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Mauricio De Miranda Parrondo

Mauricio De Miranda Parrondo

Economista cubano. Doctor en Economía Internacional y Desarrollo. Profesor Titular e Investigador de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Colombia.

Medidas para enfrentar la inflación actual en Cuba

por Mauricio De Miranda Parrondo 4 febrero 2022
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

La inflación es uno de los más graves problemas para cualquier economía porque deteriora el poder adquisitivo de los ingresos de la población. Ello es especialmente complicado en casos como el de Cuba, que arrastra una brecha considerable entre los ingresos promedio y el costo de la vida, especialmente desde la crisis de los años noventa.

Por lo general la inflación se mide a partir del índice de precios al consumidor, que no es otra cosa que la comparación de los precios de una «canasta básica» de bienes y servicios de los «consumidores promedio» de un año corriente respecto a un año base, que usualmente es el anterior. En países donde se mantiene un seguimiento sistemático de los precios, es usual que se calcule la variación de los mismos tanto mensualmente como en el acumulado del año y en su valor interanual.

La determinación de la canasta básica es crucial, porque expresa qué bienes y servicios se incluyen en la estructura de gastos de un consumidor promedio y cuál es la ponderación de cada uno como resultado de su peso específico en el consumo promedio.

Como quiera que aparecen nuevos productos y servicios en el consumo de la población, se requiere revisar la estructura de la canasta cada cierto tiempo con el fin de reflejar esos cambios. Para ello es imprescindible contar con información sistemática y pertinente respecto a la estructura del gasto de los hogares, lo cual se realiza mayormente a partir de encuestas.

Hasta el momento no he visto una información oficial de cómo se ha construido en Cuba esa canasta de bienes, que no solo serviría para medir el incremento de los precios minoristas del consumidor promedio, sino también para establecer el valor mínimo de los salarios y pensiones.

Es un hecho, sin embargo, que ese cálculo falló, porque el valor previsto para la canasta por el llamado «Ordenamiento» fue de 1.528 pesos mensuales, que determinarían la pensión mínima. No obstante, de acuerdo con la intervención de Marino Murillo —entonces jefe de la «Comisión de Implantación de los Lineamientos», ante la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular en octubre pasado—, el valor real de la canasta básica, hasta agosto, era de 2.821 pesos en el promedio nacional y de 3.250 pesos en La Habana. Ambas cifras son considerablemente superiores al salario mínimo de 2.100 pesos, y a la mayor parte de las pensiones.

Las autoridades cubanas anunciaron una inflación anual de 77,3% en 2021; mientras, The Economist Intelligence Unit estimaba en su último informe del cuarto trimestre sobre la economía de la Isla que los precios de consumo se incrementarían 739,6%.

2/3 El pronóstico de estancamiento (0,1%) del PIB de Cuba en 2021 que hace The Economist Intelligence Unit (EIU) es inferior al estimado oficial de 2%, mientras que el recálculo de inflación de 739,6% para 2021 es mucho mayor que la inflación de 424% pronosticada anteriormente

— Pedro Monreal (@pmmonreal) December 25, 2021

Resulta difícil aceptar una u otra cifra sin conocer la estructura de la canasta y el comportamiento real de los precios en cada uno de los ítems. Pero, más allá de comprobar la cifra real, en la vida cotidiana de las personas se percibe que los importes a pagar por la mayor parte de los bienes y servicios han aumentado ostensiblemente, mucho más que los ingresos.

Esto ensancha la brecha que existe desde el llamado Período Especial entre ingresos y gastos monetarios para asegurar condiciones de supervivencia a la mayor parte de la población.

Es sabido que en 2021 ocurrió un ascenso generalizado de precios a nivel mundial, debido al aumento de los importes del petróleo y al considerable incremento de tarifas por el uso de contenedores en el comercio internacional, entre otros factores. En consecuencia, aumentó el costo de las importaciones y el costo de producción. Sin embargo, de acuerdo con las estadísticas del Fondo Monetario Internacional, la inflación mundial en 2021 fue de solo 4,8% si se considera el indicador al final del período. En Estados Unidos los precios se incrementaron en 5,1%, según la misma fuente.

Los factores mencionados han afectado también a Cuba, a pesar de ello, no son responsables de una estampida inflacionaria. Entre las principales causas específicas de esta situación en la Isla pueden establecerse:

1. El aumento de salarios y pensiones decretado por el «Ordenamiento» se produjo en medio de una profunda escasez en la oferta de bienes de consumo, lo que significó un incremento de la oferta monetaria sin respaldo en la producción de bienes y servicios, y constituyó un grave error de política económica.

2. La unificación cambiaria decretada por el gobierno, con una tasa de cambio de 24 pesos cubanos por dólar, carece de fundamento económico porque la divisa estadounidense se vendía en el mercado informal desde fines del año pasado a un valor mucho mayor, y en el mercado cambiario institucional no existían dólares para vender.

De acuerdo con las estimaciones realizadas por El Toque, el 31 de diciembre pasado el dólar en efectivo se compraba tres veces más caro que el valor oficial, en tanto el dólar en depósitos en las cuentas para operar en tiendas en moneda libremente convertible (MLC) era 3,40 veces más costoso. El 2 de febrero de 2022 esas cifras son 4,17 y 4,15 veces, respectivamente.

Inflación (3)

(Fuente: El Toque)

3. La creación de tiendas en MLC —en las que se venden bienes de consumo que ya no son de «alta gama» como al principio anunciaron las autoridades, pues abarca alimentos y otros bienes básicos— no permitió que se produjera la tan esperada y necesaria unificación monetaria, en un sistema en el que el peso cubano ejerciera su soberanía en todas las transacciones.

Esa pérdida de soberanía dentro del territorio nacional es un factor adicional de desvalorización de la moneda cubana, que reduce su demanda para cumplir las funciones del dinero como medida de valor y como medio de circulación, y ni siquiera puede constituir un depósito confiable de valor.

Frente a esto, además de una serie de profundas trasformaciones estructurales sobre las que he insistido en varias oportunidades, y de cambios en la política económica y en el sistema institucional y de toma de decisiones; resulta imprescindible considerar las siguientes medidas:

1. Eliminar todo tipo de restricciones al emprendimiento privado y cooperativo, excepto aquellas actividades que favorezcan al crimen organizado. Esto debe traducirse en la posibilidad de establecer empresas, no solo pequeñas y medianas, en los sectores industrial, agropecuario, de transportes, comunicaciones, servicios, etc.

2. Diseñar un marco legal para construir un clima adecuado para los negocios, con regulaciones que permitan evitar la formación de monopolios y oligopolios privados que resultan lesivos a los consumidores, así como eliminar los que actualmente pertenecen al Estado, entre ellos los del comercio exterior, las telecomunicaciones, transportes, producción industrial, acopio agropecuario, comercio interior, servicios profesionales, etc.

3. Establecer un sistema cambiario flexible, con una tasa de cambio que refleje las condiciones del mercado y permita el funcionamiento de un mercado institucional transparente, en el que el Banco Central pueda ejercer su papel de regulador constituyendo temporalmente una banda cambiaria que marque los límites de su intervención y coadyuve a la estabilidad de la moneda nacional.

4. Devolver la plena soberanía al peso cubano, otorgándole curso legal forzoso y fuerza liberatoria ilimitada dentro del territorio nacional. Para ello, es necesario que las actuales tiendas que operan en MLC funcionen en pesos cubanos, reflejando la tasa de cambio de mercado.

Esta es apenas una propuesta de medidas inmediatas que en mi opinión resulta inevitable adoptar para contener la actual espiral inflacionaria. Ellas permitirían crear condiciones para el funcionamiento de mercados institucionales transparentes, tanto de bienes, como de servicios, trabajo y cambiario.

Adicionalmente, sería imprescindible abordar una estrategia de crecimiento que incluya la captación de recursos de inversión provenientes del exterior para compensar la escasez de ahorro interno que caracteriza a la economía cubana.

Ahora bien, la lentitud que han demostrado las autoridades, en contraste con la urgente necesidad de adoptar profundas reformas estructurales, revela las falencias del mecanismo de toma de decisiones y del sistema institucional mismo, por lo cual reitero que difícilmente puedan realizarse tales cambios económicos inaplazables con el actual ordenamiento institucional. Cuba también necesita un profundo cambio político e institucional.

4 febrero 2022 51 comentarios 3.173 vistas
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Mercado cambiario (2)

El mercado cambiario informal en Cuba y los problemas del des-ordenamiento monetario

por Mauricio De Miranda Parrondo 25 enero 2022
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

Tal y como habíamos previsto algunos economistas, el peso cubano continúa en una estampida devaluacionista en el mercado informal de divisas, que se ha agravado a partir del inicio del 2022. Mientras, el tipo oficial se mantiene en el valor ficticio de 24 pesos (CUP) por un dólar.

De acuerdo con la tasa representativa del mercado informal que calcula El Toque, el 24 de enero de 2022 el euro ya se vendía a 105 CUP, el dólar en efectivo a 99 y el dólar en depósitos en cuentas (MLC) a 97.

El gráfico muestra una tendencia ascendente en el precio de las principales divisas que se comercializan en el mercado informal cubano. Adicionalmente, se ha borrado la brecha entre el dólar en efectivo (USD) y el dólar en depósitos. También se observa que mientras en el mercado internacional un euro (EUR) se cotiza a 1,13 USD, en el mercado informal cubano se cotiza a 1,06. Estas dos situaciones son ilustrativas de una preferencia del público hacia el dólar en efectivo.

Desde el comienzo de la llamada «Tarea Ordenamiento» se apreciaban distorsiones en el mercado informal de la Isla. De hecho, la principal distorsión es su existencia misma, ante el error de las autoridades económicas del país de establecer una tasa de cambio ficticia entre el USD y el CUP, debido a la incapacidad del Banco Central de ofrecer la divisa extranjera al precio fijado.

Mercado cambiario (1)

(Fuente: El Toque)

Posibles razones de corto plazo

Como es sabido, la «Tarea Ordenamiento» comenzó a funcionar el 1ro de enero de 2021, un tiempo después de establecidas las tiendas en monedas libremente convertibles (MLC), es decir, en condiciones de una re-dolarización parcial del mercado. Ya desde antes había reaparecido el mercado cambiario informal, debido a que no existía oferta oficial de monedas extranjeras. Esta situación, unida a la decisión de abrir las referidas tiendas, dinamizó el mercado informal en el que las divisas comenzaron a incrementar su valor expresadas en CUP.

Al principio, el USD efectivo tenía un valor ligeramente superior al de los depósitos en cuentas, porque la mayor parte de los cubanos con activos en la moneda estadounidense prefería mantenerla en efectivo y solo depositar lo que fuera necesitando paulatinamente.

Cuando el gobierno cerró la posibilidad de depositar USD efectivos en las cuentas MLC, comenzaron a aparecer transacciones que involucraban dólares en depósito y los mismos empezaron a mostrar una cotización superior a la del efectivo, lo que se explica por el uso que podía dársele para adquirir bienes que solo se comercializan en las tiendas establecidas a estos efectos. Las necesidades de bienes llevaron a una preferencia por la liquidez expresada en depósitos y no en efectivo de la moneda estadounidense.

De igual forma, después de ciertas distorsiones entre el precio del euro y del dólar, el mercado informal se estabilizó y comenzó a reflejar aproximadamente la relación entre ambas monedas que existe en los mercados internacionales.

No obstante, desde comienzos de año, cuando se revitalizó en cierta medida el movimiento de pasajeros y nuevas posibilidades de emigración, pareció desatarse una mayor demanda de efectivo de la divisa estadounidense. Si esto es así, significa que el peso cubano podría continuar depreciándose, sobre todo si no se verifica un incremento del turismo o de las remesas que entran al país por canales no institucionales.

Desde que se aplicó el llamado «Ordenamiento» era evidente que, debido a las condiciones en las que se implementó esta medida, la moneda nacional iría perdiendo valor frente a las divisas extranjeras. Ello es necesario explicarlo, no solo a partir de razones coyunturales y de corto plazo como las expresadas, sino por las que atañen a la concepción misma del proceso adoptado junto a una re-dolarización parcial del mercado.

Razones relacionadas con la concepción de la medida

Como he expresado en otras oportunidades, la dolarización de la economía en los noventa fue una decisión errada de política económica. Desde esa época opiné que era necesario eliminar la dualidad monetaria, porque además de segmentar mercados y no permitir el establecimiento de canales adecuados para la formación de precios relativos —debido a la existencia de tipos de cambio múltiples y de desconexión de los mercados que funcionaban en monedas distintas—, se generaba una significativa exclusión de la mayor parte de la población para acceder al mercado en el que solo se vendían productos en la divisa estadounidense y después en los llamados pesos convertibles (CUC), que muy rápidamente dejaron de serlo en realidad.

