlos en el mercado cambiario o necesitarán que se los envíe un familiar o amigo desde el exterior? ¿a cuál tasa de cambio? Esto pone de relieve un eterno problema no resuelto del sistema económico cubano y es el que tiene que ver con su distorsionado sistema monetario y cambiario, cuya solución no aparece en el horizonte de las medidas anunciadas y sin lo cual todo paquete de medidas se queda corto.
  5. Incentivar la participación de la Inversión Extranjera Directa (IED) en el sistema productivo cubano, especialmente en la producción de alimentos para sustituir importaciones. Es sabido que la IED es una variable fundamental en cualquier estrategia que se oriente al fomento de la producción nacional porque proporciona recursos de capital fresco, transfiere “know how” y además puede conectar la producción nacional con cadenas internacionales de valor. China y Vietnam lograron potenciar sus economías, cambiaron positivamente sus estructuras productivas, mejoraron su inserción internacional y lograron incrementar el bienestar de sus sociedades respectivas (aunque estén lejos aun de ser sociedades democráticas y plurales) en gran medida gracias a incentivar la IED sin restricciones. El sistema de autorización de IED en Cuba es aun excesivamente discrecional, se concentra en un portafolio específico, y requiere de trámites largos y complicados. Sin embargo, para fomentar la IED es imprescindible que las reglas de juego sean transparentes, que el sistema judicial y de arbitraje sean realmente independientes del gobierno, que existan mecanismos eficaces de control de la corrupción, lo cual se resume en un sistema institucional transparente, eficaz y abierto.
  6. Perfeccionamiento del sector no estatal. Con esto se pone fin al tan dilatado e incomprensible “experimento” de las cooperativas, lo cual hace suponer que se impulsará la creación de nuevas cooperativas no agropecuarias. Se anuncia una mayor flexibilidad y ampliación del trabajo por cuenta propia. ¿Se pasará del actual sistema de actividades económicas permitidas a uno en el que se permita todo lo que expresamente no se prohibe?

Una de las cuestiones que llama la atención fue la declaración del ministro de Economía de que estas medidas “llegaron para quedarse”. Uno de los mayores problemas de la organización económica cubana, sobre todo desde los años 80’s, ha sido que los cambios económicos se han producido en momentos de crisis muy aguda (y este tiempo lo es) y cuando esa profunda crisis se supera (sin que se llegue a una bonanza que en realidad no ha existido en las últimas seis décadas), entonces se paralizan las reformas, se fortalece la centralización y se refuerza la economía de “ordeno y mando”. La economía de “ordeno y mando” no tiene un futuro promisorio, solo ha demostrado que es incapaz de promover el desarrollo o de asegurar el bienestar de la sociedad.

Venta de productos en divisas y eliminación del gravamen al dólar estadounidense:

Hacía unos días se rumoraba una medida que desató preocupaciones y críticas en diversos medios y era la decisión de incrementar el surtido de productos que se venderían en las tiendas en las que solo se podría operar con monedas libremente convertibles (MLC). Inicialmente estas tiendas fueron creadas ante la escasez generalizada de divisas en el país y la conversión, en la práctica, del peso convertible (CUC) en una moneda realmente sobrevalorada porque su nivel de circulación excede ampliamente la paridad con su supuesto respaldo, el dólar estadounidense.

Así las cosas, se decidió permitir la creación de cuentas bancarias en MLC transferidas desde el exterior para que las personas naturales pudieran adquirir esos bienes “de gama alta” (para emplear el concepto utilizado por las autoridades cubanas), mediante el uso de tarjetas electrónicas. Ahora ya no solo serán “bienes de gama alta” sino también alimentos y productos de aseo que, dicho sea de paso, están escaseando gravemente en medio de la pandemia. Y es lógico que escaseen porque buena parte de esos productos son importados, porque no se producen en el país y no se producen, principalmente, porque el sistema económico no solo no ha generado los incentivos necesarios sino que incluso los ha destruido.

Si a esto se suma que debido a la pandemia el turismo internacional se redujo a cero, los ingresos en divisas que ha tenido Cuba en los últimos cuatro meses han debido ser muy escasos (lamentablemente, el gobierno cubano no realiza informes periódicos sobre las principales variables de la economía y la situación financiera externa del país sigue siendo considerada secreto de Estado).

