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Mario Valdés Navia

Mario Valdés Navia

Investigador Titular, Dr. en Ciencias Pedagógicas, ensayista, espirituano

Segunda república

Hablando de continuidad: Segunda República y Revolución

por Mario Valdés Navia 6 marzo 2023
escrito por Mario Valdés Navia

Las jóvenes generaciones suelen preguntarse: ¿de dónde sacaban tantos hombres y mujeres de los años sesenta la creencia de qué en diez años Cuba podría superar a EEUU en todos los indicadores (Che, 1961), inundar de carne y lácteos a Europa, o hacer una zafra de diez millones de toneladas de azúcar (Fidel, 1965, 1969)? ¿Es que se vivía en un entorno de alucinación colectiva, o existía algún basamento real para asumir objetivos tan exagerados como tareas nacionales?

Realmente la tendencia de desarrollo de Cuba desde la segunda mitad de los años treinta y sus dinámicas sociales y políticas servía de referente esperanzador para muchas de aquellas rimbombantes afirmaciones. Recuérdese que en 1952, en tres meses y sin esfuerzo extra, se hizo una zafra de 7,2 millones de toneladas; la ganadería cubana era la mejor del área tropical y su economía era considerada la tercera más próspera de LATAM —tras Argentina y Uruguay— y la quinta del hemisferio occidental.

La Segunda República (1940-1958) no solo creó la Generación del Centenario, sino también una economía que, aunque llena de desproporciones y desigualdades sociales, era una de las más modernas y florecientes del Tercer Mundo. Por ello La Historia me Absolverá no habla de crisis económica, sino de lograr una sociedad más justa y democrática acorde al nivel alcanzado por la economía cubana.

El proceso de ruptura radical de la Revolución con aquella sociedad capitalista cubana sigue llenando libros y artículos, pero, ¿cuánto de continuidad hubo entre la Segunda República y la Revolución en el Poder?

Segunda república

-I-

El devenir de cualquier sociedad es un proceso inevitable de continuidad y ruptura. Ellas constituyen las dos caras de una misma moneda: el desarrollo humano. La continuidad sola se aferra al pasado y el peso del lastre no permite a la sociedad avanzar. Sus apologetas se vuelven estatuas de sal como la mujer de Lot. En política, asumen posturas conservadoras y retardatarias del progreso. 

Los que absolutizan la ruptura con lo anterior son nihilistas que destruyen un  patrimonio nacional que no les pertenece solo a ellos, sino a todo el cuerpo social presente y futuro. La historia abunda en ejemplos de ambos tipos de extremismos.

Cuando un grupo que asume el poder se comporta como nihilista y establece un nuevo tipo de relaciones haciendo tabula rasa de lo anterior se genera un verdadero historicidio. Su resultado es la aparición de sociedades atrofiadas, donde el desbalance entre continuidad y ruptura hace parecer que lo nuevo surge de la nada, sin antecedentes económicos, sociales y culturales provenientes de la época anterior.

Si estos nihilistas luego de afianzarse en el Poder se vuelven continuistas que pretenden eternizar tal modelo desproporcionado, entonces la situación se agravará aún más. Para enfrentarlos y tratar de enmendar lo contrahecho habría que rescatar y revalorizar elementos sociales desaparecidos, maltratados, olvidados y menospreciados durante mucho tiempo. Algunos hasta podrían parecer falsos y sobrevalorados a mentes ya nubladas por el adoctrinamiento y el oportunismo.  

En Cuba, el enfoque metafísico de priorizar la ruptura y el olvido del pasado republicano se manifestó en todas las esferas de la vida social desde 1959. El hecho de que el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 rompiera con la sucesión constitucional de los poderes públicos sirvió de fundamento para negar la sociedad anterior como un todo tiránico y corrompido.

Esta concepción se fortaleció cuando la agudización del conflicto interno y externo entre defensores y opositores de la Revolución socialista facilitó la implantación de una dictadura militar en forma de Gobierno Revolucionario Provisional que concentró todos los poderes de la Nación en un pequeño grupo de poder hegemónico. La adopción posterior del modelo de socialismo estatizado burocrático de raíz estalinista amplió el abismo entre continuidad y ruptura mediante el adoctrinamiento totalitario.

En textos y programas de la historia oficial, la República —designada como Mediatizada, Pseudorrepública o Protectorado— se convirtió en un agujero negro del que solo se vislumbraban corrupciones políticas, huelgas obreras y represiones a comunistas. El desarrollo económico, social y cultural alcanzado por el país y su rica sociedad civil en las dos décadas anteriores del medio siglo republicano no se mencionaba.

Segunda república

Las comparaciones sesgadas entre los indicadores sociales de antes y después de 1959 no reconocían que el origen de los cuantiosos fondos que ahora se distribuían más equitativamente se hallaba, no solo en los subsidios soviéticos motivados por su interés geopolítico de sostener una Cuba socialista cerca de EEUU, sino también en el despilfarro de las riquezas creadas durante la Segunda República.

Pero más que en lo económico y sociocultural, la herencia de la Segunda República marcó el diseño y presentación del propio modelo político revolucionario donde la dictadura militar y la ideología comunista se dieron la mano, pero no por vez primera.

-II-

Con diferente forma de llegar al poder y gobernar en sus dos mandatos (1940-1944; 1952-1958) fue Fulgencio Batista el primer y el último presidente de la Segunda República. En el ínterin se sucedieron los gobiernos auténticos de Ramón Grau San Martín y Carlos Prío (1944-1952).

El más interesante elemento de continuidad política entre la Segunda República y la Revolución está en varias de las prácticas políticas y modos de gobernanza que introdujo Batista en su primer período de gobierno y algunas del segundo. En la primera ocasión llegó al poder por elecciones, representando a la Coalición Socialista Democrática, una amplia plataforma política donde los comunistas eran de sus aliados principales.

No obstante, los vínculos entre Batista y el PC provenían de la época anterior (1935-1940) en que se consolidó como el Hombre Fuerte del país, amo del ejército, apaciguador de conflictos y benefactor popular. Desde el Gobierno, Batista apoyó importantes actividades comunistas como el I Congreso del PCC, en Santa Clara —del que hoy casi nadie habla— y el constituyente de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), liderada por Lázaro Peña (1939).

La colaboración con el poderoso movimiento obrero cubano permitió a Batista en ese año realizar una exitosa visita oficial a México, donde fue objeto de varios homenajes y actos que le organizaron Vicente Lombardo Toledano y el movimiento obrero mexicano, entrevistarse con el presidente Lázaro Cárdenas y hablar ante el pleno del Congreso.

Ese año, el PC se fundió con Unión Revolucionaria dando lugar al Partido Unión Revolucionaria Comunista (PURC), con Blas Roca y Juan Marinello como líderes. El Hombre —como llamaron los comunistas de entonces a Batista— facilitó también la creación de la Federación Nacional de Obreros Azucareros (FNOA), dirigida por Jesús Menéndez.

Segunda república

Desde la presidencia, Batista optó por utilizar las experiencias comunistas en el manejo de los trabajadores y los apoyó destruyendo a sus enemigos trotskistas, estableciendo relaciones diplomáticas con la URSS (1942) y reconociendo jurídicamente a la CTC (1943).

A cambio de ello y con el pretexto de no perjudicar la colaboración económica a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, la CTC restringió las huelgas solo a casos excepcionales. Entre 1940 y 1944 el movimiento obrero obtuvo aumentos salariales por 464 millones de pesos, elevación del salario mínimo, semana laboral de 44 horas y otras conquistas que compensaron parcialmente el alza del costo de la vida. En 1944, el PURC borró la palabra comunista de su nombre y comenzó a llamarse Partido Socialista Popular.

En el ámbito económico, Batista estableció varias medidas de corte keynesiano que fortalecían el papel del Estado en la conducción económica, tales como la creación de la Oficina de Regulación de Precios y Abastecimientos (1940), con la que por primera vez en Cuba el Estado asumía la conducción de la política de precios y la distribución.

Tras el establecimiento de la tiranía en 1952, Batista unió el Ejecutivo y el Legislativo bajo su potestad durante dos años, aunque el Judicial quedó independiente. Esto fue posible porque sustituyó la carta magna de 1940, por los llamados Estatutos Constitucionales, elaborados con el fin de darle una fachada jurídica legal a su régimen. Tras la farsa electoral de 1954 y su «elección» como presidente —considerada espuria porque se presentó solo a las elecciones— restableció en 1955 la Constitución del 40 y la tripartición de poderes.

En enero de 1959, entrarían nuevamente en reposo para no regresar más. El Consejo de Ministros aprobó una nueva Ley Fundamental, que le atribuía potestades legislativas, incluyendo la modificación de esta propia Ley Fundamental. A partir de ese momento fueron el primer ministro y su gobierno los facultados para hacer las leyes y ejecutarlas.

En lo económico, el tirano Batista fue un promotor de la política llamada del Gasto Compensatorio, que concebía un crecimiento del mercado interno mediante la expansión del gasto público. Para compensar los efectos de la crisis del sector azucarero, se crearía una infraestructura moderna que propiciara las inversiones extranjeras no azucareras y un proceso autónomo de industrialización.

Sin embargo, el incremento del gasto público se ubicó en inversiones en la esfera de los servicios y sólo una ínfima parte se dedicó a la agricultura no azucarera o a la industria. En poco tiempo, esta política provocó el despilfarro de las reservas en divisas del país, saldos negativos en la balanza de pagos, incremento de la deuda pública y concentración de las inversiones en obras improductivas.

Aunque el crecimiento desigual y deforme de la economía cubana se acentuó, en 1958 aún quedaban importantes reservas en los demás sectores para volver a la senda de la inversión productiva. Pero tras el establecimiento del Gobierno Revolucionario esos problemas se reprodujeron con creces debido a la ampliación de gastos en servicios sociales, defensa y el aparato administrativo-ideológico.

Alianza entre el caudillo y grupos de poder militar con los comunistas para conducir a los trabajadores como las hormigas pastoras a las bibijaguas, normas constitucionales que distorsionan la gobernanza democrática, políticas de gastos «compensatorios» para intentar estimular el crecimiento, fueron prácticas que nacieron en la Segunda República y han sido llevadas al extremo por la Revolución en el Poder.

Los resultados de extender ad infinitum durante la etapa socialista el populismo caudillista sin respaldo económico, propio de los gobiernos batistianos, influye en la crisis económica estructural nacional que atraviesa el país en nuestros días. Solo que ahora apenas existen ya reservas para recomenzar, ni se avizoran posibilidades reales de que nuevos actores sean capaces, en lo inmediato, de desterrar de una vez tales políticas.

6 marzo 2023 25 comentarios 1,2K vistas
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Cuento

El cuento de nunca empezar

por Mario Valdés Navia 14 febrero 2023
escrito por Mario Valdés Navia

Por estos días se debate en torno a la decisión del Gobierno/Partido/Estado de crear un centro para preparar «transformaciones económicas en Cuba basadas en el desarrollo de la empresa privada». El equipo de Putin´s boys, que enseñará cómo hacerlo, incluirá expertos del Centro de investigación Estratégica, del lnstituto de Pronósticos Económicos y del influyente think tank que es el Instituto PA Stolypin de Economía del Crecimiento.

Aunque aun no se ha explicado oficialmente el alcance de este proceso privatizador y las formas que adoptará, su enunciación deja poco margen a la imaginación. El desmantelamiento del sector estatal tal y como lo hemos conocido durante seis décadas, está declarado. Sin embargo, lo cierto es que no será la primera vez que este gigantesco sistema empresarial estatizado sufra transformaciones profundas.

