En Ecuador entendí que la política se viste de muchos colores, y que pensar el Estado en la dimensión de la nación no es suficiente. Lo real maravilloso garciamarquiano adquiere un tono de tierra y sangre en las manos de los políticos, y un espacio que tiene todo para ser el paraíso, puede ser simplemente un hueco del cual los empresarios extraen petróleo, un bosque para talar, un mundo para matar.
La realidad ecuatoriana hoy lleva la marca de lo impredecible, como si de una novela del realismo mágico que se escribe sobre la piel de sus habitantes se tratase, como una crónica roja o una revista del corazón y la estafa.
Las elecciones de este 20 de agosto están signadas por la excepcionalidad. Se trata de la primera vez en la historia del país en que se aplica el recurso de muerte cruzada, legislado en el artículo 148 de la Constitución, aprobada en 2008 durante el mandato de Rafael Correa.
Tan shakespieriana como su nombre, la muerte cruzada puede ser aplicada por el presidente por tres razones: si este considera que la Asamblea ha realizado funciones que no le corresponden, si se obstruye el Plan Nacional de Desarrollo o por grave conmoción interna. Esta última causal fue alegada por Lasso en su decreto.

Cortesía de la autora
Dicha medida consiste en la disolución inmediata del Parlamento, sumado a la convocatoria a nuevas elecciones presidenciales y legislativas por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE), en un plazo de siete días. Lo servidores públicos electos completan solamente lo que resta del gobierno en el que se aplicó la muerte cruzada, por lo que en mayo de 2025, fecha en que hubiera concluido el mandato de Lasso, se convocará nuevamente a elecciones. Por demás, la muerte cruzada solo puede ser invocada una vez en cada periodo constitucional y dio un margen de tres meses a Lasso para gobernar a través de decretos presidenciales, que debían pasar por el filtro de la Corte Constitucional.
Este decreto daba a Lasso la oportunidad de presentarse a elecciones, algo a lo que se negó por el grado de impopularidad e irregularidad en que está envuelto su mandato. Ni siquiera, CREO, su partido político, presentó candidatos a la presidencia y la Asamblea.
Explicita además que, si ningún partido se impone en primera vuelta, se reabren los comicios el 15 de octubre para una segunda elección entre los más votados. En ese sentido, la Ley electoral ecuatoriana establece que un partido gana con el 40 % de los votos válidos y una diferencia mayor a dos 10 puntos en porciento, respecto al segundo escaño.
Lasso decide aplicar este recurso ante la acusación del parlamento a su persona del delito de peculado o malversación de fondos. Una demanda que comienza el 17 de mayo y se fundamenta en que durante su mandato no terminó el contrato con Flopec (Flota Petrolera Ecuatoriana) y Tankers (Consorcio Amazonas Tankers de transportación de derivados del petróleo). Dicha gestión causó grandes pérdidas a las arcas del Estado.

Cortesía de la autora
No obstante, el juicio público de Lasso, se caracterizó por un descontento generalizado en la Asamblea y a nivel poblacional con su gestión presidencial. El representante del partido Creando Oportunidades (CREO) de corte abiertamente neoliberal, principal opositor del correísmo y aliado del Lenin Moreno en su giro a la derecha, llega al poder como aliado de ciertos legisladores del partido progresista Pachakutik, tras su ruptura con el conservadurismo del Partido Social Cristiano.
Lasso viene de la casta bancaria ecuatoriana, fundó junto a su cuñado Danilo Carrera en 1981 la compañía Financiera Finansur, que en 1984 adquiere la mayoría de las acciones del Banco Guayaquil. En ese sentido, su gestión en el poder sirvió a Ecuador en la mesa de las trasnacionales y sus aliados de negocios.
La presidencia de Lasso mantiene las medidas neoliberales de Lenin Moreno, agudiza la crisis de seguridad que desde entonces se venía gestando en el país y reprime crudamente el Paro Nacional de 2022, con un saldo de 7 manifestantes muertos, 331 heridos y 158 detenidos. Su respuesta ante la escalada de la violencia y el crimen organizado fue decretar un sinnúmero de estados de excepción.
En un intento por recuperar su credibilidad y por introducir una serie de reformas constitucionales, en febrero de 2023, Lasso realiza un referéndum que consultaba al pueblo acerca de la extradición de miembros del crimen organizado, la autonomía de la Fiscalía General del Estado para capacitar, ascender o sancionar a servidores públicos; la reducción del número de asambleístas; la exigencia del 1,5% de afiliados pertenecientes a la jurisdicción de un movimiento político para constituirse y su apertura a la auditoría del Consejo Nacional Electoral; la eliminación de las facultades del Consejo de Participación Ciudadana y traspaso de sus facultades a la Asamblea Nacional; así como otras dos preguntas de corte más progresista que tocaban las fibras sensibles de la población ecuatoriana al estar relacionadas con temas ambientales y de favorecimiento a los pueblos y nacionalidades. El NO ganó en dicha consulta y así la popularidad de Lasso continuó en descenso.
En abril de 2023, ante la escalada incontrolable de violencia en Ecuador, el presidente electo autoriza a los civiles el porte de armas y decreta que los guardias de seguridad privada apoyen a la policía para contener el crimen organizado. En este paquete de medidas se incluye el estado de excepción que limita el libre tránsito de los ciudadanos en las ciudades cuyas condiciones de violencia son más críticas: Guayaquil, Durán, Samborondón; así como las provincias de Santa Elena y Los Ríos.
En ese contexto, el discurso presidencial se centra cada vez más en el enemigo común que perpetúa la violencia, encarnado en la delincuencia, el narcotráfico y el crimen organizado, ignorando las causales de este contexto: la pobreza y desigualdad extrema, propiciadas por el retiro del Estado en Ecuador y la posición de país de tránsito en la ruta de la droga en el continente. Esta decisión se da en una semana crucial en cuanto a la violencia en el Ecuador, signada por atentados a funcionarios públicos, medios de comunicación y robos a mano armada a civiles.
Ecuador ha sido espacio de al menos doce masacres carcelarias desde 2021, once de ellas han sido bajo el gobierno de Lasso, con un saldo de 431 muertos hasta abril de 2023. La violencia se manifiesta también en el asesinato de líderes políticos de todas las ideologías y tendencias desde el líder indígena Eduardo Mendúa, hasta la recién baleada de Fernando Villavicencio tras un mitin público del candidato por el partido Construye, lo cual puso en jaque la normal celebración de elecciones.

