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Mario Valdés Navia

Mario Valdés Navia

Investigador Titular, Dr. en Ciencias Pedagógicas, ensayista, espirituano

Incendio - Matanzas

El incendio en Matanzas: extremismos vs colaboración

por Mario Valdés Navia 8 agosto 2022
escrito por Mario Valdés Navia

En la tarde noche del 5 de agosto, en medio de una tormenta eléctrica, un rayo   cayó sobre un tanque de combustible en la base de supertanqueros de Matanzas y provocó un incendio de tan grandes proporciones que se cataloga como el mayor de este tipo ocurrido en Cuba.  Las unidades contra incendios de la ciudad y otras provincias cercanas se movilizaron de inmediato para sofocarlo con todos los recursos a su disposición pero fue insuficiente.

La magnitud del fuego, en un tanque con 26 000 toneladas de petróleo cubano semitratado, con alta carga de azufre, no pudo ser constreñido y, en la madrugada, alcanzó el tanque contiguo, lleno de diesel importado, y provocó una enorme explosión con el saldo, hasta el momento, de un muerto, decenas de heridos y diecisiete desaparecidos entre los bomberos y rescatistas que luchaban heroicamente contra las llamas.

Desde el inicio se tomaron medidas para evacuar a residentes del barrio Dubrocq, el más cercano al tándem de tanques incendiados o en peligro de inflamarse, y se hicieron presentes autoridades y voluntarios dispuestos a incorporarse a los trabajos de extinción. La solidaridad con los rescatistas y el pueblo matancero se puso de manifiesto rápidamente, tanto desde otras provincias como del exterior.

Mientras, en las redes sociales comenzaban a manejarse diferentes criterios acerca de las causas de lo sucedido. En tanto algunos comentarios se sustentaban en evidencias obtenidas y criterios especializados, otros daban vuelo libre a su extremista imaginación y fomentaban teorías conspirativas agradables a mentes radicalizadas.

Lástima de esos extremistas fanáticos que, en pos de denigrar a sus contrarios políticos y sacar partido de la lamentable situación en función de sus intereses políticos y creencias ideológicas, han sido capaces de tergiversar los hechos sin pudor alguno y crear angustia y desesperación en los usuarios de las redes sociales.

Algunos detractores del Gobierno sostienen que fue un accidente por problemas técnicos, o un sabotaje de opositores que se quiere ocultar tras un fenómeno natural. Entre ellos sobresalen los negadores del rayo, quienes afirman que no hubo tormenta alguna en Matanzas ni en otro lugar de Cuba. Como esa tarde trotaba por mi circuito tradicional de ida y vuelta desde mi casa al estadio Victoria de Girón, puedo dar fe de la magnitud de las descargas eléctricas sobre la ciudad que me obligaron a buscar cobijo en un edificio.

Si el análisis se traslada a la eficacia del sistema de pararrayos instalado, entonces habrá que esperar al correspondiente informe técnico. Según mi criterio no especializado, algún problema debía tener cuando no canalizó a tierra la descarga y permitió que alcanzara el tanque presuntamente salvaguardado. Pero no es prudente levantar hipótesis como tesis sin que concluyan las investigaciones; menos aún negar que hubo potentes rayos cuando los habitantes de la ciudad fuimos testigos de intensos relámpagos y truenos por casi una hora.

Del lado del Gobierno, leo consternado este twit de la cuenta del Ejército Oriental: «Detrás de cada incidente que sucede en nuestro País está la mano siniestra de los medios enemigos. Pero a Cuba se respeta». Para estos fans de la conspiración, el rayo fue canalizado por algún dispositivo tecnológico secreto, o disparado desde algún OVNI imperial. O quizás algo más tremebundo, un sabotaje a la instalación, planeado y ejecutado por alguna organización terrorista. Sin evidencias ni hipótesis científicas que los avalen, criterios como esos tratan de exacerbar el patrioterismo, aun en medio de tanta preocupación y tristeza.

Detrás de cada incidente que sucede en nuestro País está la mano siniestra de los medios enemigos. Pero a Cuba se respeta. #FuerzaMatanzas #FuerzaCuba @MinfarC @EjrcitoOrienta1 pic.twitter.com/YLauGuik0m

— Ejército Oriental (@EjrcitoOrienta1) August 6, 2022

Tampoco comparto la andanada seguida de reportes y mensajes sobre lo que hacen autoridades de la nación y la provincia, o personal de salud y periodistas; mientras escasean las entrevistas con apagafuegos, rescatistas y especialistas que puedan dar explicaciones sobre lucha contra incendios y los casi ignorados peligros de la contaminación. Lo que necesita el espectador son informes de la marcha de los acontecimientos en pleno desarrollo; más aún, cuando en el ciberespacio puede encontrar reportajes desde el exterior con fotos y vídeos en tiempo real de lo que está ocurriendo.

Como desde temprano el día 6 posteé que: «Esta  situación que afecta a Matanzas y a todo el país requiere de ayuda especializada internacional», me complace la colaboración solidaria mostrada por países amigos, como Venezuela, México, Nicaragua y otros. Para detener este cataclismo y evitar una catástrofe mayor no basta la actitud heroica de nuestros bomberos, militares y rescatistas; se requieren saberes, experiencias y, sobre todo, recursos tecnológicos que muy pocos países poseen y normalmente son asumidos con la ayuda internacional, aunque ocurran en países desarrollados.

Por eso resalto, de manera particular, la actitud de los gobiernos de Estados Unidos y Cuba en el respectivo ofrecimiento y recepción de ayuda para apagar este fuego. Cuando se trata de salvar vidas humanas y proteger el entorno común de daños ecológicos como los que puede traer consigo este siniestro, no caben radicalismos ni extremismos, solo muestras de solidaridad y colaboración humanitaria entre países vecinos, unidos por estrechos lazos históricos, culturales y humanos.

8 agosto 2022 19 comentarios 1.031 vistas
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libertad

La libertad y el diálogo

por Mario Valdés Navia 29 julio 2022
escrito por Mario Valdés Navia

-I-

Aunque las condiciones materiales agobian al infinito la vida cotidiana de los cubanos y cubanas de hoy, el grito que más se escucha en boca de los obstinados durante manifestaciones tipo 11-J, cacerolazos o tánganas por los apagones, no es ¡Comida!, o ¡Corriente!, sino ¡Libertad!

Poco a poco, el miedo a la libertad va desapareciendo en cada vez más personas. Pero los que emprenden este viaje han de saber que está lleno de obstáculos y sacrificios. No en balde Martí advertía: «La libertad cuesta muy cara, y es necesario o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio» (OC, T21, p. 108).

Si, según él: «La libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado y a pensar y hablar sin hipocresías» (OC, T18, p. 304), entonces las libertades de pensamiento y expresión constituyen sus expresiones básicas. Ambas florecen en un entorno de diálogo y persuasión honrados; pero se secan en ambientes opresivos, de pensamiento único y doble moral. Libertad sin diálogo útil y honrado es como pájaro sin alas.

La libertad y el diálogo se desarrollan con la práctica social, mediante la estimulación del pensamiento crítico y la lucha cívica. La ciudadanía adquiere estas capacidades entrenando la mente y el cuerpo en esas lides, corriendo riesgos, cayendo y levantándose para volver a pelear,  perdiendo hoy para ganar mañana. Familia, escuela y comunidad han de fomentar tales experiencias como valores individuales, familiares y sociales.

En momentos en que la salud de la nación requiere con urgencia de hombres y mujeres preparados para dialogar en libertad y debatir sus diferentes puntos de vista con inteligencia, honestidad y valor; es importante que ellos estén disponibles. Al referirse a los debates suscitados durante la elaboración de la constitución de Estados Unidos, Martí enfatizaba:

No ha de temerse la sinceridad; sólo  es tremendo lo oculto. La salud pública requiere ese combate en que se aprende el respeto, ese fuego que cuece las  ideas buenas y consume las vanas; ese oreo que saca a la luz a los apóstoles y a los bribones. En esos debates apasionados los derechos  opuestos se ajustan  en el choque, las teorías artificiosas  fenecen ante las realidades, los ideales grandiosos, seguros de su energía, transigen con los intereses que se les oponen. (OC, t.13, p. 322).

Como político que preparaba a su pueblo para una guerra republicana, Martí buscaba la unidad entre los revolucionarios por encima de sus diferencias, pero nunca la identificaba con la imposición de una voluntad superior sobre las demás. Para él: «Abrir al desorden el pensamiento del Partido Revolucionario Cubano sería tan funesto como reducir su pensamiento a una unanimidad imposible en un pueblo compuesto por factores diversos, y en la misma naturaleza humana».

Procedimiento fundamental sería el diálogo libre, regido por el conocimiento profundo de los problemas a dilucidar, pues ningún grupo encumbrado podría pensar y decidir por el pueblo: «O se habla lo que está en el país, o se deja al país que hable». Solo en esta atmósfera de fomento de la libertad de expresión se consolidaría una voluntad popular fundada en la razón, no en entusiasmos pasajeros, promesas incumplibles o consignas rimbombantes.

libertad

-II-

La sociedad cubana actual, a pesar de su alto nivel de instrucción y de la existencia de Internet y las redes sociales, no está preparada para ejercer las libertades de pensamiento y expresión. Estas han sido extinguidas, menguadas o tergiversadas en la conciencia y las experiencias de vida de los habitantes de la Isla, habido el largo ejercicio de los instrumentos de violencia física y cultural con que cuenta el Poder para dominar a la mayoría subalterna.

Llegados a un punto de grave problemática sociológica, antropológica y de psicología colectiva, es preciso efectuar a nivel social un proceso de deconstrucción espiritual capaz de modificar las estructuras mentales aprendidas y aprehendidas por varias generaciones. Este asunto exige de influencias externas, pero más aún de la voluntad y empeño de los individuos. Mientras ello no se consiga, las orientaciones y demandas del grupo de poder hegemónico seguirán siendo aceptadas y/o acatadas por la mayoría, aunque en su fuero interno muchos sospechen que están erradas y que nada bueno podrá esperarse.

Habrá incluso quienes tengan la mente tan adoctrinada por los que saben, que hasta disfruten y agradezcan su triste destino de manera masoquista. Según Martí: «El que vive en un credo autocrático es lo mismo que una ostra en su concha, que sólo ve la prisión que la encierra y cree, en la oscuridad, que aquello es el mundo; la libertad pone alas a la ostra». (OC, t.13, p.136).

Uno de los mayores temores que sienten los individuos formados en entornos totalitarios, dictatoriales y radicalizados, al ser puestos en un escenario de necesaria confrontación de ideas, es a quedar en minoría o, peor aún, en soledad, por defender sus criterios. Los cubanos no somos una excepción.

A los aún temerosos de faltar a la sempiterna unanimidad por algún gesto de disidencia o rebeldía, les recomiendo acordarse de Oscar Wilde: «Cuando la gente está de acuerdo conmigo siempre, siento que debo haberme equivocado». y de Goethe: «No preguntemos si estamos plenamente de acuerdo, sino tan sólo si marchamos por el mismo camino».

Sin embargo, el problema no es peculiar de la Revolución Cubana. Cuando la de Octubre empezó a derivar hacia un Estado burocrático militarizado y se prohibieron las opiniones críticas y divergentes, Rosa Luxemburgo planteaba: «Sin una confrontación de opinión libre, la vida se marchita en todas las instituciones públicas y la burocracia queda (…) la libertad siempre ha sido y es la libertad para aquellos que piensen diferente».

Libertad

Rosa Luxemburgo

La represión a la libertad de expresión y la falta de diálogo en los países del Socialismo Real fueron de las condicionantes principales que condujeron al fracaso estrepitoso de aquel modelo en la URSS y Europa del Este. También en la Isla son factores que erosionan las posibilidades de reformar las diferentes esferas de la vida social y devolver las expectativas de crecimiento y desarrollo a la nación.