A esto debemos añadir que al existir un mercado al que se accedía únicamente con monedas distintas a la del país, ello repercutía en que se desvalorizaba la moneda nacional, que perdió demanda incluso dentro de las fronteras insulares. Además, la dolarización en la economía cubana, como también he manifestado anteriormente, ha sido una dolarización de los gastos, cada vez mayores por la parálisis de la producción nacional, mientras los ingresos no estaban dolarizados. Ante tal escenario era lógica una erosión sistemática y creciente del poder adquisitivo de la población. Es decir, la dualidad monetaria ha tenido efectos nocivos tanto desde el punto de vista económico como político.

Con el reemplazo del dólar por los CUC en la circulación interna, el Estado cubano captó toda la moneda estadounidense que circulaba y pudo contar con los recursos para influir en el mercado cambiario, en el que la moneda nacional se apreció relativamente en comparación con la situación del mercado informal durante el llamado Período Especial y se logró una relativa estabilidad cambiaria.

Sin embargo, la indisciplina financiera del gobierno cubano, unida al incumplimiento de su compromiso de mantener solo una cantidad de CUC en circulación que representara su relación de paridad con el USD; les llevó a emitir más unidades monetarias que las respaldadas por dólares estadounidenses en las reservas del país, con lo cual se sobrevaloró el peso convertible (formalmente valía más de lo que debía), haciendo que la tasa de cambio de paridad se alejara de la realidad.

A pesar de lo anterior, mientras el Banco Central estuvo en condiciones de asegurar el precio del CUC, y por tanto de la divisa estadounidense, a una tasa de cambio de 24-25 pesos cubanos, el mercado cambiario mantuvo una relativa estabilidad.

Mercado cambiario (3)

Tipo de cambio – 24/enero/2022

Cuando se decidió la «Tarea Ordenamiento», el país enfrentaba la más severa crisis económica desde el llamado Período Especial. Dos factores externos han agudizado las condiciones económicas: 1) la drástica reducción de ingresos en divisas provocada por la caída del turismo y 2) el endurecimiento de las sanciones económicas de Estados Unidos adoptadas por la administración Trump. No obstante, la economía cubana ha sido afectada por errores de política económica, entre los que pueden mencionarse:

1) Lentitud en la adopción de las reformas, algunas de las cuales estaban consignadas en los Lineamientos de la Política Económica y Social adoptados en 2011, incumplidos y luego «actualizados» en 2016.

2) Ausencia de reformas estructurales que condujeran al incremento de la producción de bienes y servicios.

3) Restricciones al desarrollo de las fuerzas productivas impuestas por el mantenimiento de un alto nivel de centralización de las decisiones económicas.

4) Medidas contraproducentes de intervención estatal con topes de precios en bienes y servicios provistos por trabajadores por cuenta propia.

5) Vaivenes en la política respecto a este grupo de trabajadores.

6) Incapacidad del país para atraer suficientes recursos de inversión extranjera en actividades de producción.

El verdadero ordenamiento monetario debió significar la unificación de los tipos de cambio en uno económicamente fundamentado a partir de las condiciones del mercado; debió asegurar la unificación del sistema monetario en torno a una moneda nacional soberana en todas las transacciones dentro del territorio nacional, es decir, como ya he afirmado, garantizarle al peso cubano un curso legal forzoso y una fuerza liberatoria ilimitada en el mercado doméstico.

Por el contrario, la llamada «Tarea Ordenamiento» no significó la unificación adecuada del tipo de cambio, sino que estableció uno lejano a las condiciones que ya mostraba el mercado, en el que la escasez de divisas había conducido a la desaparición del mercado cambiario oficial y a la potenciación de uno informal donde la devaluación del peso era mucho mayor a la reconocida oficialmente.

Esto convirtió, de plano, a la tasa oficial en ficticia y sobrevaloró de nuevo a la moneda nacional por su tipo de cambio oficial, al tiempo que la misma se desplomaba en el mercado informal y verdaderamente existente.

Mercado cambiario (4)

(Foto: dreamstime)

Tampoco eliminó la dualidad monetaria, porque se ha producido una re-dolarización parcial del mercado debido a la coexistencia de tiendas en MLC, en las que se vende una serie creciente de productos inexistentes en las escasas tiendas que expenden en pesos cubanos. Desde el momento en que esto ocurre la moneda nacional pierde valor real, porque con ella no se pueden adquirir todos los bienes y servicios ofertados en el mercado nacional.

Tal y como ocurrió en los años noventa, poco a poco diversos servicios y una serie importante de bienes, incluso básicos, han comenzado a ofrecerse en el mercado que opera en divisas, por lo que la dolarización avanza a expensas del uso del peso cubano. Esta situación es una razón adicional para que la moneda cubana se deprecie, simplemente porque con ella no es posible satisfacer todas las necesidades de consumo doméstico.

Las autoridades solo han apelado a expedientes ya usados que ahora generan, nuevamente, desproporciones en el mercado e inequidad en la sociedad. Toda esta situación gravita significativamente sobre la inflación que, como varios economistas sostenemos, constituye un duro impuesto a los sectores más vulnerables.

Desafortunadamente, no se ha hecho pública la metodología de cálculo de la canasta básica de bienes y servicios a partir de la cual se mide la inflación. La Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) solo ha mencionado en su informe sobre el Índice de Precios del Consumidor (IPC) que cuenta con 298 bienes y servicios, los que representan el 90% del gasto de los hogares. Sin embargo, en los últimos meses se ha hecho cada vez más evidente que en el mercado en pesos únicamente es posible obtener una parte de los bienes precisos para satisfacer las necesidades más elementales de la población.

La ONEI acaba de publicar que la inflación interanual en 2021 ha sido un 77,33% (en comparación con diciembre de 2020). Por su parte, The Economist Intelligence Unit, en su informe sobre la economía en el último trimestre de 2021, estimó la inflación en 740%. Sería interesante conocer cómo refleja la ONEI —y si lo hace—, los cambios de precios en pesos motivados por la devaluación en el mercado informal; porque si consideran el tipo oficial, entonces estarían subvalorando la inflación real.

Un simple ejemplo ilustrativo de cómo influye el comportamiento del mercado informal de divisas en la inflación, se verifica al analizar el precio en pesos de un bien, como el pollo, que se vende en tiendas en MLC. Aunque su precio se mantenga fijo en 6 USD el kilo, si ese pollo se compró el 24 de enero de 2021 (usando la tasa del mercado informal publicada por El Toque, de 45 CUP por USD-MLC) y el comprador debió adquirir esos 6 USD en el mercado informal, tuvo que destinar para ello 270 CUP.

En cambio, ese mismo kilo de pollo, el 24 de enero de 2022, un año después, representa 582 CUP. Es decir, el precio en pesos de un kilo de pollo ha aumentado 2,15 veces en un año por efecto de la devaluación en el mercado informal.

Si consideramos las pensiones mínimas de los jubilados, un kilo de pollo hoy le representa a una de estas personas ¡el 38,1% de sus ingresos! Entonces, las opciones son: destinar una parte mayor de los exiguos ingresos para comprar un alimento básico, o depender de la ayuda familiar desde el exterior. Lo que sí resulta claro es que ese nivel de pensión, así como también los niveles mínimos —e incluso bajos— de salario son insuficientes para vivir.

Mercado cambiario (5)

(Imagen: Observatorio cubano)

Lo que podría hacerse desde la Economía para corregir estos problemas

Sin duda hay mucho por hacer en materia económica en Cuba. Para empezar resulta imprescindible una reforma estructural que apunte a:

1) remover, por ineficiente, el modelo de administración centralizada de la economía, permitiendo el despliegue de las relaciones monetarias y mercantiles;

2) liberar las fuerzas productivas eliminando una serie de restricciones que aun subsisten en el desarrollo de la producción de bienes y servicios por parte de los sectores privado y cooperativo;

3) crear un adecuado clima de negocios con un marco jurídico trasparente que genere incentivos estables y suficientes, tanto al emprendimiento a nivel nacional como en forma de inversión directa extranjera; y

4) eliminar monopolios estatales que combinan altos precios con gran ineficiencia. El análisis de estas y otras medidas requiere de un espacio adicional al presente.

Finalmente, con relación al rol del peso cubano en la economía nacional, el desarrollo del mercado informal de divisas y la segmentación persistente asociada a la re-dolarización parcial, considero indispensable lo siguiente:

1) adoptar un tipo de cambio flexible del peso cubano respecto a las principales divisas internacionales que refleje las condiciones del mercado;

2) recuperar, con un tipo de cambio económicamente fundamentado, el mercado cambiario formal, bajo la conducción del Banco Central y con la participación de las demás instituciones del sistema bancario y financiero;

3) eliminar las tiendas en monedas libremente convertibles y todo tipo de oferta de bienes y servicios en estas monedas dentro del territorio nacional, permitiendo la plena soberanía del peso cubano para cualquier transacción.

Estas medidas no solucionan todos los problemas, ni eliminarán la inflación porque este fenómeno es el resultado de una excesiva emisión de dinero circulante sin respaldo en la oferta de bienes y servicios. Sin embargo, si se adoptan cambios radicales en los mecanismos de funcionamiento de la economía de forma tal que aumente la producción de bienes y servicios, la sustitución de importaciones con producción nacional podría contribuir a disminuir el efecto de la devaluación en la formación interna de los precios y, al mismo tiempo, esta podría estimular la competitividad de la producción doméstica.

El llamado «Ordenamiento» no ha sido tal. Debido a una medida adoptada a destiempo y con graves problemas de diseño y secuencia, se han generado otros, entre los cuales están: la incertidumbre cambiaria, la desvalorización del peso cubano por su escasa soberanía y, lo peor, se ha creado una nueva forma de exclusión económica de parte considerable de la población cubana que carece del acceso a divisas para satisfacer necesidades básicas. En consecuencia, los errores de política económica se agravan ante un error político que socava los fundamentos sociales que sustentaron, en su momento, el ideal revolucionario.

25 enero 2022 32 comentarios 3.609 vistas
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Des-ordenamiento

El des-ordenamiento monetario y la culpa que no es del totí

por Mauricio De Miranda Parrondo 10 enero 2022
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

En estos días circula un spot publicitario de la Presidencia y del Gobierno de Cuba en el que se incluyen varias frases del viceprimer ministro y ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, dichas en la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular del pasado mes de diciembre. En el material propagandístico expresa: «No es verdad que la causa de la inflación en Cuba es el erróneo diseño del ordenamiento monetario y el momento inadecuado en que el gobierno decidió implementarlo. No es cierto. Todo esto estuviera presente con y sin ordenamiento monetario».

Y más adelante afirma:

«Sin ordenamiento monetario tuviéramos escasez, tuviéramos pérdida de la capacidad adquisitiva del salario, tuviéramos incremento de precios porque tenemos déficit productivo. Todos esos fenómenos que son la base de la inflación no tienen su causa en el ordenamiento monetario, con independencia de que el ordenamiento monetario, y somos nosotros los primeros en reconocerlo, tiene problemas de diseño y muchos problemas en su implementación (…)».

¿Es el Ordenamiento Monetario la causa de la inflación que sufre hoy la economía cubana?

¿Qué de positivo trajo el Ordenamiento Monetario a la economía nacional?

A estas preguntas responde el viceprimer ministro y titular de Economía y Planificación, @AlejandroGilF. 👇 👇 👇 pic.twitter.com/1r1IM781IK

— Presidencia Cuba (@PresidenciaCuba) January 4, 2022

¿Ordenamiento o des-ordenamiento monetario?

Los dirigentes cubanos persisten en defender a toda costa lo que han llamado «ordenamiento monetario» y que en realidad solo fue una devaluación del tipo de cambio oficial del peso cubano de 2.300%, para eliminar el sistema de cambios múltiples que existía anteriormente.

En verdad, el ordenamiento monetario requería la adopción de varias acciones, a saber: 1) eliminar la dualidad monetaria con el fin de establecer la soberanía plena del peso cubano en todas las transacciones dentro del territorio nacional; 2) definir un régimen cambiario relativamente flexible para contener por esa vía ciertos choques externos; 3) erradicar los tipos de cambio múltiples, unificándolos para todas las transacciones con una tasa económicamente fundamentada en las condiciones del mercado; 4) reajustar precios, salarios y pensiones.

