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Autor

Mabel Torres

Mabel Torres

Periodista y profesora

Vaivenes

Cascabeles y mordazas: vaivenes del sector privado en Cuba

por Mabel Torres 21 febrero 2023
escrito por Mabel Torres

La historia del sector privado cubano, luego de 1959, se resume en una espiral de cierres y aperturas graduales. Durante los últimos sesenta años, el panorama ha evolucionado de una centralización casi absoluta, a una economía de carácter mixto, que pondera la empresa estatal sobre otros tipos. Sin embargo, el sector no estatal en Cuba tiene un papel relevante, en tanto agrupa el 34 % de la fuerza de trabajo en el país y entre 10 y 12 % del PIB.

Pudiera decirse que la última década ha sido la de mayor consolidación de la actividad «por cuenta propia». Dicha afirmación es respaldada por dos elementos clave: la inclusión de la propiedad y la producción privadas en la Constitución de 2019 y la posterior aprobación de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) en agosto de 2021.

No obstante, desde su resurgir en 2011, el sector no estatal ha hecho frente a obstáculos transversales a la economía cubana: reformas seguidas de contrarreformas, excesivo burocratismo y tendencia a la centralización. También han impactado de manera negativa factores como la inflación—que el gobierno cubano situó en un 40 % para finales de 2022—, los efectos nocivos de la pandemia y las medidas coercitivas unilaterales por parte de la administración estadounidense.

A los frenos antes mencionados, se sumó la sorpresiva parada en la aprobación de mipymes, experimentada en diciembre del pasado año, y que se extendió por algunas semanas. Ante el silencio oficial, la medida despertó la polémica en redes sociales en la que intervinieron sobre todo economistas, académicos y empresarios cubanos, preocupados por el futuro del sector.

Con el propósito de disipar las dudas en torno a este episodio e interpretar el momento actual que atraviesan los emprendedores de la Isla, los economistas Tamarys Lien Bahamonde —articulista sobre temas económicos y candidata a Doctora en Políticas Públicas por la Universidad de Delaware— junto a Omar Everleny Pérez Villanueva —quien fuera profesor por más de treinta años en la Universidad de La Habana y exdirector del Centro de Estudios de la Economía Cubana (2011-2014)— responde a interrogantes acerca de las principales contradicciones de la política económica y las mipymes en Cuba.

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Omar Everleny Pérez Villanueva, fue profesor por más de treinta años en la Universidad de La Habana y exdirector del Centro de Estudios de la Economía Cubana (Foto: Mabel Torres / LJC)

Después de 1959, la privatización ha sido objeto de polémicas, desencuentros, temores, prejuicios y frenos, con períodos de tímidas aperturas, seguidas de altos inesperados. ¿Será este el ciclo sin fin de la reforma cubana?

Omar Everleny (OE): Durante los treinta años posteriores al triunfo de la Revolución, el sector privado fue visto como algo nocivo para el proceso. Uno de los primeros antecedentes de la política futura en torno a la propiedad privada se remonta a la Ofensiva Revolucionaria de 1968, con la nacionalización de todos los negocios, sin importar su tamaño.

Después de 1993 —y debido a la crisis económica derivada de la desaparición de la URSS— se aprobó el trabajo por cuenta propia bajo el prisma «del mal necesario». Cuando la situación financiera del país mejoró, las políticas de apertura experimentaron una regresión. Con la llegada del expresidente Raúl Castro al poder, la actividad económica no estatal volvió a cobrar impulso, aunque en los últimos años de su mandato hubo un período de congelación de casi dos años.

Es cierto que a finales de 2022 se vivió un momento de retroceso, a partir de una desaceleración del número de empresas aprobadas, además de eliminarse los incentivos fiscales. No obstante, aunque temo ser categórico, es muy difícil eliminar o restringir a gran escala el sector privado actualmente, porque no existe una ley que circunscriba de manera exclusiva el comercio minorista a la gestión estatal y, por otro lado, hay un hecho que condiciona sobremanera el panorama: a nivel ideológico la sociedad cubana no es la misma que la de la segunda mitad del siglo XX.

Tamarys Lien Bahamonde (TLB): Los paralelismos entre las reformas cubanas de los años noventa y las de la segunda década del siglo XXI, se sintetizan en tímidos cambios iniciales, seguidos de transformaciones más radicales (entendidas como descentralización parcial, mayor autonomía a los gobiernos locales y ampliación de la actividad privada), para finalmente poner freno a todo lo emprendido.

Esa fue la historia de los noventa, sucedió también con los Lineamientos del Partido aprobados en 2011 y algo similar pareció ocurrir recientemente, porque no hay mecanismos reales de reclamos al gobierno para hacer que se cumpla la ley. En 2017 el discurso gubernamental apuntó a que se trataba de una disposición transitoria y en la práctica demoró dos años. La historia se sintetiza en una resistencia al cambio, expresada en inconsistencia y fragmentación de la política económica. El pasado nos enseñó cuál es la tendencia, y como tal puede repetirse.

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Tamarys Lien Bahamonde es articulista sobre temas económicos y candidata a Doctora en Políticas Públicas por la Universidad de Delaware. (Foto: Cortesía de la entrevistada)

La aparición de las mipymes, como figura jurídica, era uno de los reclamos fundamentales del sector privado en Cuba. ¿Qué ventajas ha traído dicha transformación para el ejercicio de la actividad económica no estatal y qué retos en materia legal y práctica aún quedan pendientes?

TLB: El otorgamiento de personalidad jurídica a los negocios privados representa un considerable paso de avance, porque les permite operar en un marco legal más sólido.

OE: A efectos prácticos, no es lo mismo una persona natural que una persona jurídica y en términos legales dicha separación favorece la transparencia y el desarrollo de una empresa. También se incluyen posibilidades de importación de materias primas, que en el pasado era imposible, además de la ampliación del número de empleados contratados.

TLB: Para que este tipo de organizaciones empresariales funcione de manera adecuada, quedan muchísimos retos todavía. La cultura organizacional cubana es bastante inflexible. Y aunque se hable poco, tampoco puede desestimarse la responsabilidad que tienen los funcionarios de mediano y bajo nivel en la pirámide burocrática. Me refiero a aquellos directamente vinculados a la autorización de licencias y a la toma de decisiones en última instancia, que en no pocos casos, obstaculizan el desarrollo de estas actividades.

También deben considerarse los obstáculos internos y externos que enfrenta la economía nacional, como lo son la centralización del comercio exterior, las múltiples tasas de cambio vigentes y las dificultades e insuficiencias del sistema bancario, particularmente en el otorgamiento de créditos. A ello se suma la crisis financiera internacional. Todo lo anterior determina que la integración de las mipymes privadas con la empresa estatal no sea fluida ni consistente.

Mucho se ha debatido sobre el papel que deben desempeñar las mipymes en Cuba en el orden tributario. ¿Cuál es la alternativa más viable? ¿Tratamiento diferenciado? ¿La exoneración de impuestos en un período inicial?

TLB: Una microempresa no tiene las mismas necesidades y retos para su desarrollo que una mediana empresa, por lo que demanda un tratamiento diferenciado. La vía de fiscalización más recurrente suele ser la instauración de un sistema de impuestos progresivos, que no es el caso del modelo cubano per se.  Cuba, en cambio, posee características de sistema impositivo regresivo, lo que quiere decir que mientras más pequeña es la empresa, mayores dificultades enfrenta.

En estos casos, lo común es exonerar del pago de impuestos a las empresas que se pretenden estimular, para que resulte mucho más atractivo invertir en dichos rubros. A nivel nacional hay sectores que deben priorizarse, como la agricultura o determinadas industrias, pero el Estado sigue poniendo énfasis en el turismo y en los bienes inmuebles. Mi recomendación: estudiar el contexto y determinar qué se necesita estimular.

En el modelo cubano actual existe mucha ineficiencia y, aunque no tengo a mano ningún estudio al respecto, me atrevo a asegurar que la evasión de impuestos es bastante alta. Si bien este tema no es mi especialidad, yo diría que la Isla está en pañales con respecto a política fiscal.

OE: El sector privado ha demostrado en los últimos años que, pese a las limitantes que enfrenta, continúa su crecimiento. Una de las formas de incentivarlo es precisamente la exoneración de impuestos en un período inicial. En la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, existen facilidades de este tipo por cinco o diez años, pero eso no aplica a las mipymes cubanas. ¿Por qué tratar al privado nacional diferente al extranjero? La respuesta es clara: resulta necesario atraer capital foráneo, pero debería ser igual de importante hacer crecer el capital cubano.

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En la Zona Especial de Desarrollo del Mariel existen facilidades de este tipo por cinco o diez años, pero eso no aplica a las mipymes cubanas. (Foto: ZEDM)

Entre los retrocesos más recientes en materia de emprendimiento en Cuba, figura la abrupta pausa en el otorgamiento de licencias para la creación de nuevas mipymes durante el mes de diciembre. A ello se suma el anuncio de la suspensión de la exención de impuestos por el primer año de vida. ¿Qué lectura se puede hacer al respecto?

OE: Atravesamos un momento complejo, pero desde finales del pasado año se reanudó la aprobación con más de un centenar de empresas nuevas. El panorama no es el mismo que el de 2017. Ahora hablamos de pequeñas y medianas empresas privadas con personalidad jurídica.

TLB: El contexto actual difiere de las dos referencias anteriores porque existe una legislación que respalda la actividad privada, partiendo de la Constitución de 2019, si bien hay que tener en cuenta el poder discrecional de la burocracia cubana.

Recientemente, el gobierno emprendió una nueva ofensiva contra las ilegalidades y el enriquecimiento ilícito, en la que el sector privado ha sido uno de los blancos principales. ¿Existe relación entre ello y el alto sufrido en la creación de pequeñas y medianas empresas?

TLB: Las ilegalidades ocurren muchas veces ante vacíos en las normas, unido a características propias del contexto cubano actual, como la crisis económica y el desorden monetario, que responden a un mal diseño de la política económica. Ahí se encuentra el origen de este mal, que el gobierno intenta detener con ofensivas, cual parche para una herida mayor, porque no resuelven los problemas estructurales. Y así entramos en un ciclo infinito de infracciones y respuesta gubernamental.

OE: Nuevamente se enfoca la atención en las causas, en lugar de ir a la raíz del problema: la baja producción y la oferta deficiente. Por otro lado, las ilegalidades y el enriquecimiento ilícito de personas que lucran con la reventa ilegal de productos, adquiridos en tiendas estatales, no es una consecuencia de la privatización. ¿Acaso son las mipymes las causantes del desabastecimiento? ¿Por qué el gobierno no se preocupa también por los altos precios del comercio minorista estatal? ¿Dónde comienza el ciclo de corrupción si no es en los comercios del Estado?

Durante el período de normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, la empresa no estatal de la Isla vivió un momento de crecimiento. En los últimos meses, algunas medidas tomadas por la administración Biden, unidas a las declaraciones del vicecanciller Carlos Fernández de Cossío, parecen ser la antesala de un posible entendimiento, que no ha sido anunciado oficialmente. ¿Qué impacto tendría una nueva distensión entre La Habana y Washington en los emprendedores?

TLB: Cualquier distensión con Estados Unidos puede beneficiar no solo a los pequeños empresarios, sino que tendría un impacto positivo sobre la economía cubana. Hay una intención explícita de muchos empresarios norteamericanos de hacer negocios y ayudar a la micro, pequeña y mediana empresa de la Isla. También hay organizaciones sin fines de lucro que tienen interés en fomentar el desarrollo local mediante el fomento de las mipymes. Si existe una distensión, muchas de esas iniciativas, que hoy están atadas, pudieran llevarse a cabo.

OE: Todavía me mantengo cauto a la hora de ver indicios concretos de un acercamiento, pero también es cierto que Biden se encuentra en la segunda parte de su mandato y tiene más libertad una vez pasadas las elecciones de medio término. Miami, donde se concentran las voces más reacias al diálogo, pertenece a Florida, un estado ya perdido para los demócratas. Teniendo en cuenta este factor, pudiera ser posible una mayor flexibilización, que se traduciría en más turismo estadounidense y posibilidades de atraer capital foráneo.

A finales de 2022 resurgió la polémica en redes sociales sobre la creación de una organización que agrupe a los emprendedores cubanos. ¿Lo cree posible en el contexto político actual?

OE: Siempre he defendido el hecho de que las mipymes cuenten con una confederación de empresarios privados o una cámara de comercio. Ello pudiera venir de la mano de la creación de bancos destinados a la concesión de créditos y al fomento de las pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, el sistema bancario cubano está muy lejos aún de estimular al sector privado. Los créditos son muy pequeños y en moneda nacional en la mayor cantidad de los casos. Crear una institución que los represente sería muy saludable, siempre que no se subordinen a ninguna otra instancia.

TLB: Muchos países cuentan con asociaciones que reúnen a los pequeños empresarios privados y sería saludable en el contexto cubano, de la misma manera que los sindicatos deben comenzar a jugar su verdadero rol. Si los dueños de mipymes se asocian pudieran ser más fuertes como grupo, pero eso también implica que hay que crear garantías para los sindicatos. Ambas cosas deben ir en paralelo.

La discusión sobre el modelo económico cubano parece moverse siempre en la dicotomía empresa privada versus empresa estatal. ¿Por qué queda relegada la figura de las cooperativas?

OE: La forma en la que se han creado las cooperativas cubanas ha dejado margen a imprecisiones en torno a los incentivos. Muchas veces se han instituido cooperativas sin cooperativistas. La idea de este tipo de gestión es que todos colaboren mediante una junta accionista.

El ejemplo más claro de que no ha sido exitosa, podemos encontrarlo en la agricultura. Muchas de las cooperativas agropecuarias están endeudadas o incumplen con el pago a sus trabajadores. En cambio, hay otras propuestas que fueron aprobadas por el Partido, como las cooperativas de segundo grado en la agricultura, o cooperativas de comercialización, que nunca fueron implementadas.

TLB: La dicotomía existe debido a la escasa cultura económica, mientras que prevalece una visión reduccionista sobre la naturaleza de este tipo de propiedad. En el mundo operan empresas muy diversas: cooperativas, privadas, de responsabilidad social, y con actividades que sobrepasan las que ahora mismo están autorizadas en el país.