Lo novedoso es que ahora sea el propio Gobierno/Partido/Estado el que haga tabla rasa de sus mantras ideológicos supuestamente eternos, plasmados incluso en la reciente Constitución 2019 y abandone la idea de preservar la sacrosanta empresa estatal socialista para privatizarla al modo ruso. Si algún ciudadano  hubiera salido con un cartel pidiendo algo así hubiera sido acusado de sedición.

¿Cuántas veces en estas seis décadas se ha modificado el sistema empresarial con el  pretexto de que ahora sí vamos a construir el socialismo? ¿El desmontaje del sector socialista empezará ahora, o viene efectuándose desde tiempo atrás a la vista de todos? ¿Si el socialismo nunca se ha construido, entonces lo que hemos vivido los cubanos por cuatro generaciones es como El cuento de nunca empezar, de Joaquín Sabina?

Cuento

-I-

Desde que Lenin y los bolcheviques negaran los postulados marxistas sobre la revolución proletaria mundial y decidieran construir el socialismo en un solo país (por demás atrasado y aislado), se discutió si sería posible alcanzar esa quimera. Setenta años después, el derrumbe del sistema socialista mundial puso fin a la histórica controversia.

Por eso, soy de los que prefieren denominar a los estados que infructuosamente pretendieron abolir el capitalismo como de vocación socialista. Ninguno ha sido nunca verdaderamente socialista. El caso cubano es muestra fehaciente de ello.

Desde 1960 se intentó establecer un modo de producción no capitalista, que potenciara aun más el desarrollo de las fuerzas productivas y fomentara un nuevo tipo de relaciones sociales, más justas y equitativas. Inicialmente se intentó lograr esto último a través de la distribución; pero pronto la economía comenzó a caer en lugar de crecer.

Las carencias en la organización de la producción, la circulación y el consumo, unidas a los crecientes gastos de defensa por el conflicto Cuba-Estados Unidos, condenaron al ya proclamado socialismo en un mecanismo de redistribución y reproducción de la pobreza. Su talón de Aquiles era la falta de estímulos al productor directo y al propio aparato productivo, donde la competencia fue sustituida por un supuestamente inefable plan de producción, elaborado y controlado burocráticamente, de espaldas al mercado.

El primer gran equívoco fue considerar que la expropiación violenta y acelerada de las propiedades capitalistas y su traspaso al Estado, las convertían al instante en empresas socialistas y determinaban el triunfo del nuevo modo de producción. Cuando Fidel proclamó: «Los imperialistas no nos pueden perdonar que hayamos hecho una revolución, una revolución socialista, aquí, bajo las mismas narices de los Estados Unidos», parecía que el socialismo estaba implantado, pero sus raíces habían prendido en falso en el suelo cubano.

Rápidamente, los criterios de mercado fueron abandonados y la recién creada Junta Central de Planificación (JUCEPLAN), elaboró el Plan Cuatrienal de Desarrollo 1962-1965. Su fin era superar la condición de gran exportador mundial de azúcar y lograr la industrialización acelerada y la diversificación. Ambas tareas fracasaron.

A despecho de las visiones marxistas del socialismo como unión de productores libres, se crearon poderosas empresas monopolistas que centralizarían la producción como nunca antes, sin que ello se revirtiera en un incremento productivo. Ejemplo de ello fue la conformación de la Red Nacional de Acopio –entre 1962 y 1963‒, subordinada al Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA).

Las grandes empresas latifundistas del Ministerio de la Agricultura (MINAGRI), ejercieron total hegemonía sobre los demás sujetos económicos de su área de acción, tan desprotegidos ante sus desmanes que ni siquiera podían apelar a los tribunales para reclamar. El caos provocado en la producción agropecuaria por el voluntarismo y la soberbia burocrática sobre los productores, en particular los campesinos, destruyó una de las mejores agriculturas y ganaderías tropicales del mundo, cuya floreciente tradición databa de fines del siglo XVIII.

En la gestión empresarial se introdujeron elementos ideopolíticos de claro perfil idealista-voluntarista, enfocados en sustituir el papel del mercado y el interés económico de los diferentes actores por sucedáneos ineficaces: el plan, la conciencia y el trabajo voluntario. La tesis del Che de que «en tiempo relativamente corto el desarrollo de la conciencia hace más por el desarrollo de la producción que el estímulo material», pronto demostró su inoperancia y el crecimiento económico se derrumbó.

cuento

La tesis del Che de que «en tiempo relativamente corto el desarrollo de la conciencia hace más por el desarrollo de la producción que el estímulo material», pronto demostró su inoperancia. (Foto: Letras Libres)

La propuesta de solución para reanimar la producción y la productividad fue como echarle gasolina a un incendio: la Ofensiva Revolucionaria (1968). Fidel declaró: «De manera clara y terminante debemos decir que nos proponemos eliminar toda manifestación de comercio privado».

De súbito fueron expropiadas 57 600 pequeñas empresas privadas urbanas: tiendas de productos industriales, bodegas, bares, timbiriches*, servicios de consumo e industrias. Más de la mitad habían surgido después de 1961. El Estado, incapaz de sustituir la oferta de bienes y servicios de las pequeñas empresas, cerró la mitad de estas en tres meses. En lugar de solucionar, la nacionalización absoluta empeoró la escasez de bienes de consumo.

Tras integrarse en 1972 al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), se aplicó una copia tropicalizada del modelo soviético de gestión económica, que incluía espacios para el comercio privado y se abrió el Mercado Libre Campesino (1980). La adopción de un Sistema de Dirección y Planificación Económica (SDPE), basado en el cálculo económico, devolvió a la empresa cierta autonomía y se reutilizaron la planificación mercantil, contabilidad y auditoría al estilo soviético. Era la época de la «eterna amistad con la Unión Soviética» y todo lo que venía de Moscú era tenido por cosa divina e inefable.

-II-

Tres lustros después, el inicio de la Perestroika en1985 puso en alerta al grupo de poder hegemónico cubano, que comprendió el potencial destructivo de aquellas reformas para el modelo de socialismo estatizado. De ahí que Fidel arremetiera contra el SDPE por sus «fórmulas capitalistas», con el llamado Proceso de rectificación de errores y tendencias negativas.

Su objetivo era «reasumir el papel protagónico de la ideología revolucionaria, relegada por el falso criterio de la eficiencia espontánea de los mecanismos económicos». La consigna fungía como un déjà vu de los sesenta: «¡Ahora sí vamos a construir el socialismo!».

El sistema empresarial fue uno de los principales espacios de reformas centralizadoras que terminaron con la flexibilidad del SDPE. Los cambios principales fueron la aparición de los contingentes, como forma superior de organización del trabajo; la creación del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, paladín de la nueva empresa socialista de alta tecnología y la aplicación por el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR) de un Sistema de Perfeccionamiento Empresarial, basado en una  contabilidad confiable, autonomía en la administración de los recursos humanos y pago por resultados.

El desmantelamiento del SDPE y el fin de las subvenciones soviéticas (unos 6,000 millones de USD), resquebrajaron los ciclos económicos y debilitaron la economía en vísperas del inicio del Período Especial. No obstante, la crisis fue escenario propicio para que florecieran un puñado de empresas organizadas desde el Poder a la manera capitalista.

En 1993, se autorizó a la Corporación CIMEX, S.A. ‒creada por la inteligencia cubana en Panamá en 1978‒ para controlar las remesas crecientes. Con ese fin fue creada en 1984 la Financiera CIMEX, S.A. y American Internacional Services, S.A. en 1988.  Otra de sus empresas, HAVANATUR, SA, se encargaría de los viajes de  los exiliados a Cuba. A su vez, el mercado dolarizado –mayorista y minorista− también estaría controlado por sus comercializadoras.

Cuento

Un año después, para controlar todo ese naciente sector de capitalismo de Estado ligado al comercio en divisas, los servicios financieros y el turismo, fue creado  el super holding Grupo de Administración Empresarial S.A (GAESA), dirigido por el  general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, por entonces yerno de Raúl Castro.

Al cercenar al sistema empresarial socialista sus sectores más rentables, comenzó el proceso de desmantelamiento del sector estatizado y la subordinación de la economía nacional a los intereses de una supraentidad capitalista creada por la propia dirección del país. A partir de entonces las declaraciones pomposas a favor del lugar prioritario de la empresa estatal socialista sonaron como golpes de pecho.

Mientras, el leviatán GAESA se iba apoderando de más y variadas empresas importantes (CIMEX en 2006; Cubalse en 2009; ETECSA en 2011; BFI en 2016 y Habaguanex en 2017) y subordinando la política económica del Estado, en primer lugar la inversionista, a sus intereses particulares.

Desde finales de los noventas las principales medidas han estado en función de desplazar a las empresas cubanas y las asociaciones mixtas con extranjeros de los rubros económicos más rentables. La autorización para el fomento del llamado sector no estatal (TCP, cooperativas y mpymes) ha estado en función de resolver servicios perentorios de la población y servir de complemento a la actividad turística de GAESA, no de desarrollar la economía nacional en su conjunto.

La añorada eliminación de la doble moneda y la diversidad cambiaria solo se efectuó cuando corrieron peligro los ingresos de la supraentidad en las ramas comercial y turística y después de aprobarse el uso del MLC en tarjeta. Este invento, genial en su malevolencia, coloca al comprador como financista de las comercializadoras y dificulta la recepción y libre circulación de las divisas en el mercado interno, haciendo aun más difícil la gestión de los demás sujetos económicos, estatales o no.

A punto de llegar a los límites naturales de la expoliación de la economía nacional, en medio del despoblamiento del país, la reducción incesante de la oferta de bienes y servicios y tras plasmar en la Constitución 2019, la posibilidad de convertir empresas estatales en privadas, el Gobierno/Partido/Estado planea entregar el maltrecho sector estatal al capital privado, antes que a los colectivos de trabajadores o a los emprendedores nacionales.

Como se hará al estilo autoritario ruso, seguramente no habrá libres licitaciones de empresas, ni análisis pormenorizado de los orígenes de los capitales nacionales, que saldrán a la luz para comprar los restos del sector estatal y repartirlo entre la nueva oligarquía destapada.

La vocación socialista del grupo de poder hegemónico cayó en el olvido ante las aspiraciones de construir, no el socialismo, sino una sucursal del capitalismo atrasado y periférico ruso en El Caribe. Tanto nadar para venir a morir a la orilla, diría mi abuelo refranero.

***

*Esta palabra proviene del término mexicano puréhpecha tumbire, que significa racimo. Según el DRAE, en Cuba se llama timbiriche a un negocio pequeño de ventas al menudeo.

14 febrero 2023 36 comentarios 2,1K vistas
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Solución rusa

De la ayuda soviética a la solución rusa: ¿la misma historia?

por Mario Valdés Navia 30 enero 2023
escrito por Mario Valdés Navia

Aunque en los sesenta y dos años que hoy cumplo creí haberme preparado para casi todo, confieso que nunca espere ver al primer secretario del PCC reunido con una delegación de empresarios extranjeros donde se adoptara la decisión de fundar un centro para preparar: «transformaciones económicas en Cuba basadas en el desarrollo de la empresa privada».

El proyecto incluirá, por la parte cubana, a representantes del BCC y de ministerios clave, y seguramente de GAESA aunque la fuente no lo menciona. Por la parte rusa, a expertos del Centro de investigación Estratégica, el lnstituto de Pronósticos Económicos y el influyente think tank Instituto de Economía del Crecimiento, P.A. Stolypin.

