La Joven Cuba
opinión política cubana
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto
Autor

Marcos Paz Sablón

Marcos Paz Sablón

Fotógrafo y escritor. Estudiante de cine y televisión

Peor generación

La Peor Generación ya es

por Marcos Paz Sablón 30 noviembre 2022
escrito por Marcos Paz Sablón

Hace algunas semanas tuvimos una escaramuza pública relacionada con la censura de un panel literario titulado La Peor Generación, en esencia, una antología de jóvenes autores cubanos aún inédita, curada por Alejandro Mainegra, coordinador de La Tertulia. Se programó inicialmente en La Madriguera, sede habanera de la Asociación Hermanos Saiz,  y luego en otros dos espacios de donde fue finalmente cancelado por evidentes motivos políticos.

A la sazón, Austin Llerandi Pérez, pedagogo/narrador, ganador de concursos provinciales, publicado en una antología española, Premio Farraluque de la Galería Fayad Jamís, hizo pública una crítica titulada LA PEOR GENERACION NO EXISTE (sic). La misma, una de esas piezas de decoración made in Casa de Cultura™ que conviene leer de vez en cuando para estar molesto con algo, ha sido ya (demasiado) respondida.

Lo que me interesa entonces es provocar una reflexión sobre cómo se legitima la literatura, cómo se mueve una obra y qué le confiere relevancia; así como de las múltiples operaciones de blanqueamiento, tachadura y cesión que se solapan dentro de los circuitos de legitimación de lo que pudiera  denominarse: cultura nacional.

Lo más relevante en el texto de Llerandi es su señalamiento de la invalidez de la mencionada Generación por: primero, no estar legitimada a nivel académico; segundo, no contener una obra rastreable (en tanto objeto-libro de ficción); tercero, no poseer una identidad cultural sincrónica, más allá de ciertas coincidencias políticas, que Llerandi insiste en identificar como territorio al margen de lo literario.

Razonemos. Una generación literaria es, básicamente, una operación de legitimación, en tanto un grupo de gente que se identifica, en torno a una coincidencia grupal ideo-estética, política, social. En la teoría literaria se aplica el concepto generación partiendo de lo autonominativo, o desde el promotor que está luchando por su pedazo de capital simbólico. El grupito con el cartel de: Somos este grupito, o el Rodríguez Feo de turno que susurra: Ustedes son en realidad un grupito que quema los pastos.

Tengamos esta discusión, si quieren: todas las generaciones literarias relevantes en Cuba han sido auto-nominadas, y se han esforzado por generar  climas culturales y críticos que las acompañen, tanto estética como  socialmente. Entonces, signar la no existencia de una categoría públicamente reclamada, al menos en lo literario, requiere un rastreo extensivo de quiénes son la gente del cartel y qué se supone que están diciendo.

El campo literario, como todo espacio microlocalizado dentro de lo cultural, se inserta dentro de una serie de circuitos de legitimación e instrucción que operan como mesa de bacarat, en la que se van apostando capitales culturales y simbólicos de cierta forma, acorde a cierto consenso hegemónico previo. O a las formas de minarlo.

Para que un objeto cultural se mueva deben existir, como mínimo, un espacio donde venderlo, la concepción de que puede funcionar como mercancía, una persona a la cual le interese venderlo o promoverlo, un comprador interesado (sea por motivos estéticos, curiosidad intelectual o por las razones por las que Bordieu decía que la alta burguesía aprendía a tocar el piano),  y un crítico, con un medio donde opinar, que decida prestarle atención, o  ignorarlo.

El creador del objeto, además, debe tener la habilidad para su producción (escribir, en este caso), una noción mínima de que el rol de autor es social y estéticamente válido, una plataforma desde la cual publicar y un espacio público a través del cual legitimarse como tal.

Todo lo anterior describe un sistema de circuitos. O una finca. En Cuba, por ejemplo, existe el sistema hegemónico de cultura estatal, disfuncional en grado sumo. Tenemos un sistema paralelo de promoción y anclado en la negación del referido sistema hegemónico, que va de Rialta a Guantanamera. Además, cohabitan una serie de microsistemas que engloban medios de promoción (La Jeringa, Vórtice, La Tertulia), talleres literarios (el Centro Onelio Jorge Cardoso) y un sistema de concursos,  igualmente disfuncional.

No es la Institución Arte, sino las Instituciones, permeadas además por otra serie de figuras: el sistema nacional de educación, las políticas institucionales, el clima político y económico del país. Aquí, por supuesto, hay intereses, rencillas, decisiones ideológicas y morales: Iván de la Nuez o Antonio Enrique González Rojas no van a validar lo mismo que La Jiribilla.

Dichos circuitos conforman un sistema literario, que según la definición de Antonio Cornejo Polar, es un conjunto de autonomías múltiples que instaura un discurso canónico único, el cual blanquea y gentrifica las formas culturales correspondientes directamente con el tiempo hegemónico del sistema nación en el cual se inserta. Podemos advertir en él, alteridades, formas canónicas de subversión. Aquí caemos en la apuesta de La Peor Generación, que atenta contra el actual ser de dicho sistema literario en Cuba.

Lugares ficticios, decía, con consecuencias reales, tangibles, en sus luchas. Después de todo, nominar es hacer que exista. Cuando un sistema de categorización se introduce dentro de un espacio público, permea hacia abajo.  Hablamos de procesos invisibilizados en su momento —como el Quinquenio Gris—, de forma mucho más clara que hace treinta años.

La escritura no funciona solo desde lo notarial. Abarca tanto los procesos de restauración de la alteridad negra dentro del canon nacional de Alberto Abreu Arcia, hasta los activismos literarios que han provocado la reintegración de las mujeres como sujetos activos y masivos dentro del corpus, de Yadira Álvarez Betancourt a Maielis González y Legna Rodríguez.

En lo que quiera que sea la cultura, su estratificación responde a un fenómeno clasista,  correspondiente a lógicas estéticas ancladas en luchas por capitales culturales. El propio sistema nacional de concursos literarios, tanto por el carácter no autónomo que presenta como por la fina red de compromisos y mini-mafias que un entramado cultural genera a lo largo de sesenta y tres años, privilegia unas formas por sobre otras.

Discutir taxonomías arbitrarias sin haberse tomado el trabajo de rastrear  las obras, es un gesto tan artificial como el de la historiografía renacentista en decirle Imperio Bizantino a lo que en su tiempo era «esos- griegos-en-púrpura-en-medio-de-la-nada». Desde su nacimiento, el sistema literario nacional ha sido impulsado por una serie de autores con interés explícito en legitimarse. A esto, Antonio Benítez Rojo lo llamaba «la Conspiración del Texto».