Si bien el respeto a la diversidad se ha ampliado actualmente con el reconocimiento de problemáticas referidas a religiones, géneros, animalistas, racialidades, etc.; el desconocimiento de la diversidad política —perteneciente a la primera generación de derechos humanos— constituye una rémora que nos convierte en un pecio totalitario en pleno siglo XXI.

La falta de libertad de expresión y diálogo interno, retarda la transformación del modelo estatizado y burocrático, fosiliza las mentes de amplios sectores de la población, divide a los cubanos y cubanas en extremos irreconciliables, estimula la emigración de la juventud y dilata la solución colectiva y participativa de problemas económicos y sociales, tanto de vieja como de nueva data.

Con el fin de encauzar las soluciones a la aguda crisis actual, es tarea de primer orden lograr echar a andar una mesa de debate libre y abierto de todos los problemas del país y la nación, que son de todos, con la participación de figuras representativas de diversos sectores del pueblo cubano, la Isla y la emigración. Baste recordar este mensaje martiano sobre el respeto a las opiniones diversas en el análisis y tratamiento de los problemas más acuciantes del país:

¡Que los pueblos no son como las manchas de ganado, donde un buey lleva el cencerro: y los demás lo siguen!: más bello es el valle, rodeado de montañas, cuando lo pasea, en grupos pintorescos, encelándose y apaciguándose, el ganado airoso y libre. Si se desgrana un pueblo, cada grano ha de ser un hombre. La conversación importa; no sobre el reglamento interminable o las minimeces que suelen salirles a las asociaciones primerizas, sino sobre los elementos y peligros de Cuba, sobre la composición y tendencias de cada elemento, sobre el modo de componer los elementos, y de evitar los peligros. (OC, t.2, p.17).

29 julio 2022 33 comentarios 1.318 vistas
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extremismos

Radicalizaciones y extremismos post 11-J

por Mario Valdés Navia 13 julio 2022
escrito por Mario Valdés Navia

Reza un antiguo proverbio maya: «Existen tres cosas que no tienen marcha atrás: la palabra dicha, la flecha lanzada, la oportunidad perdida». Como todo momento de crisis, el 11-J pudo dar paso a soluciones encaminadas a solventar sus causas; o, en su defecto, agravar aún más la situación de partida.

La intensa forma represiva que adoptó la respuesta gubernamental al estallido popular, no solo hizo que se perdiera tal oportunidad, sino que las palabras dichas, durante y después de los acontecimientos, y las flechas lanzadas a los temporalmente vencidos —protestantes, familiares y simpatizantes—, atizaron el fuego. En el año transcurrido desde entonces, los principales efectos generados son la radicalización de defensores y opositores al Gobierno/Partido/Estado y la adopción de posturas cada vez más extremas en el espectro político.

-I-

Recién ocurridos los hechos afirmé: «Restañar las heridas de estos días y sobrepasar este momento difícil exigirá valor, mesura y tacto político al gobierno y a sus oponentes. La hora actual de Cuba es más para el diálogo y la persuasión que para las redadas y los encarcelamientos». A falta de las condiciones enunciadas, el camino escogido por el Poder sería también el de la continuidad en el empleo de sus instrumentos de violencia física: redadas, detenciones y encarcelamientos.

Además de ellas, desde el primer momento hubo otras actitudes inapropiadas que tiñeron de extremismo la respuesta gubernamental:

— Atribuir los hechos a un intento de alzamiento contrarrevolucionario acorde a un plan subversivo forjado en el exterior y coordinado a través de las redes sociales, en lugar de reconocerlo como un estallido social impulsado por causas inmediatas —incremento exponencial de los enfermos de Covid-19, alta inflación y aumento del costo de la vida como resultado de la «Tarea Ordenamiento», cortes eléctricos y mantenimiento por el gobierno de Biden de las medidas reforzadoras del bloqueo de su predecesor Trump— y mediatas: no aplicación de las reformas anunciadas tres lustros antes, sumada a la discriminación política y la falta de libertades propias del modelo de socialismo burocrático.

La posibilidad de un estallido social había sido anunciada en posts, artículos, entrevistas y ensayos, escritos dentro y fuera de Cuba; todos fueron ignorados por el Gobierno/Partido/Estado, renuente a tomar al menos medidas liberalizadoras de la economía que mitigaran las penurias de la población.

— La convocatoria del secretario-presidente Miguel Díaz Canel en comparecencia pública —donde se olvidó del Estado de Derecho proclamado en la Constitución 2019—, a que los comunistas y seguidores de la Revolución salieran a los espacios públicos a imponer el orden por la fuerza, según el antiguo lema: «La calle es de los revolucionarios».

Aunque fueron pocos los civiles que salieron a cumplir el reclamo presidencial, la respuesta de las fuerzas represivas fue airada. Al estilo de un régimen pretoriano in crescendo, tropas especiales del MINFAR y cadetes de las escuelas militares se unieron a la policía y a los agentes de Seguridad del Estado en el empleo de la fuerza.  

— La suspensión del servicio de Internet en todo el territorio para evitar que se mostrara al mundo los acontecimientos en vivo.

— El apresamiento violento y la vejación bajo custodia de manifestantes detenidos; así como el irrespeto a sus familiares, que recorrieron en su busca, durante días, estaciones de policía, hospitales y prisiones.  

Desde el lado de los manifestantes, el sentimiento más presente en aquellas jornadas fue el asombro en una doble condición: por una parte, fascinación ante su propio gesto de salir a la calle a gritar anhelos constreñidos, sin orden ni concierto; por la otra, estupefacción y temor ante el cariz que tomaron las cosas, tanto la magnitud de la protesta como la represión oficial.

No obstante la inexperiencia, espontaneidad y obstinación que marcaran la actuación de los indignados, existen principios universales que rigen la expresión del derecho ciudadano a protestar y que no deben ser ignorados si se pretende que los actos transcurran en un clima de paz. Entre ellos destaco dos que considero fundamentales: el carácter pacífico, a partir de una actitud de no violencia, principio rector de una conducta cívica; y la no internacionalización del conflicto, menos aún la apelación a una intervención extranjera.

-II-

A tenor con el principio de la no violencia, hay que reconocer que, independientemente de la justeza de los móviles que lanzaron a las calles a miles de ciudadano/as, actuaron mal los que atentaron contra coches de la policía, rompieron y saquearon tiendas en MLC y apedrearon instituciones gubernamentales —aunque el supuesto asalto al hospital de Cárdenas, tan publicitado en los primeros días, terminara siendo sobreseído y desapareciera de los medios oficiales.

Es evidente que la falta de prácticas cívicas callejeras afectó a todos los participantes. En Cuba, donde los desfiles multitudinarios solo ocurren para congratular al Gobierno/Partido/Estado, los ciudadanos no protestaban masiva y públicamente contra el régimen desde el Maleconazo de 1994, veintiséis años atrás. Pero las diferencias entre ambos hechos son notables.

extremismos

Los ciudadanos no protestaban masiva y públicamente contra el régimen desde el Maleconazo de 1994.

El 5 de agosto de 1994, miles de personas salieron a manifestarse en Centro Habana y Habana Vieja y se cometieron actos vandálicos. El clima imperante era de agudización de la confrontación política por los efectos de la crisis del Período Especial y una fuerte influencia subversiva externa, evidenciada en el fomento al secuestro de embarcaciones y aeronaves para la emigración ilegal, y otras acciones violentas que habían provocado varias muertes.

La más relevante fue el intento de secuestrar el remolcador «13 de marzo» en la bahía de La Habana, y su posterior hundimiento tras chocar con lanchas guardafronteras que le cerraban el paso. En el fatal acontecimiento murieron ahogadas treinta y dos personas —veinte de ellas infantes—, y treinta y una fueron rescatadas. La atmosfera social estaba soliviantada por ánimos de violencia.  

En 1994 la reacción gubernamental también fue reprimir violentamente las manifestaciones con grupos de respuesta rápida y policías de civil, aunque sin llegar a las sádicas golpizas del 11-J. La presencia de Fidel en el lugar de los acontecimientos terminó de aplacar los ánimos. Hubo centenares de arrestos; pero casi de inmediato fueron liberados y muy pocos llevados a juicio y encarcelados.

La Crisis de los Balseros (julio-septiembre) terminó cuando el Gobierno firmó un nuevo acuerdo con EE.UU. que amplió la emigración legal; asimismo, implementó un paquete de medidas liberalizadoras que incluían la creación del Mercado Libre Agropecuario y la ampliación de las ventas en USD.

En julio de 2021 no existía tal grado de agudización previa de la confrontación Gobierno-disidentes ni de la intromisión externa; sin embargo, se hizo evidente que los niveles de obstinación —en su acepción cubana de cansancio, agotamiento, agobio— de la ciudadanía, eran tan altos y masivos que las protestas no se circunscribieron a la capital, sino que ocurrieron en unas cincuenta y cinco ciudades y poblados a lo largo del país. En lugar del centro comercial citadino, los escenarios principales fueron poblados y barriadas pobres, que yacían en la penuria agravada por el confinamiento pandémico y los apagones, en medio de la canícula veraniega.

Por eso, y ante la ausencia en el año transcurrido de un informe público oficial sobre los hechos que aporte nuevos datos, reitero que lo ocurrido el 11-J fue una manifestación espontánea de la ira popular que ni siquiera puede catalogarse de sublevación. A contrapelo de la versión oficial, sostengo que sucedió precisamente porque no estaba planificada, ni hubo concierto entre cientos de personas, menos aún integración en un plan subversivo coordinado y dirigido desde el exterior para generar acciones de violencia a nivel nacional.

Su sesgo espontáneo y popular tomó por sorpresa a las autoridades y al propio pueblo. De otra forma, siendo el Servicio de Seguridad interna lo que mejor funciona en el país, difícilmente hubieran podido acaecer hechos como aquellos.

En los doce meses transcurridos, el Poder ha mantenido un alto nivel de represión sobre los manifestantes del 11-J. Este incluye un repertorio diverso de medidas punitivas: vigilancia y acoso a ellos y sus familiares, tratos abusivos, arrestos domiciliarios, arbitrarias detenciones y prohibiciones de salir de la casa y transitar. En octubre/noviembre, de manera extremista, el Gobierno se negó a conceder el permiso solicitado por actores de la sociedad civil para realizar una protesta pacífica en varias ciudades: la Marcha cívica por el cambio.

extremismos

A su vez, el nuevo Código Penal, aprobado en marzo de 2022, fortaleció el arsenal represivo al reformular antiguos delitos contra el Estado como delitos hacia el orden constitucional, en pos de adulterar la aplicación del derecho a la libertad de expresión política. Así, añadió figuras que admiten una amplia gama de interpretaciones extremistas por parte de las autoridades, entre ellas:

— el deliberado «uso abusivo de los derechos constitucionalmente reconocidos, con fines de subvertir el orden político, económico y social de la nación»;

— «el financiamiento de la actividad contrarrevolucionaria, subversiva o cualquier otra que no esté legalmente establecida, a través de sujetos que la realizan en nombre de un gobierno, organizaciones de carácter internacional, no gubernamentales u otras»;

En particular, fue terrible para detenidos y familiares el momento de los juicios y la proclamación de las largas condenas aplicadas a la inmensa mayoría de los más de setecientos que aún permanecían en prisión a fines de año; condenados por delitos de tan difícil probatura como la sedición.

-III-

En el contexto histórico-cultural cubano, no puede ignorarse que el principio de la no internacionalización del conflicto interno adquiere un sentido agónico. El intento de radicalizar cualquier protesta social y presentarla como evidencia de que Cuba es un Estado fallido, incapaz de mantener el orden interior, peligroso para la seguridad regional y, en consecuencia, merecedor de una intervención internacional humanitaria, debería ser inadmisible para cualquier patriota, independientemente de su sesgo ideológico.