¿A qué vendrán a Cuba estos expertos en desmantelamiento de economías socialistas estatizadas y creación de economías capitalistas autoritarias de carácter periférico? ¿Si durante treinta años el Gobierno/Partido/Estado se ha mostrado reacio a transformar el obsoleto y criticado modelo de socialismo de Estado y aplicar las reformas propuestas por economistas cubanos, a que viene ahora esta decisión súbita de privatizar a lo ruso? ¿Volverán cual deja vú los tiempos de la «entrañable y eterna amistad con la URSS», representada ahora por la Rusia imperial de Putin?

Solución rusa

Piotr Arkádievich Stolypin en 1908, cuando era primer ministro y ministro del Interior del zar Nicolás II de Rusia. (Foto: Pinterest)

-I-

Cuando empecé mi vida laboral, a inicios de los ochenta del pasado siglo, los asesores soviéticos campeaban por su respeto en cuanta entidad económica y social importante existía en Cuba. Aunque no las dirigían abiertamente, sus consejos debían ser escuchados y puestos en práctica por los cuadros de los centros, que respondían ante sus jefes por ser receptivos y complacientes con los representantes del big brother.

Así fue hasta que Gorbachov dijo que aquello nunca había sido un verdadero socialismo y que eran precisas la reestructuración (perestroika) y la transparencia informativa (glásnost). Cuando los asesores soviéticos empezaron a repetir los mantras perestroikos y a inundarnos con publicaciones críticas, sus días en Cuba estuvieron contados.

El Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas (1985-1990) intentó blindar el modelo estatizado al apelar a la retórica voluntarista inicial de la Revolución. La exhortación a la conciencia y al trabajo voluntario, así como la negación de las relaciones mercantiles y de la incipiente iniciativa privada, trajeron como resultado la paralización del crecimiento y el debilitamiento del país casi en vísperas de la terrible crisis del Período Especial, que comenzaría en 1991.  

Al menos desde 1993, economistas cubanos vienen proponiendo reformas endógenas para devolver el país a los derroteros del crecimiento y el desarrollo a partir de una economía mixta, donde los diferentes sectores de propiedad compitieran y se complementaran a través del mercado y la planificación indicativa. Nunca sus opiniones han sido tomadas en serio por los decisores como proyecto integral, sino seleccionando a cuentagotas cuáles, a qué ritmo y hasta cuándo deciden aplicarlas.

Desde que la crisis de los noventa eclosionó, se efectuaron procesos de debate colectivo encaminados a que la ciudadanía ofreciera criterios sobre qué hacer para «Salvar la Patria, la Revolución y el Socialismo». El análisis del «Llamamiento al IV Congreso» en 1991, la reforma del 92 a la Constitución, las medidas de reestructuración económica  de 1993, los «parlamentos obreros» de 1994 y la llegada al poder de Carlos Lage y un grupo de jóvenes dirigentes; hicieron creer que existía una voluntad de cambio en la dirección del país. No obstante, el carácter no vinculante, sino propositivo/consultivo de los procesos, dejó la toma de decisiones en manos de los históricos.

En la segunda mitad de los noventa, el agravamiento de las contradicciones con EE.UU. y la quimera de la Revolución Bolivariana retrotrajeron el país a los cauces tradicionales del centralismo y la conducción voluntarista. Ello se concretaría en la Batalla de Ideas y el Juramento de Baraguá. Desde 1999, las asociaciones mixtas y las empresas autorizadas a realizar operaciones directas de comercio exterior fueron reducidas, eliminados los negocios inmobiliarios extranjeros, y revivida la animosidad hacia el trabajo privado. El colmo de los horrores fue la decisión de  desmantelar la agroindustria azucarera, pilar de la nación.

Cuando Raúl fue nombrado presidente (2008), en su discurso inaugural se refirió a la necesidad de iniciar reformas para: «encontrar los mecanismos y vías que permitan eliminar cualquier traba al desarrollo de las fuerzas productivas». Con este fin se enviaron delegaciones a estudiar los procesos de reforma en diferentes países, sobre todo en China y Vietnam.

Sin embargo, los modelos de socialismo de mercado que hicieron prosperar a esos países debieron parecer muy liberales al Gobierno/Partido/Estado, siempre renuente a estimular otras formas de propiedad, permitir el retorno de los exiliados y debilitar su control absoluto. Una vez más, la mirada de los decisores se dirigiría hacia los grandes poderes mundiales en busca de apoyo.

Desde entonces las preferencias del grupo de poder hegemónico estaban claras. Entre las conversaciones secretas con EE.UU. para restablecer relaciones, y los nexos crecientes con la Rusia imperial de Putin, no había mucho interés en experimentar nuevos caminos, sino en salvaguardar sus fortunas y posiciones de privilegio confiados al cuidado de su fuerza de tarea de élite: los tecnócratas militares del holding GAESA.

Solución rusa

El grupo de poder en Cuba tiene nexos crecientes con la Rusia imperial de Putin. (Foto: Monarquías.com)

-II-

La crisis del modelo y la inopia, enajenación y desesperanza de la población son tan grandes actualmente, que el anuncio de estos pasos anticonstitucionales en el ámbito económico, político y social, no solo ha sido ignorado por los medios oficiales hasta nueva orden, sino que asimismo fue eludido en los núcleos del PCC, universidades, instancias intelectuales e instituciones.

Tal parece que la idea imperante en la mayoría es: si aparece una manera de echar a andar la economía y salir del marasmo actual, bienvenida sea; poco importa si es el capitalismo periférico, atrasado y autoritario de Putin, o una invasión alienígena. Ya una vez fuimos aliados de la antigua URSS y no la pasamos tan mal como estamos ahora.

Esta manera de pensar, además de la cobardía política y vergüenza intelectual que simboliza, encierra no pocos errores históricos y de concepto que valdría la pena tener en cuenta. Lo fundamental es el contexto histórico: las Cubas de 1960, 1971 y 2023 son muy diferentes.

Al empezar las transformaciones revolucionarias y agudizarse el conflicto con EE.UU. a punto de una inminente agresión militar (1959-1960), existía una superpotencia rival interesada en sostener la rebeldía cubana frente al poderío estadounidense, algo inédito en este hemisferio. Tener que adoptar a rajatabla el socialismo de Estado soviético no era exactamente algo coyuntural, motivado por el escenario de hostilidad norteamericana; desde 1959 quedaba claro que el modelo autoritario-militar implantado no venía del Kremlin sino de la Sierra Maestra.  

Diez años después, el fracaso de la Zafra de los Diez Millones fue realmente el hecho, entre todo el experimento de idealismo voluntarista, que agotó el patrimonio de la nación y condujo al grupo de poder a decidir que solo podría salir del embrollo atravesando las horcas caudinas del campo socialista y aceptando su modelo sin muchas condiciones. Desde 1971, los asesores soviéticos de marras se encargarían de supervisar que Cuba, beneficiada con los subsidios soviéticos, hiciera las modificaciones necesarias en todos los campos para ser un miembro pleno del CAME y aliado privilegiado de la URSS en su puja con EE.UU. por el dominio mundial.

Otra es la situación en 2023. Aunque a los históricos se han sumado los continuistas, por razones biológicas, el Poder continúa monopolizado por el mismo grupo militar-burocrático y sus descendientes. Sus proyectos para preservar y reestructurar la hegemonía del grupo, pasan por lograr una reanimación de la economía sin que pierdan los privilegios acumulados. Y es aquí donde entronca el debate de los modelos a aplicar y las necesarias reformas por hacer en el país.

Ni el fomento del sector no estatal, ni las experiencias de transición al capitalismo globalizado en países ex socialistas de Europa del Este, ni el socialismo de mercado chino-vietnamita garantizan la estabilidad de los privilegios de ese grupo. En países de Asia y África ha ganado difusión el denominado Modelo Birmano, donde los jerarcas militares se han distribuido las riquezas nacionales en forma de propiedades agrarias e industriales, compartiendo el poder con señores de la Guerra, oligarquías locales y capitalistas nacionales y extranjeros; pero eso tampoco parece ser aceptado por el alto mando cubano.

Durante años, sus capitales de riesgo han sido colocados a una carta ganadora: la reanudación de relaciones con EE.UU. y la afluencia masiva del turismo estadounidense. Sin embargo, esto puede demorar, porque sus enemigos acérrimos en el poderoso país parecen tener más poder que el propio Biden y los sectores demócratas y republicanos que favorecen la normalización. De ahí la opción aparentemente inusitada de una solución rusa.

No obstante, Cuba se parece poco al País de las Nieves y sus satélites ex soviéticos, y la economía insular tiene poco que ofrecer a un modelo que requiere grandes ingresos nacionales. Para privatizar hay muchos sectores y empresas, pero mientras en Rusia la poderosa mafia local asumió, junto a los inversores extranjeros, el rol de grandes emprendedores y sacaron a la luz sus capitales mal habidos para la compra de empresas y financiar a presta nombres provenientes de la alta burocracia partidista y estatal; en Cuba no creo que pueda hacerse otro tanto.

Por demás, en momentos en que la guerra de Ucrania amenaza con llevar a la ruina al régimen de Putin, paréceme muy arriesgado que Cuba se asocie con la oligarquía rusa en un proyecto a largo plazo como este. ¿Acaso se trata de un gesto de presión hacia la administración Biden, especie de remedo y recordatorio de lo que ocurrió en 1960? ¿Serán los asesores del Instituto Stolypin los nuevos compañeros de viaje solo hasta que el grupo de poder hegemónico pueda integrarse plenamente en los circuitos del capitalismo globalizado?

Lo más importante en la solución de este problema es la posible reacción del sufrido y sobre-explotado pueblo ante el paquete de medidas draconianas que acompañará irremediablemente una transformación de ese tipo. ¿Acaso no son suficientes las que se han venido tomando desde hace décadas para aligerar al Estado de sus cargas?

Si ya los miembros del grupo de poder y sus descendientes ostentan abiertamente sus fortunas mal habidas, ¿cuánto más soportará el pueblo que un puñado de familias enajene hacia su peculio la propiedad pública, supuestamente administrada por el Estado? Entre los que mueren, envejecen, no nacen, o se van, ¿quiénes van a quedar para trabajarle a la nueva clase capitalista cubana, asesorada por los flamantes especialistas rusos?

30 enero 2023 32 comentarios 2,1K vistas
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Mito

Mitos, leyendas, rituales y conjuros

por Mario Valdés Navia 18 enero 2023
escrito por Mario Valdés Navia

En su teoría sobre el establecimiento de los Estados totalitarios, Hannah Arendt demostró el importante papel que corresponde al pensamiento irracionalista fantasioso y los fenómenos del subconsciente en el funcionamiento de la ideología totalitaria y sus manifestaciones estaduales de entonces: CCCP estalinista  y III Reich hitleriano.

Para la Arendt, el totalitarismo se sustenta en la ficción ideológica según la cual todos los hechos que no estuviesen conformes, o no coincidieran con la ficción oficial, serían tratados como carentes de existencia. Por el contrario, los que se escogieran para fundamentarla se transformarían en mitos y leyendas, objetos de fe cada vez más distantes de los acontecimientos reales y el razonamiento libre.

Esta intelectual descubrió la sorprendente semejanza entre los movimientos totalitarios y las sociedades secretas en lo tocante al papel del ritual, al que considera: «el resultado natural de la ficción conspiradora del totalitarismo, cuyas organizaciones supuestamente han sido constituidas para contrarrestar las acciones de las sociedades secretas enemigas».