Peor generación

Antonio Bení­tez Rojo

Fue siempre a contrapelo de los circuitos críticos preexistentes. Fijarse, vaya, en la disputa entre la primera Academia Cubana de Literatura y la Real Sociedad. La desfragmentada academia cubana no va a estar nunca a tiempo con el aquí, ahora, en esa esquina y con una cazuela. 

Toda curaduría es arbitraria. La valoración de un objeto cultural por un agente interesado en que se lo  juzgue, puede objetarse en tanto el objeto en sí —si te has leído a Ray Viero y te parece la calamidad más grande de nuestra literatura desde Abel Prieto, por ejemplo, te va a pesar que se lo valore— pero no desde su intención de validar algo.

 Ocurre lo mismo con los intentos de implementar un canon. Que Alejandro Mainegra, como curador, haga una selección de autores, puede discutirse desde muchos ángulos —criterio de selección, panoramas filtrados, agrupación de  géneros diversos en la misma obra—, pero no como acto de aupar un grupo, o sea un clima. Que decida inaugurar el mito fundacional de una comunidad —palabras de Miguel Alejandro Hayes—, significa solo eso: tendremos una comunidad nueva, que ya tendrá que echarla.

Cabe explorar la posibilidad que enuncia Llerandi Pérez de la no existencia de una obra en el caso de los autores recogidos. Mas me temo que dicha posibilidad no da para mucho. No me considero un lector actualizado, pero del line-up inicial de La Peor… solo desconocía a Jairo Arostegui. Manuel de la Cruz posee textos narrativos estremecedores; Ricardo Acostarana publica ficción con cierta regularidad. 

Ray Viero tenía una columna fija en Hypermedia, donde igualmente publican Llópiz-Casal y Ulises Padrón Suárez; Hamed Toledo dirigía una revista cultural; Katherine Bisquet  es autora de un poemario ya publicado y Adriana Fonte Preciado tiene otro en camino. Mauricio Mendoza, Lizbeth Moya y Darcy Bo son viejos en periodismo. Mel Herrera está en una liga aparte. A Alexander Hall puede leérsele en este propio medio.

El concepto de la novela como pináculo de lo literario murió en los setenta. El surgimiento de la no ficción como corriente legitimada está lo suficientemente asentado como para que no sea discutible. Carlos Manuel Álvarez, sin tener una buena novela, se volvió la figura narrativa más notoria dentro del periodismo nacional. La ficción de Martin Caparrós es horrible, pero sigue siendo, a nivel continental, uno de los narradores más importantes de los últimos treinta años.

Legitimar una obra exclusivamente si se encuentra en los predios de una revista tradicional de narrativa es, a estas alturas, el gesto más reaccionario imaginable (para colmo, con una antología que aún no existe). Semejante miseria teórica se contrapone directamente a lo que La Peor propone: gestos hacia la posibilidad de cosas reales.

30 noviembre 2022 4 comentarios 1,3K vistas
3 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
sensei

La muerte del Sensei y su lengua

por Consejo Editorial 19 julio 2020
escrito por Consejo Editorial

La muerte del Sensei y su lengua. El 18 de julio de 2020, tras andarse muriendo de un cáncer de páncreas que lo sorprendió en diciembre, John Lewis, congresista, se fue de este mundo en la tierra del Señor de los Estados Unidos. Murió a los 80 años, siendo uno de los grandes pioneros en la lucha por los derechos civiles y el último organizador con vida de la histórica marcha donde Martin Luther King dio su discurso “Yo tengo un sueño”.

Como para trazar una recta, murió también Lucio Urtubia, el Robin de Locksley español, anarquista de los rampantes con cinco órdenes internacionales de búsqueda y un historial de falsificaciones subversivas para financiar a grupos guerrilleros- la más grande de ellas, por 20 millones de dólares al Citibank– que da mucha envidia.

Casi por coincidencia (¿tremenda?), el mismo día, a las cinco de la mañana, a Daniel Alejandro Muñoz Borrego, ingresado en el hospital Calixto García de La Habana– “El Dany” de “Yomil y el Dany”– le dio, al parecer, un paro cardiaco, lo reanimaron, le dio otro y el Sensei se quedó del lado equivocado a sus 31 años.

Ha muerto, pues, un reguetonero-t-rapero. O un artista. Que tenía, dispersas, una marca de ropa -Sensei-, premios Lucas y Cubadisco, varios discos de género urbano, cien pares de zapatos (dicen), una familia, una hija, un futuro cuarto pintado de rosa para la hija, una nominación a los Billboard, una afición al básquet y una nota póstuma, escueta, donde el Ministerio de Cultura y el Instituto Cubano de la Música ofrecen, en un ejercicio supremo de validación encontrada, “sus condolencias a familiares, amigos y seguidores del artista”.

Además, posts de condolencia de Los Van Van, Carlos Manuel Álvarez, Silvio Rodríguez, Beatriz Batista, Gente de Zona, Jesus Jank Curbelo, Havana D Primera, Diván y el presidente de la República, compañero Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez. (Como si fuera solo decir: “Eso soy, eso valgo”. El capital simbólico medido en reacciones de “Me entristece”)

Al poco rato rompió el misterio: de repente no se sabía de qué había muerto, ni el por qué no había velado la familia el cadáver. La nota oficial habla de una afección cardiovascular aguda, mas medios de prensa privados se refirieron a un paro cardiaco, a un paro respiratorio causado por una trombosis, hasta a un posible error médico.

La nota oficial, además, refiere que “Por decisión familiar, su cadáver no será velado y su inhumación será mediante ceremonia familiar y privada”, pero las acusaciones de foul play rodaron de inmediato, pasando desde que había muerto de COVID-19 y ergo el entierro express hasta el decir que había sido un asesinato del régimen castrista.

Como si la Seguridad del Estado, tan ocupada siempre, tuviera ahora en su top ten de prioridades, justo entre “Desacreditar desde perfiles falsos a Mónica Baró comparándola con Yoani Sánchez” y “aplaudir que el exilio de Miami (en esos momentos de anti-lucidez provocados por el macabro entrechocar de huesos de su propia extinción) nos haga el trabajo sucio con Harold Cárdenas”, el “Matar a El Dany porque no le dedicó “Doping” a los CDR”.

Alex Otaola, influencer cubano, publicó una foto terrible donde se ve al Sensei Dany acostado en una cama de hospital, con la melanina ida, un respirador de su nariz a una supuesta bomba de oxígeno, saludando a la cámara del celular sin poder sonreír, haciendo el gesto tenue de la V de Victoria con la mano izquierda.