El 11-J, la manifestación actual del viejo Síndrome de la Enmienda Platt: el mantra extremista de «la intervención humanitaria», fue repetido por diferentes agencias, políticos y cibernautas, e inundó las redes sociales. También brotó desde la Isla, unas veces por radicalismos ideológicos y otras al calor de la represión violenta y la difusión de imágenes y narraciones de los excesos cometidos.

La cuestión esencial es que el viejo conflicto entre los cubanos que —independientemente de sus ideas políticas y opinión sobre el gobierno—  defienden la independencia y soberanía nacionales, y los que apuestan por la dependencia política respecto a EE.UU., continua vivo tras siglos de existencia. Los que rechazamos el actual modelo de socialismo estatizado, burocrático y militarista, al tiempo que defendemos el derecho de la Isla a la autodeterminación y la soberanía, hemos de lidiar con este fantasma una y otra vez.

Si bien es cierto que el Gobierno/Partido/Estado lo blande como anatema frente a cualquier crítica y/o disidencia, también lo es que destruir al régimen cubano por la fuerza de una intervención militar es una variante presente en el repertorio de opciones, no solo de sectores importantes del US Goverment, sino también de muchos cubanos opositores, tanto emigrados como residentes en la Isla.

Los radicales que prefieren, antes de soportar una Cuba socialista, verla destruida, masacrada y ocupada militarmente por fuerzas extranjeras, asumen una actitud no solo extremista en lo ideológico, sino profundamente antinacional. La historia de dos siglos de luchas del pueblo cubano por constituir una república independiente, ha costado sacrificios sin parangón para venir a terminar en un holocausto cuando el modelo obsoleto de socialismo estatizado no da para más. Solo una invasión extranjera y la consecuente guerra popular de resistencia podrían reservar a este régimen fracasado un final tan heroico e inmerecido como ese.

Por demás, los que clamaron ese día por la intervención humanitaria no deben hacerse ilusiones. La prioridad del actual gobierno norteamericano es disminuir la emigración masiva ilegal y lo menos que desea es una guerra en su inestable frontera sur. El propio Bob Menéndez dejó establecido que aquel país no pretendía intervenir ni permitir un éxodo masivo. Las soluciones tendrán que ser encontradas y aplicadas entre cubanos.

extremismos

-IV-

El Gobierno/Partido/Estado debe garantizar la gobernanza y el pleno ejercicio de los derechos constitucionales a todos los ciudadanos en un entorno de civilidad. Para ello es fundamental la implementación de mecanismos legales encaminados a la organización de actos de protesta y la protección a los participantes. Si a un año del 11-J el artículo constitucional que establece el derecho a las manifestaciones públicas ni siquiera ha sido habilitado, es porque no existe voluntad estatal de aprobar normas al respecto.  

Cuando se proclamó la Constitución en 2019, el Decreto Ley del Consejo de Estado sobre derechos de manifestación y reunión —que regularía el mecanismo para la autorización y realización de manifestaciones y reuniones—, se programó para septiembre 2020. Llegada esta fecha, se planteó que no se aprobaría por la pandemia. Sin embargo, se oficializaron otras normas ligadas a la organización del aparato estatal que ni siquiera estaban en el cronograma inicial. De haber contado con un instrumento legal como este, el pueblo del 11-J quizás hubiera planteado sus demandas en un clima de libertad y tolerancia y no hubiera existido espacio para la violencia callejera y las detenciones masivas.

Por otra parte, a un año del 11-J continúan sin ejecutarse con celeridad una serie de reformas plasmadas en importantes documentos del Partido y el Estado y aprobadas por la voluntad popular. Algunas son leyes programadas por la propia Constitución 2019 y postergadas una y otra vez, como la de Reclamación de los derechos constitucionales ante los Tribunales; otras, como la creación de las mpymes, ya fueron proclamadas, pero su aplicación se dilata absurdamente, a través de un proceso que incluye la aprobación del Consejo de Ministros.

Lo más preocupante en este primer aniversario del estallido social, es que el verano 2022 promete ser aún más difícil que el anterior. La espiral inflacionaria provocada por la «Tarea Ordenamiento» ha alcanzado cifras inimaginables impulsadas por los pobres resultados productivos en las ramas agropecuaria e industrial, la caída de las importaciones y la crisis mundial provocada por la guerra en Ucrania.

La extensión imparable del uso de divisa extranjera —mediante tarjetas MLC, VISA o MASTERCARD—, introduce una distorsión en los mercados que deteriora sin freno el valor del peso cubano y, con él, de los ingresos de las familias trabajadoras. De ahí que la pobreza alcance ribetes extremos en numerosas comunidades urbanas y rurales. Recientemente, manifestaciones airadas en las redes sociales de madres y padres que reclamaban sus derechos conculcados –tanto políticos como económicos−, y la amplia aceptación social que ellas logran, muestran los altos niveles de radicalización alcanzados por amplios sectores sociales.

Ojalá las voces que claman por un diálogo nacional, por la liberalización de la vida económica, la sociedad civil y las opiniones políticas; sean más fuertes que las de los extremistas, de ambos bandos, que se atrincheran en la defensa a cualquier costo de sus dogmas anacrónicos. Es hora de organizar un gran debate nacional con la presencia del Gobierno y actores de la sociedad civil para reorientar los destinos de Cuba hacia una sociedad más plural, democrática y participativa; acorde al modo de producción mixto que se promueve y a los derechos plasmados en la Constitución 2019.

Al odio y la soberbia de los extremismos de cualquier signo político-ideológico, ha de imponerse la voluntad de la mayoría para acabar de sacar a nuestro pueblo de esta sima de odio en la que nos vamos precipitando. El país no es de un grupo particular. Sus campos y ciudades, calles y plazas, no son del Partido/Gobierno/Estado y de los que los respalden: son públicos; es decir, de todo el pueblo cubano.

13 julio 2022 17 comentarios 1.301 vistas
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Empresa

De la empresa estatal a la empresa-Estado

por Mario Valdés Navia 23 junio 2022
escrito por Mario Valdés Navia

Indagar en los orígenes de los extremismos políticos y fenómenos de radicalización que tipifican la sociedad cubana conduce inexorablemente al mundo de la economía. El establecimiento de un sistema económico estatista, planificado y gestionado de manera centralizada y vertical, trajo consigo un torrente de experimentación voluntarista, basado en dogmas ideológicos, consignas radicales y promesas de futuro.

Elemento distintivo en este proceso han sido los cambios en el sistema empresarial a partir de fundamentos más ideo-políticos que económicos. Esas lluvias trajeron los actuales lodos, en tanto el sujeto principal de la economía cubana no es la empresa socialista —como reitera el discurso oficial—, sino una supra-entidad concreta: GAESA, que actúa totalitariamente como una verdadera Empresa-Estado.

El afán por superar la competencia y anarquía de la producción en el sistema de libre empresa, estuvo presente desde el inicio del proceso revolucionario. Sin saber cómo hacerlo, pero con poder para intentarlo una y otra vez según el método de prueba-error, el Gobierno/Partido/Estado ha impuesto formas variopintas a la empresa estatal hasta derivar en el todopoderoso holding oligopólico actual.

 -I-

En agosto de 1960, la Ley de Nacionalización de las Empresas Extranjeras marcó la primera incautación masiva de la gran propiedad capitalista en Cuba. Incluyó los monopolios eléctrico y telefónico, dieciocho refinerías, treinta y seis centrales azucareros, sesenta y una empresas textiles, once cines, trece grandes comercios y otras empresas.

En septiembre de ese año se nacionalizó la banca norteamericana (Bank of Boston, City Bank y Chase Manhattan). En octubre, tras la prohibición de exportaciones a Cuba —excepto comida y medicamentos—, dictada por el  gobierno de EE.UU., nacionalizadas las restantes 166 empresas estadounidenses. Asimismo, serían intervenidos forzosamente los bancos cubanos, el resto de las corporaciones extranjeras y 382 grandes firmas de capitalistas criollos (industriales, comerciales y de transporte).

Las empresas cambiaban de nombre y eran dirigidas por un interventor —por lo general un joven oficial del Ejército Rebelde, o cuadro del PSP—, asesorado por un consejo de obreros seleccionados y los pocos ingenieros y técnicos que quedaban. Los insumos estadounidenses se sustituían paulatinamente por soviéticos y se trataba de mantener el flujo productivo normal.

La visión de la economía socialista cubana funcionando como una gran empresa la planteó el Che al ser nombrado ministro de Industrias (1961). De esa forma, pretendía establecer un método socialista de gestión que superara el modelo de capitalismo periférico existente, a partir de aprovechar el amplio bagaje de experiencias y saberes acumulados por las filiales criollas de grandes monopolios estadounidenses.

Al respecto afirmaba:

En la parte técnica, nuestro sistema [el de financiamiento presupuestario (SFP)] trata de tomar lo más avanzado de los capitalistas y por lo tanto debe tender a la centralización. Esta centralización no significa un absoluto; para hacerla inteligentemente debe trabajarse de acuerdo con las posibilidades. Podría decirse, centralizar tanto como las posibilidades lo permitan […] No podemos tener una General Motors que tiene más empleados que todos los trabajadores del Ministerio de Industrias en su conjunto pero sí podemos tener una organización, y de hecho la tenemos, similar a la General Motors.

empresa

Ernesto Che Guevara en el desempeño de su cargo de ministro de Industrias. (Foto: Granma)

Para ello estableció dos tipos de empresas: las nacionales consolidadas —por diferentes ramas— y sus respectivas fábricas. En todas, la estructura de dirección, simple y ejecutiva, era la misma: un director y tres jefes de departamentos: Económico, Producción e Intercambio. A ellos se añadían, el Sindicato y el Consejo Técnico Asesor.

Su diferencia principal con el tradicional sistema soviético de cálculo económico (CE), imperante en los demás sectores, estaba en la concepción de la empresa. Según el Che: «Mientras para el sistema de financiamiento presupuestario una empresa es un conglomerado de fábricas o unidades que tienen una base tecnológica parecida, un destino común para su producción o, en algún caso, una localización geográfica limitada; para el sistema de cálculo económico, una empresa es una unidad de producción con personalidad jurídica propia».

Pronto, las empresas industriales consolidadas y grandes propiedades agrarias comenzaron a mostrar una tendencia decreciente de la producción y la productividad del trabajo, achacable tanto a problemas extraeconómicos (bloqueo, gastos de defensa, éxodo de especialistas, etc.) como a factores ligados a la falta de motivación interna y errores en la gestión.

El desbarajuste productivo, éxodo de clases medias —más de 200,000 profesionales, directivos, técnicos, empleados y obreros calificados entre 1960 y1962—; disparidad de formas de gestión y agotamiento de los stocks acumulados, hizo que en 1963 el PIB cayera al 0,2% y la zafra disminuyera hasta 3 882 500  TM, la  más baja del país hasta el Período Especial —¡aunque ocho veces mayor que la de 2021!

Para superar las diferencias entre el SFP y el CE, Fidel implantó un nuevo sistema: el Registro Económico (1965-1975). En este se negaba el uso de relaciones monetario-mercantiles entre las empresas y la contabilidad comercial. En su lugar, se promovían las gratuidades, horarios de conciencia y trabajo voluntario.

Unido a ello, en 1968 se lanzó una radical Ofensiva Revolucionaria, mediante la cual se estatizaron forzosamente todas las pequeñas empresas privadas urbanas —unas 57 600—, lo que incluía a tiendas minoristas de alimentos y productos industriales, pequeñas fábricas (chinchales), restaurantes populares (fondas) y demás producciones y servicios personales o familiares, hasta los limpiabotas. Cuba pasó a ser el país de la comunidad socialista con el mayor volumen de propiedad estatizada: 100% en las ramas principales; excepto en la agricultura, donde ascendía al 70% del suelo cultivable.