En el sui generis Estado totalitario cubano se vive una creciente oleada de irracionalismo en el discurso oficial, que apela cada vez más, ya no solo a mitos, leyendas y rituales de épocas pasadas, sino también al conjuro de fuerzas fantásticas para demostrar lo indemostrable: las ventajas del modelo y su prometida longevidad de 62 000 milenios.

Mitos y leyendas

En Cuba permanece uno de los mitos favoritos de los regímenes totalitarios: el de la plaza sitiada a punto de caer en manos del enemigo al menor descuido o desliz de los defensores. El sustrato idóneo para su persistencia es la política errada de los Estados Unidos, que ha usado factores coercitivos como: amenaza de agresión militar, apoyo al uso del terrorismo por organizaciones antigubernamentales y bloqueo económico permanente para doblegar al país.

Para el grupo hegemónico del Gobierno/Partido/Estado, este ha sido el principal pretexto para justificar su poder omnímodo y liquidar cualquier forma de disidencia, facciones o críticas internas. Incluso, ha posibilitado que las autoridades no solo exijan al pueblo obediencia y abnegación, sino también rituales de lealtad y gratitud por sus supuestos sacrificios en pos de conservar a flote el barco de la Revolución en medio de tantos ataques y planes sediciosos de los imperialistas y sus agentes internos.

Derivado del anterior, surge y se fomenta el mito de la unidad totalitaria, que actúa sobre la base real de la necesaria unidad nacional y la no menos importante unidad revolucionaria, pero las trasciende con creces. La unidad totalitaria absolutiza, manipula y corrompe la unidad revolucionaria cuando el sector conspirador de un partido se emancipa de su control interno y alcanza la jefatura.

El tercer componente de esta tríada es la leyenda del jefe infalible y sobrehumano. Según Arendt, los métodos de Stalin para establecerse como líder supremo totalitario fueron los típicos de un hombre que procedía del sector conspirador del partido: devoción por los pormenores, énfasis en el aspecto personal de la política, estilo implacable en el empleo y liquidación de camaradas y compañeros de viaje que se tornaran amenazadores para su liderazgo por cualquier motivo.

Con variantes propias del contexto diferente y las peculiaridades de los dirigentes históricos de la Revolución Cubana, también acá se manifestaron rasgos similares. En la práctica interna del partido, la leyenda del líder omnisciente y todopoderoso garantizó la liquidación de las facciones y la democracia, con el solo argumento de discrepar de la palabra del jefe. Su complemento final fue la admisión en la organización de militantes desinformadas ideopolíticamente y leales solo al jefe supremo.

Históricamente, este proceso ocurrió de manera natural y acelerada durante el proceso de unificación de las fuerzas revolucionarias (1956-1961), cuando la lealtad al liderazgo de Fidel fue opacando las dudas y discrepancias de muchos, primero con la dictadura militar, y luego con la ideología y la práctica del comunismo.

Bajo el lema: «Si Fidel es comunista, que me pongan en la lista», entraron al nuevo partido no solo luchadores antibatistianos y comunistas del PSP, sino una gran cantidad de advenedizos que corrieron a alistarse en las filas de la  Revolución y jurar lealtad al nuevo status quo en aras de hacer carrera como nuevos revolucionarios marxista-leninistas.

(Foto: Juvenal Balán / Granma)

Rituales

Los rituales existen en todas las instituciones sociales, pero adquieren un lugar primordial en las organizaciones totalitarias. En esos casos, la fastuosidad y sistematicidad del ritual estatizado viene a sustituir en la psicología social el lugar vacío que dejan los derechos humanos conculcados y la participación libre y espontánea en la vida política y social, constreñida ahora a los marcos de instituciones gubernamentales. Estos ritos se aprenden desde la niñez en la familia y la escuela, y acompañarán al habitante de la Isla hasta sus últimos días en ella.

Algunas de las formas monótonas y repetitivas que adoptan los rituales político-ideológicos son: desfiles, manifestaciones de apoyo al Gobierno/Partido/Estado y repulsa a los enemigos externos e internos, actos de repudio a disidentes, reuniones, asambleas, actos de imposición de condecoraciones y entrega de reconocimientos, intervenciones en los medios oficiales, mesas redondas y paneles —siempre con la participación de ponentes que piensan casi igual y dicen solo lo que no se salga de la zona de confort del grupo de poder hegemónico.  

En el plano íntimo (familiar o amistoso), se manifiesta también el ritual de la catarsis, caracterizado por los diálogos en voz baja donde se hace tábula rasa de las políticas del Gobierno/Partido/Estado, la actuación de dirigentes y las actitudes de compañeros de trabajo, amigos y conocidos. Incluye, como elemento de base, saber seleccionar con precisión el momento y lugar donde se va a ejecutar y, sobre todo, los testigos que van a estar presentes. Es peligroso ejecutarlo en presencia de dogmáticos u oportunistas que puedan molestarse o, peor aún, denunciar al quejoso ante las autoridades.   

También en el plano social abundan los rituales totalitarios. El más extendido es el triste ritual de la subsistencia, que tanto amarga las vidas de cubanos y cubanas de los sectores populares, imposibilitados de satisfacer sus necesidades con holgura. Las colas permanentes para cualquier producto o servicio que se necesita constituyen su forma más extendida; pero abarca también la resolvedera —imprescindible cuando las colas no son suficientes— y el amiguismo, que se liga con el anterior pero lo trasciende en ocasiones.

En el último trienio, el ritual de la subsistencia fue puesto en práctica como nunca antes. Mientras se construían cada vez más hoteles por GAESA; la industria, agricultura, ciencia-tecnología, educación y salud, agonizaban por falta de inversiones; las medidas de recrudecimiento del bloqueo de Trump y la pandemia de la covid-19 azotaron con fuerza, una decisión interna: la Tarea Ordenamiento, hizo desplomarse los niveles de consumo y calidad de vida de la población y provocó la estampida actual hacia cualquier lugar allende los mares.

Conjuros

Hasta un lustro atrás aproximadamente, las políticas del Gobierno/Partido/Estado se fundamentaban en la relación objetivos-recursos-resultados esperados,  aunque siempre el tercer rubro fuera el favorito de la optimista propaganda política y su control por la población se tornara casi imposible. Pero todo cambió al fallar el factor recursos, aquejado por la disminución de inversiones y el deterioro de las infraestructuras, carentes del necesario mantenimiento.

La ruptura de la cadena inversionista gubernamental le ha dejado al discurso oficial la apelación a conjuros como única vía de prometer resultados. El más abarcador de ellos, que engloba a todos los demás, es la llamada resistencia creativa.

El mantra de la resistencia creativa, sin que se asignen medios imprescindibles para desplegarla, se intenta materializar mediante conjuros más específicos, pero no menos vagos y fantasiosos, por ejemplo: «Si el hombre sirve, la tierra sirve» —expresión martiana que hacía referencia al trabajo libre de los campesinos, no al trabajo forzado dirigido por el Estado—; «Hay que producir más para tener más», «Es preciso disminuir las importaciones alimenticias cosechando más alimentos», y otros por el estilo.

En realidad, este tipo de exhortaciones generales convertidas en lineamientos, medidas y consignas de turno, han existido siempre, solo que ahora no tratan únicamente de elevar el entusiasmo y la entrega a las tareas, sino que se constituyen en la tarea misma. Sus portavoces no son ya exclusivamente figuras de las organizaciones políticas y de masas, sino también el presidente, vicepresidentes, ministros, directores de empresas y demás ejecutivos de la administración, que no están para entusiasmar y sí para asignar recursos a los productores directos y velar por su uso eficaz.

Mitos

(Tómate de @CubaMicons)

Difícilmente pueda detenerse la caída de la economía mientras la reposición del capital fijo y circulante, el mantenimiento y la inversión, sean sustituidos por invocaciones a la fe y esperanza de la ciudadanía y a la caridad de gobiernos amigos. Únicamente la correspondencia más efectiva entre los intereses nacionales, colectivos e individuales de los cubanos y cubanas, y la gestión más acertada de los fondos públicos, en particular los de inversión, pondrá a la economía en los cauces del crecimiento y el progreso.

Realidades y no fantasías, recursos y no lineamientos, libertades y no orientaciones, competencia y no monopolios; es lo que precisan los emprendedores cubanos para desplegar sus potencialidades reales con interés y dedicación.

En vez de andar recibiendo visitas de jefes que van al surco y al taller en lugar de ir a los mercados finales, sería mejor otorgar a los productores —estatales, cooperativos y privados— mayor autonomía en su gestión y librarlos de rituales y conjuros irracionales hasta el ridículo. Así, pronto se vería que la oferta de bienes y servicios crecerá a partir de las demandas del mercado, no de estrategias, campañas y lineamientos confeccionados por la voluntad de un pequeño grupo —los que saben— en sus locales refrigerados. 

18 enero 2023 12 comentarios 1,3K vistas
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Bisontes

Acorralados como los bisontes

por Mario Valdés Navia 11 enero 2023
escrito por Mario Valdés Navia

En medio de los preparativos para la Guerra Necesaria, José Martí reflexionaba sobre el riesgo que corrían los revolucionarios al aislarse del movimiento real y efectivo de la sociedad humana y su rica diversidad. Tal valoración sobre los ácratas de entonces, es extensiva a otros casos: «Anarquistas: los bisontes: acorralarse como los bisontes, en cerco contra el resto del mundo: la dicha no está en eso, sino en que el bisonte pasee en paz y respetado por esta vida».

En nuestros días, el que un país o agrupación política queden aislados del movimiento económico, social, científico y cultural del mundo es prácticamente una condena a la extinción. Durante las conclusiones de su histórica visita a Cuba en 1998, el Papa Juan Pablo II recomendó: «Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba». En saco roto cayeron esas palabras.

Hasta 2017, «sin prisa pero sin pausa», se adoptaron medidas que parecían apuntar tímidamente a la transformación endógena del modelo socialista y una mayor apertura al exterior. Como canto de cisne, el amplio proceso de análisis y aprobación de la Constitución, durante 2018, marcó la culminación de este reformismo centralizado.

Desde entonces se ha impuesto el inmovilismo abierto o encubierto, con medidas aparentemente prometedoras, pero condenadas a priori por su trabazón, inoperancia y lentitud. A lo que se sumarían posteriormente contramedidas demoledoras que muestran la voluntad nefasta del Gobierno/Partido/Estado de no compartir el poder de forma alguna.

¿Cuándo empezó Cuba a ser una rara avis para el resto del mundo? ¿Por qué las dirigencias insisten en el carácter único, exclusivo y particular de los procesos cubanos? ¿Acaso es conveniente la confrontación permanente con lo que hace el resto de la humanidad?

-I-

La huida de Batista y el fracaso del golpe de Estado fraguado por el alto mando de su ejército, dejaron a la oposición tradicional, instituciones de la sociedad civil y organizaciones que luchaban contra la tiranía, ante una situación de facto: el Poder había pasado directamente del dictador al triunfante Ejército Rebelde, comandado por Fidel. Por mucha propaganda que se hiciera sobre el flamante Gobierno Revolucionario Provisional (GRP) creado en Santiago de Cuba el mismo 1ro de enero de 1959, esto quedaba claro para todos.

Bisontes

Constitución del primer gobierno provisional revolucionario de la República de Cuba, suceso que tuvo lugar en la biblioteca de la Universidad de Oriente. (Foto: Periódico Trabajadores)

La Isla de la Libertad se convirtió en foco de atracción para la izquierda mundial, politólogos y periodistas. Parecía que un horizonte de sucesos felices y prometedores brotaría de aquella revolución de jóvenes y campesinos que había derrotado al poderoso aparato represivo de la tiranía batistiana.