Corolaba Otaola su post con un “Sigan creyendo que están seguro(s) en el sistema médico cubano. ¡Mañana Puede ser cualquiera!”. Más allá de lo brutal rojo de la publicación de Míster Turbante y la “inaudita ortografía” de sus seguidores, vale constatar que la muerte del Dany ha generado muy pocas indiferencias.

Pues bien, ha muerto un reguetonero-t-rapero. Uno de la farándula. Un burgués, quizás. Cubano, encima negro, nacido en Cayo Hueso. Padre de familia.

Y parece que vamos a tener que hablar de reguetón.

El Dany era defensor de un estilo de música, empecemos por ahí, que tiende a la repetición- que no puede escapar de la repetición, o la hace obvia. En sus repeticiones, el Sensei no lograba nunca el culmen estético que ahora parecen exigirle sus detractores.

No era necesario, en tanto la función del reguetón-trap no es lograr picos de belleza, o no ha de entenderse así en tanto el arte, como satisfacción de un signo esteta, no puede medirse según el ángulo solitario de, por poner un ejemplo, los que le metemos a Howlin Wolf o escuchamos a la Trovuntivitis mientras escribimos para La Joven Cuba. ¿Cómo negar que el que lloró al enterarse de la muerte del Sensei alcanzara su propio orgasmo estético escuchando “Si mañana amanece”?. 

¿Por qué Silvio Rodríguez, que representa la mitad sonora del patrimonio-mito artístico de Cuba, escribió un post lamentando la muerte del Dany, incluso cuando no le concediera el título de “artista”? ¿Se droga, el Silvio? ¿Tanto guitarreo le ha mermado el pulso? ¿Debiera de ver más La Pupila Asombrada?

Si el problema pasa por calificar al Sensei de artista, pues habría que apuntar que dicho epíteto se lo ha concedido no solo Otaola, ni Alexander Abreu, sino el Ministerio de Cultura y el Instituto Cubano de la Música mismos. Si hay un problema, no pasa por el legendario Buen Gusto del legendario Pueblo, sino por las políticas culturales- y las mañas ideológicas adyacentes- que ha trazado la gubernatura partidista nacional.

Cuando el reguetón pasó a ocupar el lugar privilegiado permitido en el imaginario nacional que primero ocupara la salsa y luego se disputara el rap -del cual el género urbano que defendía el Dany, sobre todo en sus variantes de trapton y reparto, es legatario directo en tanto intento de las formas de una crónica social- no fue por mera casuística. El pretender ahora ofenderse porque se llore al Dany, habla más de la carencia de valores democráticos de ciertas “elites” depauperadas y sus aspirantes, que de un sentir del tiempo nacional, un rasgar de vestiduras ante la desgracia de que Oh La gente ya no escucha a Santi Feliú.

El hecho es obvio, y jode: El Dany conseguía dialogar con la juventud cubana, con la marginalidad cubana, con la clase baja cubana -en tonos de sinceridad casi absolutos– los cien pares de zapatos, el tener una visa como logro extraordinario, la realidad del “quien paga manda”-presentándoles un modelo de futuro posible que, amén de su empaquetamiento madeAfuera, sigue representando hoy una alternativa- supuestamente no ideológica- a la realidad física de la Isla, que sigue teniendo más que ver con la construcción-y-contracción mítica del castrismo y su imaginario opuesto, que con cualquier utopía de izquierda- en otras palabras, tiempos más de post-comunismo que de continuidad. 

También hay, en todo esto, una presunción bastarda que resulta incómoda alumbrar: el creer al reguetón como fenómeno de ovejas idiotas con tal mal gusto, las mismas que creen que de verdad el castrismo existe/es defendible: la élite izquierda-cabra, que cita sin saberlo a Sir Terry Pratchett cuando escribiera que “las ovejas son estúpidas, y tienen que ser empujadas. Pero las cabras son inteligentes, y necesitan ser guiadas.”

Por otra parte, está la exigencia de que un artista- sea lo que sea semejante ser raro- tenga, además de una lengua estética, otra política. Otra vez toca señalar lo evidente de que el Sensei no era precisamente un Aldeano, aun cuando bebiera de sus mieles. Era nada más y nada menos que un reguetonero-t-rapero, y esa elección ha de medirse hasta donde pueda alcanzar.

En la exigencia del “muéstrame tu lengua política” terminamos creando un signo mitológico: el del reguetonero-como-redentor- como si el Choco, digamos, tuviera ahora que elegir entre salvar la Patria o sacar “Bajanda 3” o leerse a Carlos Manuel Álvarez cuando dice que “la única lengua con la que el artista puede hablar tanto en vida como después de muerto, y la única lengua que debería importarle, es la lengua estética, y ya la reinvención de esa dicción específica, ya la conciencia de que hay que intentar la variación incesante del idioma de la belleza, aunque ese intento le conduzca al fracaso, convierte al artista en un actor muy político que no ha abandonado el tablero de la Historia.”

Digamos que sospecho que el arte (¿contemporáneo?), más allá del ángulo estético, pasa por cómo se lo trague el emisor. El que Yomil y el Dany puedan representar para su público la satisfacción de exigencias artísticas o espirituales apunta que, en estos tiempos de post-algo, el arte se vuelve otra vez un reflejo especular de las audiencias, trastocada en lo que represente como producto cultural que pueda, en la medida de lo posible, dialogar con las hambres del público. 

El signo de un artista del reguetón-trap: su dimensión estética no pasa por lo que cantan (que es tan solo un producto tan pop) sino por lo que hacen después: cómo representan un ideal del éxito, cómo hacen activismo social, cómo se mueven en el presente, cómo en-tre–tie-nen. El mismo caso de Bad Bunny, la importancia más allá del punto mp3- porque su música compactada le permitió montar una revuelta en Puerto Rico-y eso no lo hará Raúl Torres, vaya.

En ese sentido, que para Yomil y el Dany se manejen los códigos del arte como clasificación premonitoria representa lo mismo que decir a Carlos Manuel Alvarez escritor peso pesado de novelas: una apuesta al futuro más allá de lo estético) 

El 18 de julio de 2020, en Cayo Hueso, se reunió una multitud de gente que, con las luces de sus teléfonos y una maqueta a escala, se pusieron a cantar bajo la noche. Después o antes llovió. Alguien en Facebook pedía, tan solo, una lluvia, “una lluvia fula para El Dany”.

“Gente queriendo ser yo y yo escapando de mí”,  escribió en una de sus últimas publicaciones en redes sociales- lo que nos legan los pedazos virtuales. El Sensei tenía una marca de ropa, y sintaxis.