Aunque no se quiera admitir, estamos en presencia de una dolarización parcial de la economía y esa dolarización implica el funcionamiento de un mercado en MLC (de las que la más frecuente es el dólar estadounidense) en el que para acceder a él se requiere una transferencia desde el exterior, es decir que con los ingresos del trabajo no se puede acceder a esos bienes que en las condiciones de cualquier país normal se venderían en la moneda nacional del país. Se dolarizan los precios de los bienes que se ofrecen en ese mercado pero no se dolarizan los salarios de los trabajadores.

Desde el punto de vista económico parece una medida de imperiosa necesidad por la casi ausencia de alternativas de captación de divisas, pero desde el punto de vista político es una medida fatal porque profundiza aun más las desigualdades sociales que no son motivadas por diferencias de productividad o de formación profesional y técnica o incluso de esfuerzo o abnegación en el trabajo, sino que están motivadas por la posibilidad o no de recibir remesas desde el exterior. Hace casi treinta años se experimentó con un sistema parecido que al final no dio resultados adecuados porque profundizó las desigualdades por las mismas razones y además, invirtió la pirámide social.

Como paliativo, se anuncia que se mantendrá la venta minorista de estos productos en CUC o en su equivalente en CUP (a una tasa e cambio de 1 CUC = 25 CUP) “a pesar del alto costo que representa para el Estado adquirirlos”. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todos los productos que se venden en CUC (o su equivalente en CUP) son importados pero el problema principal es que con el salario promedio del país e incluso con los salarios más altos es imposible satisfacer necesidades de manera plena en esos mercados y a esos precios, porque los ingresos de la inmensa mayoría de la población son insuficientes para acceder incluso a esos mercados.

¿Puede un trabajador con un salario de una empresa estatal o de una entidad presupuestada acceder sistemáticamente a esos mercados con sus ingresos derivados del trabajo? ¿Puede un jubilado, incluso profesional, con una pensión de 310 CUP comprar un pollo importado (porque las granjas cubanas son incapaces de producir pollos) gastarse 5 CUC (125 CUP) en un pollo? ¿Cuántos días come un jubilado cubano con semejante ingreso? Y que conste que muy probablemente ese jubilado o jubilada fue una persona que puso su vida al servicio de la Revolución con abnegación y desinterés porque confiaba en un “futuro luminoso” que nunca llegó y que cada día se ve más lejos, hasta el punto de suponerse imposible.

Parte de la nueva política económica es una medida que resulta muy adecuada es la supresión del gravamen del 10% a las transferencias en dólares estadounidenses. Habría que ver si también la aplicarán a los cambios de dólares por algunas de las monedas nacionales, que sería lo correcto. Se habla de los costos que significaba operar en dólares. Si los costos eran tan altos ¿por qué se aceptaba? o ¿por qué se sigue aceptando? No tiene sentido establecer un gravamen a la adquisición de una moneda que se necesita imperiosamente. En mi opinión, fue un error establecerlo en su momento y ahora se subsana, afortunadamente.

Finalmente, se establece la creación de un mercado mayorista para evitar que los trabajadores por cuenta propia tengan que adquirir sus insumos en las redes minoristas, pero este mercado se establece en MLC.

Una medida eternamente pendiente.

Algunos analistas consideran que la dolarización parcial de la economía en los años 90’s y el establecimiento de la dualidad monetaria cumplió su papel cuando fue establecida pero que después comenzó a crear más problemas de los que resolvía. En mi opinión, fue un error desde el principio. Nunca debió funcionar una dualidad monetaria y cambiaria. China y Vietnam utilizaron sistemas parecidos (tipos de cambio múltiples y diferenciados) pero con bastante celeridad fueron unificando sus sistemas cambiarios en medio de procesos de devaluación.

Al realizarse una dolarización parcial en la economía se dejó por fuera del proceso al resto del mercado que funcionaba solo en pesos cubanos (incluidos los ingresos de los trabajadores) y con ello se estableció una segmentación que desordenó el sistema contable, el sistema de precios y el funcionamiento mismo de la economía y marginó a los trabajadores cubanos de ese mercado “emergente” que funcionaba en la divisa estadounidense.