Lo real fue que en el trienio 1959-1961 se consolidó una dictadura militar revolucionaria que ejerció el poder sin cortapisas hasta 1976, cuando se metamorfoseó en el Estado socialista de tipo soviético que aún perdura. Un somero recuento de esos años así lo confirma.

Ya las primeras leyes del GRP facultaban al Consejo de Ministros (CM) para crear nuevos órganos y autoridades en provincias y municipios. Se nombraron tres Comisionados para cada instancia, pero veinticinco días después se orientó que solo uno ejerciera tales atribuciones. Nunca más hubo alcaldes y concejales electos democráticamente.

Tras el remplazo de José Miró Cardona como primer ministro, Fidel asumió el cargo con la condición de «tener el control directo de la política general». A solo dos meses del triunfo, la dictadura revolucionaria estaba consolidada y las transformaciones prometidas podrían comenzar sin fuerzas opositoras internas, de cualquier signo político, legalmente organizadas.  

Unos meses más tarde, el conflicto surgido entre el presidente Urrutia y Fidel se zanjó cuando el segundo recobró el premierato por aclamación popular. Entonces Osvaldo Dorticós, del M-26-7, fue nombrado presidente. Nunca más se habló de elecciones libres.

Desde el inicio, ese gobernar sin oposición fue un rasgo particular de la Revolución que terminó por volverse en su contra. Su existencia hizo posible cualquier tipo de aberración y desvío respecto a los programas y proyectos previamente diseñados, y fortaleció el voluntarismo de la dirigencia.

Así ocurrió desde que se firmó la Primera Ley de Reforma Agraria y, para aplicarla, se creó el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), que actuaría como poder paralelo al gobierno central. Aunque no estaba en la ley, las tierras que no se entregaron a campesinos o cooperativas pasaron a propiedad del Estado (44% del total), y constituyeron las llamadas Granjas del Pueblo, embrión de los latifundios estatales que enseñorearían los campos cubanos desde entonces.

A partir de la Reforma Agraria, la agudización del conflicto con EE.UU. fortaleció la peligrosa lógica de golpear más fuerte ante cada medida punitiva del gigantesco rival. En el entorno de la Guerra Fría, este pulso con una de las superpotencias arrojaba inexorablemente al pequeño país en brazos de la otra.

Para vencer al enemigo externo se hizo tábula rasa de las anteriores formas de expresión política: elecciones multipartidistas, manifestaciones no gubernamentales y huelgas fueron prohibidas hasta hoy.

En febrero de 1960 fue impedida una manifestación anticomunista; nunca más se permitieron manifestaciones de ninguna índole. Ese mes visitó Cuba el viceprimer ministro de la URSS, Anastas Mikoyán. Recorrió el país y se adoptaron importantes acuerdos comerciales para canjear azúcar por petróleo, cereales y maquinarias. Según El Diario de la Marina la visita había «definido los campos».

Bisontes

Anastas Mikoyán durante su visita a Cuba. (Foto: Ara)

Las posturas se radicalizaban hasta los extremos. En abril, el subsecretario de Estado adjunto para los asuntos interamericanos aconsejó aplicar el embargo/bloqueo para frenar la Revolución: «El único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución, es a través del desencanto y el desaliento, basados en la insatisfacción y las dificultades económicas». Hoy es el más largo de la historia.

En junio, Fidel llamó traidores a los contrarios a la Reforma Agraria y planteó que no habría elecciones hasta que no se consolidara la Revolución. Asimismo, se instauró la pena de muerte para las actividades tenidas por contrarrevolucionarias.

Desde 1960 iniciaron expediciones para gestar movimientos revolucionarios en países latinoamericanos como Panamá y República Dominicana. Ambas fracasaron, pero pusieron de manifiesto que Cuba socialista no se quedaría de brazos cruzados ante los gobiernos que no la reconocieran, fueran democracias o dictaduras.

La Isla no solo se aisló del mundo occidental por el bloqueo, también por decisiones propias de claro sesgo ideológico. Su retiro del Banco Mundial, en 1960, se basó en que la política económica de dicho organismo distaba «de ser efectiva» para el proceso de desarrollo y expansión de nuestra economía, que estaba siendo encauzada por su gobierno «de acuerdo a un plan definido».

Entre 1960-1962, coincidiendo con la agudización del conflicto con EE.UU., que incluyó la aún vigente prohibición del gobierno de ese país a sus ciudadanos de visitar Cuba, salieron del país unos 200,000 exiliados de clases medias: profesionales, directivos y técnicos. Seis décadas después, esta cifra de emigrantes cubanos ha sido superada por la del último año, solo hacia los EE.UU.  

En 1961 se definieron también los aspectos autoritarios de la nueva sociedad en otros ámbitos. En el campo cultural, la polémica en torno a la libertad de creación se solventó cuando Fidel, en sus Palabras a los Intelectuales, definiera de forma amenazantemente discrecional la actitud del GRP ante los problemas del arte y la literatura: «Dentro de la revolución todos los derechos. Contra la revolución ningún derecho».

En educación y deportes se extendió igualmente el modelo soviético. La reforma universitaria instituyó las asignaturas de Filosofía Marxista (Materialismo Dialéctico e Histórico) y Economía Política como obligatorias para formar/adoctrinar a los alumnos de todas las carreras. Por decreto, el profesionalismo fue, supuestamente,  erradicado del deporte.

En conflicto permanente con EE.UU., aislada del consenso interamericano y aliada con países socialistas de Europa Oriental, África y Asia; a Cuba le esperaban años de aislamiento respecto a su entorno regional americano. No obstante estas peculiaridades internas, su lugar y papel en el ámbito internacional hasta los años noventa no fueron aislacionistas.

Con un rol activo en el Movimiento de Países No Alineados, y relaciones económicas con naciones occidentales (España, Francia, Italia, UK), algunas latinoamericanas (México, Argentina, CARICOM), Japón e incluso filiales de compañías estadounidenses en terceros países; la Isla mostraba cierta propensión occidentalista poco común entre los países socialistas –excepto Yugoslavia y Rumania.

El cuadro cambiaría con el derrumbe del sistema socialista a inicios de los noventa, cuando la Isla quedó como uno de los dos remanentes del socialismo estatizado en el mundo.

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Fidel Castro conversa con líderes de los NOAL. (Foto: Alai)

-II-

La crisis del Período Especial fue la gran oportunidad perdida para reinsertar a Cuba en los circuitos económicos internacionales post Guerra Fría en momentos en que aún se expandía la globalización. De la mano del turismo, productos biofarmacéuticos derivados de la caña, y el níquel; unidos a la autogestión empresarial, inversión extranjera e incipiente actividad de los sectores privado y cooperativo, parecía que el país podría encontrar su camino en el mapa económico global.

Para ello había que efectuar las reformas pertinentes en su modelo y abrir cauces a libertades democráticas y a la participación activa de la sociedad civil. Pero el espejismo del ALBA y el ansia centralizadora del grupo hegemónico del Gobierno/Partido/Estado, cerrarían paso a los nuevos proyectos y, peor aún, pondrían fin a muchos de los existentes desde los noventa en los sectores interno y externo.

El paso voluntarista a una economía sui generis en el planeta, de espaldas al mercado y sustentada en grandes contratos gubernamentales con países afines ideológicamente, terminó por obnubilar la mirada y se creyó que el maná de los contratos profesionales podría llevar al país a la anhelada prosperidad.

Unido a ello, la entrega de los sectores más rentables de la economía a GAESA, oligopolio de origen militar y alta rentabilidad, conseguida a partir de la explotación del mercado cautivo de la Isla y los nexos con el exilio, hicieron que los sectores tradicionales de la economía y los servicios fueran abandonados a su suerte, al priorizarse las inversiones en el sector inmobiliario en detrimento del resto.

El hecho de que ningún otro país haya experimentado con tales políticas económicas no pareció preocupar a los grandes decisores criollos. Cuando se despertó del ensueño y se comprobó que la economía no funcionaba sin caña de azúcar, infraestructuras e industrias nacionales, ya no había fondos de inversión para reanimarlos. La decisión de desarrollar un nuevo modo de producción remesista-importador gestionado por GAESA, algo sin parangón en el mundo, hundió todavía más en la inopia a los sectores populares y destruyó los demás renglones económicos y sociales.

¿Puede continuar el Gobierno/Partido/Estado experimentando con formas de gobernanza probadamente ineficaces e ineficientes, propias del anacrónico socialismo estatizado y burocrático, las mismas que causan la ruina del país y la huida de sus habitantes? No es posible condenar a nuestros hijos y nietos a vivir acorralados como los bisontes en un lugar detenido en tiempos del socialismo real y la Guerra Fría, mientras el mundo gira a su alrededor cada vez más rápidamente.

11 enero 2023 11 comentarios 1,7K vistas
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Izquierda

2023, por el despegue de las izquierdas en Cuba

por Mario Valdés Navia 4 enero 2023
escrito por Mario Valdés Navia

El año que comienza debería ser trascendental para Cuba. Exactamente cien años atrás, en 1923, iniciaron organizaciones y acciones que harían de la década del veinte del pasado siglo un período crítico de nuestra historia, especialmente por haber potenciado a la izquierda insular. La FEU (fundada en diciembre de 1922), la Protesta de los Trece, seguida de la Falange de Acción Cubana, el Grupo Minorista y la eclosión de otros movimientos y partidos de ahí en lo adelante (entre ellos el Comunista, en 1925), dieron lugar al llamado despertar de la conciencia nacional; aunque un somero vistazo a lo acontecido desde 1902 demuestre que, en realidad, la conciencia nacional nunca estuvo dormida.

Hablar de izquierdas y derechas es mucho más complejo en la actualidad, porque ambas posturas suelen hibridarse como parte del fin de las dicotomías binarias de que habla Bauman en su teoría de la modernidad líquida. En sus proyectos sociopolíticos, las derechas se vuelven más populistas y las izquierdas más moderadas.

Uno de los tropos extendidos para distinguirlas desde el punto de vista social, es el símil de la llave de paso: la izquierda afloja, la derecha aprieta. Mas, como no siempre es así, y en las dos concepciones políticas se ubican por todo el mundo regímenes autoritarios/dictatoriales (A) y libertarios/democráticos (L), se ha extendido el empleo de escalas para clasificar el ámbito político de los individuos en cuadrantes combinados: Izquierda Autoritaria, Izquierda Libertaria; Derecha Autoritaria, Derecha Libertaria.

En Cuba la dificultad es mayor aún, porque el Poder omnímodo del Gobierno/Partido/Estado se presenta a sí mismo, no como una opción de izquierda, sino como LA IZQUIERDA. En concordancia con ese mito, a todos sus oponentes los engloba en las filas de una supuesta derecha mercenaria y pro-imperialista, trátese lo mismo de la Fundación Cubano-Americana que de grupos centristas, trotskistas, o anarquistas.

¿Desde cuando existen izquierdas y derechas en Cuba? ¿Puede haber una sola voz de la izquierda si es la del grupo hegemónico en un partido comunista que detenta el poder absoluto? ¿Valdría la pena que aflorara una tendencia crítica en la sociedad cubana que sirviera de alternativa a hombres y mujeres de izquierda ante el monopolio del poder ejercido por los históricos?

Izquierda

¿Valdría la pena que aflorara una tendencia crítica en la sociedad cubana que sirviera de alternativa a hombres y mujeres de izquierda ante el monopolio del poder ejercido por los históricos? (Foto: Lobo Suelto!)