Sin embargo, todas estas acciones hacen parte de la esfera de la circulación, por eso resultaba necesario que antes de proceder a esa determinación —que por como fue concebida implicaría una emisión considerable de papel moneda con afectaciones al equilibrio monetario—; se garantizaran las condiciones para un incremento de la producción de bienes y servicios a partir de una profunda reforma estructural en el sistema empresarial, en el régimen de propiedad y en la autorización de actividades económicas privadas con muy escasos límites.

Es decir, antes de promover cambios imprescindibles en el sistema monetario era preciso crear condiciones para el aumento generalizado de la producción, con independencia de si esto ocurría desde el sector estatal, el privado o el cooperativo. En política económica, el orden de los factores sí altera el resultado.

Ahora bien, al margen de los problemas de secuencia —sobre los cuáles varios economistas hemos insistido—, la unificación cambiaria adoptada está muy lejos de constituir un ordenamiento monetario. En realidad, presenciamos un nuevo des-ordenamiento, que afecta no solo al sistema monetario sino a toda la economía.

Se decidió adoptar un tipo de cambio fijo de 24 pesos cubanos (CUP) por un dólar estadounidense (USD), que no reflejaba las condiciones del mercado, afectado por una escasez gravísima de dólares derivada del derrumbe del turismo y la crisis crónica de las exportaciones de bienes. Mientras tanto, el mercado informal se adecuó rápidamente a la relación entre oferta y demanda y allí el dólar se cotizó a un valor entre 35 y 40 CUP desde fines de 2020 y principios de 2021. Un año después de asumida la medida, la divisa estadounidense supera los 70 CUP.

Des-ordenamiento (2)

(Imagen: El Toque)

¿Cómo es posible realizar una reforma cambiaria sin que el sistema bancario o las casas de cambio oficiales estén en condiciones de vender la divisa extranjera? Lo que ciertamente se ha hecho es reemplazar un tipo de cambio sin fundamento económico por otro, menos separado de la realidad que el anterior, pero alejado también, lo cual no permite que cumpla con su función de puente entre la economía doméstica y la internacional, ni propicie el establecimiento de precios relativos adecuados.

En consecuencia, los precios relativos que se establecen al cambio de 24 por 1 no son reales y, por ende, se mantiene una distorsión que afecta tanto la determinación de los costos de producción, los precios domésticos de bienes que contienen insumos importados, como los precios de exportación e importación, y no permite la convertibilidad real de la moneda cubana. ¿Qué sentido tiene implantar precios ficticios en una economía? Ninguno. Pero cuando ese precio ficticio es el de las divisas, se está afectando seriamente la conexión entre la economía nacional y la economía mundial.

Además, como he explicado en otras oportunidades, al existir una brecha cada vez más grande entre el tipo de cambio oficial y el informal, siendo este último mayor que el primero, ello se traduce en una sobrevaloración artificial de la moneda nacional que afecta la competitividad de las exportaciones, encareciéndolas, y al mismo tiempo abarata, también artificialmente, las importaciones.

De forma adicional, lo que ha sido llamado «ordenamiento» por las autoridades cubanas se produjo al mismo tiempo que la adopción de una dolarización parcial de la economía, al crear un mercado que opera monedas libremente convertibles a través de depósitos bancarios, la mayor parte de los cuales provienen del exterior.

Aunque en los inicios ese mercado se reservaba para «bienes de alta gama», poco a poco se fueron incorporando alimentos y una creciente variedad de productos básicos para la vida de las familias. O sea, se volvió al expediente de los años noventa que creó la dualidad monetaria, la segmentación de los mercados y, a fin de cuentas, no solo el desorden monetario, sino que profundizó el desorden de la economía del país.

De modo que el «ordenamiento» no produjo la indispensable unificación monetaria que debería permitir que el peso cubano fuera la única moneda en circulación para realizar todas las transacciones domésticas y que, además, fuera una moneda convertible al interior del país, incluso para realizar transacciones económicas internacionales. Por el contrario, a fin de cuentas se mantuvo la presencia de monedas extranjeras en las transacciones domésticas, lo que genera incentivos perversos a los productores —inclusive a los estatales—, que prefieren dirigir su oferta hacia estos mercados, con la excusa de compensar sus costos en divisas.

Por otra parte, el reajuste de precios, salarios y pensiones a partir del «ordenamiento», se realizó sobre bases que han demostrado ser incorrectas. Nunca supimos cómo se construyó la famosa canasta básica de bienes y servicios, no sabemos cuáles bienes y servicios incluía y en qué ponderación determinan el costo de esa canasta básica.

Además de los errores técnicos evidentes, también se cometieron errores políticos, como el caso de las pensiones de jubilación establecidas por debajo del salario mínimo, sin que se tuviera en cuenta el aporte de esos jubilados a la economía nacional, las artes, la cultura, la educación, la ciencia, la producción, los servicios o a la defensa, durante el período en el que estaban en activo.

Des-ordenamiento (3)

Los jubilados recibieron pensiones muy bajas que no fueron ajustadas con las sucesivas reformas del sistema pensional. (Foto: CubaCute)

Como resultado de las inmensas distorsiones de precios y salarios acumuladas desde los años sesenta, los jubilados recibieron pensiones muy bajas que no fueron ajustadas con las sucesivas reformas del sistema pensional. Esto, además de un error político, ha sido una injusticia con este grupo de personas que por su edad resultan altamente vulnerables.

En el artículo «La economía cubana: entre la confusión y el sin sentido», expliqué que era lógico que los precios subieran cuando en un mercado afectado por una severa escasez, se incrementa la oferta monetaria como resultado de aumentos nominales de salarios y de pensiones.

Es evidente que tal incremento de precios habría sido inferior en un contexto económico diferente a la pandemia, pero la parálisis del sector productivo cubano no es un problema coyuntural sino estructural, y se relaciona con la pretensión, claramente ineficaz, de que el Estado está en condiciones de proveer todos los bienes y servicios que necesita la sociedad. Ahora, presionados por las circunstancias, parecen reconocer que no son todos sino los fundamentales, y también en eso se equivocan.

En mi opinión, nunca se debió apelar a la dualidad monetaria en la economía cubana. No fue una decisión económica ni política adecuada. Sin embargo, una vez adoptada debió ser una medida temporal. La temporalidad fue solo la circulación del dólar, reemplazado luego por el llamado peso convertible (CUC) que generó aún mayor desorden en el sistema monetario cubano, con una moneda convertible que fue perdiendo esa condición en la medida en que el emisor aumentaba su oferta sin el debido respaldo en dólares con el que supuestamente nació.

La dolarización de los gastos, pero no de los ingresos, empobreció a la mayor parte de las familias cubanas que vivían de su trabajo. Ese proceso de empobrecimiento se fue acumulando por décadas y debió ser atendido con profundas reformas estructurales.

Resulta inadmisible que después de que la unificación monetaria y cambiaria se convirtiera en un «lineamiento de política económica y social» en el 6to Congreso del PCC, no se hubiera cumplido previo al 7mo y fuera ejecutada de forma tan apresurada y chapucera apenas tres meses antes del 8vo Congreso.

También resulta inadmisible que la dirección del partido y del gobierno continúen evadiendo sus responsabilidades. Si bien considero que nunca se debió producir la dualidad monetaria, en 2011 y años inmediatos las condiciones no eran tan graves como las que debió enfrentar el país a partir de 2020, cuando además de la pandemia, se habían recrudecido las sanciones económicas de la administración Trump.

Respecto a esto último, el gobierno cubano no solo desaprovechó las posibilidades de un mejoramiento de las relaciones con Estados Unidos a partir del restablecimiento del vínculo diplomático entre ambos países al final de la administración Obama, sino que reaccionó negativamente al reto que significó su visita a Cuba y sobre todo a su discurso en el Gran Teatro de La Habana.

La culpa no es del totí

En un país donde el gobierno tiene todas las palancas de la economía, si esta marcha bien sería su éxito, pero si marcha mal es su fracaso. Este es el caso.

La economía cubana marcha mal desde hace décadas. La apelación insistente a la responsabilidad de las sanciones económicas de Estados Unidos —que sin duda afectan a la economía nacional, y especialmente a las familias, pero que más allá de condenarlas no podemos evitar—; demuestra la altísima vulnerabilidad y dependencia externa del país, acrecentada tras la desaparición del denominado «campo socialista». 

En estas condiciones se ha profundizado el subdesarrollo, expresado por la incapacidad para desarrollarse. El sistema productivo ha colapsado. Las industrias tradicionales se han derrumbado y las no tradicionales no pueden despegar por dificultades de acceso a capitales, tecnología y materias primas. El país, que otrora se consideraba agrícola, no produce suficientes alimentos para la población.

Frente a esta realidad, no tiene sentido apelar a expedientes de política ni a mecanismos económicos que han demostrado ya su ineficacia. Solo resta hacerlo de una forma diferente y ello implica una audacia política de la que hasta ahora han carecido los gobernantes cubanos.

Aunque algunos dirigentes, comenzando por el presidente, han tratado de desviar su responsabilidad por los excesivos aumentos de precios atribuyéndosela a los trabajadores por cuenta propia y pequeños empresarios privados, e incluso a negligentes dirigentes empresariales estatales, y han pretendido que la solución sea la renuncia «voluntaria» de parte de las ganancias obtenidas, haciendo caso omiso una vez más a las leyes económicas; la realidad es muy diferente.

La inflación tiene razones objetivas relacionadas con el desorden económico que se arrastra desde hace décadas. La debacle productiva ha creado un shock de oferta que ya es estructural y, como afirma la teoría económica, ante la escasez de oferta la respuesta del mercado es el aumento de precios. Durante muchos años esta realidad fue enmascarada con precios fijos y mercados desabastecidos.

Si a eso añadimos un incremento de la emisión monetaria sin respaldo de oferta en los mercados, el resultado no puede ser otro que el crecimiento de los precios, es decir, una mayor inflación. A estos dos factores debemos sumar la persistencia de monopolios públicos en toda una serie de actividades productivas y de servicios, que permiten el establecimiento de precios de monopolio en mercados cautivos.

Por cierto, en la medida en que más bienes de consumo necesarios para la vida se comercialicen en las tiendas en MLC y las divisas que se obtienen en el mercado informal sean más caras, está aumentando la inflación para los consumidores cubanos. Como no se ha hecho pública la metodología de cálculo, no sabemos si estos incrementos están siendo considerados o no.

Al ministro de Economía y Planificación me gustaría decirle que el des-ordenamiento, la forma en que se produjo, el momento en que se adoptó y haberlo hecho sin una verdadera liberación de las fuerzas productivas —amarradas por el sistema de administración económica centralizada—, sí es responsable de la actual situación del país e influye decisivamente en la estampida de precios que sufre la población cubana. La culpa no es del totí, según reza el viejo proverbio.

Como he expresado en otros escritos y entrevistas a diversos medios, en el punto al que hemos llegado en Cuba no es posible realizar transformaciones económicas estructurales profundas sin producir cambios institucionales y políticos igual de profundos. Estos últimos deben orientarse hacia la democratización de la sociedad, de forma tal que esta se empodere de su destino. Dichos cambios podrían crear un ambiente adecuado para el desarrollo de la producción de bienes y servicios en mercados regulados y transparentes.

10 enero 2022 39 comentarios 4.236 vistas
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Disolución de la URSS (1)

La disolución de la Unión Soviética. Razones y lecciones

por Mauricio De Miranda Parrondo 3 enero 2022
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

El 25 de diciembre de 2021 se cumplieron treinta años de que fuera arriada la bandera roja con la hoz, el martillo y la estrella de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) para ser reemplazada por la tricolor —blanca, azul y roja— de la Federación Rusa. Habían pasado sesenta y nueve desde la constitución del Estado multinacional soviético y setenta y cuatro de la toma del poder por los bolcheviques.

Este hecho puso fin a un proceso de desintegración iniciado poco después de que en el país comenzara una etapa de cambios orientada a reestructurar el sistema, que hizo crisis durante el largo período de estancamiento que caracterizó al gobierno de Leonid Brezhnev (1964-1982).

Tras los breves interregnos de Yuri Andropov (1982-1984) y Konstantín Chernenko (1984-1985) —ambos fallecidos, al igual que su predecesor, mientras ocupaban las máximas responsabilidades del Partido y el Estado soviéticos—, Mijaíl Gorbachov, entonces el más joven en el máximo liderazgo del país, fue elegido por el Buró Político del Comité Central para dirigir el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), lo que lo convertía, de facto, en el principal dirigente de acuerdo a la tradición impuesta por Stalin. A partir de 1988 añadió a ese cargo, como se hizo costumbre, el de presidente.