19 julio 2020 31 comentarios 768 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
sitio

Por algún sitio

por Consejo Editorial 16 mayo 2020
escrito por Consejo Editorial

Se los vinieron a llevar en  cuatro guaguas azules. Estaban concentrados ya, en el punto dispuesto. Por la mañana una comisión de médicos y epidemiólogos pasó por sus casas, los notificó. Eran tantos.

A la hora dispuesta -a eso de las ocho y pico, cree recordar Alina- las guaguas azules comenzaron a llevárselos a una casa de visitas climatizada en la costa. Horas más tarde, autoridades del Ministerio del Interior y del Consejo de Defensa Provincial de la ciudad de Matanzas colocaron barreras físicas en las dos entradas del reparto.

Al levantarse, Alina Bárbara López Hernández se levantó en un país otro.

***

El día después de su cumpleaños, Rocío Salima Vilela se tomó un Alka-Seltzer para bajar el estómago a su sitio. La oración anterior es mentira. Despiertas con un dolor de barriga tremendo y dices: Alka-Seltzer. No hay. Abuelo te prepara medio vaso de agua, jugo de limón y bicarbonato.

Rocío come poco y restringido. Tiene una dieta y una rutina muy activa. Hace demasiado ejercicio, deportes. Cada vez que se celebra algo su estómago sufre. Rocío se impone una alimentación, dice, consciente. Teniendo claro qué es lo que come, qué propiedades tiene, qué le hace a su cuerpo. Se abstiene y se siente limpia. (Aunque, a veces, ansiosa. Dejar de comer carne tiene algún parecido con dejar de fumar)

¿Ya dije que Rocío es rara?

Y yo me pregunto: ¿de que te sirve tanta ejercitación aleatoria del cuerpo, tanto crossfit y Taekwondo y areobios y coreografía de reguetón si comer un poco de carne de puerco por el aniversario de tu llegada te desarregla los jugos intestinales? Medio vaso, de un trago. Leve sabor a truenos contenidos en la boca.

Ya es una niña grande, la Rocío. Dieciocho años brillantes como un penique nuevo en la cuneta. Cumplidos, por supuesto, en tiempos de pandemia. En encierro. En Cuba.

***

El jueves 2 de abril el Consejo de Defensa Provincial de La Habana aprobó “la estrategia para el incremento de las medidas de aislamiento social del Consejo Popular El Carmelo, Vedado, Plaza de la Revolución”. El cierre del acceso al consejo popular -informó Cubadebate- se definió para el viernes 3 de abril a partir de las ocho de la noche.

El presidente del Consejo, Luis Antonio Torres Iríbar, dijo que solo podrían salir del Carmelo algunos residentes que resultaran imprescindibles fuera del consejo, previa extensión de un salvoconducto y del sometimiento a una prueba de detección de la COVID-19. Dijo, además, que “ningún ómnibus podrá pasar por la zona, que tendrá de cuatro a seis entradas y salidas”, y que “ se garantizará el aseguramiento de los recursos necesarios para la población residente en la zona de aislamiento”.

Alex Fleites es poeta, curador de arte, editor, crítico, guionista, periodista…y residente del Carmelo. A este cubano nacido en Venezuela el 7 de mayo de 1954 le envié un cuestionario el 7 de abril para, en la medida de lo posible, dilucidar qué estaba pasando en el Carmelo. Aquí les va, con las preguntas acortadas:

“— ¿Cómo se enteró de la noticia de que el Carmelo sería puesto en aislamiento?

—Por el noticiero de la noche. El jueves 2 dieron el anuncio.

— Las medidas anunciadas, ¿se correspondieron con la realidad?

—No. Desde el inicio hubo gran presencia de agentes del orden en las calles, pero a las personas no se les impedía transitar libremente. La policía intentaba poner orden en las colas para alimentos, e indicaba que se usara nasobuco. Una patrulla con parlante daba instrucciones para mantener el aislamiento social y observar las medidas de higiene.

—¿Alguna autoridad competente los avisó de las medidas?

—¿Te refieres a venir a las casa y explicar? No, nadie.

—Se nos ha dicho que una patrulla de la Policía Nacional Revolucionaria, y cito, “Pasa diciendo que por favor se queden en las casas”. ¿Es esto cierto?

—Sí, es cierto. Pasan aleatoriamente. Lleva el mismo mensaje que ya sabemos –y que no todos observamos: distancia entre personas, cero actividad social, desinfección constante… No viene a las casas. Es un carro con parlante.

—Se nos ha dicho, y cito, que “Yo no he visto policía aquí más allá de los que organizaron la cola del pollo.” ¿Es esto cierto?

Ha habido mucha presencia policial, de varios cuerpos y fuerzas. Los he visto cuidando cercas perimetrales que no se han activado, también deambulan. Llaman la atención a los ociosos que se encuentran en la calle, los que no usan nasobucos, los que beben en la vía pública. Su presencia es disuasoria, hasta el momento.”

***

 (Marcharemos juntos en esta historia, como en la Marcha sobre La Habana, ¿recuerdas? El Caballo iba adelante, conduciendo a los otros, como mi tío Carlos, por ejemplo. Ahora nosotros también tendremos nuestra marchita, menos importante, y que no aparece en los libros de historia. ¿De acuerdo?)

***

A propuesta del Consejo de Defensa Provincial (CDP)- y con la aprobación de la máxima dirección del país- el viernes 10 de abril se declaró la cuarentena restrictiva para 13 edificios del Reparto Armando Mestre, en la ciudad de Matanzas. El vicepresidente del CDP, Mario Sabines Lorenzo, explicó a la prensa que la medida “responde al propósito de mantener la salud de los habitantes de la zona ante la detección de 6 casos positivos al Covid-19 en días anteriores”.

Son once edificios aislados y dos biplantas, me aclara Alina. De ellos los vecinos no pueden salir. 308 núcleos familiares -3 mil personas. Por mensajeros les llevan los mandados, la comida, el gas, medicamentos. El CDP prevé la distribución y el abastecimiento por pasos de escaleras o mediante sogas a los apartamentos superiores.

Hablamos por teléfono. Alina B. López Hernández tiene la voz plácida, como un cangrejo en la arena. El Reparto Armando Mestre (El Naranjal), si bien no queda alejado de la ciudad, resulta fácil de aislar, dado que solo tiene dos entradas principales. Una, por la Avenida Martín Díhigo; la otra, por la Calzada del Naranjal. En ellas, dispuestas, barreras físicas. Militares haciendo su trabajo y pidiendo carnets tanto al que sale como al que entra. Si en tu carnet no dice que vivas en la zona, no entras.