El extremismo económico llegó a su clímax entre 1969 y 1970, etapa en que todos los recursos nacionales se volcaron a la realización de una zafra de diez millones de toneladas, versión antillana del Gran Salto Adelante de Mao. El funcionamiento del  sistema empresarial prácticamente se detuvo ante el drenaje de mano de obra, insumos y  producciones para las necesidades de la zafra, como si de una guerra se tratase.

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«Viva la victoria del método revolucionario del presidente Mao».

Los efectos desastrosos de esos errores de idealismo obligaron al Gobierno Revolucionario a adoptar el modelo soviético y aceptar la llamada «división socialista internacional del trabajo». Según los intereses del CAME, se asignó a Cuba el rol de suministradora a gran escala de tres productos primarios (azúcar, cítricos y níquel) para la comunidad socialista, a cambio de un tropel de mercancías y servicios provenientes de aquellos países a precios subvencionados.

Tras años de esfuerzos y privaciones de todo un pueblo por obtener la independencia económica, se volvía al viejo paradigma plantacionista de los tres monos —productor, exportador e importador—, con niveles de dependencia exterior mucho mayores que los alcanzados en la Colonia y la República. No obstante, las relaciones preferenciales con la URSS y el CAME permitieron a la Isla obtener pingües ingresos y mantener artificiales niveles de consumo durante casi dos decenios.

La industrialización derivó hacia grandes empresas nacionales y provinciales, como los complejos agro-industriales azucareros (CAI), que revivieron los bateyes y las comunicaciones; industrias transformadoras; grandes fábricas con materia prima importada y una vasta de red de talleres de mantenimiento industrial, transporte y fabricación de partes y piezas.

En la misma medida en que se extendía el nuevo Sistema de Dirección y Planificación de la Economía basado en el CE, el consumo familiar se fue ligando indisolublemente a los ingresos personales y empresariales, lo cual reproducía una de las contradicciones del sistema económico soviético: Estado vs empresas. Frenar la autonomía empresarial y devolver la hegemonía absoluta al poder central sería uno de los objetivos de la llamada Rectificación de Errores y Tendencias Negativas (1985-1989).

Tres acontecimientos trascendentes para el mundo empresarial ocurrieron en 1987: creación del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB); inicio del Sistema de Perfeccionamiento Empresarial del MINFAR; y creación del Contingente Blas Roca, abanderado de una supuesta fórmula donde los factores de movilización política se vincularían con una apropiada racionalidad económica.

El CIGB, como empresa socialista de alta tecnología, impulsó la creación de otros centros de investigación/producción (Biocubafarma) y los éxitos mundiales de Cuba en campos de la biotecnología médica y farmacéutica. Como forma de organización empresarial socialista constituye el mayor éxito histórico de la empresa socialista.

Con la llegada del Período Especial (1990) hizo su entrada un nuevo sujeto económico: el capitalismo de Estado. Aunque nunca es mencionado por ese nombre en el discurso oficial, sino por el de sus formas empresariales (mixtas, asociaciones, concesiones, sociedades mercantiles), ese cóctel entre propiedad estatal y capital trasnacional no puede catalogarse de otra forma.

Con el tiempo, los socios han estrechado su relación hasta conformar un extraño dúo, que ya no parece ser de compañeros de viaje sino de hermanos siameses en completa hibridación. Así, desde arriba, la sociedad socialista se va convirtiendo en su contrario: un capitalismo de Estado que explota a las clases trabajadoras desde su triple condición de propietario, patrono y comerciante.

El botón de muestra de este sector es la publicitada Zona Especial de Desarrollo del Mariel (ZEDM). Inaugurada en 2013 como supuesta punta de lanza y eslabón más dinámico de la economía cubana, su funcionamiento ha sido demasiado lento. Hasta 2019 solo había recibido 2,300 millones de dólares en inversiones de una treintena de países y contaba con cincuenta negocios aprobados (veintinueve extranjeros, doce empresas mixtas, dos asociaciones internacionales y siete de capital cubano), aunque solo veintiséis estaban operando.

En 2011 se aprobó la liberalización y ampliación del trabajo privado personal y familiar (TCP). Desde entonces, comenzó a entrar al país a través de las remesas una cantidad inmedible de inversiones con el objetivo de ser fuente primaria de financiamiento a negocios privados.

Como contrapartida, en el sector estatal se adoptaron medidas centralizadoras bajo el paraguas de una nueva etapa de transformaciones. La más importante fue la creación de las Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial (OSDE), mediadoras entre los ministerios y la empresa con el pretexto de separar las funciones estatales de las empresariales y adecuarnos, supuestamente, a lo que se hacía en el mundo.

La nueva estructura empresarial tendría niveles de control: Junta de Gobierno/ OSDE/ Empresa/ Unidad Empresarial de Base (UEB). Esta última es la única creadora de valor y carga con los enormes costos de todo el andamiaje administrativo mencionado, que den ser pagados por el consumidor final. Su principal efecto fue la multiplicación de la burocracia, al convertirse las OSDE en mini-ministerios y frenar la autonomía empresarial al reducir a las fábricas, centrales y hoteles a la categoría de simples UEB.

Sin embargo, el nivel de extremismo económico es tan elevado que en un mercado desabastecido, creciente solo en divisas foráneas y con precios fuera del alcance del ciudadano común, uno de los problemas mayores de las empresas estatales son los enormes superávits de muchas de ellas. En los dos primeros meses de 2022, 479 empresas estatales reportaron utilidades por encima del 150%.

-II-

Al tiempo que se ignoraban las propuestas de medidas para estimular los sectores privado y cooperativo e impulsar la empresa estatal —restitución del peso como medio de circulación único; eliminación de las OSDE; derechos de exportación e importación libres de la explotación de entidades monopólicas; paso del comercio interior y exterior a manos de empresas estatales autogestoras, cooperativas y cuentapropistas, etc.)—, un Leviatán empresarial crecía en la sombra y engullía  todo lo que produjera amplias ganancias en divisas.

Desde que se implantó el bloqueo estadounidense, el Gobierno Revolucionario intentó burlarlo mediante operaciones económicas encubiertas. Tales prácticas crearon amplios márgenes para la corrupción y el desvío de recursos entre sus ejecutantes, cubanos y extranjeros. Las más conocidas fueron las Causas 1 y 2 de 1989, que terminaron con el fusilamiento de héroes militares, prisión del ministro del Interior y cuasi absorción de esa poderosa institución por el MINFAR.

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Arnaldo Ocho durante el juicio de la Causa 1. (Foto: OnCuba)

Al ocurrir la apertura a la circulación del USD y crecer los intercambios con la emigración, el control de las remesas fue entregado a la corporación CIMEX SA, creada en 1978 en Panamá por la inteligencia cubana. Para hacerlo, se instituyó Financiera CIMEX SA (FINCIMEX, 1984). Otra empresa, Havanatur SA, se encargaría de los viajes de los exiliados a Cuba. El mercado interno dolarizado también estaría controlado por CIMEX.

En 1995, se organiza el holding GAESA (Grupo de Administración Empresarial, SA), al que se otorgó el control de docenas de grandes empresas en varios de los sectores más rentables en divisas: Cubanacán (turismo), Gaviota, SA (hotelería), Servicio Automotriz, SA (alquiler de coches para turistas), Tecnotex (importación-exportación  de tecnologías  y servicios), Agrotex  (agricultura),  Sermar (astilleros), Geocuba (cartografía), etc.

Los negocios de GAESA irían ampliándose desde el período centralizador iniciado en 1999 (reducción de asociaciones mixtas, eliminados los negocios inmobiliarios extranjeros, disminuidas las empresas cubanas autorizadas a realizar operaciones directas de comercio exterior, reavivada la animosidad hacia el trabajo privado, etc.). En 2006 absorbió a CIMEX (inmobiliarias, bancos, restauración, gasolineras, supermercados y almacenes). 

Durante 2009, el Gobierno decidió extinguir el grupo CUBALSE y asimilarlo a CIMEX. De ahí se beneficiarían distintas empresas de GAESA al transferírsele, entre otros activos, la red de estaciones de gas Oro Negro, arrendadoras de autos, y una naviera con destinos regulares a Centroamérica y el Caribe.

GAESA desplazó en 2011, mediante un pago millonario, a la multinacional italiana TELECOM ITALIA del floreciente negocio de la telefonía celular cubana. Un año después, el Gobierno otorgó a ETECSA los derechos del servicio de la telefonía celular para las comunicaciones móviles terrestres hasta 2036 y la autorizó, hasta 2023, a abonar el cinco por ciento de sus utilidades netas al Estado cubano en pesos cubanos, no en dólares.

Igualmente GAESA pasó a dirigir, en 2013, la recién creada ZEDM, la más importante inversión extranjera efectuada en la Isla en el período revolucionario. Construida por el grupo brasileño Odebrecht, es uno de los puertos más modernos de la región y enclave decisivo en las relaciones comerciales, actuales y potencialmente futuras, con los EE.UU.

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(Foto: La República)

En 2017, la referida mega-corporación asumió al grupo Habaguanex, de la Oficina del Historiador de la Ciudad, con su vasta red comercial del Centro Histórico de La Habana, área privilegiada para el turismo y los cruceros. Al año siguiente, ETECSA habilitó los servicios de navegación por zonas wifi,  Nauta Hogar y datos móviles desde los celulares. Aunque el precio continúa siendo uno de los más caros del mundo, el país se ha convertido en uno de los que más rápidamente ha crecido en la navegación por Internet en los últimos años.

La ampliación de la cantidad de internautas ha hecho crecer asimismo el acceso a información no controlada por el Gobierno/Partido/Estado y contribuido a crear espacios de debate sobre los asuntos cubanos en el ciberespacio. En ellos, la esfera económica ocupa un lugar primordial.

Uno de los temas recurrentes en el último trienio es el creciente fondo de inversiones dedicado por GAESA a la construcción de hoteles, aun en medio de la pandemia, lo que contrasta con la crisis en los demás sectores de la economía nacional.

¿Será que los intereses particulares de maximización de la ganancia de esta supraentidad se hallan por encima de las necesidades de la nación? La falta de información pública sobre sus finanzas y operaciones y la imposibilidad de controlarla por entidades civiles, incluyendo la Contraloría General de la República, hacen difícil responderlo con evidencias.

Por demás: ¿es GAESA una entidad del MINFAR o una empresa de capital privado? No está claro. Sea civil o militar, estatal o privada; el extremismo de constituir y privilegiar una supraentidad empresarial que controle las esferas más rentables de la economía cubana, va más allá de cualquier experimento socialista anterior. Según se observa, constituye un oligopolio in extremis que se multiplica, parasitando el corpus nacional a partir de privilegios monopólicos, que afectan tanto al resto del sistema empresarial como a  la inmensa mayoría de cubanos y cubanas, residentes dentro y fuera de la Isla.

23 junio 2022 23 comentarios 1.676 vistas
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Ritual

La quiebra del ritual de la subsistencia

por Mario Valdés Navia 6 junio 2022
escrito por Mario Valdés Navia

Al triunfo de la Revolución, la economía cubana clasificaba como una de las más productivas de la región y, al unísono, como una de las más desiguales. Los principales problemas socioeconómicos de entonces estaban relacionados con los altos índices de inequidad en la distribución y, por ende, de injusticia social y desproporción entre los territorios. A esto se añadía, en lo político, la imposición de la dictadura de Batista como ruptura de la continuidad democrática postulada por la Constitución del 40.