El país que heredó Gorbachov mostraba evidentes signos de crisis. La economía soviética estaba lastrada por una serie de fenómenos que habían conducido al estancamiento y posterior empeoramiento del nivel de bienestar de la sociedad; la URSS se empantanó en una guerra de desgaste en Afganistán que pondría fin al mito de invencibilidad del ejército soviético; se había desarrollado un movimiento disidente encabezado por intelectuales y científicos que era reprimido despiadadamente; mientras, la propaganda política del Partido perdía credibilidad debido a la distancia entre las consignas y convocatorias políticas y la realidad del país.

Adicionalmente, y no por ello menos importante, el sistema político estaba en franca descomposición ante el inmovilismo de la burocracia en el poder, más preocupada por conservar sus beneficios y mantenerse fuera del escrutinio de la sociedad que por asumir su responsabilidad y liderazgo en la transformación social.

El estancamiento económico

En los años ochenta se hizo evidente el agotamiento del sistema de planificación centralizada, que había funcionado con ineficiencia en condiciones de una abundancia relativa de factores de la producción, generando un modelo de crecimiento extensivo. Sin embargo, el mismo no era sostenible dado el encarecimiento de las materias primas y combustibles, unido al retraso tecnológico respecto a países capitalistas desarrollados en la mayor parte de las ramas de la industria y la agricultura, con excepción de las industrias de armamentos y aeroespacial, que les obligó a importar maquinarias y bienes intensivos en capital y tecnología, deteriorando la balanza de pagos.

Se hacía necesario transitar hacia un modelo de crecimiento intensivo, basado en la mayor productividad de los factores de producción, pero el sistema no logró hacerlo. Mientras el producto interior bruto (PIB) creció a un ritmo promedio anual de 9,6% en el período 1971-1975, y de 6,5% entre 1976-1980; entre 1981-85 fue de -0,6% y entre 1986-90 de -2,8%. En 1991 la variación del PIB fue de -2,4%.[1]

La carrera de armamentos con que la URSS competía con los Estados Unidos (EE.UU.) por el predominio estratégico global, condujo a un incremento notable del gasto militar en ambos países, pero con efectos más nocivos para el caso soviético, cuya economía era más pequeña y menos desarrollada que la norteamericana. Sostener un nivel de gasto militar para mantener la paridad nuclear con EE.UU., solo podía lograrlo la URSS al retirar recursos de la producción de bienes y servicios, especialmente de aquellos dirigidos a satisfacer necesidades de consumo.

A partir de 1983, cuando el presidente Reagan anunció la Iniciativa de Defensa Estratégica —conocida como Guerra de las galaxias—, la URSS también incrementó sus inversiones en armas nucleares de largo alcance. En consecuencia, comenzaron a escasear bienes de consumo industriales e incluso alimentos esenciales. Los precios subían y las colas para adquirir estos bienes se fueron haciendo más frecuentes, lo cual contradecía la propaganda política que definía a la URSS como un «país socialista desarrollado».

La agricultura era el talón de Aquiles de la economía. La producción agrícola se contrajo en -6,4% y -2,8% respectivamente entre 1980 y 1981, a pesar de que se incrementaban las inversiones en el sector. En los años comprendidos de 1984 a 1987, la contracción fue del -5,8% promedio anual. Luego de crecimientos irregulares entre 1988 y 1990, en 1991 se desplomó en -10,7%.[2]

El déficit de oferta de alimentos ante la demanda llevó a la necesidad de incrementar importaciones, con el consecuente deterioro de la balanza de pagos. De todas formas, a mediados de los ochenta comenzó a agudizarse la escasez de ciertos productos tradicionales en la dieta de la población rusa.

Desde principios de los ochenta tomó auge el mercado informal que tradicionalmente había existido en la economía soviética. En él, los precios crecían aceleradamente debido a la escasez en los mercados oficiales controlados por el Estado. Ello contribuyó al desarrollo de mafias organizadas que pactaban con las autoridades en un denso entramado de corrupción que, aunque afectaba a todo el país, era particularmente efectivo en algunas de las repúblicas periféricas, especialmente las de Asia Central y el Cáucaso.

En tales condiciones, la URSS entró en una crisis estructural que requería de una transformación esencial. Este fue el contexto en que Gorbachov concibió la Perestroika, que se traduce del ruso como Reestructuración.

Disolución de la URSS (2)

Póster soviétivo del artista O. Ulanov, sobre la Perestroika.

La crisis de confianza

A la altura de los años ochenta, la sociedad soviética vivía una severa crisis de confianza. El modelo político burocrático había agotado sus posibilidades. La economía no satisfacía las expectativas de la población que había hecho inmensos sacrificios durante generaciones con la esperanza de alcanzar un socialismo desarrollado que se reflejara en el mayor bienestar de la sociedad.

El liderazgo político del PCUS mantenía un discurso triunfalista que poco tenía que ver con la realidad cotidiana de los ciudadanos, y ese alejamiento, unido al estancamiento económico del país, erosionaron la confianza de la sociedad en su liderazgo, convertido para la fecha en una gerontocracia.

La corrupción abarcaba todos los niveles. Mientras tanto, mafias organizadas con la complicidad de los órganos del Partido, la administración, la policía y la seguridad del Estado, se enriquecían con actividades ilegales, lo que les permitió comprar gran parte de las propiedades privatizadas luego.

El Partido Comunista se había convertido en una estructura anquilosada. Preocupados por mantener el status quo a toda costa, sus dirigentes perdieron cualquier vestigio de liderazgo político basado en el ejemplo, y con ello lo que podía quedar de su pasado revolucionario desde los tiempos de Lenin. Ser miembro del PCUS era una condición para progresar en la estructura burocrática y, en consecuencia, obtener prebendas como: dietas extraordinarias, viajes al extranjero, coches privados o del Estado, y casas de campo (dachas) para las vacaciones en el caso de dirigentes de alto nivel.

Remontar tal crisis de confianza requería una profunda trasformación del sistema político, que lejos de ser una democracia socialista se había convertido —desde sus primeros tiempos cuando se erosionó el poder de los soviets— en un régimen autoritario, burocrático y profundamente conservador. Desde el comienzo de sus reformas, Gorbachov debió enfrentar la resistencia de los grupos conservadores dentro de la dirigencia.

Al principio usó los mismos métodos autoritarios para apartar a quienes eran obstáculos; sin embargo, la complejidad de las estructuras del Partido y el Gobierno hacían prácticamente imposible lograr una transformación profunda solo «desde arriba». Por esta razón, además de la reestructuración económica, Gorbachov se planteó la democratización tanto del Partido como del Estado en tanto necesidad imperiosa, asociada al proceso de reformas económicas. Este no fue un proceso inmediato, sino paulatino. Mientras se agudizaban las contradicciones políticas de la sociedad, estallaron conflictos nacionales y se deterioró la situación económica.

Disolución de la URSS (3)

Gorbachov y Reagan (Foto: Reuters)

La democratización no era posible sin eliminar la censura informativa, lo cual llevó al otro pilar de las reformas: la Glasnost (Transparencia). Gorbachov trató de terminar lo que había iniciado Nikita Jruschov con la «desestalinización». Sin embargo, la pertenencia de este último al máximo liderazgo desde los tiempos de Stalin, lo hacía partícipe de muchas de las decisiones criminales que afectaron a la sociedad soviética de aquellos años.

Con la Glasnost se denunciaron los procesos injustos que condenaron a miles de ciudadanos al cadalso o a campos de trabajo forzados, conocidos como Gulags. Se produjo la rehabilitación total de miles de comunistas sacrificados en el altar del estalinismo, pero también de miles de disidentes encausados bajo la dudosa figura jurídica de «actividades antisoviéticas».

Fueron publicados cientos de libros prohibidos desde la época soviética, tanto novelas como testimonios —algunos de los cuales circulaban clandestinamente—, entre los que destacan: Doctor Zhivago (Borís Pasternak), Archipiélago Gulag (Alexander Solzhenitsin), Relatos del Kolimá (Varlám Shalamov), Contra toda esperanza (Nadezhda Mandelstam), Días malditos (Ivan Bunin), Diarios de la Revolución de 1917 (Marina Tsetáieva), Lo que no puedo olvidar (Anna Lárina), y la serie de Vitali Shentalinski sobre los archivos literarios del KGB (La palabra arrestada, Esclavos de la libertad y Crimen sin castigo).

La Glasnost y la democratización se convirtieron en instrumentos de Gorbachov para enfrentar la resistencia de las estructuras burocráticas, con fuertes intereses políticos y económicos, cuyo poder podía ser erosionado con las transformaciones.

La caja de Pandora y las limitaciones de Gorbachov

Las reformas de Gorbachov tuvieron el efecto que en la tradición mitológica griega se atribuye a la apertura de la caja de Pandora, en la que Zeus había colocado todos los males del mundo que al emerger causaban el caos. Los males no fueron creados por sus reformas, solo se hicieron evidentes con ellas.

Gorbachov aspiraba a reformar el «socialismo» soviético volviendo a la tradición leninista y al poder de los Soviets, sin tener en cuenta que bajo Lenin se destruyó la democracia y la llamada dictadura del proletariado se convirtió —como había alertado Rosa Luxemburgo— en una dictadura del partido bolchevique y más concretamente de su dirigencia. Ello impidió, en la práctica, que pudiera realizarse la supuesta propiedad social, toda vez que los miembros de la sociedad no tenían la capacidad para hacer valer su condición de propietarios colectivos.

Durante los primeros años de la Perestroika no se abordaron transformaciones estructurales profundas que apuntaran a reemplazar el agotado sistema de planificación centralizada por mecanismos de planificación a nivel macroeconómico y mecanismos de mercado en el resto de la economía, otorgando autonomía real a las empresas y permitiendo el desarrollo de actividades económicas privadas. La mentalidad de la excesiva centralización de las decisiones se mantuvo en el ejercicio de la dirección económica y política de la sociedad.

Disolución de la URSS (4)

El contexto internacional que enfrentó Gorbachov fue también complejo. Su iniciativa diplomática a favor de acuerdos para la distensión internacional fue bien recibida en el mundo, pero no en el complejo militar-industrial soviético, acostumbrado a manejar inmensos recursos del presupuesto del Estado que ahora debían desviarse hacia las industrias de bienes de consumo para mejorar el nivel de vida de la población. A esto se añade que la guerra de Afganistán consumía ingentes recursos económicos y humanos, sin horizonte visible de victoria.

Por otra parte, sus reformas fueron acogidas en apariencia por la mayor parte de los líderes del campo socialista, pero en realidad eran obstaculizadas por ellos. El liderazgo del campo socialista europeo había sido conformado en la línea política trazada por Brezhnev y, salvo en el caso de Polonia, no había cambiado significativamente. De ahí que, al igual que en la URSS, eran gerontocracias afirmadas en el poder con densas estructuras burocráticas.

En el orden interno, la eliminación de la censura permitió evidenciar profundas contradicciones internas entre las diversas nacionalidades de la Unión. Reaparecieron demandas nacionalistas de independencia, no solo en las repúblicas bálticas —anexadas por la fuerza en 1940 y nuevamente en 1944—, sino también en los territorios del Cáucaso, Ucrania y Asia Central, e incluso en algunas de las repúblicas autónomas de la propia Rusia. De hecho, tanto en Ucrania como en Georgia y Armenia, donde hubo intentos independentistas sofocados por el Ejército Rojo en los primeros años del régimen soviético, florecieron nuevamente al amparo de las nuevas libertades.

Gorbachov debía enfrentar, al mismo tiempo, las tendencias nacionalistas e independentistas dentro de la URSS; la crisis económica desatada por unas reformas que no apuntaron a la estructura misma del sistema; las fuerzas conservadoras dentro del sistema político, las fuerzas armadas y la seguridad del Estado; y también a las fuerzas reformistas radicales que buscaban una ruptura radical con el pasado. Mientras tanto, la confianza de la sociedad en él se deterioraba ante la evidencia del caos económico y político. Todo ello facilitó el intento de golpe de Estado de agosto de 1991 que, si bien fracasó, condujo a la desintegración de la Unión Soviética.

Las lecciones

La disolución de la Unión Soviética puso fin a un proyecto de país y representó la conclusión del proceso de derrumbe del «socialismo real» como sistema. Esto no fue resultado de «la traición de Gorbachov», como sostienen muchos nostálgicos y acríticos del socialismo burocrático, sino consecuencia de la agudización de sus contradicciones internas, las cuales se mantenían ocultas bajo un sistema profundamente represivo.