La polaridad en definitiva es la misma que la de planificación y mercado, en discusión en Cuba desde los sesenta. En el debate sobre reforma y socialismo, la actividad privada siempre se ha visto como una amenaza contrapuesta a la empresa estatal. La empresa cooperativa —como se encuentra en un punto medio entre las dos—, erróneamente queda fuera de esa discusión.

Atraer voces diversas, ampliar las fronteras del debate y conectarlo con la articulación de políticas públicas, permitiría a su vez tener una mirada más amplia de lo que se entiende por cooperativa, o incluso por organizaciones sin fines de lucro, con mucho margen transformador dentro de las economías. Sin embargo, en Cuba persiste la idea de que pueden ser un catalizador para el cambio político.

Una de las principales contradicciones de la política económica cubana recae en la idea que, desde las estructuras de gobierno, se tiene acerca de que la privatización es uno de los principales generadores de las desigualdades sociales. ¿Cuál es el camino más viable si hablamos de un país que apuesta por un modelo de desarrollo socialista?

OE: Hay contradicciones en la política económica en cuanto a la privatización. Cuando se analizan las empresas privadas creadas en Cuba y los sectores hacia los que están dirigidas, vemos que se trata de un tejido industrial necesario, enfocado en áreas como gastronomía, materiales de la construcción, diseño, servicios informáticos…

Actualmente, en las más de seis mil mipymes aprobadas, trabaja una cifra superior a las cien mil personas, un grupo que ha salido del sector más bajo de los asalariados y con mejores ingresos que quienes desempeñan esas mismas actividades en el sector estatal. También hay que ver el origen de las desigualdades, que puede responder a cuestiones geográficas, familiares o de orden socioeconómico. La razón que está detrás de la arremetida ideológica contra la privatización no es que genera desigualdades, sino miedo a ceder el poder político.

TLB: La privatización puede tener un impacto en las desigualdades, pero estas ya forman parte de la realidad cubana y son profundas. En Cuba hay pobreza y también pobreza extrema, tanto en áreas urbanas como rurales. En ese sentido, resulta imprescindible encaminar las políticas públicas hacia la redistribución de los ingresos.

Resta avanzar también en torno a los derechos laborales de los trabajadores, lo que requerirá el concurso de administradores públicos, sociólogos, economistas, urbanistas…  El primero que debe resolver la precariedad laboral es el gobierno, dentro del sector público y la empresa estatal. Y estamos hablando de un problema grave, porque las brechas sociales en Cuba son profundas y atentan contra el objetivo fundamental de un sistema socialista.

La capacidad de diseño de políticas públicas también ha sido comprometida con una doble crisis —migratoria y económica—, que ha hecho estragos en todos los sectores, pero que siempre afectará de peor manera a los más vulnerables. Ese drenaje de mano de obra calificada que ha sufrido la Isla es gravísimo para cualquier país y en el caso de Cuba estamos hablando del 2 % de la población. Tampoco puede obviarse la inflación y la caída de la capacidad de compra de la moneda nacional, consecuencias de una política monetaria fracasada.

En medio de todo ese panorama emergieron las tiendas minoristas en MLC, que establecieron una brecha entre los cubanos con acceso a divisas y los que viven de su salario en CUP, sin remesas, ni ingresos extra. La lectura no debe centrarse en ver a las mipymes como el origen de las desigualdades sociales, sino en el impacto de políticas anteriores mal diseñadas. 

¿Cuántas mipymes y nuevas cooperativas no agropecuarias hay después de un año?
🟢En un año se han aprobado en el país 5107 mipymes y 58 CNA.#EconomíaCubana #Cuba #ActoresEconómicos @MEP_CUBA @AlejandroGilF @MEP_Johana @Torralbas_95 pic.twitter.com/Bkc1FisV1K

— Ministerio de Economía y Planificación de Cuba (@MEP_CUBA) September 21, 2022

Ante un panorama tan incierto, con inflación, crisis económica, un mercado cambiario inestable, desabastecimiento, medidas coercitivas unilaterales por parte de Estados Unidos, vaticinar un futuro de los emprendimientos en Cuba a corto plazo puede resultar bastante desafiante. ¿Se atreven a enunciar algunos pronósticos?

OE: Existen factores externos que no mejorarán en 2023, como el incremento de los precios de productos básicos, la crisis del petróleo y otras consecuencias de la guerra entre Rusia y Ucrania. Internamente, la situación económica también es muy difícil. Si uno analiza el discurso televisivo o las exposiciones de los ministerios, no existen problemas, mas hay que hacer a un lado la retórica triunfalista. La inflación y el desabastecimiento se resuelven aumentando la producción. El único camino es quitar las trabas que impiden la importación del sector privado y las excesivas regulaciones en los mercados minoristas estatal y no estatal.

La competencia es muy sana porque permite la innovación. Yo soy partidario de una economía socialista de mercado. Lo otro no se ha inventado o bien pudiera leerse como lo que hemos pasado hasta ahora. La salvación será introducir más elementos de competitividad. Sé que a muchos no les gustará esta frase, pero han tenido 64 años para demostrar lo contrario.

En cuanto al panorama futuro de la actividad económica no estatal, pienso que, si bien en Cuba se han tomado decisiones en contra de la lógica, no creo que la directriz sea revertir el proceso. De hecho, quiero ser optimista y augurar que el Estado va a ir a más y abrirá el espectro hacia actividades no permitidas hasta el momento, como algunos servicios profesionales. La principal voluntad de cambio debe ser transformar mentalidades del pasado.

TLB: Con respecto al porvenir de Cuba hay muchísimas preocupaciones compartidas por economistas, sociólogos y profesionales de diferentes áreas de las ciencias sociales y técnicas. En lugar de vaticinar, prefiero que la respuesta a esta pregunta se enfoque en proponer cambios, que deben comenzar por redireccionar las inversiones hacia el sector agrícola, reconsiderar el monopolio del comercio exterior y el sistema minorista controlado por el Estado y que opera en moneda libremente convertible.

Hay temas pendientes dentro de la economía a los que debe ponerse atención de forma inmediata y que ya he mencionado: las desigualdades y la precariedad laboral. Urge ocuparse no solo de las mipymes privadas, sino ver el rol que juega la empresa estatal en el éxito del modelo económico.

21 febrero 2023 23 comentarios 1,2K vistas
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Bahía Honda

Los sucesos de Bahía Honda y la factura que nos dejan

por Mabel Torres 2 noviembre 2022
escrito por Mabel Torres

Este sábado una lancha rápida procedente de Estados Unidos se hundió al norte de Bahía Honda, Artemisa, al colisionar con una unidad de superficie de Tropas Guardafronteras, lo que provocó la muerte de siete personas, incluida una niña de dos años.

La noticia se conoció mediante un comunicado del Ministerio del Interior (Minint), el cual precisaba que luego del choque fueron enviadas otras dos embarcaciones de la guardia costera cubana para efectuar las labores de búsqueda y salvamento. Ello permitió el rescate de las veintitrés personas que viajaban en la lancha, incluidos los cuerpos de los fallecidos.

El hecho dispara una vez más las alarmas en medio de la mayor crisis migratoria cubana en su historia, cuyo catalizador definitivo fue el anuncio de libre visado en noviembre de 2021 por parte del gobierno nicaragüense, que abrió el camino a una estampida masiva por tierra rumbo a la frontera sur de Estados Unidos.

Sin embargo, menos se habla de que en igual periodo también aumentó la cifra de los que se lanzaban a navegar noventa millas a bordo de lanchas rápidas, embarcaciones improvisadas, o incluso, tablas de surf. Basta un dato para ilustrar el panorama: desde enero de 2022 hasta la fecha, la cantidad de cubanos interceptados por mar fue cinco veces superior a la de 2021.

Unido a los riesgos que implica emprender la travesía por el Atlántico, por demás, en condiciones nada óptimas, los sucesos de Bahía Honda exigen preguntarnos una vez más por qué se van los cubanos y, sobre todo, coloca en tela de juicio el proceder de las tropas guardafronteras y la discrecionalidad con que se manejan eventos como este. Pongamos el hecho en contexto.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que no es la primera vez, al menos este año, que un acontecimiento similar ocurre. El 1 de marzo también tuvo lugar una colisión entre una embarcación de las Tropas Guardafronteras y una lancha rápida que violó el espacio marítimo cubano cerca de la costa norte de Cayo Coco, Ciego de Ávila, mientras incurría en el tráfico ilegal de personas hacia Estados Unidos, de acuerdo con informes de las autoridades cubanas. El saldo final fue de un fallecido.

Si nos remontamos en el tiempo, el antecedente más recordado es el hundimiento del remolcador 13 de marzo en julio de 1994, cuando murieron cuarenta y una personas, incluidos diez niños, luego de que par de embarcaciones modelo Polargo provocaran la destrucción del remolcador.

Según el diario Granma, en 2021 las Tropas Guardafronteras cubanas capturaron veinte lanchas rápidas infractoras, vinculadas con el tráfico de personas. Asimismo, en el presente año, este cuerpo de seguridad marítima ha contribuido al rescate de 121 ciudadanos, como parte de la intercepción de siete embarcaciones. Empero, como aclaraba al inicio, las cifras indican que la opción más socorrida para los cubanos que deciden emigrar ilegalmente hacia Estados Unidos es la frontera con México. Durante el año fiscal 2022, finalizado el pasado 30 de septiembre, el número ascendió a 224 607.

No obstante, el costo de los pasajes y trayectoria (cerca de 10 mil USD por persona), unido a lo complejo y costoso de obtener un visado de tránsito en países como Panamá, la cantidad de semanas o meses de viaje, así como los riesgos de ser capturados por las autoridades de la región y regresados más tarde a Cuba, donde quizás ya hayan vendido todos sus bienes, provoca que no pocos opten por lanzarse al mar.

No es de extrañar entonces que de octubre del pasado año a septiembre de 2022, la Guardia Costera de Estados Unidos interceptara a más de 6 000 cubanos, cifra que representa la mayor cantidad en un año fiscal desde la década de 1990, cuando tuvo lugar la crisis de los balseros.

Mas, el panorama actual difiere de lo ocurrido en la última década del siglo XX. Uno de los mayores contrastes es la anulación de la política pies secos, pies mojados, promovida por la administración Bill Clinton y que permitía a los migrantes cubanos que fueran interceptados en tierra, poder acogerse a la Ley de Ajuste.

Esta política fue derogada en enero de 2017 por el presidente Barack Obama. Con la llegada de Trump a la Casa Blanca y luego de los polémicos sucesos de la embajada de Estados Unidos en Cuba, conocidos como los ataques sónicos, Washington limitó en gran medida las vías de migración legal de cubanos hacia ese país, al decretar el cierre de los servicios consulares en La Habana. Aun así, Trump dejó congelado pies secos, pies mojados.

Para entender los sucesos de Bahía Honda, huelga preguntarse: ¿cuáles son las causas que llevan a los cubanos a emigrar ilegalmente, aun corriendo el riesgo de perder su vida? La respuesta a un fenómeno tan complejo y multicausal se presume igualmente difícil. Por un lado, el discurso político cubano en torno a la crisis migratoria señala a Estados Unidos como uno de los factores determinantes.

Bahía Honda

Inmigrantes cubanos en un bote frente a Marquesa Key el miércoles 8 de junio de 2022. (Foto: U.S. Coast Guard)

En efecto, la nota del Minint dada a conocer este sábado expresaba: «Un nuevo suceso con desenlace fatal ocurre como consecuencia de la política hostil y cruel del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba que tolera y estimula las salidas ilegales desde Cuba al permitir la permanencia en su territorio de migrantes irregulares».

«Al mantener vigente la Ley de Ajuste Cubano se estimulan las salidas ilegales, lo que a su vez es aprovechado por elementos inescrupulosos radicados en ese país, que lucran sin reparar en el riesgo que representan estas actividades.  Asimismo, el bloqueo económico, comercial y financiero provoca enormes dificultades a la población y se convierte en uno de los incentivos principales que generan este tipo de acción», continuaba el comunicado.

Un análisis objetivo apunta, en primer lugar, a una verdad de Perogrullo: los cubanos emigran por la misma razón que cualquier otro ciudadano proveniente de un país subdesarrollado hacia una nación con mejores perspectivas económicas. A estas alturas continuar desconociendo dicho factor como la causa fundamental del fenómeno migratorio habla de quien, incapaz de reconocer el defecto propio, se empeña en ver la paja en el ojo ajeno.

La grave situación económica que atraviesa la Isla, donde el salario promedio es menos de veinte dólares estadounidenses, provoca que los cubanos «sobrevivan» en condiciones adversas. A ello se suman otras problemáticas como el déficit en el fondo habitacional, constantes cortes del fluido eléctrico y un prolongado desabastecimiento de productos de primera necesidad que generan estrés y desesperanza. Como dije en un texto anterior, la solución a estos problemas tomará tiempo. Y es casi una ley no escrita que una buena parte de la población se haya cansado de responder ante el llamado oficial al sacrificio.

Por último, en una enumeración simple de indicadores que inciden en la oleada migratoria reciente, no pueden ignorarse las escasas garantías para quienes ejercen la crítica o deciden protestar contra la gestión de gobierno. El panorama político y la sociedad civil cubana distan mucho de lo que fueron en la segunda mitad el siglo XX, incluso durante el Período Especial. Paulatinamente, la ciudadanía se articula, conquista espacios, apuesta por la pluralidad y el disenso y promueve alternativas ante las deficiencias de la gestión estatal. Ello genera una tensión política poco vista en la historia de Cuba después de 1959.

Otra cuestión que contradice el discurso del gobierno cubano corresponde a un hecho no reconocido por el Ministerio de Relaciones Exteriores ni ninguna otra autoridad, aunque ha sido referenciado por medios extranjeros y otros no afines al Estado. Y es que, desde octubre de 2021 hasta abril de 2022, el gobierno de la Isla no había aceptado ninguna deportación de cubanos por parte del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de EE.UU. Para ese entonces existían más de 40 000 ciudadanos pendientes de ser deportados a Cuba, tras haber recibido una orden judicial.