De ahí que sean ciertas las imágenes de los años cincuenta, tanto las de bodegas surtidas y avenidas iluminadas llenas de automóviles, como las de niños famélicos de vientres hinchados, desalojos campesinos y jóvenes asesinados tirados en las cunetas. Para librar al país de la tiranía y poner esa riqueza a disposición del pueblo, fue que este hizo la Revolución al precio de sus mejores hijos. Sin embargo, seis décadas después, la producción cubana ha mermado tanto que no alcanza siquiera para dar continuidad al paupérrimo ritual de la subsistencia cotidiana.

-I-

Los regímenes de socialismo estatizado y burocrático partieron de garantizar a las grandes mayorías determinados niveles a través de una combinación de bajos precios y salarios y amplios fondos sociales de consumo. Tanto Stalin como Mao postularon que las masas no debían alcanzar niveles de vida propios de clases medias, por cuanto esto estimularía las ínfulas pequeñoburguesas y pondría en peligro la uniformidad necesaria en la llamada dictadura del proletariado.

En ese entorno de escasez relativa, se enraizó un estado de cosas donde la baja calidad de los bienes y servicios, carencias y largas colas se incorporaron al modus vivendi de las mayorías en tanto rituales consustanciales a la nueva sociedad. No obstante, el igualitarismo en la distribución, la protección a los grupos vulnerables y los logros en salud, educación, cultura y deportes pasaron a ser atributos de los países socialistas y elevaron, en sentido general, los niveles de vida. Con sus peculiaridades, Cuba manifestó todos esos rasgos hasta 1990.

Ritual

Transporte público durante el Período Especial. (Foto: Havana Leaks)

Cuando ese modelo implosionó a escala global y se instauró el llamado Período Especial en Cuba, la sociedad insular presenció no solo la quiebra brusca de la vieja economía monoexportadora, sino un crecimiento de las dificultades para acceder a bienes esenciales de subsistencia (alimentos, medicinas, vivienda, servicios básicos), ahora más escasos y cada vez más caros. Parecía que si bien habíamos entrado en la crisis como un todo, cada uno iría saliendo de ella por su cuenta.

Con altibajos, esta situación se fue tornando cotidiana y las medidas tomadas por el Gobierno/Partido/Estado para relanzar la producción y los servicios, aún con  éxitos temporales, naufragaron una tras otra. Doble moneda, Batalla de Ideas, Revolución Energética, paraíso turístico del Caribe, Misiones profesionales, Zona Especial de Desarrollo Mariel… fueron otras tantas quimeras que no lograron detener la ruina de la producción nacional y el aumento de la desigualdad social.

En consecuencia, crecieron la desconfianza en las autoridades y la enajenación de amplios sectores poblacionales, en particular la juventud, evidenciada en su tendencia creciente a emigrar a cualquier parte. Haciendo oídos sordos a la presión popular y a la opinión especializada, que clamaban por reformas liberalizadoras del obsoleto modelo, el Gobierno/Partido/Estado perdió un tiempo precioso por razones de extremismo ideológico y afán oportunista en preservar la hegemonía del grupo de poder militar/burocrático tradicional.

Mientras se construían cada vez más hoteles para GAESA, la industria, agricultura, ciencia y tecnología, educación y salud, agonizaban por falta de inversiones; junto a ellas, caían estrepitosamente los niveles de consumo y la ya restringida calidad de vida de la población. Para colmo de males, cuando las medidas del presidente norteamericano Donald Trump para recrudecer el bloqueo y la pandemia de la Covid-19 azotaban con más fuerza, el ritual de subsistencia de los sectores populares fue puesto en crisis como nunca antes por una decisión interna: la «Tarea Ordenamiento».

-II-

Si bien durante años muchos abogamos por la eliminación de la doble moneda y sus múltiples tasas de cambio, creo que nadie concibió que ello se aplicara de tal forma que la cura sería peor que la enfermedad. No fue el necesario reordenamiento monetario y económico lo que agravó los males del país, sino el modo en que se efectuó, guiado por el empeño en proteger los intereses de grupos privilegiados que se sitúan por encima de las necesidades nacionales.

No haber estimulado previamente la creación de empresas privadas y cooperativas que dieran empleo de calidad a miles de trabajadores; eliminar el CUC para establecer en su lugar un creciente mercado dolarizado digitalmente vía tarjetas MLC; no adoptar mecanismo alguno para venderlo a la población; fijar una tasa de cambio sobrevaluada artificialmente y mantenerla aunque la informal, más realista, la supere cinco veces; y añadirle ahora una tercera, intermedia, para vender MLC solo a determinadas empresas escogidas centralmente; son otros tantos factores de deterioro del valor del peso cubano y, por tanto, del incremento de la inflación y hundimiento del nivel de vida de los sectores populares.

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El viejo ritual socialista de la subsistencia acaba de quebrarse en pedazos ante el peñón de los intereses particulares de un grupo de agiotistas, que han hecho de la explotación directa a los consumidores cubanos y sus familiares emigrados un modo de producción propio. Los sectores más vulnerables, en particular los adultos mayores, pensionistas y jubilados, se hallan al límite de su resistencia física y emocional ante la presión combinada de precios estatales sin subsidio, carencia de posibilidades de acceder al mercado en MLC, hiperinflación en los diferentes mercados y escasez permanente en la oferta de alimentos y otros bienes y servicios básicos.  

Basta recorrer pueblos y ciudades para notar la proliferación de grupos de ancianos, famélicos y cansados, esperando en las afueras de bodegas y panaderías a que vendan algo a precios no tan altos para hacer la cola y llevar a casa algo con que atenuar transitoriamente el hambre de la familia. Este mes de junio vienen a complicar aún más la situación las dificultades con el cubrimiento de la ración normada de azúcar, arroz y granos —de por sí insuficiente—, la continuidad de los apagones y el fuerte inicio de la temporada de lluvias.

Si la protección a los sectores más vulnerables prácticamente va extinguiéndose mes tras mes, aun cuando han sido ellos los protagonistas más heroicos y leales del proyecto de la Revolución: ¿qué queda en Cuba del viejo modelo socialista estatizado, excepto el monopolio del poder por el mismo grupo que lo ha ejercido desde hace décadas, sus descendientes y senescales?

Urge abandonar la práctica demagógica de prometer y justificar, una y otra vez, y tomar iniciativas objetivas y racionales que conduzcan a resultados más promisorios.

Entre ellas: ampliar la oferta de bienes y servicios estatales en moneda nacional; abandonar el mecanismo de expoliación de los cubanos de dentro y afuera a través del mercado en MLC; disminuir los compromisos estatales y promover la producción y venta libre de las producciones agropecuarias y la competencia entre los diferentes sectores productivos; crear un mercado transparente de divisas; renunciar al fallido monopolio estatal sobre el comercio exterior e interior; y abrir el mercado interno a comerciantes, cubanos y  extranjeros, que lo provean de bienes suficientes a precios seguramente más bajos que los de las actuales tiendas de GAESA.

Es preciso cambiar de una vez la forma de gobernar, soberbia y elitista, del sector hegemónico de la burocracia en el Gobierno/Partido/Estado, incapaz ya de plantear siquiera proyectos eficaces, viables y aglutinadores de la voluntad popular; y adoptar propuestas de solución para los problemas viejos y nuevos que incorporen los puntos de vista de la ciudadanía, tantas veces ignorados y ninguneados. Solo así podrá el pueblo cubano librarse definitivamente del triste ritual de la subsistencia que tanto amarga sus vidas, y tener la posibilidad de satisfacer sus necesidades con mayor holgura, acorde a lo que cada uno aporte honestamente al bien común.

6 junio 2022 30 comentarios 2.091 vistas
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Militarismo

Contrapunteo civilismo-militarismo: ayer y hoy

por Mario Valdés Navia 25 mayo 2022
escrito por Mario Valdés Navia

Lectores de LJC se han interesado por la ponencia que expuse en el panel «Dinámicas de radicalización política y extremismo violento en Cuba», del Congreso virtual LASA 2022 (mayo 5–8). La misma fue incluso recomendada en el programa televisivo Con Filo. Presento aquí una sinopsis del texto, resultado parcial de la investigación en curso «Contrapunteo civilismo-militarismo en la historia de Cuba».

-I-

El concepto de militarismo se asocia a la influencia del ejército en el gobierno de un Estado y la tendencia a que esas relaciones militares se entrelacen en las relaciones sociales como un todo. Para su existencia, es determinante que primen una situación real, o la amenaza, de guerra.  

En el devenir de la nación cubana, junto al militarismo asociado a los grupos hegemónicos, se desarrolló también su contraparte: un movimiento civilista que casi siempre ha representado una alternativa a las formas tradicionales de dominación despótica, a partir de su defensa de las libertades individuales.

Sostengo entonces la hipótesis de que un rasgo de larga duración en la historia de la nación cubana es el conflicto civilistas vs militaristas. La influencia del militarismo ha sido el resultado de un conjunto de circunstancias: el primigenio proceso de conquista y colonización del territorio, la administración de la colonia mediante leyes de excepción, las ideas de este tipo al interior del mambisado, la elevada influencia del ejército en la república burguesa y el establecimiento de un modelo de socialismo estatista burocrático dirigido por un grupo de poder militar que ha hegemonizado la sociedad a través de la tríada Gobierno/Partido/Estado.

En la evolución histórica de ese contrapunteo pueden definirse cinco etapas. Antecedentes: civilismo y militarismo en la Siempre Fiel Isla de Cuba (1492-1867); Orígenes: las pugnas civilistas-militaristas en la República de Cuba en Armas (1868-1898); Maduración: militarismo vs civilismo en la República Burguesa (1902-1958); Auge: El bonapartismo socialista de la Generación Histórica (1959-2010) y Crisis: Pretorianismo oligopólico vs civilismo popular (2011-…).

1. Antecedentes (1492-1867)

El proceso de conquista/colonización se efectuó sobre la base del autoritarismo y el militarismo, al ser concebido como una sola empresa bajo el arbitrio de mandos castrenses (Adelantado/Gobernador/Capitán General), a los que la Corona entregó plenos poderes, tanto civiles como militares.

Pronto aparecerían contradicciones entre el gobernador y las autoridades civiles nucleadas en los cabildos de las nacientes villas; pero la pugna encontró su expresión  principal en la larga campaña por la salvación de los indígenas que desarrollara fray Bartolomé de Las Casas, precursor de lo que luego se denominarían derechos humanos.

Convertida La Habana en capital de la Isla (1553),  se benefició con la inyección de recursos monetarios externos para financiar la construcción de fortificaciones y su guarnición: los situados de México. El desvío de gran parte de ellos hacia fortunas particulares, entronizó una práctica cotidiana en futuros grupos de poder: lucrar a expensas de financiamientos destinados al desarrollo del país.

Si bien el gobernador acaparaba toda la autoridad civil y militar, fue aquel un período de gran independencia de las autoridades civiles municipales. Dueñas del privilegio de mercedar tierras y entregar parcelas a los campesinos; autosuficientes económicamente mediante impuestos propios; y amparados por las milicias locales; los cabildos desafiaban constantemente las disposiciones de las autoridades centrales y fomentaban abiertamente el comercio de Rescate.

Para explotar directamente la Isla, la Corona y la élite burocrático/militar/comercial crearon la Real Compañía de Comercio de La Habana (1740-1757), que monopolizaba la exportación de productos del agro y la importación de bienes manufacturados. Una década después su desempeño se tornaba inviable ante el auge del contrabando y la resistencia de los productores nativos. Desde entonces, la administración colonial dejó la actividad productiva en manos privadas y se concentró en percibir cuantiosos impuestos.

Militarismo

La Revolución de Haití (1791-1801) fomentará la esclavitud de plantaciones en Cuba, al tiempo que esparcía en toda la sociedad el síndrome del miedo al negro. El interés nacional sería el de mantener en la Isla un fuerte dispositivo castrense que permitiera someter a la creciente población esclavizada.