-I-

En el siglo XIX, el calificativo de izquierda no había prendido en los sectores radicales del movimiento revolucionario, aun cuando sus diferencias con la derecha nacionalista eran evidentes, sobre todo entre la emigración revolucionaria. Anarcosindicalistas, socialistas e independentistas radicales se enfrentaban a conservadores y patronos en los marcos de un movimiento de liberación nacional/social concebido por Martí como partero de una nueva república democrática, basada en el trabajo libre y la búsqueda de la mayor justicia social posible.  

El Delegado del PRC, en sus frecuentes intervenciones y artículos, modelaba ante aquellos patriotas los perfiles de la república a que se aspiraba. En particular, insistía en la exclusión del autoritarismo como forma de gobierno y en el respeto a las opiniones diversas sobre los problemas del país. Opuesto a la gestación de una sociedad autoritaria aseguraba:

¡Que los pueblos no son como las manchas de ganado, donde un buey lleva el cencerro: y los demás lo siguen!: más bello es el valle, rodeado de montañas, cuando lo pasea, en grupos pintorescos, encelándose y apaciguándose, el ganado airoso y libre. Si se desgrana un pueblo, cada grano ha de ser un hombre. La conversación importa; no sobre el reglamento interminable o las minimeces que suelen salirles a las asociaciones primerizas, sino sobre los elementos y peligros de Cuba, sobre la composición y tendencias de cada elemento, sobre el modo de componer los elementos, y de evitar los peligros.

En la propia Europa los comunistas eran poco dados a usar el término izquierdista, que con el estalinismo llegó a tacharse de pequeñoburgués. En cambio, cuando en 1923, en el seno del partido Bolchevique surgió una facción informal dirigida por Trotsky, no dudaron en llamarla Oposición de Izquierda. La misma sería liquidada en 1927, y sus miembros asesinados, encarcelados o deportados.

Por aquella etapa en Cuba la denominación de izquierda era grata a muchos grupos progresistas. Cuando surge el minorismo, en sus versiones habanera y matancera, sus integrantes no dudarían en proclamarse de izquierda, aunque luego varios de ellos renegaran. Asimismo, organizaciones filo-comunistas no integradas al PC adoptarían esta designación, como Ala Izquierda Estudiantil, creada en 1931 por Raúl Roa, Emilio Barceló, Pablo de la Torriente Brau y Carlos Prío.

Igualmente, al surgir una facción trotskista dentro del PC llamada Oposición Comunista de Cuba (1932), contraria a la política sectaria de clase contra clase y a los métodos burocráticos, de inmediato se adhirió a la Oposición de Izquierda Internacional. Uno de sus dirigentes más destacados fue Sandalio Junco, orador negro, amigo de Mella y Guiteras, asesinado en el ayuntamiento de Sancti Spiritus por un comando comunista aliado a la policía batistiana local.

En 1933, cuando los trotskistas cubanos denunciaron la traición de los comunistas a los obreros (denominada eufemísticamente: error de agosto) en la conducción de la huelga revolucionaria contra Machado, su célebre manifiesto «¡Al pueblo de Cuba! ¡A todos los estudiantes!» apareció firmado por la Alianza Estudiantil de Izquierda de La Habana.

Durante la República, numerosas agrupaciones, movimientos y personalidades del campo cultural también se reconocieron como de izquierda. Marcados todos por sus nexos directos con el pueblo y la creación de un arte y literatura ligados a los problemas del país y las posiciones de los sectores populares.  

Izquierda

Raúl Roa fue uno de los fundadores del Ala Izquierda Estudiantil en 1931. (Foto: Jack de Nijs / Anefo / commons.wikimedia.org)

-II-

Al triunfo de la Revolución, diferentes opciones de izquierda ocupaban espacios en la sociedad civil. Además de los movimientos revolucionarios M-26-7 y DR-13-3 y el PSP, otras tendencias como ortodoxos, jóvenes católicos, agraristas, anarquistas, guiteristas y trotskistas, unidos a una inmensa cantidad de gente sin partido pero de profunda raigambre cívica y patriótica, engrosaron las filas de los integrados al proceso de transformaciones liderado por Fidel.   

En los años sesenta el término izquierdista se utilizaba asiduamente en el discurso político. Así, el Congreso Cultural de La Habana (1968) reunió a más de quinientos intelectuales de izquierda e historiadores de setenta países, entre ellos prominentes científicos sociales (Ralph Miliband, EJ Hobsbawm), personalidades literarias caribeñas y latinoamericanas (Aimé Césaire, Julio Cortázar, Mario Benedetti), escritores europeos famosos (Michel Leiris, Jorge Semprún, Arnold Wesker), junto a políticos de esa tendencia provenientes de EE.UU., Europa, Asia y África.

Como el congreso se centró en el tema del antiimperialismo desde una perspectiva política, económica, y cultural, transcurrió en una atmósfera de tolerancia y diálogo donde todas las presentaciones y resoluciones propuestas fueron recogidas sin interferencias. Socialistas, guevaristas, maoístas, trotskistas, católicos revolucionarios e intelectuales de la denominada Nueva Izquierda europea, compartieron con una mínima representación de los países del llamado campo socialista y los anfitriones cubanos.

Fue el último acto de la etapa realmente izquierdista de la Revolución Cubana. Desde entonces, la Isla se sujetó ideológicamente a la URSS y fue tachado de antisovietismo y diversionismo ideológico todo lo que se diferenciara de esa postura. Según Fernando Martínez Heredia:

«(…) se hicieron fuertes en esa etapa la burocratización generalizada, la formalización y ritualización, el autoritarismo, el seguidismo, la formación de grupos privilegiados, la supresión de todo criterio diferente al considerado oficial, el reino de la autocensura, la simulación y otros males. Un “marxismo-leninismo” —trágico uso del nombre de uno de los más grandes luchadores por la libertad del siglo XX— dogmático, empobrecedor, dominante, autoritario, exclusivista, fue impuesto y difundido sistemáticamente, en el preciso momento en que crecía tan bruscamente el nivel de preparación de los niños y jóvenes cubanos, que es difícil encontrar en el mundo un ejemplo igual obtenido en el plazo de una generación. Las maneras soberbias y la aparente ocupación absoluta del lugar de la ideología por aquel tipo de marxismo fueron engañosas; en esos años se echaron las bases de la futura indiferencia o aversión que tenía que provocar esta situación».

En consecuencia, la fusión de la dictadura militar original con las formas de gobernanza propias del modelo estatista y burocrático del llamado socialismo real,  ignoraron cualquier otra posición de izquierda que no fuera la defendida por el Gobierno/Partido/Estado, única posible.

Los frutos de la decadencia y crisis ideopolítica y moral que trajera consigo tal situación, saltan a la vista en nuestros días. En las actuales condiciones de agudización de la crisis del modelo estatizado y burocrático de socialismo, y crecimiento del pauperismo y la desesperación de los sectores populares, no queda otra opción a los que sigan profesando honestamente un pensamiento de izquierda, patriótico, solidario y antimperialista, que aplicar sus energías a la reforma radical del sistema y la creación de una sociedad verdaderamente libre y democrática.

Las diferencias y celos que amenazan a los frentes de izquierda a lo largo de la historia cubana y mundial, han de ser superados en pos de una verdadera confederación nacional de agrupaciones de izquierda. El pueblo de Cuba debe saber que los hombres y mujeres de estas tendencias están a su lado en la lucha por superar la crisis crónica en que nos encontramos y reorientar los destinos nacionales con el concurso y participación de todas las cubanas y cubanos dignos.   

Como decía Martí: «La Patria es ara, y no pedestal» de nadie. Por tanto, es inaceptable que determinadas familias e individuos que se arroguen ser de izquierda, anden disfrutando desde el poder del usufructo privado de los frutos de la obra colectiva de tantas generaciones, mientras las mayorías gimen en la inopia y la desesperanza.  

La Patria es de todos los hijos que la quieran bien, no importa si ideológicamente son de derecha, izquierda, o centro. Luchemos porque en este 2023 nada ni nadie pueda secuestrar los destinos de la nación en pos de supuestos objetivos y consignas ideológicas anacrónicas, que ya de izquierda guardan muy poco, carecen de contenidos reales y se concentran en ridículos reclamos mítico-religiosos al apelar a la fe y la esperanza como única solución.

4 enero 2023 23 comentarios 1,4K vistas
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Anales

Anales y tribulaciones del sector externo cubano

por Mario Valdés Navia 21 diciembre 2022
escrito por Mario Valdés Navia

Desde la época colonial la economía cubana ha sido de las llamadas abiertas, aquellas donde una parte fundamental del PIB se realiza en el exterior del país. Este rasgo, típico de economías modernas, suele volverse tóxico en los países dependientes, que actúan como suministradores de productos básicos o intermedios para el mercado mundial y quedan a merced de sus avatares.

Al triunfo de la Revolución, tal modelo exportador trató de ser sustituido por otro, industrializado y diversificado. Como parte de esa aspiración, y en medio del establecimiento de un socialismo estatizado, se instauró el monopolio estatal del comercio exterior (1960). Aunque anunciado como vital para el enfrentamiento con EE.UU., que inició precisamente en el ámbito comercial, era este un rasgo típico de los regímenes de socialismo estatizado y burocrático.

Se ignoró que el monopolio estatal no funcionó ni en la Colonia, donde los intentos por imponerlo —Puerto Único, Estanco del Tabaco, Real Compañía de Comercio de La Habana…— fueron ampliamente repudiados y burlados por los criollos mediante el comercio de rescate, o contrabando. A mediados del siglo XVIII, el gobierno colonial concluyó que su negocio no era el monopolio comercial, sino el cobro de impuestos, especialmente los de aduana, devenidos fuente principal del erario imperial.

Si en este mundo globalizado las economías suelen encadenarse en amplias cadenas internacionales de valor: ¿es positivo o negativo que Cuba sea un país de economía abierta? ¿Cómo repercute el monopolio estatal del comercio exterior en la eficacia del sector externo? ¿Acaso tenemos en perspectiva un promisorio sector interno que sustituya los ingresos del externo? ¿O es que no tenemos ninguno de los dos?  

-I-

Los avatares del sector externo fueron jalonando el camino de la Revolución Cubana. En 1960 se firmó el primer convenio comercial con la URSS. Este incluía la venta de 425 000 Tn de azúcar y un millón durante los cuatro años siguientes, así como la compra de petróleo, tecnologías y otros bienes. Cuando Eisenhower redujo 700 000 tons de la cuota azucarera asignada —primera sanción económica a la Isla rebelde—, la URSS le ofreció comprar todo el azúcar dejada de adquirir por los norteamericanos y suministrarle a su vez todo el petróleo que necesitase.

En octubre de 1960 el presidente de Estados Unidos decretó el embargo al prohibir las exportaciones a Cuba, excepto comida y medicamentos. Por esos días la Isla se retiró del Banco Mundial al considerar que la política de dicho organismo no era efectiva para el desarrollo y expansión de su economía, y que era encauzada «de acuerdo a un plan definido».

La imposición del plan al mercado llevó a la creación del Ministerio de Comercio Exterior (1961), que monopolizaría todas las acciones de exportación e importación del país desde esa fecha.

Anales

Durante los debates de los años sesenta entre diferentes modelos de gestión —Financiamiento presupuestario, Cálculo económico, Registro económico—, nunca fue cuestionado el monopolio estatal del comercio exterior. Ni siquiera cuando se disolvió el Ministerio de Hacienda, se redujeron las funciones del Banco y eliminaron los cobros y pagos entre empresas estatales (1965) y se abandonaron las transacciones comerciales con el extranjero.