El gobierno dispuso una carpa-cafetería en el reparto, donde se vende congrí, carne, cajitas de veinticinco pesos. Como en las zonas de desastre. Una opción más para los 14 mil habitantes del Reparto. Dice Alina que se había dicho de poner mensajeros a la población de riesgo, como se hizo con los aislados de los edificios. El día que hablamos por teléfono- el 10 de abril- todavía dicho sistema no funcionaba.

Hay muy poca gente en la calle, dice. Frente a su casa hay un parque infantil, vacío. Los columpios oxidándose microscópicamente. Cada cierto tiempo pasan carros con altavoces montados, proclamando las medidas de seguridad y pidiéndole a la población quedarse en casa. Ella -editora- y su esposo -investigador- no salen ya de casa si pueden evitarlo. La hija -estudiante de tercer año de medicina- se les unió el miércoles. Ahora andan quietos. Calma y tranquilidad.

***

A las doce del mediodía del 6 de abril, Rocío Salima Vilela fue con su perro pinareño a buscar el pan. Cierra la puerta de su casa y sale con Membrillo, su perro sato -blanco con manchas en la piel. Al pie de la escalera el vecino y su padre parrillean carne. El humo se difunde en volutas por el cielo de Pastorita. Los dos hombres bajan vasitos de whisky escocés Clan Campbell.

— Coge— le dicen, y le alcanzan un vaso.

— Ay, no…

— Dale, dale, que ya eres mayor de edad.

La calle está vacía. Alguna que otra persona entra a la tienda que hace camino a la panadería. Membrillo, intranquilo, ladea para todos los lados. Un anciano, asoleándose como tortuga sobre un muro, le dice a Rocío que el perro es el mejor amigo del hombre.

Rocío entra a la panadería, compra, vuelve a su casa por la calle vacía. Simplemente ayudar a los padres a cocinar (ensalada fría, puerco y demás), hacer las típicas anécdotas de cuando su hermano y ella eran pequeños.

Rocío quiere subir a la azotea. Nunca lo ha hecho, en los tres años que lleva aquí. Espera a que lleguen los amigos que puedan venirse. Subir, mirar el cielo. Tener una experiencia  rara y única de cumpleaños.

Luego, el abuelo llega con botellas de vino.

Luego llega su mejor amigo y la novia.

Luego se pone a contestar llamadas de felicitación. Habla con la tía, los primos, la abuela.

Anochece. Al final se le olvida.

***

El 4 de abril, el periódico Granma informó de la reunión del Consejo de Defensa Provincial de Ciudad de La Habana. En ella, su presidente aclaró que “ No se trata de una cuarentena, sino de incrementar las medidas de aislamiento en el consejo popular El Carmelo”. Además, precisó que los residentes en la zona no necesitarían salvoconducto, aunque si se habilitarían puntos de entrada y salida. Respecto al transporte público, se aclaró que continuaría funcionando, aunque se reforzarían las acciones para desinfectar las paradas.

“— ¿Cómo evaluaría usted la actitud general de la población del Carmelo? ¿Ha cambiado en algo, sobre todo en cuanto a percepción de riesgo, dada esta situación?

— Ha aumentado la percepción de riesgo, pero no lo suficiente.

— ¿Qué opina usted de las medidas que ha tomado el gobierno, tanto a nivel nacional como en la zona del Carmelo?

— Creo que lo están haciendo bien. Que lo pudieran hacer mejor. Todo es perfectible.

— ¿Cómo ha cambiado su rutina ahora que se encuentra en cuarentena?

— Trabajo en casa. Mi rutina se parece bastante a esta que llevo. Sólo extraño mis caminatas de la tarde por el malecón.

— ¿Ha salido usted de su casa luego de haberse decretado el aislamiento?

— He salido. No se pide permiso. Hubo, al parecer, una contraorden, dictada por la realidad objetiva. El tema de los abastecimientos precarios no calza con el total aislamiento. Se espera que todo esto cambie drásticamente.

— Una vez enterado del aislamiento, ¿Qué hizo en el margen de tiempo entre el anuncio y la puesta en efecto de la medida?

— Salir a comprar víveres. Sin éxito. Larguísimas colas.

— Estamos en tiempos de infodemia. ¿Cómo ha reaccionado la gente en el Carmelo ante las medidas?

— No puedo hablar por “la gente de El Carmelo”. Yo me informo por la TV y por Internet. Hay más información de la que puedo digerir.”

***

(Si esto fuera una obra de teatro, fuera así:

Se abre el telón.

Tres personas. Una revisa su teléfono. Otra lee el periódico. La tercera mira al público, distraída.

Cae el telón. Se abre el telón.

Tres personas, cada una con un nasobuco.

Cae el telón. Se abre el telón.

Tres personas. Una tiene el nasobuco al cuello. Otra tiene el nasobuco en la cabeza.

La tercera ya no está)

***

En el Reparto Armando Mestre había, hasta el 22 de abril- según informó el periódico Victoria de Girón en reportaje publicado ese día- 7 casos confirmados con coronavirus, 4 altas y 3 ingresados. En el Reparto hay pesquisas activas, 3 consultorios y una posta médica las 24 horas. “Si no se reportan nuevos casos terminaría el período el próximo 28 de abril”, afirmó el Victoria.

Hablé con Alina por última vez el 28 de abril. Siguen en cuarentena restrictiva, dice. Alina cuenta que todo se les complica porque están relativamente alejados de las zonas céntricas de la ciudad, donde están los comercios principales. Al no haber transporte ni abastecimientos suficientes en el reparto, hay que caminar bastante para llegar a comprar. Cuando se tiene suerte, dice.

Otros servicios, como la venta de pan, han funcionado muy bien. Por lo demás todo sigue igual. Esperando cada uno con disciplina a ver qué pasa.

***

A las doce de la noche del 6 de abril, en un apartamento en el cuarto piso edificio del Reparto Camilo Cienfuegos- Habana del Este- un hermano de quince años dice:

— Tata, felicidades.

Rocío lo mira en el mismo momento en que le llega un SMS de su novio, felicitándola.

 — Oye, hazme caso—  le dijo el hermano.

Rocio Salima Vilela, en este preciso momento -dieciocho recién cumplidos y el pelo como cerdas de cepillo- yace en su cama personal. Se apoya en la baranda que tendió a lo largo de la cama para ver mejor su computadora, se le impulsa arriba a su hermano, lo abraza. Él, que nunca tiene muestras de cariño con ella, le besa la frente. Rocío, luego, se queda dormida. Luego se despierta.

Los días de su cumpleaños Rocío siempre los pasa en casa. Dice que es el único lugar donde nada le puede ir mal. En los años pasados había un cake con velas que soplar. Este año, ningún dulcero tenía cake. El cake como símbolo.

***

“— ¿Pudiera describirme su rutina actual?