Desde entonces, los movimientos separatistas nacieron entre las capas medias de la sociedad civil. También sus representantes moderados (Saco; Luz; Del Monte) provenían de estamentos civiles. Todos fueron acosados y castigados por las autoridades militares. Los principales adalides independentistas: el presbítero Félix Varela y el poeta José María Heredia, murieron en el exilio.

La instauración del régimen de Facultades Omnímodas (1825) estableció la  tiranía militar de los Capitanes Generales. Los derechos políticos de los cubanos fueron desconocidos, su carga tributaria multiplicada y finiquitadas las esperanzas de transformaciones liberales. La polarización de las actitudes políticas no se hizo esperar.

Dispersos los revolucionarios y blindado el despotismo, los espíritus inconformes y rebeldes piafaban ansiosos. En 1861 aparecieron por toda la Isla los templos masónicos del Gran Oriente de Cuba y las Antillas (GOCA), de donde  salieron gran parte de los líderes, jefes y oficiales de la futura República en Armas.

2. Orígenes (1868-1898)

Desde los momentos iniciales de la revolución de 1868, las medidas de Céspedes llenaron de suspicacia a los patriotas de otras regiones. El temor a sustituir la dictadura hispana por la criolla rondó tempranamente los campamentos mambises.    

En 1869, la Asamblea de Guáimaro logró concertar la unidad mediante un equilibrio de poderes entre militaristas y civilistas. No obstante, las contradicciones cívico-militares del campo revolucionario fueron in crescendo y darían al traste con el esfuerzo de una década de guerra.

Durante la Tregua Fecunda no cesaron los intentos independentistas. En 1884, Gómez y Maceo lanzan el Plan de San Pedro Sula. Aún en los preparativos, chocan con Martí al intentar limitarlo a un mero colaborador civil de su proyecto castrense. Ante tal actitud postulaba Martí:

¿Ni a qué echar abajo la tiranía ajena, para poner en su lugar, con todos los prestigios del triunfo, la propia? […]. Ni cómo contribuir yo a una tentativa de alardes despóticos, siquiera sea con un glorioso fin; tras del cual nos quedarían males de que serían responsables los que los vieron, y los encubrieron, y, con su protesta y alejamiento al menos, no trataron de hacerlos imposibles.

Para él, la mayor amenaza al logro de la república dentro del campo revolucionario radicaba en el empoderamiento desmedido de los jefes militares desde la propia guerra, embrión de futuras dictaduras castrenses. El periódico Patria, la democracia interna del PRC y la que llevaría al futuro gobierno de la República se concibieron para impedirlo.

El episodio más significativo de la pugna entre el despotismo militar tradicional y el nuevo civilismo martiano fue su divergencia con Maceo respecto a la conducción de la guerra. Para el Titán, era preciso ganarla con métodos militares y la conducción del alto mando. Tras la victoria, se constituiría la república con su vida democrática plenamente garantizada.

En Maceo eran determinantes sus experiencias de la Guerra Grande, cuando las artimañas civilistas entorpecieran acciones del ejército. En Martí pesaba mucho más la experiencia de camarillas militares entronizadas en las repúblicas latinoamericanas, que tan bien conoció.

Muerto el Apóstol, se consumó un sutil pero eficaz golpe de estado a la democracia partidista: la eliminación del carácter electivo del Delegado, cargo que sería ocupado por Tomás Estrada, nombrado por el Consejo de Gobierno su Delegado Plenipotenciario en el Exterior.

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3. Maduración (1902-1958)

La Primera República (1902-1933) estuvo sometida al monopolio político del mambisado: hegemonía política de los caudillos provenientes de la Guerra de Independencia y sus clientelas cívico-militares, en los partidos Liberal y Conservador. Machadato, Revolución del Treinta y aplastamiento del Gobierno de los Cien Días, consolidaron el axioma de que «Se puede hacer una revolución con el Ejército, o sin el Ejército, pero no contra el Ejército».

Fulgencio Batista, nuevo amo del Ejército desde 1933, estableció un modelo bonapartista  permeado de pretorianismo (1), primero como hombre fuerte y luego como presidente (1940-1944). Los doce años de la Segunda República (1940-1952), aunque marcados por la violencia política terrorista-gansteril, preservaron el funcionamiento del sistema democrático-representativo de la Constitución del 40 y trajeron consigo un desarrollo de la sociedad civil.

Durante toda la República, los gobiernos con predominio militar (Gómez, Menocal, Machado, Laredo, Batista), mostraron rasgos comunes: alianzas con las burocracias estatal y partidistas; solución de conflictos mediante la fuerza; grandes constructores a cargo del presupuesto; fomento de vicios, juegos y producción de drogas para exportar; incremento de la deuda externa; nexos especiales con empresas extranjeras; empleo de mano de obra semiesclava de soldados y presos; y predilección por el turismo de playa y juegos.

Frente a ello, la sociedad civil disponía de cuatro instrumentos de lucha refrendados en las constituciones de 1901 y 1940: elecciones multipartidistas; libertad de expresión e imprenta (prensa libre); manifestaciones públicas y derecho a la huelga.

La práctica permanente de esos derechos dotó al país de una rica y activa sociedad civil y una cultura política que tenía al ideal de la república martiana como horizonte. De ahí que los dos gobiernos tiránicos (Machado y Batista) terminaran derrocados por revoluciones populares.

4. Auge del bonapartismo socialista (1959-2016)

La comprensión científica de la versión antillana del Socialismo Real suele hacer abstracción del militarismo bonapartista que la ha recorrido. Su esencia radica en una concepción militarista radical de la sociedad a partir de concebir la Revolución en el Poder como una república dictatorial, dirigida por un grupo de poder militar (GPM): la Generación Histórica, presentada como única forma de liderazgo capaz de dirigir exitosamente el conflicto con los EE.UU.

En función de esta concepción, los elementos del modelo de socialismo de Estado y otras influencias externas fueron reconfigurados en función de los intereses del GPM. La fusión de la tradición militarista criolla con el culto a la personalidad de matriz estalinista, propició la acumulación de poderes en el GPM y su líder carismático.

La instauración de la dictadura militar se inició el mismo 1ro. de enero de 1959, cuando el recién proclamado presidente Manuel Urrutia delegó en Fidel sus atribuciones como Comandante en Jefe (CJ) de las FFAA, reconociéndolo como un imperatore militari, garante de la unidad de la Revolución. Hacia 1961 se había consumado la implantación de un Gobierno Revolucionario Provisional (GRP), dirigido por un todopoderoso Consejo de Ministros, dotado de facultades omnímodas legislativo/ejecutivas por los Fundamentos Constitucionales de 1959.

El GRP devino sujeto principal de la Revolución y portador único de su mensaje. El pueblo debería seguirlo (incorporarse) con lealtad y agradecimiento. El concepto Revolución en el Poder actuó como apócope metamorfoseado de GPM en el Poder.

La unificación de las fuerzas revolucionarias significó no solo el sometimiento del Directorio Revolucionario 13 de Marzo y del Partido Socialista popular al liderazgo del Movimiento 26 de Julio y su Ejército Rebelde, sino una metamorfosis ideológica comunista-bolchevique impregnada de una mística militarista. La tesis de que «El Partido no hizo la Revolución, sino esta al Partido», significa en realidad que el GPM reconstruyó el PCC a su imagen y semejanza.

En el plano simbólico se asimilaron como fetiches revolucionarios el uniforme verde olivo, el ascetismo guerrillero, el traspaso de modos de actuación castrense al mundo civil, y la generalización de un discurso de guerra radical que establecía la dicotomía Revolución-Contrarrevolución como «Patria o Muerte».

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Desfile por el Día Internacional de los Trabajadores en la Plaza de la Revolución José Martí, La Habana, 1ro de mayo de 1962. (Foto: Osvaldo Salas / Fidel Soldado de las Ideas)

El estado permanente de amenaza de guerra con los Estados Unidos fue idóneo para la coyunda al pensamiento libre. La identificación entre caudillismo militarista/liderazgo carismático/autoritarismo/voluntarismo, prosperó en un contexto de pensamiento único, censura total y extensión del miedo entre opositores, disidentes y críticos, tratados todos como enemigos del pueblo y su Revolución, disidentes, confundidos, traidores y mercenarios del Imperio.

Con el pretexto de modelar al hombre nuevo se desplegó un adoctrinamiento político-ideológico sin precedentes, que movilizó al sistema nacional de educación, medios masivos y organizaciones de masas en la asimilación del mensaje del GPM plasmado en la palabra del CJ y de un pequeño grupo de dirigentes.

En el plano cultural, esta uniformidad condujo a dos fenómenos nefastos: el establecimiento de un sistema de control informativo propio de tiempo de guerra (apologético, sobrevaluador de las debilidades del enemigo y ocultador de las propias) y el enaltecer la lealtad sumisa (confiabilidad) sobre las expresiones de talento creador, crítico y exigente (enjuiciados como autosuficiencia o egoísmo burgués).

La marcha del pueblo era concebida y dirigida como un gran ejército en campaña, con una estructura piramidal y relaciones de ordeno y mando: Líder (CJ), Dirigentes (EEMM), Cuadros (oficiales) y Ciudadanos (soldados). De estos últimos se esperaba que fueran incondicionales y obedientes hasta la inmolación.

La agudización del conflicto con EE.UU., a partir de su agresividad permanente,   se volvió contenido principal del discurso en un país que vivía en perenne movilización militar. Al unísono, la lucha armada se postulaba como método idóneo para librar a los pueblos subdesarrollados del imperialismo, lo que tomó forma en la exportación de la revolución a partir de la teoría del foco guerrillero.

El frenesí militarista se extendía a la economía. Los sistemas de financiamiento presupuestario (Che) y de registro económico (Fidel), hallaron sus fundamentos, no en un idealismo comunista, sino en la economía militar de ordeno y mando, trabajo forzado y desprecio a las relaciones monetario-mercantiles.

No menos importante fue la militarización de la sociedad civil bajo pretexto de introducir formas revolucionarias de participación social. Grandes grupos poblacionales fueron organizados en estructuras castrenses (movilizaciones, frentes, campañas, batallas, brigadas, contingentes, misiones, tareas), dirigidas a cumplir sin objeciones las iniciativas de los jefes.

Los principales atributos del modelo militarista adoptado fueron:

  • FFAA y MININT como cuarto poder, por encima del Gobierno/Partido/Estado.
  • Prioridad de la «preparación para la defensa», por encima de las necesidades de la sociedad civil y la economía nacional.
  • Actitud militarista hacia los sectores civiles, en particular los jóvenes, concebidos como masa disponible para cumplir tareas asignadas por la máxima dirección.
  • Existencia de fondos de reserva centralizados y secretos a disposición del jefe, que escapan a la fiscalización estatal.
  • Consolidación de una mitología y ritualidad que hace hincapié en la heroicidad guerrera como arquetipo de actitud revolucionaria y patriótica.  
  • Militarización del arte, entendido como «arma de la Revolución».
  • Subordinación de las ciencias, en particular las socio-humanísticas, a los puntos de vista del GPM.
  • Preservación del secreto, compartimentación y tergiversación de los flujos de información, desde y hacia la Isla.

A partir del Proceso de Institucionalización (1974-1985) se extendieron nuevas formas de civismo socialista (congresos del PCC, Poder Popular, Cálculo Económico, Constitución de 1976) propias de los Estados totalitarios de matriz soviética. Aunque limitadas y parciales, representaron un repliegue de las posturas militaristas hacia la preparación masiva para la defensa y las misiones internacionalistas (1975-1991).