Cortesía de la Autora
Tras lo sucedido con Villavicencio Lasso decreta un estado de excepción nacional por 60 días, que implica la militarización del país y la suspensión de derechos como la libertad de reunión y la inviolabilidad de domicilio. No obstante, esto no evitó el asesinato del líder local del partido Revolución Ciudadana en la provincia de Esmeraldas, Pedro Briones, con una fuerte postura anticorrupción.
Otro de los puntos a tener en cuenta en el contexto en que se desarrollan estas elecciones es la cruzada medioambiental por el Yasuní y el Chocó Andino. Se trata de la consulta a la población sobre la explotación petrolera en la región amazónica del Yasuní y sobre la actividad minera en la reserva nacional del Chocó Andino. La primera se lleva a cabo a nivel nacional y la segunda solamente en Quito. Ambas se resolverán por mayoría de votos. En estas, no solo está en juego la conservación de especies endémicas y la diversidad, sino la afectación a comunidades que habitan en la región. Los argumentos en contra del sí por ambas consultas se basan en las consecuencias económicas que traería para los ecuatorianos dejar de extraer esos recursos naturales.

Cortesía de la autora
La primera mujer, el hijo cuerdo del loco y la herencia de un mártir
Luisa González, en representación de Revolución Ciudadana, quedó en el primer escaño con el 33.38 % de los votos. Le sigue Daniel Noboa de Acción Democrática Nacional con un 23.61%. En tercer puesto está el periodista, Christian Zurita, sustituyendo a Fernando Villavicencio con un 16.49% de los votos para el partido de centro Construye; precedido por Jan Topic que con 14, 68% representa la alianza entre el Partido Sociedad Patriótica y el Partido Social Cristiano. Se incluyen en la lista también Otto Sonnenholzner de Avanza 8 y Suma 23 con un 7.045; Yaku Pérez, de Alianza Claro que se puede, con 3, 95%; Xavier Herbas de Reto 33, con un 0.49 % y Bolívar Armijos del partido Amigo con un 0.36%.
La segunda vuelta electoral se celebrará el 15 de octubre. Luisa González, una candidata correísta de la izquierda tradicional ecuatoriana, la única mujer en la carrera presidencial en la historia del país andino, se disputa la presidencia ante Daniel Noboa, un joven de familia empresaria relacionada al sector bananero, hijo del excandidato presidencial Álvaro Noboa, derrotado anteriormente por el correísmo y la asambleísta y legisladora Anabella Azín.
A pesar de cargar sobre sus hombros un enorme proceso de polarización tras la gestión correísta, así como una campaña brutal donde se intentó culpar a Revolución Ciudadana de la muerte de Villavicencio, González logra posicionarse en el primer escaño. En cambio, contra todo pronóstico, Noboa se sitúa con un diez porciento de diferencia detrás, algo inesperado según las encuestas.