De hecho, cuando las tensiones Cuba-URSS llegaron al tope (1967), Moscú no dudó en aplicar sanciones comerciales al reducir significativamente sus envíos de petróleo para presionar a la Isla a moderar el apoyo a las guerrillas en América Latina, perjudicial estrategia para su anhelada coexistencia pacífica. No obstante, a partir del segundo semestre de 1968, Cuba se integraría paulatinamente al bloque soviético y los suministros se normalizarían.

En 1972 la Isla ingresa al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) y trata de insertarse en ramas industriales de alto valor agregado. Sin embargo, su aspiración quedó truncada al convertirse en la proveedora de azúcar, cítricos y níquel del grupo a cambio de un tropel de bienes y servicios que la ataron al mercado socialista como no lo estuviera nunca a España o los EE.UU. Tras una década de sacrificios del pueblo para diversificar e industrializar el país, se consolidaban aún más los tres monos (productor, exportador e importador) como rasgo esencial del sector externo cubano.   

A partir de 1980, los soviéticos iniciaron una generosa y controvertida práctica, inédita en los anales del comercio mundial: pagar a Cuba en USD por todo el petróleo que la isla pudiese «ahorrar» respecto a lo convenido. El combustible se enviaba directamente a terceros países y los ingresos eran registrados como exportaciones cubanas de petróleo. Estas excedieron los dos millones de toneladas anuales, representaron más de la tercera parte de los ingresos en MLC del país y fueron decisivas en la positiva balanza de pagos insular de aquellos años.

El comercio exterior cubano sufriría dos fuertes impactos en 1986. Primero, los soviéticos rebajaron de manera inconsulta los precios de compra del azúcar, lo cual violaba el acuerdo de 1976 que mantenía constantes los términos de intercambio mediante precios resbalantes.

Segundo, naufragaron las negociaciones con el Club de París, que insistía en imponer un recetario neoliberal y Cuba no siguió pagándole la deuda, situación que no se resolvió hasta las negociaciones del 2015. Esos factores influyeron en que la economía no creciera entre 1986 y 1990 y tuviera que abrirse al turismo en busca de otras fuentes de ingreso.

La situación empeoraría aún más cuando Gorbachov, durante su visita a Cuba en 1989, anunciara el fin de las subvenciones comerciales soviéticas —estimadas en 6 000 millones USD (MUSD) anuales; más de 100 000 millones de rublos en treinta años— para 1991. En ese año, las exportaciones cubanas a CCCP representaron el 38% de las de 1989, y el PIB cayó alrededor de un 25%.

A fines de 1992 la caída era tal, que el intercambio comercial disminuyó 70% respecto a 1989 (algo más de 8 000 MUSD importados en 1989, se redujeron a 2200); el PIB descendió un 24% y el uso de la capacidad industrial un 30%. Al desaparecer la URSS, Cuba perdió su fuente de combustible y se vio obligada a comprarlo a las petroleras internacionales a precios onerosos. Por si fuera poco, a fines de 1993 la Ley Torricelli prohibió el comercio con las subsidiarias norteamericanas. En consecuencia, este bajó, de 725 MUSD en 1991, a 1,5 al cierre del 92.

Aunque el monopolio estatal del comercio exterior fue mantenido en la reforma constitucional de 1992, a partir de las medidas descentralizadoras iniciadas en pos de paliar la crisis del Período Especial se flexibilizaron las posibilidades de operar internacionalmente para diferentes sujetos económicos. El repunte percibido hasta 1999 se sustentó en esta política de mayor autonomía en la gestión internacional, no solo para las nuevas asociaciones internacionales y empresas mixtas, sino también para empresas estatales, centros de investigación y universidades.

No obstante, desde que en 1999 Chávez alcanzara el poder en Venezuela, se  apuntó una contumaz involución en Cuba en el ámbito comercial externo. Las asociaciones mixtas fueron limitadas, descartados los negocios inmobiliarios extranjeros y reducido el número de empresas cubanas autorizadas a realizar operaciones directas de comercio exterior. A partir de aquí, proliferaron nuevamente las medidas centralizadoras.

Anales

Desde que en 1999 Chávez alcanzara el poder en Venezuela, se  apuntó una contumaz involución en Cuba en el ámbito comercial externo. (Foto: La Tercera)

Todo ello ocurrió a pesar de que, en el año 2000, Clinton aprobó la Ley de Reforma a las sanciones comerciales y ampliación de las exportaciones, para permitir excepcionalmente la venta de alimentos y medicinas a la Isla. Con ella se autorizó la exportación de productos agrícolas —condicionada al pago en efectivo y por adelantado— y se prohibieron los viajes de estadounidenses a Cuba con fines turísticos.

A pesar de sus limitaciones la medida resultaba beneficiosa, al permitir la compra de arroz, cárnicos y otros productos de alta calidad a precios inferiores a los de otros proveedores, pues la cercanía geográfica entre los dos países abarataba el pago por fletes. Desde 2001 Cuba ha venido realizando compras a empresas agrícolas norteamericanas, que alcanzaron su punto más alto en 2008 y convirtieron a EE.UU. en uno de sus más importantes suministradores de alimentos.

Parecía que el sector externo, en las manos del Gobierno/Partido/Estado, alcanzaría cotas de eficacia en las nuevas condiciones de LATAM y el mundo.

-II-

El sector externo se reanimó desde 2004, cuando las exportaciones de servicios profesionales de alto valor agregado alcanzaron el primer lugar, tanto en el PIB como en las exportaciones, desplazando de ese modo al turismo internacional, que tuvo ese puesto entre 1990-2003. En 2006, los ingresos por servicios médicos en el exterior alcanzaron el 28% de las exportaciones totales, mayor que los obtenidos por la exportación de níquel y el turismo.

Esta alta dinámica se debió a la demanda, a través de contratos gubernamentales, para programas de mejoramiento social en países del progresismo latinoamericano, como Venezuela, Brasil, Ecuador y Bolivia. No obstante, el hecho de estar sometidos a los vaivenes de la política interna de esas naciones, y los modos peculiares de efectuar la contratación de los profesionales cubanos, hizo disminuir sustancialmente esos ingresos en el último quinquenio.

Hacia fines 2004 se planteó que la economía cubana tenía limitaciones para enfrentar el déficit de la cuenta financiera de la balanza de pagos, retenciones bancarias de transferencias al exterior y un elevado monto de los vencimientos de la deuda. De ahí que se volviera a centralizar toda la divisa del país en las cuentas del BNC (Resolución 92/2004).

A propósito Fidel argumentó: «Hemos ido de la descentralización extrema y ahora tenemos que ir a la centralización extrema, estamos obligados por las circunstancias». Habían terminado los días de la autonomía comercial y financiera para paliar la crisis y la administración retomaba las riendas de los negocios gubernamentales.   

Por entonces se incrementaron sustancialmente las relaciones comerciales y financieras con países amigos/aliados: China, Vietnam, Rusia, Angola, Irán, Brasil y Argelia. Asimismo, se anunció que ya la Isla no sería únicamente receptora de flujos de inversión externa, sino que comenzaba a invertir en China, India, Malasia e Irán, en la construcción de hospitales y plantas para la producción biotecnológica. Sin embargo, no he podido encontrar informe alguno de los resultados de esas inversiones públicas cubanas en otros países.

Tras la crisis del 2008, el presupuesto de importaciones se redujo drásticamente y se denunció como inconcebible que el país gastara más de 1 500 MUSD anuales en la compra de alimentos, incluidas 500 000 Tn de leche en polvo. No obstante, las inversiones necesarias para incrementar producciones nacionales alternativas no se han efectuado, por lo que la situación ha ido in crescendo.

1/3 En enero-junio de 2022 se alcanzó el segundo mejor registro histórico de exportaciones de pollo USA hacia Cuba en un primer semestre:141 mil toneladas con un valor de 129,3 millones de USD, solamente superado por el 1er trimestre de 2021 (163 mil toneladas/149,4 millones USD) pic.twitter.com/4UMbsQsU3m

— Pedro Monreal (@pmmonreal) August 10, 2022

La reforma migratoria del 2013 abrió nuevas perspectivas al crecer la cantidad de exiliados repatriados: 14 000 en 2016 y 11 176 en 2017. La mayoría en pos de aprovechar las oportunidades de negocios privados que prometía la nueva Ley de inversión extranjera de 2014, en particular en el mercado inmobiliario y el turismo. A pesar de tales expectativas, no fue adoptada ninguna medida que favoreciera las pequeñas y medianas inversiones de emigrados.

Por el contrario, en ese año se prohibió abruptamente la venta de ropa y calzado importados, aún sin haberse resuelto los problemas de mala calidad de la oferta en las TRD y sus precios exageradamente altos ─generalmente fijados al 240% del costo─, ni haberse potenciado una industria nacional que supliera la oferta de los vendedores, ahora ilegales. Un camino hacia el mejoramiento de la oferta al mercado interno era así clausurado para proteger las tiendas administradas por GAESA.

No obstante, el deshielo Cuba-EE.UU. (2014-2017) trajo un período de alivio al problema de la deuda externa. Rusia resolvió condonar el 90% de los compromisos financieros cubanos (35 000 MUSD), y el 10% restante invertirlo en proyectos conjuntos en la isla. Durante su visita, Putin firmó veintiocho acuerdos comerciales. Japón condonó el 80% de la deuda cubana, cercana a los 1 400 MUSD. México hizo lo mismo con el 70% de su deuda de 478 MUSD, unos 341.

Incluso, en 2015 fue renegociada en buenos términos la deuda con el Club de París, congelada desde hacía más de treinta años. Cuando se rompieron las negociaciones, la deuda era de 7 000 MUSD, pero la demora la elevó a 16 000. Se logró una condonación de 8 500 MUSD, a cambio del compromiso de desembolsar 2 600 en un plazo de dieciocho años para acceder a créditos europeos.

En 2017 Trump firmó en Miami una orden ejecutiva destinada a revertir la reanudación de lazos bilaterales. Dos años más tarde, en 2019, su decisión de prohibir a las navieras traficar hacia puertos cubanos, privó a la Isla de más del 50% de sus necesidades de combustible, dando inicio a la nueva etapa de crisis, denominada la Coyuntura. La incapacidad para tomar medidas que permitieran superarla, la convirtió en una crisis estructural de todo el modelo centralizado y burocrático, de la que aún no se avizora salida.

Para contrarrestar esa compleja situación, la principal medida fue implantar el uso de dólares estadounidenses en las operaciones de ventas minoristas en divisas, importación, venta de mercancías en consignación y en régimen de depósito de aduana entre las entidades importadoras (Resolución del BCC No. 275/2019). La llamada redolarización plástica y su hermana gemela, la «Tarea Ordenamiento», precipitaron a la  economía en la sima en que se encuentra actualmente.

Ni abierta, ni cerrada; ni exportadora, ni autárquica; la economía cubana requiere hoy de un reseteo total. Solo un conjunto de transformaciones que permitan abrir cauce a los emprendimientos privados, cooperativos y públicos, y eliminar el monopolio del comercio exterior de manos del Estado, contribuirá a colocar los bienes y servicios de la Isla en los circuitos internacionales del comercio y el movimiento de capitales y fuerza de trabajo; única forma de aprovechar eficazmente las ventajas comparativas que le confieren sus feraces suelos, la capacidad emprendedora de sus habitantes y la prodigiosa situación geográfica, que convierte al archipiélago en el crucero del mundo.  