En la práctica, la hegemonía del GPM salió incólume de la institucionalización, solo que metamorfoseada en altos poderes civiles. Su  continuidad en las nuevas estructuras del Partido/Estado fue tal que el antiguo núcleo dirigente del GRP lo fue también del Buró Político y del Consejo de Estado. Mientras, la ANPP —máxima institución republicana— quedó solo para aprobar lo que le presentara el Ejecutivo,  sin exigir cuenta de sus tareas y funciones.

Sin embargo, el Proceso de Rectificación de errores y tendencias negativas (1985-1990) representó un nuevo reforzamiento de los componentes militaristas, con la reestructuración de las FFAA y la creación de la Unión de Industria Militar. El Período Especial (1990) obligó a abrir una nueva etapa descentralizadora para estimular el desarrollo de las fuerzas productivas; pero el gobierno de Chávez en Venezuela (1999), creó una interrelación y alianza entre los grupos de poder militar de ambos países que provocó una nueva oleada centralizadora.

Militarismo

(Foto: Sitio Fidel Soldado de las ideas)

Por su significado para el conflicto militarismo-civilismo, 1995 marcó un hito, al ser promovida a importantes cargos, una generación de jóvenes dirigentes nucleados por Fidel en su Grupo de Apoyo. Los encabezaba Carlos Lage, quien actuaría como primer ministro de facto por catorce años. Al unísono, se organizaba el Grupo de Administración Empresarial S.A. (GAESA), dirigido por el brigadier Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, yerno de Raúl Castro, que controlaría grandes empresas en diferentes sectores.

En 2006, las contradicciones entre ambos grupos de poder se resolvieron abruptamente con la separación de sus cargos de los dirigentes civiles —acusados de «actitud indigna hacia Fidel» y «ambiciones de poder»— y el ascenso de militares a puestos claves. A partir de entonces, GAESA inició un acelerado proceso de expansión mediante la asimilación, por decreto, de sus competidores (Cubalse, ETECSA, Habaguanex…) y el acaparamiento de los principales sectores ligados a la obtención de divisas (remesas/turismo/comercio exterior e interior).

5. Crisis: Pretorianismo oligopólico vs civilismo popular (2011-actualidad)

La ausencia del liderazgo carismático de Fidel debido a su enfermedad y fallecimiento (2006-2017), la crisis de credibilidad de las instituciones civiles estatales, la renuencia a promover una verdadera economía mixta y perder los monopolios estatales, el fracaso de la reanudación de relaciones con los EE.UU. (que pareció despegar entre 2014-2017) y el colapso de producciones tradicionales por la prioridad otorgada a los negocios de GAESA, han determinado el camino errático del proceso de Actualización del modelo económico y social (2011).  

Tales factores, unidos al arreciamiento del bloqueo durante la era Trump, contribuyen a acentuar la crisis estructural del modelo de gobernanza estatizado/burocrático/militarista y a la disgregación de unidad en torno al liderazgo del Gobierno/Partido/Estado. El fracaso de las limitadas reformas, extensión del sector no estatal, aparición de un ecosistema digital crítico y formas de resistencia cívica en sectores artísticos y juveniles; provocan un incremento de la participación activa de nuevos actores de la sociedad civil, que sale de su modorra de décadas y da muestras diversas de sus ansias de cambio.

Como respuesta, el viejo modelo de bonapartismo socialista ha entrado en un período de tránsito hacia un pretorianismo socialista cada vez más represivo, al servicio del sector del GPM que hoy hegemoniza el país, nucleado en torno al holding GAESA, en detrimento de los intereses genuinos del pueblo y la nación cubana.

Como antes en la historia, solo el crecimiento de la actividad política de la sociedad civil independiente y la formación cívica del pueblo, abrirán camino a la superación de los excesos militaristas y al consiguiente empoderamiento ciudadano que exige el futuro nacional. 

***

(1) Bonapartismo: gobiernos autoritarios, casi siempre de origen militar, que aplican políticas populistas y muchas veces son respaldados por la mayoría en las urnas. Pretorianismo: modelo social donde las fuerzas armadas son utilizadas en funciones de represión interna, sin relación alguna con acciones de guerra en defensa del territorio nacional.

25 mayo 2022 13 comentarios 1.620 vistas
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Necrotendencia

Necrotendencia y despoblamiento en Cuba (2021-2022)

por Mario Valdés Navia 19 mayo 2022
escrito por Mario Valdés Navia

En agosto de 2021 dediqué un post al análisis de las variaciones de la Tasa Bruta de Mortalidad (TBM) —cantidad de fallecidos por cada mil habitantes en un año—, o necrotendencia. Allí demostré que, tras descender de 8,83 en 1960 hasta menos de 7 en 1990, esta «comenzó a subir y se estabilizó entre 7,0-7,3 en una larga fase de meseta que persistió casi dos décadas. Esto cambiaría en 2008 (7,7), cuando nuevamente empezó a ascender».  En 2015 la TBM, con 8,9, sobrepasaba ya la de 1960 y persistió en un crecimiento sostenido hasta llegar a 10 en el año 2020.  

Teniendo en cuenta que según la Organización Nacional de Estadística e Información (ONEI), el resultado del 2020 no fue debido a la pandemia, ya que la cifra de muertes por enfermedades de las vías respiratorias se había contraído  respecto al 2019, apunté entonces en el referido artículo: «es de presumir que este 2021 llegue a ser muy superior por la elevada cantidad de muertes asociadas a la covid-19 y la incidencia perjudicial de las afectaciones al sistema de Salud en el tratamiento de otras enfermedades».

Sin embargo, los resultados que arrojan las estadísticas de salud recién publicadas por la ONEI superan cualquier expectativa nefasta: fallecieron 55 204 cubanos y cubanas por encima de los del año anterior. Analicemos estas cifras en su relación con la problemática del despoblamiento insular y el contexto actual del país.

-I-

De acuerdo con los Indicadores demográficos de Cuba y sus territorios 2021, en ese año ocurrieron 167 645 muertes, que al compararse con las 112 441 acaecidas en 2020, significaron 15 fallecidos por cada mil habitantes, es decir, un salto del 50% en la TBM. Esta cifra es muy superior al 9,3 del año precedente y a la tendencia histórica, ascendente desde 2008. Falta poco para que sea duplicada la TBM del año 1960 (8,8), cuando se iniciaba la etapa socialista de la Revolución.

Aunque en este informe parcial no aparecen las causas de muerte, es evidente que el incremento de fallecidos supera en 6,7 veces la cifra de 8 177, declarada oficialmente como muertes totales por Covid-19 en 2021. Hallo que existen dos factores fundamentales que pueden incidir en esta incongruencia: no declarar como víctimas de la Covid-19 a muchos de los fallecidos por ella, y el incremento notable de otras causas de muerte; aunque a la vista del ciudadano común no parezca que esto haya ocurrido de manera notoria.

Si bien en Cuba no se habla de él, es importante tener en cuenta que a nivel internacional se presenta lo que la OMS ha denominado Exceso de mortalidad por la Covid-19. A partir de la diferencia en el número global de fallecidos entre enero de 2020 y diciembre de 2021, y el que se esperaba en ausencia de la pandemia, la OMS estimó unos 15 millones de muertes relacionadas con la covid-19 por razones directas e indirectas. Esto representa el triple de los informados oficialmente en los países encuestados; siendo India, Rusia, Indonesia y EE.UU. los de mayor mortandad.

Según el estimado de la OMS, seis de cada diez víctimas de la Covid a nivel mundial no fueron informadas como tales en los balances oficiales. La diferencia se imputa a las llamadas causas indirectas, aquellas afecciones que no pudieron ser tratadas debidamente ante la congestión de los sistemas de salud por la pandemia. Países como México utilizan una metodología similar a la OMS para acercar las estadísticas oficiales a la realidad.

¿Es esta la causa principal del crecimiento galopante de la necrotendencia en Cuba en el 2021? ¿Será tenida en cuenta la categoría Razones indirectas del exceso de mortalidad por la Covid-19 en las estadísticas cubanas? A falta de datos oficiales de la ONEI sobre las causas de muerte en 2021, no creo correcto especular ahora con posibles respuestas. La salida del Anuario Estadístico de Salud 2022 traerá las estadísticas oficiales; mientras, analicemos otros datos interesantes de los indicadores recién publicados, más allá de la necrotendencia.

Necrotendencia

(Foto: Reuters)

-II-

Llama la atención que la TBM es mayor en las provincias de alto nivel de desarrollo relativo en el país, pero donde la población está más envejecida: Villaclara (18,3), Cienfuegos (17), Ciego de Ávila (16,7) y La Habana (16). Mientras, en las provincias orientales y la Isla de la Juventud se mantienen entre diez y quince.

Esto se debe también a la combinación de dos factores adversos que reducen la variable población total. El primero es la disminución de la natalidad debido al crecimiento de la edad media y mediana a niveles muy altos: 41,2 y 42,3 y, peor aún, su elevación por encima de la media en las mujeres a 42,2 y 44 respectivamente, edades en que aumentan los factores de riesgo para un embarazo.

El otro factor es la decisión de muchas parejas jóvenes de no tener hijos, o no tenerlos en Cuba. En 2021, nacieron vivos 93 093 bebés; estos fueron 5 945 menos que el año anterior. Así, los que no nacen no aparecerán nunca en el cálculo de la mortalidad, pero deben ser tenidos en cuenta como aquellos que jamás llegaron a engrosar la cantidad de población que debimos tener en condiciones de paz, y que no tuvimos por un conjunto de razones socioeconómicas y políticas.

En el contexto actual, responder la pregunta de si nacerán más o menos cubanos en el año 2022 se torna agónico. Si no se superan, o al menos se atenúan, las causas principales que llevan a las parejas a evitar reproducirse (crisis económica, ingresos insuficientes, falta de vivienda propia, alto costo de la canastilla y manutención del bebé, falta de posibilidades para la realización personal a través del trabajo honesto, derechos civiles y políticos conculcados, desconfianza en el Gobierno/Partido/Estado) es muy difícil que logremos elevar la cantidad de nacimientos.

A las razones que explican el incremento de la TBM, se suma el incremento de la Tasa de Mortalidad Infantil (TMI) en 2021 a 7,6 por mil nacidos vivos, la más alta de los últimos veinte años y un 55% mayor que la de 2020. El MINSAP expresó que detrás de este aumento se encuentra el «complejo panorama epidemiológico» que vivió la Isla. Su ministro reconoció que, pese al esfuerzo del personal de salud durante la pandemia, los resultados estaban por debajo de los esperados.

Necrotendencia

(Foto: Alexandre Meneghini / Reuters)

En medio de tantos factores adversos, los estadísticos calculan para Cuba una población de 11 113 215 habitantes al cierre de 2021. Esto representa 68 380 personas menos (−6.1%) respecto a la cifra del 31/12/2020, que era de 11 181 595. Es lógico valorar como muy optimista este cálculo si se tienen en cuenta que, según datos del US Customs and border Protection, solo entre mayo de 2021 y el mismo mes del 2022 arribaron a EE.UU. 102, 142 cubanos (42,142 el año anterior y 60 000 en lo que va de este).

¿Y los que se largaron al resto del mundo, en qué estadística cuentan? Es preciso que la ONEI incluya los datos de emigración externa como una variable indispensable en sus estadísticas y estudios; de lo contrario, investigadores y público en general estaremos haciendo análisis incompletos y sesgados.

¿Qué pasará con la población cubana en 2022? Si ya la pandemia no está en su clímax, pero ahora los EE.UU. abren las puertas a la emigración legal (20 000 del 2022 y 100 000 de los cinco años anteriores), de no introducirse reformas en el actual entorno desfavorable del país en lo económico, social y político, sería ilusorio considerar como una posibilidad real el compensar de manera natural la población que podría perderse en el resto del año por el flujo migratorio que se avecina.