El sistema se mostró irreformable porque las profundas transformaciones que requería eran de tal magnitud que significaban su reemplazo por otro diferente. El modelo de planificación centralizada no funcionaba adecuadamente, resultaba imprescindible permitir que los mercados tuvieran la posibilidad de ajustar las proporciones económicas bajo un mecanismo de regulación estatal que corrigiera las desproporciones que el mismo mercado genera.

Disolución de la URSS (1)

(Foto: Alain-Pierre Hovasse – Agencia AFP)

El sistema político debía ser democratizado, pero intentarlo bajo el dominio de un partido único, con larga tradición autoritaria, era una tarea que se demostró imposible. El PCUS tampoco funcionaba democráticamente en su vida interna y los debates profundos, cuando se producían, involucraban principalmente a la dirigencia.

Desde tiempos de Lenin, se habían suprimido las diversas corrientes políticas al interior del bolchevismo y se aniquilaron políticamente las socialistas no bolcheviques. Los cambios en la dirigencia se producían tras el funeral del máximo líder o mediante un golpe palaciego, nunca a través de un mecanismo auténticamente democrático. La consigna «todo el poder para los soviets» dio paso a la conformación de una estructura en la que estos organismos, que debieron ser base de la democracia soviética, cedieron ante la presión de la burocracia partidista.

Tras el fin del sistema soviético, en Rusia y las antiguas repúblicas que hacían parte de la Unión se restableció el capitalismo. En la mayor parte de ellas se han sostenido sistemas autoritarios, y en muchos casos se ha fomentado el culto a la personalidad de los antiguos líderes comunistas, devenidos nacionalistas, que erigieron estructuras de poder nepóticas y profundamente corruptas. Gran parte de los oligarcas de hoy eran delincuentes durante la época soviética y otros provienen de las estructuras del partido, el gobierno, las fuerzas armadas y la Seguridad del Estado.

El daño causado por el régimen soviético al socialismo como proyecto político y económico tiene inmensas proporciones, porque en la práctica ha reducido las posibilidades de la construcción del socialismo a la condición de utopía.

Este espacio resulta insuficiente para un análisis de tal alcance. Sin embargo, resulta imprescindible enfatizar que los intentos de sostener el sistema burocrático establecido como «socialismo real», sobre todo en condiciones de crisis económica estructural, solo conducirá a su derrumbe y a su reemplazo por un capitalismo que dejará de ser de Estado para ponerse al servicio de los intereses de las mafias aliadas a las estructuras corruptas del poder.

***

[1] Cálculos del autor con base a UNCTAD (2021) UNCTADStat.

[2] Ibídem

3 enero 2022 48 comentarios 4.056 vistas
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Economía cubana (1)

La economía cubana: entre la confusión y el sin sentido

por Mauricio De Miranda Parrondo 20 diciembre 2021
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

A partir de lo visto en el recién concluido III Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), resulta claro que la dirigencia política del país insiste en conducir la economía cubana con criterios ideológicos voluntaristas que demuestran su confusión respecto a las leyes objetivas de la economía y el sin sentido que genera despreciar y vulnerar esas leyes.

Hemos pasado por esto varias veces y los resultados han sido siempre los mismos: el fracaso. ¿Cuál es el objetivo de insistir en lo que ya se ha demostrado que no funciona? Pareciera que a falta de creatividad y sentido común, insisten en revitalizar círculos viciosos que han afectado severamente el desempeño de la economía nacional desde los años sesenta del pasado siglo hasta hoy.

El problema de la inflación

La inflación es el aumento de precios de los bienes y servicios que componen la «canasta» del «consumidor promedio» de un país, y se mide como un índice de precios respecto a un período base. Lo usual es que se calcule mensualmente, como valor acumulado del año, y también interanual respecto al mismo período del año precedente.

En general, los economistas preferimos que se creen las condiciones para que los precios mantengan una relativa estabilidad, usando los recursos de las políticas monetaria y fiscal. En ocasiones, un incremento «moderado» de los precios puede estimular a los productores a producir más para aprovechar ese diferencial. Pero la historia económica indica que la inflación «galopante» o la hiperinflación destruyen la capacidad adquisitiva de la población y el tejido productivo, pues deterioran la demanda y, en consecuencia, poseen un efecto recesivo.

Economía cubana (2)

La teoría económica demuestra que cuando se establece un precio por vía administrativa, por debajo del que sugiere el equilibrio entre la oferta y la demanda, la oferta desaparece y se produce escasez de bienes. Entonces la inflación no se manifiesta en el mercado formal sino en el informal, hacia el cual se canalizan los bienes escasos a precios superiores.

Esa es precisamente la secuela que tienen los «topes» de precios en la actualidad, y también el efecto que tuvieron los precios administrados estatalmente en los años sesenta, cuando no se tenían en cuenta los costos de producción ni las condiciones del mercado.

Durante muchos años no se calculó la inflación en Cuba. En la crisis de los noventa se evidenció que aunque los precios oficiales no fueron aumentados, los productos que se vendían por esa vía representaban una fracción baja y decreciente de las necesidades de subsistencia de la población; sin embargo, en los mercados informales los precios siguieron un curso que estuvo determinado por el tipo de cambio informal del dólar con el peso cubano. Eso está volviendo a ocurrir, pero no solo en los mercados informales sino también en aquellos en los que se desarrollan actividades económicas no estatales.

El primer secretario del Comité Central abogó por hacer un llamado a los empresarios privados y cooperativos a «renunciar a parte de las ganancias sin caer en pérdidas» para bajar los precios, y de nuevo convocó «al pueblo», esta vez a consumar un «control popular» sobre los precios.

¿Realmente cree Díaz-Canel que de esa forma se combate la inflación? No, así se oprime una vez más al productor y el resultado será la caída de la producción, que es todo lo contrario de lo que se necesita.

Por su parte, Alejandro Gil, ministro de Economía y Planificación, hizo referencia en el Pleno partidista al tema de la inflación, emplazando a combatir a «las personas inescrupulosas que aprovechándose del escenario de escasez que está viviendo el país, intentan vivir de eso y hacerse ricos a costa de las necesidades del pueblo y no lo podemos permitir». A lo anterior añadió que «la fortaleza del socialismo que nos da y la autoridad moral para enfrentar eso lo tenemos que tener siempre presente y es el combate de este momento».

Haciendo gala de la escasa autocrítica a la que la dirigencia cubana nos tiene acostumbrados, el ministro insistió en que el problema no era el «Ordenamiento». No se ha admitido que la llamada «Tarea Ordenamiento» se realizó a destiempo, dejando pasar muchas oportunidades, en el peor momento posible y cuando existían muy pocas posibilidades de que la oferta de bienes y servicios reaccionara a la recesión.

Tampoco reconoció que el tipo de cambio utilizado no tuvo asidero alguno con la realidad y resultó de colocar un tipo de cambio «deseado» en lugar de tener en cuenta las condiciones del mercado cambiario. La economía no puede ser «forzada» a aceptar el tipo de cambio que los gobernantes consideran conveniente establecer.

Cuando se adoptan medidas como las tomadas por el gobierno, el mercado les recuerda que siempre existe la válvula de la informalidad, y eso es lo que está pasando en la economía. Quienes diseñaron el proceso y quienes lo aceptaron —que son miembros del aparato institucional del Partido, el Gobierno y la Asamblea Nacional—, pretendieron que los mercados podían ser dominados por sus voluntades; y está más que demostrado que eso no es posible.

La inflación actual

Una explicación sencilla de la teoría cuantitativa del dinero, afirma que el equilibrio monetario en un mercado existe cuando la oferta monetaria es igual al nivel de precios multiplicado por el nivel de transacciones (lo cual se traduce en el nivel de ingreso o del producto de una sociedad). Si se incrementa la oferta monetaria en condiciones de estancamiento económico, o incluso de recesión, no existe otra cosa que pueda pasar que no sea el incremento de los precios. Eso es lo que ocurrió en Cuba.

Habría resultado similar de producirse el reajuste de salarios y pensiones antes, pero las circunstancias serían otras si previo a ese proceso se hubiera estimulado la producción, lo que implicaba desatar los nudos que frenan el desarrollo de las fuerzas productivas en el país. Eso debió ser lo primero, y había que hacerlo mucho tiempo antes. El escenario de la crisis agravada por la pandemia fue el peor de los momentos posibles.

Economía cubana (3)

Marino Murillo, uno de los ideólogos del ordenamiento

No obstante, hasta el momento nadie ha respondido por esos errores. No lo han hecho las direcciones del Partido elegidas en el 6to, 7mo y 8vo congresos; ni los gobiernos existentes desde entonces. Y ellos son responsables máximos de tales fallas, conjuntamente con los diputados a la Asamblea Nacional en las diversas legislaturas, por permitirlas sin cuestionamientos.

La moral y la ética que algunos dirigentes exigen al pueblo, debería llevarlos a asumir sus responsabilidades políticas por estos yerros. Al mismo tiempo, la inteligencia y el sentido común debiera conducirlos a análisis objetivos y a la adopción de medidas necesarias y urgentes, en lugar de continuar insistiendo en un enfoque ideológico que no conduce a otro lugar que no sea a un callejón sin salida.

No dudo que algunos productores, en su afán de lucro, «aprovechen» las condiciones del mercado escuálido y desabastecido de Cuba para obtener ganancias extraordinarias. Pero estoy seguro de que la mayoría simplemente está reaccionando a la realidad de sus condiciones objetivas.

El ministro al menos reconocía que determinados productores requerían insumos en divisas y debían comprarlas en el mercado informal a un precio varias veces el oficial —que está lejos de las condiciones del mercado— por lo cual eso se traslada a los precios. ¡Y es lógico que así sea! Ello no lo hace inmoral ni muestra una ética expoliadora, sino es el resultado de la acción objetiva de las leyes de la economía.

Adicionalmente, el gobierno sigue sin reconocer el daño moral causado a su imagen y a la del PCC con el establecimiento y posterior expansión de las tiendas en monedas libremente convertibles (MLC). Con esta medida se ha apelado al mismo expediente, segregacionista y rentista, que caracterizó el surgimiento del mercado en las llamadas shopping de los años noventa. Se apela a una dolarización de los costos de los consumidores y los productores privados sin que se dolaricen sus ingresos.

La inflación actual en Cuba es hija de la escasez estructural en los mercados de bienes y servicios. El sector productivo no es capaz de reaccionar a las necesidades de la demanda por múltiples factores. Entre ellos cabe mencionar las restricciones persistentes al desarrollo de negocios privados en una serie de sectores; las limitaciones del sector agropecuario en el acceso a los mercados; la obsolescencia tecnológica de la mayor parte de las industrias; los precios de monopolio de muchos servicios, entre ellos los tecnológicos y de telecomunicaciones; las restricciones al desarrollo de dichos servicios mediante un clima de competencia; el subdesarrollo de los sistemas de transportes, comunicaciones e infraestructura; pero sobre todo, la escasa capacidad de ahorro e inversión de la economía doméstica.

Eliminar la dolarización o dolarizar/euroizar toda la economía

Soy partidario de que Cuba conserve su moneda nacional. El establecimiento del peso en 1914, aunque atado al curso del dólar, fue una muestra de soberanía. Sin embargo, en las actuales condiciones el peso cubano carece de soberanía en todas las transacciones dentro del territorio nacional, debido a la decisión del gobierno de captar divisas frescas mediante tiendas en las que solo se venden productos en MLC.

Economía cubana (4)

Las primeras monedas cubanas fueron acuñadas en 1915.

Eso ha llevado incluso al restablecimiento de relaciones inter-empresariales que se denominan en moneda extranjera. Esta simple decisión es factor decisivo para la depreciación de la moneda cubana en el mercado doméstico, y debilita la tan cacareada soberanía que el gobierno dice defender.

Resulta inmoral y éticamente cuestionable que la sociedad cubana deba depender de transferencias desde el exterior para satisfacer necesidades elementales de la vida cotidiana. El carácter rentista del Estado, acostumbrado a exprimir por diversos mecanismos extractivos, se traslada a la sociedad en su conjunto y ello debilita el emprendimiento y la productividad.

No es posible continuar con la situación actual, que es una reedición de la que existía a inicios de los noventa. ¿Qué hacer? O toda la economía se expresa en pesos cubanos, a una tasa que se corresponda con las condiciones del mercado, o reconocemos de una vez y por todas que la soberanía nacional se ha deteriorado al punto de requerir que nuestra moneda deje de ser la que funcione en la economía del país y reemplazarla por otra que, debido a las circunstancias de enfrentamiento persistente con el vecino del Norte, podría ser el euro.