Las conversaciones migratorias entre ambos gobiernos ocurridas en abril tampoco arrojaron medidas concretas para frenar el éxodo, si bien en los últimos meses Biden ha dado pasos positivos como el restablecimiento del Programa de Reunificación Familiar Cubano y el regreso de personal diplomático a La Habana.

Bahía Honda

Aun cuando el incremento de balseros y la crisis migratoria, que no da señales de retroceso, reafirman una gestión ineficiente por ambas partes, lo ocurrido en Bahía Honda va incluso más allá. Habla de un accionar al menos negligente y cuestionable de los guardafronteras cubanos, quienes teniendo como prerrogativa la persecución y detención de la lancha (por tratarse de una embarcación no identificada que violaba el espacio marítimo del archipiélago), procedieron a interceptarla aunque ello causara su hundimiento, incluso a costa de la vida de quienes se encontraban a bordo.

Además de la citada nota del Minint, las autoridades no han agregado nada más a la versión inicial. Los detalles adicionales sobre lo que pudo haber sucedido el 29 de octubre han trascendido a partir del testimonio de las víctimas, como fue el caso de Diana Meizoso, madre de la niña fallecida, quien afirmó que fueron embestidos por los guardafronteras.

Como señala un texto publicado por ElToque, para analizar los hechos hay que partir de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Además, la publicación explica que el entramado jurídico cubano para regular casos como este carece de suficientes elementos que permitan eliminar o al menos minimizar las manifestaciones de discrecionalidad.

«En el caso cubano —a diferencia de otros países—, no existen o no se han publicado protocolos o reglamentos que regulen el uso de la fuerza por las autoridades con funciones de orden interior. El vacío o la desregulación funciona como un mecanismo para profundizar la impunidad, pues al no existir reglas claras de cómo deben comportarse las autoridades ante hechos de este tipo, la ciudadanía tampoco cuenta con elementos de comparación que permitan evaluar la conducta de los cuerpos represivos», precisa ElToque.

En las primeras líneas de este texto decía que más de 6 mil cubanos migrantes fueron interceptados por mar en el año fiscal 2022. Quiero retomar el dato ahora desde otra perspectiva, pues ello significa que, aproximadamente y en promedio, dieciséis compatriotas tratan de salir de Cuba cada día a bordo de cualquier artificio, cual promesa de una escapatoria.

Desde ambas orillas se politiza el fenómeno, porque sí, nadie puede dudar que tiene de trasfondo una lectura política. Mientras la retórica gubernamental en Cuba sea la de culpar al otro porque los suyos se marchan, las opciones para la reconstrucción y la reconciliación serán cada día más escasas. De momento solo pido una cosa: ojalá que a la larga factura de esta crisis no sigamos sumando muertos.

2 noviembre 2022 48 comentarios 2,6K vistas
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Ian

El desastre de Ian: una jugada cantada

por Mabel Torres & José Manuel González Rubines 3 octubre 2022
escrito por Mabel Torres & José Manuel González Rubines

Para los romanos, septiembre era el séptimo mes de su calendario y estaba bajo la protección de Vulcano, dios del fuego. Lo destructivo de ese elemento está marcado en algunos de los acontecimientos del período. Por ejemplo, el día 19 en tres años diferentes, México ha sido sacudido por sismos de gran magnitud. En Cuba, a la lista de ciclones que han impactado el país en ese mes del presente siglo, como Iván en 2004 e Irma en 2017, se suma ahora Ian. 

El cuarto huracán de la temporada, cuyo paso por la zona occidental la madrugada del 27 dejó un saldo de tres fallecidos y daños materiales cuantiosos, vino a eclipsar los resultados del referendo popular que terminó con la aprobación del nuevo Código de las Familias. Sin embargo, por estar gran parte de la atención dedicada a ese suceso legislativo, él mismo fue recibido con inusitada tibieza mediática e insuficiente preparación previa a la catástrofe .

Cinco días después de su visita, aún persisten las afectaciones al Sistema Electroenérgetico Nacional (SEN), que sufrió un colapso y dejó toda la isla a oscuras. Las labores de recuperación constituyen un desafío mayor de lo acostumbrado, pues desde hace meses el país atraviesa una crisis con el suministro de energía a los hogares y el abastecimiento de productos de primera necesidad, como alimentos, aseo y medicinas.

Pese a que se ha achacado a Ian las afectaciones al SEN, el parte de la UNE publicado en la cuenta en Twitter de la Presidencia de la República correspondiente al 23 de septiembre, mostraba una situación nada alentadora: ocho unidades de diferentes termoeléctricas fuera de servicio y la CTE Antonio Guiteras completamente apagada, lo que generaba un déficit 1063 MW.

Con un panorama desolador es fácil entender la ola de protestas iniciada el jueves 29, mayormente en La Habana y zonas cercanas. Los manifestantes han demandado, sobre todo, la restitución del servicio eléctrico, aunque en no pocos casos se escucharon gritos de «Libertad» e increpaciones por la mala gestión del Gobierno. En algunos sitios, las autoridades locales fueron al encuentro de los manifestantes para escucharlos y ofrecer explicaciones, también se dieron cortes de Internet y despliegues policiales y de militares vestidos como civiles.

Ian

Protestas en La Habana por el prolongado apagón. (Foto: CNN)

Ciclones pasados, ¿tiempos mejores?

Desde 1851, septiembre se posiciona con un récord de 637 eventos meteorológicos ocurridos en la cuenca atlántica, incluidos depresiones tropicales, tormentas y huracanes. De el período, en el área se han contabilizado sesenta y ocho huracanes de categoría tres en la escala Saffir-Simpson; cincuenta y ocho de categoría cuatro y trece de categoría cinco.

Una revisión a los resúmenes de temporada, publicados por el Instituto de Meteorología (Insmet), así como el seguimiento a reportes de prensa correspondientes al paso de los huracanes más severos que han afectado Cuba en el siglo XXI, arrojan luces sobre la estrategia gubernamental seguida antes y después de Ian, así como respecto a la atención que el Estado le otorgó a la etapa preventiva.

Puesto que preservar las vidas humanas figura como primer objetivo frente a cualquier desastre natural, el total de personas evacuadas es un buen punto de partida para el análisis. En el caso de Ian, aunque el dato no ha sido precisado, se conoce que al menos en Pinar del Río fueron resguardadas cerca de 50 000 personas.

Si bien no en todos los casos las fuentes consultadas diferencian entre cuántos ciudadanos se reubicaron fuera de sus hogares en refugios del Estado y cuántos encontraron resguardo con familiares y amigos; las cifras correspondientes a huracanes como Michelle (2001), Iván (2004), Paloma (2008) e Irma (2017) muestran una alarmante diferencia con respecto a Ian.

IanAnte la llegada de Paloma y Ike en 2008, la cantidad de evacuados superó, en el primer caso el millón de personas; en el segundo la cifra se duplicó. Tan solo con Ike, el número de refugiados representó el 23% de la población.

El trabajo de la Defensa Civil en estas décadas, unido a la disciplina ciudadana, permitieron que ni con Gustav ni con Paloma hubiera pérdida de vidas humanas; mientras que en otros casos el número de muertes se asocian, en su mayoría, a negligencias de las personas. Aun así, generalmente han estado muy por debajo que las del resto de países del área.

Quizás uno de los fenómenos a los que más recuerda Ian, sea al ciclón Gustav de 2008, que también pareció ensañarse con Isla de la Juventud y, sobre todo, con Pinar del Río, donde dejó numerosas pérdidas en los municipios de San Cristóbal, Los Palacios, Viñales, Bahía Honda, Consolación del Sur, La Palma, Minas de Matahambre y Candelaria.

El saldo de Gustav se tradujo en daños a 120 mil 509 viviendas, 314 instalaciones de salud y 370 escuelas, además de 21 mil 941 derrumbes totales. Todo ello, junto a los destrozos ocasionados a la telefonía, los servicios de electricidad y la agricultura, fueron cuantificados por el gobierno cubano en una suma de 2 097 millones de USD. En otras ocasiones, el monto de los daños se comportó como muestra el siguiente gráfico:

Ian

Daños ocasionados por huracanes de gran intensidad en Cuba en el siglo XXI

Como reflejan estos datos obtenidos a partir de los resúmenes del Insmet y medios de prensa, es posible establecer un valor promedio de 1 600 millones de USD en concepto de pérdidas provocadas por huracanes de gran intensidad durante el siglo XXI en Cuba.

Ian, un huracán desatendido

Días antes de la llegada del fenómeno, publicaciones de usuarios en redes sociales resaltaban el poco tratamiento mediático que se le había dado, en contraste con situaciones similares anteriores en que, aun siendo organismos ciclónicos de menor intensidad, se saturaban los canales de comunicación con mensajes relacionados a las acciones de prevención.

En su parte de las 5:30 a.m. del 23 de septiembre, el Insmet alertaba sobre la peligrosidad de la depresión tropical Nueve. Al día siguiente, a las 8:00 a.m., la Defensa Civil emitía su primera nota, en que decretaba la Fase Informativa para las provincias desde Pinar del Río hasta Cienfuegos. A las 5:30 a.m. del 26, en su Aviso de Ciclón Tropical #13, el Insmet anunciaba que Ian era ya un huracán y que tenía todas las condiciones para fortalecerse. Desde un inicio, el cono de probabilidades coincidió en que el fenómeno afectaría el occidente y la Isla de la Juventud.

La jugada estaba cantada, como reza la frase popular. No obstante, un análisis de las cuentas en Twitter de algunos gobiernos y autoridades demuestra que, efectivamente, Ian fue asumido con considerable frialdad.

Por ejemplo, el perfil de Presidencia Cuba, que tiene 312.7 mil seguidores, generó los días previos a la llegada del huracán —o sea 23, 24, 25 y 26 de septiembre— treinta y cinco tuits. De ellos, veintidós fueron dedicados al referendo y posterior aprobación del Código de las Familias, y solamente siete al paso del meteoro y el peligro que implicaba.

Algo similar sucede con la cuenta de Miguel Díaz-Canel, quien además de presidente de la República, lo es también del Consejo de Defensa Nacional en situaciones de desastre. Este usuario generó trece tuits para sus 700.2 mil seguidores. De ellos, nueve sobre el Código y únicamente tres sobre Ian.

Bastante más alarmante resulta en este sentido el contenido de la cuenta de Yamilé Ramos Cordero, primera secretaria del Partido Comunista en Pinar del Río, provincia con mayores afectaciones. En el período analizado, la funcionaria, con una cuenta especialmente activa, compartió más de treinta tuits sobre la legislación por aprobar y el referendo, casi todas consistentes en imágenes acompañadas de alguna consigna.

En contraste, solo ocho publicaciones están relacionadas con el huracán, mayormente caracterizadas por la vaguedad («Puntualizamos las medidas para enfrentar la tormenta tropical Ian y minimizar los daños en #PinardelRío #Cuba #CódigoSí» – 6:25p.m. del 25 de sept.) y un notable apego al consignismo («Ian se ha convertido en Huracán categoría I. Proteger las vidas humanas, palabra de orden en #PinardelRío» – 6:59 a.m. del 26 de sept.).

La cuenta del Gobierno Provincial mostró un comportamiento más a tono con la situación meteorológica, pues de dieciocho tuits, nueve fueron destinados a reportar la evolución del huracán y a cubrir las reuniones del Consejo de Defensa Provincial. Sin embargo, faltaron en este canal las orientaciones concretas a la población así como los datos de lo que el territorio estaba haciendo para prepararse.

Con una actividad mucho menor, la cuenta del Gobierno Provincial de Artemisa publicó solo siete tuits, de los cuales uno estaba relacionado al huracán. Asimismo, de los once mensajes generados por Gladys Martínez Verdecia, primera secretaria del PCC en ese territorio, solo uno fue para el ninguneado ciclón.

Preparándonos los artemiseños para enfrentar el evento metereólogico,todos como siempre atentos a los medios oficiales para evitar daños humanos.#PCC #Artemisa #Cuba pic.twitter.com/itgUoGCQMi

— Gladys Martínez Verdecia (@GladysArtemisa) September 26, 2022

Por su parte, el saldo más dispar de las cuentas analizadas en el período lo arroja la de Luis Antonio Torres Iribar, primer secretario del PCC en La Habana: de cuarenta y dos tuits generados, treinta y ocho fueron sobre el Código de las Familias y solo uno sobre Ian.

Si bien Twitter no es el único canal de comunicación que existe, ni los analizados son todos los perfiles a tener en cuenta, los resultados son reveladores, dado que reflejan una tendencia que se vio también en los medios tradicionales de difusión, como la televisión: el referendo por la aprobación del Código de las Familias acaparó la atención mientras la tormenta —literalmente en este caso y no solo como refrán popular— avanzaba hacia nosotros.

¿Qué esperar después de Ian?

En una reunión sostenida el pasado miércoles por el presidente Miguel Díaz-Canel y altos funcionarios del gobierno para evaluar el impacto del huracán, trascendieron las primeras cifras asociadas a pérdidas en la agricultura, de la cual 8 mil 583 hectáreas han sido afectadas. El número anterior se corresponde en su mayoría a siembras de plátano (5 233 ha), café (1350 ha), yuca (937 ha), tomate (112 ha) y arroz (313 ha), entre otros cultivos.

Un encuentro posterior del mandatario con presidentes de los consejos de defensa provinciales de la zona occidental reveló que 228 familias en Pinar del Río no tienen hogares a los que regresar. Además, se registraron alrededor de 36 mil viviendas afectadas entre ese territorio y Artemisa, así como 2 mil 213 derrumbes totales en la provincia más occidental.

Luego de una etapa preventiva deficiente, que distó de lo implementado en otras circunstancias, la pregunta que se impone es: ¿qué esperar después de Ian? Una parte de la respuesta podría buscarse en las experiencias de recuperación de la última década con Sandy (2012), Matthew (2016) e Irma (2017).

De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), un año después del paso de Sandy por Santiago de Cuba, la mitad de las trescientas mil viviendas dañadas habían sido reconstruidas. Asimismo, una nota publicada por el diario Granma, precisa que en abril de 2018 se había recuperado el 83.8 % de las casas afectadas por Matthew (2016) e Irma (2017). Destaca además el texto que de las 43 mil 689 viviendas que sufrieron algún impacto, 9 mil 449 quedaron listas tan solo cien días después.