Es preciso que el Gobierno tome medidas concretas y eficaces para incentivar a las parejas jóvenes a tener hijos, ayudándolas a paliar sus necesidades materiales perentorias; pero, además: ¿por qué no ir más allá de autorizar la repatriación de cubanos emigrados y sus inversiones en Cuba, y se les brindan a estos igualmente condiciones preferenciales, más amplias que las concedidas a los inversores extranjeros, similar a lo que hicieron China y Vietnam con gran éxito?

Por otra parte, ¿acaso Cuba ha renunciado definitivamente a estimular la inmigración de trabajadores extranjeros y sus familias, reconocida universalmente como vía expedita para aumentar la población en países envejecidos y en vías de despoblamiento?  Fuimos un ajiaco de pueblos de cuatro continentes, hoy somos un organismo humano envejecido y necesitado también de sangre fresca y gente emprendedora de otras latitudes. Sean o no de origen cubano.

La salida de la situación crítica que reflejan las estadísticas demográficas parciales del 2021 y las esperadas para 2022, pasa por el debate nacional, libre y abierto, del ¿Quo vadis Cuba? La Isla se va despoblando aceleradamente, no solo por el crecimiento de la necrotendencia, sino por la falta de expectativa de futuro en el país, lo cual conduce a la salida de muchos de sus hijos, en particular los jóvenes, para trabajar, vivir y procrear en otros lugares del mundo.

Estos temas pueden plantearse desde la demografía, sociología o economía, pero su solución es política. Mejor emprenderla cuando aún quedamos suficientes cubanos y cubanas dispuestos a levantar el país; pero cuidado con el tiempo: cada año somos menos y más envejecidos.  

19 mayo 2022 15 comentarios 1.526 vistas
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Extremismo

La agonía del extremismo económico estatal

por Mario Valdés Navia 22 abril 2022
escrito por Mario Valdés Navia

Cuando los bolcheviques tomaron el poder en Rusia en 1917, su objetivo no era la estatización inmediata de una economía que solo en los grandes núcleos urbanos mostraba algunas empresas con alto nivel de concentración capitalista. Fue la política coyuntural del Comunismo de Guerra (1918-1921), implantada a consecuencia de la guerra civil y la invasión extranjera, la que condujo al dogma de la absoluta centralización económica. Después, ya todo fue aplicar la «experiencia victoriosa de la Unión Soviética» en cualquier lugar del mundo donde los comunistas conquistaron el gobierno.

Tras la aparición del campo socialista se llegaron a establecer supuestas regularidades de la construcción del socialismo (1957), encabezadas por el establecimiento de la propiedad social socialista sobre los medios fundamentales de producción. En la práctica, se trataba de la imposición plena del dominio estatal sobre la inmensa mayoría de los medios de producción.

¿Es similar el caso cubano a lo acontecido en las economías socialistas europeas y la URSS? ¿Qué consecuencias trajo para la Isla estatizar al extremo la vida económica? ¿Cuál es el estado actual de la gestión económica estatal centralizada y su tendencia manifiesta?

Extremismo

-I-

La revolución democrática que en 1959 derrocó a la tiranía de Batista, inició el tránsito al socialismo con la adopción de medidas favorables a las mayorías que tenían un carácter redistributivo, o de ampliación de la pequeña y mediana propiedad a cuenta de los grandes propietarios nacionales y extranjeros.

Entre las primeras estuvieron: confiscación en beneficio público de bienes malversados, reducción de las tarifas eléctrica y telefónica, planes de becas, incremento de presupuestos e inversiones en salud y educación. Entre las segundas: leyes de reforma urbana y agraria, acordes con la Constitución del 40. Nada que ver aún con la nacionalización socialista al estilo soviético.

La afectación a los monopolios estadounidenses y los oligarcas cubanos originó los primeros choques con los Estados Unidos, que fueron in crescendo en la medida en que se incrementaba el apoyo del Norte a acciones terroristas y alzamientos contra la reforma agraria. El inicio de ese conflicto, en plena Guerra Fría, abrió las puertas a la alianza y colaboración geopolítica con la otra antagonista: la URSS.

Los acontecimientos se precipitaron y la inicial «revolución democrática y socialista» se radicalizó, al punto de tornarse más papista que el Papa. Apenas un lustro después, a partir del nivel de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas en el capitalismo republicano, Fidel planteaba la posibilidad de pasar directamente al comunismo a través del entusiasmo productivo y el desarrollo de la conciencia de las masas populares.

Para ello sería preciso establecer el dominio absoluto de la propiedad estatal y poner toda la mano de obra a su disposición, con o sin retribución, lo cual exigía  liquidar abruptamente las demás formas de propiedad mediante diversas vías. Una de ellas fue la Ofensiva Revolucionaria en 1968, que estatizó 57.600 pequeñas propiedades en la ciudad y el campo; pero incluía también la estatización forzosa de fincas privadas, una ley contra la Vagancia (1965) y la creación de asentamientos semiurbanos de campesinos enajenados de sus tierras. De esa forma, Cuba sobrepasaría al resto de los países socialistas, incluyendo a la URSS, en la extensión de la propiedad bajo control del Estado.

A partir de entonces, el Gobierno/Partido/Estado pudo emplear todas las potencialidades del país en realizar cuanto experimento se le ocurría, muchos de ellos descabellados. La guinda del pastel fue la Zafra de los Diez Millones (1969-1970). En función de ese designio colosal se tensaron todas las fuerzas durante dos años. Su fracaso daría al traste con el proyecto de un socialismo/comunismo cubano independiente de la URSS.

Extremismo

En consecuencia, desde 1971 se estableció en la Isla una versión extremista del modelo soviético de socialismo de Estado. Este se presentó como monopolio único —patrono, comerciante y empleador— en manos de un grupo burocrático-militar que hegemoniza la economía, la sociedad y la política mediante una planificación verticalista centralizada y con el empleo de todos los aparatos de control, físico y simbólico, de que dispone.

-II-

Medio siglo después, los resultados catastróficos de la estatización extrema saltan a la vista. Más allá de las consecuencias perniciosas del bloqueo estadounidense y los efectos de la situación pandémica, la economía insular sufre una crisis estructural y de gestión debido a sucesivas decisiones erróneas en política económica. Muchas de ellas no tienen que ver con el modelo tradicional del socialismo de Estado soviético, sino con medidas ineficaces aplicadas en las últimas dos décadas.

Desde 1994, en plena crisis del Período Especial, se adoptaron medidas descentralizadoras que incluían una elevada autonomía empresarial, autorización del uso del USD en el mercado interno, fomento de la inversión extranjera asociada al Estado y promoción del trabajo por cuenta propia (TCP). Sin embargo, no se fue más allá en pos de conservar —o retornar en cuanto se pudiera— el tradicional modelo socialista estatizado, ya desaparecido en Europa y que aquí hacía aguas desde mediados de los años ochenta.

Tras el establecimiento de la Venezuela bolivariana y la creación del ALBA, con la propensión del gobierno de Chávez a canalizar petrodólares hacia Cuba, la mayoría de aquellas medidas flexibilizadoras fueron eliminadas y sustituidas por la centralización absoluta de los ingresos en divisas y su utilización desde una cuenta única del Estado.

Poco duró esta nueva gallina de los huevos de oro. La crisis mundial de 2008, la enfermedad y muerte de Chávez y los problemas socio-económicos y políticos de la era Maduro, frustraron la aspiración de convertir a Cuba en un exportador de derivados del petróleo e impidieron seguir disfrutando de los ingresos millonarios provenientes de las Misiones Sociales de profesionales cubanos en Venezuela.  La crisis del progresismo latinoamericano y la sustitución por gobiernos derechistas, acabaron por hundir los ingresos devenidos mediante convenios gubernamentales.

Extremismo

Con la propensión del gobierno de Chávez a canalizar petrodólares hacia Cuba, la mayoría de las medidas flexibilizadoras fueron eliminadas. (Foto: Radio Ángulo)

El incremento de fondos públicos durante la referida bonanza, lejos de canalizarse hacia una fuerte inversión en sectores productivos internos (agro, industria, minería, transporte, infraestructura, ciencia y tecnología), se dilapidó en los proyectos ilusorios, inconexos y voluntaristas de la denominada Batalla de Ideas.

La quimera de una economía de servicios llegó a tal punto que se desmontaron sectores claves de la economía y se vendieron como chatarra, entre ellos la agroindustria azucarera —uno de los pilares de la identidad nacional—, y las flotas mercante y de pesca. Al unísono, dejó de respetarse la paridad CUC/USD y se fomentó la voluntad importadora mediante una falsa tasa de convertibilidad de 1×1, que arruinaba a los productores nacionales y beneficiaba a las empresas monopólicas de comercio exterior.

Las reformas iniciadas por Raúl Castro en 2008 disminuyeron los gastos sociales del Estado en beneficio de la inversión inmobiliaria para GAESA, y el subsidio a irrentables empresas estatales y sus sacrosantas burocracias. Al unísono, ampliaron con reticencias y vaivenes el sector no estatal, pero siempre preservando asideros con empresas estatales que garanticen la subordinación de los nuevos actores mediante el plan nacional y contratos obligatorios. 

No es en el discurso oficial, sino en la competencia con los demás sectores económicos —privado, cooperativo, inversión extranjera y mixta—, donde el sistema empresarial estatal tiene que demostrar que es «la forma de gestión dominante en la economía». La broma pesada, y divisa del super-monopolio ETECSA: «¡Gracias por elegirnos!», ha de ceder paso a un mercado de bienes y servicios libre y competitivo, en el que cada sector despliegue su potencial en las áreas donde sea idóneo.

Después del trienio terrible 2019-2021, con su espiral descendente de  Coyuntura/Pandemia/Ordenamiento, las opciones de salida a la agonía del modelo estatizado-burocrático parecen confiarse a milagros futuros: crecimiento de la producción sin inversión, nuevos gobiernos izquierdistas en Latinoamérica con la bolsa abierta, o un cambio de actitud de Biden que nos regrese a la época de Obama.

Las conocidas reformas liberalizadoras, que se recomiendan desde hace décadas por investigadores y productores, se sustituyen sistemáticamente por nuevas formas de control de GAESA, devenida especie de senescal del Gobierno/Partido/Estado para atender todo lo relacionado con los ingresos en divisas; mientras, el resto de la economía y la sociedad yacen en la inopia.

Lástima que en esta agonía los que menos sufran sean precisamente los que durante años se hicieron pasar por los que saben. Ahora, cuando la renta nacional —fuente principal de su enriquecimiento ilícito—, disminuye a niveles mínimos, también sus familiares y acólitos invierten en el sector no estatal y/o abandonan el país. Pero no para fomentar emprendimientos internos, o buscarse la vida en otros lugares y ayudar a los viejos que dejaron atrás, sino para abrir negocios familiares trasnacionales donde lavar sus fondos mal habidos y garantizar la continuidad de su buen vivir, dentro y fuera del país.

A decir verdad, cosas como las que sufre Cuba actualmente no pueden achacarse a influencias de Lenin, Stalin o Breznhev. La falsa utopía insular de la estatización absoluta para llegar más rápido al comunismo, está terminando en la estafa de la reconversión de propiedades públicas y fondos enajenados al erario público en negocios de familias de la burocracia y sus prestanombres.

Aún existen posibilidades en Cuba para un diálogo nacional inclusivo que impulse las reformas necesarias a fin de encauzar sus destinos de manera próspera y sostenible. Los intereses mezquinos, que lucran con las dificultades y carencias del momento actual, no pueden ser más fuertes que la voluntad general del pueblo. No serán los oligarcas y demagogos los que prevalezcan cuando obreros, campesinos, intelectuales, estudiantes, artistas, militares, empresarios, empleados y TCP alcen su voz y decidan hacer cumplir sus más caros derechos y aspiraciones. 

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