Para ello resultaría necesario un acuerdo con la Unión Europea, tal como han hecho Montenegro y Kosovo. Pero un acuerdo implicaría no solo una disciplina monetaria y fiscal, sino también una serie de condicionamientos políticos.

Yo preferiría defender la moneda nacional, no por prurito nacionalista o patriotero, sino porque contar con la soberanía monetaria permite que el tipo de cambio sirva de válvula de escape a los desequilibrios internacionales. Si la economía mantiene su vocación deudora respecto al mundo, la devaluación reflejará esa realidad, pero, si por el contrario, fuéramos capaces de crear condiciones para que la inmensa iniciativa empresarial y capacidad de emprendimiento de los cubanos, aun reprimidas, florezcan en condiciones de libertad —con regulación pero sin control—, podríamos prosperar económicamente, lo cual debe traducirse también en bienestar social.

Control popular sobre la gestión del gobierno, no sobre los precios

No es posible esperar un cambio fundamental hacia la prosperidad en las condiciones actuales de Cuba si no se democratiza nuestra sociedad. A estas alturas es imposible desligar las transformaciones estructurales de la economía sin realizar modificaciones estructurales en las instituciones políticas que apunten a una democratización real.

Los principales obstáculos frente a esas necesidades son: la persistencia del dominio político de un partido único, no democrático en su vida interna, que controla a toda la sociedad siendo minoritario y que en su gestión ha estado lejos de constituir una verdadera vanguardia de la sociedad; la exclusión de la crítica y la oposición a la gestión del gobierno, tildada de mercenaria cuando simplemente es resultado de los sucesivos yerros de una dirigencia que desconoce las realidades objetivas de la vida contemporánea y se niega a rendir cuentas ante la sociedad, como debería; un sistema institucional que no responde a las necesidades y demandas de la sociedad aunque insistan en no reconocerlo.

Esa realidad puede ser cambiada desde el poder o desde la sociedad, o desde ambos. Sin embargo, para empezar, valdría la pena que las autoridades abandonen su confusión y el sin sentido de sus medidas.

20 diciembre 2021 44 comentarios 4.501 vistas
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Economía política (1)

La economía política marxista y las realidades económicas de Cuba

por Mauricio De Miranda Parrondo 15 diciembre 2021
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

En días pasados se produjo en Cuba una nueva reunión presidida por Miguel Díaz-Canel y otros funcionarios del Partido y el Gobierno, con representantes del sistema empresarial estatal en la que, una vez más, se hicieron exhortaciones a elevar la eficiencia, la productividad, ganar en autonomía en la gestión, así como asumir la responsabilidad social por el desarrollo de las localidades en las que están ubicadas.

De acuerdo con la nota publicada en Cubadebate, el pasado 27 de noviembre, el viceprimer ministro y ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, criticó que hasta el presente más de 500 empresas estatales trabajaban con pérdidas y muchas aspiraban a recibir subsidios del presupuesto o a subir los precios artificialmente. Mientras tanto, se informó que 158 de ellas aplican el nuevo sistema de remuneración flexible, que permite establecer salarios por encima de la escala oficial.

Según el referido medio digital, el presidente cubano, al concluir la reunión, llamó a los empresarios a desarrollar un «enfoque ideológico y económico» y a volver «una y otra vez a la economía política marxista». Además, señaló que «el marxismo brinda el método, explica los retos de la construcción del socialismo» y que «la teoría marxista no da recetas; es el método para encontrar las soluciones». También afirmó que «el día que renunciemos a la teoría, entraremos al camino del socialismo a ciegas».

Todo eso está muy bien, sin embargo, valdría la pena reflexionar en qué medida la economía política marxista puede en realidad ofrecer las soluciones y, si es así, preguntarnos por qué un Partido que se autodenomina marxista —llama la atención que en la nueva Constitución se le define como «martiano, fidelista, marxista y leninista»— no ha encontrado las soluciones, ni siquiera el camino adecuado para construir una sociedad socialista próspera, y cada vez se aleja más de ese propósito.

Otra cuestión que, además, ha sido común a otras experiencias históricas, es en qué medida la economía política marxista, o lo que se ha interpretado de ella, ha sido utilizada por la dirección del Partido como un método y no como un dogma.

Economía política (2)

Alejandro Gil, ministro de Economía y Planificación (Foto: Estudios Revolución)

¿Qué es la economía política marxista?

En rigor, la economía política marxista es la crítica de Marx a la economía política precedente, expuesta fundamentalmente en su obra El Capital, del cual vale la pena recordar que solo alcanzó a ver publicado en 1867 el primer tomo, dedicado al análisis del proceso de producción del capital.

Como es sabido, los tomos dos y tres, consagrados al proceso de circulación del capital y al proceso de la producción capitalista en su conjunto, respectivamente, fueron editados y publicados por Engels en 1885 y 1894, a partir de las notas de Marx y con no pocas contribuciones propias.

Posteriormente Kautsky divulgó, entre 1905 y 1910, una versión editada en tres volúmenes del llamado tomo cuatro, que ha sido difundido aparte de El Capital, bajo el título Las Teorías de la Plusvalía, y reúne las notas críticas de Marx respecto a las diversas teorías económicas que le precedieron e incluso a las de algunos de sus contemporáneos.

En resumen, no existe un análisis de Marx desde la economía política del socialismo, sino solo la crítica a la que sometió a los llamados «socialistas utópicos». Ni Marx ni Engels alcanzaron a sistematizar un análisis sobre el socialismo. Sus ideas al respecto, expuestas en La Ideología Alemana y en Antidühring, indican lo que debería ser el socialismo, a partir del materialismo histórico marxista. De ese estudio surge la concepción de la inevitabilidad de la transición revolucionaria del capitalismo al socialismo en los países más desarrollados, que no se ha verificado en la realidad.

La práctica de las revoluciones socialistas, allí donde ocurrieron, no se atuvo a la lógica teórica de Marx sino a condiciones históricas y políticas muy concretas. De ahí las deformaciones que sufrieron esos procesos, sin excepción. Sin embargo, ello no debe llevarnos a pensar que las cosas no salieron bien porque los procesos se distanciaron de la lógica teórica de Marx, sino a reflexionar que esa lógica era una interpretación de las condiciones de su tiempo, que cambiaron notablemente con posterioridad.

El capitalismo de hoy no es el capitalismo de la época de Marx. No se trata de si es mejor o peor, sino que es diferente. Y las condiciones políticas también lo son, con el añadido de que ya existe una experiencia fallida de construcción socialista, teniendo en cuenta el derrumbe del socialismo real en Europa Oriental, la disolución de la Unión Soviética, la construcción de sistemas de capitalismo de Estado en China y Vietnam, y la persistencia de la crisis económica estructural y la ausencia de prosperidad en los casos de Cuba y Corea del Norte.

Economía política (3)

La política económica en Cuba y el método en la economía política marxista

El reconocimiento de lo anterior no invalida el uso del método de Marx para el análisis de la economía política. Todo lo contrario. Su lógica metodológica sigue teniendo gran utilidad, siempre que tengamos claro que no es la teoría económica total y que no encontraremos en ella todas las soluciones a los problemas contemporáneos.

En el Epílogo a la segunda edición del tomo I de El Capital, fechado en 24 de enero de 1873, Marx afirmó que «La investigación debe apropiarse pormenorizadamente de su objeto, analizar sus distintas formas de desarrollo y rastrear su nexo interno. Tan solo después de consumada esa labor, puede exponerse adecuadamente el movimiento real».

En el mismo texto alertó sobre la vulgarización de la teoría económica, en este caso burguesa, cuando aseveró: «Los espadachines a sueldo sustituyeron a la investigación desinteresada, y la mala conciencia y las ruines intenciones de la apologética ocuparon el sitial de la investigación científica sin prejuicios».[1] ¡Cuánta actualidad tienen esas palabras para el caso del socialismo real, pasado y presente!

La política económica en Cuba, no solo en los últimos tiempos sino desde el principio de la experiencia revolucionaria, ha estado marcada por el voluntarismo y  el desprecio de las leyes económicas objetivas, con lo que se ha alejado claramente del método de la economía política marxista. Especialmente en las últimas tres décadas, ha adolecido de un enfoque sistémico en la línea metodológica propuesta por Marx, de análisis y síntesis, que resulta tan útil para abordar los problemas económicos y sociales.

Toda vez que no reconocen las contradicciones internas más profundas del sistema, los dirigentes del país se muestran incapaces de encontrar las soluciones porque ellas implican cambios estructurales que no están dispuestos a asumir por consideraciones políticas que amenazan su actual control sobre el poder.

Así las cosas, tanto en la definición como en la ejecución de las políticas económicas adoptadas por el gobierno cubano, es notable la ausencia del método de Marx. Prueba de ello ha sido tanto el diseño como la aplicación de la llamada «Tarea Ordenamiento», porque lejos de considerar la necesaria secuencia que sugería adoptar profundas reformas estructurales que impulsaran la producción de bienes y servicios, se pretendió corregir las distorsiones cambiarias acumuladas por más de seis décadas, y no se midieron adecuadamente las consecuencias de tales medidas en medio del más violento choque de oferta en la economía nacional desde la crisis de los noventa.

Economía política (4)

Teatro Karl Marx

Las realidades de la economía cubana en la tercera década del siglo XXI

Para abordar los cambios necesarios en la economía cubana actual no basta con la economía política marxista. Marx fue un pensador genial, un demoledor crítico de la economía capitalista industrial de su tiempo, en la que aún la libre concurrencia estaba en proceso de expansión. Cuando Marx previó el fin de ese sistema, el mismo no había alcanzado su máximo desarrollo, y a lo largo del tiempo se ha ido transformando, precisamente como resultado de las luchas sociales promovidas por fuerzas progresistas.

Por otra parte, el capitalismo no es igual en los diversos países; incluso se muestran grandes diferencias entre los países más avanzados y, por supuesto, existe una brecha considerable entre ese grupo y los países subdesarrollados. Como hombre de su tiempo, el filósofo y economista alemán fue capaz de profundizar en las contradicciones internas del sistema y trató de establecer las pautas de solución a ellas mediante la sustitución del sistema de relaciones de producción.

El socialismo real, que en la propaganda se considera heredero de la concepción marxista de la historia, en realidad ha sido incapaz de solucionar de forma revolucionaria sus contradicciones internas, pues por razones políticas ha pretendido esconderlas y penalizó siempre cualquier análisis científico profundo que aborde estos problemas, tanto desde el punto de vista de la Economía, como de la Sociología, la Psicología, la Historia y otras ciencias sociales.

Como resultado, desde las estructuras ideológicas y de poder se ha producido la vulgarización del pensamiento marxista y su anquilosamiento. Para liberar las fuerzas productivas es imprescindible liberar el pensamiento y, en consecuencia, liberar la vida, constreñida en una serie de dogmas que lo único que logran es perpetuar el subdesarrollo.

***

[1] En estas citas he utilizado la traducción con notas, de Pedro Scaron, en la que se basa la edición en español de siglo XXI, en su serie “Clásicos del Pensamiento Crítico”.

15 diciembre 2021 33 comentarios 2.697 vistas
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Democracia alemana (1)

La democracia alemana entre negociaciones y consensos

por Mauricio De Miranda Parrondo 11 diciembre 2021
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

El pasado martes 6 de diciembre se firmó el pacto para la formación de un nuevo gobierno de coalición que regirá los destinos de Alemania en el período 2021-2025 —integrado por el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), Los Verdes (Die Grünen) y el Partido Democrático Libre (FDP)— y que ha convertido a Olaf Scholz en el noveno Canciller Federal (primer ministro) de la República Federal de Alemania (RFA). El mismo recibió el respaldo de 395 votos a favor en el Bundestag (Parlamento Federal), superando en veintiséis los necesarios.

Las elecciones parlamentarias, efectuadas el 26 de septiembre, arrojaron una nueva correlación de fuerzas en el máximo órgano legislativo del país. El SPD se convirtió en la primera fuerza política y con ello recuperó la posibilidad de formar un gobierno que, como todos los de la República Federal constituida en 1949, ha debido ser de coalición porque ninguna fuerza política logra por sí misma la mayoría absoluta.

En la historia de la RFA han existido veintidós coaliciones de gobierno, incluida la actual. Entre ellas destacan tres «grandes coaliciones», las concertadas entre los dos partidos más votados históricamente: Unión Demócrata Cristiana/Unión Social Cristiana de Baviera (CDU/CSU) y el Partido Socialdemócrata.