Eso que debió ser algo temporal y específico se fue convirtiendo en permanente y general, con lo cual aquellas personas que no recibían ayuda de familiares o amigos desde el exterior o que no podían dedicarse a actividades por cuenta propia y obtener, por tanto, ingresos mucho más cercanos “a las condiciones del mercado”, fueron engrosando las filas de una pobreza silenciosa y jamás reconocida en las estadísticas oficiales.

Así las cosas, la solución del tema monetario y cambiario no solo es de urgencia económica sino también política. ¿Aceptará la población cubana que con estas medidas vuelve a ser marginada y diferenciada que esto se repita por otras décadas porque la dirección del país sigue buscando enfrentar los problemas persistentes con fórmulas viejas que demostraron su ineficacia a mediano y largo plazo?

Las condiciones actuales dejan sin efecto, en la práctica, el funcionamiento del CUC. No tiene sentido seguirlo emitiendo. De esta forma, el CUP recuperaría su condición de moneda nacional. Sin embargo, para que esto ocurra sin que se creen desequilibrios externos, parecería que la única opción sería devaluar sustancialmente su valor frente al dólar estadounidense o frente al euro. Esta devaluación, por otra parte, podría favorecer a la producción nacional porque encarecería relativamente las importaciones y abarataría relativamente las exportaciones, tanto de bienes como de servicios.

Una solución de anclaje nominal no resulta efectiva, como demuestra la experiencia histórica de su utilización en otros países de América Latina, porque no se avizora una recuperación del equilibrio externo en el corto plazo. Y si el equilibrio externo se rompe, el anclaje nominal deja de funcionar porque la moneda anclada tiende a sobrevalorarse. Esto es justamente lo que ha pasado tanto con el tipo de cambio oficial del CUP como con el tipo de cambio del CUC. Ambas son monedas, ancladas nominalmente al dólar estadounidense con un tipo de cambio fijo y por tanto sobrevaloradas, porque ese tipo de cambio no refleja la realidad económica.

En mi opinión, este proceso debería ir ligado a una reforma profunda del sistema económico, que reduzca significativamente el nivel de empleo en el sector estatal presupuestado, aboliendo una serie de actividades que no deberían desarrollarse con cargo al presupuesto y estimular, en cambio, el traspaso de buena parte de esa fuerza de trabajo empleada a actividades por cuenta propia, o a formas “no estatales” de gestión o también a empresas estatales (cuyo funcionamiento no depende del presupuesto). De esta forma, el sector estatal presupuestario podría reorganizarse incrementando salarios y pensiones.

Una moneda nacional con una tasa de cambio debidamente fundamentada contribuiría significativamente al restablecimiento los equilibrios perdidos en la economía nacional, permitiría el establecimiento de precios relativos que tendrían en cuenta las condiciones internacionales y permitiría que las señales del mercado actuasen eficazmente e incluso faciliten el proceso de regulación estatal de éste.

A manera de resumen.

El gobierno cubano adopta una serie de medidas económicas adecuadas, aunque algunas de ellas están pendientes de ser precisadas en su implementación, especialmente las que se relacionan con la creación de microempresas, pequeñas y medianas empresas tanto estatales como no estatales, las relacionadas con una reforma de la empresa estatal apuntando hacia su autonomía económica y operativa, la creación de mercados mayoristas (aunque no solo deberían crearse en MLC), y la flexibilización del trabajo por cuenta propia.

La venta de mercancías en MLC es una medida de imperiosidad económica pero contiene un peligro político que, probablemente, no se ha considerado adecuadamente.

Continúa dilatándose la solución del problema relativo a la multiplicidad de monedas (agravado ahora con la irrupción de MLC que, en tanto depósitos a la vista son equivalentes a dinero en circulación) y de la multiplicidad de los tipos de cambio que siguen generando distorsiones e incentivos negativos en la economía nacional.

Finalmente, falta un planteamiento integral que permita delinear una estrategia para el fomento de la producción industrial y agropecuaria que modifique la actual cuasi parálisis y los serios problemas de eficiencia, productividad y competitividad de esos sectores.

18 julio 2020 26 comentarios 387 vistas
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