También con respecto a Irma, el reporte de temporada del Insmet sostiene que: «Fueron protegidas 1 863 589 personas (…), 11 689 continuaron recibiendo apoyo estatal hasta mucho después del paso del huracán, con alimentos y otros recursos de primera necesidad, en las provincias de Ciego de Ávila, Camagüey, Villa Clara, Holguín, Sancti Spíritus, La Habana, Las Tunas, Matanzas y Guantánamo».

Ian

Instalaciones para el tabaco destrozadas por Ian. (Foto: Diario de Cuba)

Ante los males a consecuencia de Irma, el gobierno cubano asumió el 50% del precio de los materiales de la construcción que se comercializaron a las personas damnificadas, una práctica que también ha implementado en otras ocasiones y que ha anunciado repetirá con los damnificados actuales.

Sin embargo, hoy el panorama es otro. Debe tenerse en cuenta la devaluación progresiva de la moneda nacional y el consecuente aumento del valor del dólar en el mercado negro, unido a los insuficientes salarios y las carencias materiales que enfrenta la sociedad cubana. Por ejemplo, según el Anuario Estadístico de Cuba. Enero-Diciembre de 2021, publicado por la ONEI, en Pinar del Río, provincia más afectada por Ian, el salario medio mensual en entidades estatales y mixtas es de solamente 3 917 CUP (35.60 USD al cambio en CADECA y aproximadamente 19.58 USD en el mercado negro).

Que el Estado haya decidido hacerse cargo de la mitad de los gastos, no eximirá a muchas familias de un prolongado calvario mientras intenten obtener una nueva vivienda o consigan reparar la propia.

La crisis sistémica que atraviesa el país se ha visto también reflejada en lo relacionado a este evento hidrometeorológico: insuficiente preparación y capacidad limitada de respuesta gubernamental ante los problemas generados. Asimismo, es notable la opacidad informativa y las coberturas mediáticas que apelan constantemente a lo emocional como recurso para esconder la falta de datos concretos o la impericia.

Pese a saberse su recorrido y posible intensidad con antelación, el huracán afectó zonas por las que ni siquiera pasó y dejó en evidencia tanto la precariedad económica e infraestructural del país, como la volatilidad de su situación política. No obstante, todavía es muy pronto para valorar sus efectos. El panorama que dejó Ian es mucho más desalentador que el que encontró. Y lo peor es que a la temporada ciclónica todavía le quedan dos meses. Como dijo el emperador romano Julio César, «la suerte está echada».

3 octubre 2022 35 comentarios 2,9K vistas
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Pasaje de ida

Pasaje de ida

por Mabel Torres 5 septiembre 2022
escrito por Mabel Torres

En Texas abundan los negocios de comida mexicana, nicaragüense y guatemalteca, existen enormes granjas dedicadas al cultivo de cereales y algodón, y al igual que en Miami o Hialeah, puedes pedir un café en español porque cerca del cuarenta por ciento de su gente es de origen latino. El ambiente rural tejano recuerda a las películas del oeste y a las casas de campo de las familias sureñas más tradicionales, aquellas que cenan fuera los sábados y van a la iglesia los domingos.

También está el otro lado de Texas: su área metropolitana y cosmopolita, donde las personas siempre parecen tener prisa —prisa mientras caminan, prisa por el trabajo, prisa por ganar dinero. En la parte citadina, la vida nocturna se extiende hasta el almuerzo y es posible encontrar un stripper a plena luz del día invitándote a pagar la entrada a un rimbombante local pintado de negro y amarillo.

En el mes y medio que lleva en Estados Unidos, Lisette García* ha conocido ambas caras del segundo estado con mayor población de ese país: ha visitado los campos tejanos, donde residen los parientes que la acogieron hace más de cinco meses; ha subido dos rascacielos del downtown y ha contemplado Austin, la capital, desde un edificio a más de 200 metros de altura.

Al pisar territorio estadounidense el 16 de marzo de 2022, la joven cubana de 28 años se convirtió en una más de los 28 millones de personas que allí viven y una más de los casi 180 mil compatriotas suyos que han cruzado la frontera de México con Estados Unidos desde septiembre de 2021 hasta mediados de agosto de 2022, de acuerdo con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de la nación norteña.

A su salida del centro de detención migratorio de Piedras Negras, luego de permanecer recluida allí durante cuatro días y tres noches, Lisette no llevaba ninguna otra pertenencia que no fuese la ropa con que iba vestida y su celular. Por el camino había quedado la mochila con la que emprendiera el viaje desde el Aeropuerto Internacional José Martí en La Habana, cuyo interior albergaba tres licras y dos abrigos, cuatro pullovers, mascarillas, el monedero y «una corte celestial: siete estampillas para pedirle a sus santos por el camino».

Pasaje de ida

Austin (Texas)

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Las líneas siguientes corresponden al testimonio ofrecido por Lisette García* a La Joven Cuba, en el que narra su travesía desde La Habana hasta la frontera sur de los Estados Unidos. La fuente decidió mantener el anonimato para no comprometer el proceso judicial que tiene pendiente, así como proteger la seguridad de quienes actualmente realizan la misma ruta hacia territorio estadounidense. El texto fue construido con mensajes y llamadas sostenidas durante cuatro semanas.

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Cuando recibí la confirmación de que me iba de Cuba llevaba la cuenta exacta de los días que no dormía tranquila: 304, equivalente a 43 semanas y tres días, el mismo tiempo que esperaba que los contagios por Covid-19 fueran en picada, el gobierno abriera fronteras aéreas y pudiera tomar el vuelo rumbo a Managua para emprender la ruta latinoamericana hacia Estados Unidos.

Tomé la decisión de irme en diciembre de 2020, un día en que necesité comprar una pasta de dientes y no encontré en ningún lugar. Pensé en mi juventud, en los hijos que quiero tener y en la posibilidad de una vida diferente a la que llevaba en Cuba.

Para ese entonces un amigo me facilitó el contacto de un hombre que conseguía pasajes a México, Nicaragua o Surinam, donde viajaban los cubanos para comprar ropa y revender luego. Yo no sabía cómo esa persona adquiría los boletos, pero la recomendación venía de cerca y lo consideré confiable. Lo llamé y me dijo que había un pasaje para finales de enero del 2021 por Aruba Airlines.

Con la ayuda de mi hermano que vive en Estados Unidos, pagué 1000 CUC por el boleto y 30 USD por una prueba de PCR que jamás vi. Fui a casa del señor, le llevé el dinero y él me pasó el boucher de la reserva a mi teléfono. Pero al parecer no era mi momento… Volvieron a cerrar el país, cancelaron todos los vuelos y el mío quedó postergado.

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El año de espera coincidió con el reordenamiento monetario y la crisis económica más grande que he vivido, porque nací en 1995, durante el llamado Período Especial. En 2021 me tocó sentir en carne propia la imparable subida de los precios y un desabastecimiento que me recordaba que con poco más de dos mil pesos —el salario que ganaba en aquel momento como gastronómica— era imposible vivir con dignidad.

Durante ese tiempo intentaba no enfermarme, seguí trabajando, seguí sobreviviendo… Tenía mucho miedo de perder el pasaje y la oportunidad de irme. Viví el pico pandémico del verano y el 11 de julio. Mientras pasaban los meses, más segura estaba de irme de Cuba.  

En esos meses aprendí que hay grupos de Whatsapp donde la gente compra los pasajes. Existe una red de negocios dedicados a mover a los cubanos que desean viajar por Latinoamérica hacia Estados Unidos. Los dueños de estos «emprendimientos» se hacen llamar «gestores».

Tuve suerte que la aerolínea por la que volé no hizo ningún «teje y maneje» con mi boleto. Muchas personas que conocí en este trayecto fueron estafados o les cancelaron la fecha de vuelo el mismo día de su salida.

En ese período logré sentirme acompañada porque tenía dos amigos que también emprenderían camino desde Nicaragua, uno de ellos con pasaje para el mismo día que yo, aunque por otra aerolínea y con escala en países diferentes. La otra persona volaría al día siguiente, así que pactamos esperarnos en Nicaragua.

Pasaje de ida

Aeropuerto de Managua. (Foto: Houston Castillo/ VOA)

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Mi vuelo salía el 3 de febrero a las 9:30 de la mañana y tenía que estar en el aeropuerto a las 6:00 a.m. a más tardar. Todavía recuerdo la imagen de la terminal. Las personas se empujaban para entrar a hacer el chek in, no muy diferente de las colas de los últimos años para comprar comida o cualquier artículo de primera necesidad.

Yo era primeriza volando. No había montado nunca un avión, así que me guié por unos muchachos que venían delante de mí y repetí cada uno de sus movimientos, para donde ellos iban, me movía yo. Pasé el check in, emigración, y quedé par de horas en la sala de espera porque el vuelo saldría con retraso.

Una vez en el «ave» sentí escalofríos, evitaba mirar fijamente a alguien, pero aquel avión iba repleto de cubanos. Estoy segura de que la mayoría, para no ser absoluta, iba para no regresar. Se les notaba la ilusión y los nervios en los rostros. Yo tenía mi mochilita y algunas pertenencias, pero había quien iba solamente con sus papeles en la mano. No llevaban nada más.

***

Todo fue muy rápido en el aeropuerto de Nicaragua, que es bien chiquito. Allí me compré una tarjeta prepagada de 20 USD que servía para llamar desde cualquier punto de Centroamérica. Enseguida hice contacto con mis familiares. Les dije que ya había llegado y estaba bien.

En el hostal me recibieron muy amablemente y me dieron una habitación que debía compartir con una pareja joven de cubanos y su bebé, quienes se encontraban de visita. Ellos eran la excepción, porque todo el que estaba en aquel lugar tenía el objetivo de llegar a Estados Unidos.

La travesía comenzó luego de tres días en la capital nicaragüense. Aquella tarde pagué 600 USD y emprendimos camino rumbo a Honduras. Cerca de la 1:00 p.m. abordamos una guagüita con aproximadamente 20 o 25 personas, incluidos niños y ancianos, y juntos atravesamos Nicaragua. Por el camino nos dimos cuenta de que había más guagüitas. Sumábamos más de 70 personas.

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Cerca de la frontera con Honduras hicimos un segundo pago de 130 USD. Entonces nos montaron en unas diez camionetas, algunas con techo y otras descubiertas. Íbamos unos encima de los otros, apretados, como malamente podíamos. Fue así como tocamos territorio hondureño pocos minutos después de las 10:00 de la noche.

Una vez más cambiamos de vehículo. En ese tramo íbamos en un par de buses tipo escolares. Era de noche y estaba muy oscuro, apenas veía las luces de un pueblo que parecía estar rodeado por lomas y barrancos espantosos. No sabía en qué lugar del mundo estaba, solo que podría ser cualquier rincón de Honduras.

En la madrugada nos bajaron y nos montaron en otros buses que nos llevaban rumbo a Tegucigalpa, la capital. Ya en ese bus íbamos los 70 y pico juntos; tres, cuatro y hasta cinco personas en un par de asientos, de pie o acomodados en el piso.

Cerca de las tres de la madrugada la policía hondureña paró el bus. Dos hombres uniformados subieron y nos dijeron que estábamos ilegales en ese país y que su deber era conducirnos hasta Emigración, pero si colaborábamos nos podían ayudar. Pidieron 20 USD por persona y nosotros les dijimos que no teníamos para darles esa cantidad porque ya habíamos hecho muchos gastos.

No era cierto, pero teníamos que regatear. Allí viajaban familias enteras y muchos llevaban el dinero contado. Al final pagamos 10 USD cada uno, así que se embolsaron más de 700 USD. A cambio, nos custodiaron hasta el centro de Tegucigalpa en dos motos que viajaban justo detrás de nuestra guagua.

Cuando llegamos a la capital, nos montaron en un bus en el centro de la ciudad a pleno día y nos llevaron para un pueblo que parecía tener mucha vida turística. Debíamos pasar la noche allí. Todo estaba bien organizado y no tuvimos que esperar el salvoconducto que usualmente consiguen los migrantes para transitar sin problemas por Honduras.

Antes del amanecer, emprendimos camino rumbo a la frontera con Guatemala, llegamos a una casa y permanecimos allí hasta la mitad de la madrugada. Así comenzó la quinta jornada de mi travesía.

Pasaje de ida

(Foto: Vatican News)

***

En las horas que llevaba con los coyotes o «guías», como los llamábamos, me parecieron gente buena, que habían hecho del cruce ilegal la manera de llevar el pan a sus casas. Siempre nos trataron con amabilidad y respeto. Funcionaban todos como un gran equipo, de manera que cambiábamos de guía en cada país o en cada región, en dependencia de cómo ellos hubieran pactado la ruta. Mantenían absoluta discreción sobre los lugares a los que nos movíamos, evitaban dar detalles de por dónde seguiríamos o los lugares de cada parada.

***

Llegamos a la frontera con Guatemala a las 6 a.m. Atravesamos el límite fronterizo a bordo de unas camionetas de las que atrás no tienen techo, sino unos tubos de hierros.

Tras una breve estadía en una casa pequeña durante un par de horas, continuamos la travesía por la ciudad de Guatemala o Asunción, como también se le conoce, hasta un punto localizado a solo veinte minutos de la frontera con México. Allí vivimos la primera parada larga de todo el trayecto. Nos explicaron que la situación migratoria en México estaba muy difícil, con muchos cubanos que iban a deportar. Permanecimos siete días en ese lugar, donde podíamos comer, bañarnos y ver la televisión.

Transcurrida esa semana, echamos a andar nuevamente hacia un pueblo desde donde resultaba más fácil acceder a México, pero en ese lugar tardamos tres días más. En total estuve diez días en Guatemala y desde que saliera de Nicaragua, ya había pagado mil dólares por el viaje.

***

México fue la parte más tensa del trayecto porque el peligro de deportación era constante y nos acechaba el miedo de caer en manos de los cárteles de la droga. Se nos pedía mantener el más absoluto silencio y no llamar la atención.

Permanecimos albergados en un pueblo que fue una de las peores experiencias de mi vida. El grupo había crecido en número y éramos alrededor de doscientos cubanos, más una cantidad similar de nicaragüenses, hondureños, guatemaltecos y personas de diversos países de América Latina.