— Escribo, leo, veo películas y/o series, cocino, hago un poco de ejercicios, juego dominó con mi pareja, amo, respondo correspondencia, cuento los días.

— ¿Cómo se siente ser un poeta, narrador y editor en esta situación?

— Sigo trabajando inalterablemente. La pandemia no es un tema literario para mí. Aún no he metabolizado todo el drama que ello implica.

La escritura es un trabajo solitario. El aislamiento es el estado natural del escritor; al menos una buena parte del día.

— ¿Piensa usted que ha cambiado algo en el país con esta situación?

— Mucho. Pero no sé qué.

— Última pregunta: ¿Qué piensa Alex Fleites que pueda pasar?

— ¡Vaya pregunta! Estoy convencido de que saldremos de esta. La humanidad siempre ha rebasado las epidemias, casi siempre a un costo enorme. Unos sobrevivirán, otros no. Me gustaría quedar entre los primeros. Pero en esto no soy nada original.”

***

 (“—Ah, he allí la voz del especialista de nuestra misión —dijo el patricio—. Solamente confío… ¿qué pone en su insignia, capitán Zanahoria?

—El lema de la misión, señor. Morituri nolumus mori. Lo ha propuesto Rincewind.

—Ya me lo imagino —dijo lord Vetinari, observando con frialdad al mago—. ¿Y le importaría proporcionarnos una traducción coloquial, señor Rincewind?

—Esto… —Rincewind vaciló, pero lo cierto era que no tenía escapatoria—. Esto, en líneas generales, quiere decir: «Los que vamos a morir no queremos».”)

***

En el vídeo, Darell luce saco de lino blanco, zapatos blancos, sombrero de ala blanco a lo Daniel Plainview y gafas ahumadas, mientras gesticula entre cortinas doradas. Luego C. Tangana rompe con el coro:

“Pronto llegará

  (Ey)

 El dia en que tú me quieras”

Rocío se imagina así cada vez que escucha salsa o bolero: ropa elegante de hombre y movimientos fluidos. Ya comieron mientras veían a los Simpson, ya empezaron a vaciar las botellas de vino casero Mama Juana. Ahora van desde Bad Bunny a Tito Puente en sonidos.

 “Pronto llegará

  (Wuh)

 La noche que te tenga”

Fueron tres botella de vino casero, más dulces y ensalada fría. Optaron por ella porque era lo mas suave que tenían y a Rocío no le parecía buena idea emborracharse en casa.

Tomando, sin prisas, desde la tarde hasta la madrugada. Ligeramente borrachos y ligeramente felices.

 “Pronto llegará

 (Eso es)

 La-la vida que me espera”

La música la transporta a otra época, a la Rocío. Se imagina con ropas de otra época, con otra manera de percibirlo todo

Otra luz.

 “Pronto llegará

  Sé que pronto,pronto,

 Ya”

Un escape. Al carajo la COVID-19, la muerte y la degradación. Rocío baila.

***

El último en quedarse no podrá apagar el faro. Pienso: es tan de madrugada, y me falta un cierre. Si estas líneas dijeran algo, sería que estamos vivos, todavía. Un cierre. Que conduce a otro sitio. Delante de mí, un bowl rojo, y en él restos masticados de coditos y picadillo de soya. Comida italiana y cubana. Sonrío. Tengo los dientes manchados de salsa italiana y cubana. La libra de coditos, acá, cuesta lo mismo en la bodega que la libra de arroz por la calle: quince pesos. Un detalle, casi absurdo.

Amanece. El sol se viene, por algún sitio. Hay, ahora mismo, sesenta y nueve muertos de coronavirus en Cuba. Se escribe fácil, pero son más persona que las que hay, digamos, en un aula universitaria. (Digamos: ha muerto, quizás, la posibilidad de un país nuevo. O cincuenta y ocho personas. Que no es lo mismo. Pero casi.)

Y dos mil trescientos cuarenta y un ingresados. Que son, pienso, más héroes que los súper héroes presumiendo. Compatriotas que de repente pueden descubrir que tienen un virus en el cuerpo y se pueden morir, así, como quien va a comprar el pan.

Y más de tres millones de infectados. Más personas de las que hay en La Habana. Una ciudad de candidatos a irse. Hay algo terrible en todo esto. Números que la cabeza no puede envolver. Estadísticas.

En medio del todo: decretos censores, istmos cool, fotos prohibidas, estafas homeopáticas y un míster de turbante queriendo expulsar gente del país. Otro señor de guayabera, de ven en cuando, alude a los enjambres anexionistas. Guerra, por debajo.

La historia continua. Los odios intestinos. Quizá las semillas estén allí, en eso- diría el capitán Rudolf Wegener. Se devorarán unos a otros, y el resto quedará con vida diseminado por el mundo, aquí y allá. Un número suficiente como para edificar, confiar y hacer planes, pocos y simples.

Son tiempos de esplendor.

16 mayo 2020 3 comentarios 543 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
panico

Pánico y colas en La Lisa

por Consejo Editorial 5 abril 2020
escrito por Consejo Editorial

Esta es otra entrega de la serie #LosNuestros, pequeñas historias de cubanos que dentro y fuera de la isla viven de cerca la pandemia del #coronavirus. Hoy traemos el testimonio de María Luisa Reina Herrera , joven de 21 años que trabaja como secretaria en el municipio habanero de La Lisa.

“Mi experiencia se reduce a muchas, pero muchas colas, casi todos los días. En La Lisa el ambiente es de pánico. La gente tiene miedo que se pierdan los productos básicos, los de aseo, los alimentos. Sí, es verdad que hay menos personas en la calle. Es cierto que hay también un por ciento que se dedica a tomar, a fumar, a conversar en las esquinas… pero la mayoría de la gente lo que anda es desesperada buscando comida. En los agros, en las tiendas: las colas del pollo son infernales. La gente hace cola hasta para comprar toallitas húmedas.

Por aquí, si no tienes nasobucos, no te dejan entrar a las tiendas, hacer colas. Están multando a la gente, cerrando establecimientos de esos donde vendían ron y tabacos pa que la gente no se aglomere. En todas las colas hay policías que te mandan a tomar una cierta distancia. Ves que la cola se alarga, se alarga… se empiezan a colar, marca una persona y trae a quince más…te pasas el día entero en una cola para un producto que no puedes comprar. Te pones en riesgo tú y no resuelves tu necesidad.

Por ejemplo, cuando se dictó la cuarentena a principio de la semana pasada, hubo una crisis en la Lisa con los nasobucos. Un atelier estatal empezó a venderlos y a los dos días dijeron que los que iban a hacer eran para Salud Publica, que la gente tenía que traer sus telas. La gente empezó a traer sus telas y al otro día dijeron que no se lo iban a hacer a mas nadie.