Tomada de El Imparcial
Hasta el 9 de agosto, las diversas encuestas de intención de voto situaban al correísmo como primera fuerza política, pero no existía claridad en cuanto al resto de los escaños, por la inestabilidad en que se realizarían las elecciones. No obstante, algunas de ellas situaban a Otto Sonnenholzner, Yaku Pérez, Fernando Villavicencio y Jan Topic como opciones viables. Sin embargo, el asesinato del candidato por el partido Construye y el debate electoral presidencial lo cambió todo.
Por un lado, Zurita viene a sustituir a un mártir —Villavicencio— sin participar siquiera en el debate presidencial, pues su candidatura se oficializa tres días más tarde. La foto que vieron los electores al votar por Zurita fue la del candidato asesinado. Zurita, periodista al igual que su antecesor, recoge los frutos de la campaña de este y se muestra como la forma de hacer justicia ante la violencia.
Luisa González es sumamente atacada en el debate presidencial y su discurso apuesta por la continuidad de la política de Rafael Correa, una línea que carga una tradición de ambigüedad y que es combatida fuertemente a nivel mediático por ser una opción de izquierda. A decir del académico ecuatoriano, José Antonio Figueroa[i], a Luisa le quedó pendiente hablar para los jóvenes, los activistas mediambientales que tienen una relación convulsa con el correísmo por sus políticas en ese ámbito durante su mandato.

Tomada de Agencia EFE
Este especialista explica que, para afianzarse en el poder, la candidata debe buscar alianzas con la CONAIE e incluso, tener en cuenta el sector de la burocracia estatal. Respecto a la capacidad de Revolución Ciudadana, de asumir la presidencia en un escenario de tal complejidad y violencia, Figueroa asegura que es la mejor opción del pueblo ecuatoriano, pues tiene detrás un equipo de especialistas altamente capacitado que sabrá encausar el país y enfrentar la violencia como en su momento lo logró Correa.
Respecto a la aparición de Noboa como segundo en el escaño electoral, la historiadora y socióloga ecuatoriana Valeria Coronel[ii], menciona que este candidato encarna a nivel simbólico la promesa del joven empresario, bien portado y tradicional, «el hijo del loco que salió cuerdo», explicitó.
Por demás, Noboa sale ileso, según la experta, del debate electoral, puesto que el resto se centra en atacar y rebatir a los que según las encuestas tenían posibilidades y su desempeño en ese espacio fue aceptable. Dicho candidato había desarrollado una ardua campaña electoral en territorio y a diferencia de otros, no acumulaba un historial mediático de grandes escándalos asociados. Se trata de una opción moderada hacia donde se inclinaron también los detractores o dubitativos acerca del correísmo.

Tomada de CNN
Como es de esperar en un contexto como el ecuatoriano, en su discurso de campaña, Noboa también contempla como prioridad el tema de la seguridad e incide en un elemento tan crucial como el desempleo. A diferencia de otros como Jan Topic, cuyo eslogan también está asociado a la seguridad, pero su discurso es percibido como extrema derecha fascista y carga sobre sí algunos escándalos asociados a la violencia. Si a todo este análisis sumamos que tiene una postura pública de apoyo a la campaña del Yasuní, se entiende que los ecuatorianos votaron por el desconocido estable.
Respecto al ascenso de Noboa, el filósofo y analista político ecuatoriano, Pablo Carrillo[iii], explica que mientras en el debate presidencial el resto de las fuerzas políticas se enfrentaron, nadie le preguntó acerca de la causa de violencia intrafamiliar que tiene archivada, ni de los millones de dólares que su familia debe en impuestos al Estado; ni siquiera acerca del vínculo de su candidatura con el expresidente Lenin Moreno.
Dicho especialista insiste en que el ascenso de este candidato al poder implicaría la continuidad del proyecto neoliberal impulsado por los Estados Unidos para Latinoamérica, que volvió con fuerza a Ecuador con los gobiernos de Moreno y Lasso.
Por su parte, el historiador y sociólogo ecuatoriano, José Antonio Villarreal[iv] se pregunta si es capaz la derecha de levantarse y forjar un proyecto nacional tras la caída con Lasso en Ecuador. Desde su perspectiva la derecha no tiene un proyecto nacional y hegemónico articulado como sí sucede con la Revolución Ciudadana. «Hemos pasado de un banquero a un empresario que tampoco tiene un proyecto sólido y eso vuelve débil su posible gestión y su imagen ante el electorado», explica.

Tomada de France24
Villarreal insiste en que Topic tampoco tiene esa capacidad, pues «la ultraderecha no es una opción viable». Por demás, según dicho académico, si bien es cierto que el punto de la seguridad ha marcado los debates, Ecuador tiene muchos más problemas relacionados con las condiciones de bienestar que el Estado debe construir y que los programas de la derecha no contempla.
Los votantes ecuatorianos, como el resto de los latinoamericanos ondean con el péndulo izquierda, derecha que sitúa como antagónicas a fuerzas que muchas veces son sumamente parecidas. Entre el populismo y el avance del capitalismo neoliberal, que se palmean cada cierto tiempo la espalda se dirime, a veces por un voto de castigo, a veces por la seducción de las promesas el futuro de un país.
El voto es obligatorio en Ecuador y la verdad no sé qué haría si debiese tener tantos factores en cuenta para marcar una cruz en la urna. Tal vez me ganaría la desidia, el martirologio o la locura. Tal vez me convencería de que se trata de una gestión y de que la democracia es tan utópica como el comunismo. No lo sé.
[i] Consultado por la autora para el escrito
[ii] Ídem
[iii] Ídem
[iv] Ídem