Corría el mes de febrero y hacía mucho frío. El agua de la pila estaba helada y solo había tres baños para alrededor de cuatrocientas almas. Durante las cuatro noches que nos quedamos en aquella casa nadie pudo asearse ni comunicarse con la familia porque no teníamos cobertura. Las condiciones físicas del grupo no eran las mismas de las primeras semanas.

Nos sentíamos mal alimentados, mal bañados y el cuerpo no respondía igual. Las personas vomitaban con más facilidad a bordo de los autobuses o las camionetas, algunos habían enfermado con padecimientos estomacales… los niños lloraban, se quejaban.

Dicen que son los jóvenes quienes emigran y, por ende, si tienes un hijo lo llevas contigo; pero me emocionó mucho ver a tantas personas de la tercera edad ponerse en riesgo para salir de Cuba y empezar una nueva vida, cuando ya no quedan las mismas fuerzas y los sueños de juventud parecen cosa del pasado.

***

El siguiente movimiento rumbo al centro de México lo hicimos a bordo de unas furgonetas en grupos más pequeños. Nos tuvieron en medio del campo en unas casas de palo hasta por la noche. Cuando retomamos la carretera, subidos encima de unos camiones como si fuéramos ganado. Ya empezaban a sentirse los nervios a flor de piel.

La policía de emigración parecía respirarnos en la nuca todo el tiempo, llevábamos casi treinta días de viaje y estábamos desesperados por llegar. Teníamos miedo de que nos encontraran y nos regresaran a Cuba después de tanto esfuerzo.

Una noche los guías nos dejaron solos en la casa, porque tenían noticias de que muy pronto caerían las autoridades en el refugio donde nos encontrábamos. Ellos no iban a arriesgarse a ser atrapados, así que designaron como encargado a una persona del grupo, un migrante como nosotros, a quien le dieron indicaciones por el teléfono de que saliéramos del lugar.

Casi sufrí un ataque de asma porque eran como las dos de la madrugada. Al principio íbamos medio agachados y luego tuvimos que empezar a correr por un terreno desértico. La arena pesa mucho al correr e impide el avance, pero no podíamos detenernos. Había que correr.

No sabíamos hacia dónde nos dirigíamos, sino que teníamos que estar atentos a las indicaciones del muchacho. Él era quien decía: «agáchense, caminen por aquí, brinquen por allá, sigan recto…». No recuerdo cuanto tiempo estuvimos perdidos en estampida hasta que llegamos a la ubicación correcta donde nos esperaban unos carros.

En ese momento nos pidieron que los hombres fueran para un lugar y las mujeres para otro. Yo no me dejé convencer. Si íbamos juntos teníamos que permanecer así porque no sabíamos los riesgos a los que podríamos exponernos. Al final la gente permaneció unida, con sus compañeros más cercanos o sus familiares.

Pasaje de ida

Policía Federal en México

***

Después de esa experiencia nos sentíamos en peligro. El grupo de migrantes había crecido mucho. La bulla de tantos cubanos juntos era otro riesgo al que nos exponíamos. Nos preocupaba nuestra seguridad y los tres decidimos cambiar de guía.

Nuestros familiares, quienes pagaban cada tramo mediante transferencias bancarias, contactaron con otro coyote. Tuvimos que liquidar dos mil dólares por cada uno para que nos trasladaran hasta un punto donde nos esperaba el nuevo guía, que cobraría mil quinientos restantes, porque el cruce por México tenía un valor de 3 mil quinientos dólares.

***

Había trascurrido un mes y cinco días de la travesía cuando empezamos a trasladarnos rumbo a Piedras Negras, localidad fronteriza del estado de Coahuila, que colinda con Texas. Avanzábamos en una calma aparente. Acercarse al río o al desierto aumenta el peligro de ser capturado por la policía a la caza de migrantes ilegales. Formaba parte ahora de un grupo de diecinueve personas, lo que adormecía mis nervios y los malos augurios.

Crucé el Río Bravo al mes y ocho días después de salí de La Habana. Pasamos primero diez y después nueve. El muchacho más alto entró de primero para marcar el paso y medir la profundidad. Nos juntamos en la orilla y formamos una cadena, cada uno sostenía la mano de su compañero. Con nosotros iba una niña pequeña que era la prioridad de todos.

Un hombre alto y fuerte la cargó sobre sus hombros y así nos adentramos en el agua. Corrimos con suerte al no ver ningún policía. El paso por el río fue muy peligroso, de verdadero pánico. La presión del agua en el primer tramo nos tambaleaba, pero permanecimos con paso firme y supimos acomodarnos.

Al otro lado nos recibió la migra americana. Les dijimos que éramos cubanos y nos pidieron algún documento que permitiera identificarnos. Yo entregué mi carné porque no llevaba pasaporte. También les facilité la dirección de mi familia en Texas. Nos quitaron los teléfonos, todas nuestras pertenencias y las prendas mojadas que guardaron en una bolsa. Fuimos en un camión hasta el centro de detención migratoria de Piedras Negras.

***

En el centro me tomaron las huellas y me dejaron bañarme. Luego me ubicaron en unas carpas hechas de unas lonas blancas y transparentes, dispuestas de forma tal que que en el primer cubículo puedes ver a las personas de cuatro cubículos más atrás. Cada carpa cuenta con un televisor y un reproductor de DVD, con el que proyectan películas de muñequito. Ahí teníamos agua, manzanas, barritas energéticas, papitas, galletas.. para disponer a nuestro antojo. También nos daban desayuno, almuerzo y sándwich por la noche.

Durante los días que permanecí en Piedras Negras conviví con personas de muchos países de América Latina: haitianos, argentinos, nicaragüenses, mexicanos, venezolanos… Andábamos todos con unos nylons plateados y una colchoneta para dormir. Así es como sobrevives en ese lugar. A medida que la gente se marcha, reúnes más nylons para hacerte almohadas y dormir mejor, porque ahí lo único que se puede hacer es dormir y comer.

Para mí fue la etapa más desesperante de toda la travesía porque nadie me llamaba ni para preguntar mi nombre. En cambio, veía cómo pasaban a buscar a otras personas para interrogarlos o rellenar formularios. Luego supe que de las personas que entraron conmigo algunos estuvieron menos tiempo detenidos y otros hasta un mes.

Temprano en la mañana del cuarto día, mientras tejía trenzas en el cabello de una muchacha que había conocido en el último trayecto, vinieron los oficiales y dijeron nuestros nombres. Me entregaron mi antiguo teléfono y otro para estar localizable.

Llegué a una iglesia del sur de Texas donde me recogería mi hermano cuatro horas después. Lo vi, nos fundimos en un abrazo que supe eterno y le dije: «Este es el día en que, por fin, he llegado a Estados Unidos».

5 septiembre 2022 10 comentarios 2,3K vistas
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Retorno

El punto de no retorno

por Mabel Torres 29 agosto 2022
escrito por Mabel Torres

¿Cuándo dejé de creer? La pregunta me persigue hace tiempo, junto a la certeza del fin de una utopía, de una sentencia letal que parece llegar treinta años después de lo que fijó la historia, cuando el colapso del campo socialista en la Unión Soviética y Europa del Este dieron inicio a un eufemístico Período Especial, cual anuncio de un apocalipsis. No pocos creyeron que el efecto dominó provocaría también la avalancha del desastre sobre esta Isla. ¿Acaso no sería aquel momento, sino el aquí y el ahora, los llamados a ser inicio de una nueva era para Cuba?

A poco más de un año del 11J, la crisis económica y los llamados «problemas largamente acumulados» contrastan con una esfera pública cada día más plural y activa. ¿Pululan allí peligrosos extremismos? Cierto, pero también avivan la llama de una sociedad civil a la que, si bien aún le falta educación en torno al disenso, va ganando terreno en el debate de sus contradicciones, en reclamar derechos, apuntar errores y exigir respuestas. Ni más ni menos que lo que cualquier sociedad democrática necesita y debe permitirse.

Sobran ejemplos recientes de lo que podrían denominarse ejercicios ciudadanos de pedido de rendición de cuentas a las autoridades: directas de madres en redes sociales (como la archiconocida de Amelia Calzadilla), cacerolazos en reacción a los prolongados apagones, o la demanda de respuestas ante el incendio en Matanzas y todos los cuestionamientos posteriores sobre el carácter obligatorio del servicio militar o la calidad de los sistemas preventivos de incendios en Cuba.

Tales evidencias dan cuenta de lo que supone una verdad de Perogrullo: este país está cambiando, y quizás para siempre. En realidad, no es el mismo de hace siquiera tres años, cuando una crítica televisiva a los servicios de transporte o a las colas de antaño —que ahora evocan tiempos mejores—, figuraban como una práctica ciudadana y periodística de gran talante.

La pluralidad política e ideológica también se extiende a los medios de comunicación. El monopolio estatal en la esfera mediática dista de lo que otrora fuese. La pérdida de credibilidad de la mayoría de los espacios que hablan de victorias y progresos en un país imaginado, pulsean con un conjunto de medios independientes que, en poco más de una década y en algunos casos menos, ya acumulan experiencia, rutinas de trabajo y un público fidelizado.

Es imposible hablar, tanto de unos como de otros, en términos de cúspide periodística. Sesgos, desaciertos, omisiones y tendencias excesivas a la ideologización de contenidos abundan en ambas partes. Sin embargo, lo que resulta innegable es que su conjunción representa una plataforma dinámica en pos de la promoción de agendas diversas y de la movilización de la opinión pública. Y eso también es democracia.

Mucho se ha hablado de las razones del colapso del socialismo en la URSS: la distancia insalvable entre el Partido y el pueblo, las violaciones a los derechos humanos y, sobre todo, lo que fuera un intento fallido de reproducción ideológica que negaba cualquier espacio al pluralismo, dieron al traste con un sistema que naufragó en su propia tormenta. Comúnmente, en las clases de Historia, los profesores destacan que aprender la materia es requisito indispensable para no repetir los errores del pasado. Tres décadas después, Cuba no parece abrirse a las reformas que evitaron la catástrofe en países como Vietnam.

De seguro existe consenso en que no se trata de repetir fórmulas exactas, sino de adaptar experiencias exitosas a nuestro contexto, sin que se impongan la sombra del dogma y la burocracia. A nivel económico, la mayoría de los expertos coincide en la necesidad de apertura del mercado, mayores posibilidades para la gestión privada y la inversión extranjera, esta última posible catalizadora para una economía estancada y deforme. Recientemente, fueron anunciadas en la Mesa Redonda nuevas medidas al respecto, que, si bien aparentan ir en la senda correcta, en el fondo no deja de ser el déjà vu económico cubano por excelencia: dictar recetas tímidas en tiempos de crisis y paliar la situación hasta que la soga termine por reventar… y siempre por el lado más débil, el de los trabajadores, los jubilados, las amas de casa…

Es entonces cuando la Cuba imaginada de la adolescencia y los años de universidad sobrevuela mi cabeza. Por aquel entonces, la ensoñación de lo que podíamos ser todavía se presentaba como una meta compleja, pero alcanzable. El llamado del Estado a hacer y proponer, la crítica rosa televisiva, una postal de Obama por las calles habaneras y el turismo floreciente apuntaban a un futuro esperanzador. No dejaba de ser la Isla de las escuelas al campo, la emulación socialista o el racionamiento de la comida mediante una libreta por núcleo familiar, pero el momento inspiraba la ilusión de avance en un país sin dudas diferente.

Retorno

(Foto: Raúl Abreu)

¿Qué pasó entonces con la llamada «reforma cubana»? Los optimistas dirán que permanece en pausa a la espera del «momento correcto», pero lo cierto es que once años después del sexto Congreso del Partido y de la aprobación de los Lineamientos, los problemas que nos afligen carecen de una solución inmediata. No podemos cambiar la matriz energética a corto plazo y ni siquiera con medidas acertadas es posible salir de la crisis económica tan rápido como quisiéramos.

Aunque no existen datos oficiales, basta una caminata por las calles para comprobar que han ascendido la cifra de deambulantes y mendigos, los índices de pobreza, los derrumbes, la insalubridad… Los jóvenes se marchan de Cuba porque saben que los cambios que la patria necesita tomarán años y tendrán un saldo doloroso a nivel social. Nadie puede culparlos de no responder ante el eterno sacrificio al que se nos convoca, por eso compran dólares como locos, como quien quiere comprar la libertad.

En medio de las circunstancias actuales, la postal de esta isla del Caribe ha rendido sus colores a una gama de grises que la nubla. La consigna de turno: «somos continuidad», junto a otras manidas y vacías expresiones como «resistir y vencer» y «vamos por más», son síntesis de una retórica política que llega desde arriba, pero que en cuestiones prácticas a nadie aporta luces sobre a dónde vamos como país.

No le faltaba razón a Trotski cuando en La Revolución traicionada escribió el siguiente pasaje, del que bien valdría tomar nota: «El restablecimiento del derecho de crítica y de una libertad electoral auténtica son condiciones necesarias para el restablecimiento del país. El restablecimiento de la libertad de los partidos soviéticos, y el renacimiento de los sindicatos, están implicados en ese proceso. La democracia provocará, en la economía, la revisión radical de los planes en beneficio de los trabajadores. La libre discusión de los problemas económicos disminuirá los gastos generales impuestos por los errores y los zigzags de la burocracia».

Hoy la historia de la URSS se repite, porque como dice un viejo axioma: «las revoluciones están llamadas a la autodestrucción». No seré la primera en repetir que revolución es sinónimo de cambio y progreso, empero la égida revolucionaria cubana solo alimenta un sistema burocrático e ineficiente, que ha extendido a su paso la pobreza y desterrado cualquier reconciliación con el disenso.

Y así trascurren los días hacia el peligroso punto de no retorno en el que la tensión social mute al siguiente nivel, en tanto el circo del descrédito y la táctica de matar al mensajero no bastarán para mantenernos entretenidos. Quizás ha llegado la hora de pensar en el diálogo, en la refundación de una Cuba que reivindique el valor del trabajo como fuente del sustento, donde se respeten los derechos políticos de los ciudadanos, y en la que el dogma ideológico no esté por encima del pragmatismo, la sensibilidad y el bienestar individual y colectivo. Quiero ser optimista. Me niego a pensar que tenemos, justo en la nuca, los suspiros agónicos de la nación.