Entonces, ¿de qué estamos hablando?

Quieres crear una consciencia de que tenemos que protegernos, ¿y tú, una atelier estatal, que básicamente no produces nada y que no me lo vas a hacer de gratis, que yo te voy a llevar la tela, así y todo no lo quieres hacer?
Desde mi hogar, nosotros lo llevamos bastante bien. Yo vivo con una anciana de 88 años a la que le he infundido el miedo. Le he dicho que el virus se hizo para personas mayores, para matar viejos. Es la única manera que encontré de que se quedara en la casa.

¿Las medidas que se han tomado en Cuba…? Bueno, hijo, si bien no son las más eficaces- si bien la cobertura mediática con el coronavirus no es la ideal- por lo menos intentan que la gente se quede en casa. No creo que de que la forma en que lo abordan desde los medios nacionales realmente haga consciencia, ni que salir a grabar el Coppelia todos los días signifique mostrar la realidad del país, como dicen en Buenos Días. Pero algo es algo.

Yo no sé cuándo se va acabar esta situación de cuarentena. Creo que debe de ser el 21 de abril, como informó el gobierno, pero mucha gente me han dicho, por ejemplo, que las guardias en los centros laborales están planificadas hasta finales de mayo, así que lo más probable es que se extienda. Ese es el miedo de la gente: que se extienda. Que empiecen a escasear los productos y se vea una crisis más allá de la que diariamente vivimos.”

5 abril 2020 20 comentarios 597 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
fin

En el segundo día del fin del mundo

por Consejo Editorial 25 marzo 2020
escrito por Consejo Editorial

Uno no debiera de escribir acabado de ver la Mesa Redonda.

Sobre todo en las circunstancias actuales. Sentarse a teclear algo luego de escuchar al Presidente del Instituto de Recursos Hidráulicos hablar como si todos nos dedicáramos a su profesión, o luego de escuchar al Gobernador de La Habana insistir sobre la importancia del rol de los consejos populares- sin decir qué se supone que hagan dichos consejos-

Luego de ver  a ministros sentados en sillas de plástico, con sus nasobucos azules, asintiendo graves ante cada dato desentrañado y expuesto con lo desmañado de quienes todavía no se acostumbran a hablarle a una nación, a rendirle cuentas a una nación. Luego de comprobar como Randy Alonso- con los ojos brillosos, insiste en ser el propagandista más voluntarioso del gobierno cubano.

Escribir después de esto es, digamos, un acto parcial.

(Apunte breve: es irónico como la Mesa Redonda, al otorgar su espacio para que las autoridades del gobierno puedan exponer las medidas  e informar al pueblo, se despoja de sus hábitos periodísticos y adopta el raro papel de férreos “asentidores”. Queda la pregunta de por qué dichas intervenciones del gobierno- por mucho que se agradezcan- no pudieran ocurrir en el simple marco de una conferencia de prensa. La diferencia entre periodismo y relaciones públicas, diría Orwell)

Recapitulemos un poco: estamos en el primer día de una cuarentena nacional. Cuba, hoy, se ha cerrado. Las fronteras, reguladas; el transporte interprovincial queda suspendido salvo casos excepcionales y los turistas que permanecen en el país se encuentran aislados en hoteles o casas de rentas. Como mínimo, esta situación durará cuatro semanas.

Lo que vas a leer ahora no es periodismo, sino un garabato mezcla de crónica, recopilación de testimonios y digresiones absurdas. Un intentar captar, digamos, las impresiones, los ambientes, la atmósfera de la Patria.

Empecemos por la siguiente idea: tengo la desagradable impresión de no estar seguro de que mi país exista.

***

Lo primero fue el verbo. Tan solo milenios después, las conversaciones por WhatsApp.

“Yo no he salido casi de casa, así que de la calle no sé mucho.

Al principio todo estaba normal. Incluso, para mí era extraño ver a alguno que otro con nasobuco. Luego era más extraño. Algunos los traían y otros no. Parecía por gusto.

O sea, ¿Qué bien está haciendo, si se tocan el nasobuco, si se lo quitan para hablar?

Lo extraño era la sensación que me daba a mí. Era como una neblina transparente (inexistente) de toxicidad.”

***

El martes 24 de marzo del 2020 Cuba cerró parcialmente sus las fronteras. Solo pueden entrar aquellos nacionales o extranjeros con residencia permanente en el país, con la condición de pasar catorce días aislados. Los que acá ya estamos nos sometemos a una pesquisa activa. Ya van tres millones. Faltan ocho.

Quedan algunos turistas, sueltos en hoteles o casas de rentas. El paquete de medidas con respecto a ellos es tan complejo como exhilarante. Fuera de vista, fuera de peligro. Barrerlos. Aislarlos. Un chasquido de dedo y el tiempo suficiente. Ya no existen.

No queda claro que pasará con los corresponsales extranjeros.

Nos hemos quedado solos en este país. Solos, nosotros, ratones.

***

“Daba mala sensación montarse en las guaguas. La gente no hablaba. Yo creo que todo el mundo estaba concentrado en llegar a su parada para bajarse.

Lo del gel en las manos: me lo echaba cada vez que me bajaba, pero sé que era por gusto.

En fin, que fueron pasando los días e intenté solo coger carros- porque podía, por supuesto.

Me monté en un carro. El chofer me dijo: Niña, no cojas guagua. Si no tienes dinero para pagar el carro le dices que te lleven de favor.”

***

Vivo a unos doscientos metros del Instituto de Medicina Natural Pedro Kourí (el IPK, según la jerga), en un reparto residencial modoso llamado de manera oficial “San Juan de Dios Fraga”. La gente le dice “Los Rusos” porque acá, en tiempos pre-perestroika, vivían, encerrados entre sí mismo, los soviéticos que trabajaban en nuestro país.

En mi barrio dicen que un español se escapó del IPK. Consiguió salirse del cordón de aislamiento, huir. Dicen que lo cogieron en el aeropuerto. En su España semejante barbarismo le hubiera costado doce años de prisión, dicen.

(El último detalle es tan preciso que incomoda)

La imagen es ridícula: un gaito desencajado, de bigote recio, la piel de langosta por el calor, infecto de coronavirus, corriendo.

Da miedo pensarlo.

Dicen también que hace tres días sucedió lo mismo. Una paciente se escapó. Llegó a la calle. La esperaba una patrulla. Los policías, dicen, cruzaban la calle cada vez que ella se les echaba arriba. Para no tocarla, dicen. Temor a infectarse.

Dicen, dicen, dicen. Histerias desembozadas.