A las últimas elecciones federales concurrieron cuarenta y siete partidos, pero solo ocho lograron asientos en el parlamento, el cual se conforma por un sistema que permite a cada elector emitir dos votos, uno al candidato que considere más adecuado para representar a su circunscripción y otro a la lista del partido político de su preferencia.

En consecuencia, la Cámara Baja se constituye con la mitad de sus diputados elegidos en circunscripciones uninominales y la otra, elegidos por las listas de los partidos. Existe un umbral del cinco por ciento para que un partido pueda tener representación en el Bundestag, a menos que consiga que algunos de sus candidatos sean electos directamente en sus circunscripciones.

Los partidos concurrentes son promotores de ideologías y posiciones políticas diversas. Entre los representados en la Cámara, están los socialdemócratas del SPD, los centroderechistas y conservadores de la alianza CDU/CSU, los ecologistas y social-liberales de Los Verdes, los liberales del FDP, la derecha nacionalista y xenófoba de Alianza para Alemania (AfD) y la izquierda socialista de Die Linke.

Democracia alemana (2)

Con ese abanico tan diverso fue necesario negociar para construir una coalición de gobierno, y, como en toda negociación, cada uno debió ceder. En principio, ninguna de las dos fuerzas mayoritarias estaba en disposición de incluir a la AfD debido a sus posiciones extremistas.

Esto llevó a barajar diversas posibilidades, entre las que destacaban una «gran coalición» del SPD y la CDU/CSU; la llamada «coalición Jamaica»: por los colores de la bandera de ese país (negro de CDU/CSU, amarillo de FDP y el verde por Los Verdes; o la llamada «coalición semáforo»: por el SDP, Los Verdes y el FDP. La CDU/CSU no consiguió el apoyo de Los Verdes ni del FDP; en tanto, el SPD rechazó mantener la gran coalición, por lo que se impuso la coalición rojo-verde-amarilla o «coalición semáforo».

Las negociaciones y el acuerdo de gobierno

El 24 de noviembre, después de casi dos meses de negociaciones entre socialdemócratas, verdes y liberales, se alcanzó el acuerdo programático de gobierno, que lleva el título: «Más fe en el progreso. Alianza por la libertad, la justicia y la sostenibilidad». Este ha debido ser ratificado por las bases de cada uno de los tres partidos, en un proceso que requirió la celebración de congresos extraordinarios del SPD y del FDP —aprobaron el acuerdo con el 98,8% y el 92,2% respectivamente—; así como por la votación en consulta abierta por parte de Los Verdes, que recibió el apoyo del 86% de su militancia.

En términos generales, se han adelantado algunas de las cuestiones acordadas:

1) Fijar para 2030, en lugar de 2038, el abandono del carbón en la generación de energía.

 2) Aumentar para 2030 el uso de energías renovables —sobre todo eólica y solar— de un 65% a un 80% en toda la generación de electricidad.

3) Aumentar el salario mínimo legal a doce euros la hora.

4) Construir 40.000 nuevas viviendas por año.

5) Reducir la edad para votar, de 18 a 16 años.

6) Incrementar las inversiones públicas en tecnología verde y en digitalización.

7) Permitir la autodeterminación de género.

8) Facilitar la obtención de la nacionalidad a los residentes.

9) No incrementar los impuestos, que era una exigencia de los liberales.

10) Política exterior orientada a reforzar la vocación europeísta alemana, mantener el compromiso transatlántico adoptado después de la Segunda Guerra Mundial, respetar los derechos humanos, el medio ambiente y el cumplimiento del Estado de derecho.

El nuevo gobierno está formado por diez hombres y siete mujeres. Ocho provienen del SPD, cinco de Los Verdes y cuatro del FDP. Entre los principales miembros, además del Canciller Federal Scholz, destacan el vicecanciller Federal y ministro de Economía y Protección Climática, Robert Habeck (co-líder de Los Verdes); la ministra de Asuntos Exteriores Annalena Baerbock (co-líder de Los Verdes); el ministro de Finanzas Christian Lindner (líder del FDP) y la ministra de Defensa Christine Lambrecht (SPD).

Democracia alemana (3)

El canciller Olaf Scholz y el presidente Frank-Walter Steinmeier (centro) posan para una foto junto a los ministros del gabinete recién nombrados durante una ceremonia en el Palacio de Bellevue en Berlín. (Foto: Hannibal Hanschke/Reuters)

El SPD, además de la Cancillería, tendrá los ministerios de Defensa; Interior y Comunidad; Vivienda, Desarrollo Urbano y Construcciones; Trabajo y Asuntos Sociales; Salud; Cooperación Económica y Desarrollo y Asuntos Especiales y secretaría general de la Cancillería.

Los Verdes, conjuntamente con la Vicecancillería y el ministerio federal de Economía y Protección Climática, asumen las carteras de Asuntos Exteriores, Agricultura y Alimentación; Medio Ambiente, Conservación Natural, Seguridad Nuclear y Protección del Consumidor. Mientras tanto, el FDP liderará los ministerios de Finanzas, Justicia, Transportes y Asuntos Digitales; y Educación e Investigaciones.

Retos del nuevo gobierno

Sin duda, el principal reto de corto plazo es el control de la pandemia del coronavirus, que muestra el inicio de la cuarta ola de contagios y muertes en un país en el que ha existido bastante resistencia frente a la vacunación, lo cual lleva a plantear la posibilidad de debatir en el parlamento una ley de obligatoriedad de la vacunación.

No obstante, el nuevo gobierno también enfrenta desafíos desde el punto de vista económico. La economía alemana viene padeciendo una severa ralentización desde la crisis de 2008. Entre 2008 y 2020 la variación promedio anual del PIB ha sido de 0,8%. En este último año, la contracción fue de -4,6%, motivada por los efectos recesivos de la pandemia.

De acuerdo con las estimaciones publicadas por el Fondo Monetario Internacional en el World Economic Outlook de octubre de 2021, este año el crecimiento sería de alrededor de un 3,1%. En los años de la pandemia se ha producido una destrucción neta de 781.000 empleos, sin embargo, la tasa de desempleo pasó de 3,1% en 2019 a 3,8% en 2020, y se estima que cierre a 3,7% en 2021.

En cambio la inflación, que ha sido siempre una gran preocupación para los líderes de ese país —que en su historia contemporánea debió enfrentar dos graves hiperinflaciones y una gran deflación—, se ha mantenido controlada en niveles más que aceptables teniendo en cuenta las condiciones actuales. En 2020 los precios de la canasta básica subieron solo un 0,4%, pero en 2021 han ascendido en 2,9%.

Democracia alemana (4)

Angela Merkel y Olaf Scholz. (Foto: Dpa)

Alemania se ha caracterizado, sobre todo después de su recuperación tras la Segunda Guerra Mundial, por una sólida posición externa, que se ha traducido en una tendencia superavitaria de la cuenta corriente de su balanza de pagos internacionales. En consecuencia, el país exporta ahorro al mundo, es decir, su nivel de ahorro bruto interno supera el de la inversión bruta, lo que implica que parte de ese ahorro se invierte en otros países. En los últimos cinco años, el ahorro bruto promedio ha sido equivalente al 65,4% del PIB, mientras que la inversión bruta promedio representa un 46,8% del PIB.

El nuevo gobierno no solo se ha planteado un importante programa de inversión pública, sino pretende también estimular la inversión privada para impulsar el crecimiento económico, de ahí que se haya aceptado la posición de los liberales respecto a no subir impuestos.

La cuestión fiscal es otro de los retos, toda vez que la pandemia obligó al gobierno anterior, del que Scholz era vicecanciller y ministro de Finanzas, a incrementar el gasto público y, en consecuencia, el déficit fiscal y la deuda pública bruta. Esta última, como proporción del PIB, venía reduciéndose año tras año, después de alcanzar un máximo histórico de 82,4% en 2010, hasta 59,2% en 2019; pero para 2020 había ascendido a 69% y en 2021 se estima que cierre a 72,5%.

Por otra parte, Alemania juega un importante rol como primera potencia económica de la Unión Europea, por lo que en gran medida su desempeño influye en el del bloque y, muy especialmente, en la zona euro.

La Unión Europea enfrenta problemas relacionados con el Brexit; las tendencias autoritarias de los gobiernos de Polonia y Hungría; la crisis migratoria de Bielorrusia, que amenaza las fronteras del bloque; las presiones migratorias desde los Balcanes, el norte de África y las zonas de conflicto en el Medio Oriente y, en todos estos temas, la voz de Alemania tiene un peso significativo.

A lo anterior se añade que el nuevo gobierno tendrá que enfrentar la compleja situación creada por las tensiones entre Rusia y Ucrania en la frontera común, debido a amenazas rusas que se materializaron en la anexión de Crimea en 2014 y que ha sido condenada por un número considerable de países. El gobierno de Angela Merkel firmó con Rusia un acuerdo para el gasoducto Nord Stream 2, que suministraría gas natural a Alemania, atravesando el Mar Báltico, sin tener que pasar por Ucrania.

Desde Estados Unidos y otros países europeos se ha criticado el arreglo, debido a que aumentaría la dependencia energética europea respecto a Rusia y ello podría ser utilizado como arma política por el gobierno de Putin. Adicionalmente, el acuerdo afectaría intereses de Polonia y los países bálticos, miembros de la Unión Europea.

Comienza una nueva era en la política alemana después de dieciséis años de gobierno de Merkel, quien sin duda deja su impronta en la historia contemporánea de la nación. El país ha demostrado la importancia de la democracia para el funcionamiento de una sociedad desarrollada. Ha confirmado igualmente la utilidad de las negociaciones y la construcción de consensos, a partir de acuerdos sobre lo fundamental, pasando por las diferencias políticas de los distintos partidos frente al objetivo común de asegurar estabilidad política, funcionamiento adecuado de las instituciones y sana alternancia en el poder.

Los gobiernos sólidos deben enfrentar oposiciones sólidas, ese contrapeso beneficia a las sociedades porque cada una de las partes debe demostrar su responsabilidad ante el pueblo, que es donde reside la soberanía. Los mecanismos democráticos, precisamente, son los que aseguran esa soberanía.

11 diciembre 2021 47 comentarios 2.516 vistas
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Realidad cubana (1)

La realidad cubana actual y las lecciones de la historia

por Mauricio De Miranda Parrondo 23 noviembre 2021
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

Cuba está en un punto de inflexión de su historia contemporánea. El modelo económico y político adoptado después del triunfo de la Revolución, se muestra agotado porque no ha sido capaz de conducir a la prosperidad ni a la libertad y la democracia.

A punto de cumplirse sesenta y tres años de aquel momento, la inmensa mayoría de la población debe concentrar la mayor parte de sus energías en sobrevivir bajo condiciones muy difíciles, con graves problemas para asegurar el suministro de víveres y otros bienes esenciales, severas dificultades de transporte, crítico déficit de viviendas y deplorable estado de muchas de las existentes debido a la falta de mantenimiento.

Adicionalmente, los ingresos a partir del salario resultan insuficientes para asegurar condiciones normales de vida. Esta situación es mucho más comprometida en el caso de la población jubilada.

El gobierno se ha caracterizado por no adoptar transformaciones sistémicas radicales que permitan enfrentar la crisis, perdió el tiempo que no tenía combinando «experimentos» con gran lentitud en la adopción de profundas reformas económicas, y ello condena al país a un estancamiento económico que no le permite remontar la situación que tenía antes de 1989.

Los cambios económicos se distinguen por su timidez e intentan evitar la pérdida del control político y el poder sobre el establecimiento de incentivos necesarios para el desarrollo del emprendimiento y la producción. En consecuencia, la insatisfacción crónica de las necesidades materiales de la sociedad, que ha sido persistente en la historia económica del período revolucionario, se ha agudizado notablemente.

En medio de la gravísima crisis actual, los funcionarios del gobierno persisten en un modelo económico centralizado que ha probado su ineficacia en diversas partes del mundo, tal como quedó demostrado en los casos de la Unión Soviética y sus aliados de Europa Oriental, donde tanto el sistema económico como el político implosionaron entre 1989 y 1991.

Adicionalmente se sigue insistiendo en que el actual modelo es el único posible en el «socialismo» cubano, lo cual responde tanto a atavismos dogmáticos como al interés por mantener el poder a toda costa, aunque ello conduzca a un deterioro del nivel de vida de las personas. Al parecer, apostaron a que ese deterioro, que sin dudas conlleva a una reducción del apoyo popular, no se traduciría en protestas sociales. Sin embargo, después del 11 de julio todo eso cambió.