29 agosto 2022 35 comentarios 2,K vistas
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EE.UU.

Cuba, EE.UU. y anacronismos pos Guerra Fría

por Mabel Torres 1 agosto 2022
escrito por Mabel Torres

El bloqueo de Estados Unidos (EE.UU.) a Cuba emerge como leitmotiv en los 109 mil 884 kilómetros cuadrados de este archipiélago. El tema no escapa a ningún discurso político doméstico: aparece en vallas de las carreteras, en los spots de televisión, en libros escolares, en los titulares de la prensa estatal e independiente… Los cubanos parecemos almorzar y comer bloqueo, vivir y morir bajo su mantra.

Carlos Alzugaray conoce bien los hilos con los que se conduce esta política de uno y otro lado. Como ex diplomático cubano, desde 1961 ha representado al país en Argentina, Bélgica, Etiopía, Bulgaria y Japón. Asimismo, se desempeñó como asesor del canciller entre 1992 y 1994 y embajador de Cuba ante la Unión Europea. Máster en Diplomacia y Doctor en Ciencias Históricas, ha sido investigador invitado en el Programa Cuba de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore; en el Centro David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard, ambos en EE.UU., y en el Instituto Universitario Europeo de Florencia, Italia.

Avalado como especialista en las relaciones Cuba – EE.UU., es también autor de dos libros sobre esta temática. Aunque se retiró del cuerpo diplomático en 1996, permanece activo en el ámbito académico y editorial. Actualmente imparte conferencias, escribe artículos sobre política internacional y se encuentra en proceso de edición de su obra Diplomacia imperial y Revolución, Premio Ensayo Casa de las Américas en 2013. A sus 79 años apuesta por que una normalización con EE.UU. puede ser posible, así como la construcción de una Cuba más plural y democrática.  

En un artículo publicado en OnCuba, usted plantea que la Isla supuso un tema priorizado en la agenda de política exterior de la Casa Blanca entre 1960 y 1980. ¿Puede decirse que después de la Guerra Fría lo concerniente a Cuba quedó relegado a un asunto de lobby y estrategias electorales?

En la política exterior de EE.UU. influyen muchos factores, pero siempre resultan determinantes las élites del poder. El interés por Cuba en el siglo XIX fue geopolítico, los padres fundadores dijeron: «esto es nuestro». En 1902, EE.UU. logró lo que quería mediante el modelo «plattista» de la República, pero eso acabó con el triunfo de la Revolución. Por ello, no es de extrañar que en el propio 1959 se determinó no negociar con el Gobierno Revolucionario y poner en vigor una serie de medidas para lograr su derrocamiento.

En sus inicios la posición de Cuba se movió a tres niveles. Primero se buscó un acuerdo para que la Casa Blanca aceptara los cambios, lo cual fracasó porque EE.UU. no estaba interesado en negociar. Ahí surgió la idea del «cambio de régimen», que ha prevalecido a lo largo de los años y es la que existe ahora.

Cuba no tuvo otra opción que apelar a la resistencia y, más tarde, al desafío. Sin embargo —aunque no se reconoce explícitamente— este reto frontal al imperialismo, más conocido como la Revolución Tricontinental, fracasó con el asesinato del Che en Bolivia, para re-emerger de otra forma en la década de los setenta cuando Cuba envió tropas a África y apoyó los procesos revolucionarios en América Central.

Después de esa frustración de 1967-1968, Cuba se alió con la Unión Soviética (URSS), pacto muy conveniente para el país, que además coincidió con la ruptura del aislamiento diplomático en América Latina y el Caribe. La membresía y liderazgo de Cuba dentro del Movimiento de Países No Alineados ayudaron a frustrar las políticas de Washington en el plano diplomático.

EE.UU.

Cuba acogió por primera vez la sede una Conferencia Cumbre del MNOAL en 1979. (Foto: Arnaldo Santos/Granma)

Con el fin de la Guerra Fría se resolvieron tres problemas que EE.UU. reclamaba como obstáculos fundamentales para normalizar las relaciones: la alianza con la URSS, la presencia de tropas cubanas en África y el apoyo a movimientos revolucionarios centroamericanos después del triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua. Sin embargo, no se pudo avanzar.

En 1989 Washington vetó toda negociación con La Habana. Sobrevinieron las leyes Torricelli (1992) y Helms-Burton (1996), que codificaron el bloqueo e hicieron imposible su levantamiento por decisión ejecutiva. La política de «cambio de régimen» por medio de «medidas coercitivas unilaterales» quedó consolidada como centro de las acciones de Estados Unidos contra Cuba.

Hoy el panorama con el vecino no ha cambiado porque a nivel simbólico continuamos representando un desafío: el gobierno que no consiguen derrocar. Sin embargo, estoy seguro que los departamentos de Estado y de Defensa concuerdan en que conviene más a los intereses norteamericanos fomentar la cooperación entre gobiernos a través de un proceso de normalización, como acordaron Raúl Castro y Barack Obama en 2014.

Los cambios introducidos por Obama fueron históricos, pero el gobierno cubano los calificó de insuficientes. ¿Cree que se desaprovechó la oportunidad de un mayor acercamiento en ese entonces?

Es cierto que fueron insuficientes, pues las leyes apuntadas impedían ir muy lejos, pero también Cuba desaprovechó las ventajas que significaba la política de Obama porque no hubo consenso al respecto. Un sector dentro del gobierno lo percibió como una amenaza. El dogmatismo ideológico anuló muchas iniciativas que hubieran consolidado la apertura, mientras la burocracia frenaba los cambios aprobados. La excepción fue el MINREX, que viabilizó los avances en materia diplomática y avanzó en los contactos acordados con el Departamento de Estado.

El poco avance en materia económica tuvo su causa también en la ralentización de la reforma aprobada en el VI Congreso del Partido, en 2011. De haberse concretado los cambios que ahí se proponían, la normalización hubiera transitado por caminos más promisorios en lo económico.

Se temía que la atención de EE.UU. al emergente sector privado abriera un espacio de vulnerabilidad. Ya hoy ello se hubiera visto de otra forma, porque cada vez se acepta más al sector privado como lo que son: patriotas que se han quedado a echar para adelante este país. A la mayoría no le interesa el poder político, sino espacios de participación para prosperar en lo personal. Representan un sector al que el gobierno debería escuchar, como al fin parece estar haciendo.

Y no creo que la posición de Obama implicara eso que se ha designado con justeza como «cambio de régimen» que, por ejemplo, ha sido la política de Trump y ahora la de Biden. En su discurso en La Habana, Obama afirmó: «Nosotros no tenemos la capacidad ni la intención de cambiar el régimen en Cuba». Y ello es coherente con su política general de negociar con los adversarios. Esa fue su mayor virtud, aunque aquí haya quien le atribuya los más siniestros motivos.

Las promesas electorales de Joe Biden y su anterior desempeño como vicepresidente de la administración Obama apuntaban a un posible retorno de la normalización de las relaciones. ¿Por qué no ocurrió?

La no aplicación de esa política tiene un nombre y un apellido: el senador demócrata de origen cubano Bob Menéndez, aunque también ha influido el equipo de «guerreros fríos» que está alrededor del presidente. No es una camarilla de modernizadores como fueron los colaboradores más cercanos de Obama.

¿Pueden haber mediado los sucesos del 11 de julio en que este cambio de política no se concretara?

Nadie esperaba las manifestaciones del 11 de julio. Fue un estallido popular dado que el país había tocado fondo. Un año después no tenemos un informe de la Fiscalía General que diga cuántas personas salieron a las calles ese día y cuántas lo hicieron pacíficamente, porque en efecto, el gobierno acepta que hubo manifestantes pacíficos. Ello nos obliga a suspender el juicio sobre si fue «un golpe vandálico estimulado desde el exterior» —como afirma el gobierno ahora— o una manifestación pacífica de descontento popular. Probablemente, la verdad contenga elementos de ambas explicaciones.

A algunos manifestantes pacíficos no se les han seguido procesos judiciales, pero la imagen que queda es la de persecución y posterior acoso —que muchos consideramos arbitrario e ilegal— por parte de órganos designados para proteger la seguridad y mantener el orden. A eso contribuyó el artificio de «Patria y Vida» de Yotuel, invitado a la Cumbre de las Américas. Indudablemente, la imagen que se ha proyectado al exterior ha sido negativa y sirvió de excusa para que Biden mantenga muchas de las medidas dictadas por Trump.

Hay dos conceptos que deberían promoverse en nuestra sociedad: cultura cívica y esfera pública. La protesta pacífica pública debe formar parte de lo lícito y no ser reprimida injustamente. Debemos buscar la igualdad política de todos los ciudadanos y desterrar prácticas como la prisión domiciliaria por cuestiones políticas o los mítines de repudio. Creo en una esfera pública plural en la que los medios de comunicación expongan de manera crítica las problemáticas del país.

¿Cuánto han afectado las sanciones durante la pandemia?

Mucho. Han sido totalmente crueles y punitivas. Han hecho estragos en la actividad financiera y económica del gobierno cubano, con efectos muy negativos para la ciudadanía. Además, golpearon brutalmente al sector emprendedor al limitar la actividad turística.

La política es perversa porque —no nos engañemos— el recrudecimiento de las medidas coercitivas buscaba un estallido como el del 11 de julio, pero a fin de cuentas solo ha servido para que el gobierno cubano se libre de culpas. El gran costo del bloqueo se ubica en el plano político porque estimula la mentalidad de estado de sitio como factor justificante de la represión.

¿Qué implicaciones tiene la exclusión de Cuba una vez más de la última Cumbre de las Américas?

La inclusión de Cuba en las Cumbres de las Américas fue un reclamo desde sus inicios, pero especialmente desde el 2005, en la de Mar del Plata, Argentina. No fue hasta 2015 en Panamá, donde Washington, obligado por el resto de la región, tuvo que aceptar la inclusión de Cuba, que volvió a ser excluida con la llegada de Biden al poder.

La de Los Ángeles este año tenía como temas centrales salud y migraciones. En ambas esferas, todos los países le reconocen a Cuba un papel fundamental. Sin embargo, la administración Biden, que basa su política exterior en una visión global muy similar a la que tenía EE.UU. durante la Guerra Fría, se propuso no invitar a países con modelos políticos diferentes a los cánones de la «democracia liberal».  

Aun cuando la crisis migratoria que enfrentamos está causada por la situación económica del país, no se puede obviar que las facilidades brindadas por EE.UU. para los cubanos estimulan este fenómeno. Debido a que Washington cerró los servicios consulares en La Habana, con la excusa de los oscuros «incidentes acústicos», se puso un alto al mecanismo de emigración legal aprobado por ambos gobiernos desde 1994-1995.

Aunque Cuba siempre ha preferido negociar la solución a los conflictos migratorios con EE.UU. por la vía bilateral, la situación actual lo convertía en un tema regional, que muchos países querían negociar en el marco de la Cumbre.

¿Pudiera interpretarse la exclusión de Cuba y las más recientes medidas de Biden como una especie de contradicción o es parte de la misma política?

La posición de Biden es una vuelta al pasado y, paradójicamente, significa seguir una directriz que se parece más a la de administraciones republicanas. Por añadidura, implica aceptar la cancelación de la política de Obama, de la cual Donald Trump se ufanó cuando firmó su Directiva sobre Cuba en junio del 2017 en Miami.

Mi pronóstico es que en el largo plazo la realidad obligará a Biden o a cualquier presidente demócrata a buscar una postura más cercana a la de Obama, a pesar de la política interna. Por una sencilla razón: no logrará nada de lo que se propone. En el orden interno, Biden tampoco va a perder mucho. Los demócratas ya tienen perdida la Florida y, es un hecho que va más allá del tema Cuba.

Lo que más complejiza el panorama es que la Isla no es una prioridad para EE.UU., salvo por el tema migratorio. Claro, si los republicanos vuelven a controlar la Casa Blanca en el 2024, podemos esperar que busquen aplicar nuevas medidas coercitivas, pero ya quedarían pocas opciones.

EE.UU.

Mi pronóstico es que en el largo plazo la realidad obligará a Biden o a cualquier presidente demócrata a buscar una postura más cercana a la de Obama, a pesar de la política interna. (Foto: Mabel Torres/LJC)

¿Hubiera sido la Cumbre una especie de precedente para sentarnos a hablar de otros asuntos?

A partir de los acuerdos migratorios del 95, se mantuvieron conversaciones sobre el tema cada seis meses. El diálogo en torno a otras cuestiones como la seguridad aérea y la colaboración meteorológica nunca desapareció. En varias ocasiones el gobierno cubano intentó expandir estas conversaciones hacia otras temáticas como el medio ambiente o la lucha contra el terrorismo, pero siempre enfrentó reticencias, hasta que llegó Obama. El interés nacional de EE.UU. no debe ser otro que tener relaciones normales con la Isla. Por el lado cubano, el gobierno pudiera intentar acercar posturas con los emigrados y otorgarles mayores derechos y garantías.

Mucho se habla de los beneficios que recibiría Cuba de no existir un clima hostil con EE.UU., pero, ¿qué ventajas pudieran esperar el gobierno y el pueblo estadounidenses de una normalización con Cuba?

A nivel comercial, nuestra cercanía geográfica supone una gama de beneficios mutuos. Hay tres rubros de exportación cubanos que tendrían mercado en EE.UU.: el níquel, el tabaco y el ron. Los que probablemente más réditos obtengan sean los relacionados con el turismo: compañías aéreas, tour operadores y empresas hoteleras, además de que el ciudadano americano podría visitar Cuba con normalidad. Asimismo, el lobby agrícola o las empresas que manejan remesas se beneficiarían de una relación normal.

La colaboración en la industria disquera, cinematográfica o el deporte tendría un efecto muy positivo en la proyección internacional de nuestros artistas y atletas, quienes podrían firmar contratos sin mediaciones políticas. Esa experiencia puede extenderse al resto de empresas estadounidenses que tengan interés en los recursos humanos con que contamos, por ejemplo, los jóvenes que trabajan en el área de la programación y las ciencias informáticas.