21 diciembre 2022 7 comentarios 1,4K vistas
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Enemigo disidente

Disidentes, opositores o enemigos

por Mario Valdés Navia 9 diciembre 2022
escrito por Mario Valdés Navia

Uno de los rasgos de los regímenes totalitarios es la capacidad de imponer la dicotomía amigo/enemigo como axioma de su política interna y externa. La naturalización de ese desatino es fuente nutricia de enajenación, autocensura y apatía política.

El avasallamiento de cualquier opinión diferente a la del Gobierno/Partido/Estado no se impuso en Cuba por influencia exterior, sino por la propia raíz militarista de la nueva sociedad que se empezó a establecer en enero de 1959. Antes, la vieja contradicción civilismo vs militarismo produjo tiranías, dictaduras y autoritarismos, pero en su seno nunca dejaron de existir disidentes, opositores y enemigos acérrimos del Poder.

Si de una u otra forma, todos ellos son críticos del Gobierno/Partido/Estado, ¿qué importancia tendría para la sociedad cubana actual y el propio Poder distinguir entre disidentes, opositores y enemigos?

-I-

Entendida como parte de la superestructura social, la sociedad civil está compuesta por organizaciones sociales no estatales (culturales, religiosas, económicas y políticas), a través de las cuales se articula el consenso. Sin embargo, los Estados totalitarios, con su manía de controlarlo todo, suelen trastocar las funciones de la sociedad civil que brota en ellos.

Al triunfar la Revolución, la sociedad civil era amplia y diversa e influía de manera importante e independiente en la vida nacional. A ella se debieron, por ejemplo, la liberación de los moncadistas presos y el apoyo al Llano y la Sierra durante la lucha contra la tiranía de Batista. No obstante, desde 1959, el carácter plural de la sociedad civil comenzó a entorpecer la implantación de un régimen totalitario.

La intención de unificar a todos los sectores sociales en el camino de la Revolución, provocó que cualquier postura crítica, disidente, u opositora a la línea oficial fuera automáticamente calificada de enemiga del pueblo y, en consecuencia, extinguida, aplastada, o desterrada.

El inicio de las transformaciones revolucionarias y la agudización del conflicto con los EE.UU. motivó el éxodo de aproximadamente un cuarto de millón de personas entre 1959-1961. Independientemente de que participaran o no en acciones contra la Revolución, todos fueron considerados enemigos del pueblo, sus propiedades confiscadas y sus derechos ciudadanos conculcados.

Fidel

Los revolucionarios de otras tendencias también fueron etiquetados como enemigos. Fue así que en noviembre de 1959, durante el X Congreso de la CTC, Fidel remarcó que era absurdo pensar que la clase trabajadora, constituida en ejército para defender la Revolución, estuviera dividida por facciones. Bajo este precepto se refundó la nueva CTC revolucionaria que, a pesar de mantener las siglas originales, dejaría de ser una confederación sindical pluralista para convertirse en una Central unitaria, con sindicatos ramales únicos.

Como señalé en un artículo anterior: «La otrora poderosa y combativa federación sindical quedó convertida así en una correa de trasmisión de las decisiones del Gobierno/Partido/Estado a los trabajadores. Su influencia sobre la vida política del país fue anulada, y el derecho más importante de los obreros: el de huelga, quedó prohibido como actividad contrarrevolucionaria». Desde aquel momento, la lucha de los obreros por sus derechos quedó incluida entre los delitos contra la seguridad del Estado, algo nunca visto ni en la Colonia, ni en la República.

De forma parecida tuvo lugar el aplastamiento de la corriente trotskista, condenada por oponerse a la creación de un partido único que unificara al M-26-J, el Directorio Revolucionario-13 de marzo y el Partido Socialista Popular (PSP). Durante el Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes (La Habana, julio-agosto de 1960), el PSP resucitó sus viejas acusaciones de que los trotskistas, si bien usaban una fraseología de izquierda, actuaban como provocadores al servicio del FBI y la CIA para propiciar la agresión estadounidense.

La invasión por Playa Girón sirvió de catalizador para fortalecer dicha represión. El periódico de esa tendencia, Voz Proletaria, símbolo de la lucha por la democracia proletaria dentro de la Revolución, sería confiscado y prohibido. También lo fue la edición cubana del libro de Trotsky, La revolución permanente.

Izquierda (2)

León Trotsky

Por razones similares, en 1961 fueron presionados para salir de la Isla los combativos anarquistas. En los EE.UU. fundaron el Movimiento Libertario Cubano en el Exilio, y editaron El Gastronómico, sucedido en los años ochenta por Guángara Libertaria, única revista de esa ideología editada en español en aquel país.

A pesar del evidente autoritarismo imperante, en los sesenta aún se permitía cierto margen de disidencia y debate; pero solo entre representantes de tendencias diferentes en la dirección de la Revolución y en el campo intelectual; no en espacios públicos, o a nivel de masas. La última expresión de esta tímida permisibilidad fue el Congreso Cultural de La Habana, en enero 1968, al que se invitó a más de quinientos intelectuales y políticos de izquierda de setenta países.

A pesar de sus posturas encontradas, todas las presentaciones y resoluciones propuestas por los participantes fueron recogidas sin interferencias. Significó el canto de cisne del socialismo independiente cubano respecto al marxismo-leninismo estalinista.

En aquel mismo mes ocurriría el Proceso contra la Microfracción, integrada por miembros del PSP, guiados por Aníbal Escalante, que criticaban determinados errores de la política económica y social del Gobierno Revolucionario. La acusación no tenía precedentes en los anales de la justicia totalitaria, ni siquiera en los Procesos de Moscú. Por primera vez los desacuerdos políticos se presentaban como delitos.

Los fiscales de Stalin disimulaban los verdaderos móviles de las condenas al inventar acusaciones de crímenes contra el Estado soviético, el favorito de los cuales era el de espionaje a favor de Hitler. Sin embargo, en el informe acusador de Raúl Castro, el principal cargo a la Microfracción era su oposición y crítica sistemática «a cualquier medida, de importancia o no, que realizara el poder revolucionario». A partir de entonces, se dio por sentado que cualquier crítica o disidencia respecto a la línea oficial podría ser objeto de sanciones penales.

El año 1968 fue de un extremismo desbocado. En el mes de marzo se clausuró el programa televisivo Mientras tanto, de Silvio Rodríguez, que se difundía por el canal 6, al considerar que la música que promovía no era lo suficientemente clara ideológicamente y podría confundir a la juventud y la teleaudiencia en general.

Se consideró que que la música que promovía el programa de Silvio Rodríguez no era lo suficientemente clara ideológicamente.

Se consideró que que la música que promovía el programa de Silvio Rodríguez no era lo suficientemente clara.

Diez años después, en noviembre de 1978, cuando ya el país se había institucionalizado al estilo soviético, bajo el título Diálogo 1978 ocurrieron las primeras reuniones entre el Gobierno y un grupo de «personas representativas de la comunidad cubana en el exterior». Se acordó permitir la visita de los cubanos residentes en el exterior no catalogados como terroristas, y la liberación de unos 3600 presos políticos. Los visitantes comunitarios ya no serían tratados como enemigos, sino como emigrados.

Apenas dos años más tarde (abril-septiembre 1980), ocurrió la apertura del puerto de Mariel para la migración de cubanos. Desde los Estados Unidos se organizó la llamada Flotilla de la Libertad, que facilitó el éxodo de 125 000 personas. Esos emigrantes —tildados de escoria por la propaganda oficial—, fueron sometidos a un vergonzoso espectáculo de acoso masivo y violencia física por parte de multitudes  instigadas por el gobierno.

En 1986 Fidel inició el denominado Proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, donde divergió de los métodos de dirección de la economía propuestos por él mismo una década atrás. Atacó al «vil dinero» y acusó a los gerentes de «aprendices de capitalistas». Al unísono, se retomaron los prejuicios contra lo no estatal y fue suprimido el Mercado Libre Campesino, que se había abierto en 1981.

Con la crisis del Período Especial, el perfil de los enemigos se llenó aún más de gente humilde. Ellos protagonizaron los desórdenes contrarrevolucionarios en Centro Habana y Habana Vieja de agosto de 1994 y la posterior crisis de los balseros.

-II-

Al avanzar el siglo XXI acaecieron en Cuba varias transformaciones significativas: cambios en la dirección del país; creciente pauperización, malestar y desconfianza de la población, y advenimiento de la cultura de Internet a través del acceso público, primero por conexión wifi y luego por datos móviles. Con ello, el perfil de los críticos, disidentes y opositores se extendió y complejizó.

En este nuevo contexto, la respuesta desde el poder fue la que podía esperarse de su anacrónica forma de gobernar: todo el que manifieste alguna disidencia u oposición al discurso oficial en el ciberespacio (sea cultural, social o política), es un enemigo del pueblo y la Revolución.   

El reacomodo de equilibrio ocurrido por entonces en el grupo de poder hegemónico, no permitió clasificar como disidentes, opositores o enemigos a los sancionados en 2006 durante la purga del equipo de dirigentes, mayormente jóvenes, provenientes del Grupo de Apoyo de Fidel (Carlos Lage, Felipe Pérez, Carlos Valenciaga y una docena más).

Carlos Lage y Felipe Pérez Roque

Lo contradictorio del caso es que, a pesar de que fueran acusados de «actitud indigna» hacia Fidel y de tener «ambiciones de poder», ninguno fue juzgado o detenido arbitrariamente en calidad de enemigo. La separación de sus cargos parece haber sido un golpe palaciego con el objetivo de abrir espacios en puestos clave del Gobierno/Partido/Estado a cuadros de origen militar más leales a Raúl y al oligopolio en ascenso de GAESA.

Otra muy diferente sería la respuesta oficial ante la aparición de nuevos actores políticos digitales, independientes del ecosistema de medios estatales. Desde su creación en la primera década del siglo, hasta la actualidad, no parece que los voceros del poder aprecien muchas diferencias entre los blogs, revistas, plataformas informativas y de análisis político y demás productos digitales surgidos con la Internet 2.0.

En los programas oficialistas donde se valora a estos medios, los calificativos de crítico, disidente u opositor rara vez son utilizados. En cambio, predominan los de enemigos del Estado y la Revolución en sus variantes más groseras, extremistas y manipuladoras de la audiencia, como: mercenarios del imperio, marginales, subversivos, y la etiqueta más reciente de odiadores.

Con esta simplista solución pretenden justificar tanto el acoso, detención, y deportación de los disidentes que piensan diferente; como las golpizas, juicios y encarcelamientos de protestantes que expresen cualquier tipo de inconformidad en calles y plazas. Los sucesos del 27-N y el 11-J lo demuestran.

El Código Penal 2022 expresa claramente hasta qué niveles puede llegar la judicialización de la represión a cualquier inconformidad o crítica en Cuba. Al unísono, la aparición de programas en horarios estelares, al estilo de Con Filo, dedicados a exponer y denigrar a opositores y disidentes, al presentarlos como enemigos activos y violentos del pueblo, es muestra fehaciente de esta radicalización del discurso y la práctica represiva del Gobierno/Partido/Estado.

Solo la apertura de la vida política nacional a los que expresen ideas diferentes, condición sin la cual es irreal un Estado de Derecho anunciado, podrá hacer que las figuras de disidentes y opositores, tan necesarias para el funcionamiento de un país democrático, dejen de ser vistas obligatoriamente como enemigos. Por el contrario, ellos deberían aportar a la construcción de una Cuba más participativa, libre y plural, donde el respeto al pensamiento ajeno actúe como botón de muestra de la prosperidad y sostenibilidad de la república.

9 diciembre 2022 13 comentarios 2,2K vistas
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