Realidad cubana (2)

…apostaron a que ese deterioro, que sin dudas conlleva a una reducción del apoyo popular, no se traduciría en protestas sociales. (Foto: IPS)

Tres décadas es un período suficiente para extraer las lecciones necesarias y actuar en consecuencia con el fin de evitar lo que ocurrió en aquellos países. Lo más importante era crear las condiciones que evitaran el colapso de la economía y la crisis de confianza en el sistema político. Ello debió conducir a profundas reformas económicas y políticas, en cambio, la dirección cubana se decantó por la «continuidad», que bien podría traducirse en inmovilismo.

Las lecciones de la historia

Hace treinta y dos años se desplomaron, uno tras otro, los regímenes comunistas de Europa Oriental. En 1991, apenas dos años después, se desintegró la Unión Soviética (URSS). También en ellos se había producido un agotamiento del modelo económico centralizado —incluso en aquellos en los que acontecieron reformas descentralizadoras con ciertos elementos de mercado—, así como del sistema político totalitario.

En las primeras dos décadas de imposición del sistema en esos países por parte de la URSS, el crecimiento económico se produjo siguiendo un modelo de desarrollo extensivo, basado en la abundancia relativa de ciertos factores de producción, especialmente trabajo, materias primas y combustibles.

A partir de la segunda mitad de la década de los setenta, sin embargo, las condiciones cambiaron. La abundancia se transformó en escasez y se acumularon déficits comerciales en la medida que se incrementaban las relaciones económicas con países capitalistas a los cuales había poco que ofrecer, más allá de materias primas. Los déficits, a falta de inversión extranjera, comenzaron a cubrirse con deuda externa debido a la necesidad de importar tecnología y maquinarias.

A principios de los ochenta —cuando estalló la crisis de la deuda por la política de altos intereses de la Reserva Federal—, varios países socialistas europeos se vieron en severas dificultades de pagos. Prácticamente todos fueron golpeados por la crisis, pero las mayores afectaciones las sufrieron Polonia, Rumanía y Hungría. La URSS, por su parte, cargaba no solo con el fardo que representaba el creciente gasto militar, sino también con la guerra de Afganistán y el apoyo económico a Cuba, Vietnam y Mongolia.

La crisis de sus finanzas externas obligó a los gobiernos a adoptar políticas de austeridad que se reflejaron en un deterioro del nivel de vida de la población. En el primer lustro de la referida década comenzó a ralentizarse el crecimiento económico, y en los últimos años el crecimiento ya fue negativo.

Países

1981-1985

1986-1990

Alemania Oriental*

4,5

-1,8
Bulgaria 3,3 1,5
Checoslovaquia 1,7 1,3
Hungría 1,8 0,5
Polonia -0,2 -0,4
Rumanía 3,2 -1,8
Unión Soviética 4,6 4,8
*En el caso de Alemania Oriental se trata de Producto Material Neto (PMN) que era el indicador medido en el CAME. Los datos del PIB no están disponibles en la base de datos de UNCTAD.

Cuadro 1. Variación promedio anual del PIB de países socialistas europeos en los quinquenios 1981-85 y 1986-90 (porcentajes) (Fuente: Cálculos del autor con base en UNCTAD – 2021).

En términos generales, fueron incapaces de transitar a un modelo de desarrollo intensivo basado en mayor productividad de los factores y aplicación de avances científicos a la producción. Solo en la carrera espacial y en la de armamentos la URSS podía competir con Estados Unidos, a un costo excesivamente alto en términos de bienestar humano.

A lo anterior se sumaba el considerable deterioro de la capacidad movilizativa y del liderazgo de los respectivos partidos comunistas en el poder. Su control se había sustentado en una férrea represión a intelectuales, e incluso a trabajadores que en ocasiones se manifestaron contra fenómenos como la escasez de bienes de consumo, los altos precios o la presencia de tropas soviéticas en sus territorios.

En 1953, poco después del fallecimiento de Stalin, trabajadores berlineses que salieron a las calles para protestar por los altos precios y reclamar la salida de las tropas soviéticas fueron reprimidos por dichas tropas. En 1956, nuevamente ese ejército foráneo puso fin a la decisión soberana de los húngaros de declararse neutrales y cambiar el sistema de partido único por una democracia multipartidista.

Ese mismo año ocurrieron protestas de los obreros polacos en Poznan, reprimidas por las fuerzas militares polacas pero conducentes a la remoción del liderazgo comunista y su reemplazo por dirigentes más reformistas.

En 1962, en la localidad de Novocherkassk, región rusa de Rostov, los obreros iniciaron una huelga contra el aumento de las cuotas de producción impuestas por los planificadores, al tiempo que subían los precios de la carne y la leche. La misma se tradujo en una manifestación ante el comité local del Partido. Dicha protesta, duramente reprimida por el KGB y las fuerzas militares, provocó la muerte a veintiséis personas, varias decenas de heridos y centenas de detenidos, según fuentes oficiales.

Una nueva intervención militar soviética y de otros países del Pacto de Varsovia frustró, en 1968, el intento soberano de los comunistas checoslovacos de iniciar profundas trasformaciones económicas y políticas, en la intención de construir un «socialismo con rostro humano».

Finalmente, en 1980 los obreros de los astilleros de Gdansk, en Polonia, iniciaron huelgas y protestas ante el deterioro del nivel de vida motivado por las políticas del gobierno, el aumento de la inflación, bajos salarios y escasez de bienes de consumo. Crearon el sindicato paralelo «Solidaridad», que rápidamente aglutinó a miles de trabajadores en todo el país, y representó la principal organización contra el hasta entonces dominio monopólico comunista. Esto condujo a la imposición de la ley marcial, la detención masiva de los principales líderes de oposición, y el paso a la clandestinidad del sindicato independiente.

Realidad cubana (3)

Lech Wałęsa, fundador del sindicato «Solidaridad».

Ante las reformas de Gorbachov, orientadas a la reestructuración económica (Perestroika), a la transparencia informativa y eliminación de la censura (Glásnost) y a la democratización tanto al interior del Partido como de la sociedad; la mayor parte de los gobiernos comunistas advirtieron en ellas el desplome de su poder monopólico, pero esta vez no contaban con el apoyo de las fuerzas militares soviéticas porque el líder había advertido con claridad que no intervendrían en los asuntos internos de otras naciones, dando fin a la llamada «soberanía limitada».

El 7 de octubre de 1989, mientras Gorbachov acompañaba a Erich Honecker en la celebración del 40 aniversario de la constitución de la RDA, miles de berlineses del Este aclamaron al líder soviético y solicitaron reformas en su propio país. Un mes después caía el Muro de Berlín. Tal como relaté en otro artículo, meses antes miles de germano-orientales habían cruzado la frontera húngara abierta por autoridades de ese país y otros se habían asilado en la embajada de la RFA en Praga.

Los días 16 y 17 de noviembre del mismo año se produjeron masivas protestas estudiantiles en Bratislava y Praga, en ocasión de conmemorarse el asesinato del joven Jan Opletal por los nazis. Una manifestación con el beneplácito del Partido Comunista se convirtió en una reclamación para democratizar la sociedad checoslovaca. Surgió entonces el Foro Cívico, que aglutinó a intelectuales disidentes, muchos de los cuales habían sido firmantes de la Carta de los 77, y opositores al régimen comunista.

La dirigencia del Partido persistía en su posición de que exclusivamente el sistema político de partido único era válido y posible en el país. Las fuerzas armadas se negaron a atacar a la población y las huelgas se extendieron a los trabajadores, la radio y la televisión. El 27 de noviembre se produjo una huelga general y la dirección del Partido solicitó ayuda a la URSS, pero no le fue concedida. Este país también enfrentaba ya una profunda crisis en las relaciones entre nacionalidades y por los deseos independentistas de varias repúblicas.

En noviembre, asimismo ocurrieron protestas en varias ciudades búlgaras, ellas llevaron a la renuncia del veterano dirigente Todor Zhivkov.

A fines de diciembre se produjo en Rumanía el sangriento final de Nicolae y Elena Ceauçescu que puso fin a su régimen. El dirigente rumano había reprimido violentamente las protestas de Timisoara y ello no le fue perdonado por el pueblo, que había resistido las duras políticas de ajuste del gobernante encaminadas al pago de la deuda externa a partir de una reducción del gasto público, con cortes incluidos en la calefacción durante el invierno.

En todos los casos, los líderes comunistas se negaron a aceptar la necesidad de profundas reformas económicas y políticas, y no advirtieron la ruptura del pacto social ni el deterioro de la credibilidad del liderazgo de los Partidos respectivos. En aquella espiral disolutiva comenzaron a desintegrarse los Frentes nacionales en que se agrupaban las organizaciones dependientes de los partidos; reaparecieron entonces algunos partidos socialistas que habían sido obligados a fusionarse con los comunistas.

El año 1990 fue concluyente. En elecciones libres convocadas en estos países los comunistas perdieron el poder. Muchas de esas organizaciones antes de desaparecer ya eran minúsculas en membresía e influencia popular. Después de esto, como es sabido, se produjo la restauración del capitalismo en todos ellos. En algunos casos no se trató de la construcción de un Estado de Bienestar, sino de un liberalismo a ultranza donde, por cierto, muchos de los nuevos magnates y oligarcas eran antiguos jerarcas comunistas y altos oficiales de la seguridad del Estado o de las fuerzas militares.

Realidad cubana (4)

Nicolae y Elena Ceauçescu fueron fusilados.

La dirección necesaria de las reformas en Cuba

Ninguno de los países socialistas europeos, quizás con la excepción de Rumanía, tenía en 1989 las condiciones económicas que tiene Cuba hoy. Ninguno de ellos resistía sanciones económicas como las que la Isla enfrenta desde hace más de seis décadas, las cuales, sin embargo, no deberían servir de justificación para no adoptar profundas transformaciones económicas y políticas, sino todo lo contrario, estos cambios son inexcusables en las condiciones actuales para impulsar el crecimiento económico y potenciar la libertad y la democracia.

Las reformas económicas deberían orientarse a promover el emprendimiento, incentivar la producción nacional de bienes y servicios, sobre todo de aquellos que solucionan necesidades directas de la población, así como las que pudieran convertirse en fuentes de ingresos por exportaciones, estimulando así el desarrollo de los sectores privado y cooperativo, junto al estatal ya existente, circunscrito a aquellas actividades en las que su eficiencia no es resultado de una condición monopólica.

Para ello es imprescindible eliminar los actuales monopolios de la banca, el comercio exterior y el comercio doméstico, y estimular el funcionamiento de mercados abiertos y transparentes.

Las reformas políticas tendrían que encaminarse hacia la democratización de la sociedad, a promover un cambio profundo en las instituciones políticas, haciéndolas abiertas e inclusivas. Esto reforzaría los mecanismos tanto de la democracia directa como de la representativa y haría de los derechos ciudadanos el pilar fundamental de una sociedad libre.

Sería imprescindible establecer mecanismos de elección directa y entre varias alternativas, tanto de los funcionarios que ejercen funciones ejecutivas principales a nivel nacional y territorial, como de aquellos que se dedicarían plenamente a legislar. El parlamento debería ser mucho más pequeño y dedicado exclusivamente a la labor legislativa, para que cumpla realmente sus funciones y no exista como simple decorado.

Cualquier ciudadano debe tener oportunidad de ofrecer sus servicios a la sociedad en la labor de gestión política, lo que desmontaría el dañino y arcaico sistema que permite al Partido Comunista, en la práctica, colocarse por encima de la sociedad para controlarla y, al mismo tiempo, quedar fuera del control de esta. Cuba no es el país de los miembros del Partido, es el país de todos los cubanos.

El derrumbe del socialismo en Europa Oriental demostró que cuando el liderazgo no está a la altura de las circunstancias; no evalúa objetivamente la realidad económica, política y social; no interpreta adecuadamente el sentir de la sociedad o de una parte de ella, se producen fracturas que conducen a protestas sociales. La represión de las mismas solo genera un agravamiento de los conflictos y estimula acciones violentas.

El liderazgo y la vanguardia de un partido o movimiento político no se garantizan con un artículo en la Constitución, sino con el ejemplo y la capacidad real de convocatoria social; con la interpretación adecuada de las condiciones históricas para conducirse en sintonía con ellas y con la sagacidad para aplicar las lecciones que la historia les ofrece.

23 noviembre 2021 30 comentarios 3.928 vistas
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