El bloqueo significa el acceso vedado a un mercado muy poderoso, lo que limita las posibilidades de muchos sectores que ni siquiera hemos comenzado a explorar. Hay determinados círculos en EE.UU. que saben esto y quieren un cambio que les permita obtener ganancias.

¿Cómo vislumbra el escenario de las relaciones Cuba-EE.UU. en el futuro?

Las relaciones pueden mejorar de dos formas. La primera —y mi preferida— sería que la situación económica de Cuba alcanzara cierta prosperidad a nivel individual y colectivo a pesar de las sanciones. En ese panorama no deberíamos nada a nadie y nuestra posición a la hora de negociar estaría por encima de cualquier chantaje. Lo que describo me parecía muy posible hace unos años, pero ahora lo veo bastante utópico.

La otra posibilidad sería que en la élite de EE.UU. predominara una corriente racional que no percibiera la relación con el vecino desde el conflicto o la dominación. El escenario ideal incluye ambos factores, desde uno y otro gobierno.

Necesitamos sentar bases de confianza mutua y desterrar los estereotipos en torno a los cuales ha sido construida la relación cubano-americana: como la idea miamense de la venganza contra Cuba. EE.UU., como gran potencia, seguirá estando ahí. El camino para los cubanos será hallar una forma civilizada de convivencia sin hacer concesiones inaceptables para nuestra dignidad y autodeterminación como pueblo.

A corto plazo soy pesimista por primera vez en mucho tiempo, aunque sigo apostando por que una relación de cooperación es posible. Creo en los seres humanos y en la voluntad de lograr consenso. Por eso, a largo plazo soy optimista, aun cuando temo que no lo veré. Lo podemos lograr si Cuba toma el camino de la prosperidad, incluso con el bloqueo en vigor.

1 agosto 2022 61 comentarios 2,4K vistas
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Envejecemos

¿Envejecemos con dignidad en Cuba?

por Mabel Torres 6 julio 2022
escrito por Mabel Torres

Mi abuela materna tiene ochenta y tres años y se autodenomina una persona pobre. Su análisis está muy lejos de entrañar una visión marxista de conciencia de clase, mucho menos una lectura política del asunto; mi abuela solo cursó estudios hasta el sexto grado. Al referirse a su condición económica esgrime la corta lista de mundanas posesiones de su patrimonio y lo rápido que se esfuma una chequera de poco más de mil 300 CUP, fruto de su viudez hace dos años.

Hablar de pobreza en Cuba supone un tema difícil, en primer lugar, por la inconsistencia a la hora de brindar un panorama detallado de esta problemática. Según el Informe Nacional Voluntario de Cuba sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, publicado en 2021, las autoridades indicaron la existencia de cincuenta mil personas en condiciones de pobreza multidimensional, lo que representa apenas el 0,44 % de la población.

De acuerdo con el Informe, el concepto de pobreza multidimensional implica que «una potencial privación monetaria o material no impide el acceso, disfrute y resultados superiores en áreas como educación, salud, trabajo, impactos ambientales, condiciones de vida, seguridad y asistencia social y otras dimensiones del desarrollo humano».

El análisis anterior obvió, en cambio, los ingresos per cápita, indicador ampliamente utilizado para establecer la línea de pobreza que, por ejemplo, el Banco Mundial fija en 1.90 dólares por día. Como precisé en un texto anterior publicado en este espacio —si tomamos dicho valor como referente y, según una encuesta realizada en la Isla por la empresa alemana Statista— se puede concluir que ocho millones de cubanos viven por debajo del umbral de la pobreza.

¿Y qué pasa con los ancianos?

El contexto actual —marcado por la «Tarea Ordenamiento», pérdida de la capacidad de compra de la moneda nacional y desabastecimiento de productos de primera necesidad—, acrecienta las brechas entre quienes pueden, o no, acceder a ciertos bienes y servicios. En el último grupo se inserta un creciente número de personas de la tercera edad.

Para los ancianos cubanos, las carencias más urgentes se resumen en alimentación, medicamentos, espejuelos y mal estado de las viviendas. Así lo recoge un estudio a cargo del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, que también refiere como demanda de este grupo etario una mayor oportunidad de acceder a programas de asistencia social, actividades de ocio acorde a sus posibilidades y la necesidad de contar con agrupaciones formales que los representen.

Envejecemos

Para los ancianos cubanos, las carencias más urgentes se resumen en alimentación, medicamentos, espejuelos y mal estado de las viviendas. (Foto: Diario de las Américas)

Unido al hecho de que los adultos mayores pueden requerir ayuda para realizar actividades cotidianas o depender económicamente de terceros; basta contrastar el monto mínimo de las pensiones —mil 528 CUP— con el precio de la canasta básica —más de tres mil CUP—, para concluir que envejecer en Cuba puede tener un matiz dramático.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Envejecimiento de la Población —desarrollada por la Oficina Nacional de Estadística e Información en el año 2017—, el 52.5 % de los habitantes de la Isla superaba los cincuenta años. Entre los datos más preocupantes, resalta que el 57.4 % de los adultos con edades comprendidas entre 60 y 64 años, no sobrepasa la enseñanza media inferior.

Ello pudiera apuntar a que, de continuar con alguna actividad socioeconómica, dicho grupo poblacional recurrirá obviamente al trabajo informal o no profesional. De igual manera, esto significaría que al llegar a una edad más avanzada, tales personas no podrían seguir realizando la misma tarea si les demandara un esfuerzo físico considerable.

Por otro lado, también en 2017, el Fondo de Población de Naciones Unidas ubicó a Cuba como el país más envejecido del continente. La preocupación por el asunto gira en torno a que una población envejecida abre la puerta a una crisis de fuerza de trabajo y a un complejo panorama en el orden tributario, político y familiar; en tanto las posibilidades de movilidad social de los adultos mayores comienzan a verse reducidas, a la vez que disminuyen también sus capacidades para trabajar o auto-sustentarse.

La Encuesta sobre Envejecimiento revela que «para el 44,1 % de personas de 60 y más —y de similar proporción de las de 75 y más— sus viviendas presentan al menos una afectación en su estructura, donde predominan las averías en el techo y filtración, aunque también están presentes desperfectos en paredes y piso». En tanto, para los ancianos que viven solos, el 49% experimenta algún tipo de estos problemas en su residencia frente al 43% de quienes viven acompañados.

Otro dato preocupante es relativo al acceso al agua potable, pues uno de cada cuatro ancianos no cuenta aún con ese servicio conectado directamente por tuberías hasta el interior de las viviendas. Se trata de una problemática más grave para aquellos que no tienen amparo familiar o conviven con personas de edad avanzada.

El baby boom… sesenta años después

Es en la presente década que corresponde la jubilación a los nacidos en el baby boom de los años sesenta, fenómeno que fuera expresión de la esperanza depositada por esas generaciones en las políticas de bienestar social impulsadas por la Revolución. A ello se sumaron la reducción de la mortalidad (materna, infantil y fetal) y el incremento de la esperanza de vida.

Envejecemos

Es en la presente década que corresponde la jubilación a los nacidos en el baby boom de los años sesenta.

El panorama actual es muy distinto. La crisis migratoria y el consecuente éxodo de mujeres jóvenes en edad fértil, así como un horizonte desalentador para los que se quedan —debido a la precariedad del fondo habitacional, las dificultades económicas y la baja tasa de fecundidad—, aportan señales negativas para una posible reversión del proceso, con no pocas repercusiones a nivel socioeconómico.  

El envejecimiento poblacional ha supuesto un incremento de pacientes con enfermedades crónicas y degenerativas, todo ello en medio de un sistema de salud que enfrenta una aguda falta de recursos. La situación se torna igualmente compleja a la hora de hablar de las pensiones, que correrán a cuenta de la población económicamente activa.

A lo anterior hay que añadir las tensiones propias de la convivencia intergeneracional, con agravantes como: hogares con poco espacio, insuficiencia de ingresos o efectos emocionales y sociológicos para quienes asumen como cuidadores. Emergen entonces dos desafíos ineludibles: 1. ¿Qué haremos como sociedad por nuestros ancianos, en especial aquellos en mayor desventaja socioeconómica?  2. ¿Puede Cuba a mediano plazo revertir esta situación?

Los esfuerzos gubernamentales para brindar atención diferenciada a las personas de la tercera edad remiten al Programa Nacional de Atención Integral al Adulto Mayor, aprobado en 1996 y coordinado por el Ministerio de Salud Pública (MINSAP). Como parte del Programa, se encaminan voluntades en tres direcciones: atención comunitaria, institucional y hospitalaria.

Hasta el año 2021 Cuba contaba con trescientas Casas de Abuelos, con una capacidad de 10 258 plazas para ancianos no internos. Durante esta etapa aumentaron también las consultas especializadas en Geriatría y Gerontología, según publica el portal del MINSAP.

No obstante —sin analizar la calidad de la atención en estos centros, si las capacidades satisfacen la demanda, o qué cuidado reciben aquellos ancianos que viven solos y no forman parte del Programa—, destaca el hecho de que en Cuba predomina una perspectiva asistencialista, en lugar de una política integral que aporte herramientas a los ancianos para vivir mejor esta etapa de la vida.

Envejecimiento digno, activo y pleno

Como apunta la socióloga cubana Rosa María Voghon Hernández, en una investigación publicada en la revista Temas en el 2012 y titulada Empobrecimiento y sucesión generacional: un estudio sobre familias:

«La necesidad de pensar hoy en cuestiones vinculadas al alcance de objetivos de desarrollo implica reflexionar en torno a la superación de desigualdades de todo tipo (género, étnico-raciales, generacionales, territoriales) y en sus múltiples niveles de expresión (internacional-nacional-local); así como sobre las inequidades resultantes de las lógicas actuales de reproducción de los sistemas sociales que generan empobrecimiento y precarización de las condiciones de vida de grupos sociales cada vez más amplios».

Envejecemos

La atención integral y priorizada a los ancianos en Cuba compete a toda la sociedad y demanda políticas públicas que trasciendan la perspectiva médico-sanitaria. (Foto: Directorio Cubano)

Envejecer supone un proceso de cambios físicos y mentales, acompañado en ocasiones de la pérdida del vínculo laboral o la oportunidad de sentirse útil y participar en la toma de decisiones a nivel familiar y comunitario. Se trata de una etapa de pérdidas y ruptura con el estatus social, autoestima o realización profesional. Para los adultos mayores en desventaja económica este proceso se agrava debido a las limitadas oportunidades de que disponen para el disfrute pleno de esta etapa de la vida.

Cinco años después de publicarse la Encuesta Nacional de Envejecimiento, el panorama socioeconómico de la nación da cuentas de una crisis económica y un profundo desabastecimiento, que ha dejado desamparados a buena parte de los ancianos. Es importante actualizar los datos recogidos en 2017, en función de variables como el género, la inserción socio-clasista, nivel educacional, estado conyugal, lugar de residencia o color de la piel.

Resulta clave precisar entonces cuántos adultos mayores no cuentan con amparo familiar y cuántos requieren cuidadores a tiempo completo, el estado constructivo de sus hogares y sus medios de subsistencia. Apremia desterrar el mito del universalismo como varita mágica para suprimir las desigualdades. Urge dirigir la mirada a los factores que inciden en la persistencia de condiciones de pobreza para una generación que sostuvo al país en los últimos sesenta o setenta años.

La atención integral y priorizada a los ancianos en Cuba compete a toda la sociedad y demanda políticas públicas que trasciendan la perspectiva médico-sanitaria. Ante el envejecimiento poblacional de la sociedad cubana, necesitamos de la tercera edad como un grupo que aporte y sea tenido en cuenta. Como aseverara el teólogo judío Abraham Joshua Heschel: «La prueba de un pueblo es su comportamiento hacia el viejo. Es fácil amar a los niños, pero el cariño y el cuidado hacia los ancianos son las minas de oro verdaderas de una cultura».

6 julio 2022 20 comentarios 2,4K vistas
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Economía cubana

Economía cubana: la serpiente que se muerde la cola

por Mabel Torres 1 junio 2022
escrito por Mabel Torres

El latinismo sui generis le viene a Cuba como anillo al dedo. La economía de la nación caribeña la convierte en un sitio, cuando menos, peculiar. Es aquí donde el salario promedio ronda los cuarenta dólares estadounidenses, cifra que, debido a la inflación, se traduce en dos paquetes de pollo e igual cantidad de leche. También es la Isla el lugar en que comenzó, en enero de 2021, una tarea denominada «Ordenamiento» con el objetivo de eliminar la dualidad monetaria y cambiaria, germen de un modelo económico irregular y distorsionado.

Al cumplirse hoy un año y cinco meses del inicio de ese proceso, el país continúa enfrentando un profundo desabastecimiento y un escenario financiero con una multiplicidad cambiaria de la que no logra desprenderse. Acerca del estado actual de la economía nacional y sus principales proyecciones, La Joven Cuba dialogó con Omar Everleny Pérez Villanueva.

Doctor en Ciencias Económicas, Everleny fue profesor titular de la Universidad de La Habana por más de treinta años; se desempeñó asimismo como director del Centro de Estudios de la Economía Cubana entre 2011 y 2014, es autor de más de cien artículos y co-autor de varios libros, además de profesor visitante en universidades de Japón, Canadá, Francia y Estados Unidos, en este último ha impartido conferencias en Harvard y Columbia.

En enero de 2021 inició la Tarea Ordenamiento, ¿era impostergable o se escogió el peor momento para aplicarla?

Nosotros, desde el Centro de Estudios de la Economía Cubana, insistimos en la necesidad de unificar las tasas de cambio. Siempre se nos decía que no era el mejor momento, pero al compararlo con los dos últimos años, lo cierto es que había menos escasez, menos apagones y, con Obama en la Casa Blanca, el panorama de las relaciones Cuba-Estados Unidos era esperanzador.

La Tarea Ordenamiento se hizo en un contexto muy adverso. Sumado a todos los factores externos e internos que acechaban a la economía cubana, se añadió la pandemia de Covid-19. El mundo se paralizó y en medio de ello, el país inició una transformación profunda de su economía. No resulta muy criticable —la situación no iba a mejorar de otra manera— pero la secuencia fue errónea.  