O no. No se me ocurre manera de comprobarlo sin violar el auto-aislamiento. Dicen que todo lo anterior lo grabaron. Dicen. (Si alguien supiera algo, tenga la amabilidad de contactarme. Suena tanto a falso que pudiera ser verdad por el lado contrario)

He aquí una verdad: hace dos días un mecánico de lavadoras, vecino mío, tose sin control. Tiene fiebre.

Está en su casa.

Los parientes de un tatuador, también vecino mío, llegaron hace poco de España. Ahora no salen de su casa. Aislados. Todo cerrado. La gente en mi barrio se pregunta por qué siguen ahí si el IPK, repito, está a menos de doscientos metros.

Son las seis y diecisiete de la tarde. En medio del silencio, dos mujeres de mediana edad embutidas en licras verdes corren por la acera izquierda, bajo la sombra parca de los flamboyanes. Están demasiado cerca la una de la otra.

Están demasiado cerca la una de la otra.

***

“En mi opinión, la gente está intentando hacer vida normal, pero está asustada. Yo creo que el principal problema de este virus es que no sabemos dónde está y no sabemos casi nada de él.

Y, sin embargo, todos hablamos de él. Desde que se expandió fuera de China todos los días hablamos del virus con todas las personas que nos encontramos.

Es como una neblina tóxica que hay en el ambiente. Tú no ves que te asusta. Al principio tu decías: bueno, en Cuba todavía estoy segura, no hay casi casos, no hay transmisión…pero te asusta cuando ves los datos, las cifras, las historias de cómo está atacando el mundo.”

***

Diez de la noche. Tengo una sensación de suciedad constante. Es como si alguien me rascara por dentro de la cabeza. Segundo a segundo. Incesante. Un minero en la cabeza. No sé qué busca. Tac. Tac. Tac.

Es insoportable.

Antes de sentarme a escribir me lavé las manos, la boca. Gracias que hay agua. Vivo en uno de los municipios- La Lisa- con más personas afectadas por la falta de agua. Somos 468 mil, en toda la ciudad.

Dijo el Presidente del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos que existe un déficit de 2447 litros por segundo en el servicio- normal, diría yo, con la existencia de 2000 salideros en la red hidráulicas. Eso significa que cuando te termines este párrafo se habrá desperdiciado la suficiente agua como para llenar una pequeña piscina.

Igual, seamos higiénicos. Y buenos chamacos.

***

“En un principio se cuestionaban mucho las acciones que tomaba el gobierno, Digamos que se miraba con lupa todo lo que hacía. Por ejemplo, con el barco británico, en vez de estar orgullosos porque aceptamos ayudarlos. Cuestionaron que si los 2 millones y la colaboración gratuita. El por qué se dan partes solo en el día, si ya pasaron 12 horas. En el mundo entero se dan partes solo una vez por día.

En mi opinión, hay que ser un poco más tolerantes y dejar de criticar tanto. No somos perfectos. El mundo entero ha demostrado no ser perfecto.

Somos un país sin grandes infraestructuras, con una población que tiene una constante demanda ficticia de los productos básicos del hogar. El gobierno está tratando de controlar el problema antes de que se le vaya de las manos, porque si comienza a haber transmisión en la calle yo creo que nos morimos todos.

Y yo creo que ya hay transmisión en la calle.”

***

Madrugada. Tengo una pregunta entre los dientes.

Ayer dijeron que se contemplaba el aislamiento obligatorio. Existe ya un reforzamiento policial, pero se están contemplando medidas aún peores. Decretarnos trancados. Policías en nuestras esquinas, pidiendo pases. El ejército a la calle. En otros países ha funcionado.

En otros países hay… Mi miedo está en que se acostumbren a los policías en la calle.  Hasta hace un par de semanas el gremio de periodistas independientes hablaba de una nueva Primavera Negra. Luego de las manifestaciones- virtuales- por el caso Alcántara, parecía llegado un momento decisivo. ¿Y si aprovechan y meten a todos los independientes presos, ahora que no pueden moverse? ¿Y si se hunde la economía del país? ¿Y si se arma una protesta masiva por la carencia de productos básicos y la imposibilidad de salir a buscarlos? ¿Y si…?

¿Me estoy volviendo paranoico?

***

“A veces me pregunto: si en Europa el coronavirus está acabando de esa manera, ¿qué va a pasar con nuestros pobres países latinoamericanos?

Cubita la bella, con todas las críticas que le hacen, no se parece a nadie. Cuando las cosas se ponen difíciles-así como ahora, difíciles para todo el mundo- nosotros somos dichosos de vivir aquí.

En el televisor te dicen que todos los recursos materiales y humanos están. Yo creo que es mentira, que aunque quisieran no disponen de todos esos recursos. Sí se va a hacer lo imposible para que todo el mundo salve, a diferencia de como pasará en otros países.

Aquí hubo un cambio muy radical de las medidas del viernes a las medidas del lunes. Nos explicaron el porqué del cambio. Nadie protestó, porque eran las medidas que todos creemos correctas. Las necesarias.

Aunque la gente sigue haciendo un millón de colas. Aglomeraciones. Les tocará a ellos romperse la cabeza un poquito más para también poder limitar eso.

Yo vi que en Francia habían probado una vacuna que a los cinco días había curado a unos pacientes. Era como la liga de los medicamentos. Ojalá que aparezca antes del tiempo que se tiene pensado que deba salir, que es casi un año.

Está duro aguantar esto un año.”

***

En mis calles no corre nadie. Acá, en los Rusos, parece que se ha muerto algo sin nombre. En medio de este silencio el tiempo pierde su pálpito, no discurre. Se hace necesario soportarlo como una enfermedad, como un achaque. A partir de hoy habrá que inventar cada noche una ocupación.

No da mucho trabajo excluirse del espacio del mundo, no moverse en él. Pero es imposible excluirse del tiempo.

Amanece. Día dos.

A partir de ahora todo será más difícil.

25 marzo 2020 8 comentarios 485 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

Ayúdanos a ser sostenibles

Somos una organización sin fines de lucro que se sostiene con donaciones de entidades e individuos, no gobiernos. Apoya nuestra independencia editorial.

11 años en línea

11 años en línea

¿Quiénes Somos?

La Joven Cuba es un equipo de investigación y análisis político que trabaja por un país justo, democrático y sostenible. Con una plataforma digital y un equipo especializado en el análisis de la realidad cubana, aspiramos a ser punto de enlace entre la sociedad civil y los decisores, mediante la investigación y la generación de conocimiento sobre la aplicación de políticas públicas.

@2021 - Todos los derechos reservados. Contenido exclusivo de La Joven Cuba


Regreso al inicio
La Joven Cuba
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto
 

Cargando comentarios...