El gobierno hizo énfasis en la esfera de la circulación y la distribución, en lugar de trabajar en el área productiva. Las primeras medidas debían ir encaminadas a mejorar la oferta de bienes y servicios con la apertura de las pequeñas y medianas empresas desde enero de 2021, y no en agosto, como finalmente se hizo. Conclusión: con una oferta de bienes y servicios deficiente, todas las proyecciones han fracasado.

Economía cubana

Recientemente el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, informó que más de cuatrocientas empresas estatales han presentado pérdidas en lo que va de año, ¿qué apuntes podemos tomar en torno a la descentralización y el papel de la empresa estatal socialista en Cuba?

Ha habido muchas confusiones teóricas a lo largo de la historia al considerar que un modelo económico socialista tenía que ser estatal. Ese fue el primer error porque hay empresas que el Estado no puede manejar, como la gastronomía y la industria ligera. En ningún lugar del mundo las empresas estatales dominan el panorama. El Estado tiene que concentrarse en los sectores estratégicos, pero persiste la negativa a la descentralización. Es inviable repartir más de lo que se produce y aquí el proceso es al revés.

Una de las medidas económicas más polémicas de los últimos dos años fue la apertura de tiendas en MLC, presentadas como la promesa de un futuro abastecimiento del mercado en CUP. ¿No supone acaso una distorsión similar a la del modelo anterior de dualidad monetaria?

La contradicción es que ni siquiera las tiendas en MLC están surtidas. En el intento de eliminar la dualidad monetaria y cambiaria, hemos terminado en un escenario financiero incierto. La situación se traduce en que debes tener dólares si quieres viajar al exterior, euros o cualquier otra divisa para poder recargar las tarjetas en MLC, y por último, el CUP para comprar en un mercado que ha caído en manos de acaparadores y redes de corrupción, compuestas, en la mayoría de los casos, por los mismos trabajadores de esas tiendas.

En la práctica se trata de un fenómeno muy difícil de controlar. Es por ello que, en lugar de intentar frenar a los coleros, hay que concentrar los esfuerzos en la descentralización y en la mejora de la oferta de bienes y servicios. Debemos dejar de atacar los efectos y atender las causas.

Durante la pandemia se ha recrudecido el bloqueo, con medidas que afectan directamente la entrada y manejo de divisas a través de las remesas, ¿qué tanto ha afectado esta crisis al país y hasta qué punto es responsabilidad interna?

A nadie le cabe duda de que el bloqueo afecta la economía y al pueblo cubanos, pero existen otros temas que no tienen que ver con las sanciones. Una vez que un producto cruza el muro del Malecón es un problema interno. Lo que sucede en Cuba remite a una cuestión política y de mentalidad híper-centralizadora, controladora de recursos e incoherente, porque quienes dirigen ahora la apertura de las mipymes son los mismos que antes las prohibían.

Todavía recuerdo reportes en el Noticiero Nacional de Televisión del año 2020 donde se satanizaba a los productores y vendedores privados, exhibidos como culpables del desabastecimiento que desde entonces enfrentamos.

El bloqueo interno pesa tanto como el externo. Al segundo no puedes modificarlo más allá de las condenas en la arena internacional, aunque hay muchas cosas que dependen de nosotros. Es cierto que Estados Unidos nos tiene en la mira, pero en la medida que Cuba abra más la economía y consiga un modelo eficiente de desarrollo, ellos asumirán que sus medidas han fracasado.

Economía cubana

DrC. Omar Everleny Pérez Villanueva :«con una oferta de bienes y servicios deficiente, todas las proyecciones han fracasado». (Foto: Mabel Torres)

Un tema cuestionable fue establecer una tasa cambiaria fija de 1 USD por 24 CUP que desconocía el papel dinámico del mercado o la crisis inflacionaria que sobrevendría…

El primer error ha sido no guiarse por indicadores macroeconómicos y la ausencia de una política monetaria. La inyección de circulante en la economía cubana ha sobrepasado todos los límites. Cuando empezó la inflación, la tasa cambiaria debía haberse situado en 30 o 40 CUP.

Sin embargo, el cálculo de la canasta básica se hizo en el orden de 1 USD por 25 CUP, que arrojaba un promedio de mil 528 pesos, de ahí que, con un salario mínimo por encima de 2 mil 100, la alimentación estaría garantizada. Si se hubieran mantenido esos precios la historia sería diferente, pero al haber dificultad en la oferta, la población ha tenido que pagar el costo que sea.

La escasez se ha traducido en un crecimiento exorbitante del mercado informal de divisas, al punto que, en octubre del año pasado, en una videoconferencia de Marino Murillo con los diputados cubanos, este afirmó que el costo de la canasta básica había subido a más de 3 mil pesos. Otro factor muy polémico fue el aumento de la electricidad. Poner un aire acondicionado durante ocho horas diarias implica, por lo menos, un gasto de mil pesos, las dos terceras partes de una jubilación promedio.

Tras enero de 2021, el Estado ha condenado a un sector de la población a una situación de mayor vulnerabilidad, porque un salario de 3 mil 500 pesos se lo tragan tres paquetes de leche. En el año 1993 sí se vendieron divisas, pero ahora se le dijo a la gente: «arréglense como puedan». De hecho, en una reunión reciente, Alejandro Gil se refirió al mercado informal como un espacio secundario, cuando la realidad apunta a que la mayoría de los cubanos resuelve sus necesidades por esa vía.

Entre las últimas disposiciones económicas figura la venta de MLC a precios preferenciales para determinados productores. ¿Implica esto un reconocimiento del error al haber fijado una tasa de cambio inamovible?

Al anunciar una tercera tasa de cambio para cuentapropistas de pequeñas y medianas empresas se echó polvo a la Tarea Ordenamiento. Si el objetivo era unificar, ¿cómo se manejarán ahora tres tasas de cambio simultáneas, la oficial, la informal y la nueva? Surge entonces el problema de la discrecionalidad y la corrupción, porque todavía no ha quedado claro qué criterios establecerá el Estado para seleccionar a unos sí y a otros no.

Estoy a favor de estimular a los privados y que disminuyan los precios, pero detrás de esta medida existe otra cuestión medular. ¿El país cuenta con divisas suficientes para garantizar la venta de MLC? ¿Sucederá como con el CUC que se siguió emitiendo sin un respaldo real? La burbuja reventará algún día o continuará la escasez de productos debido a la ausencia de dólares o de sectores que los provean como antaño hicieron el turismo o el níquel. Las medidas sectorializadas no dan los resultados esperados, sino que suponen un retroceso del mercado y nos ubica peor que antes del ordenamiento.

En otras entrevistas usted ha afirmado que debemos aprender varias lecciones del modelo vietnamita…

Yo tuve la oportunidad de ir a Vietnam y estudiar de cerca sus transformaciones. Los vietnamitas pasaron de ser importadores de arroz a uno de los mayores productores de ese cereal en el planeta. Vietnam era muy parecido a nosotros, con libreta de abastecimiento y una inflación altísima, pero los dirigentes del Partido Comunista reconocieron que la única solución para la economía era la competencia y el mercado, al punto que actualmente el 60 % de su producción recae en manos privadas.

Es importante analizar de manera crítica las medidas que implementó Vietnam porque las realidades son diferentes. El país asiático todavía tiene pendientes mejorar la salud pública y la educación, pero resolvió lo elemental: la soberanía alimentaria. La lección más grande que podemos tomar de esa nación es que son los privados vietnamitas —esos que empezaron las reformas junto con nosotros en los años noventa—, quienes hoy invierten en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel.

Economía cubana

«Vietnam era muy parecido a nosotros, pero los dirigentes del Partido Comunista reconocieron que la única solución para la economía era la competencia y el mercado». (Foto: elojodigital)

Respecto a las inversiones, en los últimos años se ha apostado fuertemente por el turismo, ¿qué opinión le merece teniendo en cuenta la crisis mundial en la que nos encontramos y los pocos recursos que se destinan a un sector medular como la agricultura?

Priorizar la infraestructura hotelera fue una buena decisión, pero el contexto actual es muy adverso para la actividad turística. Todavía el mundo está inmerso en una gran crisis, y sobre todo Europa, con el tema de la guerra y el desempleo. El nivel de ocupación de los hoteles cubanos es muy bajo y también resulta criticable el hecho de que se invierta en hoteles nuevos, si no terminan de reparar El Riviera, el Habana Libre o el Panorama, que también son estatales.

Si analizamos las inversiones hasta el año 2021 y los primeros cuatro meses de 2022, salta a la vista que la prioridad son los restaurantes y hoteles, mientras se destina muy poco a la agricultura. En 2021 fue apenas el 1,6 % del presupuesto. Este año tendremos la zafra más baja de los últimos dos siglos, porque no se va a llegar a 500 mil toneladas, si bien el consumo interno es de 700 mil. Hemos pasado de exportar a tener que importar azúcar para completar la canasta básica. Entonces, ¿cómo impulsar la gastronomía si falta azúcar?

Al final es un círculo vicioso, porque no ha existido coherencia en las políticas económicas. El turismo se recuperará, pero estamos hablando del año 2024 o 2025. De momento, la clave es invertir en aquellos sectores que realmente van a sustituir importaciones.

A partir de agosto del pasado año se aprobaron las mipymes. ¿Puede hablarse de un impacto positivo hasta ahora?

No podemos decir que haya sido un fracaso, pero todavía no ha dado el aporte que se espera, teniendo en cuenta que era un reclamo de los economistas durante los últimos treinta años. Ocho meses es poco tiempo para analizar el impacto, y a mi modo de ver hay muy pocas empresas —solo 3 mil 375 aprobadas hasta el sábado 21 de mayo, una cifra muy pequeña comparada con los 600 mil trabajadores privados que hubo. Además, fue una medida que se tomó tarde, cuando ya la crisis nos había dado en la cara con el 11 de julio.

También hay que precisar que las mipymes tropiezan con el mismo problema de desabastecimiento que la empresa estatal. Aunque diseñes el mejor modelo de negocio, si no tienes la materia prima, o debes comprarla en MLC, es difícil desplegar su potencial. Otra traba es la importación a través de empresas estatales que, a su vez, subcontratan a terceras ya radicadas en Cuba…

¿Empresas parasitarias?

Tú has dicho la palabra correcta. El Estado cubano siempre ha tenido mentalidad rentista. Le cobra el 3 % al privado por hacerle la gestión y resulta que es el mismo privado quien busca al importador y contacta con él. En definitiva, se trata de nuevos actores económicos que deben moverse en un entorno estatal que no funciona.

¿Por qué la resistencia a incluir servicios profesionales dentro de la gestión privada?

El Estado siempre ha pensado en tenerlo todo bajo su control. Además, existen intereses sectoriales. De ahí la prohibición a los agentes de viaje privados porque les crea competencia a sus propios agentes turísticos. Es inaceptable que los profesionales no puedan unirse y brindar sus servicios de manera independiente. Ahí entra en juego también la oleada migratoria que tenemos y el éxodo de profesionales altamente calificados que no ven realizados sus sueños en Cuba.

Los jóvenes de menos de cuarenta años se están yendo, lo que supone una crisis de fuerza de trabajo en el futuro. Llevamos cinco años consecutivos con tasas de crecimiento de la población negativas. En Europa se ha resuelto con la importación de fuerza de trabajo, pero supone una alternativa inviable para Cuba, porque un salario mínimo no alcanza para pagar una renta o cubrir las necesidades básicas.

Economía cubana

DrC. Omar Everleny Pérez Villanueva :«Después de haber estado treinta y seis años como profesor titular en la Universidad de La Habana puedo decir que Cuba tiene pocas opciones». (Foto: Mabel Torres)

La gestión económica cubana tiene un carácter dual que incluye al aparato civil por un lado y al militar por otro. Sin embargo, este último no puede ser auditado fuera de su propia institucionalidad. ¿Podemos hablar entonces de total transparencia en el modelo?

Es excesivo el peso que tienen los militares en la economía. El único banco que hace operaciones hacia el exterior es el Banco Financiero Internacional, controlado por los militares y debido a ello hay tanto rechazo a las transacciones. No puede haber una economía subordinada al aparato civil y otra al militar. La Contraloría General de la República funciona para la bodega, pero Gladys Bejerano no puede auditar las tiendas CIMEX de GAESA.

¿Qué medidas pudieran implementarse para disminuir gradualmente la inflación y avanzar hacia un modelo económico eficiente?

Después de haber estado treinta y seis años como profesor titular en la Universidad de La Habana puedo decir que Cuba tiene pocas opciones. En primer lugar, reitero que debe aumentar la oferta de bienes y servicios y estimular directamente a los productores. Si viene la inversión extranjera, apruébala. Si llega alguien de fuera y quiere poner aquí 20 mil dólares, permite hacerlo.

Para la gestión privada, una cuestión sin resolver es el capital semilla o préstamo inicial. Los bancos cubanos solo conceden hasta un millón de pesos en moneda nacional, pero para una persona que desee invertir en maquinaria, 10 mil USD —que es lo que representa al cambio— resulta apenas una parte ínfima de la suma que necesita… Entonces, si no existen los fondos suficientes, ¿por qué no permitir la entrada de agencias de desarrollo latinoamericanas? Asimismo, las mipymes precisan acceder a microcréditos y contar con una institución que las represente, en lugar de una subdirección dentro del Ministerio de Economía y Planificación.

El mercado demanda reanimar la exportación del níquel y la producción de alimentos. La gastronomía y el turismo dependen mucho de la agricultura. Ello debe tener una correspondencia con el perfeccionamiento de la calidad de los servicios y en ese camino juega un rol fundamental la eliminación de los monopolios. Mientras ETECSA permanezca como la única compañía, el cliente debe esperar un apagón de los datos móviles sin previo aviso.

También debemos tomar apuntes de las mejores experiencias a lo interno, por ejemplo, BioCubaFarma posee un ciclo cerrado de producción, con un aparato de comercialización propio, por lo que no depende del Estado para el manejo de divisas. Sería muy positivo trasladar ese modelo a otros sectores. Debemos entender que la competencia implica desarrollo. Necesitamos más números y menos justificaciones.

1 junio 2022 21 comentarios 4,1K vistas
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